Clase 1: Educación sexual
Los rayos del sol comenzaron a molestarle cerca de las siete de la mañana, media hora más tarde de lo que debía haberse levantado. Killua no acostumbraba a quedarse dormido, nunca, pero esta vez la situación se le había escapado de las manos. Abrió los ojos abruptamente, recordando con algo de temor la pesadilla horrorosa que había tenido anoche...
Sintió una pesadez en su espalda, y tocó su abdomen para asegurarse de que no estaba delirando. En efecto, no lo hacía. Allí estaba la redondez.
Gritó con todas sus fuerzas.
Todo había comenzado ayer por la mañana, en su cuarto día de clases. Killua se había despertado a la hora usual, a tiempo para comer un desayuno ligero y tomar el bus de las siete.
Se iba todas las mañanas junto a su mejor amigo, aunque Gon se subía unas ocho paradas más abajo que él. Killua vivía en una mansión que quedaba a unos cuarenta minutos del colegio, en cambio Gon, vivía a solo veinte. No tenía necesidad de hacerlo, puesto que a su familia no le faltaba dinero ni sirvientes, pero era bastante agradable para él en realidad poder pasar esos minutos pacíficos junto a su mejor amigo.
Se habían conocido el primer año de primaria, cuando Killua todavía estaba reticente a hacer más contacto humano del necesario. Sus notas eran excelentes, y sus conocimientos demasiado avanzados para ser un niño de primaria. Por eso, nadie podía reclamarle el no prestar atención en clases, ganándose la envidia de los demás al verse situado por sobre los otros sin el más mínimo esfuerzo.
Una vez, mientras estaba comiendo un sandiwch en el recreo, unos niños le habían tirado una pelota que impactó de lleno en su cara y lo dejó lleno de barro. Furioso, aún cuando los niños le habían pedido disculpas repetidamente, había lanzado la pelota con una fuerza increíble hacia afuera de la escuela, siendo imposible recuperarla. Los niños habían mirado como bobos cómo la pelota recorría el cielo y luego se perdía detrás de la pared del patio.
Killua ya se estaba yendo cuando sintió que uno de los niños lo tomaba por el brazo y trataba de tironearlo.
Iba a darse vuelta para pegarle la paliza de sus vidas a esos idiotas, pero Gon había interrumpido la "pelea" justo antes de que se transformara en algo peor para los otros niños. Con su sonrisa había pedido en su lugar disculpas que no debió, pero la verdad es que le había evitado más de un problema. Le preguntó su nombre, presentándose él mismo luego de escucharlo.
- Soy Gon Freacss, encantado de conocerte.
Le dio la mano, más por pena que por cortesía, o al menos eso fue lo que quiso creer.
-¿Por qué hiciste eso?
- ¿Hacer qué?
- Ya sabes... Defenderme, ayudarme, lo que sea.
- Porque no quería que ninguno quedará lastimado. Además -sonrió, esta vez mirándolo- me pareciste lindo, como un gato
Killua volteó su cara, sorprendido por la sinceridad y estupidez de aquel niño.
- ¡Ba-Baaaka! ¿Cómo puedes decir cosas tan vergonzosas cómo esas a un extraño?
El niño, en vez de responderle, simplemente le había sonreído y le había tomado de la mano para ayudarlo a limpiarse la ropa.
Ese encuentro, tan estúpido como había sido, habría de cambiar sus vidas para siempre: coincidencias, quizás incluso el destino.
Fuese lo que fuere, desde ese día Gon lo había seguido ha todas partes, aunque que con los años se había vuelto natural para ellos estar juntos. Con su sonrisa amable había logrado ganarse su amistad, y con el paso del tiempo quizás algo más, algo que acabarían por aceptar a las buenas... o a las malas.
La primera clase había sucedido sin mayores percances. Historia siempre le había parecido una de las clases más aburridas. ¿Cómo le iba a interesar lo que unos viejos habían hecho cientos de años atrás? La atención de Killua, en cambio, estaba dirigida hacia otra cosa. Giraba el lápiz en círculos, con gran maestría, mientras observaba como Gon tomaba apuntes adelante de él. Podía imaginar su mueca concentrada, sus manos moviéndose al ritmo que el profesor hablaba.
El timbre lo había sorprendido en medio de sus cavilaciones. Guardó su cuaderno debajo de la mesa y luego sacó su caja de leche, viendo como Gon se daba vuelta para hablar con él.
- ¿Qué nos toca luego?
- Emmmmh jejeje -se puso el brazo en el cuello, un poco tímido.
En ese instante, cuando Killua vio a Gon ponerse "tímido", comenzó a sospechar que algo andaba mal.
- ¿No sabes?
- ¡Si! Si lo sé... Es que... Es... Educación sexual.
No pudo evitar atragantarse con la leche que estaba bebiendo.
- ¿Qué estás diciendo, baaaaka? ¡Una clase así no puede existir!
- Pero Killuaaaa, ¡te estoy diciendo la verdad!
No. Esto no podía ser, ¿qué estupidez era esa? ¡Clases de sexualidad, cómo si él quisiera saber algo sobre eso!
- ¿Gon?
- ¿Killua?
- ¿Es... Es en serio?
- Sí
Está bien, tenía que calmarse. ¿Qué tan malo podría ser? Solo tenía que soportarlo y ya, si armaba un escándalo iba a ser peor para todos. No le interesaba para nada, pero simplemente con la asistencia sería suficiente, igual que con las otras materias, ¿no?
El timbre sonó despertando de nuevo la ansiedad de Killua. ¿Qué clase de profesor tendrían?
- Hola, chicos. ¿Cómo están?
Todos se quedaron en silencio, mirando al profesor como estáticos. Killua sobre todo, se sobresaltó al ver a aquel tipo entrando al salón.
- ¡Jajaja! Creo que los he asustado un poco. Lo siento, lo siento. Pasaré la lista primero, luego me presentaré.
- ¡¿Qué- Qué haces aquí?! -se levantó de su asiento, apoyando una mano en la mesa y apuntándolo con la otra.
- Trabajo en este establecimiento, por supuesto -Le sonrió escalofriantemente- Ahora, vuelve a sentarte, antes de que te patee fuera del salón
El albino, a regañadientes obedeció.
- Psssst. ¿Lo conoces, Killua?
- Creo que es el novio de mi hermano o algo así. Siempre viene a mi casa... Es una persona horrible, te lo aseguro...
- Allá atrás, silencio.
Dicho, y hecho. La sala permaneció sumida en sigilo mientras el profesor escribía su nombre y la clase en la pizarra, rematando con un subrayado dramático.
- Soy Hisoka, consejero y este año profesor de educación sexual. Espero que nos llevemos, jajaja, bien y que aprendan mucho en esta clase.
- Yoroshiku onegaii shimasu
Corearon todos en el salón, un poco ansiosos ante el profesor que emitía un aura extraña. Killua, sin embargo, fue el único que no dio muestras de responderle.
- Oh, tenemos a nuestro propio chico rebelde. Te acusaré con Illumi si te comportas de esa manera, Killua-kuuun.
No sabía que un honorífico podía sonar tan horrible.
Todas las miradas se dirigieron hacia él.
- Muy bien, Killua-kun. ¿Sabes de qué tratará esta clase?
- No
Y tampoco me interesa.
- Aunque no te interese, esta clase es obligatoria, así que espero que pongan de su parte, esto va para todos. Eso si, les adelanto que no será nada fácil.
Espera espera, ¿este tipo lee la mente ahora?
- Bueno, para empezar, quisiera tomar una prueba corta para ver sus conocimientos. Tienen quince minutos para responder esto. Luego, les hablaré del proyecto de clase que tendrán que realizar este semestre.
Todos comenzaron a quejarse al escuchar la mágica palabra prueba, pero al ver la sonrisa del sensei se quedaron cayados.
- Psss, Killua
Gon se dio vuelta para susurrarle.
- Esto se ve difícil
Miró la hoja, que tan solo tenía tres preguntas. No pudo hacer más que tratar de contener la risa ante preguntas tan estúpidas.
¿De dónde vienen los bebés?
¿Cómo se reproduce el ser humano?
Nombre los órganos reproductores masculinos y femeninos.
Escribió las respuestas rápidamente, dejando la hoja al revés y dando por terminado el asunto. ¿Cómo podría haberse preocupado por una clase tan estúpida como esta? Ahora, que ya había realizado la prueba de diagnóstico, volvía a su estado natural de indiferencia. Lidiar con Hisoka no era la mejor de las bendiciones, pero no era algo que no pudiera tolerar.
- Bueno, chicos, se ha acabado el tiempo. Los último de las filas, recojan las pruebas por favor.
Killua se paró a regañadientes. Primero tomó la prueba de Gon y se rió internamente al ver de reojo la palabra cigüeña escrita en su prueba. En serio, ¿quién podía ser tan inocente a los catorce años? Quizás esta clase no le haría mal después de todo.
Dejó las pruebas encima de la mesa, para luego volver a su asiento.
- El proyecto que vamos a hacer será obligatorio -comenzó a explicar, apoyando las manos en la mesa- Es en parejas. Iré evaluando su comportamiento y dedicación, pero también tomaré algunas pruebas. Además, sus compañeros les pondrán una nota al finalizar. Espero que pongan esfuerzo en esto, ya que he hablado con el director.
Todos los años anteriores se ha hecho este trabajo, pero los alumnos no se lo tomaban en serio, les parecía demasiado difícil o agotador.
Así que, para que el esfuerzo valiera la pena, este año hemos decidido poner como obligatorio este proyecto, pero para poder pasar de año. Va a valer un 15% por ciento de de su promedio final, así que o bien pueden verlo como una oportunidad... O como un infierno. Jajaja, pero no se asusten antes de tiempo.
Para este trabajo, necesitaremos la ayuda de nuestro invitado especial para esta clase: Leorio. Me imagino que la mayoría de ustedes al ser de primer año no lo conoce, ¿no? Es el enfermero de la escuela.
A continuación, se había dirigido a abrir la puerta, pero el que Killua supuso que era el enfermero se adelantó a sus movimientos. Con una sonrisa torcida Leorio había entrado murmurando cosas que nadie alcanzó a escuchar.
- Bueno, ya estoy aquí. Hagamos esto rápido, ¿quieres?
- No seas tan descortés con nuestros queridos estudiantes, jujuju. Clase, este es Leorio Paladiknight, enfermero y guía para este proyecto, así que llévense bien con él.
- Yoroshiku onegai shimasuuu.
Leorio simplemente agitó su mano en respuesta al saludo de sus alumnos.
- Y ahora, sin más rodeos, les diré en qué consiste el proyecto...
La tensión en la sala era palpable. Sinceramente, nadie tenía claro de qué podía tratar, pero fuese lo que fuese, era tan importante como para valer el 15% de su promedio.
- Ustedes tendrán un bebé.
- ¡¿AAaaaaaAh?!