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Munr por BB Asmodeus

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Notas del fanfic:

Fandom: How to Train Your Dragon, 1 & 2, Libros de Cressida Cowell. (Sí, por fin he caído.)

Parejas: Hiccup/Toothless (principal); menciones de un pasado Hiccup/Astrid. Eventualmente, apariciones de otras parejas.

Rating: Mature/Lemon.

Categorías: Romance, Humor, Drama, Suspenso, Temas Espirituales, Hurt/Confort, Semi-Fusión con los Libros, Aventura. Lemon en algunos capítulos, pero no de una manera tradicional. Uso de mitología y lenguaje Nórdico.

Sinopsis: Post-HTTYD 2. Justo cuando Hiccup y Astrid están a punto de contraer nupcias, un ritual de una vieja espiritista vikinga expone una dura realidad a la pareja—el alma de Hiccup ya le pertenece a alguien más. Sin embargo, el aceptar Hiccup este hecho, tan sólo será el inicio de su nueva aventura.

Advertencias: No me agrada la idea de Humano!Toothless. Traté de explorar más posibilidades sobre cómo desarrollar un romance entre Toothless y Hiccup. Mis viejas raíces de Dean/Castiel me ayudaron. Con eso dicho, esta historia es Yaoi/Slash entre un dragón y un humano. Si no te gusta, mejor retírate.

Notas/Spoilers: En este universo alterno Valka fue nombrada Jefa, en lugar de Hiccup. En mi opinión, no fue justo obligar a Hiccup a ser alguien que no quería, sólo para otorgarle más poder. Además, me enfurecí con el hecho de que Toothless ahora tiene que cargar en su consciencia, cierto asesinato…

 

Notas del capitulo:

Hiccup no era afín a ingerir ale, pero esta ocasión lo atribuía.

I.

[+][+][+]

 

"Seré tuyo…

Algún día."

-M83 (Soon, my Friend).

 

[+][+][+]

 

 


 

 

Hiccup no era afín a ingerir ale, pero esta ocasión lo atribuía.

Sin compañía, Hiccup se dedicó a acabarse una botella él solo, puesto que los demás vikingos eran lo suficientemente listos para mantener su distancia.

Una. Dos. Tres. Hiccup no le había encontrado el caso al sabor adquirido, pero cuando la cuarta copa comenzó a aligerar su cuerpo, entumeciendo sus sentidos a cierto grado, entonces el chico comenzó a comprender.

Astrid debía estar haciendo su propia versión de exorcismo de sus demonios. Probablemente matando arboles con sus hachas. Hiccup podía verlo en su mente, claramente.

Hiccup dejó caer su torso sobre la mesa de madera, rodeando la botella en el abrazo de sus manos. Estaba atardeciendo y los rayos del sol se despedían con unos colores purpuras que simbolizaban a la perfección los sentimientos del mismo Hiccup.

"Está bien. Creo que ya es suficiente miseria por una tarde."

Hiccup trató de crear una expresión lacera, digna de las ovejas de Berk, pero Valka era inmune. Más dura que su padre, en algunas ocasiones. La botella fue arrancada de sus manos, y cuando Hiccup intentó recuperarla, un manotazo fue su recompensa.

"¡Ow! ¡Estoy lamiendo mis heridas, madre!"

"No seas ridículo, Hiccup. No hay heridas que lamer en primer lugar—"

"¡Claro que sí!" Saltando de su asiento, Hiccup se alejó de la mesa y de su madre, sus puños apretándose. Sobriedad, repentinamente, lo golpeó, brutal. "Astrid no merecía esto."

Un suspiro suave acogió su confesión. "Lo siento, hijo. No fue mi intención menospreciar tus sentimientos. O los de Astrid. Por supuesto que el rompimiento de su relación es algo que uno debe considerar en luto—Pero, Hiccup. Honestamente, ¿estás tan sorprendido, que esto haya sucedido?"

Ahora fue el turno de Hiccup para suspirar, cuando los dedos de Valka se acercaron lo suficiente para peinar sus mechones pelirrojos. "¿Sorprendido, que mis planes de casarme en una semana hayan sido rotundamente cancelados, porque una anciana lectora de alma decidió que mi alma apestaba demasiado—"

"Vamos, sabes que así no fueron las cosas."

"—o que, oh sorpresa, por descubrir que mi alma le ha sido infiel desde hace años a Astrid, sin que yo me enterara? Claro que no, para nada sorprendido."

"Baja al sarcasmo, chico." Valka roló sus ojos. "Puede que no lo veas ahora, pero eres afortunado de que esto haya sucedido—"

"¿Quién la invitó, de todas maneras? Nunca en mi vida la había visto antes, y de repente se aparece en mi cena de Compromiso, con sus trucos de magia barata—"

"Creo que es hermana de la anciana Gothi—"

"¿Sabes qué pienso, ma'? Creo que la señora solamente estaba necesitada de atención. ¡Ajá, eso debió de haber sido! Quería ser el ojo del huracán. ¿Qué mejor forma que inventar un ritual espiritista con los novios? ¡Apuesto que se fue de Berk con los bolsillos llenos de dinero! Todos debieron haberle agradecido el gran espectáculo. Debió de haber escuchado sobre mi maravillosa reputación, y debió haber pensado, 'Mmm, ¡ya sé a costillas de quien podré hacerme rica! Hiccup Horrendous Haddock III debe ser humillado frente a todo el pueblo, a días de su boda. Seguramente, eso funcionará.'" Y concluyendo su hipótesis, el trasero de Hiccup terminó en el piso frio, un eructo escapando de sus labios.

El rostro de su madre se asomó, una ceja alzada. "¿Haz terminado?"

Hiccup relamió sus labios. "Sí, eso creo."

Valka, entonces, decidió voltearle su mundo de cabeza. "Mmm. Son muy jóvenes para casarse, de todos modos."

"¿Qué? ¡Pensé que te agradaba Astrid!"

"Me agrada. Pero, a mi parecer, fue apresurado de su parte decidir casarse."

Hiccup no podía creer lo que escuchaba. "¡Es lo que todos querían!"

"Exacto. No lo que  querías."

"Es parte de mi deber como Jefe." Hiccup se repitió lo mismo, que se había estado repitiendo, desde la caída de Drago. Desde recibir el puesto del fallecido Stoick, la expectativa de que Hiccup y Astrid culminarán su noviazgo había colocado un peso sobre sus hombros. Era una Nueva Era. Y debía ser consolidada con su matrimonio.

O eso, habían pensado.

"Todavía no eres Jefe. Te dije que no debías preocuparte, Hiccup. No importa lo que los demás esperen de ti. Llenar las obligaciones de tu padre no es tu responsabilidad. Por ello fui nombrada Jefa en tu lugar. Nunca quise que cambiaras tu naturaleza para satisfacer la opinión del pueblo."

"Con todo el respeto, madre. Pero esas son patrañas, y lo sabes." Hiccup renegó, entre flojos intentos de sentarse. "Todos han estado sobre mí para tomar el lugar de Jefe, porque no están contentos con la idea de que una mujer los mande. Especialmente una mujer que desapareció por veinte años para vivir con dragones, en lugar de serle fiel a su amado Stoick. Vikingos: Terquedad Es Nosotros."

Valka tomó el mentón de su hijo con determinación, conectando sus miradas. "Tendrán que aguantarse, entonces. Porque no permitiré que mi hijo viva infeliz."

Aquella fosa de incandescencia, que había estado apareciendo en sus entrañas desde que Hiccup se había reencontrado con su madre, creció y creció, inundándolo con sus llamaradas de sensación. Era en momentos como este, que se daba cuenta de que tanto había necesitado a su madre durante su crecimiento. Cuando su mejilla fue acariciada con ternura, instintivamente, Hiccup restregó su rostro ante su palma. Sus párpados cayeron, exhaustos. Había sido tres días difíciles los que habían seguido a la Cena de Compromiso, llenos de amargura, decepción, negación. Tres días donde Hiccup había optado por esconderse en su choza. Cuando se había aparecido por el comedor esta mañana, todos se habían escabullido, sin comentarios. Así de miserable debía de lucir. Aunque Hiccup estaba acostumbrado a que los demás huyeran de su compañía, cuando en verdad necesitaba a alguien.

No que Hiccup necesitara a alguien más, cuando tenía a Toothless—

-Thor, no. Hiccup volvió a enterrar ese pensamiento. -No estoy listo.

No estaba listo.

Extrañaba inmensamente a Toothless. Sabía que debía de estar siendo extrañado de igual forma.

Y ese era el problema.

"¿Crees que tiene… razón? Aquella anciana, quiero decir." La pregunta fue reproducida en un susurro culposo, desesperada por un punto de vista ajeno.

Valka se sentó en el piso junto a él. Cuando jaló la cabeza de Hiccup hacia su regazo, el chico no titubeó en dejarse consentir. "Eso sólo puede ser comprobado por ti, hijo mío. Por tu propia corazón y tu propia alma."

"¡Y no me pertenecen, Hiccup! ¡Ese es el problema!" El recuerdo de los reclamos de Astrid cazó su mente. Hiccup había insistido en continuar con las nupcias a pesar de lo sucedido, y en réplica, Astrid había lanzado parte del banquete abandonado en su dirección. "¿Cómo puedes pensar que querría casarme con alguien que ni siquiera me considera su alma gemela?"

La chica tenía toda la razón, por supuesto. Astrid merecía estar con alguien que la atesorara como la número uno. Alguien que le diera todo de sí.

No como Hiccup, que no podía darle ni un cuarto de su ser, porque ya estaba apartado por alguien más.

Así que, hasta allí había llegado su romance. Astrid había reclamado su libertad de regreso, y Hiccup no había tenido otra alternativa más que dársela. Era lo justo.

Le había pedido a Toothless dejarlo solo desde entonces. No cruelmente, como la última vez. Pero, con insistencia. Su amigo había rugido desde entonces, todas las noches, desde el otro lado del pueblo, llamando por su jinete entre las sombras de los graneros. Toothless no era solamente un animal. Era un ser centinela, inteligente, con sentimientos y razonamiento. Por ello, había comprendido por qué Hiccup había necesitado la distancia. Toothless, al parecer, había sabido la verdad desde tiempo atrás, sin necesidad de una anciana bruja para averiguarlo.

Los dragones sabían lo que era amar incondicionalmente. Lo aceptaban y seguían con su vida. No se la complicaban tanto, como los humanos.

Hiccup respiró hondo, apretando sus parpados. Recordó aquella cena, la atmósfera de festejo alegre, las carcajadas entusiasmadas de vikingos ebrios. Jarrones habían golpeado las mesas para mostrar su apoyo a su futuro líder. En el centro del festejo, Hiccup había sostenido la mano de Astrid, admirando su belleza, nervios torciendo sus tripas. A su lado había estado Toothless, reemplazando el lugar de su madre—Porque era así de inmensa su importancia. Hiccup lo había necesitado cerca, completándolo, distrayéndolo del gran cambio, en el que Hiccup había estado a punto de embarcarse: Matrimonio. Las rodillas de Hiccup habían temblado, y en más de una vez, un ala de Toothless lo había mantenido de pie. Cuando la hermana menor de Gothi—Ragna—había sido ofrecida para mostrar su bendición, todos habían estado interesados. Presagios de buena fortuna eran bienvenidos para todo vikingo. Ragna había ofrecido realizar un ritual que demostraría que tan correcta la unión entre Astrid y su persona era. Un ritual que mostraría la fortaleza del amor entre los dos.

-Un fiasco. Un verdadero fiasco, había sido el resultado.

Con la única iluminación de las velas, la encantación antigua había retumbado por el comedor, extrayendo del pecho de Astrid una mística manifestación de su alma—el Sál—para los ojos asombrados de todos los presentes. Había sido hermosa, una esfera de plata, tan valiente como su dueña. De los labios de Astrid había salido el nombre de su prometido, y la plata de su alma se había derretido para recibir el abrazo de su amado…

El alma de Hiccup había sido un corazón de llamas, irreverente, único. Salvaje. Las llamas no habían cesado, rojas, doradas, naranjas—ardiendo como una estrella. Cuando Astrid le había llamado para unirse a la suya—

—Hiccup la había rechazado.

Las llamas habían subido de intensidad, robándole vitalidad a su alrededor, con su imponencia. El alma de Hiccup había huido de las alas plateadas de Astrid, sumergidas en el palpitar de un corazón, que tenía tatuado otro nombre.

Hiccup había abierto sus labios, y entre llamaradas azules que habían encubierto su Sál, el nombre de su verdadera alma gemela había sido establecido: "Toothless."

Las llamas azules, mercuriales, habían provenido del alma del Night Fury, cubriendo el símbolo espiritual de Hiccup con posesividad; tomando lo que era suyo frente a todos.

Hiccup no había podido mentir. Al finalizar el maldito ritual, Hiccup no había podido ocultar nada. El descubrimiento había sido tan impactante para él como para Astrid, pero aun así, Hiccup no había ni pensado en tratar de negar la irrefutable realidad.

Lo que  había tratado de hacer había sido evitar pérdidas. Había tratado de luchar por Astrid, sin querer perder a Toothless. Había intentado mantener a sus dos seres queridos.

Y como lo había mencionada previamente: Había recibido medio banquete en su rostro, como consecuencia. Astrid había matado sus ilusas esperanzas, obligándolo a escoger entre los dos.

Al abrir de nuevo sus ojos, de regreso al presente, inhalando la fragancia de su madre, Hiccup sonrió con melancolía. "Solamente estoy prolongando lo inevitable, ¿cierto? Pero, es que—No sé cómo—No sé qué es lo que sigue." Sus mejillas se sonrojaron de inmediato. "Quiero decir, sé qué se supone que debe seguir a esto—con Toothless. Pero. Mejor me callo—¿Hablar con mi madre sobre esto? No tan ideal." Y dio tremendo salto fuera de los brazos de su mamá, sacudiendo su camisón y pantalones.

Valka se carcajeó de su dolor. "Cálmate. No te presiones tanto, Hic. Después de todo, esto nunca ha sucedido antes. Tú… relación con tu dragón es completamente única, en cada detalle posible. No puedes evitar sentirte tan frustrado."

"No me lo recuerdes." Hiccup murmuró entre dientes, mientras ayudaba a la mujer a levantarse del piso. "Pobre Toothless. Nunca soy justo con él. Siempre aguanta mis… rabietas y mis crisis personales. Siempre está dispuesto a esperar a que saque mi cabeza de mi trasero." -Y siempre espera a que regrese a él. O a que Hiccup lo buscara. A que lo encontrara. "¿Lo haz visitado?"

"Por supuesto."

"¿…Cómo? ¿Cómo está?"

Valka se cruzó de brazos. "¿Por qué no lo averiguas tú mismo?"

Los hombros de Hiccup se deslindaron con profunda culpa. La disposición de su madre se suavizó.

"Seré honesta: la población de Berk puede adaptarse, pero trasplantes de personalidades no son posibles. La opinión popular no ha sido muy… amable con Toothless. Habían muchos fanáticos de Astrid y de ti, juntos."

Furia lo invadió. "¿Están desquitándose con él?"

"Nada muy serio. Rumores, mayormente. Habladuría detrás de sus espaldas, ya sabes. Pero, claro que nadie se atrevería a enfrentar a un Night Fury a la cara. Toothless es más que capaz de defenderse."

Hiccup sonrió. Que sí no. La reputación de Toothless lo precedía. Ahora que era Alfa de los dragones, sus niveles de intimidación se habían triplicado.

Valka golpeó sus hombros juntos, juguetonamente. "Te extraña terriblemente, pero trata de esconderlo. Se ha mantenido ocupado con los demás dragones. Cloudjumper le ha mantenido compañía."

"Sé que me extraña." Sus maullidos nocturnos comunicaban tanta añoranza por volar con Hiccup, que ni todas las ventanas cerradas y almohadas contra sus orejas habían sido barrera suficiente. "Debe estar haciendo pucheros."

Valka desordenó los cabellos de su hijo con una sonrisa diabólica. "Son perfectos el uno para el otro, entonces."

"¡Oye!" Pero, Hiccup rio ante la comparación. "Bueno, supongo que ya lo he dejado solo mucho tiempo."

"¡Gracias a Thor! ¿Esto significa que finalmente tomarás una ducha?"

"¡Ma', no insultes mi fragancia masculina!" Sacando su lengua, Hiccup se escapó de otro manotazo, comenzando a retirarse del comedor. Sintiéndose mucho mejor sobre la situación, Hiccup se dirigió a su residencia, sobando su rostro cansado. No estaba acostumbrado a tomar alcohol, y sabía que pagaría un precio alto por la mañana, pero por ahora, Hiccup aprovecharía las agallas liquidas que el ale le estaba proporcionando. Al llegar al portón de su choza, pausó un momento, tragando saliva.

Luego, chifló.

Un silbido solamente conocido para un par de orejas negras.

No esperó para cerciorarse de que había sido escuchado. Era un hecho que Toothless lo había escuchado. Entró a su casa y se dirigió a su habitación, todavía sintiendo dolor al reconocer artefactos pertenecientes a Stoick, regados por su hogar. Actualmente, Hiccup vivía solo (más Toothless). Astrid siempre había sido una visitante, y cuando habían estado comprometidos, habían tenido planeado construir su propia choza. Valka había optado por vivir por su cuenta también, ya acostumbrada a su soledad. Aunque Hiccup siempre era bienvenido durante las horas de almorzar.

Antes de disponerse a preparar una ducha, Hiccup se dejó caer sobre su cama, estirando sus brazos con un gemido.

Cerró sus ojos, respirando profundo para relajarse. Estaba tan cansado. Tantos cambios tan espectaculares habían sucedido, uno tras el otro, durante los últimos meses, que apenas en este momento, Hiccup parecía sentir las consecuencias emocionales. Extrañaba a su padre, a pesar de su conflictiva relación. No era justo que ahora que había encontrado a su madre, Stoick había tenido que morir. A su vez, odiaba que Toothless tuviera que cargar en su consciencia un asesinato tan horrible. Hiccup no lo culpaba, pero Toothless no podía evitar culparse él mismo. Y lo haría toda su vida. Sin importar que tanto Hiccup tratara de impedirlo. No era algo que se superara con el tiempo.

Una ráfaga de aire caliente acarició su rostro.

Hiccup sonrió. Levantó sus párpados.

"Hola, amigo." Toothless se mostraba inseguro de su bienvenida, a pesar de su gentil saludo. Hiccup se sentó sobre el colchón, estirando sus brazos en dirección del dragón. "Ven aquí."

No tuvo que decirlo dos veces. En un parpadeo, Hiccup fue invadido por dragón puro.

Una serenidad instantánea lo invadió totalmente, al tener a su dragón de regreso a donde pertenecía.

Valka había tenido razón.

Solamente Hiccup podría saber si aquella bruja había hablado con la verdad.

-Demonios. Hiccup apretó sus brazos alrededor del cuello de su amigo. -He sido un tonto.

"Está bien, todo está bien—No te preocupes, Tooth'." Le susurró. "Lo siento. Siento tanto haberte ahuyentado. Pero, necesitaba pensar."

Toothless comenzó a ronronear, aunque sus ojos verdes fueron solemnes cuando buscaron por los de su jinete, sus orejas alzándose con incertidumbre.

Las manos de Hiccup recorrieron la piel escamosa lentamente, registrando la textura con un detenimiento casi exacto al usado en los inicios de su amistad. Cuando Toothless había sido todo, en lo que Hiccup había podido pensar.

-Que buena broma. Todavía, es todo en lo que puedes pensar. Por Thor, esto era ridículo. Toothless y Hiccup eran ridículos. "No importa. Ya terminé con mi seminario de auto-lástima. Lo prometo."

Toothless lució escéptico, dejando salir un soplido por su hocico, y causando una exclamación de indignación del chico. "¡Bien! Si no me crees, ¡entonces quítate! ¡Tengo una ducha que empezar!" Fingiendo estar dolido, Hiccup comenzó a empujar al dragón con todas sus fuerzas.

No contó con las lamidas épicas que se le fueron aplicadas. "¡Aw, Toothless, no! ¡Una ducha es más efectiva, te lo aseguro!"

Para su dulce satisfacción, Toothless hizo una enorme mueca de asco, una vez que obtuvo una probada del cuerpo apestoso de su humano. Sus labios se torcieron cómicamente.

"Ups, debí habértelo advertido." Guiñando un ojo, Hiccup se escurrió de las garras del dragón. "Eso te pasa por no hacerme caso, grandote." Se metió al sanitario sin más, dedicándose a llenar de agua la tina. Puesto que la puerta fue dejaba semi-abierta, no fue sorpresa que el dragón se auto-invitara a la fiesta. De reojo observó a Tooth' introducir parte de su hocico a la tina, y Hiccup aprovechó para salpicarla agua a los ojos. Viéndolo sacudirse, Hiccup rio, sin remordimiento alguno.

"Tal vez tú deberías tomar una ducha también, Tooth'." Algo de coqueteo se le escapó, Hiccup lo admitía. Pero, las palabras fueron dichas antes de poder tragárselas.

Para su sorpresa, una considerante mirada apareció en el réptil, ante la propuesta. Hiccup sintió una cola rodear su torso, jalándolo hacia su amigo. "Oh." Fue lo que exhaló, al ser enfrentado por la intensa atención de dos irises esmeralda. De repente, una tensión endureció su postura, recordándole de la nueva dimensión que ahora se filtraría en las interacciones con Toothless. Colocando sus palmas en el pecho necroso, una risa nerviosa tembló fuera de su boca. "Hola. Nos encontramos de nuevo."

Un suave gorgojo vibró bajo sus yemas.

"…Sí. Yo también te eché de menos, chico." Toothless siempre era una enorme fuente de calidez de la que Hiccup se aprovechaba, pero ahora, aquella calidez estaba sofocándolo un poco. "Te escuché, cada noche."

Toothless chilló con un sentimiento que conmocionó el corazón de Hiccup, más allá de palabras.

"…Sí. Sé qué tratabas de decirme." Bajando su mirada, Hiccup pensó en que tan vacío se había sentido estos pasados días. Sin Toothless, la mitad de su ser moría, dejando sólo a un fantasma. Pero, ¿era esto acaso amor? Había creído amar a Astrid, y mirar nomás cómo eso había concluido. No deseaba terminar tan mal con Toothless, porque no lo sobreviviría. Sin embargo, después de tanta espera tortuosa, Toothless merecía algún tipo de respuesta. Una señal. "Acepto… lo que significas para mí. Acepto que tu Sál es mía, tanto como la mía es tuya."

Un gemido ahogado chilló de los adentros de la garganta de su dragón. Esta vez, cuando una lamidita de aquella esponjosa almohada lo rozó, fue mínima, delicada, apenas tocando una mejilla sucia de su jinete. Hiccup se sintió tímido, como nunca antes, agachando su mentón. "No cantes victoria, tan rápido—Después estarás rogando por deshacerte de mí."

Toothless resopló sobre sus cabellos, achicando su entrecejo, el mensaje claro: No seas idiota.

Hiccup tomó la cabeza de su Sál—De su Munr—para unir sus frentes en gesto que era ya costumbre, humano y dragón cerrando sus ojos al unísono. "No te mentiré, Toothless. No tengo idea de lo que debo de hacer—De cómo esto entre nosotros podría funcionar." Aclaró su garganta. "Tengo algo de miedo."

Los sublimes ojos de su dragón fueron claros de leer. Toothless también tenía miedo.

"Lo tomaremos con tranquilidad, ¿está bien? Lentamente."

Toothless sonrió extasiado, obviamente llamando una ganancia el hecho de que Hiccup estuviera aceptando… convertirse en algo más-de-amigo. Algo que Hiccup todavía no podía descifrar.

Un segundo después, Toothless estaba riendo por razones diferentes, sin embargo, al aprovechar su abrazo para arrojarlo a la tina ya llena de agua, que los había estado esperando.

"¡Rrrrw! ¡Toothless—¡Eso no fue muy caballeroso de tu parte!" El vikingo escupió al regresar a la superficie, limpiando agua de su cara. "Augh. ¿Ropas mojadas? No tan confortables que digamos. ¿De qué sigues riéndote, lagartija gigante?" Era bueno, aliviante de cierta manera, que ciertas cosas no cambiarían. "Sólo por eso, la cifra de citas requeridas para que salgas afortunado, ¡se ha clasificado a Indefinida!—Espera, ¿los dragones tienen citas?" Cerrando la llave de agua, Hiccup meditó en el tema. "Si piensas que nuestros vuelos son considerados como tal, estás muy equivocado, Tooth! ¿Quieres este magnífico cuerpo? Tendrás que—" Giró su rostro al frente y se encontró con pupilas dilatadas. Muy, pero muy interesada, en lo que se escondía bajo la camiseta empapada del humano. "—trabajar duro por él."

Un bufido. Luego, la cabeza de Toothless asintió, seriamente.

"Estás tratando de decirme algo, lo sé." Hiccup susurró, observando el mentón del dragón acomodarse en la orilla de la tina. "Nunca he estado tan frustrado con tu falta de habla, como ahora."

Toothless posó una garra en la tina, y las escamas de su lomo se abrieron. Algo de urgencia se coló por los maullidos de su Munr. Definitivamente, estaba intentando comunicar algo importante. Hiccup colocó una mano sobre su garra.

"Estoy aquí, Tooth'. No te preocupes—No voy a ningún lugar."

Aquel brillo, tan misterioso y azul, que había comenzado a hacer esporádicas apariciones desde la batalla contra Drago, iluminó parte de las escamas de Toothless. Hiccup lo recorrió con sus dedos mojados, inútilmente queriendo atraparlo. "Me gusta este color. Mi favorito." Entonces, la revelación le llegó como una patada en su estómago, evocando su primera memoria de aquel color mágico. Recordó la razón por el nacimiento de tan hermoso resplandor. "…Significa que me amas." Significaba que Toothless amaba a Hiccup lo suficiente como para enfrentarse al dragón Alfa, un monstruo trecientas veces más grande que él.

Solamente para mantener a su Munr a salvo.

El Night Fury ronroneó con satisfacción, la tinta índigo creciendo y delineando más caminos que las yemas de Hiccup codiciaron recorrer, deseando descubrir más secretos sobre el vínculo que los unía.

-Pero, todavía no. Aún no es hora. Por respeto, más que nada. Respeto a que ni siquiera había transcurrido una semana desde el rompimiento con Astrid. Ella y Toothless merecían más que eso. Esta nueva etapa con Toothless merecía tiempo, paciencia e intenso análisis. Hiccup no quería arruinarlo todo. Quería hacerlo correctamente.

"Mi frigg." Fue lo que ofreció en retorno, besando la punta de la trompa de su alma gemela. "Digamos que, si pudiera imitar a un fuego artificial de la misma forma—Estaría brillando también, Toothless." Dejando que tal confesión calara un momento, Hiccup se alejó de su acompañante con aire deliberadamente sensual. "¡Ahora, chú, chú! Tengo que asearme, antes de que mi madre decida mandarme a dormir con las ovejas."

La expresión catastrófica en Toothless fue para morirse, ojos saltados y media lengua de fuera. Un chillido suplicante quiso convencerlo de ayudar con la tarea, pero Hiccup se negó rotundamente.

"¡Áh, áh!, Sr. Dragón. ¡Nada de eso! Necesito quitarme esto—" Enfatizó hacia el camisón con sus nudillos adueñándose de las comisuras de tela. "—y no quiero ninguna mente pervertida a mi alrededor. Espérame en la sala, Toothless, como el dragón bien educado, que sé que eres."

Un inmenso gruñido de frustración y un coletazo anunciaron la retirada del dragón, bufidos indignados haciéndoles coro a las cuatro patas retirándose del sanitario.

"¡Y no te atrevas a incendiar la casa mientras estoy ocupado!"

Como despedida, Toothless entre-roló sus ojos, como cualquier humano sabiondo. Fue lo último que Hiccup miró, antes de que la puerta se cerrara.

Una vez solo, Hiccup sintió todo su cuerpo perder sus agallas, convirtiéndose en tallarines cocidos. Se sumergió por completo en la tina, aguantando la respiración hasta quedarse tan azul como Toothless.

"Es una locura. Una completa locura." Expresó con risas incrédulas. Se sentía tan irreal como aquel día que había conocido al Night Fury. Desde el primer encuentro, su historia con Toothless había consistido en locura. ¿Por qué habría de cambiar esto, ahora? "Thor, estoy prácticamente casado con un dragón con actitud. Otro día normal en la vida de Hiccup. ¿Qué hubiera dicho mi padre de todo esto?" Probamente hubiera tenido un infarto. Irónicamente. O tal vez, con la ayuda de Valka, no le hubiera importado tanto.

-Supongo que nunca lo sabremos. Tranquilizándose, el vikingo decidió apagar su mente por el momento. No podía pensar en su padre por un largo periodo de tiempo. Y en estos tres días, pensar y pensar, había sido lo único que Hiccup había hecho. Estaba harto. Todo lo que quería era tumbarse en su cama con un olor más agradable.

Y fue lo que hizo. Se tomó un buen baño y se concentró en sólo terminar el día.

Al asomarse al pasillo, encontró sus ropas de dormir hechas bulto en el piso, cortesía de su dragón. Tras ponérselas en la privacidad del baño, se fue directamente a su habitación, para nada sorprendido con ver que estaba siendo esperado.

"Estoy muerto, Tooth." Casi salivando, Hiccup se acostó sin orden alguno. "Tomaré una siesta, ¿está bien? Tal vez… más tarde… podamos… cenar con Ma'…"

Al sentir un cortina oscura posarse sobre su silueta, Hiccup sonrió entre dormido. Destellos azules pestañeaban, similarmente a un cielo estrellado, sobre su figura. Vaya manera tan envidiable de irse a dormir. "Buenas noches…"

Un ronroneo acogedor, recíproco en cansancio y ternura, fue lo último que Hiccup registró antes de ceder a las exigencias de su cuerpo.

 

 


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Fin de Parte I.

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Notas finales:

Traducciones:

Munr: Se refiere a una de las seis partes que forman el "ser" en la literatura Nórdica. Murn puede ser crudamente traducido a "deseo" o "voluntad." Es el asiento de los gustos y disgustos de una persona: del amor, dolor, miedo, odio, felicidad y otras emociones.

Sál: Alma. (Creada después de que los pueblos Nórdicos fueran convertidos al Cristianismo, porque curiosamente antes de la conversión, la palabra "alma" no existía).

Frigg: "Amado", "querido", alguien "para amar"; Diosa de la Tierra, Aire y de la Fertilidad, esposa de Odín.

Ragna: "Consejo."


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