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YunJae: Esclavo de tu amor por pyeontae

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Notas del fanfic:

Dos leyes que determinan este viejo mundo.

Ten cuidado con todo lo que pueda causar el reajuste del destino.

La ley es del más fuerte o del más astuto.

 

Diccionario del FanFic:

 El destino: Una entidad, una fuerza capaz de tomar la forma que quiera, el creador de todo lo que existe, existió y existirá.

 Yeire: Una nación al sur del continente oriental, una de las más viejas y reconocidas por mantenerse unida y ser capaz de resistir los ataques de  otros.

Notas del capitulo:

Gracias por caer acá y leer 

El verdadero “Viejo Mundo”, antes de lo que ahora registramos como la civilización, antes del hombre de las cavernas, en un tiempo previo a todo del cual no hay registros, “El Destino”, había dejado correr a sus creaciones por el mundo, les dio el permiso de poseer, crear y destruir lo que estuviera a su paso, eran su experimento. Guerreros fuertes y con gran poder para defenderse o atacar, colmaban el suelo imponiendo su voluntad, tan letales como hermosos cada persona que habitaba el planeta tierra poseía dones especiales, algunos inteligencia, otros belleza, otros astucia, todos buscaban tener su lugar en el mundo y mantenerlo.

En éste mundo violento donde reinaba la ley del más fuerte, era una hazaña mantenerse en un lugar, tener un pueblo a cargo, ni pensar en mantener el dominio sobre una nación entera. Por eso “Rain” el soberano de “Yeire”, una de las naciones de la tierra oriental, era amado y respetado por todas las batallas que enaltecieron a su pueblo. Todos respetaba el largo legado de soberanos que pudieron mantener a “Yeire” como una patria unida a pesar de los ataques de otros pueblos. Ahora “Rain” estaba muerto por causa de la edad y su único sucesor era un muchacho quien poseía una belleza jamás vista, enamoraba a todo aquel que posaba los ojos sobre él, sin embargo ese tipo de don no era respetado, la gente que poseía belleza era tomada como débil en este mundo, un mero premio para aquel que quisiera reclamarlo. La fuerza, el poder, las astucia, el ingenio, la habilidad era lo que había construido a “Yeire” toda la estirpe previa a Jaejoong eran renombrados guerreros y estrategas a los que el mundo recordaba, que pudieron luchar contra todo aquel que los había enfrentado. Ahora la nación de “Yeire” temía por su destino, en manos de un soberano al que consideraba débil, sólo podían esperar a que algún guerrero en busca de poder los atacara y todo estuviera perdido. Kim sabía del temor de su gente, le dolía, fue criado por su amado padre con la mejor educación en todo lo respectivo al comando de “Yeire”, estaba capacitado para mantener el legado en sus manos, sólo debía convencerlos a ellos.

-No tienes que mentirme Dongsaeng…sé que la gente no me tiene ni una gota de confianza.- Dijo Jaejoong sentado en el trono de su palacio. Sentado en una majestuosa silla de oro, con hermosas e imponentes alas que parecían salir de aquel que allí estuviera sentado. Sus dedos tamborileaban silenciosamente en uno de los brazos de su trono, con la mirada entrecerrada clavada en su mano derecha Kim Junsu, un hermoso ser de simpatía extrema, era la encarnación de todo lo bueno, su sola mirada podía derretir el corazón más duro y su sonrisa era conocida como el mismísimo signo de la paz. Tenía su cabello rojizo, aunque siempre lograba sorprender con los colores que podía tomar, llevaba puesto un pantalón amplio atado a los tobillos y una chaqueta de mangas anchas, adornado con piezas de oro muy simples pero elegantes, era la mano derecha de Jaejoong, su asesor desde la cuna, como a veces bromeaba en nombrarlo, su amistad y confianza databa desde tiempos a los que su memoria ya no accedía, eran amigos leales de esos que sólo se encontraban una vez en la vida, y como tal ahora sabía que le estaba mintiendo, o mejor dicho, estaba adornando la verdad cuando le informó que los disturbios que habían ocurrido en la central de Yeire sólo fueron en festejo por su coronación del día anterior. Suspiró cambiando por completo la seriedad en su rostro a una de extremo cansancio y ojos llenos de tristeza, miró por la ventana a la plaza frente a su palacio donde se levantaban las estatuas de su padre, su abuelo, su bisabuelo y demás antecesores, en su corazón sólo quería hacerlos sentir orgullosos, pero le costaría y mucho, principalmente porque tenía que ganarse al mismo pueblo del que dependía su promesa. Volvió la mirada a Junsu quien sostenía una sonrisa comprensiva, ¿qué haría sin su amigo allí para apoyarlo como siempre había estado? Supuso que nada, le debía a Junsu mucho y se lo trataba de pagar en cada momento.

-Hyung…lograrás tener su confianza, yo creo en ti –Y con esas simples palabras y una sonrisa de ánimo, Junsu logró contagiarlo de su optimismo

-Lo haré o te llevaré a la plaza y te pondré como estatua para que las aves encuentren donde descargar sus desperdicios –La cara de asco y preocupación en Junsu lograron hacerlo reír a carcajadas- Era broma Junsu ya…-Junsu se cruzó de brazos una vez que la imagen logró irse de su mente y miró con reprobación a Jaejoong, éste levantó la manos en signo de rendición y suspiró- está bien, mal ejemplo, lo siento –Una pequeña sonrisa aún quedaba en su rostro por la broma, siempre que lograba molestar a Junsu algo en su interior sonreía de felicidad, suponía que era su lado maligno, todos tenían uno, ¿por qué no él?- Mejor terminemos con esto de los regalos, ya me estoy cansando de abrir tantos y dictar cartas para agradecerlos…

-Muchos soberanos te enviaron regalos para probar su lealtad a ti y eso es importante, algún día necesitarás de ellos para defender a Yeire… -Reclamó Junsu por la actitud de Jaejoong, había tomado todo el día ver los regalos enviados por los otros soberanos y responder a cada uno pero era una actitud de etiqueta entre soberanos, de no hacerlo y ofender a alguien, ni siquiera quería pensar en lo que causaría- El siguiente –Dos ayudantes trajeron una caja negra con relieves exquisitos, dentro encontraron una escrito, donde un soberano cedía tierras a la plantación de flores para adornar el palacio y todo tipo de fruta que también sería destinada a su reino-

-Muy bien –Miró al escriba a su lado encargado de sus escritos reales- Envíale un escrito, agradeciendo y dile que este será el primero de muchos frutos que recogeremos ambos de nuestra alianza –Junsu sonrió tras escuchar las palabras de Jaejoong, siempre había sido perfecto con las palabras, la forma de alabar a una persona, de complacer y de manipular con una simple oración ése fue el legado que su madre le había dejado, una mujer astuta y bella, dos combinaciones que la habían puesto en donde estuvo, un lugar de poder junto al soberano Rain-

-El siguiente…-Dijo revisando la lista, frunció el ceño al reconocer el nombre- Changmin…-En cuanto Jaejoong escuchó el nombre enseguida se dio vuelta para mirar a Junsu-

-¿Qué? ¿Choikang Changmin me mandó un regalo?...

-Aparentemente –Respondió Junsu de inmediato-

-Debe ser veneno –Murmuró Jaejoong-

-Es inusual, él te odia por ser el sucesor directo

-El único sucesor-Aclaró Jaejoong-jamás se comprobó que mi abuelo fuera realmente su padre…rayos! Esa última aventura que mi abuelo tuvo que tener antes de enfermar gravemente no pudo ser más inoportuna, toda mi vida tengo que cargar con que duden si Changmin es o no de mi estirpe…claro que yo lo niego por completo, no tiene nada de mi sangre-Escupió las palabras Jaejoong, siempre volvía esa historia para morderlo en el peor momento, un regalo de su abuelo quien no había logrado mantener sus hambok cerrado cuando la mamá de Changmin se le cruzó en el campo, ella reclamaba tiempo después cuando su abuelo estaba ya sin fuerzas que Changmin era hijo de ambos y que se le debía el lugar para gobernar. Mentiras de una mujer desesperada por salir de la pobreza sólo porque una noche encontró a su abuelo medio bebido y necesitado…- Descártalo… -Hizo un movimiento con su mano apoyando el rostro en la otra mano que se sostenía en el brazo de su trono- Debe ser una porquería, no quiero nada de él, no quiero que nada bajo su nombre vuelva a entrar jamás –Los asistentes ya habían entrado con un cofre enorme y pesado, cubierto de oro tenía un grabados simple pero bello en oro rojo que le daban el justo detalle. Pero su hermosura no podía borrar el desprecio que le producía aunque le encantaran ese tipo de cosas. Junsu con la mirada le indicó a los ayudantes que se llevaran el cofre pero antes de hacerlo un sonido extraño salió de él en cuanto lo alzaron provocando que vuelvan a dejarlo en el piso. Todo el lugar quedó en silencio, todos fijaron la atención en el cofre que dejó de hacer ruido. El corazón de Jaejoong parecía que dejó de latir esperando que algo más sucediera, definitivamente, esto estaba mal, algo pasaba con ese cofre.-A-ábranlo –Ordenó  titubeante, los ayudantes obedecieron, con mucho temor abrieron el seguro lo que hizo caer por completo el cofre revelando a un hombre acostado en posición fe}tal , casi inmóvil, vivo pero algo estaba más con él, su ropa era simple, blanca y holgada sin dejar ver su cuerpo más que unos firmes brazos atados con una cinta blanca por las muñecas, su piel era de un color oscuro, sus rasgos eran varoniles, afilados, su cabello era medio corto, era básicamente impresionante de un modo natural y dejó a todos sin aliento, principalmente a Jaejoong-

Notas finales:

Espero que les haya interesado ~


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