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Y se fue el amor por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Sherlock Holmes no me pertenecen, sino a su autor Sir Arthur Conan Doyle, la serie “Sherlock” pertenece a la BBC. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Personajes: Sherlock, John Watson y otros.

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene Slash, angustia y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

 

Resumen:Sherlock despertó solo en la cama, como había estado sucediendo en los últimos meses. Después del sexo —si es que llegaba a suceder—, John se levantaba nada más terminar, se daba un baño y se iba a su antigua habitación, dejando al detective con el corazón roto y sintiéndose como una vulgar ramera.

 

 

Beta:

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Y se fue el amor

 

 

 

Capítulo 1.- Y te dije adiós

 

 

Sherlock despertó solo en la cama, como había estado sucediendo en los últimos meses. Después del sexo —si es que llegaba a suceder—, John se levantaba nada más terminar, se daba un baño y se iba a su antigua habitación, dejando al detective con el corazón roto y sintiéndose como una vulgar ramera.

 

Atrás quedaron las ardientes caricias, los abrazos que buscaban hacerlos uno, los besos, los “te quiero, te amo”, aquellos desayunos en la cama que por lo regular terminaban en sexo matutino. En su lugar, quedó un lecho vacío, tés fríos, comidas rápidas o congeladas (y de vez en cuando algo hecho por la señora Hudson).

 

Los cálidos “buenos días”, fueron remplazados por escuetas e insensibles palabras. Ya no había mensajes cada cinco minutos, ahora, con suerte se comunicaban para los casos.

 

Sherlock no era tonto; John había comenzado a salir con mujeres (y de vez en cuando hombres), podía verlos en él, olerlos en su ropa, Holmes sabía cuándo Watson tenía sexo con alguna de sus citas, cuando les besaba…

 

Y dolía…

 

Nunca antes había experimentado algo así, era… cómo si te desgarraran por dentro, como si cada respiración te hundiera más y más en un infierno peor que el de Dante.

 

A veces, era una maldición el ser capaz de ver  hasta el más mínimo detalle, poder observar y saber lo que alguien había comido en el almuerzo, si tenía mascotas o si se había acostado con alguien.

 

Daria cualquier cosa por ser ciego a lo que John hacía a sus espaldas.

 

 

Aun así y a pesar de saber de los constantes engaños, Sherlock jamás se atrevió a reclamarle nada a John, no quería perderlo; era egoísta, lo sabía, pero sin él, se quedaría nuevamente solo…

 

¿No ya lo estaba?

 

—Te dije que no te involucraras demasiado, querido hermano —ya era costumbre regular, las visitas de Mycroft para tomar el té; el Holmes mayor estaba preocupado por el estado anímico del detective y enojado con el causante de su sufrimiento, si no había matado a John Watson, era únicamente por Sherlock.

 

El detective no contesto, se sentía apático, sin ganas de resolver casos, ni siquiera los más complicados.

 

—Hay una… mujer, con la que Watson ha estado saliendo los últimos meses —la voz de Mycroft estaba cargada de rencor, odiaba a John por herir a su hermano y a sí mismo por no poder hacer nada.

—¿Tienes un caso para mí? —se obligó a preguntar y es que Sherlock no deseaba escuchar lo feliz que John era con su amante en turno, no deseaba recordar que si bien, su doctor permanecía a su lado, era más por obligación que por amor.

—España, será por seis meses —Sherlock asintió con la cabeza, recibiendo de manos de su hermana, la carpeta con la información necesaria.

 

 

 

 

Mycroft no fue el único que se dio cuenta del cambio de John; Lestrade e incluso Donovan y Anderson (así como muchos del Scotland Yard, lo hicieron), todos ellos fueron testigos mudos de la repelencia con la que —el antes cariñoso — doctor trataba al hombre que había jurado amar por el resto de su vida.

 

Y lo odiaron…

 

Incluso Sally sintió rencor por John y es que ver el despojo en al que se había reducido Sherlock, que ya no era ni la sombra de lo que solía ser, hacía que incluso ella sintiera pena y deseara ayudar al detective.

 

 

“No es un sociópata, sólo un hombre que amó demasiado a la persona equivocada”.

 

—John…

—Ahora no, Sherlock, tengo trabajo en la clínica —¡mentira! Iba a verla a ella, a esa mujer que ocupaba sus pensamientos de los últimos meses.

 

Amanda Thomas, tenía 29 años, bonita, trabajaba en un banco como cajera y estaba embarazada.

 

Sherlock abrazó su violín al recordar lo sucedido una semana atrás, cuando decidió seguir a John y lo vio besar a la mujer, de la misma forma que lo hacía con él cuando comenzaron su relación.

 

Pasaron unas horas antes de que Sherlock se sintiera lo suficientemente fuerte para levantarse de su sofá, tomó una hoja de papel y escribió una carta, su despedida, cuando terminó, simplemente la dejó junto al sillón de John y se despidió de la señora Hudson quien lloró, pero le deseó toda la suerte del mundo.

 

Esa misma tarde, abordó el avión que lo llevaría a su destino.

 

Cuando John regresó al 221B, la señora Hudson lo miró con rencor y se encerró en su piso, él decidió no hacerle caso y subió al suyo, ansioso de darse un baño y cambiarse de ropa.

 

—Ya llegue —dijo sin sentimiento, pero se sorprendió de encontrarse, extrañamente solo, sintió que un enorme vacío se apoderaba de su interior, que fue creciendo en el momento que vio la carta.

 

 

Para cuando leas esto, yo ya me habré marchado, espero que encuentres la felicidad que yo no puedo darte.

Espero que tu hijo nazca fuerte y sano.

 

Siempre tuyo, Sherlock Holmes.

 

 

John dejó caer la carta, no podía creerlo, se había ido, Sherlock se había ido.

 

—Era lo mejor, doctor Watson —el aludido dio un respingo; Mycroft lo miró sin expresión, pero sus ojos estaban destellando con rencor —. Le sugiero que se mude pronto, no quiero verlo aquí y tampoco la señora Hudson; con gusto le ayudare para trasladar sus pertenencias.

 

Y John lo hizo, se marchó del 221B, para ir a vivir con la mujer que sería la madre de su futuro hijo, pero la alegría pronto se volvió arrepentimiento, tristeza e ira; el bebé no era suyo.

 

Pero, cuando quiso remediar su error, ya era tarde, Sherlock no iba a regresar. Había perdido al amor de su vida, por un frustrado deseo.

 

 

….

 

 

Pasaron los meses, John intentó hablar con Mycroft incontables veces, pero no lograba pasar de su seguridad, la señora Hudson no quería ni verlo, así que, finalmente se decidió ir a ver a Lestrade, tal vez el detective pudiera darle razón del paradero de Sherlock.

 

—¿Para qué quieres saber, Watson? —le preguntó Lestrade mirándolo con odio, no fue el único, de camino a la oficina de ID, John se topó con algunos inspectores que habían trabajado con él y con Sherlock, todos ellos le ignoraron o murmuraban insultos a sus espaldas, incluso Donovan y Anderson. —Ya has hecho suficiente daño, deja a Sherlock en paz.

 

John frunció el ceño, ¿Quién se creía que era para meterse entre Sherlock y él? Tenían problemas, sí, había encañado a su novio, no una, sino en muchas ocasiones, estuvo a punto de dejarlo por una mujer que no valía la pena y estaba arrepentido; lo único que deseaba en ese momento era encontrar a Sherlock, pedirle perdón y volver a ser la hermosa pareja que eran.

 

Pero no sería fácil.

 

—Los problemas entre Sherlock y yo, no son asunto tuyo, Lestrade.

—¡Sí lo son, cuando lo haces sufrir! —Lestrade estaba tan molesto que no se dio cuenta que había subido la voz, no, hasta que el Inspector Stanley Hopkins, entró a la oficina, preocupado por su compañero.

—¿Todo bien? —preguntó el detective, mirando a John con el ceño fruncido.

—Sí, el Dr. Watson ya se iba —dijo Lestrade y el otro detective se ofreció a acompañarlo hasta la entrada.

 

 

John fue sacado de Scotland Yard casi a patadas, pero la cosa no terminó ahí; de un momento a otro, se vio arrastrado a un callejón por un hombre alto y rubio, realmente apuesto, el doctor lo reconoció inmediatamente.

 

—Gregson… —no le fue posible decir más, pues el hombre más alto le sacó el aire de un rodillazo, desde ahí, comenzó a golpearlo sin cuartel, hasta que John quedó tirado en el suelo, con sangre en la boca y adolorido.

—Eso es por Sherlock —dijo Gregson antes de darle una última patada y regresar  a Scotland Yard, satisfecho por lo que había hecho.

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Ok, fallé, mi idea era hacer un solo capitulo, pero, ¡imposible! XD Además, cuando leí de Tobías Gregson, no pude evitar pensar: ¡Este quiere sexo con Sherlock! XD y tenía que meterlo a la historia.

 

Bueno, dedico este fic a todas las chicas del grupo de whatsapp BBC UMQRA, quienes son las culpables de que yo terminara escribiendo esto.

 

 

Nuevamente busco beta XD que la que tenía anda en exámenes.


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