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Marioneta De Cristal por Satan666

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                               Capítulo LXI. (Territorio desconocido)

POV Adrián

 

—Estaba por la zona cuando escuché lo del asesinato, así que me acerque para ver la escena para poder informarlos más tarde. No sabía que los Red K estaban aquí. —Dije mirando a los chicos con desdén. Pero me dieron ganas de reírme por mi descaro y tuve que apretar los labios con mucha fuerza para contener una sonrisa.

—Nosotros acabamos de enterarnos, tuvimos que venir aunque no fuera uno de los nuestros, Bruno no quiere que perdamos detalle de nada. —Me susurró Darío.

— ¿Ya saben quién es? —Le preguntó George a Ronald.

— Sí, ya confirmamos que es uno de los nuestros. No sabemos mucho de los hechos, le dispararon en la cabeza y el pecho, fue alguien que estaba como cliente, así que no destaco hasta el momento que decidió cometer el asesinato. La persona que está en el piso es parte de nuestro grupo, así que nos encargaremos del proceso.

—No estoy en desacuerdo con eso, sin embargo, nuestro jefe nos demandó ponernos a la orden para lo que necesiten, porque si esta persona fue asesinada por la misma gente que venimos siguiendo, entonces es asunto nuestro. —Les dijo Darío.

—No tenemos ningún problema en trabajar con ustedes como lo hemos venido haciendo hasta el momento, pero necesitamos un tiempo de respeto para ocuparnos de todo el proceso del funeral. —Dijo Daniel.

— ¿No creen que es conveniente llevarlo con Marcos para que lo examine? Así como con los otros, puede que encuentre algo que nosotros no estamos viendo. —Dijo Jacobo.

—Estoy de acuerdo, solo por prevención. —Les dije, y ellos me miraron durante un instante antes de asentir.

—Entonces lo llevaremos al hospital ¿Por qué Bruno no vino? —Preguntó Ronald.

—Se está ocupando de otros asuntos fuera de la zona roja. —Le dijo Darío.

— ¿Puedo ir al hospital con ustedes? Quiero hablar con Marcos. —Le dije a los Red K, y mis amigos se miraron entre ellos.

—No hay problema. —Dijo Daniel, y pude ver que sonrió con los labios, de forma casi imperceptible.

 Mi novio no dijo absolutamente nada. Y mí no novio no apareció en ningún momento en el lugar.

— ¿Por qué quieres ir con ellos? No me dan nada de confianza. —Me dijo Darío en un susurró mientras salíamos de La Cueva.

—Necesito hablar con Marcos, además yo voy a ir por mi lado, no es como si realmente fuera con ellos. —Llegué a la camioneta y me subí antes de mirarlo.

—Pero me preocupa, déjame ir contigo. —Dijo entre dientes.

—Darío todo estará bien, ellos no me van a hacer nada, además ¿No tienes trabajo? —Suspiró desistiendo de la idea.

—Entonces, promete que vas a avisarme si llega a pasar algo.

—Te lo prometo.

Tome su mano para cerrar el trato y le sonreí antes de encender la camioneta y cerrar la puerta. Los chicos ya se habían ido por su lado con el cuerpo, así que como le dije a Darío, si llegue solo por mi cuenta al hospital.

Subí las escaleras hasta el último piso y los encontré en el pasillo hablando con los doctores que estaban trabajando con nosotros en el caso de los asesinatos. Pase de ellos hasta el consultorio de Marcos y toque la puerta dos veces.

Daniel me miro ansioso y le indique que todo estaba bien antes de que el doctor me indicara que podía entrar.

—Adrián, no estaba esperando verte. —Dijo sorprendido.

—Lamento venir sin previo aviso. —Le dije.

—No, no hay ningún problema. Puedes venir cuando quieras y lo necesites, pero ¿Paso algo malo? —Me miro preocupado, como si estuviera buscando alguna herida o algo malo en mí.

—Yo estoy bien, la razón por la que vine aquí hoy no tiene nada que ver con mi salud. —Suspiró aliviado.

—Entonces ¿Qué puedo hacer por ti?

—Déjame ayudarte  a trabajar con la investigación de los cuerpos.

—Adrián ¿Te volviste completamente loco? No eres doctor y no estás calificado para hacer lo que quieres hacer, y no entiendo tus razones. Es escalofriante el hecho de pensar trabajar en ese lugar. —Me dijo Darío.

Después de que regresé del hospital y le conté lo que quería hacer, comenzó a decirme todo lo que pensaba al respecto al asunto. Y no pude hacer mucho más que escucharlo para que se desahogara.

—Una locura, eso es lo que es ¿Qué voy a hacer contigo? —Se sentó frustrado sobre la cama.

—Darío, sé bien que no estoy calificado, estaré con él de vez en cuando como un ayudante o algo así. También estudiare bastante para poder entender todo lo que voy a ver. La verdad es que tiene un tiempo que me intereso el tema y como estamos investigando lo que sucede, no me parece mala idea. Por supuesto, todo esto lo pienso hablar con Bruno para que me dé su permiso.

—No creo que tengas tiempo para hacer algo así. Tenemos mucho trabajo estos días.

—Ya me las arreglare. No voy a desaprovechar la oportunidad de aprender si la tengo en frente de mí.

—De acuerdo, intentare entender tus locuras por un instante.

Se recostó sobre su cama y puso un brazo sobre su rostro para lo que supuse, poder pensar con tranquilidad. No pude evitar sonreír comprensivo y me recosté a su lado antes de tomar su mano para darle tranquilidad. Después de un instante él apretó la mía y nos quedamos de esa forma en completo silencio, hasta que él hablo.

—Hoy tenemos que trabajar con los nuevos. —Susurró.

— ¿Qué tipo de trabajo es? —Le pregunté, girándome para poder verlo.

—Creo que unas entregas en el centro. No es difícil.

—Entonces vamos y salgamos de eso lo más pronto posible. —Le dije para incorporarme y levantarme.

—No tengo ganas de ir. —Se quejó y abrazo una almohada con fuerza.

— ¿Por qué? —Le pregunté tomando todas mis cosas.

—Porque viene Denis, y no quiero verlo.

—Solo ignóralo, yo lidiare con él.

—De acuerdo. —Dijo entre dientes.

Me estaba poniendo los zapatos cuando se me cruzo por la cabeza la idea de que James también podría estar involucrado trabajo. Y también se me quitaron por completo las ganas de bajar.

No puedo tener tan mala suerte.

—Muy bien, este es el equipo que vendrá con nosotros hoy. Ya los conocen a todos. Denis, James, Belmont, Brandon y Andrés. —Dijo George señalando a cada uno de los chicos.

—Hola a todos. —Les dije y tuve que obligarme a sonreír para que ellos no se sintieran más nerviosos de lo que probablemente estaban.

 Darío por otro lado…

—Hola. —Dijo y paso de largo hasta afuera.

— ¿Qué le pasa? —Me preguntó Jacobo en un susurró.

—Creo que esta de mal humor porque no ha visto a su novio. —Dije lo bastante fuerte como para que Denis me escuchara. Y pude notar que por un segundo frunció el ceño de mala gana.

George y Jacobo intercambiaron una mirada entre ellos, pero no dijeron nada. Me subí a la camioneta y Darío estaba sentado en el asiento del acompañante. Los chicos llegarían por su lado con los demás en moto.

Darío se relajó en cuanto estuvimos solos y como encendí la radio taradeo animadamente una canción que yo nunca había escuchado antes. Me gusto verlo de buen animó, pero estaba seguro de que volvería a comportarse como antes cuando bajáramos.

—Oye Adrián, no estoy seguro si son delirios míos, pero aquella camioneta blanca parece estar siguiéndonos. —Dijo con cuidado. Incline la cabeza hacia atrás de manera brusca y después acomode los espejos para poder observarla.

— ¿Desde hace cuánto? —Le pregunté.

—Unas cuantas calles, al principio no estaba seguro…

—Vamos a comprobarlo, sujétate bien.

— ¿Qué también debo sujetarme?

—Muy bien.

Gire la camioneta bruscamente para desviarme del camino que era en línea recta. Supuse que los otros conductores que tuvieron que frenar por mi culpa, me maldijeron durante un rato. Me metí a una calle de residencias y acelere hasta el siguiente semáforo en rojo.

— ¿Todavía nos siguen? —Le pregunté.

—No los veo, tal vez era mi imaginación. Espera… salieron de otra calle, so ellos.

—Entonces nos están siguiendo. Ya sabes que hacer. —Le dije.

—Por supuesto, déjamelo a mí, concéntrate en conducir.

Saco una pequeña ametralladora debajo del asiento y bajo la ventana para sentarse sobre la puerta y acomodarse para apuntar la camioneta. Varios autos frenaron bruscamente, imagine que por la sorpresa y el susto de ver el arma, pero la camioneta blanca no se detuvo. Podía verla bastante bien por el espejo y quien quiera que fuera, estaba decidido a alcanzarnos.

— ¿Puedes darle? —Le pregunté.

— ¿Estás dudando de mis habilidades? —Me preguntó ofendido.

—Por supuesto que no. —Sonreí con los labios y deje que él se encargara del problema.

Llegamos al centro mucho más tarde por el desvió que tuvimos que hacer, y cuando nos acercamos al punto de encuentro con el cliente los chicos estaban con los nuevos explicándoles el proceso y cómo funcionaba ese tipo de negocio. Cuando notaron nuestra presencia se acercaron preocupados, así que les explicamos lo que paso. Ninguno de ellos se sintió cómodo con la situación, pero yo no le di mayor importancia, porque vamos, ahora mismo estoy tan acostumbrado a que me sigan que realmente me no importa.

— ¿No pudieron identificarlos? —Preguntó George.

—No, les revente un caucho y el parabrisas, así que se desviaron del camino, pero llegue a memorizar la placa, así que haré que los chicos en la casa la rastreen. —Le explicó Darío.

—Esto es un poco preocupante. —Susurró Jacobo, para que los otros chicos no pudiera escucharnos.

Les dedique una mirada y me di cuenta de que James me estaba mirando con mucha atención, puse los ojos en blanco y desvié mi atención a mis amigos.

—No se preocupen mucho por esto, lo solucionaremos después. —Les dije y dudando un poco terminaron asintiendo.

— ¿Hay algún problema? —Preguntó Denis.

—Ninguno, ustedes no tienen que preocuparse por nada. —Le dije.

— ¿Por qué no ha llegado nuestro cliente? —Preguntó Darío.

—Buena pregunta, no sabemos que lo tiene retrasado. Ya paso una hora. —Dijo Jacobo mirando su reloj.

—Bueno, seamos pacientes, esperemos otro rato.

Todos nos quedamos esperando en la calle durante otro rato, y no apareció el cliente, por lo que Darío tuvo que llamar a Bruno para informarle sobre la irregularidad y recibir órdenes de su parte para saber cómo proceder. La indicación fue retirarnos y seguir con las otras entregas pautadas para ese día.

Pasamos el resto de la tarde haciendo las entregas y explicándoles a los chicos el proceso de trabajo y la forma de actuar bajo algún tipo de problema. Todos muy estuvieron atentos ante lo que les estábamos diciendo.

James me seguía mirando de a ratos y estaba haciendo lo posible por ignorarlo, como si no me hubiera dado cuenta de nada. Tengo varias razones para querer evitarlo, pero la más importante es que él sabe que tengo algún tipo de trato con los Red K, porque yo mismo me encargue de decírselo hace varios meses. Pero admito que tengo mucha curiosidad de saber cómo fue que llego a la zona roja, bajo el cuidado de quien y en qué condiciones.

Después de que terminamos el trabajo los invitamos a comer en el mismo restaurante familiar que siempre solemos frecuentar. Ellos estaban animados y hablaban con mis amigos sobre cualquier tipo de tema. Estaban en medio de una conversación sobre equipos de  fútbol y en ese momento sonó mi celular.

Varias personas en la mesa concentraron su mirada en mí, y eso me hizo sentir realmente incómodo.

—Permiso. —Les dije antes de levantarme y salir.

Mire la pantalla para ver de quien era la llamada, pero el número era desconocido, por lo que trague pesado y me prepare por si se repetía el episodio de la llamada perturbadora de la otra noche. Entonces contesté.

— ¿Hola?

—Soy yo.

— ¿M? qué alivio, pensé que era un psicópata.

— ¿Qué? —Por su tono de voz supe que no entendía de que le estaba hablando.

—Nada, no tiene importancia ¿Dónde estás? Ya tengo dos días sin verte, y me prometiste que no desaparecías. —Reclame, y él suspiró.

—Por eso mismo te estoy llamando, las cosas se complicaron un poco y no creo que regrese hasta mañana en la noche. Pero ya me informaron lo del chico de los Red K, y estoy bastante seguro de que no es una coincidencia.

— ¿Dices que fue la misma gente responsable de Simón y la otra persona?

—Estoy seguro de que si, por eso mismo quiero que mantengastodos tus sentidos en alerta, y que no bajes la guardia en ningún momento.

—Hoy me siguieron, estaba con Darío en el centro. Los perdimos.

— ¿Pudiste identificarlos? —Preguntó.

—No, tenían los vidrios ahumados, pero tenemos el número de la placa de su camioneta.

—Buen trabajo, partan de eso y tal vez obtengamos algo. Sé que no te gusta Bruno, pero busca su apoyo, es bueno en ese tipo de cosas. Me tengo que ir, te extraño.

—Yo también a ti. Tengo muchas cosas que contarte.

—Mañana hablaremos como se debe. Descansa. —Y colgó.

—Ahora me siento muy deprimido. —Susurré.

Regrese al restaurante y me senté nuevamente donde estaba antes.Por suerte ya habían traído toda la comida, por lo que nadie me prestó mucha atención cuando retome mi puesto, estaban mucho más ocupados comiendo. Yo también tome mi hamburguesa para morderla y le di un par de tragos al refresco.

—Es un idiota. —Me susurró Darío.

— ¿Denis? —Asintió.

—Hace como si yo existiera.

— Pero Darío ¿Tú no haces exactamente lo mismo? —Puse los ojos en blanco.

—Adrián, él fue quien arruino todo, no yo. Por supuesto que debo hacerme el difícil ante toda esta situación. No puedo aceptar ser su amigo o algo como eso cuando ya no le tengo confianza.

¿Eso es lo que me pasa con James? ¿No le tengo confianza?

—Entiendo eso, pero ahora trabaja con nosotros, creo que aunque no te guste, deberías intentar convivir con él de buena manera.

—Lo voy a pensar. —Dijo entre dientes y comenzó a meterse en la boca un montón de papas fritas.

—Darío te vas a ahogar. —Le dije preocupado y le pase mi vaso de refresco para que bebiera. Negué divertido ante la situación y me di cuenta de que tanto James como Denis nos estaban mirando fijamente.

—Ya que tu esposo no ha regresado, duerme conmigo. —Me dijo Darío, asentí y regrese la atención a mi comida.

— ¿Tienes pesadillas de nuevo?

—No mucho, solo me siento inquieto. —Lo mire.

—Todo estará bien.

—Lo sé, pero no dejo de estar inquieto. —Susurró.

Mire a George y Jacobo, estaban muy cerca uno del otro, riendo y hablando, entonces me dio la impresión de que estaban guardando muchas cosas solo para compartirlas entre ellos. Siempre fueron cercanos, pero ahora era distinto, y aunque no me lo dijera, estaba seguro de ello.

— ¿En qué piensas Adrián? —Me preguntó Belmont.

—En que la vida sería más fácil si pudiéramos saber todo lo que piensan los demás.

—Entonces no tendríamos ningún tipo de intimidad.

—Tienes razón. Pero es mejor vivir  enfrentando una verdad muy dolorosa, que una mentira feliz.

— ¿Crees que si pudiera saber lo que mi hermano piensa podría llegar a odiarlo más de lo que ya lo odio? —Preguntó, sacándome por completo de mis propias torturas mentales.

— ¿Odias a tu hermano?

—Tengo muchas razones para odiarlo, pero fue él quien se hizo cargo de criarme después de hacerme daño. Así que no sé si debo odiarlo o estar agradecido con él.

—Parece que es una situación complicada. —Le dije y no pude evitar poner una mano sobre su cabeza para confortarlo.

Sonrió y me miro como si me tuviera afecto, lo que me hizo sentir extraño, porque yo nunca tuve hermanos o una convivencia con alguien mucho menor que yo, alguien que pudiera cuidar siempre. Todas las personas que siempre se acercaron a mí eran mayores y nadie me dio la oportunidad de intentar hacer algo así.

Incluso ahora sigue siendo lo mismo George y Jacobo también son mayores que yo, Darío tiene mi edad, pero es bastante fuerte como valerse por sí mismo. S y M también son mayores que yo.

—Si necesitas algo de mí, puedes pedirlo. No tengas miedo, haré lo posible para estar contigo.

Nunca había sentido la necesidad de cuidar de alguien, así que me invadió una sensación extraña que al principio me incómodo, pero después al verlo feliz me hizo sentir mejor.

—Muchas gracias.

—No es nada, termina de comer.

 

Tan pronto como los chicos terminaron de comer y salimos del lugar, mi teléfono comenzó a sonar de nuevo, y las reacciones de todos fueron las mismas. Me aclare la garganta y me aparte de la camioneta para poder contestar la llamada.

— ¿Qué sucede S? —Le pregunté en un susurró.

— ¿Estás ocupado? Necesito que vengas a trabajar conmigo.

— ¿Justo ahora? —Mire de reojo a mis amigos y suspiré.

—Sí, es importante. Pero si no puedes hacerlo no te preocupes, ya solucionaremos con un segundo plan.

—No, yo haré lo posible por llegar con ustedes en veinte minutos.

—Entonces te espero en La Cueva.

—De acuerdo. —Colgué la llamada y regrese a la camioneta.

No dije nada durante el camino de regreso a la zona roja, pero no me pasó desapercibido el hecho de que Darío me estaba mirando de reojo de forma constante, como si quisiera decir algo, pero no supiera como poder hacerlo.

— ¿Vas a mirarme de esa forma todo el día? —Le pregunté.

—Lo lamento. —Desvió la mirada hacia la ventana.

—Solo dime lo que tienes en la cabeza, te conozco bien. Haré lo posible por responderte de la mejor forma que pueda. —Le sonreí con los labios y él asintió.

—Pues ¿Vas a quedarte en la casa en este momento? —Suspiré.

—De hecho, voy a reportarle a Bruno todo el trabajo el ayer, para que no tenga ninguna excusa de decirme irresponsable y después saldré durante un rato. Apareció un inconveniente en el hospital a última hora. —Lo mire.

— ¿Entonces estabas hablando con Marcos? —Preguntó.

—Sí, precisamente.

No pude evitar que la saliva que pase por mi garganta me supiera amarga, pero intente controlarme lo mejor que pude, para que mis emociones no pudieran controlarme. Nunca me gusto mentir, pero hora digo una o varias mentiras durante el día. Supongo que es lo normal, considerando mi situación actual.

Llegamos a la casa y como le dije a Darío, entre para hablar con Bruno sobre la reunión social y todo lo que ocurrió, omitiendo por supuesto, el encuentro que tuve con mis padres. Aunque Belmont ya le había dicho todo, quise volver a confirmarle yo mismo todo, para que no tuviera ninguna excusa de poder atacarme por ocultar algún tipo de información. Además, me guste o no, es mejor que Bruno este enterado de los detalles importantes referentes a todo el trabajo de los Halcones.

Salí de su oficina siete minutos después, mire la hora y salí por la puerta para subirme en la camioneta. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando la mano de alguien se interpuso.

—Espera, necesito hablar contigo.

—Ahora no James, tengo prisa. Tengo trabajo.

— ¿Me estás evitando? ¿Sigues molesto por lo que te dije hace varios meses? Lo lamento Adrián, lo dije sin pensar y aunque eso no justifica el hecho de haberte lastimado, quiero que sepas que te extrañe mucho después de eso. —Puse los ojos en blanco.

—James, realmente no estoy molesto o te evito por algo referente al pasado, estoy ocupado. No te preocupes, al principio me dolió, pero después las cosas cambiaron para mí. No conozco ninguna de tus razones para estar aquí en la zona roja, pero después con un café y tiempo, me las cuentas. —Cerré la puerta de la camioneta y arranque para salir rápidamente de la calle.

No me di cuenta de que estaba apretando con mucha más fuerza de la necesaria el volante, hasta que se marcaron las venas de mis manos. Intente relajarme hasta que llegue a La Cueva y me baje para entrar corriendo por el pasillo de luces hasta el local.

—Lo lamento, llego tarde. —Le dije a los chicos en cuanto llegue a su lado.

—No te preocupes, llegas a buena hora. —Me dijo Daniel.

—Tenemos los videos de la cámara de seguridad, vamos a verlos y luego a trabajar. —Me dijo S.

Camine con ellos hasta la habitación en la que ya estuve una vez antes trabajando con ellos. Era lo mismo, estaba llena de pantallas con todas las imágenes que captaban las cámaras en el local. Me senté junto a Daniel y espere que pusieran los videos para poder observarlos.

— ¿Para qué me necesitan exactamente?  —Le susurré a Daniel.

—Necesitamos tu puntería perfecta. Ya lo veras. —Asentí.

—Bien, mantengan los ojos bien abiertos. —Dijo S, sentándose junto a nosotros.

Uno de los empleados puso los videos de seguridad de esa noche, y los tres comenzamos a observarlos cuidadosamente. En la parte que supuse estaba sentado el asesino, había un gran grupo, así que fue difícil reconocer sus individualidades, pero después de ver los mismos videos por unos veinte minutos fuimos capaces de darnos cuenta de una cosa.

—Miren aquí, esta persona que está en la mesa. —Les dije antes de ponerme de pie para poder señalarles correctamente a lo que me refería.

— ¿Qué tiene? —Preguntó Daniel.

—Mira su brazo izquierdo, tiene un dibujo ¿Puedes acercarlo en esta parte? —Le pregunté al empleado que estaba con nosotros. Asintió y lo hizo hasta que le indique que se detuviera.

— ¿Qué es eso? —Preguntó S incorporándose para ser capaz de poder ver lo que mi dedo estaba señalando.

—Ya había visto este dibujo antes, cuando me atacaron antes en el baño de un restaurante. Y también lo tiene un conocido de los triángulos dorados en el brazo.

Ambos se levantaron para poder ver el tatuaje mucho mejor, y por mucho que estuviera borroso en la imagen, podía verse la forma del triángulo.

—En esta imagen al menos siete personas de las que estaban en ese sector desaparecen. Incluyendo al de este tatuaje. Pero no es hasta casi dos horas después que asesinan a su compañero. Lo que no entiendo es porque se tomaron tanto tiempo en actuar. —Les dije.

—Tienes razón. No es normal que se tomaran tanto tiempo. —Susurró S y se sentó para pensar.

—Ya lo estábamos sospechando, pero necesitábamos confirmarlo, antes de tomar medidas al respecto. —Me explicó Daniel.

— ¿Qué clase de medidas? —Le pregunté.

—Una guerra directa contra ellos. —Apreté los labios.

—Por eso te pedí que vinieras. Vamos al territorio de ellos ahora mismo a darles la primera advertencia.

—Esperan un minuto ¿Vamos a pelear directamente con ellos? La zona roja se volverá loca. —Les dije.

—Sí, pero ya no podemos quedarnos de brazos cruzados. Si no son ellos los que están tomando las decisiones, entonces alguien más los tiene bajo su control. Los triángulos inversos son famosos por trabajar bajo las órdenes de grandes corporaciones o personas muy influyentes.

—De acuerdo. —Susurré y me senté, para pensar también.

— ¿Estás bien con esto? Tampoco vamos a obligarte a hacer algo que no quieras. —Me dijo Daniel.

—Entonces ¿Vamos a matar a alguien? —Pregunté.

—Vamos a cobrar cabeza por cabeza, como deber ser. Aunque si no te quieres ver involucrado, esto lo puedo hacer yo. Pero tienes una puntería mucho mejor que la mía. —Me dijo S.

—Bien, déjenme pensarlo un instante.

Me levante y salí de la habitación para poder caminar por el local y poder pensar en la situación y sus posibles consecuencias. Tome la decisión de hacerlo en base a mis propias convicciones sobre el asunto. Si bien, era un enorme peso cargar la vida de alguien sobre mí, de nuevo, pensé que también era mi deber poner algún tipo de esfuerzo durante esta guerra.

Además, no solo estaría actuando por los Red K, también por los Halcones.

Regrese a la habitación de nuevo y el empleado estaba en el piso completamente noqueado. No hice ninguna pregunta y me centre en lo importante.

—Lo haré.

Era la primera vez que entraba directamente al territorio de ellos, y es que nunca antes había tenido interés por saberlo. Mi instinto me dijo que me mantuviera alejado de ellos tanto como pudiera. Pero ahora resulta que estaré por desatar una guerra personal con su grupo.

No tengo miedo, simplemente, estoy a la expectativa.

Su territorio era muy similar al nuestro, a excepción de ciertos detalles, como que en este las calles eran mucho más angostas. Y tampoco había zonas residenciales demasiado cerca. No fue difícil suponer que intentaban estar siempre solos.

Y si no hubiera conocido a Jasper con anterioridad, supondría que todos ellos tendrían una personalidad hostil y mal carácter. Pero la realidad es que sin importar las apariencias, en todos los grupos hay muchas personas con distintas realidades e historias. Admito que una pequeña parte de mí siente curiosidad por ello.

Daniel se vino conmigo para poder guiarme el camino, y S estaba en la moto, por lo que llego primero que nosotros. Se me hizo un poco difícil manejar por ellas calles tan pequeñas, pero llegamos y me estacione para poder reunirme con ellos y que me dieran todas las instrucciones pertinentes del trabajo.

—Díganme que debo hacer ahora. —Les pedí.

—Ya que estamos en territorio enemigo, lo más prudente es que actuemos lo más rápido posible. Vamos a subir hasta ese edificio abandonado que ves allá, y atacaremos desde ese punto. Imagino que es la distancia más larga en la que te han pedido disparar, pero ambos confiamos en tus buenas habilidades. Ni siquiera yo sería capaz de prometer un éxito de este trabajo. —Dijo Daniel.

— ¿Y esperan que yo lo pueda prometer? ¿Qué va a pasar si llego a fallar el disparo? —Les pregunté preocupado.

—En ambos casos, el plan es el mismo. Si esto funciona o no.

— ¿Y cuál es el plan? —Mire a S, que estaba silencio, pensativo.

—En ese edificio hay una salida de emergencias, no está lejos de donde nos estacionamos. Bien, tendremos que correr unas tres calles. —Asimile durante un momento lo que estaba diciendo, y evaluando si era capaz de hacerlo.

—De acuerdo.

—Estaré en todo momento, y tu novio nos va a cuidar la espalda desde abajo, si algo sale mal. —Terminó Daniel.

—No sé porque no me tengo confianza hoy. —Susurré.

—Yo confió en ti. —Me dio un par de palmadas en el hombro y no tuve más opción que asentir.

—Volveré pronto. —Le dije a S.

—Sé que lo harás estupendo. —Sonrió con los labios y se aparto de nosotros para ubicarse en su posición.

— ¿Qué le pasa? —Le pregunté a Daniel.

—Supongo que está estresado por el trabajo, además, esta vez la víctima es uno de los nuestros. Estamos en una guerra directa con ellos y eso provoca ansiedad.

Suspiré profundamente para poder relajarme y camine con Daniel rápidamente hasta el edificio abandonado, no fue difícil saber que dejaron de construirlo poco después que empezaron. Todo parecía bastante inestable y me hizo sentir inseguro el hecho de subir al último piso, en el que ejecutaríamos el ataque.

Me acomode y Daniel preparo el arma para pasármela en el instante que comenzamos a ver movimiento desde la casa de los triángulos. La idea de matar a alguien no me produce comodidad, es como si tomara el papel de un ser imponente con el derecho de castigar a otros por sus pecados. Y esa posición claramente no me corresponde.

Solo soy un ser humano.

Y no dudo que algún día sea castigado por lo que hago.

— ¿Cualquiera de ellos es el objetivo? —Le pregunté para poder ubicarme en un punto en el que me fuera beneficioso disparar.

—Sí, esas son las instrucciones. Nos dijeron que no importaba el hecho de que papel desempeñaran en su grupo.

—Muy bien, están saliendo. —Estire los dedos para relajar mis manos y tome aire con la nariz para mantenerlo mientras cumplía el trabajo.

—Relájate y enfócate, confió plenamente en tus habilidades.

A pesar de la confusión en mi cabeza, asentí a sus palabras y me sentí mucho mejor por la confianza que tenía en mí, tanto como muchos otros chicos de la zona roja.

Tres de ellos salieron y caminaron por la calle para poder salir de la misma, porque lo que supe que si no lo hacía en ese instante, lo más seguro era que perdería la oportunidad.

Así que no lo pensé demasiado. Apunte y dispare.

—Tu puntería me pone de los nervios. Eres el mejor. —Susurró Daniel.

—Trabajo hecho.

Ambos vimos el cuerpo caer y las reacciones fueron inmediatas. No fui capaz de saber si los otros triángulos nos vieron o no, pero nos arrojamos por la salida de emergencia y me queme las manos por la velocidad con la que descendía tomando el tubo por las viejas escaleras.

No les dimos tiempo de que pudieran alcanzarnos y corrimos por todas esas calles de regreso hasta que llegamos a la camioneta. Me gire para buscar a S por todos lados, pero no lo vi, y tampoco su moto.

—Ya hizo su trabajo, debe estar esperándonos en la calle de abajo, corre. —Me dijo Daniel.

Entre a la camioneta y arranque con fuerza para salir de ese lugar, pero tuve el mismo problema que cuando entre, las calles eran muy angostas, así que no pude acelerar tanto como hubiera querido. No paso mucho tiempo cuando escuchamos los disparos y por el espejo retrovisor me di cuenta de que nos estaban siguiendo bastante cerca.

—Ellos son buenos, bastante rápidos. Me hare cargo. —Dijo Daniel y asentí para dejarlo hacerse cargo de la persecución.

Yo solo me concentre en salir de ese lugar rápidamente, porque no estaba acostumbrado a conducir por calles tan angostas y me costó poder controlar la camioneta; pero al mismo tiempo estaba distraído, porque me sentía muy ansioso, como para poder ignorar los disparos o la tensión de la situación.

Pude ver por el espejo que uno de los disparos los hizo perder el control de auto en el que nos estaban siguiendo, así que chocaron, mientras que nosotros salimos bien de su territorio.

—Supongo que ahora debemos caminar con más cuidado porque buscaran la forma de ir por cada una de nuestras cabezas. —Le dije.

—Sí, debemos ser mucho más cuidadosos a partir de ahora. Así que no confíes en nadie, en absolutamente nadie.

No sé porque la advertencia me sonó mucho más sombría que en otras ocasiones, pero me limite a asentir y apreté el volante con fuerza.

Deje a Daniel en el territorio de los Red K y conduje de regreso al mío, para poder descansar en paz. Sin embargo, cuando llegue M me estaba esperando afuera, y no era difícil suponer que estaba o molesto, o preocupado. Su expresión lo decía todo, aunque solo estaba fumando.

No me paso desapercibido el cansancio de su rostro o las heridas que tenía en los brazos, como esos rasguños que te haces cuando pasas cerca de algo muy filoso.

— ¿Qué sucedió? —Me preguntó cuando me tuvo en frente de él.

—Estaba trabajando con…

—Me acaban de avisar que los triángulos están listos para ir uno a uno contra los Red K, porque asesinaron a uno de los suyos.

No mire sus ojos negros, porque no quería que fuera capaz de leer los míos, la culpa o la tensión. Así que con toda la energía que me quedaba intente sonreírle y asentí a  todas sus palabras.

—Los chicos me acaban de decir que hicieron algo, les dije que fueron muy imprudentes al empezar una batalla directa, pero ellos querían cobrar la muerte de su amigo… es una larga historia, te cuento todo en la casa.

Y sí, le dije todo lo que paso durante esos días cuando nos acostamos a dormir en la cama. Lo único que oculte fue el hecho de que las manos asesinas fueron las mías. Por alguna razón, no quería que él lo supiera.

Se lo contaría en otro momento.

Los tres estábamos profundamente dormidos, por lo que el golpe contra la puerta nos tomo por sorpresa y todos reaccionamos de la misma manera, tomando algún arma para defendernos de quien sea que estuviera afuera. Pero la persona que entro fue Belmont, y al ver todas las armas apuntándolo, se puso tan pálido que pensé que podría desmayarse.

—Yo… lo siento mucho. —Susurró aterrado.

Los tres suspiramos y bajamos las armas al mismo tiempo. El primero que hablo para tranquilizarlo fue Darío.

—Lo siento, me tomaste por sorpresa. Estaba soñando cosas un poco extrañas y mi cuerpo reacciono por sí solo. —Le dijo.

—También lo siento mucho Belmont. —Le dije y pase la mano por mi cabello antes de dejar escapar un profundo suspiró.

—No importa, estoy bien. —Susurró. Pero era evidente que no estaba bien.

M no dijo absolutamente nada, solo se volvió a acostar. Así que sonreí apenado y tome una liga para sujetarme el cabello.

— ¿Qué sucede? ¿Ocurrió algo malo? —Le pregunté.

—Bruno quiere hacer una reunión ya mismo, me dijo que les avisara a todos los que estaban en la casa. Me dijo que los quiere exactamente en cinco minutos abajo. No quería molestarlos.

—No nos molestas, que nos despertaras fue lo más prudente. Tu hermano molesto puede ser un verdadero dolor en el…

—Bueno, nosotros ya vamos a bajar. Puedes ir a despertar a los otros chicos que duermen en este piso. —Le dije para interrumpir a Darío.

—De acuerdo, te veo abajo. —Sonrió de forma afectuosa y cerró la puerta de nuevo.

— ¿Desde cuándo son tan cercanos? —Me preguntó Darío tan pronto como se levanto de la cama.

—No lo sé, pasaron muchas cosas. No puedo evitar sentir afecto por el chico cuando lo veo, como si fuera mi hermano pequeño…

—Sí, sé a lo que te refieres. Bruno y él no se parecen en nada. Voy primero al baño y bajo. —Aviso y salió de la habitación.

Mire a M que estaba con los ojos cerrados, y un brazo cubriendo su rostro, como si no quisiera ser molestado.

— ¿No piensas levantarte? —Le di una fuerte palmada en el abdomen y me levante de la cama. Entonces movió el brazo y me miro.

—Odio mucho a Bruno en estos momentos. —Dijo con la voz ronca.

—Me hace feliz saber que no soy solamente yo. Levántate rápido.

Me puse un suéter y camine hasta el baño para lavarme la cara y los dientes. No paso mucho tiempo cuando apareció M para tomar su lugar a mi lado y lavarse los dientes también. No tenía puesta la camisa, por lo que inevitablemente mire su cuerpo muy bien trabajado. Y me di cuenta de que toda esa parte también estaba llena de rasguños.

Tuve muchas ganas de preguntarle que había estado haciendo esos días, pero decidí que le preguntaría después de que pasara un poco la tensión por todo el asunto de la reunión sorpresa.

Escupí en el lavamanos y me seque la boca con la toalla antes de mirarlo.

— ¿No piensas vestirte? Espero que no pienses bajar así. —Le dije.

— ¿Estás celoso? —Preguntó con una sonrisa después de lavarse y secarse también.

—Sin comentarios, te espero abajo.

Baje rápidamente las escaleras y me senté en el sofá entre George y Jacobo, separándolos a ellos. Ambos me miraron evaluando que todo estuviera bien conmigo, pero me mantuve apretando un poco mis labios, así que les indique que se relajaran con los gestos de mi cuerpo.

Paso otro minuto y todos estaban abajo, el último en llegar fue M, y estaba usando una camisa manga corta ajustada al cuerpo. No lo mire mucho tiempo, porque George estaba siempre atento a todos mis movimientos. Pero pude percatarme de que sonrió como si estuviera satisfecho sobre algo.

Los únicos que estaban nerviosos en la sala eran los nuevos, todo el resto estaba disimulando su cansancio o tomado café negro muy fuerte. Pero como siempre tan pronto apareció Bruno, todos se quedaron en silencio. Por respeto.

—Buenos días, voy a intentar ser lo más puntual posible, y espero su máxima compresión ante todos los asuntos que discutiremos hoy. En primer lugar, estoy ocupado llevando a cabo una difícil investigación con los cadáveres que se han encontrado en la zona roja, de los cuáles se han identificado dos, hay uno que todavía sigue siendo desconocido. Podría ser uno los nuestros.

Todos se quedaron en completo silencio, y algunos de los chicos intercambiaron miradas entre ellos.

—Bueno, en base a esto hemos hecho reuniones con otros bandos de la zona roja, y solo un grupo muy pequeño ha podido escuchar lo que decimos en esas reuniones tan importantes.

Sus ojos se encontraron con los míos, y no pude evitar sentir la ferocidad que transmitían los suyos, como si tuvieran mucho para decir, pero su boca estaba dirigiendo todas las palabras reales en otra dirección.

—Actualmente tenemos una especie de “Alianza” con los Red K, porque este asunto de amenazas contra la zona roja nos afecta a todos. A nadie le gusta que amenacen su territorio. El problema es que atacaron directamente a uno de los suyos, por si no lo sabían, un Red K está muerto. Y como era de esperarse, no se quedaron tranquilos. Nadie que viva en la zona roja perdona la muerte de los suyos. No los juzgo, pero fueron imprudentes y como estamos en buenos términos con ellos por un breve periodo de tiempo, lo que hagan puede perjudicar en nuestras acciones también. Intento decirles que a partir de este momento ellos están en una guerra directa con otro grupo de la zona roja ¿Qué significa? Una clara matanza que terminara en un río de sangre.

Apreté la tela de mi pantalón con la mano, con tanta fuerza que no paso desapercibido para las dos personas que estaban al lado de mí, y las que me conocen mejor que nadie en el mundo. Jacobo tomo mi mano y apreté la suya para consolarme a mí mismo, por lo que había hecho, aunque ellos no lo supieran.

¿Qué pensarían si se enteraran de que la primera persona en derramar las gotas que llenaran ese río de sangre fui yo?

La idea de que lo supieran hizo que me invadiera un escalofrió.

—A partir de este momento, y por su seguridad, al menos durante unas semanas, nadie va a trabajar fuera de la ciudad, tampoco voy a aceptar trabajos que se realicen en la madrugada. En la calle se deben cuidar la espalda unos a otros. No confíen en nadie que sea demasiado bueno con ustedes. Las personas que logran hacer que todos confíen en ellos son las más peligrosas.

Por supuesto, que sus palabras estaban dirigidas a mí, y fue como una puñalada, porque aunque otros no se hubieran dado cuenta, yo sí lo sabía. Aunque Bruno no me miro en ningún momento.

—En otras palabras, lo más prudente que podemos hacer ahora es quedarnos dentro del territorio y no separarnos. Porque somos los que han tenido más contacto con los Red K durante los últimos meses, por lo que pueden tomarnos como el enemigo, solo por el hecho de que tengamos un trato ameno con ellos. Aunque sea bajo las circunstancias actuales. A ellos no les importa eso, solo trabajan bajo la ley de asesinar por todos los medios, una vez que se les paga por su trabajo. Pero también son un grupo y uno de los suyos está muerto. Pasará mucho tiempo antes de que se relajen. —Esta vez hablo M, y todos lo miraron para prestarle la misma atención que habían tenido sobre Bruno.

—Mejor dicho imposible. —Dijo Bruno.

—Creo que aprovechando el hecho de que tenemos mucha carne fresca entre nosotros, deberíamos hacer un entrenamiento que los beneficie, aprovechando estas semanas que estarnos aquí, con las limitaciones. —Sugirió M.

—No me parece mala idea, hay algunos que necesitan mejorar en todos los aspectos, yo otros solo necesitan un empujón.  —Dijo Bruno, mirando de reojo a Belmont, que solo se encogió en donde estaba sentado.

—Exactamente.

—Sin embargo, esa decisión no la tomo yo, la deben tomar todos los que están calificados para hacer esos entrenamientos, y si ellos deciden ocuparse de todo, lo aprobare ¿Adrián? —Me tomo por sorpresa el hecho de que mencionara mi nombre, sobre todo por el hecho de que la atención de todos se concentro en mí, pero le sostuve la mirada a Bruno.

—Claro, puedo hacerme cargo de los entrenamientos, como ya lo venía haciendo, siempre y cuando los otros ocupen sus respectos lugares. —Les dije.

—Por mí está bien. —Dijo Jacobo.

—Estoy de acuerdo. —Secundo George.

— ¿Acaso tengo alguna otra opción? —Preguntó Darío y suspiró resignado.   

—Muy bien, entonces esto se hará a su manera, pero quiero un reporte semanal de las actividades y el proceso. —Dijo Bruno y todos asentimos.

—No tengo descanso alguno de esto, deberían pagarme más de ahora en adelante por mi trabajo. —Se quejo Darío y dejo caer su cabeza sobre mis piernas mientras estaba en el suelo. Le comencé a acariciar el cabello.

—Ven, quiero hablar contigo. —Le dijo Bruno a M y dio por finalizada la reunión antes de que se fueran a su oficina.

Me quede mirándolos hasta que desaparecieron, entonces me di cuenta que todos los chicos nuevos tenían la mirada bastante fija en nuestra dirección.

—No me molesta hacerme cargo de los chicos un tiempo más, pero hay personas muy talentosas aquí que también pueden tomarse un tiempo para enseñarles lo que hacen. Por ejemplo, Masato o Diego… —Dijo Jacobo.

—Estoy de acuerdo, deberíamos preguntarles, y también quería proponerles algo, no incluyamos solo a los chicos nuevos en esto, vamos a darle la opción a los viejos para que se unan si quieren hacerlo y entrenar también con nosotros. Sería bueno mantenerlos en forma a todos. —Les dije.

—Me parece buena idea, comencemos a cubrir los puntos débiles de nuestra gente. —Dijo Darío y sujetando mi mano se puso de pie.

—Entonces, enseguida regreso, tengo que hacer una llamada. —les avise y me puse de pie para subir a la habitación.


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