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Tríptico por turumpssss1

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Notas del capitulo:

Primero que todo: SPOILERS. Así que si no han leído el manga o terminado de ver la serie (hasta donde está, por lo menos), van a morir con los tremendos spoilers. Aun así, muchas de las cosas que menciono son inventadas, porque veo yaoi por todos lados.


HxH no me pertenece :(


Las parejas aun no se deciden, pero sí habrá una cantidad considerable de Leorio, Kuroro, Príncipe Kakin con Kurapika. Y, por otro lado, quizá haya un poco de HisoGon y KilluGon (un poco o mucho depende de cómo me sienta xD)

CAPÍTULO I.


Había pasado más de un mes en el Continente Oscuro, cuando los Zodiacos decidieron que era tiempo de llevar a cabo el plan que habían desarrollado a través de toda la travesía, para poder obtener más información y luego, capturar al Príncipe Kakin. Con ello, Kurapika por fin tendría la mayoría de los ojos de sus hermanos Kurutas, los cuales estaban esparcidos por el mundo como joyas de mercado.


Leorio cada vez se sentía más nervioso por el estado de Kurapika. Cada vez estaba más callado, pensativo, retraído en su mundo, analizando cada uno de los pasos que se deberían seguir para obtener éxito en la misión y en la cual, él era clave. Pocos se esperaban que siendo de la Brigada de Inteligencia, Kurapika y Cheadle planearan algo tan simple; pero Leorio sabía de dónde provenía esa idea: Kuroro Lucifer, York Shin.


Aunque algunos se opusieron, tuvieron que acatar las cosas ideadas por la presidenta de la Asociación de Cazadores y su nueva mano derecha, Kurapika. Pero, aun así, nadie sentía el sabor de la victoria en su paladar. Era tan arriesgado.


“Manos a la obra” dijo Leorio tratando de romper la tensión palpable del ambiente.


Kurapika se paró de su asiento y se dirigió a su dormitorio en silencio, Cheadle y Leorio lo siguieron de acerca, ellos eran los únicos que podrían reconocer al chico en el disfraz que ocuparía hoy en la noche, con el afán de poder llegar al Príncipe Kakin.


“No tienen por qué seguirme, puedo vestirme solo”


Leorio suspiró, Kurapika siempre era tan cabezota.


“No es que queramos verte desnudo Kurapika, pero si algo te pasa tenemos que saber reconocerte… o por lo menos conocer tu vestuario. No nos podemos dar el lujo de perderte así como así”


Kurapika tenía los ojos rojos. La ira poco a poco lo estaba consumiendo y su lógica forma de pensar se estaba nublando. Leorio pensó que Senritsu sería la única persona capaz de calmarlo en esos momentos.


“No voy a morir, lo sé” Los tres observaron el elegante vestido rojo estirado en la cama del kuruta. A pesar de tener escote, Kurapika luciría como una hermosa mujer con poco pecho. Eso, más las extensiones de cabello, hacían de Kurapika una mujer llamativa, que resaltaría entre todas las personas que asistían al pub.


Se vistió rápidamente, sin mirar a nadie. Su cabello ya estaba arreglado desde el día anterior y, a pesar de las miradas burlonas de algunos de sus compañeros zodiacos, no le importaba tener que utilizar su figura femenina para llevar a buen puerto una de las misiones más peligrosas en las que había estado involucrado.


Cheadle le armó una delicada trenza espiga y le puso una flor roja para finalizar la decoración del cabello. No quiso maquillarlo más que con un suave brillo labial.


A Leorio le faltaban las palabras para describir a Kurapika. Simplemente se veía como una flamante mujer de la alta sociedad. Sin un pasado oscuro, lleno de muertes y pérdidas. A pesar de que los ojos azules de Kurapika estaban sellados con las lentillas negras, se podía decir que nada ni nadie podía superar esa belleza que estaba delante de él. Sin duda alguna, los tipos que trabajaban para el príncipe Kakin la verían.


Y ese era su mayor miedo, ¿qué pasaba si salía mal?


“A penas puedo caminar bien con los tacones, pero supongo que puedo defenderme” Kurapika trató de sonreír, disipando la preocupación que Leorio sentía. Quizá, sólo quizá, había una posibilidad de que Kurapika terminara esa misión sin asesinar a nadie y saliendo ileso, tanto física, mental como espiritualmente.


“Te vez como una guapa mujer de la alta sociedad” comentó Cheadle, sonriéndole de vuelta. Leorio asintió rápidamente, mientras el rubor cubría sus mejillas. Era tan extraño decirle eso a uno de sus mejores amigos. Pero Kurapika nunca fue como Gon o Killua, siempre fue distinto para él.


“Gracias, supongo” el rubio trató de dar su sonrisa más encantadora y, escoltado por Leorio, salieron del edificio donde estaba su guarida y se encaminaron hacia el pub donde, esa noche, se efectuaría la búsqueda de jóvenes hechas por Kakin.


Leorio no entró, pero pudo ver cómo Kurapika se sumergía en el local, siendo elogiado por muchos hombres que lo veían pasar. Actuando como una señorita un poco tonta, el rubio sólo sonreía a los caballeros y les movía las pestañas diciendo un suave gracias a todos aquellos que se fijaban en sus piernas, sus ojos o su largo cabello. Si supieran la verdad, no estarían haciendo eso.


Leorio entró después. Kurapika se le perdió por unos segundos, hasta que lo vio tratando de moverse en la pista de baile para parecer una mujer normal. Todos se habían reído cuando Cheadle leyendo el programa, había dicho que Kurapika se haría pasar por una joven mujer normal de su edad. Nadie sabía que era lo normal, pero se dijo que el chico debería sumergirse en el ambiente propio del pub. Estando rígido y serio no pasaría desapercibido.


Entonces un hombre alto con un vistoso traje negro apareció al lado del kuruta. Leorio no pudo identificar en qué momento el tipo de acercó, pero puso atención y mandó un mensaje de texto a Cheadle lo más rápido que dieron sus dedos, mientras su corazón latía a una velocidad anormal.


Kurapika sonrió hacia el hombre y asintió. Mientras el tipo le hablaba, él respondía emocionado. Pero Leorio no tuvo tiempo para observar de nuevo al rubio, cuando un golpe justo y duro en su nuca lo hizo desmayar.


El ascensor se abrió en uno de los pisos más altos del edificio. A pesar de que no quería parecer sorprendido, el rubio no pudo evitar boquear. Era simplemente increíble lo ostentoso del lugar; lámparas de oro, animales disecados, todo tipo de arte abstracto evaluado en billones de dólares. Se acercó suavemente hacia los ventanales del piso y, poniendo una mano sobre el vidrio, observó la vista que tenía: las luces de los edificios, de los autos, de las ambulancias o policías. La rapidez de la ciudad en eterno movimiento, ¿qué diferencia había con York Shin?


Entonces un ruido lo sacó de su ensimismamiento. Volteó y lo vio. El príncipe Kakin, vestido informalmente, se había plantado cerca de él.


No supo qué decir. Podía sentir el brillante rojo de sus ojos viviendo en cada célula. Ese… ese era el maldito.


“Si quieres vivir, hazme el favor de quitarte los lentes de contacto. No hablo con personas deshonestas” el rubio sólo atinó a sacárselas. Su poder nen no podría ayudarlo en una situación así, no podía obligarse a llegar a un extremo donde no hubiera escapatoria.


“No es problema, señor” admiró algunos de los cuadros, y tomando aire, comentó “esa es una réplica exacta de la máquina voladora diseñada por da Vinci, ¿o me equivoco?” la última información que había obtenido de aquél objeto, era que había sido quemado accidentalmente en medio de un incendio en un museo.


“Increíble, siempre pensé que tendría que decirles a todos los que vinieran por este lugar la historia de él. Claro, omito la parte del incendio y digo que yo tengo la original” el príncipe se sentó holgadamente en los sillones de cuero puestos en medio de la habitación. Por fin le habían traído algo interesante “¿por qué no me muestras tu cara?”


Kurapica sabía que si lo hacía, estaría atrapado. Supo que el plan estaba mal en ese momento. No sabían que quería el príncipe, pero sí que era un coleccionista de objetos raros. Si lo veía con los ojos rojos, probablemente lo único que quisiera fuese apoderarse también de sus ojos. Y su nen… era tan inútil en esa situación. Se sintió indefenso.


Volteó calmadamente.


“Tienes unos ojos azules perfectos, ¿por qué ocultarlos?”


La conversación siguió tranquila. Sin mayores reparos, Kurapika le mostró todo el conocimiento de filosofía, arte, política y ciencia que conocía; insospechadamente, terminó conversando hasta de deportes, aunque esa no fuese su especialidad; el príncipe cada vez se mostraba más en confianza con su presencia. Pero entonces, cuando pensó que todo podía resultar, sintió la mano del hombre subir por su pierna.


Puso una mano sobre la del príncipe, tratando de pararlo, pero el sujeto era mucho más fuerte que él. Entonces, tuvo que recurrir a su última arma: la verdad.


“Soy un hombre”


El príncipe se detuvo y le sonrió “lo supe desde que entraste, pensé que te gustaba vestir así. Me ha pasado antes, pero nunca había llegado hasta aquí con alguien. Todos los que he conocido son tan burdos e ignorantes, todos desean conocer mis tesoros o tenerlos, nadie es capaz de mantener una conversación conmigo. Pero tú… puedes ser mi nuevo tesoro”


Kurapika se regañó por sonrojarse ante tales palabras. Estaba delante de un asesino. Cientos de jóvenes habían entrado a este departamento y no habían salido. Todos aquellos que sufrieron por las obras puestas ahí. Se sabía que nada de lo que estaba ahí había costado menos de una muerte. Los ojos de sus hermanos, los ojos de sus hermanos. La tribu Kuruta.


Sus ojos se encendieron y supo que todo estaba perdido cuando notó la mirada del príncipe sobre él.


“Eres uno de ellos”


Y antes de que pudiera reaccionar, el príncipe se estaba posicionando con fuerza encima de él.


 


Gon no podía ver su aura. Se sentía inútil. Tantas cosas por las que había pasado para terminar así. Se decía a sí mismo que había valido la pena, pero el sabor amargo de la victoria frente a Pitou no se le borraba. Y luego, Killua se había ido de su lado. Se sentía bien por él, sabía que había sido un pésimo amigo para Killua, obviando sus sentimientos y actuando de forma egoísta.


Pero aunque supiera a consciencia aquello, no dejaba de doler.


Después de la transformación en su pelea con Pitou, el cabello le crecía con mayor rapidez y ya lo tenía casi a media espalda. Era un castigo divino que le hacía recordar las estupideces que había hecho por no pensar.


Mito, por un lado, se reía de la figura que le daba su pelo, y se lo trenzaba todos los días para que no le molestara en sus incursiones en el bosque. Estar nuevamente en Isla Ballena lo hacía sentir como un fracaso, lejos de Ging, de los demás cazadores, de las aventuras que estarían viviendo sus amigos.


Había empezado a practicar nuevamente, pero sin un guía se le hacía difícil. Sólo podía confiar en su instinto, en su fuerza física, pero eso no lo hacía un verdadero cazador.


“¡Gooooon!”


La voz de Mito resonó en todo el bosque y corriendo, se dirigió hacia su casa.


“¿Qué pasa Mito-san?”


“No me había dicho que un amigo iba a venir a verte, Gon, así no puedo preparar nada” Gon sonrió, Killua quizá había ido a verlo dentro de todas las aventuras que estaba viviendo con su hermana, pero cuando se asomó a la sala de estar de su casa, no encontró la figura de su mejor amigo, sino a Hisoka.


Hisoka estaba en la sala de estar de su casa.


Hisoka estaba en la sala de estar de su casa en Isla Ballena.


“¿Hisoka?”


El mago iba sin su maquillaje característico y con una ropa más… normal. Esa era una de las razones de que su tía Mito no hubiera sospechado de algo extraño, en primer lugar. Su percepción era muy fuerte, pero se guiaba principalmente por las primeras impresiones e Hisoka había dado una muy buena primera impresión.


“Pequeño Gon, me habían dicho que estuviste al borde de la muerte y no pude encontrarte luego de las elecciones del Presidente de la Asociación de Cazadores”


Gon sólo pestañeó desconcertado.


“Tampoco me habían dicho sobre tu nueva imagen”


“Gon llegó aquí con el cabello corto, pero le ha crecido de una forma sorprendente. Así que ya no luchamos contra él y como es largo y hasta manejable, me he dado el gusto de peinarlo todos los días” Mitou ingresó a la sala de estar con una canasta de mimbre con la ropa recién lavada, escuchando el último comentario, se decidió a opinar, “ah, y si no tienes donde quedarte, puedes quedarte aquí. Los amigos de Gon son siempre bienvenidos a la casa”.


Gon no pudo opinar ni decir nada, cuando Mito lo obligó a ayudar para preparar la cena, mientras Hisoka descolocado no sabía qué hacer.


“Eh, Gon, yo sólo quería hablar algunas cosas puntuales contigo” el acento francés se había pronunciado. Mito sonrió y empezó a hacer preguntas del origen del acento. Gon jamás se lo había preguntado, pero escuchó con grato interés el relato de Hisoka.


Desde su participación en Greed Island, como equipo, se habían limado asperezas.


Si bien, no podía llamar amigo a Hisoka, con todas sus letras, si había sido un compañero de aventuras. Jamás lo había considerado más que un tipo fuerte un poco freak, pero ahora lo podía mirar como alguien más cercano.


Cuando su abuela llegó, Hisoka estaba sentado en las sillas del comedor, mientras Mito como Gon estaban apoyados en la mesa escuchando su historia con atención. Comenzaron a reír con el fin de la larga proeza del mago en un país lejano y desconocido para ellos.


“Parece que interrumpo algo” la abuela sonrió. La última vez que había sentido esa sensación, había sido cuando el pequeño Killua había estado en la casa.


“Hisoka nos contaba de donde viene su acento, ¿puedes creer que ha vivido en más de tres países? ¡Y yo no he salido de Isla Ballena! Me sentí hasta asfixiada” Mito hizo un puchero. Si bien decía la verdad, jamás había pensado en salir de Isla Ballena. Ese era su lugar y su destino y su casa.


Para la hora de la cena, Hisoka se sentía extraño. Había algo que le unía a Gon, y sin pensarlo había llegado a la conclusión de que era buena idea conversar con él en Isla Ballena, donde residía, pero jamás pensó que sería secuestrado por su familia. Compartió y sonrió. Mañana podría ser un nuevo día donde se permitiría volver a ser un asesino despiadado, por mientras quería disfrutar de aquello que toda su infancia no había tenido.


El calor de una familia.


 


Kuroro caminaba con tranquilidad hacia el nuevo lugar de reunión con los demás miembros del Ryodan. La última información que le habían entregado le había resultado sumamente interesante.


Todos ya estaban en sus posiciones cuando él llegó. Cerró el libro que estaba disfrutando en ese momento, y todas las miradas se centraron en él. Había pasado tiempo desde que estuvieron todos reunidos en la ciudad de York y finalmente, con el nen exorcizado, podía volver a ser el líder de las arañas.


“Líder, ahora que nuevamente estamos juntos ¿cuál será la próxima misión?” Phinx preguntó con la sonrisa característica de una persona que deseaba ver sangre correr delante de él. La muerte sí era un negocio para él, y de los más rentables.


“Sabemos que el bastardo de la cadena quería vengarse de nosotros. Logró separarnos por unos años, pero él no sabía que cortando la cabeza la araña sigue con vida. Pero hoy… quiero darle un poco de su propia medicina” algunos de los presentes sonrieron ante la idea, en especial Nobunaga, quién por fin vería algo de acción en contra del bastardo que había asesinado a su amigo. Otro, simplemente se sorprendieron. Machi tenía un mal presentimiento de todo esto, pero decidió que no era el momento de decirlo “así que… he averiguado con fuentes confiables que nuestro blanco está en el Continente Oscuro, tratando de capturar al Príncipe Kakín, quién tiene una gran cantidad de ojos rojos”.


El Continente Oscuro era un tema tabú para las arañas, quienes nunca se habían querido dirigir hacia ese lugar. No por miedo, de hecho, era un grupo bastante surtido de poderes nen, lo cual podía ser de gran utilidad en un lugar totalmente desconocido como ese. Pero las arañas no eran animales que desearan arriesgarse si no lo valía, y hasta el momento no se había presentado la oportunidad para ir a ese lugar.


Hoy parecía cada vez más tangible ese viaje.


Todos se sentían temblar de la emoción.


“Mataremos a ese bastardo y robaremos los objetos valiosos que tiene el príncipe  Kakín. Para esta misión, asesinaremos a todos aquellos que se pongan en nuestro camino”.


La verdadera venganza es aquella que organizan las propias arañas.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, estaré actualizando cada semana. Es un Long-fic, así que todo puede pasar.

 

¡Gracias!


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