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La cura del síndrome por Byakko

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Notas del capitulo:

Espero disfruten este fanfic tanto como yo disfruté al escribirlo.

Twoshot

Marco x Jean

Por: Byakko

La cura del síndrome

De nuevo se hallaba sentado frente a la computadora, la pluma de la tableta en la mano y el lienzo de Photoshop frente a él, vacio. Hace un dos años que Marco Bodt  había terminado su carrera de artista plástico y simplemente ahora se preguntaba ¿qué demonios estaba haciendo de su vida?. La cuestión es que mientras estuvo en la carrera no se percató de que vivía en un mundo protegido, el exterior y toda la competencia eran implacables aún para él que se había graduado como uno de los alumnos más prometedores. La situación estaba realmente compleja y desmotivante.

Gracias a eso, iba por el tercer mes sin poder dibujar, pintar o al menos garabatear algo que le pareciera bueno, estaba abatido por la realidad y por sus propios esfuerzos que no parecían rendir frutos, cada vez que se disponía a sentarse frente a la pantalla de la computadora o frente a un simple y llano papel le entraba una especie de síndrome, se veía paralizado e incapaz, todas las posibilidades lo abrumaban horrorosamente.

Terminó por desconectar la tableta y cerrar el programa más angustiado que al principio. Sabía que ese bache estaba formado por más, tenía varios asuntos irresueltos sobre los que realmente no podía hacer nada más que ser paciente, o al menos intentar serlo. Entre ellos estaba uno en especial. Toda la dedicación que exigía su trabajo no le permitía tener una pareja sentimental, oportunidades las había tenido ya que era un chico agradable con semblante comprensivo y una de esas sonrisas ganadoras que hacen ceder al más amargado, para rematar unas pecas simpáticas que lo hacían completamente adorable al mismo tiempo que le disminuían la edad que aparentaba. Sin embargo él había huido a estas oportunidades como si de la peste se tratase,  no quería tener nada que ver con algo o alguien distinto a su profesión, si iba a tener un novio ( sí, es gay) tendría que ser artista gráfico, sus amigos solo pertenecían a ese círculo estaba realmente tan comprometido que si alguna vez salía a divertirse solo se involucraba en actividades artísticas y uno de sus mejores desahogos consistía en ir a pasear a la tienda gigantesca de venta de material artístico. Pero esta vez, en esta específica y maldita vez ni siquiera eso había funcionado, estaba en el hoyo.

Tras hacer este recuento se dio cuenta que quizás la razón de este muro invisible es que estaba taponeado, abrumado. Si ese era el caso tenía la solución perfecta. Tomó la portátil que había lanzado y entró a su facebook, había visto recientemente la información de un taller de creatividad no muy costoso. Por lo regular los talleres y conferencias conseguían motivarlo muchísimo, se inscribió  e imprimió su boucher de pago. Esto seguramente iba a sacarlo del bache, sería genial y una buena excusa para socializar ya no recordaba la última vez que había mantenido una conversación con otro ser humano más larga que pedir una pizza y pagarla. Mientras se colocaba la chaqueta y tomaba su sombrilla (afuera briznaba) pensó que quizás el era el único culpable de encontrarse en esta situación tan lamentable, últimamente parecía evitar a todos. Pero era demasiado terco para aceptarlo, aún si solo se traba de una reflexión consigo mismo. Tomó sus llaves, el celular, la cartera y salió a pagar el curso.

***********

La emoción por el taller era una influencia tan buena que  el día anterior a este casi había conseguido dibujar algo decente, casi. Y estaba feliz por eso, era una señal fidedigna de que las cosas iban a mejorar. El día llegó y el taller era por la tarde, así que Marco aún tuvo tiempo de adecentar su casa y esmerarse algo en su atuendo, él creía firmemente que los eventos especiales en la vida requieren la vestimenta especial (o al menos más esmerada que la de siempre) entonces se presentó al taller luciendo un poco fuera de lugar pero bastante atractivo. La agradable sorpresa es que las personas allí reunidas formaban un grupo mediano y  tranquilo, bastante prometedor. El asesor del taller era el reconocido artista gráfico Erwin Smith, un rubio alto y guapo con una cara serena y la sangre lo suficientemente fría como para pintar frente a una multitud apabullante de fans.

-para los ejercicios es necesario que se pongan por parejas- dijo sin mirarlos dos veces para después preparar su material y el lugar de trabajo.

Marco volteó a ver al grupo interesándose en el perfil individual de los miembros, la verdad es que había una fauna muy variopinta pero ya había visto a su pareja, era una chica alta de cabello castaño amarrado en una cola de caballo y que masticaba distraídamente una papa frita de la enorme bolsa que tenía acunada como si de un bebé se tratase. Cuando dio los primeros pasos hacia ella sintió como alguien tomaba su mano, se volteó desconcertado y dispuesto a zafarse.

-Nuestra mesa esta por allá…- dijo este chico desconocido jalándolo hacia el lugar en cuestión, una vez que se sentaron Marco lo observó detenidamente. Pero que autoconfianza tan grande tenía el tipo, había que reconocérselo. Ni siquiera le preguntó si deseaba trabajar con él y ahora que lo pensaba debió haberse negado. Eso había sido mal educado y pretencioso, sí debió negarse, aunque quizás no lo había hecho porque el tipo sí que tenía una sonrisa bonita, muy creída, claro está, pero bonita. Esos ojos color miel y el cabello castaño grisáceo, el corte medio rapado de abajo y largo de arriba se le hizo muy punk, pero a él le lucía bastante. Su perfil era afilado pero extrañamente varonil. Una vocecita molesta en su cabeza le repitió la frase en tono de sarcasmo: “sí debiste haberte negado, como no”

-Mi nombre es Jean- comentó aquel chico al darse cuenta que quizás su compañero estaba intimidado por su personalidad.

Marco casi babeando y dándose cuenta que era de mala educación ver a alguien por más de diez minutos con ese aire insistente, respondió sonrojado.

-Yo, Marco Bodt, mucho gusto- la frase sonó mal articulada y extraña.

-¿Eres extranjero?, no pareces hablar muy bien el idioma…- se burló con evidente tono de sarcasmo.

Estaba guapísimo el tal Jean estéy también era un patán, pensó para sus adentros.

-no, nací aquí, pero estaba algo desconcertado por tus malos modales- soltó esa frase esperando que el tipo se diera por aludido y fuera a por otra pareja, él por su parte iría a ver si la chica aún estaba disponible. Pero por el contrario, Jean se rió con gusto y recargó su cabeza en el dorso de la mano, mirándolo con ojos sugestivos.

- no te creas, no se trata de mis malos modales, que definitivamente no niego, pero pensé que estabas tan fuera de lugar que sería muy penoso ver que te quedaras solo y comenzaras a llorar, pareces de esos nenes que lloran ante la más mínima provocación, no quería verte así de triste ¿a que soy considerado y no un maleducado?

Marco lo miró estupefacto, que pedazo de patán tan grande, estaba dispuesto a decírselo en vez de solo pensarlo, pero antes de que pudiera articular palabra el asesor comenzó a explicar el primer ejercicio y Jean de plano se volteó pasando de él como si de un mueble se tratase.

El chico Bodt hizo lo mismo, ardiéndole la cara de vergüenza e impotencia.

-el primer ejercicio que haremos va a ser algo divertido- dijo Erwin pero por su cara no pareciese algo realmente divertido- para romper el hielo con su respectivo compañero haremos algo radical y que les ayudará a replantearse los medios por los cuales experimentan el mundo y por lo tanto plasman en su arte- mientras seguía explicando pasaba por las mesas dejando un pañuelo blanco, cuando terminó con todos regresó al frente y se recargó en el escritorio para continuar- para el ejercicio necesito que la persona que esté a la derecha le cubra los ojos con el pañuelo a su compañero, una vez que lo haya hecho dejará que él toque su rostro por un periodo de veinte minutos, tiempo tras el cual tratará de dibujar los relieves e irregularidades que pudo apreciar. Obviamente cuando vallan a dibujar quítense la venda chicos, tendremos treinta minutos para el primer integrante y otros treinta para el segundo. Mientras ajusto el cronometro pónganse los pañuelos por favor-

Marco no podía creer lo que acaba de escuchar, cuando lo racionalizó adecuadamente cerró los ojos y rezó para que esto no fuera verdad y que no fuera él mismo quien tenía que ponerle la venda al tal Jean y dejarse tocar el rostro.

Jean lo miró con la sonrisa creída pintada en la cara- ¿me la pones o lo hago yo solo?-

-cállate-  le dijo arrebatándole el pañuelo- date la vuelta- no pretendía dejarse intimidar.

Jean levantó las manos en fingida señal de susto mientras mantenía la sonrisa, se dio la vuelta y Marco pasó los brazos alrededor de su cabeza para ponerle el pañuelo. El calor de la cercanía de Jean se sentía bien, pensó enojado, había estado tanto tiempo sin contacto humano que hasta tocar a este baboso lo hacía sentirse así, que vergonzoso.

-listo-  espetó tras hacerle un nudo al pañuelo.

Jean hizo girar el banquito para quedar frente a Marco, al parecer era tan seguro de sí mismo que no le incomodaba de ninguna manera estar con los ojos vendados frente a alguien desconocido ya que aún tenía esa sonrisa autosuficiente que tanto molestaba al otro.

-Pues empezamos justo… ahora- dijo el rubio asesor oprimiendo el botón de su celular.

Marco cerró los ojos con más fuerza de la necesaria, no quería que ese animal lo estuviera tocando por un periodo de tiempo tan largo, estaba seguro que iba a ser por demás incómodo. Mientras tanto Jean acercaba sus manos al rostro del otro, el primer contacto fue algo frío, las extremidades de Jean eran de dedos largos y estilizados aunque Marco no lo había notado en un principio ahora no le quedó más que aceptar que hasta sus manos eran bellas.

-no tienes que estar tan rígido, no voy a pellizcarte-

Bodt se quedó en un silencio sorprendido.

-es muy fácil saber que estas apretando los ojos y la boca como si fueran gusanos y no mis manos jaja, para variar tienes un rostro muy expresivo Marco-

Su nombre sonaba genial proviniendo de él, pensó. Pero al instante tuvo que darse una bofetada mental por su estupidez, el tipo no había hecho más que ser pretencioso, mal intencionado y Marco se había dejado así mismo tan mal como un preescolar llorón.

-lamento lo de antes, creo que será más fácil si los dos nos relajamos un poco, para disculparme te diré algo vergonzoso, hace rato cuando venía de camino al taller un coche pasó rapidísimo por un charco enorme y me baño todo, tengo hasta los interiores empapados. De hecho, ahora que terminemos el ejercicio te enseño como quedo mi pantalón y camisa por atrás, parece que me acosté en barro fresco jaja…-

La sinceridad de su compañero lo tomó por sorpresa y Marco ser rió con ganas.

Jean sonrió.

-tienes una sonrisa muy bonita, tan solo con mis dedos puedo darme cuenta de ello-

¿Acaso estaba coqueteando con él?, le acababa de decir que tenía una sonrisa bonita, en este punto Bodt se dio cuenta que estaba más listo para responder a una grosería que a un halago. Lo cual le pareció muy triste, sin embargo Jean no le dio tiempo a deprimirse, ya que sus dedos se deslizaron de sus  pómulos a sus labios acariciando con el pulgar su labio inferior y con el anular e índice el superior, Marco soltó  un jadeo leve del cual se arrepintió tan pronto como lo emitió. Contrario a lo que pensó, Jean no se burló de él solo sonrió débilmente para seguir explorando sus mejillas, mentón y orejas con tranquilidad.

Las manos de este chico eran amables a diferencia de lo poco que le había demostrado de su personalidad. La forma en la que estaba tocando su rostro podía calificarse de cariñosa por lo tanto Marco decidió que no valía la pena estar tan tenso, podían haber tenido un inicio muy malo pero parte de ser un adulto maduro es dejar pasar las cosas de vez en cuando, justo en eso estaba pensando cuando Jean metió las manos en su cabello jalándolo suavemente hacía atrás, esto lo desconcertó.

-emnnn, no recuerdo haber oído nada sobre el cabello Jean-

El aludido sonrió de nuevo – seeee, yo tampoco pero ya que estamos aquí ¿por qué no?

 Marco iba a replicarle pero entonces Erwin dio fin a la primera parte del ejercicio.

Jean se quitó la venda y evitó mirar a Marco –espera un momento- le dijo y comenzó a dibujar frenéticamente, tomo varias hojas y un pedazo de carboncillo dando trazos largos y extendiendo de vez en cuando la tiza  para generar el efecto de volumen. Mientras tanto el otro observaba asombrado como dibujaba, tenía una habilidad increíble, por lo que podía apreciar notó que Jean había más que aprovechado el ejercicio. La manera en que marcaba las formas de su rostro eran casi mágicas y no solo las formas, la textura de su piel, de su cabello, Marco se sintió intimidado por dos razones muy importantes. La primera era el abismal talento que poseía este chico y la segunda que mientras más veía su propio rostro representado por las hábiles manos de Jean más incómodo se sentía, al verse al espejo no recordaba ser tan apuesto como en los dibujos.

El chico siguió llenando varias hojas con diferentes vistas de la cara de Bodt,  a veces en una sola dibujaba la forma de los ojos o la nariz, en otra los labios y en  varias otras la cara completa desde diferentes puntos de vista, siguió dibujando así hasta que el asesor dio por terminado el tiempo del primer integrante. Hasta ese entonces fue que Jean levantó la cara y por fin miró a Marco – disculpa, quería plasmarlo mientras aún tenía el recuerdo fresco-

-no hay problema… yo… este ¿puedo verlos?-

-claro-

Bodt pasó las hojas apreciando lo que los rápidos y magníficos trazos formaban, era increíble que solamente armado con un pedazo de carboncillo y unas hojas hubiera logrado esto, eran geniales. Mientras más las miraba más se le hacía familiar el trazo, sabía que lo había visto antes, fue hasta que llegó a una hoja donde estaba él mismo mirando hacia abajo que lo reconoció.

-¡¡tú… tú eres Jeanbo!!-  gritó provocando que algunos de los integrantes del grupo de mesas aledañas se fijaran en ellos.

Jean, nada afectado por la atención inesperada, le sonrió con sinceridad -¿has visto mi trabajo antes?-

¿Qué si había visto su trabajo?,¡¡ madre de dios!!, no solo lo había visto si no que hasta había hecho un reporte acerca de él  en la universidad. Lo admiraba totalmente. Pero no podía decirle eso, era demasiado vergonzoso.

-emnn sí, de hecho sigo tu blog-

-valla que inesperado, uno nunca sabe las bellezas que pueden seguirlo a uno-  aumentó en tono despreocupado.

¿Las bellezas? Si esto era un chiste ya estaba yendo demasiado lejos. Pero más importante que eso Marco estaba pasmado, jamás se imaginó que su ídolo Jeanbo fuera esta clase de tipo (guapetón) entre maleducado y vergonzoso. Había descubierto un nuevo nivel de ansiedad, todo lo que había pasado hasta ahora era desconcertante. Y aún faltaba más.

Ahora vamos a hacer la misma dinámica pero con el otro integrante, colóquense los pañuelos de nuevo…-

Oh, cierto.

¡¡Rayos, rayooooos!! Había olvidado que él también iba a tener que toquetear a Jean para después dibujarlo, esta idea lo puso en estado de negación. Totalmente no quería, como si no fuera incómodo interactuar de esa manera con alguien que te parece atractivo (bueno ya lo había aceptado) tenía aparte que exponer sus habilidades representativas frente al que era una de sus  más fuertes fuentes de inspiración al trabajar.

-yo no creo poder… estoy mareado y quie…- antes de que pudiera terminar la frase Jean se acercó peligrosamente a él, tanto que pensó iba a ser besado, pero en realidad solo le puso la venda. El perfume del chico era muy penetrante y sentía que el calor de su cuerpo traspasaba su ropa.

-claro que puedes, va a ser muy divertido- le dijo cerca del oído, Marco sintió como un escalofrió, no del todo desagradable, recorría su espalda.

-no, no, no va a ser divertido, por favor yo solo…-

- empezamos con el ejercicio- interrumpió la potente voz de Erwin.

A Marco no le quedó otra opción que resignarse, pero la verdad es que estaba muy nervioso, tenía miedo de que Jean lo notará es más tenía la certeza de que le estaban sudando las manos y no quería tocar al chico así, seguro que lo encontraba desagradable, no quería parecerle indeseable. El trabajo de este había hecho incluso que algunas veces Marco se conmoviera hasta las lágrimas, no deseaba que una persona a la que admiraba tanto se hiciera una idea negativa de él.

-no es tan difícil- Dijo Jean tomando sus manos y colocándolas secamente en su propio rostro, Marco dio un brinquito de susto e intentó apartarlas, pero el otro chico las sostuvo firmemente. - ¿no crees que estas siendo un poco exagerado Marco?-

Había varias cosas en esa frase que le hicieron sentirse molesto, una de ellas era que tenía razón, se estaba portando inmaduro. La otra era el tono de condescendencia que había utilizado Jean al decir su nombre, al parecer la amabilidad de su compañero no duraba demasiado.

-es cierto- admitió tratando de controlar sus propios nervios, ya no iba a dejar que su compañero viera más de esta patética actuación. Dicho esto Marco se dispuso a seguir con la actividad en total silencio, tenía que concentrarse y olvidar estas sensaciones de incomodidad, era solo un ejercicio, estaba seguro que tenía el grado de madurez que se necesitaba para hacerlo.

Empezó a pasear sus manos por las orejas de Jean, que estaban frías en la puntas, después por su sien tratando de sentir con sus pulgares las partes cóncavas y las lizas, tocó sus cejas y las cavidades de sus ojos, la afilada nariz y delineo los delgados labios, mientras hacía esto no percibió ninguna clase de reacción por parte de su pareja, lo cual le hizo sentir pena por si mismo.  Se prometió que no habría más tropezones, de ahora en adelante iba a tratar con fría cordialidad a este chico, ya se había expuesto bastante.

Llegó a las mejillas, las sostuvo con las dos manos sopesando el tamaño de las mismas y midiendo que tanto sobresalían los pómulos, iba a retirarlas para inspeccionar el mentón pero Jean afirmó una de las manos que estaban en su rostro con la propia, como si quisiera prolongar el tacto de esta. Aunque Marco no pudo ver nada sintió la presión de su mano y como el castaño movía la cabeza restregándola en su palma, cuando pudo entender bien la situación apartó prontamente sus manos.

-no vuelvas a hacer eso por favor- pidió en el tono más neutral que su emociones le permitieron.

Por única respuesta obtuvo una risita.

Tardó un rato en decidirse a tocarlo de nuevo, ya no sabía cómo interpretar esos cambios de Jean, en un momento era amable y hasta simpático pero al instante decía algo que lo arruinaba completamente. Empezó de nuevo a tocarlo en la frente, levantando el flequillo que le estorbaba, cuando estaba pasando las yemas de los dedos por esta escuchó la voz de Erwin dando por terminado el tiempo.

El chico se sintió agradecido, se quitó la venda y evitó mirar al otro, no por las mismas razones que él. Afortunadamente Bodt tenía una memoria casi fotográfica y aunque le había resultado difícil “ver con los dedos” aún tenía claro como se sentían los relieves de la cara de su compañero. Tomo el carboncillo y  las hojas, consciente de que Jean lo observaba. Soltó un  suspiro largo y comenzó a dibujar, él sabía muy bien que no tenía la rapidez de su compañero y estaba consciente de que en los diez minutos apenas lograría hacer unas tres vistas, ya que él; más que tener ese don para el “art rage” era meticuloso y cuidaba cada detalle, a veces había odiado eso porque si se descuidaba sus dibujos terminaban pareciendo rígidos.

Ignoró lo mejor que pudo la presencia de Jean y se concentró en la hoja, si dejaba de lado la angustia que le causó este había sido un gran ejercicio, era común que lo artistas dependieran demasiado de sus ojos para obtener estímulos del mundo que los rodeaba, lo interesante era experimentar con otros medios y el tacto le pareció ideal, lástima que este descubrimiento se diera en tales circunstancias.

Erwin dio por finalizado el tiempo de dibujo y él sonrió al ver que efectivamente solo había logrado terminar tres vistas, se conocía demasiado bien. Cuando levantó la cara de su trabajo se encontró con un Jean expectante.

-déjame verlas- dijo tomado las hojas sin su permiso, Marco iba a replicar pero se acordó de su auto promesa, no más exabruptos por hoy, si quiere verlos y decir cosas desagradables solo tienes que ignorarlo.

El chico castaño miró con atención las tres vistas, una era frontal, otra cenital y la última de perfil. Se quedó demasiado tiempo observándolas, a consideración del pecoso y finalmente cuando regresó su mirada hacia su compañero tenía una extraña mueca de sorpresa.

-adelante búrlate…-dijo con tono cansado.

-¿Me regalas esta?-

-¿ehhh?-

-anda, regálame esta, estoy seguro que tú no les darás ningún buen uso-

Ah qué manera tan horrible de pedir un regalo, pero aparte de eso, no se creía que Jean quisiera uno de sus dibujos.

-no quiero, seguro te estás burlando y créeme no es nada simpático de tu parte-

Jean se quedó mirando con aire serio - sé que no he sido precisamente cordial pero ¿por que te sientes tan atacado?, jamás me burlaría del trabajo de un compañero, si no me gusta te lo digo y punto-

Eso era a lo que Marco se refería, primero decía cosas groseras y desagradables para luego salirte  con halagos y  frases que te hacían pensar que estabas tratando con un buen tipo, era un retorcido este Jean. Sin embargo pensó que no tenía nada de malo darle el dibujo, si así dejaba de molestar que se lo quedara.

-está bien, tómalo. Pero a cambio tu me tienes que dar uno de los tuyos y firmado-

Jean esbozó una sonrisa de triunfo y sincera alegría, cosa que dejó babeando un rato a Marco, contra su voluntad claro está.

-elige el que quieras- dijo el castaño colocando los dibujos en las mesa- espera… a excepción de este… este es mío- Marco vio como su compañero retiraba el boceto donde lo había dibujado sonriendo – este me gustó mucho, tienes una sonrisa muy cálida-

El pelinegro bajo su rostro fingiendo que no se decidía por cual elegir, cuando en realidad estaba lidiando con la pena por ese comentario. Al final tomó uno sin fijarse mucho y se lo extendió para que lo firmara. Jean tomó su pedazo de carboncillo y escribió la palabra “Jeanbo” en la esquina inferior derecha, acompañada de la fecha. Acto seguido se lo entregó.

Marco intentó esconder su creciente vergüenza sacando tema de conversación -¿por qué Jeanbo?

Por primera vez en toda la tarde Jean pareció incómodo, Marco sintió como si hubiera anotado al fin un punto y se dio una palmadita imaginaria.

-es una historia larga y aburrida, créeme no quieres saberlo-

Marco sonrió al ver a su compañero que siempre se mostraba  tan seguro de si mismo atribulado por esta  cuestión. No pensaba preguntarle más, no era su intención molestarlo aunque él se hubiera portado tan desagradable, después de todo aún seguía siendo el artista al que admiraba y no pretendía ser grosero.

-está bien, si no me quieres decir no importa- el pecoso se volteó dando por zanjado el asunto y el castaño lució algo decepcionado.

Mientras tanto  Erwin explicaba la siguiente actividad, que era básicamente lo mismo pero ahora con objetos de formas interesantes para dibujar, todos debían pasar al frente a tomar un objeto de la bolsa negra en el escritorio pero sin verlo, tratando de adivinar sus formas con las manos. Eso dio por terminado la plática, el resto del día fue más silencioso y calmado, algo que Marco agradeció totalmente.

Tras terminar la hora que restaba del taller Erwin se despidió de todos y salió citándolos para el siguiente día a la misma hora, el taller duraría dos días. Marco se dispuso a recoger sus cosas e irse, ya había sido demasiado para él en solo unas horas. En lo que acomodaba su material se dio cuenta que la espalda de Jean estaba completamente seca y limpia ni rastro del barro que había mencionado.

-creí que te había mojado un carro-

Jean le sonrió -Bueno, no era cierto. Necesitaba que te relajaras un poco y pues eso funcionó-

Marco lo miró con resentimiento – mentiroso - dijo para después tomar sus cosas y salir del lugar. El castaño lo observó alejarse sintiéndose culpable por la inocente mentira y el hecho de que se lo hubiera tomado tan mal.

**********

Cómodamente instalado en su sillón, Marco contemplaba el dibujo que había elegido. Llevaba ya casi una hora perdido en el simple esbozo de su rostro a tres cuartos y cada vez notaba más detalles increíbles. ¿Cómo era posible que alguien tuviese tal cantidad de talento? Eso era hasta insalubre. Apartó el dibujo y metió sus manos bajo la almohada intempestivamente se dio la vuelta enterró su cara en el forro del mueble y comenzó a gritar y patalear de emoción. ¡¡Tenía un dibujo de Jeanboooooo!! ¡¡kyaaaaaaaa!!

Aunque el tipo hubiera resultado ser muchas cosas menos las que el pecoso había imaginado, eso no quitaba que tuviera una pieza original y firmada de su ídolo. Mejor aún, no era cualquier pieza, era su retrato.  Tras calmarse pensó en que debería ir a comprar una mica para colgarlo en la pared, no quería que se maltratara. También había estado rondando otra idea, sabía que volvería a verlo al día siguiente y estaba tratando de decidir como iba a comportarse. Para ser sincero ya no quería acercarse demasiado a él, sus bromas lo dejaban tan desconcertado que tenía que ponerse a pensar cuidadosamente que responderle. Marco nunca había sido de esas personas que disfrutan debatir con los demás, eran bastante pacífico y prefería el silencio como mejor arma ante las ofensas.

 Aunque su alma de fan lo instaba a desistir de esa idea y le pedía a gritos que se volviera más cercano a él, su parte racional y con sentido común le decía que lo mejor era poner distancia de por medio. Entonces, estaba decidido. Se comportaría como si no lo conociese y se sentaría lo más lejos posible de él, esperaba que solamente el primer día se necesitara de un compañero para los ejercicios y de no ser así esta vez sí se lo pediría a aquella chica.

************

Al día siguiente llegó más tarde a propósito, quería ver donde se sentaba Jean para elegir su lugar lo más lejos posible. Resulta que el chico ya había llegado y estaba sentado en la misma mesa que habían ocupado el día anterior. Perfecto, Marco tomó asiento en la mesa libre que estaba al frente. Erwin ya había comenzado a sacar sus cosas, estaba desenredando el cable de su portátil y Marco llamó su atención.

-¿no viniste ayer?- preguntó.

El chico se sonrojo – emnn… sí-

-entonces ve a sentarte con tu compañero, hoy también es por parejas-

Genial. El pecoso volteó buscando a la chica del cabello castaño, la halló en una de las mesas del medio acompañada de un chico con la cabeza rapada, se estaban dando sendas carcajadas que Marco supo que aunque se lo pidiera la respuesta iba a ser negativa. Soltó un suspiro e hizo un recorrido visual por el aula, al parecer todos ya tenían un compañero y lo estaban pasando de lujo. Sus ojos se toparon con Jean, que estaba sentado de la manera más informal posible, el banquito balanceándose peligrosamente y sus piernas estiradas sobre la mesa. Al verlo el castaño le dedicó una amplia sonrisa y le hizo señas para que se acercara, Marco intentó hacerse el tonto y volteo de nuevo como si no se hubiera dado cuenta.

-chico, allí hay otra persona sin pareja, anda toma tus cosas y ve para allá que ya voy a empezar a dar las instrucciones- le dijo Erwin dándole un leve empujoncito en la espalda.

- ¿no puedo trabajar solo?- Preguntó como última esperanza. El rubio lo miro extrañado pero antes de que pudiera decirle algo llegó Jean, que tomó la mochila de Marco y comenzó a jalarlo.

-no se preocupe Erwin, yo trabajaré con él-

El rubio asintió y le hizo una señal con la mano para que se fueran a buscar asiento.

Ya en la mesa, Jean dejó la mochila del pecoso en el piso y le sonrió, pero para nada se veía alegre, era más bien una mueca aterradora.

-así que estamos huyendo-

Marco se indignó ante la frase. ¿Huyendo?... pues… pues sí, pero sonaría demasiado cobarde aceptarlo. Emitió su mejor sonrisa fingida y contestó - ¿por qué tendría que huir de ti?-

-No sé, eso podrías decírmelo tú-

No sabía por qué Jean se empeñaba en ser tan antipático -mira, no sé porque te desagrado y no estoy muy interesado en saberlo pero me molesta que en un momento seas un completo patán y al siguiente digas cosas que parecieran una invitación, no me agrada ese tipo de humor-

-Ahh, ¿es que no te has dado de cuenta?-

-¿cuenta de que subnormal?-

Jean se rió por la palabrita –pues de que te estoy cortejando-

Marco lo miró como se mira a un elefante rosa que aparece de la nada llevando tutu y ofreciéndote una taza de té.

¿Quién demonios usaba esa clase de palabras en esta época? Pero más importante aún, ¿A qué se refería con eso?... ¿Era la clase de cortejo que él estaba pensando? ¿Había otro significado para esa palabra? El chico no encontró ninguna respuesta más que sonrojarse furiosamente. Jean tampoco dijo nada, por primera vez.

Entonces, el rubio asesor comenzó a hablar rompiendo ese incómodo momento entre los dos.

Explicó la dinámica que consistía en crear un personaje e intercambiarlo con tu compañero para que este le creara una historia, el personaje podía ser humano o no y podía tener otras cuantas especificaciones que el pecoso ya no escuchó porque mientras Erwin seguía hablando Marco se había desconectado completamente pensando en las palabras de Jean. En todo lo que duró el ejercicio lanzaba miraditas furtivas hacia el castaño cuando estaba seguro de que no estaba mirando y de la nada volvía a sonrojarse y mostrare inquieto, este por dos cabezas de ventaja había sido el peor día del taller.

A lo largo de las horas restantes el pelinegro ya no pudo recuperar la concentración, afortunadamente los ejercicios esta vez fueron más de trabajo individual. Jean tampoco parecía como si quisiera hablar demasiado, quizás el también estaba avergonzado, pensó. Es cierto que hasta ahora había mostrado una autoconfianza avasalladora pero el también es una persona y en la mayoría de los casos declararse sin recibir nada por respuesta es muy incómodo. Se sentía un poco mal por no haberle contestado, sin embargo no tenía claro cómo responder a algo así, de hecho estaba cayendo en la cuenta ahora mismo que quizás esto era lo mejor ya que no iba a  volver a verlo nunca más después del taller, solo tenía que soportar una hora más y adiós a esta clase de situaciones. Tras pensar eso sintió una punzada dolorosa en el estómago, al parecer la idea de no volverlo a ver no le agradó del todo a su subconsciente.

De pronto Erwin comenzó a guardar sus cosas, dio gracias a todos los asistentes por haber tomado el curso y se despidió de ellos. Se había terminado el tiempo. Marco sintió cierto alivio y también empezó a guardar sus pertenencias, fue hasta entonces que Jean le habló.

-Ven a mi casa, te invito a cenar-

El pelinegro lo miró sin saber que contestar, no le gustaba tener que lidiar con sentimientos que no comprendía y definitivamente no quería alargar esta situación, eso por un parte, pero del otro lado estaba ese deseo de conocer más a la persona que admiraba.

-no creo que sea posible, yo estoy cansado y bueno…-

- debes tener hambre, ya pasamos mucho tiempo aquí, además preparo una pasta deliciosa-

Marco bajo la cara apenado y Jean notó perfectamente que estaba debatiéndose entre ir y no, así que sacó su as bajo la manga.

-si vienes estoy dispuesto a contarte el por qué de mi pseudónimo-

El pelinegro alzó la cara con una sonrisa suave y lo ojos emocionados

Jean suspiró ruidosamente - ¡¡ahh maldición!! ¿Por qué eres tan bonito, ehh?-

Marco se sintió intimidado –iré, pero solo si dejas de decir esa clase de cosas-

-¡¡¡yujuuuuuu!!!- Jean tomó los pocos objetos que aún estaban en la mesa sin importarle si eran suyas o del otro, agarró su mochila y la del pecoso para colgárselas al hombro, mientras que lo  jalaba de la mano  para ir al estacionamiento. Marco se rio ante la reacción del chico, después de todo aunque fuera tan pretencioso también tenía este lado lindo. El castaño lo llevó hasta un Mini Cooper verde del cual abrió la cajuela y aventó sus pertenencias sin la menor ceremonia. El pelinegro se quedó pasmado por el coche que tenía, esto de ser ilustrador famoso sí dejaba, o al menos eso parecía.

-¿te gusta?- preguntó ante la cara de asombro del otro.

Marco se rio bajito – claro, esta precioso- agregó con pena, no quería parecer materialista ni impresionable.

-tarde años para juntar el dinero, me lo vendía un amigo que se fue a estudiar al extranjero y no quería dejárselo a cualquiera, me vio tan enamorado del auto que no le quedo más que vendérmelo a pagos, jaja. Eso y que básicamente lo acosé hasta que me dijo que sí- le explicó mientras abría las puertas para que se subieran.

-eres perseverante para todo ¿no?- alegó el pelinegro.

-solo con aquello que realmente deseo- dijo después de abrocharse el cinturón y dedicarle una mirada penetrante. Marco desvió la vista e hizo como que no podía con su propio cinturón. El castaño se acerco más a él y lo abrochó con un rápido movimiento de manos –listo, podemos irnos-

El pecoso odiaba esa característica suya de sonrojarse hasta las orejas, ¿por qué sus sentimientos lo traicionaban más que a la media normal?, ¿Por qué de pronto se estaba arrepintiendo de haber aceptado? Y… ¿Por qué Jean se ponía más y más a guapo a cada minuto que pasaba? Mentalmente soltó un quejido de angustia, pero por fuera trató de mantener cara de póker, sonrojada y extraña, pero esa era su versión de cara lo más inexpresiva posible.

-y …¿cómo diste con el taller?- preguntó Marco tratando de hacer plática.

Jean apartó un momento la vista del frente para verlo e instantes después la regresó. Lo pensó por unos momentos. –Erwin es el novio de mi tío y como su taller necesitaba forzosamente un número de asistentes par y tenía uno de más me pidió de favor que le ayudará, me hubiera zafado pero no conoces lo aterrador que puede resultar mi tío cuando se le molesta, aunque ahora me alegro de haberlo tomado…-

¡Wow!, esa había sido demasiada información. Marco no supo como procesarla- ehh… ya veo- que respuesta tan más sosa, pensó. El tener cerca a este chico del cual había incluso hecho un reporte escolar titulado “el camino del ilustrador” lo ponía inquieto, había muchas cosas que quería preguntarle, pero no quería parecer un fanboy molesto. Jean lo notó.

-no tienes que estar tan nervioso, ¿Has visto mi cara?- le dijo volteándose- ¿No es esta una cara inocente?, no voy a hacerte nada malo, lo prometo- separó un a mano del volante y se la llevo al pecho en seña dramática de dolor.

-jajajaja…- el pecoso se iba relajando poco a poco - es solo que no creí que fueras este tipo de persona…-

- ¿y entonces qué tipo de persona soy según tu?-

-bueno…- el chico titubeo por un rato – voy a decir algo extraño así que no te vayas a reír-

Jean asintió.

-si lo haces abro esta puerta y me bajo-

Jean se rio.

-… tu trabajo era, mejor dicho es, una fuente de inspiración para mi. No podía creer que alguien poseyera ese talento técnico, pero la cosa no se queda allí, la profundidad con la que tratas los temas es hermosa, hay una ilustración en es específico de un chico al borde de un precipicio con un montón de personas detrás de él, está herido y se ve débil pero a pesar de eso guarda una gran dignidad en su postura, como si se estuviera enfrentado a algo para proteger a la multitud que tiene detrás… eso me hizo pensar en ti durante mucho tiempo, pensé que alguien que no conociera la debilidad humana y el fuerte deseo de proteger algo jamás podría representar un tema así con tanta intensidad…- Marco guardó silencio un rato sin mirar a Jean – lo siento, es solo mi apreciación estoy diciendo cosas muy raras-

El castaño no dijo nada y el otro pensó que se había molestado por su comentario. Genial ahora piensa que eres un weirdo, se dijo así mismo. Se removió inquieto en su asiento mientras que Jean paraba el coche frente la entrada del estacionamiento de un edificio, al parecer habían llegado, el policía saludo con gesto amable y la valla se levantó, el mini Cooper se deslizó hasta un cajón de aparcamiento en el fondo del semi oscuro lugar. Entonces Jean lo apagó, se quedó un momento en su asiento, desabrochó el cinturón y miró a Marco. Por su parte, el pelinegro también se zafó del cinturón e intentó bajarse, pero la puerta estaba cerrada y el seguro era eléctrico, de manera que no pudo salir.

-no es raro, de hecho es lo que estaba pensando cuando pinté esa pieza-

El ambiente se sentía tenso. El pelinegro removía sus manos nerviosamente sobre sus muslos y no sabía para donde mirar. – jeje menos mal… cuando termine de decirlo pensé que era algo muy irrespetuoso-

-Marco…- lo llamó Jean. El otro levanto la vista tímidamente, sin voltear por completo el rostro.

-¿Puedo besarte?-

La sorpresa hizo que abriera los ojos exageradamente lo había tomado desprevenido, el otro se dio cuenta de ello y sabiendo que si no actuaba podían quedarse toda la noche allí, lo besó. Acercó su rostro sosteniéndolo con las dos manos y primero dejó pequeños besos sobre sus pómulos, después en las mejillas y por ultimo en los labios. Fue algo rápido pero Marco sintió una increíble ternura que le hizo doler el pecho. ¿Por qué lo hacía sentirse así?  apenas lo acaba de conocer, esto no tenía sentido. Ni siquiera podía decir que fuera admiración por su trabajo, esto era algo mucho más fuerte para lo cual no tenía ninguna clase de explicación.

Jean  se quedó cerca de su rostro acariciándolo con el dorso de su mano – será mejor que bajemos- dicho esto abrió los seguros y se separó abruptamente de él.  Marco también bajo del coche y se dirijo a la cajuela.

-después sacamos tus cosas, te llevare más tarde a tu casa-

El pecoso asintió y entonces siguió al otro hacia el elevador, todo intento de crear un ambiente normal se había ido por el caño con ese beso y el cúmulo de sentimientos que habían tenido los dos. Como Marco lo sabía y ya no quería estar  así de angustiado decidió ponerle fin, si  ya estaba muy conscientes de que se sentían atraídos mutuamente no valía la pena seguir mortificándose. Entonces, reuniendo valor tomó tímidamente la mano del castaño  mientras apretaba los ojos esperando la reacción del otro. Jean estaba sonrojado por primera vez, algo muy bonito de ver pensó Marco y por toda respuesta entrelazo los dedos volviendo más firme el agarre.

Sin necesidad de hablar los dos estaban transmitiéndose lo que no se habían podido decir durante esos dos días. Esta vez el silencio ya no era incómodo, estaba cargando de impaciencia y el contacto con la mano del otro les provocaba un extraño cosquilleo. El aparato llegó hasta el cuarto piso en donde los dos bajaron aún tomados de la mano, Jean sacó las llaves de su pantalón y abrió la puerta, hasta entonces lo soltó para invitarlo a pasar. Marco entró con aire tímido observando el piso con reverencia. Se trataba de un amplio loft sin ninguna clase de división más que para el baño y un segundo piso prefabricado para la recámara.  Justo en el centro del lugar había una chimenea que estaba conectada al techo, de lejos parecía una enorme gota de cerámica.

-¿funciona?- preguntó el pelinegro emocionado.

Jean asintió con una sonrisa larga y meneando la cabeza lentamente de arriba hacia abajo -es eléctrica, puedes prenderla si gustas, la perilla esta atrás-

Mientras tanto el castaño desaparecía tras las puertas del refrigerador – ¿quieres agua, jugo o una cerveza?-

-una cerveza- necesitaba algo de valor adicional. Rodeó la chimenea hasta llegar al alimentador de gas, la abrió y accionó la perilla. El fuego brotó con flojera al principio para minutos después tomar un ritmo constante, el pecoso sonrió ante su pequeño logro. Se acercó a la ventana atraído por el ruido de las gotas golpeando el cristal, había empezado a llover y el cielo estaba muy encapotado, parecía que iba para largo.

-llegamos justo a tiempo- dijo el castaño mientras le entregaba la cerveza y jalaba dos pufs frente a la chimenea. Marco se sentó aferrándose a la cerveza que le mojo las manos. Jean acercó más su puff al del otro y se aventó como un costal de papas, algunas maneras del chico eran tan desenfadas, pensó el pelinegro.

-en un momento estará la cena-

Marco asintió bajando la mirada.

Jean dio un largo sorbo a su propia cerveza.

-creo que es hora de contarte la triste historia de mi pseudónimo-

El otro se sintió aliviado de que sacara tema de conversación -jaja, es cierto, pero no tienes que decírmelo si es penoso para ti, no es la única razón por la que vine-

-bueno me alegra oír eso-

El pelinegro se dio cuenta muy tarde de lo que había dicho – ehh bueno no es que tenga razones ocultas ni nada, solo quería ver donde se lleva a cabo la magia, jaja ya sabes-

-¿la magia?-

- sí, siempre me había preguntado cómo era el lugar donde trabajas, el mío es un completo desorden…-

-así que llevas pensando mucho tiempo en mi, eso es halagador- pero que metida de pata, Marco pudo sentir como el calor subía por toda su cara,  apretó los ojos y dio un trago a su cerveza, mejor empezar a ponerse ebrio.

-jajaja, bueno ya que tú me has revelado esa fijación que tienes por mi- el pelinegro lo miró meneando las manos tratando de negarlo - yo te contaré el por que de Jeanbo-

El pecoso decidió guardar silencio. Que Jean hablara ya que el parecía fliparla cada vez que pronunciaba algo.

-en si la historia no es muy larga como te había dicho solo que es algo penosa. Verás, en realidad yo no había pensado en tener un pseudónimo por lo regular firmaba mis trabajos con mi nombre, pero una día se me ocurrió entrar a un concurso y en el formulario te pedían que pusieras un sobrenombre, lo deje en blanco sin embargo mi madre vio la hoja y lo colocó sin que me diera cuenta, cuando dieron los resultados pensé que no había quedado por que el primer lugar era un tipo llamado Jeanbo, se me hizo lo más cutre del mundo que el primer lugar tuviera ese sobrenombre raro con el que me llamaba mi mamá de pequeño, después de checar los datos de contacto me di cuenta que era yo y bueno…-

Marco le sonrió con ternura –¿y por qué decidiste seguirlo usando?-

-bueno… desde que salí de la universidad no he visto a mi madre, aunque ella es una de esas mujeres abrumadoras y molestas no he podido cambiar el pseudónimo…-

El pelinegro se dio cuenta que la pantalla de hostilidad de Jean en realidad escondía una persona sensible.

En la cocina el agua de la pasta comenzó a dar borbotones, el castaño se paró casi patinándose y Marco lo siguió para ayudarlo.

**********

Tras haber cenado y consumido una botella entera de vino blanco los dos se encontraban recostados en el suelo cerca de la chimenea, estaban mareados y riendo a carcajadas de cualquier cosa tonta, más relajados y propensos a la sinceridad Jean se acercó hasta donde estaba el pelinegro y se recostó a su lado.

-hueles increíble ¿Qué loción usas?- dijo enterrando la cara en la sudadera de Marco.

El otro se rió, le estaba haciendo cosquillas – ahorita no me acuerdo del nombre- aumentó retorciéndose para alejar al castaño, sin embargo el otro se aferro a su cintura y lo atrajo.

-ahh que bien se siente tenerte así, si te abrazo más fuerte estoy seguro de que no iras a ningún lado-

Aunque ya estaba algo borracho Marco se sintió abochornado por el comentario y desvió la vista. El otro no pareció inmutarse…

-el primer día del taller te vi llegar vestido así como ibas, jajaja, te veías muy fuera de lugar Marquito…-

-oyeee, me esforcé con ese atuendo…- le reclamó

-jajaja, sí me di cuenta, por eso mismo es que te veías como de otro lugar, no sé si lo notaste pero la mayoría iba con lo primero que sacó de su armario-

El chico escondió su cara entre las dos manos.

-jajaja nooo, no te escondas, te veías muy bonito, de hecho eres bonito con lo que traigas, además esa ropa estuvo bien porque fue lo que hizo que me fijara en ti, al principio solo me burle jaja, pero cuando vi tu espalda y te empezaste a alejar me dio una angustia terrible, como nunca había sentido… y es algo realmente extraño porque en mi vida te había visto…-

Marco se pegó a Jean para ocultar su cara en el cuello del otro.

-lamento haber sido tan agresivo, es solo que no estaba seguro si yo… bueno, no quería que te fueras con alguien más-

El pelinegro salió de su escondite sonriéndole tímidamente, iba a decirle que le parecía muy guapo y que estaba experimentando sentimientos que hacía tiempo no tenía, pero las palabras no le salieron, se quedó contemplando la cara sonrojada de Jean, el contorno de su nariz y el color ámbar de sus ojos. Deslizó sus manos tras el cuello del castaño y lo atrajo para besarlo, el otro lo correspondió adentrándose en su boca con lentitud, lamiendo sus labios, paladeando el sabor de su tibio aliento. Marco sintió como las manos de Jean se metían bajo su ropa y subían acariciando su torso mientras que el beso se hacía más profundo. Cuando el pelinegro se estaba quedando sin aliento Jean se retiró un poco, lo suficiente como para apreciar el sonrojo en la cara del pecoso.

-¿quieres quedarte a dormir?-

Marco lució descolocado por la propuesta. No sabía si realmente se refería a dormir o a otra cosa, si era la otra cosa no se sentía muy preparado, no quería parecer tan “chica” pero no venía preparado para esas otras cosas. En realidad hace más de un año que no estaba preparado.

-¿Solo será dormir?-

-jajajaja…nop-

- entonces creo que ya es tarde-

-ohh, bueno solo dormiremos, pero a cambio me dejas así- Jean se pego más a Marco  abrazándolo con piernas y brazos.

-ninguno de los dos va a descansar- repuso con humor el pelinegro.

-yo sí, me siento muy tranquilo cuando sé que no puedes irte lejos de mi-

-está bien- Marco también se abrazó más fuerte a Jean y enterró la cara en su cuello – yo me duermo aquí-

Una media hora después los dos se habían quedado completamente dormidos.

**********

De nuevo el programa abierto, la pluma en su mano, pero esta vez no necesitó pensarlo dos veces, los trazos comenzaron a emerger como por arte de magia. Marco ya no sentía el muro ni la angustia que había experimentado antes, de hecho ahora sentía que podía dibujar todo lo que venía postergando desde hace semanas, estaba tan lleno de energía y motivación que el mismo se asustó. Jean era una influencia benéfica para él, desde hace un mes que se frecuentaban casi a diario, habían trabajado juntos, comido juntos, dormido juntos… de hecho se le hacía raro que aguantara tanto ya que antes no podía pasar mucho tiempo con alguien ya que se hastiaba.

Estaba terminando el boceto cuando su celular sonó, lo contesto distraídamente.

-tengo secuestrado a su caballo…-

-Jean… no tengo caballos- contestó riendo

-no sé quien sea ese tal Jean, pero suena a que es un hombre muy apuesto…-

-de hecho tiene más ego de lo que en realidad es guapo-

-oye… eso fue grosero-

-jajajaja, era broma-

-podría morir tu caballo por esas bromitas-

-¿vas a venir o voy yo?-

-estoy subiendo-

-¿en serio?-

-yep-

Marco  colgó el teléfono y corrió a la puerta, al fondo de las escaleras se hallaba Jean subiendo en los brazos traía el peluche de un caballito café. El pelinegro regresó a cerrar el programa y se acomodó la ropa. Ahora que estaba curado de su síndrome antidibujo  lo único que le impedía dibujar era Jean, pero quizás él representaba  la mayor parte de la cura.

Fin

Notas finales:

Espero que le halla gustado, queria decirles que este fic es el regalo de cumpeaños de mi mejor amiga en todo el mundo, Chiffu, pero cuando se lo escribí le prometí que habría lemon, sin embargo cuando termine el primer shot sentí que meterlo alllí sería algo forzado. Es por eso que planeo subir un shot más con el bello y esperado lemon. Les agadezco por leero y también por los reviews.


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