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Marioneta De Cristal por Satan666

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Capítulo LX. (Reunión social)

POV Adrián

—Lo lamento Oliver, llego tarde. —Le dije sentándome frente a él en la mesa del restaurante que había elegido para nosotros.

—No te preocupes, acabó de llegar también. —Me sonrió.

—De todos modos… no quería dejarte esperando. También tengo el resto del día comprometido.

—Entonces supongo que tenemos que ser puntuales. —Su tono de voz cambio un poco. Lo mire atento.

—De hecho tengo un tiempo libre antes de ocuparme, así que por el momento puedes relajarte, vamos a comer. —Tome uno de los menú que estaba sobre la mesa y comencé a leerlo de manera muy superficial.

— ¿Todo va bien en tu vida? —Preguntó casi en un susurró. Baje el menú para mirarlo.

—Todo está muy bien, estoy ocupado y lleno de trabajo, pero no es nada con lo que no pueda lidiar ¿Y tú cómo te sientes?

—Me siento extraño estos días. Todo está bien, pero no me siento bien ¿Me entiendes? Intento poner el mejor ánimo en mi trabajo y cumplir como lo vine haciendo hasta ahora, pero no puedo. —Dijo mirando un punto fijo sobre la mesa.

—Parece que solo estas desmotivado. También me siento así de vez en cuando, no te preocupes demasiado, pasara eventualmente.

—Eso espero, porque ya no soporto estar así, no me gusta. No me siento yo mismo.

— ¿Hay algo más que te preocupe? ¿Paso algo con los chicos? —Le pregunté con cuidado.

—No realmente. —Dijo con la mirada perdida.

—Oliver, estoy seguro de que tuvo pasar algo que te perturbara de manera que ahora te sientas así de confundido. Soy tu amigo, y no importa lo que pase, puedes decirme lo que sea. —Intente sonreírle, pero me pellizque con mucha fuerza la mano, porque de lo único que no me gustaría hablar sea probablemente lo que tiene para decirme. Todavía no sé cómo enfrentarme a la situación.

—Me gusta una persona. —Dijo secamente, y me miro a los ojos. Yo asentí para hacerle saber que lo estaba escuchando.

— ¿Y esa persona no te corresponde? ¿Es de la zona roja? —Apreté los labios y tome el vaso de agua en frene de mí para darle un gran trago.

—No lo sabe y tampoco creo que lo haga. Estoy completamente seguro de que no me va a corresponder, pero mucho más que eso, tengo una razón para no decirle lo que siento.

— ¿Y esa algo muy importante? Debe serlo si quieres retenerte de esta forma. —Regresé la mirada al menú, sin leer absolutamente nada. No quería que notara mis reacciones.

—Es muy importante. Si yo digo lo que siento, entonces creo que voy a terminar pasando un límite que no tiene vuelta atrás. Voy a perder lo único que mantiene bien mi estabilidad emocional, y no quiero perderlo. Me duele tener que contener lo que siento, pero si le hace daño a otras personas ¿No es mejor que muera conmigo? ¿Por qué tiene que ser tan difícil vivir?

—Oliver. —Estire la mano sobre la mesa y tome la suya para sostenerla. No pude evitar sentirme culpable por todo lo que dijo, puesto que soy la razón de la que está hablando. No puedo odiarlo porque realmente no está haciendo nada malo.

—Adrián, si te pido que me prometas algo ¿Puedes hacerlo? —Susurró.

—Por supuesto… ¿De qué se trata?

—No quiero que nada cambie.

—Nada va a cambiar, te lo prometo. Todo estará bien. —Sonrió y volvió a ser él mismo.

—Vamos a comer, la verdad es que ahora me estoy muriendo de hambre.

—Claro, vamos a hacerlo.

Terminamos de comer y cuando nos levantamos de la mesa para salir del restaurante, Oliver tomo mi mano y me detuvo. Le tomo un momento decir algo, pero finalmente cuando me miro a los ojos, otra vez parecía un extraño y no mi amigo.

—Tengo algo más que decirte. —Susurró.

—Claro, te escuchó. —Apretó mi mano y desvió la mirada.

—Las acciones de una persona no siempre hablan de lo que está compuesta, muchas veces los seres humanos somos capaces de hacer daño por ninguna razón particular. Y sin importar cuanto intentes enderezar el camino, ya el destino esta torcido, no puedes volver a hacer que las cosas vayan como antes, porque sabes que no hay vuelta atrás, que todo está roto.

— ¿Oliver te sientes bien? —Lo mire preocupado.

—Solo quería decirte que te cuides mucho.

Las palabras de Oliver me dejaron con una horrible sensación en el cuerpo, que me tenía tan nervioso que tuve mucho cuidado en el camino de regreso. Después de que llegue a la casa comencé a prepararme para el trabajo de la noche, así que me bañe, me vestí y sujete mi cabello con firmeza. Me senté sobre la cama exhausto y me deje perderme en mis pensamientos.

—Adrián, te ves… diferente. —Dijo Darío sentándose a mi lado.

— ¿Diferente en qué sentido? —Le sonreí saliendo de mi trance.

—Muy apuesto.

—Gracias, tenía mucho tiempo sin vestirme de esta forma, así que me siento extraño.

Mire de nuevo el traje brioni negro que tuve que pasar buscando en mi casa cuando Bruno me dijo que tenía que asistir para ese evento social en la zona azul. Bajo la chaqueta estaba llevando una camisa formal blanca y una corbata vinotinto, y claro zapatos de vestir. No me quite ninguna de las pulseras que tenía puestas, debido a que el valor era más importante para mí que el aspecto adecuado para esa fiesta. Tampoco me quite la perforación de la oreja.

—Bueno, me encanta como te ves. Espero que todo salga bien esta noche.

—Yo también, si fuera solo me sentiría más tranquilo. Pero tengo que ser responsable de Belmont.

—Estoy seguro de que no pasara nada.

—Por cierto ¿Pudiste reclamarle a Bruno por lo de Denis?

—Por supuesto, le grite mientras intentaba explicarme todas sus razones, y finalmente entendí que no hay caso en discutir con él. Me dijo que no lo hacía por molestarme la vida, porque tampoco le gustaba la idea de mandarme a trabajar con Denis, pero debido a que soy el único aquí que lo conoce bien y sabe cómo controlar su temperamento, lo más prudente es que vaya con él mientras se adapta a la calle y el trabajo.

—Me preocupa mucho más tu temperamento que el suyo. —Le dije.

—Adrián no voy a lastimarlo, además mide dos veces más que yo.

—Estoy seguro de que eso no impide absolutamente nada. —Sonreí.

—Basta de juzgarme, vete a trabajar. Y cuando regreses ponme al día con toda la situación de la llamada extraña del otro día.

—Es cierto…

Salí de la habitación y baje las escaleras para dirigirme al pasillo de ese piso buscando la habitación de Belmont. Cuando estuve frente a la puerta toque dos veces y al cabo de un momento me abrió la puerta.

—Oh, Adrián. —Me miro de pies a cabeza dos veces como si estuviera mirando a un extraño. Me di cuenta de que se estaba intentando poner la corbata y estaba despeinado.

—Déjame ayudarte, ya tenemos que irnos. La zona azul no queda cerca de aquí. —Le dije y pase para tomar su corbata y ponérsela.

—Estoy nervioso. —Susurró.

— ¿Nunca has estado en la zona azul? No hay ninguna razón para estar nervioso. Recuerda que vas a estar conmigo, te cuidare bien.

—Nunca estuve en la zona azul, solo sé lo que otras personas me han dicho. Que es básicamente un lugar lleno de una alta sociedad despectiva con sed de poder, y que intentan controlar el mundo.

— ¿Crees que soy una persona con sed de poder que quiere poder para controlar el mundo? —Le pregunté con una sonrisa.

— ¡Oh, no! ¡Lo siento mucho! —Me miro apenado.

—No te preocupes, sé que no lo dijiste con ninguna intención de ofenderme. —Tome un cepillo y comencé a peinarlo.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? —Susurró.

—Claro, adelante.

— ¿Qué se siente estar en esa posición?

—A mí no me gustaba mi vida en la zona azul, porque estaba en una posición en la que no era capaz de vivir o tomar mis propias decisiones. Me sentía infeliz y no había madurado nada. Y ahora me siento mucho mejor, siento que puedo ser yo mismo. Estoy en un territorio lleno de asesinos, lo sé, es difícil entender porque es que logro conseguir un hogar aquí, pero simplemente es así.

—Me gustaría poder conseguir un hogar aquí también. Pero no me siento cómodo. No estoy listo para todo lo que debo enfrentar aquí.

—Lo estarás, ya lo veras. Es simplemente cuestión de tiempo.

— ¿Crees que algún tipo de situación me cambie? —Preguntó.

—Una situación en la que debas obligarte a tomar la decisión de decidir tu vida o la de otra persona lo hará. Ya estás listo, vamos.

Pude ver que mis palabras le quedaron dando vueltas en la mente, porque cuando nos subimos a la camioneta estaba sumido en sus pensamientos y no quise pertúrbalo. Después de que encendí el motor me limite a prender el aire y la radio para poner el ambiente lo más tranquilo posible. Baje rápido por las calles de la zona roja para salir del territorio antes de que anocheciera y cuando entre a la zona azul ya estábamos a tiempo para el evento.

—Parece que estuviera entrando a otro universo. —Susurró.

— ¿Por qué? —Le pregunté con una sonrisa.

—Nunca había visto casas así, son enormes. Este lugar es muy distinto a lo que yo imaginaba.

—La zona azul se divide en sectores, así como la zona roja se divide en territorios; y dependiendo de la que seas te califican socialmente. Es muy buen lugar para vivir si te gusta el silencio y mucho protocolo, un patrón impuesto de comportamiento y todas esas posiciones sociales de las que yo estaba aburrido. Mis padres me estaban comenzando a hacer conocer de esa forma, en todas las reuniones sociales que puedas imaginarte.

— ¿Cómo debes comportarte en un lugar así? —Preguntó con una evidente nota de curiosidad en la voz.

—Básicamente, debes aprender a dejar de ser humano, y aprender a ser una marioneta que puedan mover a conveniencia.

Me estacione y apague la camioneta antes de esconder el arma en mi ropa y bajarme para tapar la placa del frente y de atrás. Antes de comenzar a caminar ya tenía Belmont a mi lado.

— ¿Por qué hiciste eso? ¿Y realmente necesitas el arma?

—Por órdenes de tu hermano, no debemos dejar rastros de que estuvimos aquí. Hay personas que saben reconocer las placas de la zona roja. Y si, necesitamos tener el arma encima, porque si se presentan algunas complicaciones.

— ¿Complicaciones? —Paso saliva.

—Probablemente no pase nada. Solo queremos información. —Me detuve en frente de la entrada y lo mire.

— ¿Cómo vamos a entrar? No tenemos una invitación o algo así. —Preguntó.

—Bruno ya se encargó de todo, te va a impresionar la influencia que tiene la zona roja en todos lados. Solo mézclate con el resto del ambiente. —Le dije.

—No tengo idea de cómo hacer eso.

—Imítame.

Lo deje tomar y expulsar aire unos instantes antes de pasar. En la entrada estaban tomando los nombres de los invitados, y según los datos de la carpeta estaríamos en la lista con otros nombres y oficios. El hombre se tardó un instante en encontrarnos y nos hizo pasar. Le indique a Belmont que caminara cerca de mí y así fue. El chico estaba tan cerca, que bien podrían pensar que estábamos juntos como pareja.

Tome una copa de vino y le entregue otra a Belmont que me miro asustado.

—Si no bebes, solo finge que lo haces, recuerda que estas en un lugar que vive de apariencias. Este vino no es muy fuerte. —Le di un sorbo a mi propia copa y él asintió.

— ¿Cómo vamos a encontrar a la persona que buscamos?

—Primero debemos mezclarnos con el ambiente durante unas horas, de esa forma nadie nos tomara en cuenta para cuando sea hora de trabajar. —Le dije.

—Pero todo el mundo nos está mirando ahora mismo, Adrián. —Dijo entre dientes. Levante la mirada y me fije que de hecho si había una que otra persona con su atención sobre nosotros, pero yo sabía que solo se debía a mi aspecto, muy elegante, pero juvenil y descuidado.

—No te preocupes por eso. Volverán a lo suyo en unos instantes.

Le costó relajarse, pero al cabo de un rato, después de comer un poco y una segunda copa de vino (que si se tomó)  estaba mucho mejor, incluso sonreía. Lo lleve conmigo por todo el salón, lleno de luces, mesas y personas bien vestidas. No pude evitar sentirme como hace varios meses atrás. Pero a Belmont parecía gustarle el ambiente.

—Es hora de trabajar. —Le dije.

— ¿Ya sabes dónde está?

—Sí, lo ubique hace un rato. Vamos a establecer contacto. —Me acerque con intención de hablarle para llamar su atención. Pero en cuanto estuve a punto de hacerlo, me detuve bruscamente.

— ¿Qué sucede? Me golpee la nariz con tu espalda. —Me dijo con ambas manos sobre su rostro.

—Lo lamento. Espera un momento, no puedo hablar con él.

— ¿Por qué? ¿Qué ocurre? —Me miro alarmado.

—La persona que está al lado no puede verme, es un problema personal. —Me aparte de su vista, ya que estaba bastante cerca y me lleve una mano a la cabeza.

— ¿Entonces qué vamos a hacer? —Preguntó.

— Estoy pensando, dame un momento. —Me asome de nuevo y pude ver tanto a mi padre como a mi madre conversando con el hombre que era nuestro informante.

— ¿Nos retiramos?

—No, no podemos hacer eso. Tienes que hablar con él.

— ¡¿Qué?! —Grito, puse una mano sobre su boca para callarlo. Por suerte no muchas personas voltearon para mirarnos.

—Lamento muchísimo ponerte en esta posición, pero no tenemos otra alternativa, considéralo un entrenamiento de mi parte.

—No me siento listo para esto, creo que podría desmayarme.

—Yo confió en tus habilidades, y si eres un Halcón tendrás que enfrentarte a estas situaciones muchas veces. —Le dije.

—De acuerdo, entonces… —Tomo aire y lo dejo salir lentamente muy nervioso, pero no fue necesario prestar mucha atención para saber que no estaba funcionando.

—Lo haré yo. —Le dije, y me mostro una mirada llena de culpa.

—Pero dijiste que no pueden verte. —Susurró.

—Es cierto, pero necesitamos cumplir con el trabajo. Todo lo que nos digan es importante para saber lo que está pasando en la zona roja. —Alguien se dio la vuelta cuando mencione a la zona roja, puse los ojos en blanco y tome la mano de Belmont para volver a apartarnos.

— ¿Estás seguro? Yo puedo hacer un esfuerzo…

—No, no puedo forzarte a hacer algo para lo que te sientes listo. No quiero que pases por lo mismo que pase yo adaptándome a la zona roja. Tomar decisiones forzadas no es bueno para ti.

— ¿Entonces vas a ir?

—Sí, espérame aquí.

Estudie la situación un instante, para evaluar mis posibilidades y mis padres dejaron de hablar con él unos minutos después. Tome la decisión de acercarme de inmediato y estire la mano hacia él. Esa era la señal que le dejaría saber quién era yo. Me miro a los ojos y asintió antes de tomar mi mano para apretarla, como si nos estuviéramos saludando.

—Lamento la tardanza, es un placer verlo. —Le dije.

—Lo mismo le digo, caballero. Ya me habían hablado de color de sus ojos para poder reconocerlo. —Apreté los labios y él sonrió complacido. Supuse que me estaba haciendo un cumplido.

—Por favor hábleme de su empresa, para saber si me conviene o no ser inversor en su negocio. —Seguí mi discurso.

—Por supuesto, tengo mucho que contarle sobre el plan que tengo para crear el formato de funcionamiento en esta empresa que nos va a dar luz verde para proceder con el proyecto este año.

—Soy todo oído.

Escuché pacientemente todo lo que me dijo, porque si, cada parte de la información estaba disimulada con un formato empresarial para que lo que estábamos diciendo fuera nada más una reunión de negocios, para todo el que fuera capaz de acercarse y escuchar lo que estábamos diciendo. Una vez concluido el intercambio de pablaras, decidí que era hora de retirarnos, pero cuando gire sobre mis talones la primera persona con la que me encontré frente a frente fue mi padre.

Mi cuerpo se quedó paralizado un instante, pase saliva y desvié la mirada para que no pudiera reconocerme, como lo había hecho ese hombre.

—Discúlpeme usted. —Le dije.

Me aparte tan rápido como pude, y cuando llegue hasta dónde estaba Belmont, tome su mano y prácticamente lo lleve conmigo por todo el salón hasta la salida. Mis manos estaban temblando cuando estuvimos afuera, y me tomo un rato poder controlarme.

— ¿Adrián estás bien? —Me preguntó preocupado.

—No estoy seguro, quiero vomitar.

—Entonces deberías sentarte un momento. —Me dijo.

—No, estaré bien. Solo dame un momento. —Asintió no muy convencido de mis palabras.

Después de un rato comencé a caminar hasta la camioneta y me subí dando pequeñas caladas de aire para relajarme. El camino de regreso también fue silencioso, pero me dio la impresión de que esta vez era porque a Belmont le daba miedo preguntarme lo que estaba pasando, así que decidí ser yo quien rompiera el hielo entre nosotros.

—Grabe toda la conversación con el celular, Bruno entenderá lo que dice perfectamente ¿Puedes entregarle esto a él? —Le pase una memoria.

— ¿De qué hablas? ¿No vas a regresar conmigo?

—Todavía tengo trabajo, así que llegaré en la mañana. No te preocupes por mí, y si tu hermano te pregunta dónde estoy, solo dile eso, que me estoy ocupando de algunos asuntos.

—De acuerdo ¿Y te encuentras bien?

—Estoy bien, no estaba esperando que esa persona que viera esta noche, aunque creo que no pudo reconocerme.

— ¿Va a pasar algo malo si te reconoce?—Preguntó.

—No tengo la menor idea, por eso no quería encontrarme con él.

Lo deje en la casa y luego baje al territorio de los Red K, con toda la intención de buscar un poco de paz. No quería dormir solo y mucho menos llenarme la cabeza de pensamientos absurdos que me persiguieran por varios días con posibilidades que podrían o no pasar. Me estacione y me tomo mi tiempo para bajarme y entrar.

Cuando lo hice no encontré a nadie en la sala, pero antes de que pudiera dar un paso apareció Daniel por la cocina. Suspiró cuando me vio y sonrió aliviado.

—Escuché la puerta y no es normal que suene a esta hora, tú sabes son las 4 A.M. y los únicos que están fuera son S y Ronald.

— ¿No están aquí? —Lo mire preocupado.

—Están en la zona alta trabajando. Pero no te preocupes, van a regresar pronto.

—Entonces voy a esperar a S en su cuarto. Necesito descansar.

—Claro, le diré que estas aquí cuando llegue.

—Descansa Daniel, y por cierto, sé que tenemos conversaciones pendientes, hablaremos pronto.

—No te preocupes. También he estado ocupado trabajando.

—De acuerdo. Entonces hablamos después.

Entré a la habitación y literalmente me tumbe sobre la cama y me quede profundamente dormido. Me desperté cuando sentí el peso de la cama y me acerque para poder abrazarlo y sentirlo cerca de mí. Pude escuchar su risa y eso me hizo sonreír a mí. Después de eso no volví a abrir los ojos hasta la tarde.

Le explique todo lo que había pasado y me levante para ponerme en marcha, porque sabía que por mucho que quisiera quedarme no podría hacerlo. Tome la chaqueta para llevármela en los brazos y escuche los golpes de la puerta antes de mirar a S.

—Adelante. —Dijo.

—Lamento molestarlos chicos, pero tenemos un grave problema. —Dijo Daniel.

— ¿Qué sucede? —Le pregunté. 

—Acaban de encontrar otro cuerpo en La Cueva y es uno de los nuestros.

—Mierda. —Dijo S y se levantó rápidamente.

Mire el piso bastante ansioso y apreté los labios con fuerza. Me quite toda la ropa y camine hasta el armario. Daniel se giró hacia la pared para no verme, aunque la verdad no sentía ningún tipo de vergüenza de que lo hiciera y comencé a buscar mi ropa.

— ¿Deje ropa aquí, cierto? —Le pregunté a S.

—Sí, hay unas cuantas cosas tuyas. Pero ¿De verdad vas a venir con nosotros?

—No puedo simplemente no ir, mi conciencia no estará tranquila. —Le dije.

—Entonces, los espero afuera. —Dijo Daniel y así como estaba salió de la habitación.

Me vestí rápidamente y sujete mi cabello con una liga mientras daba vueltas por toda la habitación. Sabía que durante todo ese proceso S me había estado mirando, y cuando él mismo tomo sus cosas, ambos salimos para encontrarnos con los demás en la sala.

—Ya estamos todos aquí, entonces vamos. —Dijo Ronald. No era necesario mirarlo mucho para saber que estaba molesto y bastante preocupado.

Camine hasta la camioneta y guarde el traje en la parte de atrás, me subí y arranque de inmediato para dirigirme a La Cueva, poco antes que los demás, que estaban movilizándose en moto. Tuve la sensación de que alguien me había golpeado en el estómago todo el camino hasta el local.

Me estacione tan bruscamente que los cauchos rugieron contra el piso, llamando la atención de todos los que estaban cerca.Me baje corriendo y comencé a abrirme como pude paso por la cantidad de personas que estaban estorbando en la entrada, solo mirando. Los chicos llegaron casi al mismo tiempo que yo y aunque había una cinta clausurando el paso, entramos de todos modos.

Nunca antes había estado tan nervioso de caminar por ese pasillo lleno de luces del local que una vez cambio mi vida. Tuve miedo de llegar al final, de saber lo que encontraríamos.

En el local solo estaban cerca del cuerpo los chicos de seguridad y los demás trabajadores estaban por los alrededores. Me detuve a mitad de camino, porque tuve miedo de ver quién era, a pesar de que las personas más cercanas a mí se encuentran bien, porque están aquí, un molesto sentimiento de malestar se me instalo en la boca del estómago y estaba seguro de que no desaparecería en un buen tiempo.

— ¿Alguno estaba aquí cuándo lo asesinaron? Necesitamos que nos respondan algunas preguntas. —Les dijo Ronald.

—Yo puedo responderles lo que necesiten. —Dijo uno de ellos.

—Habla con él, yo me encargo de ver el cuerpo. —Le dijo S.

—De acuerdo.

Me quede cerca de S y algunos de los chicos se fueron con Ronald; mientras que otros se quedaron con nosotros. Aunque la situación me producía mucha incomodidad, también me puse en cuchillas para hacer el reconocimiento, porque necesitaba saber quién la persona que estaba tendida en el suelo.

— ¿Estás bien? —Me preguntó S.

—Estoy bien, adelante. —Asintió y levanto el mantel que estaba sobre el cuerpo.

—Me parece conocido. —Susurré.

—Es Brahma, uno de los miembros más nuevos que tenemos.

— ¡Ya lo recuerdo! Hace un tiempo llegue a la casa y me recibió de mala manera. Me dio la impresión de ser muy desconfiado.

—Sí, y también bastante grosero, pero cumplía con su trabajo.

—Su cuerpo está bien. —Le dije.

— ¿Qué quieres decir?

—Bueno, es que el cuerpo de Simóny el de la persona que ahora está en proceso de reconocimiento, fueron destruidos a tal punto que no parecían seres humanos. Pero el cuerpo de este chico está bien, a excepción del tiro que tiene en la cabeza.

—Tienes razón. —Sonrió y me miro como si estuviera orgulloso de mi atención para los detalles.

—Tiene un tiro en la cabeza y otro en el pecho. —S se levantó, y lo imite para incorporarme de nuevo.

—Sí, supongo que no les dio tiempo de hacer todas sus porquerías como hicieron con los otros. Lo que tenemos que descubrir es si era un objetivo fijo o uno al azar.

—Si estas personas ya se comenzaron a arriesgar con nosotros en nuestro territorio, solo significa que quieren asegurarnos de que van completamente en serio. —Dijo Daniel.

—No me gustaría darte la razón, pero es bastante obvio que solo quieren decirnos que no les importa las consecuencias que puedan tener por esto. —S suspiró.

—Ya tengo la información que me dieron, pero no es mucho para poder comenzar. —Dijo Ronald antes de ver el cuerpo y así como hicimos nosotros, inclinarse para observarlo.

—Mi amor ¿Te sientes capaz de hacer una evaluación superficial de esta situación? El ataque y las acciones transcurridas durante el asesinato de Brahma. —Me preguntó S.

—Puedo intentarlo, déjame ver qué puedo hacer.

Intente ignorar el hecho de que me dijera de esa forma en frente de tantas personas, y para poder contener mis emociones apreté mis labios para no sonreír. Me volví a inclinar para observar toda la escena, el cuerpo y los disparos.

—Según el chico, todo ocurrió hace una hora y media, y dijo que la persona que disparo estaba aquí dentro, como un cliente. No pudo reconocerlo en lo absoluto, porque tenía puesta una máscara para el momento del ataque, pero como no la tuvo puesta siempre, ellos están revisando las cámaras de seguridad para colaborarnos. —Me dijo Ronald, asentí.

—A juzgar por la posición del disparo es evidente que la persona que lo hizo no estaba realmente lejos, probablemente estaba cerca de los baños. Primero le dispararon en la cabeza y después en el pecho. —Les dije.

— ¿Entonces murió inmediatamente? —Preguntó Daniel.

—Sí, no creo que le haya dado tiempo de nada. No tuvo tiempo ni de reaccionar al ataque.

—Nos vamos a llevar el cuerpo. —Le dijo S a los empleados. Se miraron entre ellos, pero ninguno dijo nada y dudaba que alguno fuera lo suficientemente valiente como para hacerlo.

—Chicos, llegaron los Halcones. —Dijo alguien.

—Mierda. —Dije entre dientes.

Al principio pensé en esconderme hasta que se fueran, pero fue demasiado tarde como para poder intentar hacer algo, porque los chicos aparecieron por el pasillo y se acercaron lo suficiente como para que pudieran verme.

—Adrián ¿Qué haces con los Red K? —Me preguntó Darío.


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