Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Marioneta De Cristal por Satan666

[Reviews - 112]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les agrade esta historia, es completamente original.


Fue editada, por lo que si la seguías hace unos años, te recomiendo que las vuelvas a leer.   


Si me quieren apoyar en wattpad también subo mis historias en la plataforma.    https://www.wattpad.com/user/karenvruz  


También hice un trailer para esta historia en la plataforma de tiktok, espero les guste.   


https://vm.tiktok.com/ZMeykhEHp/  


Mis otras historias están en proceso de edición. 

Capítulo XLI. (Tensión)

POV M

 

— Lamento la tardanza, tuve que escaparme por un rato.

— No te preocupes, gracias por venir. – Fue fácil darme cuenta de que este es el comportamiento de Ronald, siempre.

— Un placer ¿Qué descubrieron? – Pregunté mirando el cadáver.

— El doctor que trabaja con ustedes dijo que va a traer un informe ahora.

— De acuerdo.

— Pero que puto asco. – Dijo otro chico que entro a la habitación, me costo recordar su nombre hasta que pude ubicarlo en uno de nuestros registros, si no mal recuerdo es Oliver.

— Si te da asco no lo mires, puedes esperar afuera.

— Creo que prefiero estar aquí con el cadáver. – Susurro.

— ¿Esta de mal humor? – Le preguntó Ronald, tratando de ser discreto.

— Si...

— Supongo que es mi culpa, voy a fumar y regreso. – Les dije.

Se dio cuenta de mi presencia, estaba seguro de ello, pero no se movió de lugar o cambio su expresión. Estaba fumando con la mirada ausente y me pregunté qué vio Adrián en un tipo como él y si le estaba afectando nuestra situación. No es como si estuviera actuando con simple y vano egoísmo; después de todo lo que siento es completamente real. Así que no estoy dispuesto a darme por vencido, nunca había querido nada en mi vida. No puedo simplemente desaparecer este sentimiento; tampoco puedo odiar al individuo. No me queda más opción que hacerlo mi todo, esa es la retorcida conclusión a la que llegue.

Puse un cigarro en mis labios y después de encenderlo me quede un rato contemplando la vista de la zona roja, desde el séptimo piso del hospital. Todo parece relativamente tranquilo, porque es bastante temprano y el día apenas comienza a hacerse presente; pude sentir una corriente de frío, pero nada insoportable. Estuve así varios minutos, hasta que el cigarro se consumió y lo arroje al piso, listo para volver. Levante la cabeza en el momento justo que sentí su atención, sus ojos estaban perforándome con tanta intensidad que pude haberme quemado vivo, si estaba a su disposición que eso sucediera.

— Todo, le gusta todo de mí. – Le dije y apretó los labios con tanta fuerza que se le pusieron blancos.

— Lamento la tardanza. – Dijo Marcos, sujetando una carpeta con una mano y un café en la otra.

— Justo a tiempo. – Le dije y me gire de regreso a la habitación, no es difícil saber lo que puede estar pensando este chico ahora mismo, porque yo debo estar pensando lo mismo.

— Me quede dormido mientras esto se estaba imprimiendo. – Dijo Marcos.

— ¿Cuántos días llevas sin dormir? – Le pregunté.

— No estoy seguro, vengan ambos, hablemos en la habitación.

Ambos entramos en el mismo lugar, muy a nuestro pesar, por el deber de tener que convivir en un espacio bastante reducido; pero él se quedó con sus amigos, mientras que yo me limite a hacerle compañía al cadáver. Marcos saco los papeles de la carpeta, terminó su café de un trago y se aclaró la garganta antes de hablar.

— Muy bien caballeros, en primer lugar pudimos identificar su sexo; era un hombre y murió de severas contusiones en la cabeza. Parece que lo atacaron con algo muy pesado, aunque no puedo decir a ciencia cierta lo que fue, puedo apostar a un tubo o algo bastante similar. Podemos deducir que todo lo que le hicieron fue después de muerto, ya que ese golpe fue suficiente para matarlo. Tiene desprendida la carne, tiene varias puñaladas y golpes; no había forma de poder saber nada antes, lo desfiguraron por completo.

— Una declaración de guerra ¿No? – Susurré.

— Nosotros pensamos lo mismo. – Me dijo Ronald.

— ¿Hay forma de identificarlo? – Le pregunté a Marcos.

— Estamos en eso, lo único con lo que podemos trabajar son sus dientes, ya mandamos la placa, les informare a todos cuando tengamos algo.

— Gracias Marcos. – Le dijo Ronald.

— Esto es un aviso de que nos puede pasar lo mismo si no tenemos cuidado ¿No es así? – Preguntó Oliver.

— Probablemente. – Susurro Marcos.

— Diablos. – No hizo falta prestar más atención de la que les estaba dando, para darme cuenta de que Oliver lo miraba de forma consecuente, al menos cada veinte segundos más o menos ¿Adrián se había dado cuenta de eso? Es divertido.

— Ve a dormir Marcos, un doctor cansado es inútil. – Le dije.

— Gracias por tu consideración ¿Cómo está Adrián?

— Dice que esta mejor, no le duele el brazo, pero si la cabeza.

— Recuérdale que tome todo lo que le indique.

— Lo haré, eso me recuerda que debo irme antes de que despierte, se va a molestar si no me encuentra, nos vemos. – Levante la mano en señal de despedida.

— Entonces nosotros también nos vamos. – Dijo Ronald, poniéndose disimuladamente entre él y yo. Fue un gesto bastante simple para darme cuenta de que la conversación lo había alterado. Supongo que es difícil conocer la situación entre nosotros.

— Siempre es un placer verlos, hasta que tengamos noticias. – Les dije y baje rápidamente las escaleras para salir del hospital, porque el ascensor no sirve.

Sé que provocarlo no me llevara a ningún lado; pero no es como si pudiera evitar hacerlo. Al fin y al cabo nos importa tanto la misma persona que toda esta historia no puede tener un final feliz. Nunca pensé que alguna vez apareciera una razón por la cual quisiera vivir más de lo necesario. Siempre pensé en mi vida como una maldición y esperaba verla terminar mucho más temprano que tarde; pero ahora todo cambio. Tengo que vivir para poder cuidarlo, para verlo crecer y mejorar. Y también admito que tengo ganas de ver cómo termina todo esto.

Lo único que espero es que si debe llegar el momento de morir, espero que él deba verme a mí hacerlo y no al contrario; porque de otra forma, me volvería loco.

Cuando llegue y subí a la habitación Adrián estaba dormido. Suspire y me recosté a su lado, dibuje sobre su rostro con la punta del dedo y pude verlo sonreír un poco. Siempre envidio la forma placentera que tiene de dormir, como si no tuviera preocupaciones, pero no hay nada más alejado de la realidad. Sé que a veces suele tener pesadillas y siempre es doloroso ver como sufre, por lo demonios que lo persiguen. Más de una vez me pregunté por qué tomo la decisión de quedarse en este lugar, si fue realmente por él o algo mucho más grande; tal vez una lucha interna que lo hizo cambiar todo, para darle algún tipo de sentido a su vida.

Pero que vida fue la que llego a escoger, es irrazonable. Una persona en mi posición que nunca tuvo nada, no puede entender su forma de pensar, por mucho que lo intente, no puedo ponerme en sus zapatos. Pero puedo ser el soporte de lo que tomo como elección. No quiero que se vaya, pero una parte de mí siempre espera que regrese a su vieja vida. Deseo que solo tenga una vida normal y aburrida, para que deje de tener pesadillas, para no sentirme de este modo de nuevo, pero si realmente se fuera ¿Desapareciera lo que yo siento?

Por supuesto que no.

— Mm. – Murmuro.

— ¿Estás despierto?

— No...

— ¿Entonces hablo con un sonámbulo?

— Si.

— Muy bien, entonces sigue durmiendo. – Suspiré y tome un cigarro para encenderlo.

Me quede mirando el techo un instante y mire de reojo la puerta, segundos antes de que se abriera. Jacobo me miro con duda y suspiro antes de tomar la decisión por la que vino en primer lugar.

— ¿Puedes hablar conmigo un momento? – Preguntó, deje salir el humo del cigarro y asentí.

— Claro. – Intente levantarme, pero Adrián tomo mi brazo.

— ¿Para dónde vas? – Preguntó mucho más dormido que despierto.

— Al pasillo para hablar con tu amigo ¿Puedo ir? – Pareció pensarlo por un momento, sonreí porque ahora la situación es así, alguien se preocupa por mí y tengo que darle noticias diarias y constantes.

— Bueno.

— Ya regreso.

Salí y cerré la puerta cuidando no despertar del todo a ninguno de los dos chicos durmiendo dentro de la habitación. Me recosté en la pared y deje que él encontrara las palabras que estaba buscando para decirme.

— No siento que este en lugar de decir algo, pero ya que la situación está así... me es difícil no involucrarme, primero, no sé qué tipo de relación tienes con Adrián, pero me guste o no me guste soy su amigo y pretendo respetar las decisiones que tome ahora, porque es su vida, pero George por otro lado...

— Esta enamorado de él. – Asintió.

— Entiendo que todo esto pueda ser un fastidio, pero por favor evitar pelear con George, estoy haciendo todo lo posible por mi lado también.

— No tengo ningún problema, ya lo estaba intentando por Adrián, pero ¿Hay alguna razón por la que vengas a pedirme esto ahora?

— A decir verdad, escuche una conversación por allá abajo hace rato y creo que podemos terminar trabajando juntos; no sé qué pretende Bruno. Pero también entiendo que nuestros problemas personales no tienen porque ser un obstáculo en este lugar y el trabajo.

— Tienes razón, pero cuando odias a alguien, es muy difícil contenerse, y no lo estoy diciendo por mí, lo digo por tu amigo. Yo no odio a nadie, así que no te preocupes.

— Haré todo lo posible por mantener todo controlado.

— Es buena idea que se lo digas también, que al menos lo intenté por él. – Señale la puerta.

— Eso pretendo, gracias por esto.

— No me agradezcas, yo también lo hago solo por él.

POV Darío

Me desperté desubicado en el tiempo y espacio, con el cuerpo sudado y el corazón latiendo en mi garganta, con un ardor insoportable que me hizo tomar aire con desesperación. Las imágenes de la pesadilla seguían en mi mente, el fuego y el humo, el dolor y el olor de mi piel. Trague saliva con dificultad porque mi garganta estaba seca, suspire cuando todo comenzó a estar en orden y la ansiedad volvió a su control habitual. Me gire preocupado para ver a Adrián, por si lo había despertado, pero él seguía completamente dormido, no pude evitar envidiar su expresión y la tranquilidad que parecía sentir en estos momentos.

Hice un esfuerzo cuando quise levantarme, pero mi cuerpo estaba tenso y como seguía temblando tuve que aferrarme a la pared hasta que pude llegar a la puerta. Tan pronto como salí busque la manera de caminar hasta el baño sin encontrarme con nadie. Pero las piernas me temblaron de manera que mi cuerpo fue colapsando hasta que toque el piso con las rodillas. Toda la sensación del ardor seguía cosquilleándome en la punta de los dedos, y mi cuerpo reaccionaba a eso, a pesar de no ser algo real.

— Darío ¿Estás bien? – Preguntó alguien que llego de prisa a mi lado para tomar mi cuerpo entre sus brazos y hacerme soporte, tarde un momento en darme cuenta de que era Bruno.

— No estoy seguro.

— ¿Qué sucede? ¿Estás herido?

— Tampoco estoy seguro.

— No puedo entenderte. – Me miro preocupado.

— Mis heridas no son físicas. – Me apoye de sus brazos para levantarme y cuando lo hice, intente tranquilizarme antes de moverme.

— Necesito que me digas si tienes algún problema, no puedo ayudarte si no me dices nada.

— No tienes que preocuparte por mí, siempre estás ocupado, y son días algo difíciles.

— Pero yo siempre voy a intentar buscar tiempo para lo demás, lo sabes.

— Lo sé, pero la verdad no sé que es lo que sucede, tengo pesadillas sobre el fuego, es como si me quemara vivo. Puedo sentir lo insoportable que es, tengo todo el tiempo la sensación del humo en mi garganta y los ojos. nunca puedo escapar de esa visión y eso no es lo que realmente me tiene nervioso, no es la pesadilla, es que siento que me esta haciendo ver lo que va a ocurrirme, como un presagio.

— No digas estupideces, no vas a morir de esa forma, no lo voy a permitir.

— Gracias Bruno. – Suspiré y con el pasar de los minutos mi cuerpo se recupero del malestar.

— ¿Quieres que te acompañe?

— No hace falta, debes estar ocupado, voy a estar bien.

— Mm... – No parecía sentirse seguro de que fuera cierto.

— De verdad.

— Está bien, nos llego un trabajo importante, bajen todos más tarde para poder decidir a quién mandar.

— De acuerdo.

Entre al baño y después de meterme a la ducha y lavarme, me dispuse a bajar para comer; pero encontré a George y Jacobo saliendo con el mismo propósito y decidí ir con ellos en el auto. Nos sentamos a desayunar en un restaurante familiar, un poco de pan y jugo se sintieron como la gloria. Estaba seguro de que mi semblante no era nada bueno, pero después de comer se me comenzaron a subir los ánimos. Pedimos comida para llevar y regresamos a la zona roja. El cielo se estaba nublando, pero el ambiente sombrío no me perturbo.

Cuando entramos Bruno estaba discutiendo con Antonio, así que pasamos lo más rápido posible hasta las escaleras. Los chicos se dirigieron para su habitación, así que hice lo mismo, pero Adrián no estaba. Me pregunté si había salido a trabajar o si estaba con él. Apreté los labios y me asome en el baño para verificar que no estuviera dentro, y cuando la sala ya no era un peligroso campo de guerra, también revise abajo y en la cocina. Estaba por subir las escaleras de regreso a la habitación cuando entro por la puerta junto a un grupo de los chicos que trabajan con nosotros aquí. Parece que no le resulta difícil llevarse bien con todos ahora. A mí me parece que ese es uno de sus más grandes talentos.

Yo tengo mis sospechas sobre él, aunque intento convencerme de que son delirios por mis malestares. Pasaron muchas cosas en poco tiempo y estoy bastante seguro de que pude haber imaginado muchas cosas que creo haber visto. Pero aunque intento obligarme a creerlo, el sentimiento nunca desaparece, ni la sospecha, ni el apreció. Soy un desastre confuso y emocional gracias a esto.

Dije que es uno de sus más grandes talentos; pero también es uno de los peores defectos. Debe ser una maldición el que todas las personas no puedan dejar de verte, porque siempre se fijan en ti. Supongo que él también tiene su propia lucha, con sus demonios.

— Darío. – Se acercó y sonrió.

— ¿Estabas trabajando? – Le pregunté.

— Bruno me mando a recoger mercancía, también me dijo que tenemos una reunión más tarde.

— También me dijo algo al respeto más temprano, mira te compre comida. – Le entregué la bolsa.

— Me estaba muriendo de hambre, eres mi héroe, gracias. – Se sentó en la sala para comer, me senté a su lado para acompañarlo.

— Adrián.

— Dime. – Me miro.

— Bueno... no es nada, olvídalo.

— Vamos, dime que pasa ¿Es algo malo?

— ¿Quieres entrenar?

— La verdad es que me gustaría hacerlo ¿Después de comer? – Asentí.

Pasamos al campo de entrenamiento un poco más tarde, lo deje disparando mientras yo lo observaba. Tome el tiempo de dejar divagar mi mente, entre una tontería y otra. No sé porqué es lo que siempre pasa últimamente.

— Adrián. – Llame su atención.

— ¿Si?

— ¿Eres buen mentiroso?

— Para nada, soy un terrible mentiroso. – Se sentó a mi lado y me miro.

— No lo parece, pero supongo que solo tenía una mala impresión de ello.

— ¿Una mala impresión de mí? ¿Hice algo que te molestara?

— No exactamente, es solo que a veces me cuesta entender tu forma de hacer las cosas, luego recuerdo que no creciste aquí y soy capaz de entender que nunca vas a actuar de forma predecible o decir lo que estoy esperando escuchar de ti.

— Supongo que a veces me comporto de forma extraña para ustedes. –Puse mi mano sobre la suya y la apreté ligeramente antes de negar.

— Me gusta como eres, por eso nos hemos podido llevar bien, de verdad no quiero que cambies.

— Darío ¿Te sientes bien? Te noto extraño desde temprano.

— Solo tengo uno de esos días reflexivos, discúlpame.

— No te tienes que disculpar, yo los tengo más seguido de que imaginas.

— ¿Puedo preguntarte algo?

— Adelante.

— ¿Cuál es la verdad de tu relación con él?

— Es difícil de explicar, creo que tengo todo con él, y lo que siento ahora es tan grande que no le puedo poner etiquetas, no me gustan mucho y las cosas nos están funcionando de este modo ¿Por qué el ser humano siempre siente la necesidad de etiquetar todo para poder entenderlo?

— Tienes razón, mientras seas feliz no importa lo demás... ahora arriba, te voy a dar un intenso entrenamiento.

A veces tengo celos de su forma de pensar, de vivir y de todo lo que tiene, pero sigue existiendo el afecto de equipo, la amistad que ya existe y las ganas que tengo de creerle. Nada de eso desaparece y espero que nunca lo haga.

...

Me recosté en la cama durante un rato para recuperar las energías que me quito el entrenamiento, Adrián se estaba vistiendo después de haber salido de la ducha y M estaba acostado en su cama fumando, como siempre. Es algo que ya se hizo costumbre de ver y escuchar; sin embargo, hago todo lo posible por ignorar sus conversaciones y ellos piensan la mayor parte del tiempo que estoy dormido.

— ¿Qué crees que quiera hablar Bruno con nosotros? – Le preguntó Adrián.

— No estoy seguro, ya que solicito una reunión posiblemente sea un trabajo importante, eso solo significa que estaremos ocupados.

— Increíble, entiendo que no pueda confiar en muchos después de lo que paso, pero nos tiene saturados de trabajo, habla con él.

— Haré lo posible caballero. – No me hizo falta verlo para saber que le sonrió.

— Deberíamos escaparnos unos días.

— Me gusta la idea, pero primero debo salir de unos cuantos asuntos.

— Esta bien, entonces avísame cuando tengas tiempo. – Pude escuchar el peso de Adrián sobre su colchón, se acostó con él. No pude evitar sentirme solo un poco mal por George en lo más profundo de mi mente.

— Acomódate y descansa de una vez, mañana será un día duro.

— ¿Crees que haya algún problema?

— No estoy seguro, pero como no dejan de aparecer sorpresas estos días.

— No digas más, no quiero que Darío sepa lo que esta pasando.

— Pero tus amigos se van a enterar en cualquier momento, incluso te buscan en la calle y no dudo que ataquen de nuevo, pronto.

— Mientras no sepa porque me persiguen, prefiero que no sepan nada, deja de fumar y duérmete.

— Si, señor.

Sabía que estaba escondiendo algo.

POV Jacobo

— ¿No vas a comer?

— No tengo hambre.

— ¿Hasta cuando pretendes seguir así, George? Esta mañana te obligue a comer porque tenías dos días sin hacerlo ¿Quieres morirte? Entonces disparate en la cabeza, no me hagas pasar por esto, porque me hace daño ¿No te importan mis sentimientos? Adrián tiene a otra persona en su vida, supéralo. – Apretó los puños, pero no se movió de la cama, suspiré.

— Ya lo sé.

— Pues no parece.

— Es fácil decir supéralo y olvídalo, me gustaría que también fuera fácil hacerlo, simplemente no puedo.

— Te juro que no puedo entender lo que quieres. – Me acosté en mi cama de mala gana y me cubrí hasta la cabeza con la cobija.

— Yo tampoco.

Apreté los labios y cerré los ojos, para no escucharlo. Intente quedarme dormido con todas mis fuerzas, para poder olvidarme de todo; ahora solo cuando estoy dormido puedo sentirme bien últimamente, que lamentable. Me desperté en la mañana con dolor de cabeza y mucha sed, así que baje a la cocina casi dormido, para tomarme tres vasos de agua que se sintieron de lo mejor en mi garganta. Me talle los ojos con cuidado y antes de salir de la cocina escuche las voces de dos personas afuera.

— ¿Vas a ver el cadáver? ¿Ya tienen algo? –Preguntó Bruno.

— Nada todavía, pero te estaré informando lo que sepa. – Y ese es M.

— De acuerdo, no regreses tarde porque tenemos reunión en la noche, ayer me quede dormido, pero hay varias cosas que quiero decirles.

— No voy a tardarme, mi plan es regresar antes de que Adrián despierte.

— Mm... ¿Y hay alguna razón por la que le estés ocultando esto? No es que realmente me importe...

— No quiero que venga conmigo, el cadáver es un asco y además de eso, la compañía allá es realmente mala.

— ¿Los Red K, verdad? Lo más seguro es que aparezcan los líderes de otros grupos con curiosidad de que sea uno de los suyos, no bajes la guardia.

— Nunca lo hago, y probablemente tengas razón, tal vez vea caras viejas en nuestro territorio, que divertido. – Escuche el sonido de la puerta y luego un suspiro de Bruno.

No encontré un mejor momento para salir que ese, no estaba seguro de haber escuchado algo que ellos quisieran mantener en secreto de los demás, pero tome la decisión de mantenerme callado.

— Jacobo ¿Estabas aquí? Buenos días.

— Buenos días, Bruno. – Intenté sonreírle.

— Ya que estás aquí, quería preguntarte algo ¿George se encuentra bien?

— Perfectamente... ¿Por qué?

— Lo veo ausente estos días, no sabía si era mi imaginación, si no se siente bien, prefiero no mandarlo a trabajar, no quiero más dolores de cabeza.

— Él esta bien, es solo que han pasado muchas cosas estos días.

— Tienes razón. – Paso una mano sobre su cabello.

— ¿Estás preocupado?

— Bueno, la verdad es que Darío también esta comportándose de forma algo extraña y estoy preocupado.

— ¿Quieres que hable con él?

— Te lo agradecería, creo que no quiere decirme nada porque me ve ocupado todo el día, pero yo no puedo concentrarme en el trabajo así.

— Hablaré con él, no te preocupes.

— Te lo agradezco, si me disculpas debo comer y ocuparme de los planes para esta noche.

— Claro, nos vemos más tarde. – Susurré.

Subí lentamente por las escaleras y me dirigí a la habitación de Darío y Adrián; toque un par de veces la puerta antes de abrir la puerta. Ambos seguían completamente dormidos, no notaron mi presencia, me senté en un lado de la cama de Darío para observarlo y me pregunté que estaría soñando. Siempre he sido bueno con las palabras, las personas confían en mí por eso, pero la verdad es que ahora no me siento fuerte. Toda la situación que ocurre con George me consume y me gustaría apoyarlos a todos, pero ya no estoy seguro de que pasa en sus vidas ¿Cómo los puedo ayudar? No me salen las palabras.

— Darío, Darío despierta. – Susurre y lo moví.

— ¿Mm? Jacobo... ¿Qué pasa?

— ¿Quieres salir a comer conmigo?

— Claro ¿Ocurre algo?

— No realmente. – Le sonreí con los labios.

— Bueno... ¿Despertamos a Adrián?

— Supongo que deberíamos, míralo como duerme ¿Qué pasa si entran para hacerles daño? Se supone que debe estar alerta. – Suspiré.

— Lo lamento, no he estado durmiendo bien y él tampoco, se despierta con pesadillas de forma constante.

— Eso no es bueno... yo lo despierto, ve a bañarte.

— De acuerdo. – Bostezo con flojera y se levanto.

— Adrián levántate ahora, no puedes dormir todo el día. – Toque su brazo y se sentó de golpe sobre la cama, asustándome por completo. Pude ver que sostenía la pistola con una mano ¿Así que si esta preparado por si algo les pasa?

— Jacobo...

— No te quería asustar, discúlpame.

— Discúlpame tú, como tu tacto y olor son diferentes pensé que... nada, solo lo siento mucho.

— Vamos a desayunar con Darío ¿Quieres venir? No te preocupes, George no viene. – Dije lo último al ver su expresión y eso pareció aliviarlo.

— Claro, me voy cambiar y por cierto ¿Sabes dónde esta M?

— Me parece que se fue temprano a trabajar, Bruno le encargo algo.

— Ya veo, gracias.

Se levanto para cambiarse y yo regresé a mi propia habitación para hacer lo mismo. Se que de alguna forma, tengo que poder ayudar a mis amigos.

POV Adrián

Baje corriendo las escaleras y me encontré de frente con Masato, un chico japonés bastante tranquilo, pero agradable, al menos conmigo. Nunca me toco trabajar con él, pero me enteré por los chicos de que es muy bueno luchando cuerpo a cuerpo. A pesar de su apariencia, muy poco amenazante. Aunque solo un idiota subestimaría a alguien de la zona roja.

— Hola Masato. – Lo salude.

— Hola Adrián. – Dijo en voz baja, y recordé que Darío odia de verdad trabajar con él por lo mismo. Una vez se estaba quejando porque, ya que no tiene grandes expresiones o palabras, no se puede saber lo que piensa y es difícil comunicarse.

— ¿Vas a trabajar hoy?

— Si, en la noche.

— ¿En lo que va a asignar Bruno? Espero que podamos trabajar juntos.

— Yo también.

— Si... — Definitivamente es desesperante.

— Debo subir, Adrián.

— Claro, nos vemos en la noche. – Sonrió imperceptiblemente y asintió.

Yo terminé de bajar para encontrarme con Jacobo y Darío, que me estaban esperando afuera, cerca del auto. Me subí atrás y deje que ellos se hicieran cargo de conducir, mientras me mantuve vigilando por las ventanas si nos estaban siguiendo. Jacobo se detuvo en el mismo restaurante familiar que siempre frecuentamos para desayunar, no había casi nadie, nos sentamos y pedimos lo que quería comer cada uno, esperamos alrededor de nueve minutos y comenzó a llegar la comida.

— Adrián ¿Hay algo que te preocupe? – Me preguntó Jacobo.

— No ¿Por qué?

— Porque no dejas de mirar las ventanas, y las puertas del baño, me tienes un poco nervioso. –Susurró.

— Lo lamento, no pasa nada, es solo una precaución. – Me percate de que Darío me estaba mirando fijamente y algo me lo dijo, sabe que algo sucede, de todos modos, me estuvo haciendo preguntas extrañas.

— En realidad, los invite a desayunar por una razón. – Dijo Jacobo, ambos lo miramos y metí un trozo de pan a mi boca.

— ¿Pasa algo malo? – Le preguntó Darío.

— No, no es eso... sinceramente, siento que estamos un poco distanciados y no puedo hablar con George estos días, digamos que quería enterarme de lo que esta pasando en sus vidas ahora mismo. – No sé si era idea mía o estaba escogiendo las palabras para explicarnos lo que quería decir con mucho cuidado.

— Tienes razón, se que estoy un poco distanciado de ustedes, no es porque quiera alejarlos de mí, supongo que las responsabilidades, circunstancias y el tiempo jugaron un papel importante en mis acciones de estos meses; también pensé en ir a su habitación para hablar como antes, pero solo fue pasando el tiempo y no lo hice, me disculpo. – Le dije, pero los mire a los dos, la disculpa era con ambos.

— Yo no tengo nada que contarles, tengo demonios en mi cabeza, pero nadie en la zona roja se salva de tenerlos, me cuesta dormir porque recuerdo lo de mi hermano, la explosión de antes y la de ahora, creo que mi cuerpo no reacciona bien por ese trauma, lo odio. – Apreté los labios.

— ¿Por qué no me lo dijiste? Dormimos en el mismo cuarto. – Le dije.

— La verdad es que no quería molestar a nadie con esto, porque pensé que se pasaría con el tiempo, pero no es así y por otro lado, es extraño verte solo últimamente.

— Dios, tienes razón... Soy de lo peor. – Susurré.

— No lo eres Adrián, solo tienes tu propia vida y es difícil mirar a los lados si debes cuidarte tú mismo todo el tiempo, no estoy molesto contigo, yo soy el que no te dijo nada.

— ¿Crees que debamos ver al doctor? – Le preguntó Jacobo.

— No, odio a los doctores.

— Vamos, nos seas un niño, esto es importante.

— Jacobo tiene razón, voy a escribirle a Marcos, después de todo este trabajo que tengamos, vamos a verlo. – Le dije firme.

— Dios, sobre mi cadáver. – Metió comida a su boca, pero Jacobo y yo nos miramos para hacer un pacto silencioso de que lo llevaríamos sin importar nada de lo que dijera.

Terminamos de comer y también pedimos para llevar y café. Pagamos la cuenta en cuanto tuvimos todo en las manos y salimos del restaurante hasta el auto, estire los brazos sobre mi cabeza antes de subirme, para relajarme. Me gusto ese momento y aunque quedamos en hablar más entre nosotros sobre todo lo que pasa en nuestras vidas, yo se que no puedo cumplir con ellos. En lugar de eso me propuse ser más atento con ellos, y no dejarlos de lado.

— ¿Crees que George se lo coma? – Le pregunté a Jacobo.

— No estoy seguro, pero haré lo posible para que lo haga o Bruno no lo va a dejar trabajar hoy.

— Al menos se que Bruno se lo va a comer. – Dijo Darío.

— Sigo sin saber como diablos es que se llevan tan bien. – Le dije antes de darle un trago a mi café.

— Es una buena persona, solo tiene mal temperamento.

— Todo lo tiene mal. – Me queje.

...

Cuando llegamos, tome la decisión de subir yo mismo con la comida a la habitación de los chicos. Le avise a George que se la estaba dejando y aun cuando no me respondió o dio indicios de tomarla, sentí que reacciono a mi voz. Me quede un rato fuera de la habitación, hasta que escuche las bolsas y suspire aliviado.

Me senté en la sala para perder el tiempo, y acomode la cabeza en una de las almohadas, cerré los ojos dispuesto a dormir cuando escuche su voz.

— Si vas a dormir ¿Por qué no subes?

— ¿Dónde estabas?

— Bruno me mando unos encargos.

— Mm.

— ¿Sospechas de mí?

— No, pero odio que te vayas sin decirme dónde estás, me aterra el hecho de que no regreses. – Lo mire.

— No voy a morir, eso no es tan fácil.

— No lo sabes. – Me gire para no seguirlo viendo.

— Vamos, no te molestes y dime que estuviste haciendo.

— Desayune con los chicos, te traje comida. – Le entregue la bolsa.

— Gracias, la verdad no he comido nada.

— Estoy preocupado.

— ¿Por qué?

— No quiero que se den cuenta de que actuó como un completo paranoico.

— Es parte del deber, actuar extraño todo el tiempo, nadie aquí actúa cuerdo.

— Supongo, pero de todos modos...

— Tus amigos también deben tener sus secretos ¿No?

— Probablemente.

— No te comas la cabeza, todo va a estar bien, sigo investigando una cosa y la otra, pronto tendremos respuestas a todo.

— Eso espero, porque nos terminaremos volviendo locos con todo lo que esta pasando.

— Las personas locas siempre son las mejores, tienen respuestas de lo más interesantes.

— Si tú lo dices.

Me acomodé y sentí sus brazos alrededor de mi cuerpo, suspire y me deje hacer, esperando poder descansar lo suficiente y no complicar el trabajo para los demás. Pude escuchar su respiración, su corazón, sus suspiros y de esa forma me termine quedando dormido.

...

Me levante por el sonido de un celular, estaba en la habitación, tome los míos para revisarlos, pero ninguno estaba sonando. Me senté de mala gana y me gire para ver si era el de M, pero lo tenía en su mano y negó ante mi pregunta silenciosa antes de que pudiera decir algo.

— Debe ser el de Darío. – Susurré y me levante para apagarlo, pero tampoco era el suyo, fue entonces que regrese corriendo a la cama y tome la pistola.

— ¿Qué pasa? – Pregunto M.

— Hay alguien aquí.

— ¿De verdad? – Se levanto y estiro sus brazos antes de abrir el armario para verificar, luego se asomo bajo la cama y aunque no había nadie si estaba un celular.

— ¿De quién es? – Le pregunté acercándome.

— No tengo idea, esta bloqueado y el fondo de pantalla solo es la imagen de un dibujo extraño.

— Así que alguien entro y lo dejo aquí ¿Y conoces a alguien que lo pueda desbloquear?

— Si, algunos chicos de aquí pueden hacerlo.

— Algo huele extraño. – Me agache bajo la cama para revisar el piso y sentí un olor bastante fuerte y desagradable, como aceite.

— Mierda, hay que hablar con Bruno.

— ¿Qué sucede? – Preguntó Darío, mucho más dormido que despierto.

— Nada importante, todavía es temprano, vuelve a dormir. – Le dije y asintió antes de que tomara la mano de M y lo arrastrara fuera de la habitación.

— Si alguien entro, tuve que haberlo sentido, es imposible que no lo hiciera. – Dijo ligeramente molesto.

— Tiene que haber una razón, vamos.

Tome el teléfono y después de pensar en una persona discreta que pudiera ayudarnos, se nos cruzo por la cabeza el nombre de un chico mayor que nosotros, experto en tecnología, sistemas y más. Porque casi nadie tenía la disposición de hablar con M, le dije que yo me ocuparía. Subí hasta el segundo puso de las habitaciones y me detuve en la última a la derecha del pasillo, toque un par de veces y después de un momento me abrió la puerta el chico de pelo negro, ligeramente moreno, con ojos verdes, lentes y con unas ojeras enormes, recordaba haberlo visto caminando por la casa a veces.

— ¿Adrián?

— Hola Diego, lo lamento ¿Te desperté?

— No te preocupes, estaba por levantarme de todos modos ¿Qué necesitas?

— Un favor, que trates con completa discreción.

— Por supuesto ¿De que se trata?

— Es esto, apareció en mi habitación, no tengo idea de a quién le pertenece y esta bloqueado. – Se lo entregue.

— ¿Debo desbloquearlo o quieres encontrar algo en específico?

— Si tiene huellas... ¿Es mucho pedir?

— No, puedo hacerlo.

— Y dime cuanto te debo tan pronto termines con esto.

— Lo haré, puedes buscarlo en unos dos días, tengo más trabajo.

— De acuerdo, no te preocupes, nos vemos. – Me despedí con la mano.

Camine hasta M que me estaba esperando en las escaleras y tome su mano antes de bajar a la cocina para preparar café. Lo mire de reojo y note que estaba atrapado en sus pensamientos.

— ¿En qué estás pensando? ¿Tus amigos? ¿Trabajo?

— Un poco de todo, tengo que hacer y la idea era desocuparme temprano, debo irme ahora, pero ahora no quiero dejarte solo.

— Vamos, yo estaré perfectamente bien.

— De todos modos estaré preocupado todo el día. – Pasamos por la cocina y le entregue un vaso de café y puse una mano sobre su pecho.

— Nada va a pasarme, solo ve.

— Entonces quédate cerca de tus amigos.

— De acuerdo, no sería mala idea tampoco. – Le di un sorbo a mi propio vaso y suspiré.

— Adrián, no subestimes mis demonios.

— No lo hago, pero yo no te tengo miedo.

— Lo sé, pero si te pasa algo, todos van a tener problemas, vuelvo lo más pronto que pueda. – Termino el café y salió por la puerta.

— Está actuando extraño.

Termine el café y regrese a la habitación, volví a revisar por las dudas y me recosté confundido, todo lo que sucede junto con mis sentimientos y también los de ellos, puede que me termine volviendo loco. Pero por otro lado, las palabras de M me dieron una idea, ahora mismo soy la persona más cercana a él y me atrevo a decir que lo más importante que tiene, si personas ajenas a nuestro circulo saben eso, tiene sentido que me ataquen o intimiden, porque de cierta forma, le hacen daño a él.

Si esto resulta ser verdad, todas las agresiones que me han hecho tendrían sentido. M tiene muchos enemigos, pero lo que realmente me pregunto es ¿Por qué no me lo dijo? Tal vez paso por alto el hecho de que sea lento para entender las cosas o lo ignora porque no quiere que me asuste y luego me aleje. Tiene sentido, pero si aun esta resulta ser la razón de todo, no creo que sea capaz de hacerlo.

Porque aunque no quiera admitirlo, se que dejarlo me mataría. No sé como puedo ser tan egoísta, no merezco nada bueno... 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).