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Bazooka de los Diez Años por KuroAshi_ZxS

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Notas del fanfic:

Hola a todos, si les soy sincera no se porque acabe subiendo este OneShot que nacio de una idea mientras me aburria en clase hace un par de dias, en vez de seguir con mi fic, pero no pude evitarlo.

Nunca habia escrito un OS tan largo, y sinceramente me costo muchisimo hacer el final. Esta historia sera un RxL, o Reborn x Lambo. Espero les guste

Notas del capitulo:

Katekyo Hitman - Reborn! pertenece a Akira Amano, sino quien sabe...

Mil disculpas por las posibles faltas de ortografia

-¡vamos, tu puedes resistir! ¡Queda poco para llegar a la base!-

Abundantes lágrimas caían por el rostro de un chico pelinegro de unos quince años de edad, quien corría con toda la fuerza que podían soportar sus temblorosas piernas. Su respiración se encontraba agitada, jadeando con fuerza mientras abrazaba un pequeño bulto contra su pecho.

Tropezó un par de veces, sintiendo como su vista se nublaba y su cuerpo se sentía cada vez más cansado, siseando al sentir como abundante sangre aun manaba de sus heridas. Cayó estrepitosamente al suelo, logrando proteger al pequeño cuerpo que tenía entre sus brazos mientras soltaba un grito de dolor. Su pierna derecha había sufrido esta vez las consecuencias, poniéndose de pie a duras penas y cojeando con dificultad, intentando seguir a pesar de las condiciones en las que se encontraba.

Quería gritar, el miedo se apoderaba de el con aun más rapidez que en otras ocasiones. El llanto hace mucho había tomado presa su cuerpo casi sin darse cuenta, maldiciéndose mentalmente por ser el cobarde que era, que siempre había sido. Por no haber cambiado, por no tener la fuerza suficiente para proteger a su familia, y a sus amigos.

Pero a pesar de todo y del miedo que sentía, siguió avanzando paso a paso sin girar atrás, determinado a salvar la vida que se encontraba entre sus brazos. Era su turno, era lo mínimo que podía hacer por él.

Un disparo se hizo oír en medio de la calma, intentando apresurarse mientras cerraba su mandíbula con fuerza, sintiendo como sus dientes rechinaban ante el esfuerzo. El Décimo tenía razón, ese maldito de Byakuran había cumplido sus amenazas, cazando a cada miembro de la familia Vongola y sus aliados como si fueran sus presas.

Pero lo que más habían temido, aquello que tanto les había atemorizado día tras día, se había vuelto realidad: la radiación del Trinisette, estaba matando poco a poco a los Arcobalenos.

-¡Tú puedes! ¡Tú puedes, Reborn!-repitió el pelinegro con la desesperación más que palpable en su tono de voz, viendo temeroso como el hitman entre sus brazos empezaba a cerrar sus ojos por primera vez desde que había adoptado la forma de bebe- ¡se supone que eres el mejor asesino de todo el mundo, esto no debería ser nada para ti! ¡solo…!-su voz se quebró unos momentos, obligándole a aminorar el paso sin detener su caminata-solo falta un poco más…por favor, resiste…-suplico, aun sabiendo que todos sus esfuerzos serian en vano-

Si, serian en vano. Porque después de todo, el arcobaleno había terminado en aquellas condiciones por su culpa.

Todo por ser un idiota, un imbécil que creía que su fuerza podría contra el de una de las mafias más poderosas del mundo. Un iluso que seguía viendo su trabajo como un juego, un cobarde que solo corría del enemigo entre lágrimas cada vez que se daba cuenta que sería derrotado.

Pero entonces Reborn le había salvado la vida, le había seguido desde la base aun sabiendo que la radiación acabaría con lo poco que quedaba con su vida. Le había seguido a pesar de todo, con su cuerpo debilitado y en peor estado luego de burlar la seguridad que Giannini había instalado para evitar que Millefieoreles encontrara.

Y entonces, le había visto caer ante sus ojos, ver como la sangre bajo sus pies manaba del pequeño cuerpo del pelinegro, aun preso de aquella maldición que había arruinado su vida para siempre…

La ira había tomado su cuerpo, la furia contra sí mismo y contra aquellos que habían iniciado una matanza sin razón alguna controlo su mente por primera vez. Los rayos salían sin control de sus cuernos, acabando con aquellos que habían osado atacarle, asesinando a sangre fría y manchando sus manos con el pecado de la muerte mientras escapaba con el hitman entre sus brazos, al borde mismo de la muerte.

Tenía que salvarlo, tenía que salvar a Reborn como fuese.

Simplemente, no podía morir. No en esa ocasión, ni en ese lugar. No a manos de una organización tan cruel y despiadada como lo era aquella.

No por su culpa.

-Vaca estúpida…-una vocecita saco al Bovino de sus pensamientos, girando con rapidez su cabeza y sintiendo como su corazón se estrujaba en un puño al ver al sicario sonreír suavemente, aun con sangre escapando de sus labios entreabiertos- será mejor que escuches bien, porque no seré capaz de volver a repetirlo…-el pulso de Lambo empezó a temblar, cayendo al suelo de rodillas mientras veía al ex Tutor del Decimo Vongola morir entre sus brazos- desde ahora, no hay vuelta atrás. Más te vale seguir adelante, Dame Tsuna necesita todo el apoyo que pueda para seguir adelante…-hizo una pequeña pausa, sintiendo que su cuerpo ya casi no respondía por la enorme cantidad de sangre que había perdido- vive y lucha. No te des por vencido o vendré del infierno a patear tu trasero hasta que lo entienda-su voz se fue apagando mientras sus ojos se cerraban-…tienes que recordar que toda tu familia está orgullosa de ti…y que yo también lo estoy…-

Su pacificador perdió su brillo característico, cayendo en los brazos de la muerte mientras las lágrimas y los gritos de dolor escapaban con aun más fuerza del pelinegro. Abrazo con fuerza el cuerpo del Arcobaleno contra sí, sin fuerzas ya para moverse, para poder ponerse siquiera en pie.

Así fue como Gokudera le encontró horas después, oculto tras unos matorrales con el hitman aun entre sus brazos. El dolor de su perdida fue un golpe duro para todos, más aun sabiendo que no podrían darle un funeral digno al tener en cuenta los planes de Byakuran y la oportunidad de usar su cuerpo para algún experimento.

Poco a poco Vongola fue exterminada, y diez años después solo pocos miembros seguían con vida, aferrándose a las pocas esperanzas que aún quedaban en un mundo devastado como aquel. Un mundo dominado por el temor, por la crueldad y la maldad en su más puro estado.

Millefieore tenía el control, y él era el único sobreviviente de la que había sido una vez la Décima Familia de la mafia más poderosa de todas. Había visto a sus amigos morir en batalla, a Tsuna, su hermano mayor, sacrificándose por su vida al igual que Reborn lo había hecho en su tiempo, cuando tan solo era un chiquillo iluso y cobarde.

Con el tiempo había logrado madurar, darse cuenta de aquellos detalles que habían pasado desapercibidos por tantos años.

Cuando apenas tenía cinco años había llegado a la residencia Sawada con órdenes claras, dispuesto a asesinar al mejor hitman del mundo. Era ilógico que un mocoso como él podría derrotarle en batalla, pero su jefe siempre había sido una persona cálida y con buenas intenciones, y al saber lo que Nono pretendía le había llevado a la casa del próximo jefe Vongola sabiendo que nunca podría cumplir su misión, pero si encontraría algo de mayor importancia.

Su líder no había fallado, había encontrado familia, amigos, una madre que le quería. Un hermano mayor que le había protegido aun con el pasar de los años, dando su vida por el sin dudar un instante. Pero lo más importante, había encontrado una vida normal.

No había que ser muy idiota para darse cuenta que encontrarse bajo la tutela de mafiosos tan famosos como lo era Reborn le darían seguridad y estabilidad, evitando que sus manos se mancharan y firmase su sentencia. Una vez que uno comete el primer asesinato no hay marcha atrás, y aunque de pequeño no había podido entender aquella frase, ahora tenía más significado que nunca.

Porque después matar se convierte en un hábito, en una condena. El placer de sentir la sangre caliente de un enemigo luego de acabar con él era el peor de los placeres, y el Arcobaleno lo sabía muy bien, quizás mejor que nadie.

Aun sabiendo que iba tras su cabeza había dejado que siguiera con sus fallidos intentos de asesinato, entrenándolo de las sombras, dándole una vía para huir de aquel camino y darle una vida mejor. Le había enseñado a defenderse, pero las circunstancias no habían sido las mejores y había acabado de todas formas envuelto en el mundo de la mafia una vez más.

Y no fue hasta sino tres años de la muerte de Reborn, que había escuchado de la boca de Ryohei que, al verle huir aquel fatídico día de la base, el pelinegro le había seguido aun y a pesar de su estado, sabiendo que moriría de todas formas. Que el había dado lo mejor de sí para protegerle a pesar de encontrarse al límite, que cada vez que salía para ir a la escuela el hitman se infiltraba en Namimori, ocupando sus viejos escondites para mantenerle a salvo.

Porque en aquellos tiempos Lambo era el más vulnerable de todos, y Tsuna había dejado que el sicario le protegiera, aun a costa de los horribles sufrimientos que experimentaba su cuerpo día a día.

Porque nadie, ni siquiera Gokudera, quería que el chico se viese involucrado más en la mafia, que fuera capaz de vivir en paz aun cuando ellos no pudiesen sobrevivir por la matanza que había iniciado en contra de Vongola.

Y tarde, demasiado tarde, se había dado cuenta de cuanto amaba al hitman. Que se habida enamorado de él perdidamente aunque era tan solo un bebe y, por sobre todo, que el propio Reborn estaba en su misma situación.

Que a pesar de todo había silenciado sus sentimientos, consiente que su vida tenía fecha límite.

Amargas lágrimas se agolparon en los verdes orbes del guardián del trueno, negándose a llorar como se había jurado desde aquel día. No volvería a llorar, no después del exterminio de toda su familia.

Debía ser fuerte, tenía que seguir adelante como le había prometido hacia tantos años atrás a quien por mucho, sería el único dueño de su corazón.

La rutina estaba acabando con su fuerza, matar decenas de veces al día para al menos poder seguir viviendo era la peor de las torturas. Las esperanzas habían abandonado su cuerpo y estaba a punto de caer en la locura, cuando aquello sucedió.

Por primera vez en más de diez años se vio rodeado de un familiar humo rosa, soltando un jadeo de asombro al ver que había sido convocado por su bazuka, aquella que había sido destruida para evitar que sus versiones pasadas fueran eliminadas de igual manera que ellos. Parpadeo confuso al verse en el tejado de la escuela Namimori, ahogando un jadeo al verlos allí, al ver a toda su familia y al pequeño Arcobaleno en el hombro del guardián de la lluvia.

No había viajado diez años en el pasado, sino que había sido convocado veinte años atrás, en la época en que Tsuna y los demás aún era adolescentes.

Se dio cuenta con rapidez que se encontraban en la batalla por los anillos contra los Varia, atrapando el anillo Vongola del Trueno mientras lo veía con cierta nostalgia. Sin duda había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo había tenido en sus manos.

-Yare, yare. Este fenómeno…-fueron las primeras palabras que acudieron a su boca casi sin darse cuenta. La alegría y la incredulidad le inundaban, haciéndole sonreír de manera suave- si esto no es un sueño, entonces paso un largo tiempo desde que fui invocado por la bazuka de los diez años…-las lágrimas luchaban por salir nuevamente, la felicidad había tomado su cuerpo aunque intentaba mantenerse sereno, viendo con seriedad al guardián del trueno del Escuadrón de Asesinato Independiente- los encuentro de nuevo….ha pasado bastante tiempo…-

La sonrisa finalmente surco sus labios con firmeza, el poder ver a su familia, a las personas más importantes en su vida después de tanto tiempo habían devuelto la esperanza a su desesperada alma. Su vista se fijó en Reborn unos instantes, volviéndola rápidamente a su enemigo con la decisión más que marcada en sus verdes orbes.

El futuro podía ser cambiado, aún estaba a tiempo de evitar no solo la muerte del sicario, sino de todos aquellos que se habían sacrificado por su bien, por el bien del mundo completo. Las ansias asesinas que había aprendido a controlar desde su primer asesinato afloraron con fuerza, decidido a vencer a Levi costase lo que costase.

Mientras hubiese una pequeña esperanza aún podría luchar, se había sumido en la soledad por tanto tiempo que nunca había tenido en cuenta las últimas palabras del Arcobaleno, casi como si supiera lo que iba a ocurrir en un futuro cercano. Que mientras se mantuviese vivo, siempre podría encontrar un nuevo camino a seguir.

Por primera vez en su vida le dio la razón al sicario y al guardián de la tormenta, no por nada le había llamado vaca estúpida desde que le habían conocido.  Porque el, a pesar de ser adulto, seguía siendo el mismo niño inocente de su infancia donde había conocido el verdadero significado de la felicidad.

Pero ahora, el lucharía para traer a todos de vuelta y conocer el amor con cierto tutor espartano que le había hecho volar junto con sus bombas más veces de las que podía recordar.

-me gustaría llorar, pero no es el momento para ponerme sentimental-murmuro más para sí mismo que para los demás, suspirando quedamente mientras afilaba su mirada- aquel sujeto tiene un aspecto desagradable. Parece que mis otros yo perdieron contra ti, pero no te va a ser fácil conmigo…-

Sabiendo que su tiempo era límite lucho con todas sus fuerzas, no estaba dispuesto a perder sin haber combatido antes. Porque fue en el instante en que aquel poderoso relámpago golpeó su cuerpo, supo que era el momento de contraatacar. Y, por una vez en toda su vida, decidir cuál sería su futuro

Confiaba plenamente en sus amigos, sabía que ellos eran los únicos que podrían cambiar el pasado y por ende, el cruel destino que les esperaría dentro de diez años. Coloco todas sus esperanzas en su último ataque, recordando al hitman con una sonrisa nostálgica en los labios.

Inclusive el escuchar como sus amigos le daban ánimos para seguir con la batalla le hacía sentir como su fuerza volvía, ver sus rostros emocionados e impresionados por su fuerza, sin saber lo que les esperaría si él no lograba darle un giro radical a su destino.

Cuando supo que si tiempo se había acabado, una sola frase salió de sus labios, aun sabiendo que no sería escuchada por los demás. Pero sin que este lo supiera, una pequeña sonrisa se formó en el rostro de Reborn segundos antes que volviera al futuro.

Al verse de vuelta en su hogar provisional golpeo una de las paredes con fuerza, tapando su rostro con una de sus manos mientras se dejaba caer al suelo, completamente derrotado. Había tenido la oportunidad de cambiar su futuro, de traerle a la vida, pero la alegría de verles de nuevo le había superado.

-deja de destruir mi departamento, vaca estúpida ¿Cuántas veces debo repetírtelo?-pregunto una voz molesta a su espalda, haciéndole dar un brinco y mirar con los ojos desorbitados a la persona que se encontraba frente a él, recargado en el marco de la puerta con una sonrisa ladina-

Sin darse cuenta un grito de incredulidad escapo de su garganta, viendo como un hombre alto y fornido le veía con una expresión divertida en su rostro; vestido de elegante traje negro y sombrero a juego pero, sin duda, lo que más llamo su atención fueron unas rizadas patillas destacando en su cara y una pequeña lagartija en su hombro derecho, mirándole con curiosidad.

Las palabras se habían atorado en su garganta, poniéndose de pie a duras penas con el cuerpo temblándole por completo, tentando a golpearse para comprobar si aquella  visión no era otra jugarreta de su alocada mente o si era completamente real.

-¿Re…Reborn…?-pregunto en un murmullo ahogado, tragando salva con dificultad mientras le veía directamente a los ojos, a aquellas orbes negras como la noche que le miraban sin vacilar un segundo- no…no puede ser…-susurro, con su corazón latiendo con furia desbocada al ver como el pelinegro asentía con seguridad-

Sin dudar un segundo más el Guardián del Trueno se arrojó a los brazos del hitman, abrazándole con fuerza mientras las lágrimas, por tanto tiempo contenidas, escapaban finalmente de sus ojos. La felicidad inundaba su cuerpo, el sentir el cálido agarre del sicario, aquel abrazo tan protector, habían devuelto la vida a sus orbes una vez más.

Se aferró a su saco, dejando que los jadeos y gemidos escaparan sin reparos de su garganta. Una mano en su cabeza le hizo volver a la realidad, viendo como Reborn volvía a sonreír antes de tomarle por su nuca y besar con fiereza sus labios, degustándolos a conciencia.

De un segundo a otro acabaron ambos sobre la cama de aquella habitación, respirando agitados y con sus labios aun unidos por un fino hilo de saliva.

-¿Cómo…como me encontraste…?-murmuro Lambo aun aturdido, sintiendo como sus mejillas se sonrojaban con furia al sentir como el hitman limpiaba los rastros de lágrimas aun presentes en su rostro- ¿y Tsuna…y los demás…?-su voz se fue apagando al recordar a su familia, mordiendo sus labios con fuerza a la espera de la respuesta del ahora, ex Arcobaleno del Sol-

-ellos se encuentran bien, están todos reunidos en la mansión Vongola en estos momentos-contesto el hitman, sin separarse del Bovino- eres demasiado obvio, vaca idiota. Mi departamento era el único lugar lo suficientemente protegido luego de la base-comento algo burlón al notar como el sonrojo en el chico aumentaba paulatinamente- pero además, sabía que si seguías en la cuidad, podrías esconderte aquí sin problemas ya que además de Dame Tsuna, eras el único que conocía su ubicación…-

 Lambo abrió sus ojos con fuerza, había olvidado la facilidad con la que el sicario podía ver a través de él. Sonrió algo avergonzado ante aquella verdad, porque luego de la muerte de Reborn y la destrucción de su base, había buscado cobijo en la casa del asesino casi por inercia.

Sintió como una mano se ponía en su barbilla, obligándole a mirar directamente a los ojos al pelinegro frente a él, intentando controlar su respiración al tiempo que sentía como el nerviosismo se adueñaba de su cuerpo sin que pudiese detenerlo.

-“por favor, tráiganlo de vuelta…” Esa fue la última frase que pronunciaste antes de volver durante la batalla de los anillos veinte años atrás-murmuro Reborn, notando como el oji verde abría la boca, incrédulo al notar que él le había escuchado en esa ocasión- fue gracias a eso que me di cuenta que algo marchaba mal en tu tiempo, y mis sospechas se vieron confirmadas cuando viaje al futuro-el ex Arcobaleno suspiro un poco, recordando no sin cierta amargura como habría sido su destino si no hubiesen vencido a Byakuran en aquella batalla- esa pista me dio una idea de lo que podía ocurrir. Sabía que alguien había muerto en tu época, y que debía ser de la familia a juzgar por tu tono de voz y tus palabras de aquel día-hizo una pequeña pausa, intentando explicarse lo mejor posible- en un principio creí que te referías a Tsuna, pero antes de volver a mi tiempo cierto comentario que escuche en medio de una conversación de Fuuta y Bianchi me hizo darme cuenta de la verdad…-sonrió escuetamente, divertido ante las reacciones del menor- lo hiciste bien, Lambo. Al seguir vivo, cambiaste el curso de nuestra historia y nos trajiste a la vida. Porque no era necesario que acabaras con Levi en esa ocasión, sino tus palabras fueron las que nos salvaron…-se acercó a su rostro, rozando sus labios y susurrando sobre ellos- realmente, estoy muy orgulloso de ti, Lambo…-

Vencido por la vergüenza y la emoción del momento, el Bovino tapo su rostro con sus manos bajo la divertida mirada del pelinegro. Parecía que había retrocedido en el tiempo, a aquella temporada en que aún era solo un niño cobarde, ignorante del mundo en el que había nacido.

Era tan extraño para el llorar de aquella manera luego de tanto tiempo, dejarse llevar por sus instintos y volver a ser el llorón de siempre. Porque si, Lambo siempre había sido un cobarde, un llorón y un miedoso de primera, pero agradecía a todos los dioses existentes y por existir que luego de diez años de completa soledad, el hitman hubiese vuelto a su lado una vez más.

Dejo escapar un pequeño gemido al sentir como Reborn colaba sus manos bajo su camiseta, acariciando su entrenado torso mientras volvía a sus labios, besándolos a conciencia.

Los diez años de espera habían valido la pena, a pesar de todas las dificultades que había tenido que atravesar. Lo que había ocurrido no podría ser borrado, a pesar que el futuro había sido reescrito y la muerte del asesino borrada de la historia la culpa nunca desaparecería, aquella marca seguiría abierta en lo más profundo de su corazón.

Pero sabía que mientras Reborn estuviese a su lado podría superar cualquier obstáculo, no dejaría que aquel incidente se volviese a repetir. Era su turno de proteger al asesino, de devolver todo lo que había hecho por el desde las sombras.

 Una sonrisa ladina apareció en su rostro al ver, en el fondo de la habitación, la bazuka de los diez años completamente intacta.

Si, agradecía a todos los dioses por haber cumplido su deseo, pero agradecía aún más a su jefe, a aquel que había sido un padre para él y le había criado. El hombre que le había regalado la Bazuka, el legado más poderoso de la familia Bovino, prometiéndole que ese artefacto podría hacerle feliz en el futuro.

Y como siempre, él había cumplido su palabra al pie de la letra. Gracias a Reborn, había conocido la verdadera felicidad…

¿The End?

Notas finales:

Espero les haya gustado y sus rew, muchas gracias por leer y nos vemos en la proxima

Sayo!!!!

Kuro-Chan!


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