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Marioneta De Cristal por Satan666

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Capítulo LVII. (Nuevos)

POV Adrián

 

— ¿Es el hermano menor de Bruno? Ese es un nuevo problema para nosotros Adrián. —Susurró Daniel.

—Espera, ya me duele de nuevo la cabeza. —Me senté y suspiré con fuerza.

— ¿Qué vas a hacer?

—No lo sé. Ahora se me metieron un sinfín de ideas en la cabeza, ese chico puede estar viendo mis movimientos para dárselos a su hermano, tal como lo estaba haciendo Santiago. O tal vez me estoy dando mucha importancia. Por lo que me dijo no parece tener muchas ganas de estar aquí y después de ver ese cuerpo menos.

—Pero también pudo haber mentido.

—Exactamente. Me siento tan idiota.

—No eres un idiota. Estabas cuidando de él porque no eres una mala persona, y tampoco sabías quien era. —Asentí.

Mire a nuestro alrededor. Estábamos en el hospital, finalmente si tomaron la decisión de traer el cuerpo y Marcos se haría cargo del caso. Todos estaban distraídos en lo suyo, así que podía hablar con los Red K sin tener que preocuparme tanto de que me vieran. Pero estaba siendo cuidadoso por lo que me escucharan hablando con ellos.

— ¿A ustedes cómo les fue en el centro? ¿Encontraron algo?

—No, estábamos llegado al informante cuando nos llamaron. Esto es mucho más importante.

—Eso supongo ¿Y lo que hablamos el otro día? —Baje la voz.

—Se está comportando como siempre. Pero estoy siendo bastante cuidadoso con todo lo que dice.

—De acuerdo, me gustaría que me mantuvieras informado.

—Claro que lo haré. No te preocupes por eso. 

—Adrián, son las cinco de la mañana y te debes estar muriendo de hambre. Puedo ir a comprar comida y regresar o pasaremos por algo cuando regresemos a la casa. —Me dijo M.

—Tengo un enorme vacío en el estómago ahora mismo. No estoy seguro de si tengo hambre o no. —Le dije. Tanto Daniel como él se rieron de mí.

—Entonces, pasaremos por algo en un rato. Parece que estamos terminando aquí.

—Regresare con los míos, para evitar problemas. Llámame mañana para que podamos seguir hablando. —Dijo Daniel y se puso de pie.

—Claro, te llamaré por la tarde o pasaré a verte después de que terminé el entrenamiento. —Él asintió y le dio una mirada a M antes de irse.

 —Tal vez es una impresión que tengo, pero todos los hombres que te rodean, me odian profundamente. —Sonrió y se agacho para estar a mi altura.

—Es solo tu imaginación. —Suspiré.

—Sé que estás cansado, dame un rato y volveremos a casa.

—Aunque dudo mucho que pueda descansar esta noche, solo tendré muchas pesadillas. —Puso una mano sobre mi cabeza, como si fuera un niño pequeño.

— ¿Quieres que nos quedemos en la zona alta? Yo te bajo a la hora del entrenamiento para que no te metas en problemas.

—De acuerdo.

Se levanto y camino de regresó por el pasillo a la habitación que yo estaba evitando ver. No me sentí capaz de seguir hablando con nadie, así que abrace las piernas contra mi pecho y cerré los ojos para intentar descansar unos minutos.

Me estaba quedando dormido cuando escuché que alguien me llamaba por mi nombre. Era M, avisándome que ya estábamos listos para irnos. Me levante con su ayuda y salimos de ese lugar rápidamente.

Al principio quería despedirme de los Red K, porque me pareció lo correcto, pero después lo pensé mucho mejor y no era buena idea hacerlo. Estaba rodeado de personas de ambos bandos, que probablemente verían extraños mis acercamientos a ellos. Y cómo Bruno, todos se llenarían la cabeza de sospechas y preguntas.

Después de que llegamos a la zona alta, me deje caer sobre la cama y comencé a quedarme dormido. Escuché a M caminando por la habitación, acomodando algunas cosas. Se sentó a mi lado y comenzó a sacarme la ropa para ponerme una más cómoda. Yo me deje hacer, como si fuera un muñeco, porque no tenía energías para colaborar en el proceso. 

Apago la luz y sentí su peso a mi lado sobre la cama. Me acerque y abrace su pecho antes de cerrar los ojos, entonces si me quede profundamente dormido. No tuve pesadillas esa noche.

Cuando me desperté ya pasaba del medio día, y tuve que meterme corriendo a la ducha. Después de vestirme apareció M con unas bolsas de comida, que si se me antojaron bastante. Tenía un vacío enorme en el estómago, que imagine era por el alcohol que había ingerido el día anterior.

—Te bajaré y luego me iré a trabajar con Bruno. —Me dijo.

—De acuerdo.

—Te veré en la noche. Llegare antes de que te duermas, si es que no surge nada más.

— ¿Puedo preguntarte algo? —Asintió mientras me pasaba un vaso de agua.

—Gracias, pues ¿Bruno y tú están trabajando en algo peligroso últimamente? Siempre te vas con él y regresas tarde o varios días después. Respeto si no me lo quieres decir, pero me preocupa lo que puedas estar haciendo.

—No es que no le pueda decir, sabes que no te oculto secretos. La razón por la que no te cuento lo que hago es que temo que pueda llegar a incomodarte mi situación. Es mi trabajo, pero sé que hay cosas que no aceptas.

— ¿Asesinas personas? ¿Los secuestras? ¿Torturas?

—Digamos que es un poco de todo eso y más. En algún momento te lo contare todo, cuando tu estómago lo soporte.

—De acuerdo, pero me gustaría saber ¿Hay alguna forma de que te pierda si sigues haciendo lo que haces ahora?

—No, no vas a perderme. No pasará nada, te lo prometo.

—Supongo que eso me hace sentir mejor. —Me tome el vaso de agua y suspiré.

—Te llevaré, vamos. Dame las llaves de la camioneta.

Después de que llegamos a la casa y M se fue con Bruno, subí a la habitación para recostarme sobre la cama. Mi mente comenzó a buscar imágenes del posible trabajo de M y me estremecí de solo pensar cualquiera de las cosas que me afirmo si estaba haciendo cuando desaparecía por varios días.

Trague pesado y trate de despejar esos pensamientos, porque me perturbarían durante el entrenamiento, y eso podía llegar a causar un problema.

—Adrián, aquí estás. Estaba preocupado de que no llegaras, si te sientes listo para comenzar la tarde baja con nosotros.

—Estoy listo, bajare contigo ¿Tú te sientes bien? ¿Pudiste dormir un poco?

—Dos o tres horas, pero estoy bien. No quería dormir mucho, o comenzaría a tener pesadillas.

—Te entiendo.

Me levante y camine con él hasta abajo y salimos para el campo de entrenamiento. Me prepare y no paso mucho tiempo cuando se acercó Denis con la misma sonrisa de siempre hacia nosotros. Tan pronto llegó, Darío se fue rápidamente.

—Hola, Adrián ¿Pudiste descansar? —Me preguntó de buen humor.

—Sí, pude dormir unas horas ¿Y tú?

—No realmente, pero estoy bien, listo para entrenar. —Asentí apretándome los labios.

El chico era evidentemente demasiado extraño, pero como no era mi trabajo juzgar su personalidad, sino su trabajo, me concentré en eso. Yo también estaba dispuesto a mantener el buen humor para que el cansancio se desviara un poco y fuera capaz de pasar el resto de la tarde y la noche, completamente consiente.

Lo puse a practicar y me senté no muy lejos observando todo lo que había mejorado y lo que aun estaba haciendo mal. Podía notar que se dejaba llevar fácilmente por las emociones y ansiedad del momento. En cierto momento me dio curiosidad saber en qué diablos estaba pensando cuando miraba el blanco, o en quién.

Cuando a mí me entrenaron, me dijeron que mantuviera cualquier imagen fija en mi mente que me hiciera sentir la necesidad de hacerlo correctamente. En otras palabras, que pensara en alguien que odiara para motivarme a dar en el blanco y cumplir con mi objetivo y el trabajo. A mí me pareció macabro, y como no odio a nadie me resulto difícil visualizar a una persona. Lo que hice fue pensar que si estaba atrapado en una batalla de supervivencia, yo no quería ser quién recibiera un tiro en la cabeza, necesitaba sobrevivir.

Y mi puntería resulto siendo malditamente perfecta, una vez tome los trucos que me fueron dando para ponerlos en práctica. Darío me dijo que era algo que estaba en mí desde el principio, solo un talento no desarrollado. Aunque yo sigo sin poder mantener la idea de que asesinar sea un talento.

Salvar la vida de mis compañeros por otro lado… aunque termina siendo lo mismo.

— ¡Adrián! ¡Logre nueve de diez objetivos! —Dijo Denis, antes de correr a mi lado y sacarme de mis pensamientos.

—Buen trabajo. Parece que ahora podemos ponerte objetivos un poco más complicados ¿Le has disparado a alguien que está en movimiento? —Le pregunté poniéndome de pie.

—Nunca.

—De acuerdo, es lo que vas a hacer ahora. Primero con todos los blancos y luego con una persona.

— ¿Una persona? —Me miro sorprendido.

—Con un chaleco antibalas, no mataras a nadie realmente. —Le indique que me siguiera y prepare los blancos en movimiento.

—No creo que sea capaz de hacer esto. —Me dijo.

—No es difícil, yo voy a hacerlo primero. Primero fíjate en los movimientos de mis manos, ojos abiertos y mucha concentración.

Tome y exhale aire lentamente, relaje mi cuerpo y levante el arma para disparar a los primeros tres blancos de la derecha y luego los de la izquierda. Lo mire y aunque trato de disimularlo estaba un poco impresionado y nervioso. Me acerque y le di palmadas en el hombro antes de entregarle el arma.

—No van muy rápido, solo mantén la calma, no son personas reales, pero ayuda que en tu mente los veas así. Ponles un horrible rostro, un nombre y una presencia amenazante.

—Lo voy a intentar. —Asentí y regrese a sentarme.

Nunca pensé que llegaría el momento en el que tendría que ser el profesor de alguien y mucho menos enseñarle esto. Pero si debo admitir que me siento más tranquilo que hace meses atrás. Ya no soy la misma persona, aunque siga teniendo su rostro, sus ideales y sus pensamientos. Es complicado, pero yo mismo me entiendo.

— ¿Lo está haciendo bien? —Me preguntó Darío, sentándose a mi lado.

—Sí, mejoro mucho. Lo que no entiendo es porque Bruno trajo aquí personas que tienen una base muy poco trabajada. Es decir, entiendo que necesitamos el apoyo, no me molesta la idea, pero a estos chicos les puede pasar algo si salen a hacer un trabajo muy difícil en estas condiciones. —Le dije.

—Si… creo que entiendo tus preocupaciones. Pero también las ideas de Bruno. No es bueno traer a alguien que sea experto en lo que hace porque puede voltearse y usar todo lo que ve aquí en contra de nosotros. Los que ya saben moverse en la zona roja tienen muchos contactos, experiencia, dolor, y cicatrices de guerra. Estos chicos por otro lado, no tienen idea de casi nada y podemos armarlos desde cero para que se conviertan en lo que necesitamos aquí ¿Suena horrible, verdad?

—Bastante. —Susurré.

—Pero es conveniente para nosotros. En cierta medida, ellos ya nos tienen respeto y van a trabajar para nosotros, bajo nuestras condiciones.

—Ahora lo entiendo mejor, y tiene sentido. Pero no puedo evitar que todavía me preocupe lo que pasará mañana. —Le dije.

—Mejor concéntrate en el hoy. Recuerda que nosotros no somos capaces de pensar o aspirar el mañana. —Apreté los labios.

—Hiciste que me doliera el pecho. —Dije entre dientes. Tomo mi mano y la apretó con la suya.

—Nosotros estaremos bien. Somos malditamente talentosos.

—Es cierto. —Nos sonreímos.

Escuché los disparos y gire para prestarle atención a Denis y toda su práctica.

—No es tan malo, solo se pone muy ansioso. —Le dije.

—Siempre fue muy ansioso. —Dijo Darío, soltando mi mano y abrazándose las piernas. Lo mire con curiosidad.

— ¿Ya lo conocías? —Le pregunté.

—Algo así, más o menos.

— ¿Eso qué quiere decir? —Negué con una sonrisa en los labios.

—Bueno, es mi ex.

— ¡¿Qué?! —Puso una mano sobre su boca y varios de los chicos voltearon a mirarnos, incluyendo a Denis, que cuando vio a Darío cambio ligeramente su semblante.

—Te contare todo más tarde. De todos modos, para adelantar un poco el asunto, discutimos y terminamos. Creo que eso fue poco antes de conocerte. Bruno no se lleva bien con él, pero lo acepto aquí porque sabe que es talentoso y siempre quiso ser un Halcón. Estuve conversando sobre esto con Bruno en su oficina, quería saber que pensaba al respecto.

— ¿Por qué estuviste de acuerdo? ¿No te sientes incomodo? Yo no quiero ver a ninguno de mis ex más nunca. —Suspiré.

—No del todo, porque lo estoy ignorando y él a mí desde que los buscamos ¿No te has dado cuenta? Es una de las razones por las que corrió contigo para que le enseñaras. Solo una de ellas.

— ¿Hay muchas otras? —Me recosté por completo en el piso y puse los brazos detrás de mi cabeza.

—Eres bueno en lo que haces Adrián y eso corre por las calles. Lo otro es bastante evidente, me parece.

— ¿Ah, sí? —Lo mire y por un momento me paso por la cabeza lo que dijo M sobre el chico.

— ¿Ya te diste cuenta?

—Espero que no sea cierto. Te juro que soy malísimo rechazando a las personas. Además todos los hombres que tengo en mi vida ahora mismo ya son lo bastante complicados. —Le dije.

—Deja de ser atractivo. —Se encogió de hombros.

—Nunca me considere así, no tengo una buena imagen de mí. Por otro lado ¿La idea de que yo le interese no te molesta?

—No realmente, me di cuenta desde el primer momento que no te interesa en lo absoluto. Tan pronto como lo deje comenzó a salir con una mujer, y no soy estoy seguro de si sigue con ella o solo te está molestando por mi culpa. Lamento si soy la causa de que te sientas incomodo.

—No digas eso, somos amigos. Además, no me siento incomodo. Si pudieras ver todo lo que tengo en la cabeza, entenderías cual es la razón por la que a veces soy desatento con estas cosas.

—Vivir aquí es complicado siempre, pero cuando estas creciendo es otro nivel. —Sonrió y apoyo los brazos sobre su pecho.

—No olvides contarme todo en la noche.

—Sí, señor. Ahora me voy porque vienen a reclamarte. Y por cierto, ya que sabes todo esto, te voy a pedir como un favor que no seas amable con él en las siguientes prácticas.

—Entendido.

Darío se levanto y sacudió su ropa para irse, poco antes de que Denis se acercara con cuidado.

—Esto es un poco más complicado. — Me dijo.

—Vamos, te voy a dar otro ejemplo. Y aunque ya sé que haces ejercicio, te sugiero que comiences un entrenamiento físico que te mantenga con fuerza para todo lo que sigue. Yo los primeros meses sentí que me estaba muriendo después de las practicas.

—Claro… voy a dar lo mejor.

—Veremos.

Después de que finalizo el entrenamiento busque salir del campo de entrenamiento y M estaba en la puerta esperándome. No sabía cuanto tiempo había estado observando, pero no parecía alterado, por el contrario estaba tranquilo, como si hubiera estado sumido en sus pensamientos y analizando lo que estaba viendo con los ojos del asesino que trabaja aquí.

—Pensé que regresarías mucho más tarde. —Le dije.

—Regresamos temprano porque tuvimos algunos problemas, así que Bruno los está solucionando. Tengo noticias para ustedes, tal parece que ya se considera la idea de mandarlos a la calle junto a ellos. No estoy seguro de si es buena o mala idea, pero por lo que vi hoy no parecen tan malos en lo que hacen.

—Ahora estoy preocupado, me duele el estómago. —Puso una mano sobre mi cabeza.

—Todo estará bien, y por cierto, creo que Bruno quería hablar contigo sobre un trabajo, pero será cuando llegue en la madrugada o mañana.

—Estaré al tanto de ello ¿Vamos a comer?

—Sí, te traje comida.

—Eres el mejor.

—Sí, es cierto. —Sonrió y yo gire los ojos.

Me quede dormido como a las nueve de la noche y las tres de la mañana me despertó el sonido de un celular. Me senté confundido sobre la cama y busque el aparato en la oscuridad. Me di cuenta de que estaba lloviendo cuando un trueno retumbo con tanta fuerza en el cielo que Darío se levantó asustado y temblando por el sonido.

Me levante de la cama y me senté a su lado parta tomarle las manos y que se sintiera mejor, mucho más tranquilo. Paso un rato hasta que me sonrió.

—Lo lamento. —Me dijo con la voz rasposa. Y busque una botella de agua para pasársela.

—No tienes que disculparte. Somos asesinos, no invencibles.

—Solo era una pesadilla. —Asentí despacio.

En ese momento volvió a sonar mi celular y ambos nos miramos, le indique que iba a atenderlo y asintió. Lo busque con más calma sobre la cama y cuando por fin lo encontré y mire la pantalla, el número era desconocido.

—No conozco este número. —Le dije.

— ¿Quién diablos llama a las tres de la mañana?

—Vamos a descubrirlo… ¿Hola?

Escuché ruido del otro lado, pero nadie hablo, pude identificar los pasos de una persona, un hombre, y el movimiento de varias sillas siendo arrastradas por el piso. También el golpe de una puerta que retumbo en la habitación. Después el grito de alguien y se cayó la llamada.

—Eso fue macabro. —Dijo Darío, que fue capaz de escuchar todo porque lo puse en altavoz.

—Bastante ¿Por qué no dejan de pasar cosas extrañas? —Me levante.

— ¿Para dónde vas?

—Tengo que mostrarle esto M, para saber si conoce el número o lo que sucede con esa llamada. Me preocupa bastante el hecho de que sea una nueva señal de que algo está por suceder.

—Pero M está trabajando con Bruno.

—Están en el hospital con Marcos y el nuevo cadáver. Me iré en la camioneta, no tardare mucho.

—Espera, voy a ir contigo. No me gusta la idea de que salgas solo con este clima y los nervios de punta.

—De acuerdo.

Ambos nos vestimos y tomamos las armas antes de bajar. Saque las llaves de la camioneta del bolsillo de mi pantalón y salimos corriendo por la calle hasta que entramos. Tuve que encender el parabrisas y prender el calentador porque Darío estaba temblando.

Arranque y salí de la calle para subir hasta el centro de la zona roja. La calle estaba oscura y poco visible por la lluvia, a pesar de las luces de la camioneta. La mantuve en mínimo y controlada por nuestra seguridad hasta que salimos de las curvas. Estábamos llegando al territorio del centro cuando escuché un sonido fuerte y muy desagradable contra el parachoques.

Darío y yo nos miramos, sin decir absolutamente nada, pero con la misma expresión.

—Parece que le diste a algo. —Susurró.

—O a alguien. —Le dije.

—Bajaré a ver. —Tome su mano y lo detuve.

—Yo lo haré, sigue tronando afuera y sigues nervioso. Toma el control de la camioneta si me pasa algo. —Asintió sin verse muy convencido de mis palabras.

Suspiré y me baje empapándome de inmediato de pies a cabeza, me costó ver el piso y cualquier cosa que estuviera cerca para que la hubiera chocado. Saque la pistola de mi bolsillo y la levanté solo por precaución. Pero no apareció nada o alguna persona que estuviera herida o en problemas.

Regresé a la camioneta y me solté el cabello para recogerlo de nuevo mucho más alto, para que no me estorbara en la cara.

—Tu celular estaba sonando de nuevo, pero era Jacobo. Subió a hablar con nosotros y se asusto cuando no nos vio a ninguno.

— ¿Le explicaste lo que salimos a hacer? —Me puse en marcha de nuevo. 

—Le dije que salimos a hacer algunas diligencias. Supongo que es mejor contarles lo de la llamada en persona.

—Tienes razón.

Llegamos al hospital pasados unos quince minutos, me estacione y ambos nos bajamos rápido para entrar y cuidarnos de la lluvia. Subimos las escaleras hasta el último piso y toque la puerta de la oficina de Marcos dos veces. Paso un momento hasta que la abrió y se sorprendió por verme delante de su oficina, mojado y como si acabara de perder una batalla.

—Adrián.

—Lo lamento, necesito hablar con M. Es importante.

—Claro, ya le digo. —Se dio la vuelta y le aviso. M salió rápido y me miro preocupado.

—Entraré para hablar con Bruno, Adrián. —Aviso Darío.

—Y yo les voy a conseguir una toalla y café. —Dijo Marcos.

Cuando nos dejaron solos suspiré con cansancio y saque el celular para mostrarle el número del que me habían llamado.

—Estaba durmiendo cuando me despertó una llamada de ese número. No contesté hasta que llamaron una segunda vez. No sé si esto pudo haber esperado hasta mañana, pero lo tendría metido en la cabeza hasta que amaneciera de todos modos. No hablo nadie, solo escuché ruido, los pasos de una persona y golpes.

— ¿No escuchaste la respiración de nadie?

—La única que escuché estaba muy distante como para saber si se trataba de un hombre o una mujer. Pero estoy seguro de que tanto los pasos como el grito si le pertenencia a un hombre.

—Pásame el número, me encargaré de saber que sucede. —Asentí y se lo pase antes de sentarme en las sillas que usan los pacientes cuando esperan entrar a una consulta.

—Lamento haber venido así. No quería molestarte.

—Tú nunca me molestas. Ya estábamos terminando aquí y en tal caso, lo que me preocupa es que todo está muy oscuro, pudieron haber tenido un accidente.

—Hablando de eso, también paso algo extraño cuando venia. —Puso un cigarro sobre sus labios y lo encendió antes de mirarme.

— ¿Qué sucedió? —Preguntó.

—Por un momento pensamos que choque contra algo, me baje para verificarlo, porque podría haber sido una persona, fue un golpe bastante fuerte, y no encontré a nadie. Tampoco había nada cerca de nosotros. Creería que fue mi imaginación o que estoy loco si Darío no lo hubiera escuchado también.

—Bueno, está muy oscuro. Cuando amanezca podemos confirmar mucho mejor la calle.

—De acuerdo. —Toco mi barbilla y suspiró.

—También deberías contarle a tu novio lo de esa llamada.

— ¿Estás seguro?

—Ellos también tienen sus contactos, puede ayudar a movilizar la situación más rápido. También puede que alguno reconozca ese número.

—Tienes razón. Lo haré por la tarde, antes del entrenamiento.

—Adrián, lamento la tardanza. La máquina de café no estaba funcionando y tuve que bajar a la del primer piso. —Dijo Marcos y me entregó una toalla y un vaso con café.

—No tenías que haberte molestado. —Le dije.

—No es ninguna molestia, le voy a dar esto a Darío y por cierto antes de que te vayas déjame revisarte la mano.

—Por supuesto. —Él entró a su oficina y le di un sorbo al café, que paso hirviendo por mi garganta, pero me hizo sentir mejor.  

—Ya está dejando de llover. —Susurró M.

La oficina de Marcos se abrió y salió Bruno que me miro después de quitarse un traje como el que yo me puse cuando entré a ver cadáver de Simón.

—Tengo que pedirte un favor. —Lo mire extrañado y luego a M que sonrió con los labios.

—Claro ¿Se trata de trabajo? —Le pregunté.

—Falta uno de los miembros nuevos, que se estará incorporando hoy. No sabe ubicarse dentro de la zona roja, así que necesito que cuando amanezca pases a buscarlo en la entrada. Yo le daré la descripción de la camioneta, y él se va a acercar a ti.

—De acuerdo, yo lo buscaré.

—Muy bien, y más tarde hablaremos de otro trabajo que tienes asignado antes de que comiencen las reuniones.

—Entendido.

 

Después de que Marcos me revisara la mano y terminará de sacar los puntos, salimos del hospital. Lleve a Darío a la casa, para que descansara durante la mañana, mientras yo me encargaba de recoger al chico nuevo que me había encargado Bruno. Baje hasta la puerta principal de la zona roja y me estacione bastante cerca, para que la persona que estaba esperando fuera capaz de verme. El plan era esperarlo dentro de la camioneta, pero como ya estaba saliendo el sol, me baje para poder sentirlo y estirarme un poco.

Estaba caminando de un lado para el otro cuándo por la calle del otro lado un hombre paso corriendo al lado de una mujer y le arranco la cartera, y ella grito. Varias personas que estaban cerca intentaron agarrarlo, pero no pudieron. No fue hasta el final de la calle que un chico se le arrojo encima y lo obligo a tirar la cartera en un tira y afloja bastante fuerte. La mujer recogió su cartera y se fue corriendo, pero la situación no se quedó así. El que la robo, bastante molesto saco un arma y apunto al chico furioso.

Entonces supe que era hora de intervenir, porque mi conciencia no se quedaría tranquila sabiendo que podía hacer algo para evitar esa situación. Pase corriendo la calle y saque el arma para apuntarlo, me miro y se puso nervioso de inmediato. No sabía a quién apuntar o como proceder.

—Soy de la zona roja, fuera de aquí. —Solo eso basto, porque maldijo y se fue corriendo por la calle. Las personas de alrededor también se apartaron rápidamente, suspiré aliviado.

—Gracias Adrián. —Gire la cabeza rápidamente para conocer al dueño de esa voz. Era la misma persona que ayude.

— ¿James?

—Sí, hola. —Sonrió apenado, como en los viejos tiempos. Pero yo lo mire como si se tratará de un fantasma.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Le pregunté desconcertado.

—Tengo algunos asuntos aquí, en la zona roja.

— ¿En la zona roja? —No pude evitar sonreír, porque pensé que se trataba de un chiste, pero no.

—Sí, de hecho creo que alguien me está esperando por aquí cerca. En aquella camioneta. —Apunto la expedition, y mi cerebro no tardo mucho tiempo en procesar todo lo que sucedía.

—Esa camioneta es mía ¿Eres el chico qué se va a incorporar tarde a los Halcones?

—Si, a partir de hoy soy un Halcón.


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