Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi Amigo Martín por Saskia Neko Chan

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola!

Este es mi segundo fanfic en esta página, pero esta vez es con personajes de mi autoría.

Como diría Usagi-san "cualquier parecido con personas reales vivas o muertas es pura conicidencia" :3

Espero lo disfruten y dejen sus lindos reviews para saber que les pareció :3

En un país lejano, lleno de casas, flores y bellos paisajes vivía Juan, un estudiante de colegio junto con su madre; su padre casi no pasaba en casa. Tiene un amigo…su mejor amigo: Martín; ambos de igual edad estudian en el mismo colegio, sin embargo pertenecen a diferentes círculos sociales: Juan es un chico extrovertido y popular, Martín por otro lado es más tranquilo y prefiere estudiar.

Han crecido juntos, comparten secretos, salen a fiestas y ven películas; juegan básquet o fútbol, van a la biblioteca, les gusta leer. Nunca discuten y si lo hacen no es por mucho tiempo.

Pero ahora que todo parece ir en calma nace una confusión: Juan siente una atracción diferente que va más allá de lo establecido por las leyes de Dios y del hombre.

-¿Será que estoy confundido, temeroso? Es amor de ese que se debe sentir entre un hombre y una mujer, sin embargo los dos somos…

Una tarde después del colegio ambos estaban caminando a casa de Martín para hacer un deber.

-Eres un chico popular, yo…no formo parte de tu mundo ahora- soltó sin más apenas llegaron a la puerta. Juan estaba asombrado por el comentario.

-¿De qué hablas? Siempre serás mi mejor amigo y eso no va a cambiar ni ahora ni nunca.

-No nos vemos bien, no…no nos ven bien. Creo que necesitas una novia- contestó Martín mientras ambos arreglaban la mesa de trabajo; sólo veía de reojo a Juan y esperaba que no hubieran más preguntas.

-¿Ha? Claro que no, aún no. No la necesito- ambos se sentaron uno frente al otro mientras sacaban sus libros.

-Eso es lo que dices, pero si oyeras lo que la gente dice de ti…estoy seguro que cambiarías de opinión- trató de mirar a Juan pero él lo ignoraba viendo a su libro de trabajo. –Debes tener a una chica hermosa a tu lado, ¿qué hay de Valeria?

-Es bonita pero no es mi tipo- hizo una pausa- ¿por qué hablamos de esto ahora?

-Los chicos de tu grupo…ellos…-iba a decir algo pero prefirió guardárselo.

-¿Te dijeron algo?- preguntó algo temeroso alternando la vista entre sus libros y la calculadora.

-No, los oí el otro día en el patio.

-¿Uhm? ¿Y de qué hablaban?

-Dicen…que eres gay.

-¡¿Qué?!- se sobresaltó por el comentario.

-Dicen que…somos pareja- titubeó un poco y luego siguió apretando botones en la calculadora al tiempo que hacía muecas, al parecer sin conseguir sacar la respuesta; sin embargo pudo notar el sobresalto de Juan.

-No…eso…eso no…

-Cálmate, obviamente no es verdad pero ellos no aceptan que estando en tercer curso y con diecisiete años tú aún no tengas novia.

-Es mi elección.

-Lo sé.

Después de esa conversación Martín se alejó de Juan, él lo buscaba  en los recreos pero nunca lo hallaba, les preguntaba a sus compañeros si lo habían visto pero ellos no le decían nada. Era como si se lo hubiera tragado la tierra. Incluso cuando Juan iba a su casa su hermana decía que no estaba.

Dejó de buscarlo y decidió darle algo de espacio y tiempo. No pensó que al hacerlo los condenaba a los dos a un camino lleno de temor, maltrato y rechazo.

Era febrero, un quince de febrero cuando descubrió la verdad.

Juan iba a ir al patio porque tenía clase de deportes, mientras estaba en los vestidores oyó algo parecido a un quejido, no le prestó atención hasta que se dio cuenta de que provenía de los casilleros del otro lado; caminó con cautela y lo que vio al llegar ahí le hizo hervir la sangre.

Martín estaba ahí, tirado en el suelo, como si fuera un despojo humano; no se parecía en nada al chico alegre, infantil y animado que había sido su amigo por tantos años.

-¡Martín!- se alarmó al verlo en ese estado: tenía la camiseta rota, los shorts estaban manchado de sangre, su frente tenía una herida considerable y su labio estaba partido; tenía hematomas en las piernas y había perdido un zapato.

-N-no…te acerques- apenas podía respirar y se notaba que hacía un enorme esfuerzo por hablar.

-¿Quién te hizo esto?- se arrodilló a su lado y lo ayudó a sentarse con la espalda recargada a la pared, su cabeza se recargó en el hombro de Juan a la vez que un suspiro cansado y de dolor escapó de sus labios. Juan lo miró de reojo y se le vino a la memoria los recuerdos de que, hasta hace unos meses, hacían eso cuando tenían problemas y no querían hablar, sólo necesitaban a alguien que les demostrara que estaba ahí para ellos.

-Nadie...sólo olvídalo- quitó su cabeza del hombro de su amigo y la recargó en la pared; se notaba un tinte de molestia en su voz. Aún estaba molesto y Juan seguía sin saber el porqué.

Se quedaron en silencio un largo tiempo.

-Oye…-decidió que le sacaría las respuestas a como diera lugar.

-Fue…fue Andrés- era todo lo que dijo. Andrés. Andrés. No podía ser cierto; Andrés era uno de los chicos del grupo de Juan. Capitán del equipo de fútbol, ídolo de los alumnos. El otro se encontraba en shock.

-¿P-por qué él…?- tenía miedo y curiosidad por la respuesta. Andrés no era una persona que buscaba problemas y Martín menos ¿Qué podía haber pasado tan grave para que Andrés dejara a Martín en ese estado?

-Descubrió un secreto mío y no lo tomó bien.

-¿Secreto?

-Sí.

-¿Puedes decírmelo?

-Es que…es sobre ti.

-¿Sobre mí?

-Sí…verás…yo…

Estaba a punto de decírselo pero el sonido de pasos acercándose lo hicieron sobresaltarse.

-¿Qué hacen?- el chico que estaba frente a Juan despertó en él sentimientos de ira y confusión.

-Andrés- murmuró-¿qué es lo que quieres?

-Vine a buscarte-respondió y luego puso su mirada en Martín-¿y tú?

-…-Martín permaneció en silencio con la mirada baja.

-No se lo dijiste, ¿verdad?, ¡Ja! Ni creas que te va a salvar, en cuanto se entere sentirá asco con sólo verte- susurró cerca de él. Ni Martín ni él se dieron cuenta de cuando se acercó tanto.

-Andrés, ¿qué…qué pasó?- la voz le tembló antes de que la pregunta terminara de abandonar su boca.

-¿No lo sabías?, tu “amigo” –hizo un gesto con las manos –está enamorado.

Por alguna razón Juan sentía que esa conversación no llevaría a nada bueno.

-¿Y? ¿Qué hay de malo en ello?

-De alguien que tú conoces muy bien.

-¿Quién es?- Juan lo miró y para su sorpresa los ojos de Martín suplicaban en silencio que no hiciera más preguntas.

-La persona que lo trae loco…

-¡Cállate!-gritó Martín-¡Juraste que no dirías nada y por eso dejé que me hicieran esto!

-¿Ah? Yo nunca juré nada –apenas terminó de hablar, Martín se levantó y para sorpresa de todos trató de golpear a Andrés pero él lo esquivó con demasiada facilidad; el chico cayó al suelo y la herida en su frente se abrió de nuevo. Juan se levantó a ayudarlo pero un agarre en su brazo lo detuvo.

-¡No!- gritó Martín.

-La persona que le gusta…eres tú.

Sus ojos se abrieron al máximo. “Eres tú”. Eso resonaba en su mente, apenas si podía mover los labios pero no salía ningún sonido.

-Juan…yo…

-¿Y ahora qué vas a decir?- Andrés lo había liberado y se paró justo al lado de Martín, en los ojos del chico sólo había vergüenza, dolor y rabia. Su secreto había sido descubierto y de la peor manera que puede haber.

Las lágrimas amenazaban con caer de sus ojos, sus ojos color chocolate brillaban del miedo, creía que Juan le iba a decir algo que lo lastimara, que lo alejaría de su lado y todo lo que habían vivido se olvidaría para siempre. Eso era lo que él claramente esperaba.

-Yo…

-Ya déjalo en paz, ¡¿me oíste?!- gritó Andrés tomándolo del cuello de la camiseta que estaba rota –él no va a estar contigo nunca más.

-Juan…

El aludido sólo podía ver la escena, aún no se podía mover. Martín estaba enamorado de él. Su mejor amigo se había enamorado de él. No lo podía creer. Sólo veía como Andrés le gritaba cosas despectivas y no podía evitar sentir rabia. No podía tocar a Martín, nadie debía dañar a Martín o se las verían con él.

-¡Ya suéltalo!-gritó con las fuerzas y la conciencia recobrada, le pegó en las costillas y Andrés tosió. Levantó a Martín del piso, él también estaba sorprendido de lo que acababa de pasar y Juan no era la excepción - ¿estás bien?

-Sí-fue su respuesta antes de alejarse como si hubiera recibido una descarga eléctrica.

-Martín, escucha yo…no estoy molesto contigo, debemos hablar de esto en un lugar más privado-pudo ver como sus ojos se iluminaron mostrando algo de esperanza la cual sólo duró unos instantes.

-¿Ha? No me digas, Juan, que ahora son novios- Andrés se levantó con dificultad y caminó hacia los chicos.

-No es eso. Por favor, deja de meterte en lo que no te importa, este es un asunto entre Martín y yo, y si me llego a enterar que le has puesto un dedo encima de nuevo créeme que me olvidaré de que somos amigos, Andrés.

-Estás pisando hielo delgado, Juan, así como hice que fueras de nuestro grupo también puedo destrozarte si sigues en el plan de estar de amigo con este mari- no terminó de hablar porque el puño de Juan se estampó en su rostro.

-Y deja de llamarlo de esa manera o juro que te arrepentirás-miró a Martín y él tenía una mezcla de emociones en su rostro: alegría, vergüenza a medias, ira y esperanza ¿Cómo fue tan tonto? -Y no me importa lo que hagas con mi reputación, es el último año y no falta mucho para que salgamos del colegio, no me importa si mi existencia se vuelve miserable de ahora en adelante, no, aunque intentes que se vuelva miserable si tengo amigos de verdad a mi lado créeme que no me importa la forma en que sea tratado en lo que queda del curso.

Andrés estaba confundido y molesto con la elección. No hizo nada, sólo salió de los vestidores y le dedicó una mirada fría, había odio y resentimiento-Te lo advertí-fue todo lo que dijo. Y así era, Juan había firmado su sentencia.

Tomó del brazo a Martín para que salieran de los vestidores pero él se soltó y sólo camino detrás del otro. La jornada había terminado así que sólo fueron en silencio hasta el salón de clases que estaba vacío y cogieron las maletas. Se pusieron rumbo a casa de Juan. Su mamá llegaba a las diez de la noche y su padre hace meses que no iba a casa por el trabajo.

Nadie habló en el trayecto, las palabras parecían haberse olvidado.

Cuando llegaron se sentaron en la sala. ¿Qué se supone que debía decir? Nunca creyó que llegarían a esta situación.

Pero Juan no quería que fuera así. Porque a él también me gustaba Martín. Le atraía todo de él, sus cabellos negros, lacios y cortos, sus ojos color chocolate, su sonrisa tan pura e infantil; le agradaba que pasara tiempo en su casa y por eso lo invitaba siempre que podía.

“Porque me sentía solo”

-Para ver una peli.

“Porque me sentía triste cuando él no estaba cerca”

-Te explicaré la clase que no entiendas

Porque a fin de cuentas lo único que quería hacer era pasar tiempo junto a Martín.

Y él único tarado era él. Porque negó sus sentimientos por mucho tiempo, y lo descubrió dos años antes, cuando estaba en primer curso, cuando Anita lo besó. Su primer beso. Pero no fue especial, no sentía nada por ella excepto amistad. Siempre pensó que las mujeres eran un misterio y creía que sólo estaban en el mundo en espera de alguien que las haga realmente felices. No alguien como él.

Le gustaba su mejor amigo. Por eso no quería que le preguntara si ya tenía novia, porque en ese momento sólo quería decirle que no le gustaba ninguna de ellas, que a quien realmente quería a su lado era a él.

Finalmente, sus sentimientos no lograron alcanzarlo.

-Martín, escucha, has sido mi mejor amigo desde que éramos niños, tú sabes más cosas de mí que mi mamá o incluso yo mismo. Tú me ayudabas en los deberes, yo te enseñaba a jugar fútbol. Siempre fuiste alguien muy cercano a mí, Martín y no quiero que eso se pierda. Sólo quiero saber una cosa ¿por qué?

Martín estaba pensativo; Juan quería decirle que lo amaba como no había amado nunca. Porque sí, a él lo amaba, a sus diecisiete años había descubierto lo que era el amor y había sido lo más maravilloso que le pudo pasar.

-Juan, yo…-suspiró, despacio y luego le miró a los ojos- es verdad, tú me gustas Juan, no recuerdo cuando fue que empecé a sentir esto, o darme cuenta de lo que era pero a veces cuando te veía con Anita, cogido de la mano o cuando la besabas –las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos- Perdóname, Juan, sé que suena asqueroso pero yo estaba celoso, ¡Andrés tenía razón, soy un fenómeno y no merezco tu amistad! Ve con él, Juan, dile que todo fue un malentendido, que no estabas pensando bien las cosas que deseas volver con su grupo y que no quería golpearlo. ¡Qué yo sí soy un fenómeno y que no volverás a verte conmigo nunca más! –las lágrimas formaban ríos en sus mejillas- Juan…por favor…

Le partió el alma verlo así. Y todo era su culpa, porque quería callar lo que sentía, porque no se atrevió a decirle a Martín que le gustaba. Y el otro tuvo que sufrir las consecuencias. Lo habían golpeado, lo habían acosado sin cesar, día y noche, en el colegio, por internet, querían destrozar su alma pura que no había cometido ningún pecado sino que se había enamorado de un tarado como Juan que no se daba cuenta de que estaban lastimando a la persona que ama por su culpa.

-No, no lo haré, es decir…

-Hazlo, está bien, Juan.

-“¿Estar bien?”-según Juan, Martín estaba loco.

-Martín mi amistad no cambiará, sí les diré que no estaba pensando con claridad pero de ningún modo me voy a alejar de ti para siempre ¿me oyes? Seguiremos siendo amigos.

-¿No estás molesto?

-No-suspiró- y ahora ve a lavarte la cara, toma una ducha y sal para que pueda preparar la cena.

Lo vio desaparecer por el pasillo. Juan estaba perdido en sus pensamientos.

-“Debo volver con ellos, debo hacerlo, no puedo permitir que lo sigan lastimando y si es mejor así…que así sea”

Cuando Martín salió del baño se dirigió hacia Juan quien estaba en el comedor, el otro no se tensó, sólo contempló al chico, preocupado. Habían sido demasiadas emociones por un día.

-Está servido- fue todo lo que dijo mientras ponía frente a ellos dos tazas de café.

Martín se sentó y ambos cenaron en silencio, esa noche Martín dormiría en casa de Juan.

Cuando la madre de Juan llegó ellos ya estaban en el cuarto y cambiados el pijama. Sólo se despidió de los muchachos y se fue a dormir.

Los dos chicos se quedaron en sus lugares: en los cuartos de ambos, en sus respectivas casas, había dos camas puesto que acostumbraban a quedarse a dormir en casa del otro. En la habitación de Juan, la cama de Martín estaba junto a la ventana y la suya propia estaba junto a la puerta.

Todo fue silencio e incomodidad. Fue la peor noche de ambos.

Con el paso de los días se distanciaron más. Un mes después, ya habían pasado algunos días desde que habían dado las pruebas de ingreso a la Universidad pero ellos ya no se hablaban. Juan había vuelto con su grupo y Martín con el suyo. Ya no se visitaban y si se llegaban a encontrar en la calle se saludaban por pura cortesía.

Sin embargo esta tarde, la lluvia incitaba a aquellos corazones distanciados a recobrar aquel camino inconcluso. Y sucedió. Dejaron atrás todos los preceptos de moral que les impedía amarse y en un tórrido abrazo sintieron que debían seguir pero ese no era el lugar, así que decidieron marcharse a un sitio donde su relación no fuera juzgada.

Y así una mañana, un 20 de agosto, habiendo cumplido la mayoría de edad y terminado sus estudios, cuando la primavera aparecía, amanecieron en Argentina y ahí, no sólo se juraron amor eterno sino que las leyes permitieron que esta relación floreciera y gozara de todo tipo de libertad.

Notas finales:

Espero les haya gustado.

Lamento mucho por el final apresurado pero era para un concurso en mi ciudad y debía tener un final feliz :3 Aún así si lo desean puedo alargarlo y hacer una secuela con la vida de los chicos :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).