Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La pocion por RedGlassesGirl

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La poción - Capítulo 2

.
.
.
.
.
"Que tranquilo esta todo" pensó Yuuri melancólico. No se sentía bien tras la desaparición repentina de Wolfram. Lo que más le preocupaba era saber que él tenía la costumbre de obstinarse y no querer hablar más o esconderse solo cuando algo lo hería mucho. Nunca pudieron terminar de hablar bien las cosas y se lamentaba que hubieran terminado gritando. Necesitaba disculparse por eso. Ese chico alegre y hablador siempre se ofendía por una razón u otra, pataleaba un poco y luego arreglaban las cosas. Eran pocas las peleas serias que recordaba, pero si las habían tenido.

Yuuri no podía corresponder los sentimientos de Wolfram, esa era la única cuestión que complicaba siempre su amistad. Rendía cuentas a su compromiso político de forma tonta y desentendida, pero aunque los papeles dijeran que eran una pareja sabía que estaba claro para ambos que entre ellos no había nada. A veces era estúpido y no se daba cuenta que estaba dándole esperanzas hasta que era demasiado tarde. Tampoco tuvo nunca el valor de aprovechar ciertas oportunidades para rechazarlo directamente. Todo eso estaba mal y se culpaba siempre por cada error que cometía por ser tan idiota, además de que todas y cada una de esas veces Wolfram lo perdonaba haciéndolo sentí peor. Su única buena decisión fue poner distancia el día que comenzaron a usar habitaciones separadas.

Pero lo de la otra noche fue cruzar una línea que jamás debería haber cruzado. Traicionó sus propios ideales. Esas cosas no se hacían, no podía andar revolcándose con su mejor amigo. Eso es lo que alguien haría con una persona que solo le interesa para tener sexo. Y Wolfram no sería su amante, no podía jugar con sus sentimientos de esa manera. Lo quería demasiado y lo respetaba sinceramente. Respeto era lo mínimo que se sentía obligado a ofrecerle en pos de su amistad.

Aún estaba un poco enojado con Wolfram por haberse puesto hecho una furia esa mañana, pero todas estas cosas daban vueltas en su cabeza. Le costaba calmarse y ponerse en sus zapatos para comprenderlo, Yuuri era tan obstinado como el ex príncipe caprichoso cuando creía que tenía razón. Este tiempo a solas era positivo, le ayudaría a pensar con tranquilidad y reflexionar las palabras justas que diría cuando hablaran a su regreso.
.
.
.
A cientos de kilómetros del castillo, en una habitación de madera para nada lujosa, Wolfram desempacaba sus cosas mientras seguía dándole vueltas una y otra vez a las mismas cuestiones que Yuuri.

El viaje había sido agotador y ahora tenía tiempo para descansar, pero su mente no podía parar. Le hubiera gustado poder apagarla y dejarla en blanco al menos unas horas, pero no podía. Odiaba sentirse inquieto y no era un experto en canalizar bien sus sentimientos, eso lo tenía claro ya que su capacidad de auto crítica era muy buena. Por eso mismo no podía dejar de arrepentirse por su mal temperamento y preguntarse si las decisión de irse había sido la mejor o no. Tal vez otra vez estaba haciendo mal las cosas, tendría que haberse quedado y discutido el tema con Yuuri. Pero también sabía que si discutía algo cuando había perdido la calma podía ser un desastre.

Decidió que para poder avanzar tendría que tomar un giro drástico, pensar todo de otra manera. Su primer paso fue decidir que esta había sido la decisión correcta, Yuuri entendería que necesitaba estar solo para pensar. Miró por la ventana el cielo despejado y se dio un golpecito en la cabeza al apoyarse contra el marco. Se sentía más calmado poniendo las cosas en orden de a poco.
.
.
.

Ya casi se cumplía la primera semana sin Wolfram en el castillo. El Maou se encontraba tomando el té en un pequeño balcón con vista a los jardines. Las galletas de Gwendal tenían formas extrañas como siempre, eligió la que parecía un pequeño perro amarillo.

—¿No crees que se parece a Wolfram? —le preguntó a su amigo que estaba sentado en frente.

—Parece, pero si piensas que es un lobo o un león puede que estés muy equivocado —le respondió Murata.

—Es verdad, nunca se puede saber en qué animal estaba pensando Gwendal.

—Bueno, ¿Qué es lo que querías decirme? Supongo que no me has invitado aquí para discutir sobre galletas. —Murata notaba que a Yuuri le pasaba algo últimamente y había estado esperando que se lo contara.

El rey se quedó pensando cómo podría empezar a hablar del tema. Necesitaba hacer catarsis con una persona, ya había tenido tiempo suficiente para pensar solo. No se le ocurrió ninguna forma de sacar el tema sutilmente, así que lo escupiría de una sola vez.

—Me acosté con Wolfram —dijo aun mirando las galletas. Ya no tenía hambre.

A su amigo casi se le caen los anteojos, no le dijo nada y eso lo puso más incómodo.

—Creo que debería contarte que fue exactamente lo que pasó.

—Por favor —le respondió su amigo al instante y a Yuuri le molesto un poco su tono. Ya era duro pensar en que lo juzgara, no quería que se burlara también porque era un tema serio.

—Bueno, todo comenzó por un experimento de Anissina —Murata puso mala cara—, para resumirlo, los mazokus felizmente han descubierto la solución a la disfunción eréctil…

Tuvo que ponerle algo de humor y fue bien recibido, Ken se rio pero negó con la cabeza y esperó que continuara.

—Igualmente. —Después de haber comenzado bien Yuuri se sintió más seguro para hablar y sincerarse un poco—. Ya sabes lo que pienso de Wolfram, así que no vamos a echarle la culpa a eso.

Murata era la única persona a la cual él había admitido que él le gustaba. Que le gustaba enserio, hablando de alguien con quien no tendrías ningún reparo en pasar una noche.

—También está el detalle de que estaba algo borracho… —esta era la parte difícil, Murata ya lo estaba mirando mal de nuevo—, y que fui a su habitación muy tarde… solo…

—Creo que no necesitas que te diga nada, pareces entender perfectamente que te has vuelto a superar de ingenuo si esperabas que no pasara nada en una situación así.

Yuuri entrecerró los ojos formando una línea como un perro regañado. —Lo sé. Pero te juro que no fue a propósito, no estaba buscando eso.

Murata se echó hacia atrás en la silla. —¿Es por esto que se ha ido Wolfram? ¿Pelearon?

—Supongo que sí. Cuando me desperté no me acordaba nada, tardé en darme cuenta que había pasado y Wolfram se puso furioso, aunque con razón. He estado pensando y ahora lo entiendo, pero en el momento yo también me enojé y nos gritamos de todo. No me dejó ni siquiera hablarle de nuevo porque ese mismo día se había ido. Ya te había dicho que me prometí no hacer nada estúpido y no me tenía tanta confianza, pero como mucho esperaba que si realmente la cagaba fuera besándonos o un manoseo. No la carrera completa.

—Bueno, no se le puede hacer nada ahora. Tienes 18 años Yuuri, ya no eres un niño, ni él tampoco. Creo que si podías confiar que podían superar un desliz como esos que has comentado, tendrán que ser lo suficiente maduros para superar algo como esto. Pero hay algo que no entiendo. ¿Por qué no le das una oportunidad?

—¿Te refieres a seguir con esto?

—Claro, si ya han estado juntos y ha estado bien, no entiendo cuál es el problema.

—No estoy seguro. —Pensó bien que diría luego—. Yo no siento lo que él siente. Ya te lo he dicho antes y me sigo sintiendo de la misma manera, me doy cuenta que es lo que a él le pasa, pero para mí no es lo mismo.

Recordó la expresión de Wolfram de esa noche y se le revolvió el estómago, se sentía culpable de que lo que más recordaba haber disfrutado fue el placer físico que le dio ese encuentro.

—No quiero jugar con él. No quiero seguir con esto.

—Pues lo mejor que puedes hacer es hablar con él cuando vuelva. Si ambos lo ignoran lo olvidaran con el tiempo, pero podrías perder a alguien importante.

Yuuri echo hacia atrás la cabeza y suspiro. Asintió dándole la razón a Murata y se llenó de nervios de solo pensar en el momento que tuviera que tener esa conversación.
.
.
.

A la mañana siguiente cuando salió a trotar pensó que podría enviar una carta. Nada de todo lo que quería decir merecía ser hablado por escrito, pero estaba preocupado. Pensó en algo bueno que escribir, pero a pesar de que se tomó gran parte de la mañana para eso no se le ocurría nada. En el despacho escribió unas pocas palabras en un papel, lo dobló y se lo entrego al kohi que se encontraba volando más cerca.

—Cuídate en el camino, amigo —le dijo, era de las pocas personas que hablaba con esos seres y sus amigos solían burlarse de ello. La calavera chaqueteó los dientes.

Su vida continuaba normal, igual a las tantas veces que el príncipe se ausentaba del castillo. Enviar esa carta lo terminó de dejar tranquilo. Decidió tomar un paseo por el castillo antes de las clases con Günter. No importa cuántas veces recorriera los mismos pasillos, siempre admiraba esos altos techos en forma de cúpula adornados ostentosamente, eran tan imponentes que jamás dejaría de sorprenderse. Aunque Pacto de Sangre era bastante menos ostentoso que otros castillos en tierras humanas que había visitado.

Se fijó en la puerta cerrada de una habitación que conocía muy bien y decidió entrar a observar. El gran cortinado filtraba los rayos del sol, a un lado se encontraban pulcramente ordenados unos junto a otros los viejos bastidores que contenían las pinturas que hizo Wolfram cuando era niño. Volvió a mirar los viejos lienzos y le seguían pareciendo hermosos aunque él siempre le decía que de arte no entendía nada. No comprendía como Wolfram podía considerarlos malos.

No se sorprendió de encontrar muchas pinturas de él en muchos estilos diferentes, de los cuales a la mayoría no los comprendía. Nunca entendió el porqué de esa obsesión hacia su persona, o mejor dicho, le resultaba incomodo analizar mucho dichas razones. El atril tenía una pintura a medio hacer y la paleta de pinturas apoyada sobre el banquillo aún tenía pintura. "Dejo la pintura sin guardar al irse. ¿Pero qué pensaba? ¿Si no cuida sus cosas quien lo hará?".

A Wolfram le gustaba usar la pintura del olor asqueroso porque aseguraba que era de mejor calidad y venia en tonos que favorecían más su color de piel. Se miró las manos, estaban tostadas como siempre, al pasar el dedo por el cuello de su camisa pensó que tan notoria seria ahora su camiseta permanente tostada. Era imposible emparejarse ya que no tomaba sol por una cuestión estética si no simplemente por pasar horas en el campo de béisbol.

Tomó un pincel al azar de la caja más cercana y comenzó a intentar raspar los restos de pintura con el agua sucia de un frasco. Los pequeños bultitos de colores sobre la paleta estaban cuarteados de resecos y muy endurecidos. Sabiendo lo básico sobre pintura que aprendió en la escuela sabía que probablemente para obtener un buen color tendría que humedecerlos un rato, pero solo estaba jugando.

"¡Listo, perfecto!" pensó al dar los últimos toques. Había agregado algo sobre lo ya dibujado reconvirtiendo la figura morena en algo similar al mazoku rubio. Agrego amarillo simulando una cabellera ondulada y repaso el tono de la piel y ojos por encima hasta lograr más palidez y un verde esmeralda. “Toma tu merecido, a ver si ahora te gusta ser tú el que sale en una de estas cosas raras.” Rió y dejó la paleta donde estaba anteriormente, salió del estudio aun sonriendo divertido. No podía esperar a que Wolfram volviera para que lo encontrara.
.
.
.

Wolfram patrullaba la zona tranquilo, no había nada especial en ese punto de la frontera para ver. No era un lugar particularmente interesante, ni donde viviera mucha gente, pero las buenas vibras desde que reinaban en paz con sus vecinos lo volvían un lugar tranquilo y perfecto para relajarse. Esa misma noche partirían hacia otro punto a caballo, tendría dos días de viaje más una semana que pasar allí antes de volver.

Todo el tiempo que había transcurrido hasta ahora fue más que suficiente para calmarlo por completo. Tenía la mente despejada y se había tomado el tiempo de reflexionar no solo sobre lo que había pasado con Yuuri, si no sobre toda su relación. Era momento de madurar y aprender a tomar decisiones importantes para ambos. La idea de romper el compromiso ya no era nueva en su cabeza, le dio vueltas y la analizó lo suficiente para comprender que su relación con Yuuri no dependía de eso. Su lazo con él había trascendido esa etapa hace ya mucho tiempo, no era necesaria la excusa de estar atados por un par de papeles. Yuuri formaba parte de su vida, una parte muy importante, y eso nunca cambiaria.

Romper o no la relación oficial ¿qué cambiaría? La respuesta era: absolutamente nada. Habría algunas repercusiones sociales y políticas que eran inevitables, pero esas cosas no afectaban en nada su amistad, su cariño y su relación en general. A ninguno de los dos le importaba eso, además de que Wolfram sabía que si no logro dar ni un paso más cerca de lo romántico en más de tres años estando oficialmente anunciado el compromiso, no estándolo era básicamente lo mismo. Dejó de lado por completo la noche que pasaron juntos. No podía pensar en eso si sentirse mal, ni confundido, pero aceptar que fue algo que paso por una casualidad era importante para seguir adelante.

Ya no quedaban rastros de su enojo. Reviviendo la situación en su mente termino de aceptar lo que en ese momento no quiso, el rechazo definitivo que tanto tiempo no quiso ver. Era imposible dejar de quererlo, pero si era posible aceptar que él no lo quería. No de la manera que insistió todo este tiempo que podría ser posible. Aún tenía esperanzas, tal vez en una de esas casualidades el destino le jugara una broma y empezando de cero Yuuri vería algo en él con el tiempo. Tal vez hasta después de ver pasar los años y otras parejas de por medio, tanto de él como suyas. Tal vez, o tal vez no.

Simplemente era imposible no querer a Yuuri como lo quería y ese sentimiento le hacía feliz, por lo que no renunciaría a eso. Aunque tuviera que dar un paso al costado para dejarle seguir su camino no tenía por qué renunciar a acoger esas sensaciones en su pecho con cariño. Podían prohibirle cualquier cosa menos amar. Se sentía bien, era la decisión correcta, el camino que iba a seguir desde ahora.

Vio el kohi en el cielo trayendo una carta. La tomó en el aire y el esqueleto descendió para quedarse por los alrededores. La caligrafía de Yuuri seguía siendo pésima a sus ojos críticos y se frustraba al recordar que su nivel no había mejorado tanto como debería en tantos años. La carta decía:

Hola,
¿Estás bien?
Perdón.
Yuuri

Típico de él. Pensó en todas las cosas que podría significar eso, en lo estúpido y en lo amable que podría ser. Estas eran las cosas por las cuales no podía dejar de quererlo. Esa noche se tomó media hora para escribir dos carillas a modo de reporte y saludo, sin tocar nada del tema pendiente que tenían, y la envió. Tenía las leves sospechas de que no sería leída, se le escapó una risa.

.
.
.

Yuuri cerró el enorme diccionario y se dio por vencido. Pensó si llevarla con Murata, pero no quería que nadie lea su contenido, incluso si él sabía sobre los detalles personales que los demás no debían enterarse. Se sentía frustrado y estúpido, pero Wolfram tenía un sentido del humor complicado a veces. La carta era larga, quería saber que decía todo eso, pero si entendía el treinta por ciento era mucho, no pudo terminar de hilar suficientes frases seguías para entender por contexto. ¡Era prácticamente otro idioma! Le había escrito la carta en dialecto antiguo y el falló el test. Escribió una respuesta rápida al darse por vencido del todo y la envió con el mismo kohi.

Tenía la sensación de que esa carta era un reporte oficial, pero ni loco le entregaría a Gwendal algo que podría contener indicios de que habían llegado a anotar un home run en una sola carrera. Para despejar dudas decidió preguntarle a Conrart durante su tiempo libre.

—Conrad, ¿has recibido noticias de Wolfram? —Trato de no poner demasiado interés en la pregunta mientras aventaba la pelota nuevamente hacia el guante de su padrino. Sabía que Conrart tenía una habilidad especial para leer entre líneas—. ¿Te ha enviado algún informe sobre la frontera?

Conrart sonrió amable y divertido como siempre.

—Ya deberían de haber llegado al segundo puesto, supongo que apenas han comenzado las inspecciones de rutina en estos días. Pero si se refiere al primer puesto, si, hemos recibido noticias.

—¿En serio? —preguntó sorprendido, esperaba que la respuesta fuera que no. Se recompuso y trato de actuar más desinteresado—. Quiero decir, ¡qué bueno!

Se sintió ofendido porque no le mando ninguna carta antes hasta que respondió la que él mando primero. Podría haberla enviado con el informe.

— Majestad…

—Yuuri.

—Yuuri —repitió—, ¿acaso usted y Wolfram han peleado? —preguntó Conrad sin poder aguantar la curiosidad, sonriendo dulcemente como siempre.

Yuuri se hizo el tonto mirando para otro lado.

—Ya veo, eso explica el doble enrolamiento.

—Discutimos un poco. —Mentira, fue más que un poco, ¡fue un gran asunto!—. Hace poco le he escrito y me ha contestado —aclaró Yuuri para despejar dudas, no quería que Conrart intentara averiguar más nada por su cuenta—. Pero era una carta personal. Por eso quería saber si ha mandado el informe.

—Me alegro de que hayan podido arreglar las cosas. —Pareció quedar conforme con la respuesta.

Yuuri se lamentó que eso ultimo era mentira, aún tenían toda esa conversación incomoda por delante.
.
.
.

Wolfram recibió el mensaje al día siguiente. La carta de Yuuri decía:

Ganaste, no puedo entenderlo.
¿Me lo pones más fácil?
Yuuri

P.D: ヴォルフラム の ばか

Lo único que creía entender de esa postdata era su nombre, había sido una buena jugada agregar algo en el lenguaje del otro mundo.

La guardaría como recuerdo, no tenía nada por escrito de Yuuri donde reconociera que había perdido en algo contra él, además quería saber que decía esa última frase. Wolfram siempre fue el más competitivo de los dos por naturaleza. Esa tarde escribió otra carta más breve y fácil de entender, no le tomó más de cinco minutos a diferencia de la anterior que había tenido que pensarla para que específicamente no pudiera leerla.

.
.
.

La siguiente carta de Wolfram era totalmente entendible y muchísimo más corta que la primera, gracias a eso pudo recuperar la confianza en su nivel del manejo del idioma. El mensaje le resultó cálido:

Bien jugado, tendrás que explicarme que quisiste decir con ese último mensaje.
El clima es bueno en las afueras. Los niños están bien, continúan jugando, han preguntado por ti. Todo está bien, hablaremos cuando regrese.
Wolfram

Imaginó que Wolfram estuvo jugando al béisbol con los niños, eso era algo que le hacía sentir orgulloso de él por haber cambiado tanto, años antes jamás se hubiera mostrado amigable con los humanos de esa forma. Yuuri tenía fama de adorar los niños entre la gente del reino, aunque no tenía un gusto particular por ellos y solo intentaba ser amable la mayoría de las veces la fama la había ganado gracias a sus primeras aventuras.

Muchas de las injusticias que castigó como Maou en sus primeros viajes resultaron involucrar niños, así que los rumores de su apego por ellos recorrieron ese mundo con rapidez. Wolfram se había contagiado un poco de su amabilidad, pero se le daba aun peor que a él llevarse bien con cualquier otro que no fuera Greta. Los niños solían ser confianzudos y crueles con ellos, no respetaban rangos ni formalidades una vez que descubrían que ambos intentaban ser amables. Igualmente, Wolfram tenía menos paciencia que él cuando se excedían. Pero mientras lo soportaba a Yuuri le gustaba ver como lidiaba con las travesuras que le hacían y ver ese lado tonto y simpático de él.

Su felicidad disminuyó un poco porque comenzaba a extrañar mucho a su compañero. Ya no le importaba tener que enfrentarlo para hablar de lo que sea. Escribió en ese mismo momento el último mensaje y se lo envió.
.
.
.
Wolfram recibió un papel más pequeño que solo decía:

Me voy por cinco días a casa2.
Nos vemos
Yuuri

Casa2 era el mote que había surgido entre ellos para habar de su hogar en Japón. Antes Wolfram siempre se quejaba de que usara la palabra casa solo para su hogar de allá, pero con el tiempo las cosas cambiaron y Shin Makoku también comenzó a ser llamado casa, causándoles confusión durante sus conversaciones. Era de esperarse que con el tiempo su reino se convirtiera en su hogar principal. Yuuri no tenía las responsabilidades en el otro mundo que tenía aquí, además de que Wolfram nunca se cansaba de recordarle que su alma pertenecía originalmente a este lugar, por lo que Japón quedo relegado a ser casa2 teniendo menos importancia. Aun así, había un espacio que llenar con su presencia al otro lado, así que periódicamente realizaba viajes para visitar a su familia. Cinco días era suficiente tiempo para que Yuuri regresara al castillo antes que él, no notaría su ausencia.
.
.
.

Ambos perdieron su calma cuando el momento de reencontrarse estaba cada vez más cerca. Era incomodo, pero se extrañaban y cada cual tenía decidido a su manera como resolvería las cosas para que todo volviera a la normalidad. Aunque sospechaban que al principio esta incomodidad no desaparecería del todo no dudaban que estarían bien.

Yuuri había vuelto hacía casi una semana y esperaba encontrar a Wolfram en el castillo, o que al menos llegara justo después que él. Conrart y Gwendal no parecían preocupados, pero se había dado cuenta que también estaban esperado alguna clase de noticia sobre el retraso. Tenía que aprender de ellos, dejar de preocuparse y esperar. "Seguramente enviará una carta para avisar sí ha pasado algo que lo ha retrasado mucho tiempo. No debo ponerme a pensar demasiado en ello". Esto se resolvería muy fácil si en Shin Makoku hubiera celulares. Sería una buena idea que Anissina inventara uno, pero seguramente tendría que ayudarla a probarlo y sus prototipos no solían funcionar bien causando mucho dolor y sufrimiento a sus sujetos de experimento.

—¡Papá! —la voz de su hija le llamo alegre. La adolescente bajo corriendo las enormes escaleras y lo saludó con un abrazo. —Papá, que alegría verte.

Yuuri la abrazó con fuerza como era costumbre cada vez que la recibía en casa, ambos rieron de alegría por verse, hacia un mes que no volvía y solo pasaría unos pocos días en casa antes de volver al internado.

—¿Papi aún no ha vuelto? —preguntó Greta refiriéndose a Wolfram. —He llegado y no estaba ninguno de los dos, no sabes que tristeza me ha dado. ¡Esperaba verlos desde el primer día! Me alegro que hayas vuelto pronto.

—Yo también me alegro de verte, te ves muy bonita como siempre. ¡Y más grande! —comentó melancólico.

—No hace falta que te pongas emocional —se quejó la chica—, siempre dices lo mismo cada vez que vengo.

Aunque el rey solía ser exagerado, Greta había cambiado mucho en pocos años. Wolfram y él habían crecido un tanto, pero ambos odiaban ver como su propia hija los alcanzaba en tan poco tiempo. Ya era una muchachita esbelta y con una personalidad fogosa digna de sus influencias. Después de todo ella aspiraba a ser como Lady Anissina y Lady Cecilie.

—Wolfram está en camino, pero me parece que ha habido algún tipo de retraso, espero que llegue a tiempo para que puedas verlo —se lamentó Yuuri—. Pero no pensemos demasiado en eso, primero cuéntame cómo has estado. ¿Has hecho algo divertido mientras no estaba?

—¡Nada! No hay nada que hacer, estoy aburrida. Quiero ir a pasear, hace mucho que no vamos juntos a ningún lado y tenemos que aprovechar el tiempo. ¡Quiero ir al pueblo contigo! —rogó Greta.

—¿No tienes cosas por estudiar con Günter ahora?

—¿No tienes cosas por estudiar con Günter ahora? —repitió ella.

Se miraron un momento en silencio.

—Touché —dijo Yuri reconociendo la buena y rápida respuesta. No podía regañarla por saltarse las clases si él también lo había hecho. Haría como que no dijo nada desde el principio—. ¿Qué tal si vamos por los caballos y enviamos a llamar a Conrad para que nos acompañe? —Greta salto de felicidad por quedar libre del castigo. Apenas pudo coordinar sus pasos mientras ella lo arrastraba contenta de la mano. Se dio cuenta de que había sido totalmente manipulado por una niña de 12 años.

Ao seguía siendo el único caballo que Yuuri podía montar. Había tenido mejorías respecto a sus habilidades de equitación, pero su trato con otros animales era incierto, el único caballo que era lo suficiente manso para soportar sus errores era su fiel corcel azabache. Greta tenía su propio caballo, aquel potrillo el cual Wolfram y Gwendal se encargaron de entrenar desde su nacimiento con el propósito de que fuera seguro para su hija. Conrart llegó y Yuuri tuvo que soportar esa mirada burlona por someterse a los deseos de Greta siempre que ella quería.

El viaje al pueblo fue relajado, bajaron por la gran colina del castillo mientras disfrutaban de la hermosa vista del pueblo desde arriba. Los acompañaban tres guardias del cuerpo de Conrart. Al entrar a la ciudad continuaron caballo hasta llegar cerca de una zona más animada y comercial, luego aprovecharon el servicio de una posada para dejar los caballos y continuar a pie. Las tiendas eran bonitas y a su hija le encantaba pasear, mirar y de vez en cuando comprar algo. Pero para él las salidas de shopping, como no podía dejar de llamarlas, eran sumamente aburridas y solo la acompañaba para darle el gusto. Por suerte tenía la compañía de Conrart y le gustaba saludar a la gente que, ya mas acostumbrada a sus visitas, se alegraba de ver al rey en el pueblo. Yuuri era sumamente popular en Shin Makoku, no solo por ser un buen regente y su fama de pacifista bondadoso, sino porque era extremadamente apuesto a los ojos de todos.

Yuuri agradecía a un comerciante que insistía en regalarle helado pero no sabía cómo rechazarlo. Tenía estrictamente prohibido comer o tomar nada por insistencia de Günter, que no le importaba que tan pacífico fuera el reino, no consentía ni una posibilidad de que estuviera en peligro.

—Perítame, Yuuri —interrumpió Conrart y comió un bocado. Sonrió y le entrego la comida—. Todo está bien, puede tomarlo.

—Bueno, supongo que Günter no puede dejarse si lo han probado, ¡pero te dije que dejaras de hacer eso! —se quejó. Se abanicó la cara con la mano—. Hace mucho calor.

—El helado ayudará a que se sienta más fresco —dijo Conrart.

Y así lo hizo. Mientras el terminaba de comer veía acumularse los paquetes y se compadecía de los soldados, entre las compras de Greta y los regalos que recibía tendrían que llamar refuerzos para volver con todo. Muchas mujeres y niños se acercaban a entregar flores para él o para la princesa, estaba todo bien hasta que se enfurecía de que fuese algún muchacho joven quien ofreciera flores para la princesa. Si Wolfram estuviera ahí serian el dúo de padres celosos de siempre. Mientras esperaba haciendo tiempo junto a una de las tantas tiendas demasiado femeninas en las que la chica había entrado a mirar, los cuchicheos de una conversación cercana llegaron a sus oídos.

—¿Te has enterado?

—Sí, era tan joven… es una pena. ¡Que triste me ha puesto!

—Si, además era tan bien parecido. Pero los accidentes suceden a cualquiera, en cualquier momento. A la mala suerte no le importa tu apariencia o procedencia.

—Sí, es verdad. Pero fue tan extraño, es muy raro que un caballo se caiga sobre su jinete. Pero dicen que todo ha sucedido muy rápido, tal vez eso fuera lo mejor.

El poder de la imaginación del rey se disparó. La trama de la historia era alguien muy guapo, joven y un accidente con caballos. Ahora, una con puntos las respuestas. Wolfram no llegaba y viajaba a caballo, aplicaba a tal descripción de hermosura aunque el chismorreo fuera sobre otra persona, así que comenzó a imaginar si podría haber sucedido algo malo. Se atraganto un poco con la cuchara mientras la masticaba preocupado. "Nunca pasaría algo así. Wolfram es un excelente jinete y su caballo uno de los mejores", se consoló. Pero una pequeña inquietud punzaba en su pecho. Hacía días que pensaba la causa del retraso del chico y la posibilidad de que fuera un accidente le preocupaba mucho aunque intentaba mantenerse positivo.

Greta salió de la tienda y entro a la siguiente mientras él seguía en su mundo. Transpiraba por el calor y ya no tenía más helado. Se quedó pensando ensimismado durante un rato.

—¿Papá, estas bien? —pregunto Greta que llevaba un rato observando como cambiaba de expresiones preocupado y murmuraba masticando la cucharilla.

—¡¿He?! —se sorprendió al ver la cara de su hija de repente frente a él.

—Te estoy hablando desde hace un rato y no me contestas —se quejó ella.

—Majestad. Yuuri —se corrigió Conrart mientras se acercaba a observarlo—. ¿Pasa algo?

—Estas sudando mucho —le dijo Greta.

—No, no me pasa nada —negó y se sintió mal por preocupar a ambos por tonterías—. Es el calor.

—¿Deberíamos regresar al castillo? —preguntó Conrart haciendo una seña a algunos soldados.

—Aún hay cosas que quiero comprar —dijo Greta esperando ver si le permitían quedarse. Yuuri no se sentía muy bien después de todo, realmente tenia muchísimo calor y su chaqueta estaba empapada por el sudor, prefería volver ahora. Conrart notó su estado y que solo estaba dudando por Greta.

—¿Qué le parece si me quedo con Greta y usted vuelve al castillo primero? —dijo mientras daba órdenes a los hombres que se acercaron—. Lo veremos más tarde para la cena. Por favor descanse.

Yuuri asintió y decidió que sería mejor así, prefería recuperarse a sufrir una insolación y arruinar estos pocos días que tenía para pasar con ella. Asintió y se fue con la escolta a buscar el caballo. Montar no fue tan placentero como a la ida, el lomo caliente del caballo y la lentitud con bamboleos durante la subida no le sentaron bien. Al llegar al castillo tomó toda el agua fresca que le pusieron delante y se fue directo para el gran baño, eso seguramente le ayudaría a recuperarse.

Se lamentó haberse quedado tanto tiempo parado bajo el sol, todo por pensar tonterías acerca de ese accidente. El agua caliente se sentía bien, pero la sensación de frescura al sentarse en el borde de piedra mojada era aún mejor. Se masajeo los hombros y pensó en las quemaduras que obtendría en el cuello por no usar protector solar.

—Así nunca perderé esta camiseta —se lamentó sobre sus eternas marcas, era su orgullo de beisbolista que resultaba una molestia estética en su vida normal—. Aquí no hay camas solares y no puedo tomar sol desnudo en ningún lado.

—Yo creo que sería una hermosa vista si lo hiciera en el patio.

Yuuri se sorprendió de no estar solo y vio a Lady Cecilie entrando en los baños con un bañador demasiado sexy. Tardó en recordar que estaba desnudo y se tapó con la única toalla pequeña que tenía lo mínimo indispensable, entró al agua de un chapuzón. Ella era una hermosa vista como siempre, pero no le gustaba encontrarla en los baños.

—¡Lady Cheri! ¿Qué hace en el baño? —Se quejó Yuuri—. No sabía que volvería tan pronto al castillo.

Cecilie sonrió contenta. —Pero si es muy agradable coincidir con usted aquí, se ve esplendido como siempre.

Yuuri se sonrojó y se mantuvo pegado a la pared. Como siempre, se prohibió las fantasías.

—Ha sido un viaje agotador, no creo que le moleste compartir el baño del Maou conmigo ¿verdad? —se lamentó inocentemente.

—No me molesta compartirlo, pero por favor no venga cuando estoy dentro —dijo Yuuri más nervioso cuando la vio entrar al agua y acercarse. Si seguía así no podría mantener la calma más tiempo. No le gustaba que coqueteara con él porque era la madre del trio de hermanos tan cercanos a él. Era demasiado extraño e incómodo.

La hermosa mujer rubia se tiró sobre él de golpe y le abrazo sonriente. —No sea tímido porque hace mucho que no nos vemos. Solo quiero saludarlo.

—¡Pero no me salude abrazándome cuando estoy desnudo! —gritó Yuuri pero ella se negó a soltarlo, forcejear era peor porque con el roce se sentía manoseado, así que tuvo que quedarse quieto y dejar que se le colgara de sus hombros.

—No se preocupe —dijo ella alegré—, mi hijo no se enterará porque no le diremos.

El tono que usaba para molestarlo le ponía nervioso y ella se divertía mas a costa de eso. Cuando se calmó, Cecilie se sentó junto a él para conversar. Aunque aún estaba muy cerca y era raro, era mejor que tenerla encima.

—¿Dónde está mi pequeña? —le preguntó la ex reina refiriéndose a su nieta.

—En el pueblo con Conrad, seguirá visitando tiendas por el tiempo que él la aguante. Me ha sentado mal el calor y los he dejado para venir antes.

—¿Está enfermo? —le preguntó triste.

—Espero que no, no creo haberme insolado.

Cecilie lo observo con más cuidado y le pareció que lucía algo triste—. Parece preocupado por algo.

Yuuri pensó unos momentos en que tenía razón, seguía preocupado por lo que imagino antes.

—Son solo tonterías, no tiene importancia. —Sus bonitos ojos verdes lo miraban curiosos, sabía que lo que iba a decir lo tomaría de la manera que no era—. Estoy un poco preocupado porque Wolf está retrasado.

La cara del chico derritió el corazón de Cecilie, ¡era tan tierno!

—¡No es justo que Wolfie se haya llevado la mejor parte! ¡Usted es tan lindo! —Yuuri se ruborizó, no podía tomar cumplidos de gente tan hermosa—. Él estará bien, no tiene por qué preocuparse, nunca se perdería una visita de Greta —dijo convencida.

—Um… si —aceptó Yuri, pero aún se sentía intranquilo.

Cecilie le hizo compañía el resto del tiempo que se quedó en el baño. Aunque en realidad no pudo salir antes porque estaba desnudo y necesitaba que se fuera primero ella.

.
.
.

Wolfram entró al castillo alrededor de las tres de la mañana. Estaba hecho polvo de tanto cabalgar y haber ayudado a cambiar la rueda del carro que se había roto. El retraso fue de dos días, perdieron un día completo viajando a un lugar cercano a conseguir el repuesto. Asumía que su familia debía de estar preocupada y Greta debía estar esperándolo ansiosa, pero sería mejor descansar ahora y avisar que había llegado por la mañana.
.
.
.

"Tres semanas exactas" pensó el Yuuri. Sus dedos tamborileaban sobre la mesa de tocador mientras pensaba en preguntarle a Conrart sobre Wolfram apenas llegara. Se miró al espejo, su aspecto no era el mejor, tenía las bolsas de los ojos hinchadas y sus cabellos estaban desalineados porque recién se había levantado. No había descansado bien esa noche.

Conrart tocó y se asomó por la puerta.

—Buenos días. ¿Está listo? —como siempre se veía impecable por las mañanas, incluso solo usando el conjunto para trotar, el aspecto de un príncipe encantador. Esperaba poder verse así de varonil algún día.

—Buenos dais Conrad —saludó— ¿tienes alguna noticia de Wolfram? —le preguntó y su padrino lo miro sorprendido.

—¿Aun no le han avisado? Wolfram llegó a la madrugada.

Yuuri no lo podía creer, ¡cómo es que nadie le había dicho!

—¿Dónde está? —preguntó algo desesperado.

—Creo que aún debe de estar durmiendo en su habitación, no es típico de él madrugar. —Conrart imagino que esta mañana no harían sus ejercicios—. ¿Ira a despertarlo?

—Sí, lo siento, tendremos que dejar la práctica para la tarde —se disculpó y salió volando hacia la puerta—. ¡Prepara unos guantes buenos! —gritó antes de salir y fue directo para la habitación del Wolfram.

Tocó por cortesía pero no esperaba respuesta alguna, si Wolfram dormía no había posibilidad de que contestara con el sueño pesado que tenía. Entró y vió que no estaba en la cama si no agachado junto al armario acomodando algo. Se miraron ambos sorprendidos de encontrarse con el otro.

Wolfram se preocupó al verlo triste y luego comenzó a emocionarse cuando vio como el rey también se emocionaba por verlo. La primera intención de Yuuri fue la de un abrazo digno de película, pero a último momento se paró en seco cerca de él y del enojó gritó.

—¡Wolfram! —El sonido asustó al mazoku que cayó al piso aturdido— ¡¿Por qué no me aviaste que estabas aquí apenas llegaste?!

—Casi me dejas sordo —se quejó apretándose los oídos. La magia del momento estaba rota por completo. Por suerte, porque ahora estaba decepcionado de haberse emocionado tanto, se había prometido dejar de fantasear tanto con Yuuri y malinterpretarlo. El idiota se emocionaba y lo hacía sumarse al sentimiento por inercia.

—Perdón, no era mi intención gritar —se tapó la boca con la mano. Se sentía muy aliviado de verlo—. Pero porque no me avisaste que habías vuelto, ¿sabes lo preocupado que he estado estos días?

Wolfram se esforzó por ignorar ese reclamo y restarle importancia a sus palabras bonitas. Decidió quedarse sentado en el piso.

—Rompimos una rueda en el camino de vuelta, perdimos dos días y ya veníamos atrasados. Pero no ha pasado nada malo, he vuelto muy cansado y no quise despertarlos. Me levanté temprano para no hacerlos esperar más y sorprenderlos, pero tú has llegado primero aquí solo.

—Conrad me aviso que habías vuelto.

—Debe de haberse enterado por sus hombres, fueron ellos quienes nos recibieron hoy por la madrugada. ¿Greta aún está en el castillo?

—Sí, consiguió extender la visita dos días más, aun llegas a tiempo para pasar con ella unos días extra.

Yuuri notó que Wolfram tenía las ojeras marcadas y se veía aun somnoliento, para él era un esfuerzo especial estar despabilado a estar horas. Wolfram también notó que Yuuri lucia cansado y tuvo que endurecerse un poco más al verlo suspirar aliviado de verlo, no quería asumir que ese cansancio se debiera a haber estado pensando en él. Era inevitable que le gustara verlo preocuparse, pero no podía dejarse llevar o su mente fantasearía de nuevo como siempre le pasaba. Se miraron un rato en silencio, ahora que la emoción se les había pasado, ambos sintieron que el ambiente cambiaba a uno más incómodo.

—¿Quieres hablar ahora? —preguntó Wolfram primero. Yuuri había cerrado la puerta al entrar, tendrían tiempo hasta el desayuno.

—Está bien.

Ninguno de los dos quería empezar, ya no tenían en mente el discurso que tanto tiempo se habían tomado en pensar. Yuuri se puso en cuclillas frente a él, una pose muy típica de él y sus costumbres japonesas, mientras que Wolfram se quedó sentado en el piso donde estaba. El Maou decidió hablar primero.

—No sé bien por donde comenzar, he estado pensándolo todo este tiempo pero ahora me he olvidado de lo que pensaba decir exactamente. Creo que lo primero que debería hacer es pedirte perdón, no me he sentido bien después de discutir, tendría que haber tenido más paciencia en ese momento pero en vez de eso solo me puse a gritar sin pensar en lo que decía.

—Gracias —Wolfram aceptó su disculpa—. Normalmente te echaría la culpa por ser cabezota, pero el que perdió el control primero fui yo.

Wolfram cerró los ojos y se cruzó los brazos recapitulando un poco las cosas más importantes que quería decir. Yuuri parecía cómodo en esa posición así que continuarían hablando de esa forma, no importaba la formalidad o informalidad entre ellos.

—Lo primero que tengo para decirte —dijo Wolfram— es que comprendo perfectamente que lo de esa noche fue un error. Ambos hicimos algo estúpido y ya me he disculpado por enojarme al día siguiente, pero también creo que tengo que disculparme por aprovecharme de la situación.

Yuuri lo miro sorprendido. Wolfram estaba teniendo problemas para largar tantas disculpas a la vez. Sincerarse tanto era muy complicado, cada vez corría más la vista de sus ojos.

—Habíamos tomado y cuando me desperté no pensé en ello y solo me enojé al ver que no recordabas lo que había pasado. Luego de pensar en toda la situación comprendí que pasar la noche conmigo no es algo que hayas consentido realmente. Si a eso le sumamos la poción de Anissina, es obvio que hubieras dicho que si a cualquier proposición mía.

—Bueno eso —interrumpió Yuuri, Wolfram lo miraba tan atento que lo hizo ruborizarse, se tapó la boca con la mano. Lo que iba a admitir era complicado de decir, le comenzaron a sudar las manos un poco—. Creo que deberías saber que eso no es exactamente así.

Wolfram estaba desconcertado— ¿Qué quieres decir? —preguntó.

Yuuri no sabía cómo explicarle, se frotó la cara un momento para espabilarse y decidió ser lo más sincero posible, pero intentando no confundir las cosas. Lo que diría podría contradecirse con su decisión de mantenerse como amigos.

—La verdad es que acepte hacerlo porque realmente quería hacerlo —decir lo mas vergonzoso primero hizo que el calor se le subiera al rostro, pero ahora podría continuar—. Por favor no tomes seriamente esto. Debo admitir que siempre me has gustado.

Eso bastó para que a Wolfram se le revolvieran el estómago como una lavadora. ¿Cómo podía no tomar en serio esa declaración? Eso no tenía sentido. Se concentró en esperar y escuchar todo antes de dejarse vencer por su corazón acelerado y el calor que sentía en las mejillas.

—Déjame explicarme bien por favor, no sé cómo decirlo aún —le pidió paciencia mientras trataba de mantenerse centrado—. De esa noche lo recuerdo todo, pero a la vez no lo recuerdo tan bien. Es decir, tuvimos sexo, eso es lo que se. Y la pasé bien. No quiero que pienses que no podía hacerme cargo de mis decisiones, fue un error que tal vez sucedió por tomar alcohol o algo más raro, pero continúa siendo una decisión mía.

—¿Lo hiciste porque querías? —pregunto luego de meditar unos momentos, no podía creer eso. Yuuri tenía las orejas rojas.

—Se lo que estás pensando. Pero la verdad es que siempre me has parecido atractivo. Y sí, me refiero atractivo de esa manera. Ya sé que te había dicho cuando nos conocimos que no me gustaban los hombres, así fue durante un tiempo, pero luego cambie de parecer por tu culpa. Aunque solo es en tu caso, no es que tenga un gusto por los hombres en general.

Yuuri lo estaba mirando directo y a Wolfram se le había dado vuelta el mundo en un instante, no sabía qué pensar. Dentro de lo que había previsto jamás hubiera imaginado un desenlace parecido a este. Intentó concentrarse y le dio un buen vistazo a la figura de Yuuri para analizarlo. Ya casi se había convertido en un hombre, lucia más grande que ese niño que llego hace unos años. Era más serio —dentro de lo que Yuuri podía ser de serio— y más seguro de sí mismo. Se veía magnifico. Y ese idiota le estaba admitiendo que él le gustaba.

No lo pensó, lo tomó por la camisa y tiró haciéndolo caer de rodillas al piso, vio su cara de dolor pero no por mucho tiempo. Apretó sus labios contra su boca con fuerza y todo se puso blanco por unos segundos. Yuuri estaba atónito, logró separarse pero Wolfram insistió en poner su boca sobre la suya y termino por corresponderle un beso corto hasta que reaccionó.

—Wolfram, ¡espera! —Logró decir y rompió el beso, asustado de ver el brillo de su mirada recordó que justamente esto era lo que no quería que pase—. No me dejaste terminar, necesito que entiendas que solo me refería a eso. No puedo corresponderte como tú quieres. No quiero ser rudo, pero ha sido solo una noche.

—No me importa —le dijo e intentó besarle de nuevo, aun lo tenía agarrado por la camisa sin ser delicado.

—No, no, no, no —rogó Yuuri y tomó con suavidad su mano intentando que le soltara. Wolfram se calmó un poco—. ¡Esto es lo más importante! Necesito que me escuches.

—No te ha molestado besarme —dijo, y no era una pregunta.

—No, no me molesta —admitió Yuuri con sinceridad y sin dudarlo—. Es un beso, me gustan los besos. Y hueles bien. Además, ya he admitido que me gustas. —Wolfram sonrió y Yuuri se desesperó porque se había expresado mal de nuevo. Wolfram comprendía todo, le gustaba verlo nervioso, eso siempre lo volvía más lindo.

—Es porque eres así que es imposible que dejes de gustarme tanto —se lamentó. Yuuri se puso todo rojo y tímido de repente.

—¿Es eso una confesión? —preguntó con vos suave. Wolfram volvió a la tierra y se dio cuenta de que por primera vez había sido tan directo al expresar sus sentimientos. Se avergonzó, pero comprendió al instante que no debería ser tan tonto, después de todo ya había sido rechazado.

—Tras todo este tiempo eso ya no es un secreto.

—Pero nunca me lo habías dicho.

Se miraron sin saber que decir.

—Sabes que aunque te he dicho que me gustas, no estoy intentado confesarme, ¿verdad? No podemos continuar con esto —aclaró Yuuri.

—¿Con que? —preguntó Wolfram demostrando obviamente que sabía la respuesta. Yuuri estaba de rodillas cerca de él, se levantó y lo abrazó colocando su rostro muy cerca sin dejar de mirarlo a los ojos.

—Esto —dijo Yuuri refiriéndose a la tensión sexual que había entre ellos. Corrió la cara a unos centímetros de que le tocase. Wolfram le acarició la mejilla con los labios haciendo que los nervios se le acumularan en el estómago de nuevo. Lo más incómodo para él era que le tratara con tanto cariño.

—Ya lo he pensado mucho estos días Wolf. Hemos cruzado la línea una vez, pero ambos sabemos que no ha sido algo que estuviera bien. Yo no siento lo mismo que tú, no puedo ser más sincero de lo que he sido aquí y ahora. Por favor, lo único que no quiero es que salgas lastimado. —Wolfram intentó separarse para mirarlo pero Yuuri se abrazó con más fuerza—. No voy a besarte de nuevo. Quiero que me hagas caso. Además, estoy en contra del sexo sin amor, es tonto pero es parte de mis ideales. —se quejó sintiéndose avergonzado por sus ideales chapados a la antigua.

Wolfram se quedó quieto un momento devolviéndole el abrazo. —No me trates como a un niño. Soy capaz de tomar mis propias decisiones —le dijo en voz baja y con firmeza al oído. Yuuri le permitió separarse y se miraron a los ojos—. Déjame besarte, ¿cuál es el problema en que lo haga si estás bien con eso? —le dijo Wolfram seriamente—. Escucha. Esto, aquí y ahora, es lo que hay y nada más. Puedo entender eso. No necesito que te sientas exactamente de la misma manera que yo. Si te gusto, ¿por qué no podemos estar juntos? Respecto al amor, a mí me parece que me quieres lo suficiente. Siempre y cuando me tomes enserio no exigiré nada mas de ti.

Yuuri lo pensó, tenía sentido. —Si quiero estar contigo ahora, pero…

—¿Pero? —preguntó Wolfram. Acercó su rostro a unos centímetros y lo miró con descaro a ver si caía con ese movimiento. Yuuri dudó. Sus ojos demostraban que no podía decidir entre el sí y el no al moverse de un lado a otro. Yuuri movió los labios murmurando un “bueno” y lo besó. Se miraron una vez más a los ojos a modo de confirmación y volvieron a besarse sin más interrupciones. Esta vez fue un beso más desesperado, con lengua, pero Yuuri lo rompió antes de que Wolfram estuviera de acuerdo. Se frotó la cara con las manos de nuevo, se veía muy indeciso y preocupado.

Wolfram lo apretó lo más que pudo contra su cuerpo y contra su boca obligándolo a seguirle el ritmo de un beso profundo. Yuuri se sacudió por un escalo frio y eso le confirmó que se sentía tan desesperado como él. Nunca iba a olvidar la noche que pasaron juntos hacia unas semanas, pero vivirlo de nuevo ahora era muchísimo mejor. Esta vez era de día, estaban completamente sobrios, para nada drogados por Anissina y se habían tomado la molestia de tener una larga charla para dejar absolutamente todos los cabos sueltos solucionados. Nunca se había sentido tan libre de dejarse llevar, ni tan cercano a Yuuri, como se sentía en ese momento.

—Me duelen mucho las rodillas —se quejó Yuuri.

—Ya te acostumbrarás —respondió Wolfram.

—¿Por qué me dices eso? Si por tu culpa me he golpeado. Me quedarán moretones.

—Procura ser discreto y que nadie los vea entonces —dijo Wolfram. Yuuri no había entendido el chiste, el humor del Wolfram era complicado de entender porque decía las cosas con cara seria hasta que con un efecto tardío sonreía con picardía.

—¡¿Me estabas tomando el pelo?! —Se quejó y Wolfram se divirtió a costa de sus reacciones—. ¿Y desde cuando haces chistes sexuales? Siempre eres tan quejoso de lo que es vulgar y lo que no…

—No le veo lo malo si es en privado —comentó relajado. Yuuri lo notó diferente a lo usual, menos reservado—. Además, preferiría ser el culpable de tus marcas de verdad y no solo por haberte tirado.

Yuuri se ruborizó. —No sé si me siento del todo cómodo con el Wolfram-demonio en vez del Wolfram-ángel.

—¿De qué estás hablando? Soy un mazoku.

—Nada, nada —le restó importancia a sus divagues personales.

Wolfram se levantó del piso y se palmeó el trasero para limpiarse. Se sorprendió al ver que Yuuri seguía arrodillado frente a él a la altura justa y no pudo evitar continuar el juego—. Iba a decirte de ir a la cama, pero creo que te tomaste la sugerencia en serio.

Adoraba avergonzarlo porque ponía esa cara entre sorprendido y enojado que era muy simpática. Le tomó el brazo al levantarse y quedaron frente a frente para un beso tonto de reconciliación. Yuuri se sentó en la cama y Wolfram estaba por acomodarse a horcajadas de él cuando lo detuvo tomándolo por las caderas para que se quedara de rodillas. Lo miro sin entender cuál era el plan hasta que le beso encima de la cinturilla de los pantalones. Wolfram perdió el equilibrio por la posición y se meció hacia adelante.

—¿Qué pasa, te has arrepentido? —preguntó Yuuri mirándolo desde abajo. Ignoró la cara de sorpresa de Wolfram y volvió a posar su boca sobre su piel mientras acariciaba sus piernas.

Notó con orgullo que tan solo con eso logro marcar un bulto bajo sus pantalones, sonrió entre los besos y lamidas que daba a su estómago. Wolfram tenía un cuerpo envidiable, la piel suave y un aroma propio que nunca había sentido tan bien. Su estómago firme se movía al compás de su respiración nerviosa. Desabrocho el botón de los pantalones y casi podía palpar la expectativa que irradiaba su pareja, pensaba jugar un poco antes sobre la ropa, pero el contacto directo sería una sorpresa mejor. Le bajo los pantalones y la ropa interior y tuvo frente suyo la parte que recordaba con menos claridad de la vez anterior. Wolfram lucia maravilloso hasta su pene y eso lo hizo enojarse, ¡no era justo! Ya no sabía si quería chupárselo o halagarlo.

Wolfram sostuvo la camisa que llevaba puesta sobre su estómago, no buscaba lucir provocativo si no ayudarle, pero esa pose era sexy para Yuuri. Lo acarició una vez y lo metió en la boca, sabía que lo estaba mirando y era algo incómodo, pero si fuera él también querría ver todo. Su trasero era firme pero no podía acariciarlo bien con la ropa a medio sacar, pararon un momento para que se sacara todo y le gustó como se veía su parte baja desnuda por completo. Ahora si podía acariciar la piel sin limitaciones mientras lamia y acariciaba a un ritmo lento, había zonas que tocaba que le hacían estremecer y le gustaba esa reacción. Le dejo entrar por completo a su boca un par de veces y logro agitar aún más su respiración. Abrió los ojos esperando encontrarlo mirando pero Wolfram parecía no poder soportar lo que le hacía, con los ojos cerrados disfrutaba a merced de lo que él decidiera. Estaba poniéndose caliente. Acaricio sus testículos y la base de su pene mientras cerraba la boca con más fuerza sobre él.

—Eso es trampa —dijo Wolfram. Su voz le hizo estremecer, los pantalones le apretaban cada vez más.

Sabía que no podía seguir mucho más con esto así que fue directo a lo que había esperado para el final. Apretó su trasero con ambas manos y lo atrajo hacia si un par de veces, Wolfram acaricio su cabeza e intento seguir sus direcciones descoordinadamente. Pasó su mano por su zona más sensible tras los testículos y acaricio sobre su entrada un par de veces. Decidido detenerse y besarlo sobre los huesos de las caderas mientras lo tocaba.

Wolfram agradeció que se detuviera en el momento justo, eso último había estado cerca del límite de lo que podía soportar. Se encorvó para abrasarlo y acariciar sus hombros y su nuca mientras él lo tocaba. —¿Cómo quieres hacerlo? —le preguntó agitado.

—Preferiría yo esta vez —dijo Yuuri. Durante la felación había fantaseando demasiado con eso como para perder la oportunidad por la vergüenza de decirlo. Wolfram asintió y miró hacia el armario, Yuuri entendía lo que quería. —Si buscas el lubricante, no lo guardaste cuando te fuiste ese día, lo escondí yo en la mesa de noche antes de irme.

—¿Puedes tomarlo? —preguntó y cuando Yuuri se arrimó hacia la mesa se recostó en la cama con los brazos sobre su rostro. Suspiro recordando las sensaciones que hasta hace unos minutos disfrutaba, sentía las piernas algo flojas aun. Sintió el peso de Yuuri y se destapó el rostro para verlo—. ¿Porque aun estas vestido?

—Nunca me sacaste la ropa.

Wolfram no estaba seguro al ser Yuuri si eso era una invitación descarada o no, pero no dudo en tirar de los pantalones de jogging con elástico hacia abajo. Era el mejor invento de los humanos de la Tierra, el elástico, hacia las cosas tan fáciles. Yuuri se levantó y se sacó la parte de arriba junto con la camiseta por la cabeza, su cuerpo desnudo con los pantalones bajos tenía otro color diferente de los brazos y su cuello. Aunque antes le parecían muy extraños esos tonos en su piel, ahora estaba acostumbrado. Yuuri lo llevaba con tanta naturalidad que hasta resultaba atractivo.

—Debería emparejar esto algún día —comentó al ver que lo observaba, señalando su torso con la mano.

Era toda una vista para Wolfram. —Te sienta bien ese tono tostado. Y estar desnudo.

Yuuri sonrió estúpidamente y se rascó la mejilla, si no sabía aceptar cumplidos, menos aún sus bromas picaras. Su expresión tonta de siempre pasó a ser más serena y decidida cuando se echó encima de él.

—¿Desde cuando eres tan seductor? —preguntó Wolfram, era algo que venía pensando desde hace un rato.

—¿He? —dijo Yuuri confundido, ahí estaba otra vez la cara de tonto. Cambiaba de expresiones tan fácilmente—. No estoy haciendo nada.

—Lo sé, al parecer he descubierto que solo luces diferente en la cama —comentó Wolfram y llevó su mano hacia su sexo tomándolo completamente por sorpresa. La expresión de sorpresa se convirtió en placer rápidamente, esa no la conocía. Sonrió satisfecho y Yuuri se ruborizo un poco al verlo a los ojos pero le soporto la mirada. Al parecer el enclenque podía ser más valeroso si se decidía.

Yuuri lo besó y mientras lo tocaba destapó el frasco. El aceite estaba frio, jugaron durante un rato con él mientras se besaban. Yuuri quitó la mano de Wolfram que se entrometía en lo que hacía y decidió que le tocaba el control total de esa zona. Sus dedos sostenían con firmeza su pene y lo rozaban con suavidad sobre la zona del perineo. Decidido primero tocarlo con sus dedos y luego guiando su pene con la mano para ver su reacción, ya que parecía bien aceptado continuó penetrando de a poco ante la impaciencia de su pareja. Su mano ya no tenía nada que hacer allí, empujo solo con sus caderas aprovechando la suavidad del lubricante y acaricio por última vez con sus dedos toda la longitud hasta sus testículos hasta su pene para masturbarlo. La respiración de Wolfram se entrecortó en su boca, al sentirlo le dieron escalofríos.

Wolfram le acaricio el trasero y lo apretó contra él de forma suave pegando sus cuerpos por completo. Yuuri se sostuvo sobre un codo abrazándolo por la espalda y con la otra mano acaricio desde su cintura hasta sus caderas. Los movimientos eran lentos y estar envuelto en los brazos del otro les transmitía calidez. A medida que la temperatura subía el ritmo aumentó, los movimientos de Yuuri iban en función de las sensaciones de Wolfram, pudo prever cuando estaba cerca y se separó un poco para tener acceso a su pene y masturbarlo con la firmeza y fuerza que acostumbraba usar en sí mismo intentando finalizarlo. Pero Yuuri llegó al punto de no retorno antes que él y Wolfram tuvo que continuar por sí mismo cuando él no pudo coordinar más los movimientos. Yuuri lo besó cuando llegaba al clímax y Wolfram tiró de él para indicarle que no detuviera el movimiento de sus caderas aunque hubiera terminado. Tuvo que soportar unos momentos más hasta sintió los espasmos de su su cuerpo. Cuando el momento del orgasmo paso para ambos se recostaron boca arriba a descansar y acompasaron sus respiraciones. Yuuri lo sostuvo contra su cuello y Wolfram comenzó a sentir que el sueño lo atacaba.

—¿Quieres dormir una hora? —preguntó con parte de su consciencia perdida.

Yuuri miró su reloj G-Shock. —Sí, aún tenemos tiempo. —Tuvo que soltarlo pese a sus quejas para activar la alarma. Antes de acomodarse de nuevo se levantó con un quejido para acomodar las sabanas, eso obligo a Wolfram a levantarse también a regañadientes. Se acomodaron juntos bajo las sabanas, se sentían más despiertos. —Hace mucho que no dormimos en la misma cama —comentó Yuuri.

—No vengas a quejarte ahora, fuiste tú el que me sacó de tu habitación. No quiero escuchar que me digas que me extrañaste —la voz de Wolfram se escuchaba amortiguada al haber pegado la cara a su cuerpo.

—Créeme que no te extrañe, gracias a eso pude pasar tiempo de calidad solo.

—Hey, ¿no te parece que estas siendo grosero? Además —Wolfram giró la cabeza y su voz se escuchó normal—, aunque continúes durmiendo solo ya no puedes tocarte fantaseando con vaya a saber que porque me tienes a mí para eso.

—¿Cómo es eso?

—De ahora en más, solo yo puedo tocarte.

Yuuri rio pero Wolfram no cambio la seriedad de su expresión. —Entonces yo tendré que pedir lo mismo.

—Está más que justificado.

—¿No vas a volver a la habitación?

—¿Realmente quieres ser tan obvio? Volver no dejará nada a la imaginación y el rumor se esparcirá como reguero de pólvora.

—Pero aún estamos comprometidos —meditó Yuuri mas para sí mismo.

—Cierto —recordó Wolfram—, había algo más de lo que quería hablar contigo. Creo que lo mejor es finalizar el compromiso.

Yuuri se sorprendió. —¿Por qué?

—No ganamos ni perdemos nada con mantenerlo. Hace años que no influye en nada en nuestra relación y podría convertirse en alguna clase de problema político en el futuro si continuamos dejándolo estar.

—¿Qué clases de problema político? Sé que no aporta ni complica nada como dijiste, por eso no veo el porqué de cambiar nada.

—¿Por qué te empecinas en mantenerlo? Podría pensar algún ejemplo de complicaciones externas, pero seré más directo. El compromiso significa que tienes que casarte conmigo algún día, es una promesa a futuro, estas atado y yo también. Aunque estemos juntos ahora, no voy a exigirte mantener esa promesa. Lo dejamos claro antes de comenzar con esto.

—Pero… —Yuuri estaba pensando en si tenía razón o no. No encontró nada que hiciera cambiar su punto de vista—. No puedo prometer nada, pero tampoco puedo negar que ahora lo estamos intentando. Es decir, estamos juntos. Me resulta extraño comenzar a hacerlo contigo y por otro lado romper un lazo que al fin y al cabo no nos afecta en nada, pero igual se siente mal.

Wolfram lo miró condescendientemente. —¿Te das cuenta que en este mismo momento podrías estar dándome esperanzas? Voy a dejarte claro que no me he rendido contigo del todo, pero no pienso caer por tus palabras bonitas como lo hacía antes. Eres demasiado estúpido para darte cuenta de las cosas que dices sin pensar, y eres demasiado amable como para que alguien que no te conoce bien pueda resistirse.

—Perdón —se apenó Yuuri—. ¿Eso fue un cumplido o un insulto?

—Ambos. Como siempre. Si quieres dejar todo como esta, bien. Dejaremos el compromiso como hasta ahora, sin importancia.

Wolfram era sincero con sus palabras así que dejó tranquilo a Yuuri. El rubio bostezó y lo miró sin mucho interés dando por finalizada la conversación. Cuando se iba a dormir no le gustaba que le molestaran. Yuuri se acomodó y decidió que cambiaría la alarma media hora más tarde.
.
.
.

Esa misma noche Yuuri sintió la necesidad de hacerle una visita a su otro mejor amigo, le debía un poco de sinceridad por haberle escuchado antes. Estaba sentado con Murata a su lado en una silla, él se sostenía del borde de la madera con las piernas abiertas en su habitual actitud alegre, pero con expresión seria.

—Bien, ¿qué tal ha ido la charla? Veo que el castillo no está en llamas.

—Lo hicimos de nuevo.

—¡¿He?! ¡No me jodas! ¿Luego de todo ese discurso que me diste te lo tiraste de nuevo? ¿Lo hicieron, hicieron?

—Sí, sí —suspiró Yuuri apenado—, la carrera completa, home run, cuarta base, nos revolcamos, etc.

—Yuuri, eres mi mejor amigo, es inevitable que seamos así de cercanos después de todo lo que pasamos juntos. Pero tendré que ser brutalmente honesto contigo y darte un consejo por más que te lastime —le dijo Murata con su típica cara de padre indignado—. No juegues con Wolfram, porque eso es lo que parece que estás haciendo. No creo que seas capaz vivir con eso luego, te culparas siempre si lo lastimas. Además de esto, voy a decirte algo que es totalmente lo contrario. Me alegro que lo hayas hecho. Merecía que les des una oportunidad.

Murata sonrió y volvió a ponerse alegre, aunque nunca había estado enojado.

—Voy enserio, de eso puedes estar tranquilo tanto tú como yo. Así como Wolfram. Hablamos mucho, creo que ha quedado todo claro. Aun pienso que por más cariño que le tenga, lo que siento no se compara con el amor. En realidad aún no se bien que es el amor o estar enamorado, pero puedo reconocer que él si siente algo muy profundo por mí. Creo que lo que más me ha asustado todo este tiempo es que podía ver eso en su mirada. Siempre esperando algo de mí y con esa cara que gritaba “te quiero, te quiero, te quiero, te quiero” sin parar. Ha dejado de hacerlo tan evidente, pero no soy estúpido, sus ojos me dicen más que sus palabras.

—No puedes cambiar eso. Lord von Bielefeld no es una persona que pueda esconder sus sentimientos con facilidad. Creo que hasta ha sido un mayor avance del que todos esperábamos lo mucho que ha cambiado en tan poco tiempo. Alégrate, tienes una pareja esforzándose por ser madura. Podría salir algo bueno de esto.

—Yo también estoy intentando ser maduro, pero aunque debería ser el que más confianza se tiene para controlarse, por momentos es difícil. He decidido dejar de pensar en el amor, simplemente saldré con él.

—Creo que es lo más maduro que has dicho en tres años —rió Murata.

—¡Hey!

—¡Les deseo felicidad!

—No te pongas a hablar de nuevo como un viejo o un monje por favor.

.
.
.
.
.
Continuará….


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).