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Amor Yaoi
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Error por Sarabi22

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Notas del capitulo:

Atención, atención. En este fic hay parejas heterosexuales que aparecen de forma secundaria, como Iemitsu y Nana.

Va a ser un Tsuna x Oc, aunque me encanta el R27 he decidido hacer este pequeño experimento. Me gustaría aclarar que es mi primer fic en Amor Yaoi así que no sé como saldrá.

Sin más que decir os dejo, espero que lo disfruteis.

-   Cariño, yo con Ieyasu tengo suficiente; ¿Por qué quieres otro? – le preguntó Nana a su marido, confundida por haberse llevado a los mellizos o gemelos fraternos, como había dicho el médico, les habían dado la posibilidad de dar en adopción a uno de ellos y ciertamente a ella le hubiera parecido bien dar en adopción al mayor, Ieyasu se parecía mucho más a su padre, la misma piel bronceada de nacimiento, el mismo pelo rubio, los mismos ojos verdes jade… el otro en cambio era igual a ella, la piel pálida, el pelo castaño y los ojos con una mezcla de miel y caramelo.

-   Nana, ambos son nuestros hijos, debemos tratarlos igual. – le dijo el hombre, quién llevaba en brazos a Tsunayoshi, su hijo mayor por un par de minutos. – Además, me reconcomería la conciencia saber un hijo mío está en un orfanato siendo un bebé con no más de un día de vida.

-   Así que es porque es un bebé. – murmuró Nana, podía parecer muy dulce e inocente pero nunca había dudado en eliminar aquello que no era de su gusto y siempre se había esforzado para conseguir aquello que deseaba y mantenerlo. Tsuna, su hijo mayor, no le gustaba… lo mantendría y le criaría porque Iemitsu, su amado esposo, así lo quería. Aunque no dijo nada de cuando hubiese crecido, cuando hubiese crecido… ya vería que pasaría qué pasaría con él.

Si no la agradaba, sería algo que no le gustaría, si se convertía en algo que no le gustaba… entonces habría que quitarlo del camino para que no se inmiscuyera en el de su querido y amado Ieyasu. Su amado hijo.

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-   Me voy, Nana. – le dijo en la puerta de la casa a su mujer, los niños estaban en la guardería por motivos de ensayar para la obra que su clase iba representar en el festival escolar.

-  Sí, cariño. – le decía la morena con estrellitas en los ojos, su marido siempre preocupándose de que no les faltara de nada, pero el gran inconveniente que le Nana le veía a su trabajo, excavador de petróleo según él le había dicho, era que tenía que viajar alrededor del mundo en busca de yacimientos y excavarlos para ganar dinero, el cual les servía para pagar la matrícula de los niños, la comida, la luz, el gas, el agua, la hipoteca, y demás gastos; había conseguido un permiso especial por paternidad en su empresa, todo gracias a que su jefe era muy bondadoso y sentía un gran amor por la familia, por lo que cuando era para ver a su familia podía pedir permisos largos hasta que los niños tuvieran dos o tres años.

Sus pequeños acababan de cumplir los tres, por lo que debería irse por un largo tiempo. Cuando cumplieran cinco añitos podría volver a pedir un permiso de unos tres días: uno para ir, otro para estar con ellos en su cumpleaños y el último para tomar el avión de vuelta. Nana, solo deseaba que el tiempo pasara rápido para que su marido volviera, odiaba cuando se iba, se sentía la mujer más desafortunada en la faz de la tierra, pero ahora tenía a su pequeño Ieyasu para consolarla, el niño se parecía tanto a su padre… por otro lado también estaba Tsuna, a él podía mandarlo a la cama sin cenar e incluso si Yasu le decía qué no había hecho bien o en qué se había equivocado en los ensayos tendría una excusa para abofetearle y descargar su ira y frustración en el crio, y es que el niño era totalmente antisocial y muy tímido además de un poco torpe, por no hablar de que ni se esforzaba por tener amigos, se encerraba en su cuarto a leer los libros que se compraba con su paga semanal, dada por su padre y la cual había prometido a su marido mantener a los dos hermanos, por no hablar de compararlo con su hermano, esa era una de sus actividades favoritas y básicamente la única vez que le dirigía la palabra a Tsuna, igualmente para Nana comparar a Ieyasu con Tsuna para que su hijo menor se sintiera mejor era para lo único que Tsuna era tremendamente útil.

-          - Nana, te gustan los hombres con sentido del romanticismo, ¿Verdad? – le preguntó dándose la vuelta con el pico al hombro, los guantes y el casco puestos y una toalla al cuello, además del mono naranja y la camiseta blanca sin mangas.

       - Sí. – le respondió ella con voz dulce, centrándose en la profunda voz de su marido e intentando no llorar por su inminente partida, sabía que su separación duraría años.

-            - Dile a los niños que he desaparecido y que me volveré una estrella. – le dijo a su mujer el hombre rubio, siempre le había gustado el melodrama y la obra de teatro de los niños le había dado una gran idea. – Eso es mucho más romántico.

-                   - Ah. – suspiró la mujer, encandilada por la actitud de su marido, siempre había sido como una película, todo el tiempo que había pasado con él y con Ieyasu, había sido como un feliz guión estuviese hecho para ellos tres, pero claro… en ese guión había una mancha, una mancha llamada Tsunayoshi.

-          - Nos vemos. – dijo despidiéndose por fin, salió por la puerta y caminó por el lado de la calle por dónde se estaba poniendo el sol.

Tan romántico, pensaba Nana. Poco después los niños volvían de la escuela.

-          - ¡Mami, mami! – llamaba un niñito rubio entrando como una exhalación a la casa donde vivían los cuatro miembros de su familia. - ¡A que no sabes lo que ha pasado hoy!

La mujer salió de la cocina limpiándose las manos en el delantal de casa debido a que estaba lavando las verduras para hacer la ensalada, era lo único que faltaba para terminar la cena para dos que había hecho.

-          -  ¿Por qué no me lo cuentas? – preguntó la mujer castaña cogiendo a su hijo en brazos y sentándolo en la cocina para le contara lo que le había pasado ese día, ansiosa por encontrar un motivo lo suficientemente bueno como para castigar físicamente a Tsuna, el otro.

Tsuna entró un poco después de Ieyasu cerró la puerta y se volvió para ver como su madre cogía en brazos a su hermano y se lo llevaba la mar de contenta a la cocina, se asomó un poco pero no vio ni el tazón de su padre ni el suyo. Dedujo que esa noche no cenaría, solo tenía tres años pero sabía que su madre prefería a Yasu por encima de él, lo tenía tan claro como el agua. Además, por un lado podía estar incluso agradecido, gracias a que se centraban en su hermano menor él había tenido un montón de tiempo para aprender cosas, ya sabía escribir en kanjis, por ejemplo y estaba empezando a estudiar italiano. Por increíble que pareciese el aburrimiento había sido el factor clave que había propiciado su interés por los idiomas.

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Estaba triste, lloraba como una magdalena cuando recordaba la mirada de su madre y las duras palabras que le había dicho antes de mandarlo a la cama sin cenar.

Él no quería dejar a su hermano en ridículo por eso no subía sus notas, por eso no se esforzaba en los deportes, por eso no le había dicho a su padre que había salido fuego de sus manos. Sabía lo horrible que era que te compararan con otra persona y sentirte mal por haber decepcionado a tus seres queridos, después de todo era exactamente lo que le pasaba a él desde que su padre se fue hace algunos días, su madre prácticamente lo odiaba y su hermano se había olvidado de él; la guardería lo ignoraba incluso si le molestaban por ser algo torpe, en casa también pasaba por alto cualquier cosa que le decía su madre y sonreía por los cumplidos que esta le dirigía. Ella le estaba enseñando a odiarle y él al ver que le iba mejor si lo hacía lo estaba aprendiendo rápidamente.

¿Por qué a mí? se preguntaba el niño envolviéndose en las sábanas como si estas pudieran protegerle de todo y de todos, quedando como una especie de capullo, dentro del cual el inocente rogaba por una vida mejor. No pedía mucho, una madre que no le odiara, un hermano que se comportara como tal, incluso si alguna vez se peleaban, luego se reconciliarían, y por último un padre que los protegiese a todos.

Notas finales:

Sí, ya sé que Nana es odiosa en esta historia; la odié cuando lo escribí. Pero alguna mala tenía que poner, sobre Ieyasu yo creo que un crío por mucho quiera no puede de la nada odiar a su hermano mayor, así que Nana es el catalizador para esto.

El siguiente capítulo saldrá pronto, no os preocupeis. Lo digo por aquellos a los que le ha gustado la historia o los que son como en este tipo de fics, siguen leyendo por curiosidad.


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