Una tarde como cualquier otra, el joven kuroro caminaba por las calles de la ciudad, lo cual es raro ya que no suele salir muy a menudo, por lo general siempre se queda en casa escribiendo o leyendo algún libro que compró por internet. Sin embargo, cansado ya de una rutina decidió, (por voluntad propia) dar una vuelta y visitar una cafetería que recién abrió sus puertas al público, no es que le interesara el ir a ese lugar pero sino iba de seguro sus amigos le volverían a reprochar cosas como “debes socializar más” o “estas tan blanco como un fantasma, toma algo de sol” pero sin duda el peor de los reproches es “deberías conseguir a alguien sino morirás solo” no es que no sea apuesto, porque lo es, es solo que nunca sintió necesidad de estar con alguien, le agradaba estar solo aunque admitía que si sentía algo de curiosidad sobre como se sentiría estar enamorado de alguien; a pesar de haber salido con algunas personas nunca llegó a sentir un afecto tan profundo como lo es el amor, tal vez solo tal vez no es capaz de sentir amor. Como sea ya no importaba, dejaría esos pensamientos absurdos a un lado, solo ira a la cafetería, tomaría un café y de vuelta a su departamento.
-¡Buenas tardes! ¿en que le puedo ayudar?- una joven chica lo atiende de forma enérgica y con una gran sonrisa posada en su rostro, aunque para ojos de él se notaba la incomodidad que tenia, trabajar ahí debe ser una tortura al menos para lo seria para él.
-me puede servir un latte de vainilla- responde mientras señala el menú que está detrás de la joven
-de que tamaño desea el vaso?-pregunta con un tono de voz chillona y con la sonrisa aun en su rostro
-mediano- respondió de forma seria
-¿desea también un cupcake con su café?
-no, solo el café-
-si compra el combo de un café, un cupcake y una donut tendrá la oportunidad de participar en el sorteo que...
-solo el café!- respondió cortante- solo eso
-c-como usted diga, señor- una vez que tomó su orden, giro y salió prácticamente corriendo del mostrador a prepararle el café.
Mientras esperaba su café, se dirigió a una de las mesas de afuera ya que las de adentro estaban ocupadas en su mayoría por parejas o grupos grandes de personas, por suerte había una disponible asi que decidió esperar en ese lugar, sin saber que hacer empezó a mirar a las personas que tenia a su alrededor, tal vez alguna le llamara la atención, recorrió todo el sitio con su mirada hasta que al fin dio con uno interesante, un joven de cabellos dorados, pudo observar que estaba concentrado en su libro, ajeno a lo que sucedía a su alrededor, como si no hubiera nadie solo él y su libro.
-¿que libro estará leyendo?- se preguntaba mientras seguía observando atentamente cada movimiento y expresión que hacia aquel chico de cabellera dorada. Había sido cautivado a tal punto que en su mente había olvidado que su café no se le ha sido entregado y eso que ya han pasado 20 minutos desde que lo ordenó pero no le importó mientras él pudiera seguir observándolo no le molestaría esperar todo el día. Algunas personas notaban como observaba al chico, unos pensaron que podría ser un acosador, otros pensaron en lo tierno que se veía, sobre todo las mujeres y el resto, bueno se podría decir que sentían celos por el rubio. Con sus ojos empezó a recorrer su cuerpo, detallando cada facción de él, incluso detalló su vestimenta, este llevaba unas bermudas azul cielo, una playera blanca en corte v y unos tenis de color rojo, bastante sencillo se podría decir aunque ¿quien no lo estaría? después de todo estaban en pleno verano, cualquier persona vestiría con colores claros, a diferencia de él que llevaba una playera negra de mangas largas, nunca le ha gustado exponerse tanto al sol, es por eso que su piel era tan blanca. Sin despegar su vista del rubio cambiaba de posición su cabeza apoyándola desde la mano izquierda hasta la derecha y viceversa, a veces recostaba su barbilla en la mesa y con una mano jugaba con su cabellera negra peinándola hacia atrás dejando escapar de vez en cuando uno que otro suspiro, no entendía el por que aquél joven le llamaba tanto la atención, ¿por que quería saber su nombre? no lo entendía.
Había permanecido tan sumergido en sus pensamientos que no notó que una camarera se aproximaba a su mesa para entregarle su pedido, estaba como aquel chico, ajeno a lo que sucedía a su alrededor, la camarera tratado de hacer que reaccionara pero no tenía éxito, no fue sino hasta que el rubio apartó su vista del libro y lo dirigió hacia donde estaba él, tal acción hizo que abriera un poco los ojos de la impresión ¿será que se había percatado que lo estaba observando todo este tiempo?, veía impresionado como aquella persona movía sus labios como si tratara de decir algo, por acto de reflejo se levanto de un solo golpe de la silla pero como no sabía que la camarera estaba ahí chocó con ella haciendo que esta cayera al suelo y que su café salga volando por el aire, todos en el local guitaron su vista en torno a ellos por lo que kuroro, un tanto avergonzado, se agachó para ayudar a levantar a la chica, extendiendo su mano tomó la de ella y cuando por fin pudo levantarse la mala suerte lo golpeó en la cabeza, literalmente, ya que el café se derramó sobre él bañándolo, sus cabellos quedaron humedecidos y se pegaron a su frente, todos los observaron la escena y murmuraban cosas, nunca en su vida experimentó tal vergüenza, pero era por el café derramado sino que había hecho el ridículo frente al joven que lo había cautivado.
-l-lo siento mucho señor, no fue mi intensión derramar su bebida- la pobre camarera se reverenciaba constantemente en señal de disculpa
-no fue tu culpa- defendió el rubio- el caballero de aquí estaba distraído- expresó seguido con una risa, para él ver esa escena era muy graciosa casi sacada de un programa de televisión.
-no hay necesidad de disculparse señorita, como ha dicho el joven estaba distraído- se excusó mientras que con su mano derecha apartaba nuevamente sus cabellos echándolos para atrás
-déjeme traerle un paño señor- y sin más que agregar, la camarera corrió nuevamente dentro de la cafetería
-ten, puedes usar mi pañuelo mientras tanto- sacó de su bolsillo trasero un pequeño pañuelo blanco
-no es necesario, ya me traerán un paño además no quisiera ensuciarlo- rechazó con mucha amabilidad el pequeño pañuelo
-tonterías puedes aceptarlo, luego lo lavaré- seguía insistiendo aun con el pañuelo extendido
-de verdad no es necesario- volvió a rechazar amablemente
-usted es un poco terco- suspiró un poco frustrado, así que se acercó hacia a él, se paró de puntas y empezó a secar su rostro con el pañuelo- pensaba tomar ese café con el calor que está haciendo y encima está vestido de negro- reprochó divertido, se sentía como una madre regañando a su hijo. Kuroro se había quedado mudo, el chico que llevaba rato observando está en este momento hablando con él, no sabía si fue por el calor del café que hacia sus mejillas arder.
-creo que ya esta, al menos ya no gotea más- se apartó de él y le dedicó un sonrisa, que para el fue lo más hermoso que halla podido ver- ¿y bien?- preguntó con curiosidad
-¿y bien que?- respondió kuroro algo incrédulo
-¿si ya no siente la cabeza tan mojada?- preguntó nuevamente con una sonrisa en sus rostro
-uhmm, no tanto- pasó nuevamente su mano por sus cabellos, seguían húmedos pero al menos no goteaba- muchas gracias chico- le dedicó una sonrisa en agradecimiento
-kurapika-
-¿eh?- miró incrédulo al rubio
-mi nombre es kurapika- se llevó el pañuelo a su mano izquierda mientras que con la mano derecha se la extendió para que este pudiera estrecharla- es un placer
- el mío es kuroro, encantado de conocerte kurapika- imitando al joven, extendió su mano para así estrecharlas en forma de saludo, cuando tocó su mano pudo sentir como una corriente electrificante se apoderó de su cuerpo ¿qué clase de sensación era esta? Nunca había experimentado algo así en sus relaciones anteriores, le agradaba esta nueva sensación
-bien, supongo que te veré en otra ocasión- kurapika se dirigió a su mesa y tomó sus cosas-hasta pronto kuroro- y sin mas que agregar se alejo perdiéndose entre la multitud
-si, hasta pronto- respondió en un susurro mientras lo veía alejarse, en sus labios de poso una pequeña sonrisa y en su mente repasaba una y otra vez el pequeño momento que pasaron pero sobre todo la nueva sensación que descubrió cuando estrecharon sus manos, cerró su mano en forma de puño y se lo llevó al pecho rezando en silencio para que en un futuro no muy lejano puedo volver a encontrarse con él y volver a sentir aquella electrificante sensación.