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Marioneta De Cristal por Satan666

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Capítulo XLVII. (El viaje)

POV Adrián

 

Adrián ¿Te encuentras bien? —Me preguntó M, por su expresión supe que estaba preocupado. Entonces me pregunté qué clase de expresión era la que tenía yo en esos momentos para que se preocupara por mí. Me tuve que forzar a sonreír.

Solo estoy cansado, no te preocupes.

Entonces cambiemos de puesto, yo conduzco.

¿Seguro? También debes estar cansado.

Estoy bien, me acostumbre a trabajar así. —No quería dejarle toda la responsabilidad, pero sabía que era mejor ceder, porque no quería que se siguieran preocupando.

 

Cuando nos detuvimos en el restaurante no pude probar bocado, por más que lo intente, mi estomago rechazo la idea de comer y no quise obligarme a hacerlo. Para no preocupar a los chicos me tome una lata de refresco que al menos hizo un poco de peso. Aunque sabía que desapareciera en cuestión de pocas horas.

Estaba perdido en mis pensamientos porque no sabía qué decisión tomar con respecto al incidente en la playa, si era correcto o no que los chicos supieran lo que hice. No creo que mi conciencia sea capaz de ignorarlo, porque pude haber lastimado a alguien inocente, pero al mismo tiempo mis instintos afirman que eso fue lo correcto. Y sé que no debería sentirme culpable por el destino de ese hombre, pero es imposible que piense y actué de todo como alguien de la zona roja.

Los únicos testigos del incidente tampoco dijeron nada, y aunque eso me dio tranquilidad, me preocupo la idea de que quisieran dejarme a mí la decisión de decir algo o no. No es que como si ellos fueran los culpables, pero no me gustaría terminar tomando una posible mala decisión con respecto a todo este asunto.

No tengo miedo de las consecuencias o de lo que me pueda pasar, pero no me parece buena idea estresar a nadie durante el resto del viaje, porque ya existe tensión en el grupo, y de cierta forma también es mi culpa.

Se respira en el ambiente.

Debería estar acostumbrado a la muerte ahora que he sido responsable y testigo de ella; pero por mucho que me esfuerce, no puedo pensar como los chicos que viven en la zona roja. Nunca tuve que pasar por una situación de la supervivencia del más fuerte hasta ahora. No me puedo sentir mal por mí situación, si estoy aquí es porque tome esa decisión, mi vida cambio porque le di un giro sin retorno, sentirme consternado ahora, es absurdo.

No hay manera de escapar de esto, estoy consciente de ello, y sé que mi vida, desde que entre por primera vez a La Cueva con George, tiene una cuenta regresiva, que en algún momento llegara al final.

No espero que nadie entienda porque tome la decisión de vivir así y de pasar por todo este estrés emocional. Actuar solo por impulso es un bien real que no todos se atreven a experimentar ¿Estoy arrepentido?

Puede que consiga la respuesta cuando esté muriendo.

Me estacione y cambiamos de puesto, quise acompañarlo un rato, pero mis ojos cedieron y en cuestión de pocos minutos me quede profundamente dormido.

En lo profundo de mi mente escuche las voces de todos, sin ningún tipo de hostilidad, estaban hablando de la ruta, del clima y de la posibilidad de llegar más tarde de lo que se había estipulado. Por una parte estaba realmente tranquilo porque sabía que Benjamín, Camilo y Masato estaban con nosotros y si los chicos llegaban a tener alguna clase de diferencia, ellos serian los mediadores. Esa fue la razón de que me relajara hasta el punto de tener sueños vagos, que estaba viviendo en mi casa (en la zona azul) y en la zona roja.

Por un momento apareció la imagen de mi habitación y un hombre que nunca había visto deslizaba el teléfono bajo la cama, el mismo que habíamos encontrado. Observaba todo con sumo detenimiento, más que todo mis cosas y, finalmente salía como si nada, como si pudiera tener acceso a ese espacio a su antojo. No pude ver su rostro porque estaba usando un pasa montañas, pero si pude ver sus ojos, uno era verde y el otro era azul.

Heterocromía.

Me desperté de golpe porque comenzamos a deslizarnos, los cauchos patinaron contra el asfalto ruidosamente y de inmediato nos salimos de la carretera.

 

¿QUÉ PASA? —Pregunté completamente alterado.

Nos dieron en un caucho, agárrense mientras intento controlarlo. —Me explico rápidamente M.

 

Los chicos se estaban aferrando de los asientos, yo hice lo mismo y enterré las uñas en el cuero sintético. Por el movimiento tan brusco era difícil sacar un arma o intentar buscar atacantes en los espejos. Sentí nauseas casi de inmediato, pero busque la forma de salirme del asiento y baje la ventana para sentarme en la puerta y sostenerme del techo, para poder ubicar la posición del enemigo.

En la ventana de atrás Darío hizo lo mismo. Me paso un arma y la sostuve con tanta fuerza como pude, mientras apuntaba al objetivo, un camión blindado que no estaba demasiado lejos de nosotros. Fue difícil apuntar en esas circunstancias y mi puntería siempre perfecta, fallo. No le di al caucho, pero si al parabrisas, apenas se quebró por el impacto, pero no lo traspaso.

Darío comenzó a disparar, pero al contrario de mi no contuvo ningún tipo de paciencia y les termino de reventar el parabrisas. Pero antes de que se detuvieran un hombre que estaba como nosotros en el puesto de la defensiva nos dio en otro caucho y la camioneta se vio forzada a luchar entre detenerse y seguirse deslizando por un breve momento. Sin embargo, los esfuerzos de M no fueron suficientes y caímos por un risco.

Estábamos en medio de una zona montañosa.

Fue la peor sensación que pude sentir en mi vida, como una montaña rusa que nunca se detiene. Giramos hacia debajo de manera brusca, no tuvimos oportunidad de hacer nada, me tuve que arrojar dentro para no caer al igual que Darío y cuando por fin de detuvo, todos estábamos tan aturdidos que durante unos minutos nadie dijo nada.

Quería preguntarles si estaban bien, si estaban vivos, pero la cabeza me palpitaba dolorosamente y con tanta fuerza que me zumbaban los oídos. Pase saliva y gire la cabeza muy despacio para ver a M, estaba del mismo modo que yo, un poco peor. También me miro y estiro la mano para limpiar algo de mi rostro, que momentos después descubrí era sangre.

Entonces el aturdimiento tuvo sentido para mí; en algún momento me la había golpeado contra la ventana o la guantera mediante el brusco movimiento de bajada. Apreté los labios e hice el esfuerzo de levantarme para salir del auto.

Caí en el piso tan pronto abrí la puerta y me di cuenta de que a mi alrededor solo habían arboles, habíamos caído en alguna clase de bosque. Escuche ruido del otro lado y levante el arma para poder defenderme, en caso de que fuera uno de los atacantes, pero solo era M buscando estabilizarse tanto como yo.

 

Diablos… demonios… hijos de… —Ese era Darío.

¿Los chicos están bien? —Pregunté, pero no supe si mi voz fue un susurro o se escucho lo suficientemente fuerte.

Todavía respiran, solo están noqueados.

Eso es bueno… si…

 

Sonreí y lleve el brazo sobre mis ojos, solo entonces me di cuenta de lo mucho que me dolían los músculos; me levante con esfuerzo y cuando pensé que caería M me sostuvo con sus brazos. Lo mire y suspire aliviado al ver que estaba bien, no estaba herido, solo tan aturdido como yo.

 

Esto no ha terminado. —Me dijo y entonces escuche el chirrido de unos cauchos contra del asfalto, se habían detenido y uno de ellos se asomo para buscarnos. Cuando dieron con nosotros no tardaron en dar órdenes para venir a terminar el trabajo.

No tenemos tiempo para descansar. —Susurré y me prepare.

DESPIERTEN. —Darío estaba despertando a los chicos y por suerte todos reaccionaron, aunque George lo miro como si fuera a intentar asesinarlo.

¿Están todos bien? —Les pregunté.

Estamos bien, solo son unos cuantos golpes, pero tú estás sangrando. —Me dijo Jacobo.

Eso no importa, estamos a punto de entrar en una cacería. —Le dije y señale a los hombres que estaban bajando por el mismo peñasco por el que nos caímos.

Muy bien, es hora de la diversión.

Sin perder tiempo Darío abrió el maletero de la camioneta y saco de un compartimiento todas las armas que traíamos con nosotros, todo el mundo tomo lo necesario antes de separarnos para poder ocuparnos de ellos uno a uno en el bosque.

Mi sentido de orientación nunca fue el mejor del mundo, pero intente recordar la forma del camino antes de sumergirme entre los árboles y arbustos realmente tupidos. Apoye la espalda en el tronco de un árbol y suspire suavemente, intentando controlar el dolor. Me asome y no paso mucho tiempo cuando comenzaron a aparecer figuras y se escucharon voces en el terrero; algunas de los chicos y algunas del enemigo.

No me paso desapercibido la presencia de una casa que estaba unos cuantos metros más adelante. Por curiosidad y para buscar un punto en el que me fuera beneficioso disparar me acerque y cuando empuje la reja cedió sin problema. No estaba cerrada.

Camine por el jardín viejo y descuidado, todas las plantas estaban muertas y habían feos adornos, como duendes descoloridos, masetas rotas y una fuente con el agua amarilla. Llegue a la puerta principal y observe los alrededores para vigilar el perímetro y que nadie me estuviera siguiendo. La puerta de la entrada también abrió fácilmente salvo que replico un sonido bastante fastidioso propio de la madera vieja y el metal oxidado.

Pase con cuidado, con el arma en alto por si aparecía alguien que me tomara por sorpresa; pero a simple vista la casa estaba abandonada. Estaba llena de muebles antiguos, mucho polvo, telarañas y un olor repugnante que me revolvió el estómago. Me hizo recordar el olor del cadáver de ese pobre chico. Camine cuidando mis pasos uno a uno, porque la madera del piso estaba floja y porque no quería alternar a nadie de mi presencia.

Hice un recorrido bastante breve por la cocina, la sala y el baño del primer piso.  No había rastro de nadie, o indicios de quien pudo haber vivido en ese lugar. Solo encontré una gran cantidad de papeles en una mesa que parecían ser planos de la ciudad, también las alcantarillas y el metro. Otros mostraban una lista de precios de mercancía (polvo) y otros un catalogo de armas.

 

¿Qué es este lugar? —Susurré.

 

Puse un pie de en las viejas escaleras de madera que llevaban al segundo piso y crujieron con cada movimiento, por un momento pensé que se caerían. Cuando llegue al segundo piso camine por el pasillo hasta la primera habitación que encontré, gire el pomo de la puerta y entré. Mi mano se quedo llena de polvo.

La habitación estaba ordenada, pero sucia y desprendía un fuerte olor a humedad, dentro estaban dos camas individuales, un escritorio y un armario, pero recordó a mi habitación en la casa de los Halcones. En el piso había ropa, más papeles y sangre.

Pase saliva despacio.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, y por la mala impresión decidí levantar el arma para estar alerta. Aunque todo esta vacío y abandonado. Todas las habitaciones del piso eran iguales, y no había indicios de quién pudo haber ocupado esa casa. Aunque se me ocurrieron un par de ideas, por los detalles que me fui encontrando.

Escuche un golpe en el piso de abajo, seguido de voces que estaba seguro eran de los atacantes. Me preparé mentalmente para poder enfrentarlos, a pesar de que el dolor no había disminuido ni un poco. A la distancia pude escuchar varios disparos y me pegunté si los chicos estaban bien.

Me asome y fui saliendo poco a poco para vigilar el pasillo mientras me acercaba a las escaleras para tener vista del piso de abajo; estaban buscando indicios de cualquier presencia ajena a la suya. Mi cuerpo se tenso y me dispuse a tomar aire con la nariz y exhalarlo con la boca para relajarme.

Me limpie las manos en el pantalón, para quitar todo rastro de polvo y sudor y gire el cuerpo hacía adelante en el piso, me apoye sobre una rodilla y por un espacio de las barandillas en las escaleras, dispare. El primer cuerpo cayo al piso y el resto se puso alerta. No tardaron en ubicar mi localización y uno de ellos levanto el arma para dispararme. Le di en la mano y dejo caer el arma al piso.

 

Lo siento mucho, pero no tendrás oportunidad.

Grito y maldijo sosteniendo su mano, pero eso no evito que bajara la guardia, me miro como una bestia y corrió hacía las escaleras para alcanzarme. Relaje mi cuerpo antes de apuntar en su cabeza y solo un disparo basto para verlo perder la vida.

 

No puedo tener lástima de ti, también querías matarme. —Le dije al cuerpo sin vida agachándome. Mi idea era reconocerlo, pero no pude ubicar su rostro; además parecía un hombre mucho mayor.

Me incorporé cuando escuche las otras voces y aparecieron tres sujetos en la habitación.

 

Oh, mierda…

Tuve que arrodillarme para evitar un disparó y girar sobre mi cuerpo para evitar otro. Me fui moviendo de esa forma analizando la posición de cada uno y qué tipo de arma tenían.

 

Cuidado con este, es del que nos advirtieron. —Dijo uno de ellos.

¿Ah, sí? —El otro sonrió complacido.

Me conocían.

Entonces que tirarnos del camino había sido un encargo, pero ¿De quién? Si se habían tomado la molestia de conocernos era porque sabían que no éramos presas fáciles. Esa idea me hizo molestar, no me gusta sentirme como un animal en medio de una cacería.

Mis músculos se tensaron y las venas de mis brazos comenzaron a palpitar.

 

No importa lo que sepan, no les ayudara en nada. —Amenacé y levante el arma.

Era evidente que me conocían, porque salieron de mi campo de visión para que no fuera capaz de dispararles. Sonreí cuando los papeles se invirtieron ¿Quién es el cazador ahora?

Uno se fue por la derecha, y los otros dos por la izquierda. Deshacerse de las cantidades era la idea más inteligente, así que cuidando los pasos y agudizando la vista decidí buscarlos; sin dejar de cuidar mi espalda. No paso mucho tiempo cuando escuche el sonido de una mala pisada, probablemente el suelo los estaba traicionando, estaba viejo y podrido; él mismo podría llevarse un susto si no era cuidadoso al moverse.

Ustedes querían enfrentarnos, intentaron matarnos hace un buen rato y vinieron a terminar su trabajo mal hecho ¿Por qué se esconden como ratas? Salgan a enfrentarme. —Gruñí.

No soy una persona descarada o resentida, pero admito que estoy de mal humor, por el susto, por los golpes, por el retraso que estamos teniendo por culpa de ellos y el hecho de no saben quién es la mente detrás de todas las acciones de estos hombres.

Por un momento me cruzo por la cabeza la idea de si también habían atacado al otro grupo ¿Estarían vivos?

Apoye el cuerpo en una pared y me asome lentamente a la habitación de la que escuche el ruido. Levante el brazo y tan pronto como la figura del hombre apareció detrás de unos muebles le dispare en el brazo. Grito de dolor y solo el arma, yo le puse el pie encima y lo apunte.

A partir de ahora tu vida está completamente en tus manos, vas a responder mis preguntas o tendrás una bala en la cabeza, si ya me conoces debes saber que mi puntería es impecable; se estaban escondiendo de mi por eso. —El tipo maldijo y vi que tenía la intención de levantar el brazo para golpearme, el que no estaba herido, así que le dispare en ese también.

Mierda. —Gruño apretando los dientes.

Contéstame o te prometo que todo acabara mucho más rápido de lo que quisieras. Necesito saber ¿De que grupo son? ¿Quién es su líder? ¿Qué es lo que quieren? Habla. —Puse la boca de la pistola en su frente.

Yo… —Pareció dudar un instante si decirme o no lo que le estaba preguntando y cuando finalmente abrió la boca escuche un disparo que evite casi de milagro. Me gire de inmediato y dispare antes de darle el tiempo de que me atacara a mí también.

 

El desgraciado asesino a su compañero porque estaba dispuesto a abrir la boca para salvarse.

Falta uno. —Susurré evitando el cuerpo de hombre que comenzaba a desangrarse en el suelo.

Volví a la sala y camine con cuidado por las habitaciones de abajo, y con el pasar de los minutos comencé a llenarme de ansiedad. Si bien es cierto que soy bueno asesinando (y no lo considero un verdadero talento) aun me falta mucho para ser tan eficiente como los chicos. No hay punto de comparación, yo dudo, tiemblo, me siento culpable cuando le quito la vida a alguien y ellos no, punto. Yo tengo pesadillas después de vivir estos eventos, porque no basta con solo vivirlos una vez, ellos se repiten y repiten de forma tortuosa en mi mente.

Ahora soy mucho mejor y puedo defenderme, pero hay diferentes entre los Red K, los Halcones y yo; siento que por mucho que trabaje, entrene y me esfuerce, siempre existirá esa brecha entre nosotros.

Siempre tengo presente que cualquier descuido puede costarme la vida. Pero admito que una parte de mí, tal vez mínima por el momento, tiene un sentido de pertenencia bien marcado en la zona roja.

¿Se debe a los hombres que rodean mi vida o a mi mismo?

 

¿Para qué necesito saberlo? No cambiara el hecho de que soy un asesino ¡Escuchaste! ¡Soy un asesino! —Suspire y apreté los labios antes de dispararle al último hombre que había salido a enfrentarme.

 

La casa estaba vieja, sucia y olía a demonio. Pero de todos modos me deje caer en el sofá un rato para reponerme. Entonces mi cuerpo comenzó a reclamar por los golpes del accidente y el dolor se hizo presente y latente. Imaginaba que estaría lleno de morados durante un buen tiempo y tal vez tendría que lidiar con algún hueso roto.

 

 

Salí corriendo de regresó por el bosque, intentando recordar el camino que había tomado, pero cuando la casa desapareció de mi vista todo era confuso y me pareció que estaba dando vueltas en círculos. Estaba soportando el dolor lo mejor posible, pero sabía que mi cuerpo cedía ante el cansancio y que dejaría de rendir como yo necesitaba que lo hiciera.

Solo me pude ubicar cuando escuche el sonido de un disparo y un grito. Entonces tuve que forzar a mis piernas para que siguieran corriendo y dando su mejor esfuerzo. Llegue a un punto medio del bosque con la boca seca y jadeando. Encontré a dos personas en medio de una lucha.

Masato y uno de esos hombres.

Masato sostenía de forma elegante y enorme cuchillo que bien podría ser de esos que usan los carniceros para cortar enormes trozos de carne. Se me revolvió el estómago.

El hombre tenía una pistola, pero su mano estaba temblando y tenía cortadas por casi todo el rostro, también su ropa estaba rasgada y una herida sangraba alarmantemente en su pecho. A mi punto de vista Masato tenía la pelea más que ganada, pero tan pronto como pareció tener el control de la situación en sus manos, la situación se dio vuelta.

El hombre tomo tierra del piso de forma tan rápida y tan brusca que Masato no reacciono a tiempo para evitarla y que esta le diera directamente en la cara. Inevitablemente se le cayo el cuchillo, el hombre tiro la pistola y lo tomo y corrió para enterrárselo en el pecho, entonces intervine.

Solo con voluntad y nada de cerebro sostuve el cuchillo con mi mano para detenerlo y mientras sostenía el filo de la hoja, podía sentir como me cortaba la carne de la mano. El dolor fue tan endemoniado que no pude reaccionar, ya que solo estaba pensando en protegernos. Levante la pierna y le di una patada en ingle que fue suficiente para aturdirlo tanto como estaba yo.

En ese momento pude sentir que alguien metió la mano en mi pantalón para tomar mi arma y me alarme hasta que me di cuenta que era Masato, que le disparo el sujeto, una, dos y tres veces. Luego me miro confundido.

 

¿Adrián?

Si…

No puedo verte bien… —Podía entender muchas bien la razón. Solté el cuchillo de carnicero al piso.

¿Estás bien? —Le pregunté.

Salvo mi visión fuera de enfoque, estoy bien ¿Y tú?

Eso creo… ¿Esto se ve grave? —Intento enfocar los ojos en mi mano sangrante y me miro preocupado.

Curar esto te va a arder como el mismo infierno.

¿Mismo infierno? Mucho peor que eso.

 

Lo lamento Adrián, lo siento mucho… —Me decía Marcos mientras vertía agua oxigenada sobre mi mano, según él de forma amable y cuidadosa. Pero yo tenía un paño metido en la boca para sofocar los gritos y los músculos de mis brazos estaban tan tensos que se me estaban marcando todas las venas.

Incluso se me estaban cristalizando los ojos. Lo que resulta ser una novedad, porque yo nunca lloro. Desde que tengo memoria, siempre me costó mucho hacerlo y solo sufría en silencio todos mis pesares.

 

¿Podrías no dejarme viudo por favor? —Le dijo M y me seco el sudor de la frente con una toalla.

Estoy siento lo más cuidadoso que puedo. —Se excuso Marcos mirándolo mal, pero a mí me miro con culpa.

Por suerte para mí Masato si tenía un buen sentido de la orientación y salimos de esa trampa llena de árboles bastante rápido. Pero el auto no quería encender y nos quedamos varados hasta la noche, que Bruno nos pudo enviar ayuda y otro auto para regresar. Fue un proceso desvalijar el otro para dejarlo solamente como chatarra.

Los chicos se daban prisa, ellos estaban bien, con algunas heridas superficiales, o tal vez algún hueso roto, pero bien dentro de lo que cabe. Estaban preocupados por mí, la mano no me dejaba de sangrar y me puse pálido.

Llegamos la zona roja al día siguiente por la tarde y después de hacerle un reporte bien detallado a Bruno de lo sucedido, explico que les había pasado lo mismo, salvo que su lucha fue en la carretera y no los desviaron del camino.

Yo quería hablarle a M de la casa y todo lo que vi, mis dudas con respecto a lo que había pasado. Pero me sentía demasiado enfermo cuando pisamos la casa y como todos necesitaban ser revisados llamaron de inmediato a Marcos.

El doctor me atendió primero por las exigencias de todos y no refute porque no tenía las fuerzas o las energías suficientes. Y ahora soporto este dolor en carne viva.

Esto se llama venganza de la vida.

 

Adrián, ahora realmente va a dolerte, soporta un poco más. —Asentí, pero de inmediato roció un liquido transparente en mi mano y volví a ahogar otro grito.

Ya va a pasar. —Me dijo M, tomando mi otra mano.

Casi te corta los dedos, por eso sientes tanto dolor. Pero esto va a sanar, no te preocupes.

Por alguna razón no me siento más confortado.

Tal vez fue por el dolor o una pastilla dudosa que pude o no haberme tomado, pero me desmayé sobre la cama de mi habitación y solo me di cuenta del hecho cuando sentí el peso ajeno hundiendo el otro lado de la cama. Me acerque a él para colocar la nariz en su pecho, porque es mi lugar seguro y no me siento extraño cuando comparto este tipo de contacto.

Es como si estuviera teniendo una charla con el ángel y el diablo. Ambos forman tanto parte de mí por igual, que no puedo inclinarme hacía ninguno de los dos. A veces me siento culpable y a veces siento que esto es lo correcto.

 

Lamento haberme tardado, estaba en una reunión privada con Bruno, luego te contaré los detalles. Y puedes descansar unos días, no va a molestarte por eso. —Asentí y lo mire borroso por la oscuridad que envolvía la habitación.

También tengo que decirte algunas cosas… —Mi voz se escucho mucho más ronca de lo normal, porque tengo la garganta seca.

Hablaremos mañana, ahora duerme, como chico bueno.

Tú también… necesitas…

Voy a dormir contigo, unas horas y eso será suficiente para recuperarme.

Bien. —Me envolvió en sus brazos y yo me sumergí en charlas con el diablo durante un rato.

Las charlas con el ángel pueden esperar a mañana.


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