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Subway por Mise_Hanakotoba

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Notas del fanfic:

Este es uno de los fics que he tenido en mente hace rato y al fin lo he terminado, me disculpo si alguna cosa se me paso, como un dedazo o falta de ortografía, espero que les guste y se diviertan tanto como yo al escribirlo uwu 

 

Notas del capitulo:

Esto es para la Saku que siempre lee mis cosas uwu 

Subway


Abundantes gotas de aquel líquido cristalino escurrían por todo su cabello, mientras el resto de aquellas eran absorbidas, si es que aún se podía, por su ropa pues ya no quedaba centímetro de su cuerpo que no estuviera cubierto por la frívola furia de la lluvia. Lo único que podía hacerle sentir mejor en su situación era no ser el único idiota que no llevaba con que protegerse del impío clima, los demás a su alrededor eran victimas de la misma circunstancia, una “desgracia compartida”.


Después de esperar una veintena de segundos finalmente miró como, el hombrecito detenido de color rojo del semáforo cambiaba por uno verde que corría a toda prisa, era justo en aquel momento que la idea de correr le parecía de lo más estúpida. Las calles se mostraban ampliamente libres de automóviles, estaba tan empapado como para preocuparse por la imparable caída de agua del nublado cielo, ese que en la mañana había mostrado un hermoso color azul acompañado de un esplendido sol; aquella escena de un cálido día se veía tan lejana ahora.


Tampoco se preocupaba por su lento andar, sabía que contaba con el tiempo suficiente para poder tomar el último tren a casa, la vida de un profesor e investigador de la Universidad era complicada, esto se lo repetía cada noche que abordaba el último tren, pero qué más daba si amaba su trabajo, había dedicado la mayor parte de su vida, incluso había sacrificado gran parte de sus años de adolescencia para poder titularse lo más pronto posible y luego de ello obtener los grados siguientes. Cualquiera que lo viera no creería que tuviera un doctorado, pues ni siquiera aparentaba los treinta años que ya cargaba sobre sus hombros, Shoya más bien parecía un dulce chico entre veintitrés o veinticinco por mucho.


Una vez estuvo dentro del tan ansiado medio de transporte, lo primero que llamó su atención fue el hecho de que este venía completamente lleno, no cabía ni un alma más después de que el abordara. Usualmente a tales horas eran pocas las personas que viajaban por la misma ruta, pensó que aquello se debía por la inesperada lluvia. Gracias a tal cantidad de seres no encontró un buen lugar donde sentarse para poder descansar un poco, al menos antes de llegar a su hogar donde tenía algo de trabajo pendiente. Un largo suspiro abandonó sus labios al tiempo que el tren comenzaba a avanzar, resignado buscó hacerse espacio hasta que consiguió llegar a una de las esquinas del vagón donde se recargó.


Por unos segundos cerró sus ojos con suavidad, era tanto su cansancio que estuvo a punto de rendirse ante Morfeo, lo hubiera hecho si su nariz no hubiera captado aquel terrible olor a humedad que tanto detestaba y hacia que su estomago se revolviera, pero lo que le causaba mayor malestar era que él mismo sumado a otros de los pasajeros eran quienes causaban tan nauseabundo ambiente.


Tenía que dejar de quejarse de todo y por todo, suficiente debía tener con el insufrible día que acababa de terminar, nuevamente  no pudo reprimir un cansado suspiro esta vez acompañado de un pequeño golpe en su cabeza, propinado por su propio puño derecho.


Fue luego de aquella reprimenda a sí mismo que su situación comenzó a mejorar, las personas que antes habían atiborrado el vagón iban descendiendo del mismo en grupos, pronto sólo los asientos eran los ocupados, así que se decidió por sentarse sobre la ahora reconfortante superficie de aquel lugar recargando su espalda y cabeza sobre una de esas esquinas. Su destino era bastante lejano, no se preocupaba por pasarse de estación pues debía bajar en la última de aquella ruta, así que no habría problema alguno si dormía un poco antes de su descenso.


Justo a la mitad de su camino y estando a punto de volver a caer rendido, vio subir a un sexy hombre que le hizo perder el sueño por completo, sus ojos se abrieron ampliamente al tiempo que seguía con la mirada el recorrido de aquel delicioso espécimen de hombre. Alto, varios centímetros más que él, y eso era decir mucho pues resultaba difícil aún el encontrar alguien de su propia estatura, cabello medianamente largo, un poco mojado y de color negro, tan negro como la noche, como le encantaba aquel tono de cabello aún más cuando su dueño tenía un par de ojos color gris que hacían una perfecta combinación, sumando también aquellos labios, cuerpo y manos; las mismas que comenzaban a retirar aquel saco negro que parecía estorbarle en el caluroso ambiente que encerraba el lugar, después de ello le vio sacar un pequeño libro rojo de una mochila que llevaba, y sin más comenzar a leerlo. Fue entonces que notó el esmalte negro de sus uñas, no podía ser aún más maravilloso, tenía un pequeño fetiche con los hombres que poseían ese tipo de detalles.


Shoya sacudió su cabeza intentando alejar aquellos sucios pensamientos que le habían venido de pronto al ver las acciones contrarias, pero tenía una pequeña justificación, llevaba tanto tiempo sin ver a un hombre desnudo, que el ver a tan apuesto chico le hizo volar la imaginación. Mucho más cuando este adoptaba tan sensuales posturas intentando encontrar una cómoda para poder efectuar su lectura, finalmente le vio sujetarse de los pasamanos en la parte del techo, una suave sonrisa se esbozó en sus labios al verlo de aquella forma, hombres como ese siempre estaba tan lejos de su alcance aún más si se veía como en este preciso instante lo hacía, mojado y desalineado. Él siendo el típico ñoño, rata de biblioteca, nunca consiguió una buena cita, una buena jodida… sí, fuera de ello nada más, pero como solía oír decir Soñar no costaba nada. Admiró a tan especial ejemplar una vez más antes de volver a cerrar sus ojos, mientras se dejaba llevar por el demandante sueño.


Aquel hermoso hombre le había servido de inspiración para proyectar un encantador sueño en el cual ambos hacían ciertas cosas, unas de las cuales podría hablar y otras que sería mejor que nadie más supiera, estaba en una de las últimas cuando en su sueño todo comenzó a temblar y con ello su fantasía se derrumbaba de a poco. Una voz a lo lejos le llamaba en repetidas ocasiones, pero se negaba a despertar teniendo tremenda experiencia, pero la insistente, aunque agradable voz, seguía resonando en todo su alrededor, una y otra vez más hasta que el temblor terminó por traerle de vuelta, mientras abría e inmediatamente tallaba sus ojos.


-              Idiota llevó rato intentando despertarte –


-              ¿Eh? –


Fue su mejor y la más “inteligente” respuesta que pudo haber articulado, luego de darse cuenta que el dueño de su reciente fantasía era quién le había estado llamando y moviendo para que se despertará, aunque aún no lo hacía por completo, sí lo hubiera hecho sabría que habían llegado a la última estación y que las puertas estaban por cerrarse, fueron estas mismas las que le hicieron reaccionar una vez les vio completar aquella acción. Todo fue tan rápido a pesar de haberlo visto en cámara lenta y en alta definición, o al menos así creyó verlo.


-              ¡Demonios! –


Hoy sus palabras gozaban de tanta sabiduría que él mismo no podía entender como no tenía ya rendido al otro con tanto esplendor en sus palabras, a pesar de todo no podía dejar de ser sarcástico, con mirada asustada y preocupada volteó a mirarle, el otro no podía creer lo que acababa de sucederle, estaba en cierto estado de shock del cual despertó una vez avanzaba el tren.


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No podía ser cierto ¿Verdad? Él sólo había salido a dar un pequeño paseo, leer un poco, ir por algo de ropa a su antiguo departamento y luego volver a casa donde su pequeña mascota, no era gran cosa, serían un par de horas nada más. Pero ahora… Hace un par de estaciones casi todas las personas que habían abordado el vagón antes habían descendido, sólo el tipo del otro lado, el chico frente suyo que dormía sobre el piso y él se encontraban. Cuando llegaron a la última estación iba a bajar, fue entonces que se dio cuenta que el tipo del suelo seguía dormido como si nada, pudo haber sido cruel y dejarlo ahí, pero bien sabía que cuando el último tren dejaba de dar servicio era resguardado todo cuanto quedará en su interior no vería la luz hasta el día siguiente, debía despertarlo.


Se agachó un poco llamando al joven una y otra vez, después incluso lo movió con insistencia, pero el otro seguía dormido, cuando le vio abrir los ojos sintió alivio, aunque de todos modos decidió gritarle un par de insultos. Entonces escuchó el sonido de las puertas cerrarse, su buena acción del día iba a costarle cara, muy cara, escuchó la voz maldiciendo del otro y supo que estaban perdidos.


-              No, no, esto no puede ser –


Una vez salió del shock alcanzó a decir al tiempo que corría hacía la puerta, la golpeó en repetidas ocasiones, al no conseguir nada, caminó por el vagón buscando alguna palanca de emergencia o alguna cámara con la cual dar anuncio de su situación, abrumado quedó al notar que no había nada de eso, en cuanto saliera de este lugar podría una queja por estas irregularidades. Rápido sacó de su bolsillo izquierdo su teléfono móvil con la ilusa esperanza de contar con señal para efectuar una llamada de emergencia, pero todo fue en vano.


-              ¡Es tu culpa! –


Fue entonces que volvió su atención al aún mojado chico que seguía sobre el suelo, al cual vio abrir los ojos con susto luego de aquella acusación, se sintió un tanto culpable al ver aquella expresión, pero no podía evitar querer descargar su reciente enojo, y con quien más podría hacerlo, sino con el causante de el y el único frente a sus ojos. Poco le duró la visión del otro pues las luces del tren se apagaron por completo, tenía que agradecer que el tren fuera resguardado a las afueras de la última estación lo que al menos les dejaba la luz de la luna, que hoy se encontraba llena.


-              Lo siento… -


-              No digas más –


Junto ambas manos y luego de entrelazar sus dedos las apretó con fuerza, mientras cerraba sus ojos y suspiraba completamente resignado. Caminó directo a uno de los asientos donde se sentó sin meditarlo demasiado, no quería ver ni escuchar al otro así que esperaba que no fuera a acercársele, en este momento le sería imposible no decirle algunos insultos más. Al menos esa era su primera intención, hasta ese entonces había olvidado que tenía hambre, fue su estomago el que se lo recordó y no sólo a él, sino también a su acompañante.


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Pudo haber dicho muchas otras cosas más, insistir en los golpes contra la puerta al igual que el otro, pero pronto comprendió que todo ello sería más que inútil una real pérdida de tiempo y energía. Recordó el trabajo sobre su escritorio en casa, vaya que se retrasaría con ello, esto le traería consecuencias menores, pero la pequeña mancha sobre su reputación y buen nombre le tenían por demás angustiado, toda su vida se había caracterizado por ser un ejemplo de entrega y puntualidad, ahora aquello se pondría en duda. Cuando vio al otro resignarse ante lo sucedido no hizo más que seguir su ejemplo, sentándose a unas cuantas bancas lejos, pero esto no le impidió escuchar aquel pequeño rugido provenir del estomago de su contrario. Estuvo a punto de reír por tan curioso sonido, tan cercano estuvo que tuvo que morder su labio inferior para reprimir aquella expresión que sabía le ganaría una mirada de disgusto del otro.


Ahora mismo le venía a la mente el recipiente de arroz que cargaba consigo, quizá no era la mejor disculpa que podría ofrecer, pues realmente se sentía apenado y culpable por lo sucedido, pero era lo único que tenía por el momento, una vez salieran de tal aprieto haría algo más para obtener el perdón del hombre. Buscó entre sus cosas hasta dan con su recipiente y sin pensarlo mucho caminó hasta donde el otro extendiéndole de inmediato lo que llevaba entre sus manos.


-              Puedes comerlo, esta frio, pero… - su voz tembló al notar que el otro había alzado la mirada para verle mientras hablaba – Creo que al menos te quitará un poco el hambre… yo… - la mirada penetrante, aunque ya no tan llena de enojo, del otro le hizo perder la capacidad de hilar una idea coherente – Toma.


Dicho lo último dejó el arroz en el asiento que estaba junto al pelinegro, yendo de nuevo a su lugar, a su helado lugar, pues su ropa mojada empeoraba con el frio que ahora recorría el vagón.


Yuu tuvo que aceptar que dejando de lado lo ocurrido, el otro era muy lindo, mira que llevarle comida y salir corriendo de su lado por el temor a su reacción. Por primera vez en varios meses que una amplia y sincera sonrisa apareció en su rostro, tomó el pequeño recipiente para luego voltear a mirarlo, una vez consiguió contacto visual le agradeció por la comida. Este pequeño acto hizo que Shoya se sonrojara, si estuvieran en algún sitio con iluminación sabía que el otro lo habría notado, eso y que además no llevará aquel gorro y bufanda que estorbaban la vista de los demás.


Pasaron unos diez minutos cuando el frio ya le resultaba insufrible, su ropa sólo le causaría un resfriado seguro, así que comenzó a quitar primero su gorro, le siguió su bufanda, sus anteojos y finalmente su grande abrigo. En cuanto retiró aquella última prenda una serie de estornudos suyos se hicieron presentes, era demasiado tarde el refriado ya era un hecho. Cerró sus ojos con fuerza, mientras se recargaba sobre lo primero con lo que hizo contacto su hombro izquierdo, abrazó su cuerpo intentando darse un poco de calor, pero no veía diferencia alguna al hacerlo. Estaba tan concentrado en sus propias lamentaciones, que no fue capaz de percibir cuando Yuu había caminado hasta su lado.


-              Quítate esa ropa –


Sus ojos se abrieron de golpe mirando sin entender del todo aquella orden, el hombre de ojos grises le miraba sin mostrar alguna expresión clara en su rostro, aunque este mismo pronto notó que quizá lo que había dicho estaba siendo malinterpretado, pues desviando su mirada buscó las palabras correctas con las cuales darse a entender.


-              Tengo algo de ropa en mi mochila, estoy seguro que te queda, si sigues con la tuya vas a enfermarte. –


Dicho esto no esperó respuesta fue por la muda de ropa de la que había hablado y como hace un momento el otro lo hizo, salió corriendo, aunque de forma más elegante, hacia su lugar intentando no voltear a mirar para que su compañero se sintiera en libertad de cambiarse.


Shoya no era ningún estúpido, al menos no lo sería ahora mismo,  se quitó por completo su ropa, dejando sólo la interior, quiso hacerlo lo más rápido posible no sólo por el maldito frio, sino porque se mataría antes de mostrarse desnudo ante su compañero de desgracia. Si supiera que su propósito no se había cumplido, Yuu volteó por breves momentos a verle, la primera vez sin tener real intención de mirar de más, pero una vez había visto ese cuerpo delgado no pudo evitar mirarle de reojo y con precaución hasta que el otro terminó de esconderse bajo la ropa que le había donado.


El de ojos color plata se giró una vez que le era permitido hacerlo, fue entonces que vio cuan hermoso era el estúpido que los había metido en problemas, antes no lo había notado por lo mal vestido que se encontraba, pero ahora con esos ajustados pantalones negros (aunque podría jurar que le quedaban grandes) y camisa entallada, sin perder de vista por supuesto la dulce y confundida expresión de su rostro, aquel cabello en parte negro con la parte trasera decolorada, su pura y cristalina mirada de color azul; y que decir de esos labios rellenitos que pedían ser mordidos, no con dulzura, sino con desmedida pasión.


Después de todo no le parecía tan mal quedar encerrado por toda la noche con tan dulce niño, lastima que eso creía que era un dulce chico que no rebasaría, según sus cálculos, los diecisiete años.


-              Deberíamos ir a dormir, pequeño. – palmeó el asiento a su lado, indicándole que se sentará en el, más el otro pareció no entenderle pues se sentó sonde antes lo había hecho. -


-              Tienes razón, buenas noches –


Shoya hizo lo que creyó correcto, no era del todo tonto, sabía que había sido invitado al lado de su compañero, pero vamos el hombre le parecía la cosa más excitante que había visto en años y no se arriesgaría a hacer algo imprudente en un momento como este.


-              Que vengas acá conmigo, el clima esta terrible, será mejor que nos demos un poco de calor entre nosotros. –


Querría decir que no tenía ninguna doble intención con el niño, si lo hiciera estaría mintiendo, no se propasaría, pero aprovecharía la oportunidad de tenerlo entre sus brazos. Al ver que el pequeño dudaba en unírsele, fue el mismo donde este se encontraba, sentándose y de inmediato pasando sus brazos por su cintura, así le atrajo con suavidad a su propio cuerpo. Ante tales acciones el de ojos azules, se puso realmente nervioso, estaba de más decir que el contacto no le desagradaba, pero no era algo que esperase, al final, aunque algo temeroso, imitó al otro, pero este abrazándole por los hombros, dejando una casi nula distancia entre sus cuerpos, sus rostros, sus ojos, sus labios.


-              Bunas noches –


Dijo el delgado chico antes de esconder su cabeza en el cuello de su compañero, una mala decisión tomando en cuenta que de esa forma logró aspirar aquel embriagante aroma masculino del otro. Yuu por su parte no hizo más que sonreír por ello, si tan sólo el niño fuera mayor se animaría a enseñarle un par de cosas con las cuales pasar el tiempo a su lado. Pensando en ello, supuso que el otro debía tener miedo, preocupación por lo que en su hogar estarían pensando ante su ausencia, fue en ese momento que decidió alejar sus bajos pensamientos, para poder decirle algo de apoyo.


-              Tranquilo, todo estará bien, seguramente en casa tus padres están preocupados por ti, pero mañana que salgamos de esto te acompañaré para que no piensen mal, yo les explicaré todo. Tienes cara de ser un buen niño así que dudo que no te crean –


En cuanto escuchó todos esos comentarios no pudo evitar sonreír con amplia diversión, no podía creer lo que escuchaba, sobre todo aquello de ser “un buen niño” si bien era cierto que no hacía nada fuera de lo normal, eso no era reflejo de su bastante pervertida imaginación. Antes de soltar una carcajada logró alejar un poco al otro para poder mirarle a los ojos, estaba ansioso por ver la expresión de aquel una vez le dijera su edad.


-              Amable señor, ¿Cuántos años cree que tiene este pequeño jovencito? –


-              Diecisiete… - respondió confundido por la repentina pregunta, pero sobre todo por aquella cautivante mirada del otro, la que mostró cuando negó que esa fuese la respuesta correcta – ¿Dieciocho? Algo es seguro no pasas de los veinte.


Fue el cielo escuchar la armónica y encantadora risa  del más joven, el paraíso terrenal al percibir el brillo de sus ojos, de verdad agradecía que la luna llena les brindara su luz esta noche.


-              ¿Cuántos años tiene usted? –


-              Treinta y dos… -


-              Sí algo es seguro, es que es usted mayor que yo… -


Se interrumpió un momento, ampliando su sonrisa, la cual acompaño de un leve sonrojo en sus mejillas. Hace tiempo que nadie le disminuía tanto la edad, al menos no como una simple cortesía, pues podía ver con claridad que el otro de verdad creía en que tenía tan pocos años.


-              Tengo treinta, un empleo y vivo sólo hace diez años. Los mismos años que mamá y papá llevan sin preocuparse donde duermo, saben que estoy bien cada que les llega dinero de mi parte al final de mes.


Esta vez fue Yuu quien lo separó de su lado, no por querer alejarle de verdad, sino para poder observarlo a detalle, ¿Cómo demonios podía tener treinta con esa carita de adolescente? ¿Magia? O tal vez era una recompensa por haberse portado bien en alguna vida pasada. Cualquiera que fuese la razón el hombre, ya no niño, a su lado era sumamente lindo, con una encantadora mirada, de un cuerpo hermoso o al menos eso es lo que habían alcanzado a percibir cuando le vio semi desnudo y ahora que lo tuvo entre sus brazos.


-              Esto ha sido toda una sorpresa, antes pude haber jurado que eras un niño, me siento como un tonto, pensé que debía cuidar de ti como de un pequeño –


Restándole importancia a cualquier otra cosa, dejando de lado la nueva noticia le abrazó de vuelta contra su pecho deslizando su mano derecha por aquella fina espalda hasta posarla sobre la nuca ajena, enredando sus dedos en aquel hermoso cabello, si bien ya no se trataba de un niño, podía continuar con aquello de “brindarse calor mutuo”. Intentó mantener la serenidad, no solía comportarse como ahora, usualmente era un caballero que no dudaba en mantenerse firme y alejado de las personas que no conocía, pero realmente el otro era jodidamente todo lo que alguna vez espero encontrar en alguna persona, al menos la parte exterior lo era.


Siempre quiso dar con un chico lindo, pero a la vez inteligente, sensible y capaz de mostrar distintas facetas, buscó entre muchos chicos e incluso una chica la última vez, quizá debía omitir que esa fue la peor experiencia de su vida. Si este tenía un poco de aquello tan deseado por él, estaría feliz de pedirle una cita luego de que salieran de tal encierro. El problema radicaba en que en ese preciso momento su cuerpo le estaba demandando por algo más que ese abrazo, hasta el momento se había controlado tanto como pudo hacerlo, temía a cometer un error y perder la oportunidad de conocer al chico si se dejaba llevar por lo que su naturaleza exigía.


Para Shoya la historia resultaba ser un poco distinta, envuelto en tan cálidos brazos no hacía más que dejar viajar su imaginación, aunque esta vez tendría en su favor el pecar de inocencia pues para él, el caballero que le abrazaba lo hacía como lo pudo haber hecho por alguien más. Decidió disfrutar de tan amable atención, de la cual seguro ambos se olvidarían la mañana siguiente, ahora no había tiempo como para fantasear, al menos no en la realidad porque en su mente la fantasía iba más allá de su voluntad. Su cabeza se había recostado sobre el pecho ajeno, al tiempo que sus parpados ocultaban aquel hermoso tono azul de sus ojos, cuando la mano del otro subió a su cabello tuvo que reprimir aquel suave gemido que moría por salir de entre sus labios. Luego de unos minutos su cuerpo se encontró tan relajado que estaba por caer dormido por enésima vez en la noche, qué más podía hacer si realmente el agotamiento le consumía.


Ante tales acontecimientos Yuu no dijo nada más, quizá esa era una señal para mantener quieto a su cuerpo, podría estar excitado y entusiasmado con la idea de juguetear con el hombrecito, pero jamás lo haría mientras el otro dormía, eso entraba en el nivel de violación, abuso y todas esas cosas que no era capaz ni siquiera de imaginar de su parte. Mañana le pediría su número telefónico, si tenía suerte, que esperaba hacerlo, le propondría tener una cita o para ser más discretos ir a tomar un café, usaría como escusa el que el otro lo haya metido en tal lio y por eso el chico debía aceptar si o sí. Con aquel pensamiento se dispuso a dormir también ya era algo tarde, así de lejos había volado el enojo inicial que sintió por el hombrecito, desde que vio su dulce mirada se le olvido que estaba molesto.


Mataría al imbécil que se atreviera a despertarlo ahora, estaba teniendo el sueño más hermoso, delicioso, placentero, sensual y erótico de toda su maldita vida, sus manos se encontraban detrás del cuello de su amante, mientras sus muslos reposaban cada uno al lado de los ajenos, su cuerpo desnudo en especial su trasero rozaban a fuego vivo la piel ajena también desnuda, su dilatada entrada contra el prominente miembro que se esforzaba por entrar a su cavidad.


-       ¡Mételo! ¡mételo! – rogó con insistencia sobre los labios del caliente semental que le tenía sujetado son tal fuerza por la cadera, enterrando sus dedos en su delicada piel. El hombre de su sueño era el mismo que el que se encontraba seguramente abrazándolo en aquel momento, vaya que el tipo le había dado suficiente material con el cual fantasear por varios días.


-       ¿Todo bien? –


Escuchó la voz de su, en sueño, amante, aunque dicha voz sonaba tan lejana como la primera vez que el hombre le había intentado despertar.


-       Todo bien, métemela


Respondió sin pensarlo dos veces en un marcado puchero, la lejana voz no sonó de nuevo por largo rato, de un momento a otro el deseado amante despareció, con el la confortante cama bajo sus cuerpos y todo cuanto había estado a su alrededor, sólo quedaba él en la nada con su cuerpo desnudo y excitado.


Fue cuando sintió el peso de otro que sus ojos se abrieron ampliamente, el pequeño hombrecito le había montado, pero lo que más le sorprendió fue escucharle decir tales cosas, mientras se restregaba de aquella forma contra su cuerpo, estuvo por corresponder como se debía ante tal proposición si no fuera porque el otro estaba completamente dormido. Sí tendrían sexo lo harían como mandaba y dictaba la buena razón, en su intentó por despertarle le llamó varias veces, incluso le pregunto si todo andaba bien, pero el chico tenía el sueño más pesado que nadie en el mundo. No le incomodaba la petición ajena pues su miembro comenzaba a endurecer, pero se necesitaba de dos personas conscientes para volver aquello un juego divertido.


De pronto el chico se abalanzó sobre sus labios con tal exactitud que hubiera sido inútil negarse a ese beso, dentro de sí mismo se sentía culpable por aprovecharse, pero su cuerpo no sentía en lo mínimo aquello, su miembro estaba tan duro como era posible y estaba suplicando por ser liberado y ensartado en aquel delicioso cuerpo. Levantó el cuerpo del otro y con algo de fuerza lo azotó sobre el suelo, lo suficiente para despertarlo, con tal sutileza para no lastimarlo.


Shoya no tardó en despertar ante tal golpe contra el piso, sus ojos se abrieron ampliamente, mucho más cuando sintió al otro entre sus piernas y sus labios sobre los suyos. ¿Seguía soñando? Con temor correspondió al beso del cual eran objeto sus labios, sus ojos se mantuvieron abiertos, mientras el otro se aferraba a su cadera comenzando a mover su cuerpo contra el suyo. Con suavidad pasó sus brazos tras su cuello atrayendo al hermoso hombre de ojos plateados a sus labios, era un hecho que esto seguía siendo un sueño, no tenía tanta suerte para que fuera real. Así que decidió seguir disfrutando.


Las manos ajenas recorriendo su cuerpo, se sentían realmente cálidas al igual que sus labios que ahora se deslizaban con maestría por su cuello y pecho, de a poco sintió como la ropa le abandonaba lentamente hasta dejarlo tal como lo habían traído al mundo, su piel se enchinó ante el frio clima, pues el hombre le abandonó por unos instantes en los que se retiró su propia ropa, lo cual disfrutó enormemente, pues aquel cuerpo era realmente una belleza, no muy grande, no muy delgado, brazos fuertes, pero sin ser nada toscos. Todo en su lugar, además ese hermoso cabello negro cubriendo su rostro y esos plateados ojos que le miraban con hambre y deseoso. Como única respuesta a sus actos abrió sus piernas invitándole a que continuara.


Yuu no dudó dos veces en aceptar aquella invitación, se instaló entre esas delgadas y largas piernas, sus manos tomaron ambos muslos, apretándoles fuertemente. El momento para detener las cosas había pasado, no pudo contener más sus deseos de hacerlo suyo, después hablarían de ello con calma, se presentarían, por ahora quería joderlo hasta que gritara su por más y más.


- Diablos –


Un susurro que no pasó desapercibido por su compañero, quien parpadeó por tal expresión. Y había dicho aquello al notar que no tenía nada con que lubricarle, ni un preservativo. Como si el menor supiera de ello, se levantó un poco tirando de su mochila, de la cual sacó una pequeña botella de lubricante.


- Tendremos que hacerlo sin condón – le susurró el joven sobre sus labios – tranquilo no vas a preñarme.


Con una sonrisa divertida le vio volver a su posición contra el suelo, abrió el envase y de este vertió una cantidad abundante del líquido que guardaba en su interior, después de llenar lo suficiente con aquella esencia dos de sus dedos los encaminó hasta la rosada y necesita entrada de su compañero en desgracia, introdujo el primero con lentitud y suavidad en movimientos circulares, metiéndolo y sacándolo a un ritmo constante, agregó un segundo digito cuando el primero comenzó a salir y entrar con facilidad. En la punta de propio miembro ya se derramaban pequeñas gotas de líquido pre-seminal, tan erecto como la situación lo ameritaba, mientras esperaba ansioso a que fuese su turno de participar en aquel glorioso momento.


¿Era de verdad un sueño? Se preguntó Shoya al momento de la primera invasión, el dolor fue algo que podía soportar, pero la incomodidad que sintió le hizo dudar. Había tenido sueños en extremo reales, pero este sobre pasaba a todos y cada uno de los anteriores, incluso su cuerpo ardía con mayor intensidad, al igual que el libido y lujuria en su interior. Al sentir el segundo dedo echó su cabeza hacia atrás, mientras mordía su labio inferior aprentando también los puños de sus manos. A penas si podía respirar cuando de pronto vino aquella desesperante sensación de abandono, pues su contrario había retirado aquel par de dedos, listo para penetrarle. Shoya le miró directo a los ojos, esta era la parte en la que siempre despertaba, estaba seguro que de un momento a otro sus ojos se abrirían y despertaría entre el suave abrazo del que en su sueño era su amante.


Estaba tan convencido de su próximo despertar que al estar próximo el miembro del otro a su entrada, cerró los ojos relajando su cuerpo, fue hasta que la punta de aquel trozo de carne invadió su interior que se dio cuenta de cuánto había estado equivocado. El dolor fue lo más jodidamente terrible que recordaba haber sentido, la mayoría de sus amantes en el pasado tenían el tamaño promedio del japonés, pero este hombre, si bien no era gigante, tenía un miembro un poco más grande que el promedio.


- Esto no es… -


Habló mientras abría sus ojos con sorpresa y notable dolor en sus expresiones faciales, sus manos se aferraron de los hombros ajenos, enterrando sus uñas en la tierna carne de esta parte de la anatomía contraria, sus quejidos no paraban de salir de entre sus labios, mientras Yuu avanzaba cada vez más dentro de su cuerpo.


- ¿No es… no es un sueño? Pensé… que lo era…


No pudo evitar preguntarle a su compañero, creía saber la respuesta, vamos en estos momentos la respuesta era más que evidente, pero aún así quería confirmarlo, asegurarse de que no fuera otra fantasía más elaborada por su pervertida imaginación.


Después de escuchar aquella declaración detuvo su intromisión, pues había sido capaz de reconocer la sinceridad en las palabras del otro, de un momento a otro retiró su miembro, ayudándole luego a levantarse, sí él seguía haciéndolo de esta manera, sería peor que una basura, peor que muchos tipos a los cuales presumía haberles partido la cara, peor que ellos sería por aprovecharse de esta situación. Una vez el otro estuvo sentado sobre el suelo, se acercó a abrazarle por la cintura acercándolo con suavidad a su propio cuerpo. Deslizó su mano derecha hasta que pudo acariciar los cabellos de su contrario. Todo esto era un real martirio su miembro estaba tan duro que le dolía.


- Lamento tanto esto, yo… pensé que estabas totalmente despierto… tú estabas tan… -


- Cachondo. – completó el más joven, que no pudo evitar sonrojarse.


- No – acompañó su negación con un simple movimiento de cabeza - tan dispuesto a hacerlo. Tienes serios problemas a la hora de dormir ¿Sabías?


- Ahora veo que los tengo, pero… ¿Quién dice que no estoy dispuesto a hacerlo? –


La mirada dulce de Shoya se dirigió finalmente a su acompañante, quien se quedó confundido ante tal pregunta, el más joven se levantó lo suficiente para poder volver a sentarse, esta vez sobre el otro, dejando que sus miembros chocaran el uno contra el otro con suavidad, pero con evidente provocación, sus brazos rodearon el cuello de ello, logrando con esto que sus frentes quedaran la una sobre la otra, sus labios rozándose con sutileza, mientras su respiración volvía agitarse a un ritmo medianamente acelerado.


- No me acuesto con desconocidos… - susurró Shoya antes de volver a sonreír con cierto deje de malicia y diversión - ¿Cómo te llamas?


- Yuu…


Ante tal confusión apenas si pudo decir su sin tartamudear, estaba hipnotizado por el brillo de los ojos del otro, y lo hermoso que el cuerpo desnudo ajeno se veía bajo la luz de la luna.


- Shoya… ahora que nos conocemos, ¿podrías continuar? –


Dicho esto bajo del otro, acomodándose de nueva cuenta sobre la superficie fría del vagón, ayudándose de sus manos, recogió un poco más sus piernas, mientras estas se abrían lo suficiente de nueva cuenta. Su respiración estaba sumamente entrecortada, no podía evitar mirar con necesidad y ruego al otro que seguía dudoso sin unírsele. En toda su vida, jamás se había comportado de tal forma, pero la lujuria en su cuerpo no le dejaba otra opción, además ¿Por qué desaprovechar la oportunidad de tener a semejante hombre entre sus piernas? Sería sólo una vez, después lo olvidaría, no tenía que traerle mayores consecuencias.


- Por favor… Yuu… - rogó con notable desesperación en su tono de voz.


El otro no pudo resistirse más ante tal llamado, no era de piedra, se acomodo en el espacio que le era ofrecido y sin más llevó de nuevo a su miembro a comenzar a invadir la cavidad ajena, lo hizo con lentitud, pero constantemente, sacándolo y metiéndolo cada vez más a fondo hasta que logró meterlo por completo. Estaba realmente satisfecho por la combinación de quejidos y gemidos provenientes de los labios de su contrario, al igual que por el estremecimiento de su cuerpo.


Después de eso las embestidas se hicieron presentes, lamidas, besos y mordidas, por parte de ambos, mientras tenían sexo por cada rincón que les ofreció una superficie plana, Shoya no  tenía duda alguna de que era la mejor noche de su vida, con algunos tropiezos al inicio, pero jodidamente hermosa con esto, pues Yuu le penetró y embistió como nunca antes nadie lo había hecho, lo marcó de tal manera que le sería difícil encontrar alguien que lo superara. Sus besos y mordidas serían algo que siempre arderían en su piel, en sus labios, los cuales enrojecieron luego de tantos asaltos sobre estos. Su cadera dolería horrores quizá por varios días, pues las embestidas contra lo duro del suelo y la pared que después emplearon no habían tenido piedad contra su cuerpo. Mucho menos las manos que apretaron cada centímetro de su torso, cintura, cadera y trasero una vez que cabalgó sobre él, pues estas habían dejado marcados sus dedos como si de un tatuaje se tratara.


Por su parte Yuu estaba un tanto sorprendido, ya que no había esperado que Shoya fuera tan bueno para esto, creía que era un dulce chico al cual se le debía enseñar cómo hacer el amor, pero era completamente contrario, Shoya era del tipo que terminaba enseñándote un millón de cosas más. Sin perder su dulzura, su ternura incluso su inocente mirada, el menor hizo cosas que nunca antes había tenido la oportunidad de observar y le hizo alcanzar el mejor orgasmo de su vida. Pervertido y jodidamente encantador a la vez, una mezcla realmente hermosa y perfecta. Después de tanto delicioso esfuerzo, le ayudó a limpiarse, vestirse y luego lo hizo el mismo con él, pues no querían arriesgarse a ser encontrados desnudos por la mañana.


- Eres realmente hermoso – susurró cerca del oído del chico más joven, mientras le abrazaba por la espalda acariciando su vientre.


Ante tales palabras Shoya no hizo más que sonrojarse no recordaba que antes algún otro amante luego del sexo se portara lindo con él, lo eran a veces al inicio cuando querían que se dejara hacer, después simplemente se vestían y se iban, no es como si Yuu tuviera la opción de irse tampoco, pero sí podría no estar abrazándole y hablándole de aquella forma tan amable. No es aquello realmente le molestara, pues tampoco esperaba más de aquellos, ni les daría más de lo que su cuerpo podía ofrecer, así que esta vez sería un especial y dulce recuerdo, por eso no se reprimía ni alejaba a Yuu, pues sería la última vez que se verían. Se acurrucó entre sus brazos, cerrando sus ojos aunque no tenía planeado dormir, ya que las inocentes caricias que recorrían su cuerpo le podrían mantener despierto toda la noche, o lo que restaba de esta, ya no estaba tan seguro del tiempo, ni el lugar, sólo estaban ambos en un dulce y cálido abrazo. Decidido a no olvidar el rostro de tal hombre, giró su cuerpo para encontrarse con su mirada, sus ojos color azul chocaron inmediato con los color plata de su compañero y sin pensarlo dos veces tomó sus mejillas entre sus manos y le atrajo a sus labios, en un calmado beso que duró largo tiempo.


Entonces ambos quedaron dormidos, pero no fue por mucho tiempo, fue aproximadamente unas cuatro horas después que el tren comenzó a avanzar y con ello hubo un poco de ajetreo que terminó por despertar, irónicamente, primero a Shoya, quien al instante supo que todo había terminado, era hora de despertar a la vida real. Yuu no tardó en despertar tampoco antes de lo que esperaban las puertas se abrieron dando paso al personal de limpieza del lugar, los cuales les miraron con extrañeza. Luego de un rato de discusiones con los encargados de la estación salieron bien librados y con las disculpas ofrecidas por ellos.


Yuu estaba por decirle algo a Shoya, pero el encargado principal de la estación le llamó para que firmara unos papeles referentes a las quejas que daría en contra del servicio y poca seguridad del sitio. El más joven pudo haberse quedado a esperarlo, pero tampoco le fue pedido que lo hiciera así que decidió marcharse. Era mejor quedarse sólo con lo lindo de anoche.


Una vez llegó a su casa hizo un par de llamadas para disculparse, pues se ausentaría ese día del trabajo y quizá un par de días más hasta que el dolor de su cadera fuera más soportable. Pasó el día entero en cama, levantándose sólo para comer, aunque todo el día estuvo pensando en Yuu, recordando sus caricias y besos. Pasaría algo de tiempo antes de que lograra olvidar aquel suave y duro en veces, tacto sobre su piel desnuda y vestida.


Pasó una semana más, cuando finalmente pudo regresar a sus investigaciones fuera de casa, pues la escuela para la que trabajaba había decidido que era tiempo de darle algo de descanso cuando él estaba listo prácticamente dos días después, estrictamente tenía permiso para faltar al trabajo por dos semanas, pero había tomado sólo una contradiciendo a sus superiores. En cuanto subió al tren tuvo una extraña sensación, era como si buscara algo más bien a alguien, luego de mucho de ello se maldijo mentalmente pues había un discurso que debía preparar y aún no tenía idea de cómo comenzarlo.


Antes de bajar del tren, sintió como alguien se sentaba a su lado, pero no le dio mayor importancia, simplemente acomodo sus lentes y continuó leyendo, hasta que aquel individuo se recargo sobre su hombro, arrebatándole los papeles de sus manos.


- ¿Pero qué demonios… -


En cuanto volteó se encontró con aquellos hermosos ojos plateados mirándole directo a los suyos, mientras el dueño de estos le abrazaba son suavidad por la cintura.


- Te he estado buscando ¿Sabías? Olvidaste tu cartera ese día –


Yuu sacó aquel objeto de su bolsillo izquierdo entregándoselo de inmediato a su Shoya, el cual lo recibió aún confundido por el repentino reencuentro.


- Aunque no tenía dentro tu identificación, ¿Cómo esperabas que supiera donde vivías para devolverla? –


- No esperaba que lo hicieras – Shoya sonrió con nerviosismo, pues la cercanía que estaba manteniendo con el otro llamaba demasiado la atención de los demás pasajeros. – No tenía nada dentro más que facturas, así que no debiste molestarte, Yuu –


- Recordaste  mi nombre –


- No es complicado… -


- Cierto – asintió con suavidad sin dejar de abrazarlo – Me debes una cita, después de todo eso… me debes una cita, quizá una cena, una salida al parque, cualquier cosa que me haga estar a tu lado.


- ¿No crees que vas algo rápido? – intentó alejarlo un poco, lo cual logro unos segundos después, mientras se levantaba para poder descender del tren, Yuu le siguió. – Sólo fue una noche, la pasamos muy bien, pero…


- No estoy pidiendo que seas mi novio, sólo vamos a salir y después lo que venga… -


La forma en que el hermoso hombre de ojos plateados le miraba era realmente un pecado, él podía decirle que no a sus propuestas, mientras estuviera mirándolo de aquella forma. Una suave sonrisa se dibujo en su rostro cuando el otro entrelazó los dedos de su derecha con los propios de su izquierda.


- ¿Entonces? –


- Esta bien, tengamos una cita. –


Suspiró un poco antes de volver a sonreír con nerviosismo, estaba loco lo sabía, pero que tanto podía perder si aceptaba salir con el otro, quizá era hora de intentar establecer algo más serio, no siempre quedaría encerrado en el vagón del metro con un lindo chico, y aunque lo hiciera ninguno de ellos se parecería a Yuu pues no podía negar que aquel hombre le había hecho sentir cosas que nunca antes había podido imaginar o fantasear.


En cambio Yuu estaba completamente seguro de querer al otro en su vida, le costaría trabajo conquistarlo, pero tenía bastante tiempo para hacerlo, pero lo haría, no dejaría ir a aquel hermoso chico que guardaba dentro de sí la mezcla más perfecta, dulzura, perversión y mil cosas más que estaba dispuesto a ir descubriéndolo.

Notas finales:

Hey, si les gusto dejen review, que si los artistas viven del aplauso del publico, nosotras lo hacemos de los review de aquellos quienes nos leen, acepto criticas constructivas, opiniones y sugerencias. 

 

Si les gustan los fics de DIAURA los invito a estar al pendiente de las actualizaciones de SHOXX y Reincarnation, que son mis fics largos de ellos, también esten pendientes de mi perfil que aún tengo otros fics sobre ellos en proceso. 

Sin más que decir hasta luego :D 


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