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El amor más puro. por kozzha

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Notas del fanfic:

Hola!! 

Pues esperaba que fuera un one-shot pero pues no se me dan las historias cortas jajaja, así que pues éste fic será de varios capítulos. 

Me inspiré en un doujinshi Mura x Muro y en varias imágenes en donde algunos personajes de KnB salen en el kinder como niños, o profesores. 

Espero y sea de su agrado. 

Éste fic va dedicado para Chrome Rivaille Schiffer. 

Los personajes no me perteneces, son producto de la mente de Tadatoshi Fujimaki. 

Notas del capitulo:

Disfrútenlo. 

-Muro-chin…-escuchó una vocecilla a sus espaldas.

Un joven moreno se giró y bajó la vista. Frente a él se encontraba un niño de unos cinco años aproximadamente. Su cabello era largo, a la altura de los hombros. Dueño de unos preciosos ojos violetas. No era  muy alto, de hecho era  muy pequeño para su edad.  

-Atsushi-susurró hincándose para quedar a la altura del niño-¿Qué sucede?-dulcificó su voz.

Atsushi tenía escondidas sus manitas detrás de su espalda. En sus ojos se podía apreciar cierto brillo. 

-Dedo-dijo parco el niño.

-¿Dedo? ¿Te cortaste?-dijo en tono asustado el muchacho.

-No es eso, Muro-chin-replicó el niño, ceñudo-Cierra tus ojos y extiende tu dedo.

El joven arqueó una ceja, Atsushi se veía sospechoso. Soltó un suspiro y dijo:

-Está bien-cerró sus ojos y esperó a que el niño le diera otra indicación. Atsushi está haciendo algo realmente serio, pensó el muchacho mientras mantenía los ojos cerrados. Sintió las manitas del niño tomar su mano izquierda y poner algo en el dedo anular.

-Abre tus ojos-le indicó el niño.

Este obedeció y abrió sus ojos, alzó su mano izquierda. Soltó una exclamación al ver un curioso anillo en su dedo.

-Esto es…-susurró, sorprendido.

El niño soltó una risilla.

-Un anillo de compromiso-dijo sonriente-Lo hice con un trébol blanco.

El muchacho pestañeó varias veces. Esbozó una sonrisa, enternecido y acarició la larga melena de su alumno.

-Gracias. Pero esto es un problema porque yo soy un hombre…

-Ya lo sé-Atsushi hizo un puchero-Pero, ya que es Muro-chin, no importa-miró con ojos serios al mayor y continuó-Yo creceré rápidamente y vendré por ti Muro-chin; así que no seas de otra persona y espera por mí…

El sonido de una campanas sonaron a los lejos. Abrió sus ojos lentamente y lo primero que vislumbró fue un techo de color blanco.

-Otra vez ese sueño-susurró el muchacho. Se enderezó y apagó su reloj despertador que estaba en el buró del lado derecho. ¿Atsushi recordaría aquella promesa?, pensó el muchacho. Negó con la cabeza.-No lo creo-se dijo a sí mismo-Han pasado más de diez años, es obvio que él ya no lo recuerda-Aspiró una gran bocanada de aire y lo soltó en un bufido. Estiró cada miembro de su cuerpo y se puso de pie de un salto. Caminó con paso ligero hacia el armario empotrado y sacó una muda de ropa. Se desvistió con lentitud, de la misma manera se puso la muda de ropa limpia.

Himuro Tatsuya era un hombre entrado en los treinta. Se podía decir que era un muchacho guapo, excesivamente guapo. Su cabello moreno era corto y un ligero flequillo de lado le cubría parte de su rostro de lado izquierdo, poseía un coqueto lunar debajo del rabillo del ojo derecho, la tez del joven  era blanca. No era muy alto y daba la impresión de ser alguien frágil.   

Desde los veintidós años había ingresado como profesor en un Hoikuen*. Desde que estaba en la preparatoria ansiaba trabajar en el sector de educación. Dado su perfil, uno de sus profesores le sugirió que se dedicara a ser profesor de niños de preescolar. Tomando ese consejo, el muchacho se preparó para ser un profesor de preescolar y en cuanto ejerció su profesión, quedó maravillado.

Después de desayunar y prepararse su almuerzo, Tatsuya salió de su apartamento enfundado en su abrigo.

Eran principios de enero y el invierno estaba en su mayor esplendor. Las calles estaban repletas de nieve y dado las bajas temperaturas, todos los nipones estaban enfundados en gruesos abrigos. Aquella mañana del martes el cielo se veía gris, anunciando que pronto nevaría.  

Tatsuya embutió sus manos en los bolsillos del abrigo y caminó hacia la parada del autobús. Llegó puntual para tomar el transporte que lo llevaba  al Hoikuen. Por fortuna, llegó pasadas de la siete, muy a tiempo para preparar el aula y poder recibir a los niños. Saludó a su amiga y compañera Satsuki, quién había llegado temprano junto con Masako, la directora del Hoikuen. Ellas habían sido las encargadas de abrir  el lugar. A los pocos minutos le siguieron sus demás compañeros, Kuroko y Kise.

Los muchachos estaban preparando todo para recibir a los niños cuando una voz grave los distrajo de sus labores.

-Buenos días-saludó un hombre alto y fornido. Tenía el cabello corto y pelirrojo, a pesar de su apariencia imponente, el muchacho era demasiado tímido.

-Buenos días-corearon los maestros.

-Buenos días ,Kuroko sensei-volvió a decir el pelirrojo, dirigiéndose a un muchacho de aspecto ecuánime.

-Buenos días, Kagami-kun-musitó.

-Hoy… hoy se ve muy bien, sensei-y dicho esto el pelirrojo se sonrojó.

Kise soltó una risilla, gesto que abochornó aún más al pelirrojo. Tatsuya y Satsuki apretaron los labios para acallar una risa.

-Creo que iré a ver si la jefa necesita algo-carraspeó  Kagami y se alejó de ahí dando zancadas.

-No te burles de Kagami-kun, Kise-kun-replicó Kuroko, ceñudo. 

-Lo siento-y fingió seriedad el maestro.

Kagami Taiga era el muchacho encargado del mantenimiento del Hoikuen. Tenía poco de trabajar en el lugar, apenas un par de meses. Aquél joven tenía veintisiete años. Era muy tímido y sólo hablaba con el profesor Kuroko y a veces con Satsuki, con nadie más intercambiaba palabras, sólo las necesarias. Taiga, por obvias razones, era presa de burlas por parte de Kise. Éste  profesor era el encargado del grupo de niños que tenían tres años, los de nuevo ingreso.  

Kise Ryota era su nombre completo y llevaba más de un año trabajando en el Hoikuen. Era mestizo, de padre japonés y madre inglesa, de ahí su cabellera rubia y ojos dorados. Era un muchacho jovial, característico de la edad. Tenía apenas veintitrés años.

Por otra parte, Kuroko Tetsuya, a pesar de verse como un jovencito de secundaria, dada su escasa estatura y rostro aniñado estaba por entrar en los treinta, tan sólo le faltaban dos años. Tetsuya era el encargado de los niños de cuatro años. Su carácter era complejo, no solía ser muy comunicativo y mostraba un semblante inexpresivo la mayoría de las veces. Tan sólo era dulce y explayado con los niños y con  Taiga. Llevaba trabajando en el Hoikuen más de cinco años, pero a pesar de eso no era un veterano en ese lugar, como Tatsuya y Satsuki, quién era la mayor en edad y en tiempo de estar trabajando en el Hoikuen. La mujer tenía treinta y ocho años, estaba felizmente casada. Era muy bonita y solía ser la fantasía de muchos de los padres de familia que llevaban a sus hijos al Hoikuen, dado su físico despampanante. Momoi Satsuki era la encargada de los niños más grandes, los de seis años, mientras que Tatsuya se dedicaba a enseñar a los de cinco. 

-¡Buenos días a todos!-saludó con jovialidad una mujer alta y de cabellera rubia.

-Buenos días-corearon los maestros.

-Vaya frío que está el día. No tardará en nevar-dijo la mujer frotándose las manos para calentarlas-Bueno, que mas da, a empezar a trabajar-y sonriente se encaminó hacia el fondo del pasillo en donde estaba la enfermería. Alexandra García era la doctora de Hoikuen y la mejor amiga de Masako, la directora del lugar.

Cuando dieron las ocho, los maestros se pusieron sus uniformes, los cuáles consistían en un delantal de mezclilla con un pollito en medio y con la palabra Hiyoko, el nombre del Hoikuen.

Las puertas fueron abiertas y poco a poco, los niños, llevados por sus padres, entraron al lugar. Los maestros los recibían sonrientes y los llevaban al aula correspondiente. Y así  dio inicio el día laboral para los maestros del Hoikuen.

 

 

Tatsuya le estaba enseñando  a hacer unos tréboles en origami a sus alumnos cuando Momoi irrumpió en el salón.

-¡Tatsu-chan!-exclamó la mujer con ojos brillosos.

Dado el escándalo con el que la maestra había entrado, todos los niños centraron su atención en ella.

-¿Qué sucede?-preguntó el moreno, inquieto por la actitud de su amiga.

-Necesito contarte algo importante-dijo la mujer. Se la podía ver muy emocionada.

-Pero…-miró a sus alumnos que ahora lo observaban a él.

-Eso no puede esperar-le dijo en tono suplicante.  

-Está bien-suspiró-Ahora regreso niños, no tardo-esbozó una sonrisa dulce.  Salió del aula siguiendo a Momoi-¿Y bien?-se cruzó de brazos-¿Qué es eso tan importante?

La maestra se mordió las uñas, ansiosa. Miró a su amigo y dijo en voz alta.

-¡Kagami-chan le va  a proponer matrimonio a Tetsu-chan!

-¡Qué!-exclamó el moreno-Pero…¿Cómo?-en su rostro se podía apreciar el desconcierto.

-Me lo acaba de decir Kagami-chan. ¿No es lindo?-y sus ojos brillaron más-Será a la hora del recreo…¡kya!

-Y…-entornó los ojos-¿Eso era lo que me querías decir y que no podía esperar?

-Si-sonrió.

Himuro resopló y oprimió el puente de su nariz.

-Nunca vas a cambiar, Satsuki.

La mujer, ignorando el cometario de su amigo se apresuró a decir.

-Iré a contárselo a Ryota-chan-y sin más salió corriendo hacia el aula del rubio. A Tatsuya no le dio tiempo de detenerla.

Miró su trébol de origami y lanzó otro suspiro.

-Una propuesta de matrimonio…-sin poder evitarlo, Himuro recordó aquella promesa que había hecho ya hace mucho años con Atsushi, uno de sus alumnos-Atsushi…-susurró.

 

Notas finales:

Hoikuen* : Institución dependiente del Ministerio de Bienestar, funciona como centro infantil de tiempo completo para los hijos de los trabajadores. Utiliza el mismo programa educativo que un kinder garden. 


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