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Aúlla conmigo por sombra_larga

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Notas del capitulo:

Lo siento en verdad lo lamento, pero creo que no fue muy buena idea iniciar el fanfic al mismo tiempo que la escuela, en la que por cierto he sufrido esclavitud para hacer tareas y trabajos, pero bueno, aqui lo traigo al fin.

Voy a intentar actualizar los domingos, esta vez no prometo nada.

Muchas gracias a todos los que dejan comentarios cuando pueda los respondere, esto me impulsan a no dormir para porder subir con antelacion, asi que ya saben comenten porfavor, cualquier duda o critica diganmela sin cortarse.

Perdonen por cualquier falta de ortografia, como ya les dije no tengo mucho tiempo libre.

Espero que les guste:D

 

La noche caía en la aldea, el sol se ocultaba y la luna ocupaba su lugar, la luna llena relucía con todo su esplendor.


En los pasillos del castillo una sombra se escurría, escondiendo su presencia.  La pequeña mota blanca de pelos pudo respirar al fin cuando se sintió seguro entre las ramas de los bosques.


Por si acaso volteo a todos lados, buscando la presencia de algún guardia. Suspiro de alivio al comprobar que se encontraba solo, hoy era luna llena, por lo que muchos se encontraban descargando el libido que esta producía en los hombres lobo,  mientras los lobeznos  gastaban toda la adrenalina acumulada que les causaba el efecto lunar.


El por lo contrario se encontraba en medio, la tentación de saltar y juguetear con los demás no era tanta, pero ir con los demás adolescentes que se juntaban en el mar, para pasar el rato bromeando, conociendo, tal vez a su futura pareja, se le hacía algo muy bochornoso. Eso pensó mientras hundía sus patas en la tierra para tomar impulso y comenzar a correr, disfrutando del aire en su cara, la adrenalina corriendo por sus venas.


Disminuyo el paso hasta llegar a dar graciosos saltitos cuando llego al punto de encuentro. Tomo forma humana para seguidamente buscar tranquilo sus ropas de repuesto, ocultas debajo de una roca en un oyó en la tierra.


Era un simple vestido negro, con unas simples runas bordadas con hilo dorado en el dobladillo como único adorno.


Con cuidado se lo puso, quitándole los restos de tierra húmeda, y se trenzo el largo cabello blanco, emprendió la caminata al riachuelo. Donde él ya lo esperaba sentado en una roca.


Sintió sus mejillas colorearse, bajo la mirada tímido.


-buenas noches Steven- la voz masculina le hizo estremecer.


-hola Cristian-


 


*Godric*


Godric entro al cuarto de Milan, gruño cuando encontró la siempre cama revuelta abandonada. El sol apenas estaba saliendo, por lo que era obvio que el doncel no había dormido ahí.


Tomo asiento en la cama, a diferencia de todos los demás, Milan no había querido tener colchones y cojines como todos los demás, él había insistió en tener una cama de solida madera negra.


Recorrió con la mirada la habitación, dejo salir una pequeña risa, su hermanito era en verdad un desastre. Los vestidos se regaban en el suelo, un tocador con un enorme espejo se llenaba de botellas con aceites y perfumes, unos que otros polvos y túnicas cortas y transparentes, que harían pegar el grito al cielo a su padre, colgaban de todas partes.


Con algo de resistencia tomo una de esas pequeñísimas prendas, la estrujo en su mano, antes de llevarla a su nariz disfrutando del olor que desprendía, rosas, tierra mojada a Milan. Apretó la mandíbula, tiro la prenda al suelo con violencia, se levantó de la cama dando vueltas y pasándose nervioso las manos por el cabello.


A veces tenía miedo de sí mismo, de perder el control contra esos deseos inmundos e inmorales que lo carcomían por dentro.


Aun puede recordar la primera vez que se dio cuenta de lo diferente que era su hermano, de cómo su cuerpo tenía una distinta fisionomía.


Fue un día de insoportable calor. Ambos tenían quince años, hasta ese día los dos eran inseparables, dormían y se bañaban juntos, no había cosa que los separara, poseían ese lazo invisible.


Por esa época su madre estaba embarazado, por lo que después de horas de suplicar que los llevaran a la playa su padre los echo a patadas del castillo culpándolos de estresar a su esposo.


La pequeña Charlotte aún se colgaban de las faldas de Claude, y la repentina expulsión del castillo termino dejándolos solos en la playa.


Los dos llegamos ansiosos y emocionados, lo primero que hicimos fue correr al mar, disfrutando de la fresca y salada agua. Fue después de unos minutos que nos  desvestimos, hasta quedarnos en la ropa que utilizábamos para bañarnos en el mar, unas simples telas que nos enrollábamos a modo de falda.


Pero cuál fue mi sorpresa cuando Milan comenzó a quitarse la única tela que lo separaba de la desnudez. Su cabello blanco refulgía con el viento.


-siempre quise saber que se siente bañarme desnudo en el mar- me dijo pícaro mostrándome su gloriosa desnudes. Sus suaves curvas, su piel de porcelana siempre blanca.


Nunca lo había visto de esa manera, darse un baño en la enorme tina, con la neblina del agua caliente nublaba mucho la visión.


 Obviamente mi hormonal cuerpo de adolescente reacciono, causándome una vergonzosa erección que oculte en las aguas profundas del mar- ¿Por qué te alejas tanto Godric? ¡ven aquí!- me dijo enfurruñado,  inocente de los deseos que causaba en mi cuerpo.


A partir de ese día me distancie de Milan, pedí cambiarme de habitación, deje de bañarme con él y me aleje cada vez más, creando una barrera entre nosotros. Sabía que Milan podía sentir el invisible obstáculo, cada vez que me lanzaba esas miradas lastimosas y tristes, cuando quería decirme algo, pero al final se lo callaba.


Y ahora él le pertenecía a alguien, podía saberlo. No iba a descansar hasta encontrar el culpable de manchar el cuerpo de su hermano, de su Milan.


Su cuerpo dio un salto cuando escucho la voz de su hermano.


-¿Godric?- se paró de la cama girando su cuerpo hacia la puerta. Apretó la quijada cuando vio la apariencia de su gemelo que vacilante lo veía en la puerta.


El pelo corto blanco se encontraba despeinado, por su cuerpo había rastros de rasguños y tierra,  la pequeña prenda que traía puesta estaba desarreglada y a medio poner, sus pies desnudos.


-¿Dónde estabas?- gruño a la vez que daba un paso hacia delante, sus manos se cerraron en puños.


-por ahí- me respondió sin querer ocultar la evidente realidad.


-no me mientas Milan, ¿Dónde estabas?- avance hasta el, tomándolo de los brazos- o más bien ¿con quién estabas?-


*Milan*


Asustado intento retroceder.


-eso es algo que no te importa Godric- intento responder con enojo pero mi voz tiembla al igual que mi cuerpo, los rojos ojos de mi hermano brillan peligrosamente.


-¡dime con quien estabas!- me ordena, yo frunzo el ceño. No entiendo que es lo que le pasa a mi hermano. El agarre en mis brazos de tensa.


-Godric me estas lastimando-


Eso le hace reaccionar. Por un momento me mira asustado antes de retroceder y salir rápidamente del cuarto.


Solo puedo ver su fuerte espalda desaparecer por la puerta. Miro triste el suelo, no sé cuándo esta barrera creció entre los dos, no entiendo por qué se alejó.


Antes no hubiera sido necesario preguntar a mi hermano que le pasaba. Solo con mirarlo podía deducir hasta el más profundo de sus pensamientos.


Ahora ni siquiera sé cómo iniciar una conversación.  Me abrazo a mí mismo viendo como los moretones en mis brazos van curándose lentamente.


-te extraño hermano- susurro apenado. De repente me llevo una mano a la boca intentando contener las arcadas, pero no aguanto y termino corriendo al baño donde vomito hasta mi primera comida.


*Cristian*


Entro a mi casa con una sonrisa torcida, ese niño está cayendo cada vez más y más en mis redes. Después de cambiarme de ropas por algunas más cómodas, me dirijo a la pequeña cocina de donde tomo un recipiente de cerámica algo roto y un paño.


Con paso lento y ya con la sonrisa olvidada entro en la única habitación de la casa, me acerco al colchón relleno de paja que se ubica en medio del cuarto.


La cara demacrada y pálida se voltea recibiéndome con una mueca parecida a la de una sonrisa.


-bienvenido Cristian- la voz sale frágil y ronca.


-hola madre- suavemente me dejo caer a su lado tomando con cuidado su mano y besándole la palma. Tomo el trapo y con delicadeza comienzo a quitarle los restos de sangre en los labios resecos. Le aparto los cabellos azules de la cara, le dejo el trapo húmedo en la frente, tal vez hoy le baje un poco la fiebre permitiéndole dormir tranquila.


-¿Cómo fue todo?-


-muy bien madre, el confía cada vez más en mi- ella toma fuerza y posa su mano en mi mejilla acariciándome.


-gracias hijo, estoy orgullosa de ti- un ataque de tos le obliga a voltearse escupiendo la sangre en el piso.


Preocupado le acaricio la espalda ayudándole a recostarse de nuevo. Le vuelvo a poner el paño húmedo y le tapo con la delgada sabana.


-descansa madre, muy pronto obtendrás tu venganza- ella cierra los ojos, yo me quedo vigilando su intranquilo sueño.


*Lucian*


El tic en mi ceja se acentúa cuando veo el pergamino pasar a solo unos centímetros de mi cabeza. Intento mantener la calma mientras me dejo caer en la silla de mi escritorio en la sala del consejo, solo faltan tres días para el festival anual de la luna, y desde que los gemelos cumplieron catorce años se ha vuelto una tradición hacer los preparativos en familia.


Pero desde que el número de hijos ha ido en aumento los problemas y desacuerdos también.


Maxwell se encuentra en un rincón concentrado en el trabajo que todos agradecen que haga, las cuentas y presupuestos de lo que costara todo el festival en sí.


Observo en silencio como Milan,  Charlotte  y Claude discuten sobre la seguridad del lugar, mi hija al ser la capitana insiste que algunos guardias nunca están de más, mientras que ambos donceles refutan que los guardias no se verán bien en la decoración, y además al final acaban todos ebrios.


Veo divertido como mi  esposo se esfuerza en hacerle frente a mi hija, aun cuando esta le lleve muchos centímetros y la barriga le pese obligándolo a sostenerse la espalda.


Enarco una ceja al notar la ausencia de Godric, me pregunto dónde estará, él nunca se pierde una buena discusión con sus hermanos. Olvido a mi hijo mayor cuando mi pequeño ángel toma asiento en mis piernas.


-hola papá- le sonrió  a mi niño- ¿aburrido?- me pregunta mirándome con esos ojos dorados brillantes.


-algo, más que nada estresado- le acarició el cabello blanco, cada vez más largo- ¿tú no quieres ayudar con la fiesta?-


Mi hijo niega arrugando la respingada nariz.


-no soy muy bueno discutiendo-  admite mirando hacia el trio que al parecer pasa de un tema a otro.


-bueno, pero si quieres puedes ayudar a pintar mascaras con los artesanos- Steven gira hacia mi atónito.


-¿enserio me dejarías salir del castillo e ir con los artesanos?- en cuanto formula esa pregunta enseguida me arrepiento de haber propuesto esa idea. Solo imaginar todas las miradas libidinosas sobre el inocente cuerpo de mi cachorro.


-si- mascullo entre dientes, me incorporo de la silla  abrazando el delgado cuerpo contra el mío- pero dos guardias te tienen que acompañar a todos lados- aclaro enseguida.


-¡gracias papá!- Steven me toma desprevenido saltando de mis piernas y caminando hasta la puerta para luego desaparecer tras ella-¡vuelvo al anochecer!-


Me deja con la palabra en boca y con la inquietud en el pecho.


Solo cuando la puerta se termina de cerrar es cuando me doy cuenta de todos están en silencio, mirándome sorprendidos.


-¿oyeron eso?- pregunta Milan ganándose la atención de todos- ese chasquido fue el corazón roto de papá-


Todos sueltan una risita. Yo solo gruño acomodándome en la silla.


-esa fiesta no se va a organizar sola- mascullo queriendo quitar la atención de mi persona. Mis hijos vuelven a sus tareas, menos mi esposo que camina con paso lento hacia mí, tomando asiento entre mis piernas.


-tu niño va a estar bien Lucian- me remuevo incomodo, pero aun así lo atraigo hacia mí, acaricio distraído su estómago hinchado- eres demasiado sobreprotector con Steven- aun entre la tranquilidad de sus palabra puedo oír la insinuación de un regaño- ese niño es demasiado inocente para su bien-


-así es como quiero que se queden, inocentes- gruño acariciando con más animo el vientre y mirando inquisitivamente a Milan.


-¡no me mires así!- chilla mi hijo a la vez que infla los mofletes.


Solo puedo soltar una pequeña risa y seguir observando las peleas de mis hijos, con mi esposo entre brazos, acariciando a los cachorros dentro del vientre de Claude y prometiéndome que mataría, castraría y crucificaría a cualquiera que osara posar una mano sobre mi pequeño Steven, y no específicamente en ese orden.


Tal vez hubiera perdido la oportunidad con Milan, pero esta vez vigilaría a mi cachorro y a los repugnantes hombres que pensaran poner sus ojos sobre él.


*Laurence*


Veo de reojo pasar a Godric, mi sobrino, camina con paso apresurado y los puños cerrados, la dirección de donde viene lleva al cuarto de Milan, si lo sabré yo.


-¡sigan practicando!- mi potente voz resuena en el campo de entrenamiento donde lo soldados jóvenes practican los nuevos pasos aprendidos, al ser el vice capitán tengo como obligación a entrenar a los nuevos reclutas y eliminar los que no poseen suficientes habilidades para formarse como soldado.


Aun con todo y entrenamiento los sirvientes se mueven silenciosos y discretos poniendo, acomodando adornos, pequeñas lunas brillantes o colgando telas de chiffon negras y plateadas.


Enarco una ceja al ver al pequeño Steven, habla animadamente con un anciano,  creo que es un viejo artesano, seguidos de dos guardias. El grupo sale a paso lento por las puertas del castillo.


Hago una señal a un soldado, se acerca enseguida.


-¿ese que veo ahí, es mi sobrino saliendo del castillo?-


-si vice capitán Laurence, el señor Lucian dio permiso al señorito Steven de salir del castillo para poder ayudar a los artesanos- responde mirándome algo nervioso.


-gracias soldado puedes volver a tu puesto-


-¡si señor!-


Vuelvo junto a los soldados que aun practican entre jadeos de cansancio, aun no puedo creer que Lucian en verdad diera permiso a su preciado ángel de internarse en la aldea sin ninguna compañía familiar.


Y solo por un momento la esperanza brilla en mí, quien sabe, tal vez  esto signifique que para nosotros exista una oportunidad,  que no acabe en una muerte segura para mí. Hablando del rey roma  veo una cabeza blanca asomar junto con unos ojos rojos que me miran con algo parecido a la opresión, le miro atento.


Pero el solo se aleja como en los últimos días, me preguntó que le estará pasando.


Su comportamiento es cada vez más raro. ¿Qué estará pasando en esa cabeza tuya?...Milan.


 


Y así, los dos días pasaron rápidos y veloces. Ahora el castillo lucia con todo su esplendor, en la entrada relucía una hermosa obra hecha por herreros y artesanos, una enorme luna bañada en oro blanco (por obvias razones no pudieron usar plata) con relieves y runas, toda una obra maestra de la cual colgaban cortina de seda negra con rosas entretejidas.


El camino de la entrada al salón era marcado por un sendero de rocas blancas con farolas que colgaban de enormes postes, el salón que a pesar de tener techo, se podía considerar al aire libre pues no habían paredes que separaran el patio.


Una mesa llena de las más ricas delicias se extendía varios metros y junto a el varios barriles de vino y cerveza. Al  lateral derecho un escenario se había montado con todo y cortinas mientras que los músicos afinaban sus instrumentos justo al otro extremo.


La gente que esperaba la abertura en la entrada se entretenía con los miles de puestos montados.


Este día era especial ya que era la primera vez que decidían mover la fecha a una que no fuera luna llena. Que coincidía con el solsticio de verano y con el cumpleaños de los hijos mayores del alfa.


Ósea el día en que derrotaron finalmente al enemigo. Lucian se había negado en rotundo la primera vez que lo propusieron sosteniendo que la noche era mucho más larga y el evento era celebrado por la mayoría de las razas en sus diferentes formas y costumbre,  no quería recordar ese día tan lleno de dolor. Pero al final había aceptado, esos momentos ya estaban muy lejanos en el pasado.


Cuando el reloj marco las nueve de la noche exactas, las puertas se abrieron, dejando pasar al mar de gente, los hombres y mujeres ansiosos de festejar, los cachorros más pequeños nervioso de entrar al castillo por primera vez.


La fiesta empezó sin los anfitriones, todos se abalanzaron sobre la comida y bebida, los cachorros bailoteaban torpes al son  de la alegre música mientras sus madres les perseguían preocupadas, los más jóvenes aprovechaban para escarparse de las miradas de sus padres a algún rincón oscuro. Los más ancianos se sentaban a observar a los más jóvenes recordando sus épocas pasadas riendo y compartiendo.


Una hora más tarde se guardó silencio cuando las puertas interiores se abrieron dejando pasar primero al imponente alfa vestido  pulcramente de negro, causando  más de un suspiro en las jovencitas,  junto con su esposo, Claude llevaba un bello vestido color dorado cubierto de pequeñas piedrecillas, con las mangas pegadas a mitad del brazo y terminando holgado hasta las pantorrillas, el pelo caía hasta las rodillas  en una trenza, con perlas entrelazadas.


Tras ellos salió Milan y Godric que caminaban tomando cierta distancia, pero nadie tomo en cuenta eso, hubo algunos chillidos cuando salió el hombre igualmente de negro con el pelo hacia atrás y avanzando con paso fuerte y seguro igual que su padre y hermano que venía a lado usando un vestido color olivo que llegaba un poco más allá de las rodillas, las mangas de encaje se adherían como una segunda piel, en su cuello brillaba una gargantilla de oro y su flequillo como siempre hasta las cejas.


Las miradas no faltaron, cayendo en ese redondo trasero.


Los soldados suspiraron cuando apareció su capitana como siempre con mirada severa, pero con un vestido plata que si bien cubría todo, dejaba la espalda libre, el grueso pelo negro iba suelto dejando tras de sí una agradable fragancia.


Por último salieron los hermanos menores, tomados del brazo que causaron además de suspiros de deseo, también de ternura. Maxwell y Steven entraron ruborizados, no acostumbrados a tantas miradas sobre si, el primero traías un par de pantalones negros con una camisa color vino que marcaba su delgada figura, más de un hombre se sorprendió deseando en su cama a ese cuerpo no fértil.


Y por último el pequeño Steven con un lindo vestido blanco con encaje en el cuello y mangas, el pelo blanco suelto y un lindo collar de rubíes.


Como supuso Lucian tuvo que fulminar con la mirada a más de uno.


Y así inicio la verdadera fiesta, con varios acróbatas que brincaban y daban piruetas de aquí para allá, Steven los miraba sospechosamente demasiado atento. Maxwell observaba atento a su alrededor un poco nervioso por tanta gente. Lucian y Claude se encontraban en su propio mundo mimandose y bailando, por eso no se dieron cuento cuando Milan desapareció, pero Godric sí.

Notas finales:

Gracias por leer. En el proximo entrara un personaje nuevo de una nueva especie inventada por aqui su servidora espero que les guste.


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