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Marioneta De Cristal por Satan666

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Capítulo LIII. (Reuniones)

POV Adrian

Nunca antes me había sentido tan incomodo, ni siquiera en esas reuniones sociales a las que solían llevarme mis padres. Eran de lo peor, pero preferiría estar en una de ellas ahora mismo, llena de políticos y empresarios compitiendo por quien era mucho mejor que el otro, y no en este lugar.

—Un placer verlos. —Dijo Ronald, sonriendo cordialmente.

—Lo mismo digo. —Dijo Bruno y tomo asiento en la mesa del restaurante en el que estaba pautada la reunión.

—Bueno, continuemos desde que nos quedamos. Me dijiste que tus hombres tenían en mente a un posible sospechoso. —Dijo Ronald mientras abría una carpeta llena de fotografías, para luego dejarlas sobre la mesa.

Pude notar de inmediato que estaba evitando mirarme, como si yo fuera un desconocido, y aunque en ningún momento se mostro sorprendido por mi presencia cuando llegamos, supuse que era su forma de evitar la ansiedad que probablemente estaba sintiendo, por la situación.

Al menos yo no puedo evitar sentirme de esa forma. Y sé que no soy el único, porque Daniel y Oliver también están evitando el contacto visual, la única persona que sin ningún tipo de cuidado me está perforando con la mirada, es mi novio, claro.

Jacobo también vino conmigo, porque Bruno se lo pidió y tener aquí su presencia me da un poco de tranquilidad; pero incluso así no puedo evitar la tensión de un lado para el otro. Tal vez porque soy el único capaz de entender el sutil intercambio asesino de miradas que ocurren entre ellos, o estoy confundido porque no pude comer nada esta mañana. Sea cual sea la razón, no puedo bajar la guardia en ningún momento.

Conozco a M lo suficientemente bien como para saber que desde que llego se siente complacido con la situación, lo golpearía, si no fuera un acto extraño y desmedido de mi parte.

Ahora bien, según las ordenes de Bruno, estamos aquí para cuidar su espalda de cualquier ataque imprevisto de parte de los presentes o tal vez algún visitante que estuviese enterado de la reunión. No escuche casi nada de lo que dijo, sinceramente. Lo único que mantuve en mi mente fue el hecho de que debía dispararle a cualquier persona que resultara ser una amenaza para nosotros.

Solo esperaba no tener que dispararle a ninguno de los Red K.

Por un momento deje de divagar por mi propio bien mental y me  concentre en la reunión y escuche todo lo que decían, estaban hablando de Simón, los eventos, hechos, sospechas y todo lo que tuviera algún tipo de relevancia para llegar al autor de la nota que dejaron en el cadáver. Estuve atento a los movimientos de todo el mundo, incluso los camareros del lugar, que no se acercaban a la mesa, porque tenían órdenes de no hacerlo hasta que los llamaran o eso fue lo que me explico M antes de entrar al restaurante.

Intente prestarle atención a todo lo que decían, pero básicamente solo estaban repasando cosas que por el momento ya sabía. Llego el mediodía y llamaron a uno de los camareros para ordenar una gran cantidad de comida. Esperamos alrededor de veinte minutos antes de que aparecieran con la primera bandeja. Me quite de su camino para que pudiera dejar la comida, pero de alguna manera termino golpeándome la mano que estaba cicatrizando y me queje por el calambre que sentí.

Todas las miradas de preocupación se posaron en mí durante ese instante y me sentí como si estuviera metido en un gran problema. Apreté los labios y trate de esconder mi mano, pero M llego a mi lado rápidamente para poder revisarla.

 

— ¿Está sangrando? —Preguntó.

—No realmente, solo fue un pequeño golpe. —Evite mirar a cualquier persona sentada que en esa mesa, pero podía sentirlo, no había forma de no poder sentir esa amenaza silenciosa.

—Vamos todos a comer, antes de seguir con la reunión. —Dijo Ronald, para que todos volvieran su atención a la comida.

—Buena idea, me muero de hambre, pero primero si me disculpan debo hacer una llamada. —Bruno se levanto y nos miro antes de apartarse de nosotros.

—Pero que agradable reunión. —Dijo M y sonrió antes de sacar un cigarro y ponerlo entre sus labios. Se sentó de regreso en la mesa y se mantuvo en silencio mientras que yo solo esperaba que se aligerara un poco el ambiente.

—Voy al baño para revisarme la herida. —Le dije y antes de que pudiera decirme algo corrí hasta el baño para poder encerrarme.

Me lave la cara con agua helada y me quede observando mi rostro en el espejo. Me gustaría poder entender porque siempre terminó en este tipo de situaciones, que no puedo controlar y se salen de mis manos por completo.

Aunque lamentarse es patético, porque esta es la vida que tengo y debo enfrentar lo que me pongan en el camino, eso también incluye por supuesto, a los desafíos emocionales. Durante esta lucha todos han tenido mucha paciencia, y han podido soportarme bastante bien ¿Cómo es que lo hacen?

Me quede en ese lugar un par de minutos y regrese a la mesa, en la que ya estaban comiendo. Me quede cerca de Bruno, ya que mi trabajo de momento es cuidarlo, aunque no me encante la idea. Sé que a Darío le importa mucho él, así que esa debe ser mi posible motivación para hacer este trabajo con energía.  

—Adrián, come. —Me dijo Bruno.

—Está bien, ahora no tengo hambre. — De nuevo pude ver más miradas de preocupación.

—Entonces vigila alrededor y cuando comas M te va a suplir.

—Entendido. —Le dije y me mantuve vigilando los alrededores, como me dijo.

Estoy tan nervioso que dudo realmente que pueda llegar a comer algo en estos momentos, pero si siento un vacio en el estómago desagradable. Nada me parece importante ahora, solo quiero que el ambiente se relaje y que la reunión pueda concluir sin que nadie tenga una bala en la cabeza.

¿Eso es posible?

Los chicos terminaron de comer y siguieron hablando del asunto, y algo de lo que dijeron me llamo especialmente la atención. Ellos hablaron de los triángulos invertidos, y no pude evitar recordar todos mis encuentros previos con esas personas. Entonces parte de lo que me dijo Darío y todo lo que venían hablando comenzó a tener sentido en mi cabeza.

Pero solo era una sospecha, así que afirmar algo sería imprudente de parte de cualquier bando. Yo tendría que hablar luego con los Red K sobre todo el asunto, para poder pisar tierra en el mismo mundo que ellos.

— ¿Adrián estás bien? Te ves pálido. —Me preguntó Jacobo, y si parecía estar realmente preocupado.

—Solo tengo muchas cosas en la cabeza, y cuando tengo ansiedad no puedo comer. Lo descubrí en el viaje.

—Pero eso no es saludable.

—No te preocupes Jacobo, yo lo cuido, tú siéntate a comer. —Le dijo M y tomo mi mano para apartarme hasta la cocina y le pidió algo a uno de los camareros.

—Estoy bien, no me siento mal. —Le dije.

—No me mientas, porque te conozco demasiado bien ¿Es por mi culpa que te sientes así? No quería hacerte sentir mal, es que yo no puedo evitar encontrar la situación divertida, y aparecen todas las cosas malas, como las ganas de provocar a mi enemigo para que me odie todavía más. —Lo mire mal.

—No es divertido. —Sonrío.

—De acuerdo, perdóname. —Toco mi barbilla y puso un cigarro en sus labios para fumar mientras que el camarero aparecía con un jugo que me entrego.

— ¿Crees que de verdad pase algo? ¿Qué nos ataquen?

—No estoy seguro, creo que Bruno los trajo por prevención. Eres bueno en lo que haces, no importa si no le agradas, él lo reconoce. Estoy seguro de que Darío era su primera opción, pero sabemos que su temperamento no es bueno para este tipo de trabajos.

—Lo sé. —Comencé a jugar con el pitillo dentro del vaso y suspire.

—Te estás preocupando demasiado.

— ¿Tú crees?

—No te juzgo, y supongo que te es inevitable. Termínalo todo.

Cuando regrese a la mesa de la reunión con los chicos, estaba lloviendo tan fuerte que resultaba difícil poder escuchar sus voces por muy cerca que estuviera todos unos de otros. No pude evitar quedarme mirando el paisaje por una de las ventanas, el cielo gris y las gotas feroces golpeando con fuerza el cristal. Siempre me gusto mucho la lluvia, pero no es el mejor ambiente para este tipo de trabajo, y me hace sentir que pasara algo malo.

—Muy bien, entonces daré por concluida la reunión de hoy. Se está haciendo difícil escucharnos y concordar nuestras ideas. —Dijo Ronald.

Entonces regrese la vista a la mesa. Todos estaban comenzando a recoger todo lo que habían sacado. No pude evitar buscar a mi novio con la mirada, él me sonrió imperceptiblemente y ese gesto me dio mucha tranquilidad; sin embargo, no fui el único que pudo notar sus acciones y me di cuenta por el lenguaje corporal de mi mejor amigo.

—De acuerdo, entonces acordare contigo la próxima fecha y hasta entonces si necesitas algo puedes buscar a mis hombres. —Dijo Bruno.

—Lo mismo digo, estoy a la orden para todos tus hombres. —Esta vez Ronald su me miro al hablar y no pude evitar asentir con la cabeza ante las palabras que interprete como una invitación a hablar con ellos cuando me fuera posible.

—Voy al baño Ronald, espérame un momento. —Le dijo Daniel y aunque casi imposible de notar, me hizo una seña que capte en el último momento.

—También vengo en un momento. —Le avise a M y Jacobo.

Entre al baño y cerré la puerta, busque a Daniel con la mirada, y me asusto saliendo de uno de los cubículos antes de tomar mi brazo para acercarme a ese espacio.

—Dios, casi me matas de un infarto. —Le dije entre dientes.

— ¿Te siguieron?

—No ¿Qué sucede?

—Te quiero dar algo. —Busco en sus bolsillos y finalmente saco un estuche negro que abrió, me di cuenta de que estaba dividido en varios compartimientos de todos los tamaños. Saco algo y me lo puso en la mano. Lo mire interrogante.

—Es parecida a la última, quiero que tengas esto por una simple precaución, mi paz mental, sabes que las cosas están tensas desde hace un tiempo y prefiero saber que estarás bien. Ven a la casa cuando puedas, también hay mucho trabajo.

—Gracias Daniel, voy a usarla con prudencia esta vez. —Tome la pequeña bomba entre mis dedos y apreté los labios al imaginarme lo que era capaz de hacer, más bien a recordarlo. Los recuerdos de Egan me abrumaron.

—Todo estará bien, sé que no tienes ninguna necesidad de usarla.

—Gracias por el voto de confianza. Voy a salir primero.

—Nos vemos. —Lo mire una vez más antes de salir, guarde la bomba en mi bolsillo y camine hasta los chicos que estaban cerca de la puerta, esperándome.

—Entonces yo me voy a con Adrián a trabajar, te daré todos mis reportes en la madrugada, jefe. —Le dijo M a Bruno y lo mire sin entender nada.

—Entendido, yo regresare con Jacobo, tengo que buscar a Darío.

Esperamos que ellos se fueran y mire a M con curiosidad, estaba del todo sumido en sus pensamientos y sus ojos de alguna forma se vieron mucho más oscuros por causa de la lluvia. Puse una mano sobre su hombro en el momento que los Red K se acercaron a la puerta para salir. Tomo mi mano y salimos del restaurante sin darle importancia a la lluvia, hasta el estacionamiento.

No pude evitar dejarme llevar por sus acciones, ya que me pareció que su comportamiento era extraño. Me despedí de los demás con la mano y me subí a la moto en cuanto él lo hizo. Me aferre en el momento que arranco y nos unimos al tráfico por la calle.

— ¿Estás bien?

—Estoy bien, solo pensaba un poco. —Me asome ligeramente para poder mirarlo y saber si me estaba mintiendo o no.

— ¿Quieres ver a los chicos?

—Claro, vamos a verlos. —Sonrío y apretó sin fuerza mi mano con la suya antes de comenzar a pasar todos los carros hasta que llegamos a la zona roja.  

Llegamos a la zona alta por la tarde, el cielo seguía nublado, pero ya no estaba lloviendo, así que el ambiente estaba frío y todo mi cuerpo se estremeció cuando entro en contacto con el aire de esa zona, que de por sí, siempre estaba helada por la altura en la que estábamos.

Entramos al local y caminamos hasta una de las mesas cerca del escenario, al fondo. Encontramos a los chicos en la mesa jugando cartas y tomando cerveza. Los salude a cada uno con un apretón de manos y me senté justo en frente de Max, mientras que M lo hizo al lado de Joshua. Después de entrar en ambiente me uní con ellos a la siguiente partida y de esa forma pase la siguiente hora.

— ¿Cómo fue la reunión? ¿Dijeron algo un poco relevante? —Preguntó Max, justo antes de meterse un puñado de palomitas de maíz en la boca.

—Solo hemos puesto los mismos puntos que ya conocemos todos sobre la mesa, sin embargo, Bruno pienso que pronto llegaremos a algo interesante, yo también lo creo. Siempre hay alguien que sabe mucho más de lo que dice. —Dijo M antes de darle un largo trago a su cerveza.

— ¿Cómo se comportan los Red K? —Preguntó Joshua.

—Del mismo modo que siempre. —Susurré.

—Como dice Adrián, ellos están colaborando con la situación de la misma forma que nosotros, pero si algo se sale de control, no hay nada de qué preocuparse. Siempre estamos listos para todo.

—Bruno no es idiota, siempre trabaja con los mejores. —Dijo JJ.

— ¿Eso es un halago para mí?  —Pregunté.

—Claro que sí. —Me guiño y yo sonreí por el cumplido.

—Voy por otra cerveza ¿Te traigo algo? —Le pregunté a M antes de ponerme de pie.

—Una cerveza.

—Entendido.

Camine hasta el bar y apoye los codos sobre la mesa observando todas las botellas acomodadas en los estantes. Alguien se acercó para atenderme y solo cuando levante baje la mirada me di cuenta de quien se trataba. Me aclare la garganta antes de hablar y sonreí buscando poder relajarme. 

—Parece que esta va a ser una buena noche. —Dijo divertido.

—Hola Jasper. Dame dos cervezas. —Directo al punto.

—Tenias varios días sin subir ¿Tus niñeros no te dejan salir?

—Los niñeros me dan mucho trabajo esos días, pero vendré más seguido para la zona alta, porque la verdad es que hay algo que me gustaría poder hablar contigo. —Se dio la vuelta y tomo las dos botellas de cerveza antes de vértelas en los vasos.

— ¿Ah, sí? Imagino que se trata de una conversación interesante.

—Bastante. —Deje el dinero sobre la mesa y tome los vasos.

—Pero no vengas con tus niñeros, no me tienen en buena estima.

—No pretendía hacerlo.

Camine de regreso a la mesa y me senté ante la atenta mirada de todos los chicos. Le pase su cerveza M y darle un sorbo a la mía.

— ¿Ese tipo te estaba molestando? —Me preguntó M, lo mire y negué antes de responderle.

—Me estaba saludando, somos algo así como extraños que saben muy bien de la existencia del otro. No tienes que preocuparte.

Lo conozco demasiado bien como para saber que no va a dejar de preocuparse, tampoco se va a quedar tranquilo. La verdad es que la burla de los niñeros parece un chiste, pero no es del todo falso. Así que cuando quiera solucionar todos mis asuntos, debo esperar que M este trabajando lejos o este muy ocupado.

No soy idiota, no vendré solo a este lugar, porque aunque puedo defenderme bien, no conozco las habilidades del enemigo. Le voy a pedir a Darío que me acompañe con otro pretexto, cuando logre terminar con mi trabajo de guardaespaldas. La verdad es que yo también quiero buscar respuestas por mi lado.

— ¿Tienen planes después de esto? —Le preguntó M a todos sus amigos y los mire atentamente para conocer sus respuestas.

—Creo que ninguno tienen grandes planes para hoy. —Dijo Max.

—Entonces vengan a trabajar un rato con nosotros. —Lo mire con curiosidad, pero solo toco mi barbilla y continuo jugando la partida hasta que termino. Joshua fue el ganador.

— ¿Qué se supone que vamos a hacer? —Le pregunté antes de subirme a la moto.

—Un secuestro.

— ¿Cómo? —Lo mire como si se hubiera vuelto loco.

—No podemos hacer nada, son órdenes de arriba, parece que esta persona sabe algunas cosas que nos interesan y nuestro trabajo es llevarlo con Bruno. Se va a encargar de toda la parte fea de este asunto.

— ¿Entonces para ti secuestrar a alguien no es la parte fea?

—Hay algo mucho peor. La interrogación.

Nos tuvimos en la casa para prepararnos mucho mejor y el resto de los chicos nos estaban esperando en la entrada de la zona roja. Me cambie la ropa y tome las armas y el cuchillo, Darío no estaba en la habitación, por lo que no pude avisarle que estaría haciendo esa noche. Tampoco encontré a ninguno de los chicos cuando baje para encontrarme con M en la sala.

—Ven aquí, hay buenas noticias. —Tome su mano y salimos para la calle, justo en frente de nosotros estaba una camioneta bastante similar a la que estuve usando por varios meses, la que explotaron intentando asesinarnos. Solo que esta era blanca.

— ¿Es para que yo la conduzca? —Le pregunté y asintió antes de poner las llaves sobre mi mano.

—También es la usaremos para trabajar hoy ¿Estás nervioso?

—No mucho.

Tan pronto me subí en el puesto del conductor me invadió el olor del cuero nuevo, la computadora estaba forrada en plástico y los espejos seguían hundidos. No pregunté de donde había salido el dinero para comprarla o si la habían robado. Me limite a preparar todo para poder conducirla, y una vez listo arranque el motor que rugió deliciosamente ante el contacto de la llave.

Baje hasta la entrada y los chicos se subieron mientras que M se ocupaba de programar el GPS con la dirección de nuestro destino. Me puse el cinturón de seguridad, encendí el aire acondicionado y la radio.

—Por favor háblame de cuáles van a ser nuestros futuros planes para esta noche. —Le pedí a M.

—Muy bien, escúchenme todos. La persona que vamos a buscar hoy se llama Clemente Hernández, está involucrado con algunos negocios en la zona roja y desde hace tiempo está en la mira de los bandos de la zona roja, porque es un imprudente y porque esta persona puede saber mucho más de lo que considera conveniente la gente con la que trabaja.

— ¿No confían en él? —Preguntó Max.

—Parece que no sabe hacer las cosas en silencio, y por lo que sé, tomaron la decisión de sacarlo del medio, pero antes de hacer eso necesitamos saber si sabe algo que nos pueda ser de utilidad con todo lo que está pasando. Así que las órdenes que tengo son dar con él para llevarlo con nosotros.

Escuche todo atentamente y me quede pensando en el nombre de esa persona, porque no dejaba de parecerme haberlo oído en otro lado; pero fue cuando llegamos a nuestro destino, varios minutos más tarde, que todo tuvo sentido para mí. Me estacione en frente del banco en el que había trabajado con M días antes y cuando se bajo de la camioneta lo tome del brazo para apartarlo y hablar con él.

—Ese Clemente Hernández es la misma persona que estaba a mi lado cuando estábamos metiendo los códigos en el sistema de este banco ¿Lo recuerdas? Te dije que me estaba volviendo loco.

— ¿Es la misma persona? —Preguntó llevando uno de sus dedos a su boca para morderlo superficialmente con los dientes.

—Estoy casi seguro de que es la misma persona. Es un hombre de un gran tamaño ¿Realmente crees que podamos con él? —Le dije preocupado.

—No te preocupes, por eso le pedí ayuda a los chicos, la idea es hacer eso sin llamar la atención de nadie, pero ahora mismo ellos se encuentran en una reunión. Vamos a tener dividirnos en varios puntos que nos enfoquen en mismo centro, porque solo tenemos diez segundos para meterlo en el maletero antes de irnos. Esta vez debes conducir mucho más rápido.

—Entendido, entonces estaré atento a tus órdenes.

Me entregó una máscara pasa montaña negra, con una abertura en los ojos. Me la puse y me ubique en el punto que me indico M de manera que pudiera ver la entrada y los movimientos de los otros. Según lo que escuche teníamos que esperar cinco minutos antes de comenzaran a salir los trabajadores que estaban en la reunión, incluyendo por supuesto a nuestra víctima.

El hombre ciertamente me había parecido irritante y mala sangre, no esperaba tener que verlo de nuevo en mi vida, pero todo pasa por algo, las circunstancias siempre nos llevan a lo que tiene que ser, al menos eso es lo que yo pienso. Por eso estoy aquí parado, con estas personas y sé que mi vida se seguirá complicando hasta el punto de acaben con ella, algún día.

Los minutos pasaron tan lento que por un momento se me paso por la cabeza la idea de que teníamos la información incorrecta, y que dentro no había nadie reunido esa noche. Sin embargo, en un instante comenzaron a salir todos los hombres bien vestidos que ya había visto en las oficinas y los distintos departamentos de ese banco.

Todos se prepararon y supe que también debía ocupar mi posición para facilitarles las cosas a los chicos. En cuando salió supe que se trataba de él, se estaba riendo de forma escandalosa, y todos los botones de su camisa estaban a punto de salir disparados de su sitio. Bajo las escaleras hasta el piso de la acera y entonces uno de los chicos lo derribo en el piso. El golpe del impacto fue bastante fuerte.

Los demás se acercaron corriendo y en un solo esfuerzo que me pareció bastante de su parte, lo levantaron. Yo abrí la puerta del maletero y después de que lo arrojaran dentro y M se subiera con él, tuve que salir corriendo al puesto del conductor y encender la camioneta con un nuevo rugido del motor. Los cauchos pegaron contra el piso generando un chirrido que llamo la atención de las personas que estaban en la calle en ese momento.

—Pásame el cloroformo. —Le dijo M a uno de los chicos.

— ¿QUIENÉS SON USTEDES? LOS VOY A DENUNCIAR CON LA POLICÍA. —Grito Hernández de forma irritante, y no pude evitar recordar todo ese día que pase sentado a su lado. Y que lo tuve que tumbar al piso para sentirme bien conmigo mismo en cuestión de venganza.

—Sí, si… lo que tú digas. — Imagine que lo durmieron porque no lo escuche de nuevo.

Llegamos a la zona roja y deje a los chicos en la zona alta porque me pidieron que los dejara en ese lugar, después me regrese a la zona baja y siguiendo las indicaciones de M llegue a un depósito viejo que tenía las luces encendidas. Me baje y abrí el maletero para ayudar a M con el peso de Hernández hasta ese lugar.

— ¿De quién es esto? —Le pregunté haciendo fuerza por el peso que tenia encima. 

—De los Halcones, lo usan cuando van a entregar encargos muy grandes de mercancía. Bruno dijo que lo dejáramos aquí, él se va a encargar de interrogarlo y el resto. Luego nos informara lo que necesitemos saber.

—Entiendo, la verdad es que ya me estaba suponiendo algo como eso.

—Déjalo aquí en el piso. —Ambos lo arrojamos y exclamamos al mismo tiempo en alivio. Los músculos de los brazos estaban tan tensos que tuve que esperar un rato para volver a manejar.

—Vamos a casa. —Asentí.

Regresamos a la casa y cuando entramos todo estaba en silencio, por lo que supuse que estaban durmiendo o trabajando. Obtuve la respuesta cuando entre a la habitación y Darío no estaba dentro. Me preocupe por lo que estuvieran haciendo tan tarde en la calle, ya que supuse que estaban todos juntos. Escuchamos ruido del resto de las habitaciones, pero nadie salió, todos estaban ocupados en sus propias cosas.

—Voy a tomar una ducha, me siento sucio. —Me aviso M.

—De acuerdo, voy a buscarte algo de ropa.

— ¿Te quieres bañar conmigo? —Sonrió con los labios y lo mire antes de pensarlo durante un instante.

—Bueno. —Me miro arqueando una de sus cejas.

— ¿Bueno?

—Quiero ver si de verdad eres tan fuerte como para no tocarme mientras te lo tengo prohibido.

—Mi fuerza de voluntad no llega tan lejos, Adrián.

—Tú fuiste el que propuso bañarnos juntos. No seas cobarde. —Tome su mano y lo arrastre hasta el baño.

Después de que entramos y cerré la puerta tras nosotros, camine hasta la ducha para abrir y regular el agua. Lo mire y mantenía la misma expresión que puso cuando accedí a su propuesta. Me reí y comencé a quitarme la ropa en silencio, le indique que hiciera lo mismo y después de un instante de duda que fui capaz de percibir, lo hizo.

No es que me sienta completamente valiente para esto, pero no voy a engañarme a mí mismo diciendo que no pasa nada, que no siento nada. Sé que la tensión sexual entre nosotros se nota de forma muy evidente, incluso desde otros ojos. De todas maneras no pretendo ir mucho más lejos, porque no me siento listo para ello.

Entre en la ducha y mi cuerpo se estremeció cuando entro en contacto con el agua, M hizo lo mismo y comenzó a masajearme el cabello con los dedos, yo cerré los ojos ante el agradable contacto y suspire complacido. Apoye las manos sobre su pecho y lo mantuve cerca de mí.

—Estoy tratando de controlarme. —Susurró.

—Buen trabajo. —Lo mire y me estire para rodear su cuello con los brazos y apoyar la barbilla en uno de sus hombros.

—Yo puedo tener paciencia infinita, pero no una vida tan larga, no quiero que vivas tu vida con arrepentimientos.

— ¿Eso qué quiere decir? —Le pregunté.

—Me puede asesinar mañana, o en un año, en cualquier momento y tú lo sabes. —Apreté los labios y desvié la mirada.

—Te prometo que lo voy a tener en cuenta.

—Gracias, ahora déjame lavarte.

— ¿Es una excusa para poder tocarme?

— ¿Cómo te diste cuenta?


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