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Déjalo ir por Chris Yagami

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Shun corría en medio del camino, rápido y directo a la banca del parque donde siempre le veía. Era un muchacho mayor, quizás estaba por terminar la educación media superior, su cabello plateado era curioso y más aun el color sangre de sus ojos.

Él le gustaba.

Cada tarde después del colegio era siempre lo mismo: llegaba jadeando pero con una sonrisa hasta el muchacho que tocaba la guitarra en solitario y él cantaba a su lado. Se quedaba con él hasta tarde y a veces compartían un helado, crepa… lo que fuera para almorzar. Rara vez cruzaban palabras, se habían vuelto en compañeros silenciosos que deleitaban a los peatones con linda música que ni siquiera ensayaban.

Todo había comenzado meses atrás, cuando Shun huía de casa y de los reclamos de su padre por sus bajas notas. No detuvo su carrera sin rumbo hasta que el cuerpo no le dio para más así que se sentó en el primer lugar disponible: una banca vacía frente a una fuente.

Lloró un rato deseando desaparecer, su padre le decía que tendría que dejar el club de música donde practicaba cada tarde para que sus notas mejoraran y así pudiera entrar a una buena universidad. El ideal de su padre era que sus hijos se convirtieran en hombres de bien con un futuro prometedor como contador o un doctor pero Shun no compartía ese ideal, él quería ser cantante.

Lloraba intentando ser silencioso, no quería incomodar a nadie ni que alguno pensara que se veía patético. En algún momento alguien se sentó a su lado, le miró con curiosidad cuando ese muchacho comenzó a tocar la guitarra. Era uno de esos espectáculos callejeros y la verdad era que lo hacía muy bien.

Pronto dejó de llorar y de la nada comenzó a cantar, conocía la canción que tocaba en ese momento así que le acompañó. El muchacho ni siquiera le miró, siguió tocando como si aún estuviera solo pero lo cierto era que ese día había recibido más monedas de lo normal.

A partir de entonces fueron compañeros sin haberlo planeado.

Shun le contó parte de su vida, de su padre y hermano, lo mucho que quería a ambos pero que los dos tenían diferentes maneras de pensar. Uno demasiado estricto y el otro que siempre le daba la contraria. Le dijo de su sueño de ser cantante pero que se convertiría en médico, que tenía malas notas y que iba comenzando la escuela secundaria.

Pero el muchacho no le contaba nada, ni siquiera le decía su nombre. Lo único que sabía de él era que tocaba todas las tardes en el parque.

Esa tarde también se quedó hasta que Ikki pasó por él después de su práctica de futbol, él aspiraba más a obtener una beca deportiva aunque sus notas no eran malas como las de Shun. Como siempre lo reprendió por estar con ese vago que podía hacerle daño, pero para Shun esos regaños eran ternura pura pues Ikki demostraba que lo quería aunque a veces era rudo con él.

Al día siguiente Shun llegó al parque pero esa vez no cantó. La noche anterior había recibido una noticia que lo entristeció y no le dejó dormir. Estaba cansado y triste y eso lo notó el mayor.

—¿Ocurre algo? —preguntó el mayor cuando decidió descansar un poco.

—Me voy a mudar.

La respuesta de Shun lo dejó mudo, se quedó observando la caída de agua en la fuente cercana intentando buscar algo que decir, pero la verdad era que la noticia le había chocado mucho. Sintió un nudo en el estómago que no supo cómo interpretar.

Él estaba acostumbrado a estar siempre solo, sus padres trabajan todo el día y no tenía hermanos, sus compañeros de clase estaban siempre alejados por la mala fama que se había creado además de su enfermedad así que saber que la única compañía de todos los días iba a irse le había afectado a niveles insospechados.

—¿Cuándo?

—Este viernes.

De nuevo no dijo nada. Se iba, Shun se iba y de nuevo estaría solo.

—¿Por qué?

—Por mis notas, iré a un colegio privado en Tokio para mejorar, no podré volver al parque.

Frunció el ceño y dejó a un lado su guitarra. Shun esperó cualquier palabra de su parte pero no decía nada. Quizás estaba enojado porque se iría y ya no cantaría para ayudarlo pero descartó la idea, ese chico no parecía alguien que se molestara por eso, de hecho parecía alguien distante y frio, de los que no querían saber nada de nadie más que de ellos mismos.

Pensó que las cosas habían terminado así, no tenía ganas de cantar y parecía que el mayor no iba a tocar más, tal vez lo mejor era regresar a casa pues tenía mucho que empacar.

—Bueno, me dio mucho gusto cantar contigo, siempre fue divertido —Se inclinó en una reverencia conteniendo las lágrimas, no quería dejar de verlo—. Te voy a extrañar.

Iba a irse, sus pies giraron sobre si mismos para emprender la marcha pero una mano sujetó su mano deteniendo sus intenciones. Confundido se dio la vuelta y lo que recibió o dejó sin habla.

Sus labios callaron a los suyos mientras le trasmitía un sinfín de sensaciones extrañas. Sentía esas mariposas extrañas y temblaba ligeramente. Por más que intentó cerrar sus ojos para poder disfrutar de ese beso no pudo, la sorpresa no se lo permitió, ni siquiera pudo darse cuenta del paso del tiempo. Bien pudo ser un beso de un segundo o uno de minutos, para él fue eterno.

—También te voy a extrañar, Shun —dijo apenas se apartó de sus labios.

Ese había sido su primer beso. Shun se quedó mucho, su cara ardía y había perdido el movimiento de todo su cuerpo. Es que simplemente no esperaba eso, después de meses en los que parecía que lo molestaba y que lo despreciaba, que lo besara repentinamente fue muy extraño, pero no desagradable.

—Quiero quedarme contigo —dijo el menor, llevando las manos a la camisa del albino para aferrarlo con fuerza—, no me interesan mis calificaciones, pero mi papá…

—No es como si no nos fuéramos a ver nunca más.

—¿De verdad?

—Claro ¿O no vendrás en vacaciones?

La sincera sonrisa del joven castaño le revolvió el estómago, sin duda no quería dejarlo ir.

—Sí, vendré al parque a verte —Shun no lo dudó dos veces y se aferró a la cintura del mayor, deseaba escuchar su corazón latir tan fuerte como estaba latiendo el propio y con gusto descubrió que así era.

—Aquí voy a esperarte.

—¿Puedo saber tu nombre?

—Ángelo— contestó el mayor—, nadie me dice así pero tú puedes hacerlo.

—Es bonito, me gusta.

Shun iba a volver, en cada oportunidad iba a ir a ese parque para verlo de nuevo y Ángelo iba a esperarlo, no quería dejarlo ir y si por él fuera lo retendría, pero no tenía caso pues la decisión estaba tomada. Tenía que dejarlo ir, pero esperaría por él.

Notas finales:

Muchas gracias por leer. Agradecería un rev.


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