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Marioneta De Cristal por Satan666

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Notas del capitulo:

Espero que les agrade esta historia, es completamente original. Fue editada, por lo que si la seguías hace unos años, te recomiendo que las vuelvas a leer. 

  Si me quieren apoyar en wattpad también subo mis historias en la plataforma.    https://www.wattpad.com/user/karenvruz  

También hice un trailer para esta historia en la plataforma de tiktok, espero les guste.    https://vm.tiktok.com/ZMeykhEHp/ 

Mis otras historias están en proceso de edición. 

Capítulo IX. (Realidad de cristal)

POV Adrián

Tuve que recordarme respirar, porque deje de hacerlo justo cuando entramos al páramo, a mi cuerpo lo recorrió un escalofrió espectral cuando dimos un recorrido por ese lugar, que intente disimular, removiendo mi cuerpo. Pude ubicar algunos negocios y casas, pero todas las edificaciones mostraban muy mal estado, mucho peor que los que llegue a ver en la zona roja, cuando dimos un sinfín de vueltas para llegar al lugar de los Red K. Me aferre a la idea de que pronto pasaría el susto y la sensación desagradable en la boca de mi estómago, tan solo mantuve la mirada en el suelo, como si fuera lo más fascinante en el mundo durante esos minutos.

— No estés nervioso, no pasa nada.

— Estoy bien.

— No lo estás, puedo sentirlo, sé que este es un lugar bastante frío, pero con suerte haremos la entrega, sin tener que recurrir al otro plan. – Susurro, su voz y seguridad me tranquilizaron un poco.

— Este lugar me pone de los nervios.

— El páramo es un lugar mucho más pobre que la zona roja, es por eso que se pueden ver imágenes mucho más desagradables, como una excesiva cantidad de personas durmiendo en el suelo, montañas de basura y un evidente abuso de narcóticos, no hay muchos policías que se paseen por este lugar

— ¿Y en la zona roja si?

— Un grupo seleccionado tiene la oportunidad de vigilarnos, no es que tengan mucho poder sobre las personas, pero no todos tienen respaldo de sus amigos en caso de joderse la vida.

— ¿Me estás diciendo que alguien se los pueden llevar presos en cualquier momento? – No sé porque me sorprende enterarme de eso, pero todos ellos se ven increíblemente imponentes.

— Bueno, un policía debe ser muy estúpido para arrestar a un Red K.

— Estamos llegando, permanezcan alertas. – Nos dijo Ronald, y el peso de la realidad me golpeo peor que un puño.

La conversación me mantuvo medianamente distraído, hasta que volví a caer en cuenta del sitio donde nos encontramos, me aferre a la moto como si mi vida dependiera de ello y observe los alrededores. No tuve que reparar mucho en los detalles, la imagen visual que me regala este lugar habla por sí misma, es decir, es verdad que es mucho más feo que la zona roja, eso ya es decir mucho. Intente ignorar a los vagabundos dormidos en el suelo, así como la mirada de las personas que de un momento a otro aparecían por la calle, con muy mal aspecto.

Los chicos permanecen alertas, pero no parecen estar nerviosos, pero claro, ellos están acostumbrados a tomar estos riesgos todo el tiempo, seguramente han visto peores lugares que este y personas por mucho más desagradables. Ese pensamiento basto para generar un conflicto mental conmigo mismo, ya que si nos podemos a reparar en detalles, no soy más que un estorbo ya que carezco de habilidades defensivas, mis reflejos nunca han sido buenos, me pongo nervioso cuando escucho el sonido de un arma, y por supuesto, desentono por completo entre estos chicos. No pude evitar comenzar a sentir nauseas nuevamente.

— Todo va a estar bien. – Susurro S.

— Creo que me siento mal. – Admití, por mucho que trate de no hacerlo.

— Yo te voy a cuidar, no va a pasar nada, pero necesito que me hagas un favor.

— Por supuesto.

— Necesito que te conviertas en los ojos de mi espalda, estamos entrando en el barrio, y a partir de este momento puede pasar cualquier cosa, con suerte todo saldrá bien, pero ¿Crees que puedas hacer eso por mí?

— Claro que sí, voy a permanecer alerta. – Intente recomponerme.

— Tenemos que ir a la J. – Aviso Ronald.

Nos adentramos en una calle, todo el camino se volvió un poco angosto, pero la moto no tuvo problema en abrirse camino por los pasillos del lugar, pude darme cuenta de que al menos la forma de las calles es muy parecida a la zona roja, dimos una severa cantidad de vueltas antes de detenernos, intente recorrer cada esquina con la mirada, en caso de que nos estuvieran observando. Me baje detrás de ellos, y camine con suma tranquilidad siguiéndolos hasta el final de una calle, que es un letrero viejo un borroso decía "La J."

— Oliver pásame el paquete, todos con las armas tan cerca como puedan tenerlas, salgamos rápido de esto. – Susurro Ronald.

— Te cubrimos la espalda. – Le dijo Daniel.

Entramos por un pasillo y bajamos por unas escaleras que por un momento llegaron a parecer interminables, comencé a sentir dolor en las piernas y dolor en el abdomen por el esfuerzo. Tan pronto tocamos el suelo pudimos ver a un hombre bastante gordo, de baja estatura, pero muy bien vestido fumándose un tabaco, también note un bigote muy mal cortado y lentes de sol demasiado pequeños para su rostro. La primera impresión que me dio fue la de una caricatura.

A su lado se encontraban al menos seis hombres bastante altos y con cuerpos enormes, no pude evitar pasar saliva por mi garganta despacio, todos mostraban imágenes aterradoras, no dejaban de fulminar a los Red K con la mirada, mientras todos nos acercábamos al punto de encuentro, en una pequeña plaza sucia y descuidada.

— Así que estos son los famosos Red K, disculpen antes no había tenido el placer. – El hombre gordo sonrío, y me recordó mucho más a algún tipo de caricatura sobre mafiosos.

— También estamos complacidos tener el gusto, señor Reyes. – Le dijo Ronald, y se acercó cautelosamente a corresponder el saludo de la mano que el hombre había tendido en el aire.

— Me tenían preocupado mi muchacho, se habían tardado bastante, ya había comenzado a preguntarme si no planeaban aparecer. – El señor Reyes río, y se me erizaron los bellos del brazo por el desagrado.

— Tuvimos que desviarnos un poco en el camino, pero nunca faltaríamos a nuestra entrega, aquí tiene el paquete, por favor verifique su contenido. – Pude darme cuenta de que Ronald está más que acostumbrado a esto, no se pone nervioso y habla con paciencia, como si estuvieran teniendo una conversación cómoda sobre la cena de esta noche.

— Revísalo. – Le ordeno a uno de sus hombres cuando Ronald le pasó el paquete, y hasta que no lo verificaron por completo, no levantaron la mirada, él sonrió complacido, hasta puedo asegurar que miro a S con cierto interés.

— ¿El dinero? – Pregunto Ronald, supuse que intentando acelerar todo el proceso de la entrega, pero sonó algo brusco y grosero.

— Ya me habían contado que ustedes no los chicos pacientes, pásame el sobre. – Le pidió a otro de sus hombre y este se apartó un breve instante para caminar al auto estacionado no muy lejos del lugar y luego regresar con un sobre amarillo.

— Verifica el monto. – Sugirió Reyes, poco antes de sonreír, entonces note que algunos de sus dientes brillan con la última luz que nos regalaba la tarde, son de oro.

— Todo está en orden, entonces fue un placer cerrar negocios con usted, espero tener el mismo gusto una próxima vez. – Dijo Ronald, antes de arrojarle el sobre a Oliver, quien lo atrapo apenas dedicándole un vistazo, tiene buenos reflejos.

— Verlos hizo de mi tarde un momento delicioso y feliz, por supuesto que nos encontraremos una próxima vez. – El hombre se relamió los labios, me estremecí de nuevo, le indico a sus hombres la retirada y nosotros nos dimos la vuelta para volver a subir las escaleras.

No había terminado de sentir alivio porque todo terminara resultando tan perfecto con la entrega, cuando un sonido desagradable se hizo presente en el aire, y de inmediato lo supe, fue un disparo. Me quede completamente quiero, sin respirar durante un momento, mientras esperaba que el zumbido de mis oídos desapareciera, y dejara de escuchas las voces distantes, de las personas que estaban a mi lado. No tuve tiempo de cerrar los ojos, lo sentí que mi cuerpo estaba apoyado en una superficie sólida, descubrí que se trataba de una pared, y que fue mi novio quien me empujo fuera del peligro.

Me puse nervioso y comencé a sentir como si me faltara el aire, sentí una mano sobre mi hombro, S estaba intentando tranquilizarme. Todo paso tan rápido y tan lento al mismo tiempo, que todo se enredó en mi cabeza por al menos un minuto, tanto las imágenes como las palabras. Y cuando recupere mis sentidos, los gritos me hicieron estremecer, las voces en el aire ya no eran distantes, se volvieron cercanas, hasta el punto de poder descubrir a quienes les pertenecían.

— Recuerda el plan, aférrate a lo que hablamos sin importar las preguntas que te hagan, la lealtad es más importante que la lengua de un hombre. – Me dijo S rápidamente, apenas pude procesar la información, cuando se quitó de mi lado, para dejarme a la vista de los halcones.

— Lo siento mucho Reyes, pero hoy no va a poder regresar a su casa. – Dijo George, amenazando al hombre que ahora estaba temblando en el suelo junto a varios charcos de sangre, entonces fue que me fije en los guarda espaldas heridos, y me di cuenta de que el disparo que escucho y posiblemente muchos otros después, terminaron en los cuerpos de esos hombres.

— Actúa como si estuvieras nervioso y asustado, cuídate mucho, estaré vigilándote. – Fue lo último que me dijo S antes de ir hacia Ronald y el resto de los chicos.

— George, me le pude escapar. – Tome el brazo de mi amigo con tanta fuerza como pude y disimule un jadeo constante, para que pensara que había estado luchando por liberarme de los Red K.

— Adrián, gracias al señor. – George me abrazo con tanta fuerza, que sentí como si mis huesos fueran a quebrarse.

— George le estás haciendo daño, Adrián que bueno que estas bien, no tienes idea de lo preocupados que estábamos. – Me dijo Jacobo, fue en ese momento que me fije en la pistola que sostenía en la mano, sentí nauseas.

— Intente escapar, pero no me dejaran ir, pensé que me matarían.

— Te dije que son unos animales. – Gruño George.

— ¡Se escapan los Red K! – Dijo Benjamín, llegando a nuestro lado, con otra pistola en la mano, mientras los chicos subían de regreso por las interminables escaleras.

— No vinimos por ellos, solo por ese cerdo y lo tenemos, de pie. – Bruno le dio una patada a Reyes, el hombre estaba temblando tanto que me dio lástima y presentí que no pasaría mucho tiempo antes de que se orinara encima.

— No... me... maten. – Dijo el hombre con un hilo de voz.

— Cállate cobarde, yo me encargo de atar a este cerdo, Benjamín y Darío necesito verifiquen si esos hombres están muertos, no quiero ninguna sorpresa. – Ordeno Bruno y ellos obedecieron.

— ¿Estás bien? ¿Te hicieron daño? – Pregunto Jacobo, concentrando ahora toda su atención en mí.

— Estábamos tan preocupados. – Dijo George entre dientes.

— Estoy en perfecto estado, solo pase un enorme susto y me amenazaron con un arma, pero estoy bien. – Susurre.

— ¿Qué fue lo que ocurrió exactamente? – La mirada de Jacobo es dulce, pero la de George es intensa, si pudiera atravesarme con ella, lo haría.

— Estaba con mi amiga, pasamos toda la tarde caminando, todo estaba saliendo muy bien, hasta que sentí que una moto de estacionaba a mi lado, pude ver una pistola y escuche una amenaza, tuve que subirme.

— Esto pudo haber salido muy mal, pero pienso que fuiste valiente por mantenerte con vida Adrián. – Jacobo me sonrío, y me ataco un golpe de culpa.

— Esto es culpa nuestra perdónanos. – Susurro George, desvió la mirada y comenzó a temblar, puse una mano sobre su hombro.

— No me hicieron nada, estoy bien, y ustedes no tienen la culpa.

— Deberías estar furioso con nosotros y apartarte. – Dijo Jacobo, pero pude sentir el dolor que le causo decir eso, negué.

— No voy a alejarme de ustedes, este mundo que es su mundo, también forma parte de mí, quieran o no y no es algo que pueda cambiar. – Me dirigí más que nada hacía George, pero sigue temblando y evitar mi mirada.

— Si el chico está bien, regresemos. – Dijo Bruno.

— Si, mientras más rápido lo saquemos de aquí es mejor. – Dijo George, antes de acercarse a Bruno para ayudarlo a sujetar el cuerpo de Reyes.

— ¿Estás bien? – Escuche venir de una voz bastante agradable y poco brusca, me encontré con los ojos de Darío.

— Estoy bien, en perfecto estado. – Le mostré mis brazos.

— Realmente es un alivio, vamos, caminare a tu lado durante el camino de regreso. – Asentí y todos nos dirigimos a las escaleras.

Suspire con pesar al pensar que si había resultado doloroso y difícil bajar, subir sería una tortura auto aplicada a mi pobre cuerpo, pero por lo menos yo no estoy cargando con el peso de un hombre que debe pesar lo mismo que un barril lleno. Mire con lástima a Bruno y George.

...

El camino de regreso fue silencioso, nadie hablaba para que no se dificultara la tarea de subir cada escalera nueva que aparecía, incluso me pareció que el camino se suplicó de subida, porque por mucho que subimos y subimos no llegamos hasta arriba si no después de un buen rato. Lo único que se escuchó en el aire fueron nuestros jadeos y por supuesto las quejas del hombre lo suficientemente gordo como para desmayarse a medio camino. Pero por mucho que lo intentara, nadie le permitió desmayarse y lo obligaron a caminar.

Sentí un enorme alivio cuando termino la primera tortura, la segunda seria el viaje de regreso en moto con algunos de los chicos, y no con S. Me limpie el sudor de la frente, me saque el enorme suéter de Ronald y lo acomode sobre mi hombre, tome aire durante un momento algo más aliviado, podría jurar que me estaba horneando. Mire a los chicos y se recompusieron rápidamente, todos caminaron hacia las motos, no las dejaron estacionadas demasiado lejos, no vi ningún rastro de los Red K por los alrededores.

— Se va contigo, supongo. – Le dijo Bruno a George y este asintió, supe de inmediato que se refieren a mí.

— Vamos Adrián. – Me dijo George, apenas en un susurro, parece estar bastante consternado por todo lo que supuestamente me ocurrió, por culpa de ellos.

— Estuve pensando que deberían traerlo con nosotros. – Dijo Bruno, tanto George como Jacobo lo fulminaron con la mirada.

— ¿Te volviste loco? –Pude sentir que ahora si alzo la voz, George volvió a enfurecerse.

— No es como si pudieran esconderlo en un armario para siempre, miren lo que ocurrió, puede que esté vivo gracias a un milagro, este chico no sabe defenderse en lo absoluto, pero puede que sigan pasándole cosas malas, si fueran un poco más inteligentes lo enseñarían ustedes mismos, a sobrevivir como lo hacemos nosotros. – Yo también mire a Bruno, dice todo fríamente, pude darme cuenta de que es un hombre bastante seco.

— En realidad tiene algo de razón. – Le dijo Jacobo a George con mucho cuidado.

— Él no pertenece a nuestro mundo. – Negó George y clavo la mirada en el suelo.

— El pertenece al lugar donde se encuentre más seguro, y ese lugar es con nosotros. – Esta vez Jacobo no fue tan cuidadoso, hablo con firmeza.

— No creo que sea buena idea. – Dijo George.

— No te encierres en una burbuja George y escucha a tu amigo, es mucho más inteligente y razonable que tú. – Dijo Bruno, poco antes de hacer que Reyes se subiera a la moto, y este se fue de lado por el peso, pero no cayó al suelo.

— ¿Tú que piensas Adrián? Es tu opinión la que importa, lo que quieras hacer ahora mismo es lo que importa, ignóralos a ellos. – Me dijo Darío, no pude evitar dirigirle una mirada de afecto.

— Me gustaría aprender a defenderme y poder enfrentar todo esto. – Dije en voz alta.

— Eso es todo. – Jacobo sonrío, pero George apretó los puños con tanta fuerza que me pareció ver pequeñas gotas oscuras, sangre.

...

El camino de regreso fue mucho más silencioso e incómodo de lo que yo hubiera querido, pero no pude si quiera atreverme a hablarle a George o sostenerme de su cuerpo, simplemente enterré mis manos con tanta fuerza en la moto para sostenerme, que los sentí como el calor de la misma me arrancaba la piel superficial de los dedos, no sentí dolor, porque estaba mucho más preocupado por la velocidad con la que pasábamos los árboles. Sentí como mi amigo descargaba toda su furia metiéndole tanta velocidad a la moto como pudiera. Temí por mi vida todo el camino, hasta que llegamos a la ciudad y pude bajarme, lo hice tan rápido que por poco me caigo al suelo.

Me hice el loco mientras que los chicos se encargaban de taparle los ojos y la boca a Reyes, para que no fuera testigo de nada. Me subí en la moto de Jacobo y me abrace a su espalda, él no dijo nada. Y esta vez pude disfrutar del camino, de la noche y el frio agradable que hacía que pequeños escalofríos provocadores me estremecieran la piel. No me di cuenta de cuando llegamos a la zona roja, mi cuerpo no reacciono tan rápido como se lo pedí en cuanto llegó el momento de bajar.

— Está en la zona de nuestro grupo, los halcones. – Me dijo Jacobo, pero apenas pude ver algo, todo estaba tan oscuro que me sorprendí cuando Bruno metió una llave en lo que parecía una pared y esta hizo un ruido metálico al abrirse, una puerta oculta.

— Adelante. – Me dijo Jacobo, como si me estuviera dando paso a su casa.

Entramos a una sala agradable, llena de muebles, mesas y objetos que parecían pertenecerles a los mismos halcones, deje que todos ellos se me adelantaran, espere a Jacobo y me situé a su lado tan pronto cuando vi la oportunidad de hacerlo, evite mirar a George en lo absoluto, pero sentí una poderosa mirada en la nunca, y no tuve dudas de quien era el dueño de la misma. Sentí su ambición de hacer que yo desapareciera.

— Primero debo llevar a este con el jefe, y luego tengo que hablar con él. – Indico Bruno y me señalo con un gesto, no se me paso por la cabeza de que querría hablar ese hombre conmigo, pero no espero una negativa, solo se fue arrastrando a Reyes con Benjamín.

— Debes estar asustado, pero no te preocupes, aquí no corres peligro. – Me dijo Jacobo.

— La verdad estoy bien, solo bastante cansado.

— Pasaste por muchas emociones hoy. – Susurro, de nuevo sentí el golpe de culpa.

— Adrián no quiero que pienses que soy un infeliz y que te quiero hacer revivir todos esos malos recuerdos, pero me da mucha curiosidad saber que te preguntaron los Red K. – No tuve que verlo para saber que era Darío quien me estaba hablando, pero de todos modos me encontré con su mirada, él se acomodó en un sofá lleno de cojines pequeños.

— No me molesta la pregunta. – Le aclare, él me sonrío, y sentí las pisadas de George alejarse tan solo un poco, pero no se fue.

— De todos modos, tal vez fue impresionante vivir todo eso hoy.

— Sin dudas no es una experiencia que me gustaría volver a repetir y con respecto a tu pregunta, ellos intentaban sacarme todo lo que supiera sobre ustedes, pero en realidad más que sus descripciones, no pude decirles nada, debido a que me limite a escuchar sus voces la primera vez que nos vimos, pero no repare en detalles de su vida, y pienso que difícilmente recordarías hasta el color de los ojos de una persona, bajo ese tipo de circunstancia. – Le dije.

— Estoy seguro de que tuviste mucho miedo, pero no sientas vergüenza, aun una persona entrenada, sufriría bajo las condiciones impuestas por los Red K. – Me dijo Darío, y sus palabra me comenzaron a dar vueltas en la cabeza.

— ¿Todos les tienen tanto miedo? – Pregunte sin pensar.

— Por supuesto Adrián, por toda la zona roja se extienden rumores horribles lo que hacen los Red K, son una basura. – Me dijo Jacobo y recordé a Ronald, firme pero muy agradable, por mucho que lo intente no pude imaginármelo como basura.

— Fue una terrible experiencia. – Susurre, con intención de darle un poco más de credibilidad a mi historia.

— Este es un mundo horrible, la mayoría de las personas que terminan en este lugar arruinaron sus vidas o les arruinaron la vida, es un mundo de sobrevivientes, sed de sangre y ambición de poder. – Dijo Darío, pero esta vez sin mirarme, observa con mucha atención las uñas de su mano.

— Por eso nadie se mete con las personas de la zona roja, aquí hay todo tipo de alimañas, no es un mundo muy agradable al cual pertenecer, pero para quien no tiene nada, este es un refugio y un hogar.

— Es un poco... — Las palabras se atoraron en mi garganta.

— Desagradable y cruel, por eso no debiste venir. – Me sorprendió mucho escuchar la voz de George y no pude evitar temblar del susto.

— Pero Bruno tiene razón, no puedes protegerme de todo siempre y estoy cansado de que me traten como a un muñeco, no quiero ser la marioneta que se mueva cuando los otros se lo ordenan, también quiero aprender a caminar por mi cuenta y les agradezco por cuidarme durante toda mi vida, pero ya tome una decisión. – George suspiro, es la primera vez en mi vida que le digo algo así, pensé que explotaría, pero más bien sentí temor y dolor en sus ojos.

— Te apoyaremos en todo lo que decidas, si ya no quieres estar en esa casa, vamos a cuidarte. – Me dijo Jacobo poniendo una mano sobre mi hombro, le sonreí agradecido.

— Sin embargo Adrián, debes prepararte para soportar la crueldad de este lugar, no porque una persona se porte amable contigo significa que es buena, puede tener el corazón podrido, es algo que se aprende con el tiempo, mientras se aprende a vivir. – Dijo Darío, dedicándome una mirada y luego regresando la atención a sus uñas.

— Las personas son crueles en todos lados, no solo en este lugar. – Susurre.

— Tienes razón ¿Por qué crees que llegamos a salvo con un hombre que estaba visiblemente inmovilizado en una moto? ¿Crees que nadie pudo verlo? Probablemente muchas personas lo vieron y se horrorizaron, pero la mayoría de las personas no meten la mano en un sitio que pueda quemarlos. – Dijo Darío, luego sonrío con tristeza.

— Todos cobardes. – Gruño Jacobo.

Me senté junto a Darío, ambos intercambios algunas palabras, pero la mayor parte del tiempo nos quedamos en silencio, pero no sentí ninguna clase de incomodidad con él, es una persona con la que se puede estar fácilmente. El silencio y el sofá me sirvieron de cuna, porque comencé a cabecear en cuestión de minutos, lo que me hizo reincorporarme fue el sonido de la voz imponente de Bruno, que había vuelvo a hacer acto de presencia en la habitación. Le dijo un par de palabras a George y Jacobo quienes solo se limitaron a mirarse entre sí y luego a mí.

— Adrián ¿Puedes venir un momento? – Pregunto Jacobo, con mucho cuidado.

— Claro. – Me puse de pie y camina hasta los tres hombres parados casi del otro lado del lugar.

— Bruno quiere hablar contigo por un momento ¿Te sientes cómodo con eso? – Esta vez me pregunto George, por lo que le dedique una mirada y luego un asentimiento.

— No me molesta hablar con él. – Aunque no imagino que es lo que quiere decirme.

— Entonces ven conmigo. – Indico Bruno, solo entonces vi una puerta que daba a un enorme pasillo lleno de habitaciones, entramos en la tercera.

— Yo...

— Ponte cómodo. – Mire alrededor y me senté en el primer sofá que pude encontrar.

— ¿Por qué quieres hablar conmigo? – Me atreví a preguntar, él se sentó en una silla justo entre de mí, entrelazo sus manos y me observo.

— Escuche todo lo que le dijiste a los chicos temprano, esa historia con los Red K, estoy seguro de que es bastante probable de que sea verdad, sé que no sería la primera vez que sus acciones de salieran de los límites de la zona roja, el problema es Adrián, que tengo este presentimiento tan molesto que me dice y no deja de decirme, que no confié en ti. – Acaricio su barbilla desde que comenzó a hablar y se detuvo cuando termino, me miró fijamente.

— Lo que dije hoy es la verdad ¿Tendría alguna razón para mentirles? Creo que hay que ser realmente imprudente para mentirles a los chicos más peligrosos de la zona roja, sobre todo si como yo, no sabes nada sobre cómo defenderte.

— No importa si mientes o no, ellos van a creerte. – Hizo un gesto que me dio a entender que se refería a George y Jacobo.

— Saben que no sería capaz de mentirles. – Susurre, mi voz apenas pudo responder, porque comencé a sentir nauseas.

— No estoy diciendo que no te crea, simplemente no te creo por completo, sigo sintiendo este presentimiento molesto, y de hecho teniéndote en frente de mí, solo lo hizo crecer, extraño ¿Cierto?

— Definitivamente. – Intente no dejarme intimidar y sostuve su mirada de manera firme, para que se diera cuenta de que no planeaba dejarme asustar fácilmente.

— No confió en ti, esa fue mi razón para traerte aquí. – Por fin desvió la mirada, me sentí aliviado por el gesto y nervioso por sus palabras.

— ¿Me trajiste hasta tu lugar por qué no confías en mí? – Supuse que mi expresión mostraba la misma incertidumbre que mi voz.

— Dicen que hay que mantener a los amigos cerca y a los enemigos mucho más cerca, eso fue lo que hice y no me mal entiendas, yo no te odio o pienso hacerte la vida imposible, quería decirte lo que pienso.

— No sé si debería sentirme agradecido o molesto por eso. – Dije sincero y puse los ojos en blanco.

— No tengo ninguna razón para creer que eres un enemigo, sé que ellos confían en ti y que les importas demasiado, ellos me importan a mí, es por eso que voy a darte la oportunidad de que me demuestres, que mi presentimiento es una tontería. – Se puso de pie.

— ¿Por qué me trajiste aquí exactamente Bruno? – Le pregunte, y también me puse de pie, aunque él es mucho más alto que yo, por lo que se ve imponente y enorme, si lo comparamos conmigo, yo soy un chiste.

— Pienso que vas a ser muy útil, puedes ayudarnos a trabajar, ya hable con el jefe y esta de acuerdo con esto, tu apariencia es perfecta para hacer trabajos en cubierto, no encajas para nada con lo que las personas ven aquí dentro.

— ¿Quieres que trabaje con los halcones? – Todo comenzó a dar vueltas, mi mente tuvo que repetir las palabras varias veces para entenderlas con claridad.

— Si, pienso que es lo mejor que podemos hacer ahora puesto que, si estás aquí con nosotros puedes ayudarnos, puedo vigilarte y todos los chicos van a cuidarte, parece que les agradas.

— Supongo que no tengo opción.

— No creo que la tengas. – Él sonrío satisfecho y comencé a odiarlo.

— Muy bien. – Lo fulmine con la mirada.

— Ya tengo tu primero trabajo y no te preocupes, no nada de vida de vida o muerte, quiero que veas unas fotografías y me indiques quienes son los Red K que te estuvieron haciendo compañía hoy, nombres, gestos, comportamiento, lo quiero todo.

— De acuerdo. – Gruñí por lo bajo y salimos de la habitación para volver a la sala.

Para cuando salimos, los chicos estaban junto a muchos otros halcones rodeando la mesa junto al sofá donde me había estado quedando dormido antes, todos estaban mirando algo con mucha atención, cuando me acerque lo suficiente pude ver que se trataban de fotografías, una gran cantidad de ellas, algunas mostraban rostros, otras motos y objetos.

— ¿Estás bien? – Me pregunto Jacobo cuando reparo en mi presencia, yo asentí e intente sonreír.

— Todas estas son nuevas, nuestros fotógrafos hicieron un gran trabajo, incluso hay fotos de ellos fuera de la zona roja. – Dijo un hombre que no había visto antes.

— A pesar de poder reconocer sus rostros, ellos mantienen sus nombres y vidas personales muy bien ocultas, ni siquiera confían entre ellos. – Esta vez hablo George, lo mire por un momento.

— Adrián va a ayudarnos un poco con el reconocimiento ¿No es cierto Adrián? – Dijo Bruno y no pude evitar mirarlo de mala gana, porque su voz es como la de un tipo petulante, como de los que creen que ganaron todas las batallas, antes de dar pelea. Sin embargo, todas las miradas en la habitación se concentraron en mí, me recompuse.

— Creo que puedo reconocer sus rostros. – Me acerque y tome algunas de las fotos, para comenzar a verlas, separe las que considere prudente y las deje sobre la mesa para que todos pudieran verlas.

— ¿Son estos hombres los que estuvieron contigo hoy? – Me pregunto Darío, asentí.

— Estos son los que reconozco. – Dije en voz alta, a pesar de sentirme intimidado, por tener tantas miradas sobre mí.

— ¿Recuerdas sus nombres? – Pregunto Bruno, comencé a dudar en que decir o que no, pero otra voz hablo antes que yo.

— Este es su líder, es Ronald, estoy bastante seguro. – Dijo un sujeto que estaba al lado de Jacobo.

— Si, cuando hablaban con él, todos lo llamaron por ese nombre. – Le di rápidamente la razón, y me sonrío.

— Este es uno de los más activos y peligrosos. – George toco con el dedo la foto de Oliver, sentí unas enormes ganas de reírme, y me di un fuerte pellizco en la mano para intentar tranquilizarme, la verdad es que no dudo que sea cierto, pero la personalidad de Oliver...

— A ese lo llamaron Oliver, y a este Daniel. – Me fije que ambos salen juntos en prácticamente todas las fotografías.

— ¿Y no había más nadie? – Pude sentir la mirada de Bruno quemándome la nuca.

— Si, estaban dos personas más, pero no recuerdo sus nombres. – Mentí, pero busque las fotos y restantes y cuando encontré a mi novio en una de ellas, mi corazón golpeo mi pecho con tanta violencia que temí que todos estuvieran escuchando los latidos.

— Estoy seguro de que este este es peligroso, ya me habían advertido de que si podía evitar un enfrentamiento con él, era la decisión más sensata que podría tomar en mi vida. – Volvió a hablar el chico junto a Jacobo.

— Este se llama Emilio. – Les dije, concluyendo con los rostros conocidos y me sentí aliviado de que alguien más fuera quien mencionara algo sobre S, pero mantuve su foto en mi mando durante un buen rato.

— Estamos bastante lejos, todavía tenemos que ponerles nombres a muchos rostros y descubrir porque son un peligro para nosotros, si nos toca enfrentarlos, al menos deberíamos saber para qué son buenos. – Les dijo Bruno.

— Pero son demasiados, el informante que mandamos la última vez dijo que escucho una conversación entre ellos, en la que afirmaban que sus miembros se habían extendido de forma alarmante los últimos meses. – Dijo un hombre del otro lado de la habitación, con una horrible voz nasal.

— Por lo menos deberíamos intentarlo Frederick, ellos nos consideran como los únicos que pueden darles pelea, una decente, debemos estar a la altura. – Bruno tomo las fotografías y las guardo en un sobre.

— Supongo que hay que tomar los nuevos datos y archivarlos. – Dijo Darío, y Bruno solo asintió.

— Yo me encargo de hacerlo, todos ustedes deberían irse a dormir un rato, no sabemos si tendremos trabajo esta noche, y tú Darío, como eres el único que no tiene compañero en su habitación.

— Adrián se puede quedar conmigo, no tengo ningún problema. – Se puso de pie, por lo que yo también lo hice.

— Vamos, te acompañaremos a la habitación. – Me dijo Jacobo.

Entonces fue cuando recordé los planes para esta noche con los Red K. 

Notas finales:

Les agradezco por leer, espero que disfruten esta historia. Preguntas, dudas y sugerencias en los comentarios.


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