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Mejor que Nunca por ixO1

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Notas del capitulo:

Dejo lo importante para la notas finales (de todos modos ya saben que Naruto no me pertence XD) Este es un regalito para todos lo que esperan la continuación de mis otros fics, que lamentablemente no he podido continuar y para toooodos los que se dan el tiempo de leer T-T muchas gracias!

Un beso a todos y espero que el regalito les guste. 

 

https://www.dropbox.com/s/2l8ktsysivpyu96/Mejorquenunca.pdf?dl=0


[Lo anterior es un link al PDF oficial del fic (con portada y todo, asi que espero que funcione XD), por si les parece compartir la historia o leerla en otro formato ;D]

 

Breakeven - The Script

1

Oscuridad. Negrura. Nada. Eso era lo que había en mis ojos. Ojos que no ven. Ciego desde nacimiento, mi madre tuvo diversos problemas durante el parto y una de las consecuencias fue que naciese ciego, la otra consecuencia fue que ella muriese. Pero está bien. Ahora está bien. No puedo ver pero puedo llevar una vida “normal”, o por lo menos eso me gusta pensar. La ceguera no debe detenerte en ser quien eres ni en hacer lo que deseas. También me gusta pensar que siempre sería el mismo Naruto Uzumaki, ciego o no. Quien sabe... quizás en una dimensión paralela haya un Naruto Uzumaki con perfecta visión, correteando por allí sin ayuda, al contrario de mi... pero está bien. Ser ciego no debe detenerte... o eso dicen.

Voy a la escuela. Escuela para videntes debería aclarar, allí dentro soy un perfecto bicho raro. Durante las clases mi maquina de escribir Braille hace sonidos comparables sólo a las batallas de la segunda guerra mundial, y comprendo que sea una tremenda molestia para todos... incluso para el profesor. Sin embargo los beneficios de ser ciego es que la gente (aunque les digas que no lo hagan) sentirán lástima por ti, y te harán favores (los favores son los beneficios, no la lástima)... y te dejarán terminar tu educación allí por ejemplo, cosa que está bien, creo. No me escapo de alguna burlas, pero me preocuparía aun más si así no fuese. Me rio con ellos... mientras ellos se ríen de mi. Pero está bien. Está bien porque me recuerdan lo patético que soy. Pero no me detiene. Y no me detendrá hasta que logre cumplir mi sueño; es uno bastante difícil de conseguir, y solo me restan tres años para conseguirlo: Quiero ser presidente del centro de estudiantes, así todos me tendrán respeto y admiración, tanto alumnos como profesores. He escuchado sus voces al hablar con el actual presidente... quiero eso. Quiero me vean como uno más. Que la ceguera no sea una razón para detenerme o para excluirme.

 

—El profesor va entregar el último examen —dice la voz de Sakura en mi oído, sacándome de mis absurdos pensamientos. Esbozo una sonrisa divertida en los labios.

—Espero no quedar tan humillado como la vez anterior —respondo. Siento el aire de la risa reprimida de Sakura cerca del cuello, haciéndome cosquillas en la piel—. ¿Y? ¿Cómo va?

—Se la acaban de entregar a Neji... fue la mejor calificación.

—No se porqué no me sorprende... ¿Alguien más que sienta lo mismo?

—Todos.

Rio para mis adentros. Neji era la perfección en todas las materias. Yo era la vergüenza de todas ellas. Pero era más que vergüenza, era una verdadera basura en cuanto a matemáticas se trataba. Solo intenten hacer ecuaciones en Braille y sabrán mi suplicio, más mi incapacidad para concentrarme durante mucho tiempo... Algebra era el infierno y todo lo que tuviese números a calcular, sus pequeños demonios.

Pasos acercándose. Un largo suspiro de parte de la chica a mi lado.

—¿Y bien?

—Obtuve la calificación mínima para aprobar —contesta con voz aliviada—, pero tú Naruto...

—Vamos Sakura, sé valiente... puedo afront-

—Un 0.

—¿Qué? ¡Tienes que estar jodiendo!

—Un perfecto y redondo círculo. Por Dios jamás había visto nada como esto... ¿Puedo sacarle una foto?

—No pensé que podría quedar aun más humillado que la vez anterior —me había superado en un nivel que no creía posible. Un cero. Estaba completamente seguro de haberme convertido en una leyenda viviente, el santo patrono de los holgazanes e inútiles en matemáticas de modo automático.

—Tienes que pedir ayuda en esta materia.

—Te tengo a ti.

—¡Mi sabiduria apenas alcanza para que logre aprobar el ramo! Digo de alguien que de verdad entienda lo que hace.

—¿Neji? —sugiero.

—Menos ese bastardo.

—Que sea el bastardo de tu ex no me prohíbe de preguntarle la materia.

—Soy tu mejor amiga y como tal... —se calló.

—¿Eh? ¿Qué pas-

—El chico nuevo se va a presentar a la clase —replica mi compañera de inmediato. Percibo sus labios posándose cerca de mi oído... va decirme una de sus secretas observaciones—. Está guapísimo —se inclina hacia atrás con brusquedad, mientras se ríe entredientes. El chico ese debe estar como un dios griego (no es como si alguna vez los hubiese visto... noción general, imagino) para hacer a Sakura comportarse como una colegiala tarada. Era colegiala, sí. Tarada, no lo creo; pero con esto su inteligencia daba gran espacio a la duda.

Súbitamente escucho una voz masculina abriéndose paso entre el bullicio de la sala de clases. Masculina, potente... e indiferente. La cuota perfecta para producirme interés.

—Soy Sasuke Uchiha. Acabo de mudarme, por eso estoy acá. Eso es todo.

—¿Gustos, preferencias? —pregunta el profesor con claro deseo de hacerle explayar en su escueta presentación.

—¡¿Te gustan las chicas no?! —el tono chillón y femenino de la pregunta me induce a pensar que fue alguna muchacha que siente los mismos instintos y alborotamiento de hormonas que mi compañera de puesto. Bufo con clara repugnancia hacia el cuestionamiento.

—Nada —contesta Sasuke con más hielo en su respuesta que en el polo ártico. Oigo pasos, adelante, luego al lado, y pronto atrás. El muchacho se sentó en el puesto vacío a mis espaldas.

—Bien, si nadie más quiere saber las preferencias sexuales de nadie más —dice el profesor en reto y sarcasmo a la chica de hormonas alocadas—, damos la clase por terminada. Nos vemos el Miércoles.

Alargo el brazo hasta la mochila en el respaldo de mi silla, la saco y meto en esta los libros y las hojas escritas de hoy. Llegando a casa me pondré a estudiarlas... tendré que empezar a trabajar por este cero desde hoy, si es que tenía intenciones de subir. Y tendría que mantenerme alejado de las distracciones... y espero tener éxito, aunque las probabilidades no estén de mi lado.

—No se tú pero yo creo que esa Ino se ha propasado, ¿gritar aquello en plena clase? Yo le recomendaría un psiquiatra —me cuchichea Sakura. Irónico es que ella misma esté igual de colada por este chico nuevo, quien sabe... quizás hasta tenía las mismas ganas de preguntar sus “preferencias”.

Atiendo a su murmullo con un suave movimiento de cabeza y sonrío algo divertido. Me levanto del asiento con la mochila colgando de mis hombros.

—Vamos —le digo. Busco su brazo por inercia y le agarro con firmeza pero sin dañarle. Damos unos pocos pasos pero ella se detiene.

—¿Subes o bajas la calle? —escucho pregunta a alguien detrás de nosotros.

—Subo.

Sasuke.

 

No dudaste en aprovechar la oportunidad ¿no, Sakura?

 

—Perfecto, nosotros también. ¿Te apetece ir con nosotros?

—Bien —acepta. Durante unos segundos pensé que se negaría.

Seguimos caminando, esta vez están los pasos firmes del muchacho a mi lado. Una ráfaga de viento lleva el aroma de Sasuke hasta mi olfato. Agua fresca, desodorante masculino. Huele bien.

—Perdona a Ino, Sasuke. Algunas veces... enloquece un poco.

—Está bien.

—¿Y de dónde eres?

—De la periferia.

—Ya veo.

Nada más. La conversación de Sakura se agotó. Y Sasuke no parecía tener ganas de comunicarse con nosotros. Y era verdad que odiaba que Sakura pareciera colegiala tarada por el chico nuevo, pero Sasuke me estaba pareciendo un real imbécil maleducado.

—Llegamos Naruto, dame las llaves —dice mi compañera después de unos minutos. Se las paso sin replicar. Escucho el click metálico de la puerta al abrirse y su mano abriendo la mia para depositar nuevamente las llaves. Me da un beso en la mejilla en despedida. Extiendo la mano hacia donde imagino está el chico nuevo. La toma. Le tiro hacia mí, sintiendo su peso acercándose a mi cuerpo y su aroma aun más penetrante.

—¿Hombre de pocas palabras? Podrías hacer un esfuerzo la próxima vez ¿no crees? —susurro cerca de lo que me parece su cuello, somos casi de la misma estatura. Me alejo—. Nos vemos mañana Sasuke Uchiha.

 

Entro a mi casa, escucho el click de la puerta al cerrarse. Y extiendo una sonrisa honesta en el rostro, alegrándome de que esto de ser ciego no me haya detenido de aquel propósito en particular.

 

2

—Tengo sueño —digo y me recuesto sobre la mesa. Está fría y dura pero no dormí en toda la noche por culpa de un maldito informe de ciencias naturales y tengo un sueño que me anestesia de pies a cabeza. Siento las pequeñas manos de Sakura acariciándome el cabello. Eso me hace feliz.

—Eres un idiota. Si te hubieses organizado no tendrías que estar en vela trabajando toda la noche por terminar el trabajo.

—Lo sé. Pero entre nosotros Sakura... ambos sabíamos que esto no podía terminar de otra forma —no puedo reprimir una débil carcajada, que al poco Sakura acompaña con la suya.

—Flojo —y se que va iniciar su tropel de sermones por lo que me adelanto.

—¿Y cómo va nuestro míster guapetón? No he sabido de ese Sasuke desde que nos fuimos con él de vuelta a casa.

Sakura suspira y sus manos sobre mi cabello se detienen de golpe.

—Está bien... creo. No es muy sociable que digamos.

—O amable —añado, medio para molestarle, medio en serio. Me da un golpecito en la frente en reacción.

—Pero es guapo.

—Sí... eso cambia todo. Estos son los momentos en que lamento ser ciego. Perderme de ver a ese Adonis, lo lamentaré cada día de mi vida —digo sin ocultar la ironía—. Apuesto es un bastardo insoportable... más de lo que fue la vez que fuimos juntos a casa.

Sakura carcajea de lo lindo ante el comentario. Hace mucho que la ceguera no es un tema tabú entre nosotros, y me alegro de ello.

—Hey, Naruto —su voz cambió su tono a uno más preocupado y sedoso. Siento su respiración cerca de los labios. De seguro se ha recostado al igual que yo, y ahora me mira directo al rostro.

—¿Qué sucede?

—Supe que Hinata anda interesada en ti. Es una coqueta ¿no te parece? —se calla. Al parecer desea que pronuncie palabra pero no tengo idea de qué decir. Si es así, como ella dice, me siento halagado. Pero... no sé qué es lo que busca Sakura exactamente—. Digo... ¿te gusta ella?

—¿Hinata? Pues sí, es una persona muy amable y simpática. También lo eres tú, aunque me golpeas. También lo son muchos otros —contesto, y puedo percibir que no es eso lo que deseaba oír.

—¿Es decir que todos te gustan? Veo que me equivoqué... tú eres el coqueto.

No aguanto la risa. ¿Coqueto? Ni siquiera se como los ciegos coquetean.

—Me gustaría saber el porqué de la pregunta, si no es demasiada la molestia, claro.

Un silencio. Sakura se está tardando demasiado en responder. ¿Por qué tanto secretismo? A punto de formular otra pregunta, el profesor de historia entra al aula y hace callar las conversaciones de una sola vez. Me quedo con la palabra en la boca pero levanto la cabeza de la mesa y me siento con la espalda recta sobre el espaldar.

—Bien muchachos, hoy no habrá clases —informa, y de inmediato unos divertidos murmullos en son de celebración se oyen a lo largo y ancho de toda la sala. El profesor los detiene con un silbido perfecto, amplio y constante, parecido al de un ave. Logra callarlos a todos—. Porque harán un trabajo de a dos, con nota, por supuesto. Equivale al treinta por ciento del promedio final.

—¿Podemos elegir nuestras parejas, profesor? —pregunta Kiba, quien de seguro ansía estar con Hinata o con ese otro muchacho. No recuerdo su nombre. ¿Shibo? ¿Cino?

—En su vida cotidiana por supuesto que sí. Ustedes eligen con quien estar —otra vez, nuevos murmullos de emoción recorren el espacio—. Mas no en mi clase. Yo haré las parejas.

—Maldita sea —escucho Sakura gruñe por lo bajo.

—Espero no me toque con el desagradable de Sasuke —imploro, como una súplica sin destino aparente, en voz muy baja. Todos los demás sí. Sasuke, no.

—Entonces será de acuerdo a la lista —reafirma el profesor con voz cantarina.

Comienza desde la A luego B... y así sucesivamente. Hasta llegar a la U. Ahora que lo pienso, ¿quién tiene un apellido con U? ¿Quién podría ser mi nuevo compañero de trabajo? A ver...

 

U...

U...

 

—Uchiha y Uzumaki. Estarán juntos en el trabajo. Su tema: Grecia antigüa.

 

Mierda

 

—Profesor...

—¿Sí Naruto?

—Debe haber algún error. La verdad es que mi apellido es Namikaze. N, no U —intento salvarme del castigo utilizando un recurso bastante bajo, como es ese. Todo sea para estar con otra persona.

—Pues en la lista aparece como Uzumaki, de todas formas no creo que importe mucho. Estar con Uchiha o con Nara debe ser prescindible para usted —suena algo fastidiado con mi comentario. Decido callarme y aceptar los malos infortunios de mi destino. Hubiera preferido a Nara.

Me quedo en mi asiento, sin moverme. No pasa mucho hasta que una mano roza mi hombro con firmeza.

—Al parecer estamos en esto juntos sí o sí —dice Sasuke y siento como acerca una silla hasta mi posición.

—Sí, así es —respondo cuando no escucho más movimientos provenientes de su silla ni de sus pies sobre el piso. Todas las demás parejas comienzan a cuchichear sobre sus trabajos.

—El tema es Grecia antigüa. Podríamos dividirlo y luego unir nuestras investigaciones... o trabajar en parejas —notar el ambiente incómodo entre nosotros era más palpable que meter la mano en una olla con espagueti. Bufo, más para mí que para el resto... aunque se que de todos modos él ya lo vió.

—¿El trabajo es en pareja, no? Yo digo que hay que hacerlo como en pareja. Puedes venir a mi casa hoy, para ver cómo lo hacemos —¿No hay otra forma, o sí? Mejor aceptarlo y empezar a trabajar. Sea un bastardo o no...

—Mañana hay control de álgebra —replica Sasuke, como si fuese una excusa. Y lo cierto es que lo es... sobre todo para mi. Tengo que subir mis horripilantes calificaciones. De repente una idea ilumina mi cabeza.

—¿Y qué tal eres para las matemáticas Sasuke? —si va ir a casa a hacer el trabajo de historia y también darme una mano con esas desgraciadas matemáticas... sería como matar dos pájaros de un tiro.

—Iba a clases avanzadas en mi anterior instituto.

—Es decir eres... bueno —me negaba admitir algo mejor en frente de él. No pensaba subirle el ego gratuitamente—. Entonces podríamos estudiar álgebra también. Verás, no soy un prodigio... No, la verdad es que soy bastante malo. Pero podrías ayudarme y probar tu talento para enseñar conmigo. Creeme, si yo soy capaz de entender, eres un genio de las matemáticas. ¿Te parece? —no escucho respuesta inmediata. Un silencio entre nosotros se prolonga. Empiezo a pensar que soy un estúpido por haberlo propuesto. Pero justamente buscaba ayuda en matemáticas... me pareció perfecto. Pero claro... es el engreído de Sasuke con quien hablamos. Demasiado importante como para siquiera entablar conversación con otros. Y que conste que no es solo Sakura y yo, el chico es un perfecto hielo. Frío, engreído y...

—Me gustan los desafíos.

—¿Qué? —interrogo de manera estúpida. Ha cortado con el hilo de mis insultos mentales. Una parte de mí no se lo cree. ¿Sasuke aceptó?

—Acepto —responde como leyéndome el pensamiento.

—A... —mi boca se abre pero no pronuncia algo lógico. La cierro. Me lleno los pulmones de aire. Lo boto lento por la boca. Hablo:—Bien. ¿Entonces nos vamos hoy a mi casa?, al término de la última clase.

—Bien.

Se levanta del asiento y oigo como camina hasta el asiento de atrás. Sasuke Uchiha ha aceptado ir a mi casa. Es una sorpresa, la verdad. No lo admitiría nunca a nadie, pero he estado escuchando esas conversaciones de pasillo que tienen que ver con ese chico nuevo. Dicen es tremendamente indiferente y frío. Hasta algo despiadado. Antisocial. Si me preguntan... habría esperado una negación rotunda de su parte. Conforme a lo que he escuchado. Pero quizás... solo quizás... la gente se equivoca respecto a él. Hasta yo mismo puede que me equivoque. Nadie sabe lo suficiente del otro como para iniciar a juzgar por las primeras impresiones...

—¡Naruto! —grita Sakura desde mi espalda.

—¡Sakura! —le devuelvo, sin voltear ni moverme.

—Me ha tocado con Neji —dice, y se que lo único que podría ser peor sería ser comida por osos el día de su cumpleaños.

—Felicitaciones —me burlo y me golpea en el hombro.

—Pero me siento mejor cuando pienso que te ha tocado con Sasuke. No has corrido con mejor suerte —dice a sabiendas de cuanto le odio. O le odiaba. O quizás nunca le odie...—. ¿Sucede algo? —pregunta. Algo en mi rostro me delata.

—No. Estoy bien. El Adonis se viene a casa hoy día.

—¿¡Qué!? —su inesperado grito me perfora los oídos— Dijiste que trabajaríamos en el proyecto de Artes hoy día.

—Oh... Ya lo recuerdo. Bueno, cancelaré con Sasuke enton-

—No. No te preocupes, se puede esperar —su voz suena conciliadora. Y como no conozco bien a las mujeres no se si me quiere decir que cancele o no. Me guío por el sentido común... y no cancelo.

—Esta bien. Gracias Sakura. ¿Nos vamos juntos hoy?

—Sí, claro —contesta. ¿Será mi imaginación o suena algo derrotada?

—Bien.

El profesor dice que adelanta la hora de término, por lo que salimos antes. Afuera está soleado y el viento trae con el un aroma dulzón. Mi mente no puede alejarse de los pensamientos... y no precisamente de Sakura y su repentino mal humor. Por mucho que así lo quiera.

 

3

—Pásame las llaves Naruto —dice Sakura como siempre. Las saca de mi mano. Abre la puerta y me las devuelve—. Bien. Me voy ahora. Trabajen mucho. ¡Esfuerzense! —me da un beso en la mejilla y camino dentro, un par de pies me siguen y... no son los de Sakura. Y no puedo dejar de pensar en ello.

—Permiso —dice su voz masculina antes de caminar por el pasillo.

Nuestras pisadas son las únicas que resuenan alrededor de toda la casa. Nadie está aquí por estas horas. Excepto el gato, pero de seguro está trepando un techo cercano. Le guío hasta mi habitación sin pronunciar palabra. Al llegar me deshago de la mochila tirándola hacia la cama, me saco los zapatos. Durante unos segundos dudo si he de sacarme la polera con la presencia de Sasuke aquí, tan... presente, pero decido que quiero estar cómodo y que Sasuke ni nadie puede evitar que me sienta cómodo en mi propia casa. Además, ambos somos hombres. Tenemos lo mismo ¿o no? Me deshago también de la camiseta jalando de ella por sobre los hombros, quedo con el torso al descubierto unos instantes hasta ponerme una nueva, más fresca y agradable. Al terminar, reconozco que el silencio se ha extendido un poco más de lo que me hubiese gustado entre nosotros.

—¿Sigues allí? —pregunto.

—S-sí... ¿puedo sentarme frente al computador? —su voz resuena igual que siempre, pero una ronquedad fuera de lo habitual se me queda prendada en los oídos. No tengo ganas de toser, pero me veo haciéndolo por la pura necesidad de hacer aterrizar esa horrible atmósfera que se ha formado en la recámara.

—Claro —me acerco a pequeños pasos, a pesar de que la habitación es lo suficientemente amplia para que vaya corriendo si es que así lo deseo. Sin embargo no lo hago. ¿Por qué? Llego al asiento a su lado, y me siento—. ¿Google?

—Bien. Historia.

—Sí... luego podemos hacerlo. Digo, hacer algunos ejercicios de álgebra —jamás me he sentido tan estúpido al hablar. Lamento ser ciego en estos momentos y no poder traducir si él se siente igual de contrariado que yo. Suelo ser bastante conversador y hasta extrovertido con la gente que voy conociendo. Me gusta conocer gente nueva. Pero no recuerdo sentirme así de incómodo con alguien. Sasuke Uchiha... ¿qué es lo que tienes que logras sentir aturdido hasta a un ciego como yo?

—Grecia antigüa... —reflexiona mi compañero en voz alta—. Es un tema enorme. Creo que deberíamos enfocarnos en un subtema y desarrollarlo apropiadamente.

—Pero hay tiempo. Y el trabajo es un buen porcentaje del final... podríamos hacer dos subtemas.

—Está bien. ¿Cuales serían?

—¿Me preguntas a mi? Bueno... Yo elijo los deportes. Tú elige el otro.

—La educación.

—Oh —no evito la expresión saliendo de entre mis labios. Me pateo mentalmente. Soy un imbécil.

—¿Qué tiene? —¿Por qué? ¿Era demasiado pedir que hiciese caso omiso a esa estúpida reacción?

—N-nada... bueno, solo... ya sabes —digo y me acomodo en el asiento intentando salvar tiempo.

—¿Qué? —de nuevo mi imaginación me juega sucio. Su voz me resuena más ronca y penetrante.

—Relación maestro-alumno. Ya sabes el mito. Pasaba mucho en esas relaciones.

No me responde. Oigo la alarma de un auto a la lejanía; el gato que al parecer acaba de llegar y rasguña las cortinas de la sala de estar; la vecina que anda a gritos con su marido medio bebido; el corazón que extrañamente bombea algo nervioso en el pecho; su respiración (que igual de extraño) me parece sentirla cerca del cuello.

—Sí —eso fue todo. Su escueta respuesta. Siento que me normalizo. Y decido continuar con el trabajo antes de que me den cosas aun más raras. ¿Qué mierda me sucede? ¿Habrá sido el ramen que comí en el almuerzo? ¿Habrá estado descompuesto? El olor era igual que siempre, no creo que...—Homosexual.



...



—¿¡Qué!? —si hubiera estado comiendo me muero atragantado. Las mejillas me escuecen y temo que estén inyectadas en sangre.

—A eso te refieres ¿o no? —cuestiona, y se que sus intenciones son limpias. Soy yo el que anda tarado.

—Sí... a-a eso me refiero. Bueno... no es que me refiera precisamente a ello, ya sabes. La verdad solo me llama la atención en como la relación funcionaba entre ellos —mierda...—digo... no es que esté interesado en las relaciones homosexuales antigüas solo que...

Las carcajadas de Sasuke me detienen de seguir escupiendo mis sinsentidos. ¿Se ríe? ¿Sasuke ríe? ¿Me teletransporté a una dimensión paralela o algo así? Su risa... es melodiosa, es bastante... bonita. No pensé que la tuviese. Tampoco es como si fuese del tipo que siempre ríe. Lejos de eso... apenas habla dos palabras juntas.

—Serás idiota... Hablas demasiado.

—¿Idiota? ¿Me estás diciendo idiota? Tú eres el idiota, idiota —ni siquiera se como defenderme. Y tengo la impresión que lo estoy haciendo pésimo porque su risa aun me cosquillea los oídos.

—Está bien... idiota.

—Já. Luego veremos quien es el idiota. Ahora terminemos esto de una vez.



Trabajamos toda la tarde. Avanzamos lento pero con eficacia. Sasuke tiene un método de trabajar que me agrada, exceptuando quizás... bueno, no es nada malo. Es más, está perfecto. Pero cada vez que le pido ayuda en algebra se acerca a mí, tanto que soy capaz de oler el aroma que desprende su piel y percibir su respiración tibia que me cosquillea... el cuerpo. Me cosquillea todo el cuerpo. ¿Es eso normal?

 

4

—¿Y cómo va su trabajo? —pregunta Sakura. Estamos sentados a la intemperie durante el receso entre historia y literatura. Ella sabe cuanto me gusta sentir el viento, y este es el lugar ideal para experimentarlo. Sasuke y yo nos hemos juntado dos veces más desde la primera, y hemos trabajado muy bien. Hemos avanzado mucho en historia. Y yo he mejorado en matemáticas. Pero desde entonces he ido a ver a la enfermera más que nunca antes. Maldición. Estoy seguro es una de esas enfermedades virales raras del nuevo milenio. Es como la sensación de la diarrea... pero cada vez que voy al baño nada sucede. Y el corazón me palpita más rápido en algunas ocasiones, pensé que era el calor, la enfermera piensa que quizás estoy en un periodo especial de crecimiento. Lo cual es raro... pero no imposible. Además de los nervios... no voy a negarlo, he estado más nervioso que de costumbre. Por todo. Y preocupado. Por cosas mínimas; el cabello, el desodorante, las duchas con mucho jabón (eso asegura más que todo lo demás de que estoy enfermo). Lo cual es ridículo, no importa cuantas veces me bañe nunca oleré así como...

—Hey Sakura —Neji se acerca a nosotros. Su llamado detiene mis cavilaciones.

—Ah, Neji. ¿Sí, qué pasa?

—Juntémonos hoy en la biblioteca. Tengo una nueva idea para el trabajo —dice con su típico tono serio y simplón.

—Claro. Nos vemos hoy —responde Sakura. Y se que está fingiendo simpatía.

Los pasos del muchacho se alejan y yo me río entredientes.

—¿¡De qué te ríes!?

—Nada. Es solo que ese tono que ocupas es algo... patético —al instante siento su puño estrellándose con mis costillas, no obstante no detengo la risa... que de a poco ella también asiste.

—Eres un imbécil —dice aun medio riendo.

—Pero soy tu imbécil —respondo. Siempre le respondo asi cuando me insulta, desde que éramos pequeños y nuestra amistad recién comenzaba.

Sus carcajadas se detienen. Y no se porqué. ¿Habré dicho algo malo?

—No eres mío —¿Ah? ¿Y de dónde ha salido eso?—. Ya no, por lo menos.

—¿Qué? ¿A qué te refieres?

—Me refiero a...

—Naruto.

Los músculos se me tensan involuntariamente. Me levanto del piso y sonrío sin mostrar los dientes. Siento ganas de ir al baño. Pero se que si voy no saldrá nada. Ya lo he intentado...

—Sasuke. ¿Qué sucede?

—Naruto... Según mis cálculos hoy día tendríamos terminado el proyecto de historia. Solo faltaría ordenarlo de acuerdo al formato que el profesor pidió. Y terminamos...

—Y terminamos —pronunciamos ambos al unísono.

Entonces esta será la última vez que tendré a Sasuke en casa. Aprecio una clase de tirón en el estómago... puede que ahora sí tenga que ir al baño. Puede que ahora sí.

—Ya veo —respondo sin nada más que agregar.

—En tu casa hoy, ¿o no?

—Sí. Mejor terminar con esto lo antes posible —sonrio, sabiendo que no es sincera ni natural.

—Bien, nos vemos.

Se marcha. Me quedo parado en donde estoy, incapaz de moverme. Sakura se levanta también del piso y se queda junto a mi, rozando brazo con brazo.

—Sakura, ¿cómo soy?

—Eres... simpático, amable, algo testarudo, inquieto...

—No. Me refiero... físicamente. ¿Soy... no sé... bonito? —ni yo comprendo bien porque lo pregunto, pero ya qué. Solo... quiero saberlo.

—Pues... sí. Aunque es subjetivo, creo. ¿Por qué? ¿Andas preocupado por que quieres que una chica se fije en ti? —rio ante su invención. Muevo la cabeza en negativo—. Bueno... Porque de todas formas... puede que una chica interesada en ti esté más cerca de lo que crees.

—¿Eso crees? —elevo una mano y la paso por mi cabello—. Interés en mi... Sakura, ¿como se si alguien está interesado en mi?

No me contesta enseguida. Pasan unos segundos en que lo único que escucho es unas conversaciones a lo lejos y el soplo del viento estrellándose contra mi ropa.

—Es difícil de saber, pero... es algo que se siente.

—Pero si lo siento yo no será lo que sienta el otro, sino lo que yo sienta... y yo quiero saber si otro siente. Es... lo lamento —estoy hablando estupideces otra vez. Me está pasando cada vez más seguido.

—Lo se. Pero nadie tiene una respuesta verdadera. Cuando se trata de sentimientos, todas son conjeturas —su modo de hablar me provoca melancolía. Siento lástima por ella sin saber la razón.

—¿Cómo sabes... cuando tú mismo estás interesado en alguien? —¿Por qué? ¿Por qué pregunto esto? ¿Desde cuando esto me causa tanta curiosidad?

Siento su mano posarse sobre mi mano, con delicadeza la lleva hasta mi pecho:—Aquí —luego la sube, pasando por mi cuello, sobre mi mejilla, hasta llegar a mi frente—. Aquí —pronto desciende otra vez. Unas vibraciones parecidas a las de unas risas provienen de la chica—. Y muchas veces... aquí —mi mano y su mano están sobre mi panza, suaves, agradables, sutiles.

 

Aquí... mi corazón

Aquí... mi mente

Aquí... mi estómago

 

—Si tu corazón, tu mente y tu estómago reaccionan al son de esa sola persona... puede que ya estés mucho más que interesado —explica mi compañera. Y me parece sabia, más de lo que nunca antes me había parecido—. ¿Hay alguien que esté en tu corazón, tu mente y tu estómago Naruto?

—¿¡Qué!? ¡No! No la hay. Aunque te prometo que en cuanto la haya... tu serás la primera en saber.

 

5

—Necesito ir al baño.

—Ya sabes donde está.

Escucho que se levanta y se retira de la habitación. Sonrio sin poder rehuir de ese instinto. Ya nos falta menos para terminar... diría que alrededor de unos diez minutos si trabajamos concentrados. Aprovecharé su ausencia para continuar tecleando lo que sigue. Extiendo los brazos en busca del teclado del computador, cuando palpo algo distinto. ¿Qué es esto? Es suave. Lo tomo con ambas manos y lo llevo hasta el rostro. Es... su cazadora. La cazadora de Sasuke. Tiene su aroma. Al reconocerla la suelto sin dudarlo como si esta tuviera espinas y me rasgaran las palmas. Es su cazadora. Solo...

Una vez

Solo una vez

Con toda la velocidad de mis brazos, rebusco la prenda nuevamente y la unto a mi cara como si tuviese propiedades curativas. El aroma de Sasuke. ¿Qué estoy haciendo? Todo es su culpa. Por oler tan bien, el muy maldito. Respiro pausado y recuerdo... que Sasuke está en el baño y que podría llegar en cualquier segundo. La suelto otra vez. Y sabiendo que tengo las mejillas rojas debido al pensamiento, cuelgo la cazadora del respaldo lo más rápido que puedo, y alcanzo el teclado del computador para empezar a teclear lo primero que aparece en mi mente acerca de los griegos.

Estoy enloqueciendo

¿Qué me está pasando?

—Listo, ¿continuamos? —pregunta la voz del muchacho mientras regresa a su asiento.

—Sí.

—Oye Naruto... tú...

—¿Qué?

—¿Eres ciego de nacimiento?

—Pues sí, lo soy. No temas preguntarme sobre la ceguera. No tengo problemas con ello. Es lo que soy: ciego —replico sin complicación.

—Ya veo... ¿te agrado? —. ¿Qué? Suena serio respecto al tema, por lo que contesto siguiendo su misma línea.

—Sí —. Muchas veces, durante las otras dos ocasiones en que quedamos en mi casa a trabajar, habíamos hecho un alto para poder conversar sobre nosotros mismos. Fluía, no era forzado. Gracias a ello sabía sobre la muerte de los padres de Sasuke y que vivía con su hermano Itachi y su tío Obito. Su vida no era fácil tampoco. Eso era lo grandioso en Sasuke: una vez que le conocías no podías evitar admirarle... y fastidiarle, claro está—. Aunque cuando te conocí eras un real imbecil... en serio. Para el trabajo de historia lo último que quería era quedar contigo.

Se ríe. Sasuke no suele reír a menudo, por lo que cuando lo hace siempre intento disfrutar de esta lo que más pueda.

—Tú tampoco parecías muy inteligente al principio... y sí, lo se.

—Lo sabes. ¿Quiere decir que cuando conoces a la gente siempre te haces el imbécil al principio?

—Si con imbécil te refieres a... reservado...

—Indiferente...

—Indiferente.

—Frío y arrogante...

—Frío y arrogante. Sí, entiendo. Si te refieres a eso: pues no.

—¿O sea solo yo tuve el placer?

—No, quiero decir... que siempre suelo ser imbécil.

—¡No te creo! Ahora a mí ya no me pareces tan imbecil.

—A tí... —repite en voz baja, casi como un gruñido que temo no estuviese dicho para que yo lo oyese. Y es allí cuando mi mente produce un click en un lugar inesperado que me hace comprender lo que Sasuke insinúa.



... Entonces el Uchiha amable que conozco es una faceta que solo me ha mostrado a mí... para todos los demás, él sigue siendo el Uchiha imbécil. Este Uchiha es... mío.



—¡Eres un imbécil! —grito y algo dentro de mí se rompe, y pierdo los estribos debido a cierta rabia acomulada conmigo mismo y con él. Quiero golpearle en la cara tan fuerte que le dolerá el resto de su vida... Rebusco el teclado para continuar trabajando y azoto cada tecla. El calor me llega a las meji... olvídenlo, el calor me llega a todo el cuerpo. Y no se como reaccionar. No quiero seguir así. Necesito saber qué me sucede. ¿Qué es lo que tiene el maldito Uchiha que controla mi...

controla mi...

 

Cabeza

Mente

Mi estómago

 

...



—No puede ser.

 

—Hey Naruto, ¿estás bien? —pregunta mi compañero de trabajo, sus manos detienen las mías sobre el teclado antes de que lo rompa en mil piezas. Su tacto es tibio y me enerve la sangre en las venas.

—¿Cuanto nos falta? —pregunto sin darle importancia al tono violento y metálico que utilizo.

—Solo la conclusión.

—Yo la haré. Terminamos. Puedes irte —me levanto tropezándome con la silla tras de mi. No puede ser.

—Naruto, qué...

—Tienes que irte.

—¿¡Pero qué mierda te pasa!?

Su grito es el fin de mi autocontrol.

—¿¡Que qué me pasa!? ¡Tú, Uchiha! ¡Eres un idiota!

—¡Pues yo no soy el que le ha dado por insultar y gritar al otro de la nada! —se levanta de la silla y me enfrenta.

—¡Solo vete Uchiha! ¿¡Acaso no crees que es suficiente!?

—¡Puede que tengas razón! ¡Es suficiente! ¿¡Sabes lo difícil que fue para mí acercarme!?

—¿¡De qué estás hablan...

—Puede que me haya equivocado —su voz ha bajado varias octavas. Ya no grita, pero el tono me destroza. ¿Qué estoy haciendo?—. No debí ser diferente contigo... Me voy ahora. Perdón por lo que sea que te hice.

Pasa por mi lado y escucho sus pasos a través de la casa hasta la puerta de salida, cierra tras él. Y eso es lo último que escucho de él antes de sentarme en la cama inmóvil. Solo hay tres palabras en mi cabeza. No puede ser. Y luego una pregunta. ¿Por qué él?

Y no se que pensar. Solo se que desde el momento en que cerró la puerta para largarse... que detengo mis pies para que no salgan corriendo tras él.

 

6

Se le ha quedado la cazadora en casa. En medio de la discusión y su apresurada marcha se le habrá olvidado en la silla. Le he preguntado a Shikamaru si le ha visto (no tengo idea de qué decirle si le veo) y me ha dicho que sí. Hace unas clases de ayudantía de matemáticas para unos niños de primaria. Según lo que él mismo me contó un día: odia a los niños, por lo que, que aceptara me pareció extraño al inicio. Sin embargo no fue por él que aceptó... su madre era profesora de primaria. Se siente algo más cerca de ella cuando lo hace.

El salón B6 queda en el segundo piso, allí está Sasuke. Tomo firme del bastón y me dirijo hacia allá. ¿Qué se supone que le diga? ¿Lo siento? ¿Me comporté como un imbécil? ¿Me... gustas? De solo imaginar eso último percibo un calor colosal en el rostro. No puedo decirle eso, sobre todo eso. Sasuke no es así. Sasuke no me ve de ese modo... un ciego como yo.

Llego a la sala. La puerta está abierta y desde dentro proceden las voces de Sasuke y otro individuo que desconozco:

—¿Seguro Sasuke? Es una gran oportunidad y tienes todo el talento y la inteligencia que se necesita... Además será un año. Un año que puede estar lleno de oportunidades —su voz me produce un escalofrío en la espalda, tiene un tinte viperino y obsceno. ¿Quién es?

—No, profesor Orochimaru. No está en mis planes, gracias de todos modos —responde Sasuke educadamente y por el tono que ocupa luce algo cansado.

—Yo me ofrezco para ser el profesor guía durante esa época, solo se debe pedir permiso escrito al establecimiento escolar. Todo será seguro... y piensa en todas las puertas que se te abrirán.

—No. Gracias. Estoy bien donde estoy.

—¿Aquí? Vamos Sasuke... este instituto no está a tu nivel ni por asomo. Y las probabilidades de que te admitan en una institución mejor durante el viaje son variadas. Por otra parte... la gente. Se que eres muy popular con las chicas... pero una vez que te conocen de verdad se alejan. Y no eres particularmente querido en el sector del alumnado. Según mi perspectiva... no tienes nada que perder.

—No.

—Excepto... ¿Cómo se llama ese muchacho ciego? Él es el único con quien te he visto socializar. Pero no es un alumno ni brillante ni inteligente, no debe ser una gran pérdida tampo-

—¡No se meta con Naruto! ¡No merece ni pronunciar su nombre! Eso es todo. Gracias —su grito me hace saltar sobre los pies. Estaban hablando de mí. A la velocidad de la adrenalina del momento decido moverme de la entrada para evitar a ambos sujetos... pero aun asi es demasiado tarde.

Mi cuerpo se estrella contra otro sin que pueda rehuirle. Que no sea él, que no sea él...

—¿Naruto? —y se que es él.

—Sasuke... sí. Solo... pasaba por aquí.

—Bien —contesta y se que ahora me rebasará y continuará su camino—. Espera. Naruto... dejé mi cazadora en tu casa.

—¡Ah, sí! Ehm... Puedo traerla. Hoy es Viernes... El Lunes, ¿te parece? —o puedes ir a buscarla tú mismo a casa. Sin embargo no lo digo. No se si sigue enfadado conmigo. No se qué es lo que siente. Así que solo callo.

—Bien. Que así sea —replica. Ahora se que se ha alejado y camina a través del pasillo.

—Bien, que así sea —repito en voz muy baja, como un susurro de las ráfagas de viento típicas de esta época.

—¡Eh, Naruto! —me giro en la dirección contraria, hacia donde la voz procede.

—¿Ino?

—Sí.

—Y yo.

—¿Ten-ten?

—Sí.

—Naruto —habla Ino con su tono agudo—. He sabido que has subido tus calificaciones en matemáticas. Lo cual es estupendo, en serio. Pero... aun hay gente, como nosotras, que baja cada vez que tiene oportunidad. Ahora... dinos Naruto.

—¿Qué cosa?

—¿Quien te enseñó? —participa Ten-ten y me agarra del hombro amigable.

—Ah... Pues Sasuke.

Se quedan en silencio unos segundos y me pregunto que pasa por sus mentes.

—¿Sasuke? —imita Ino—. No me malentiendas... es muy guapo y todo, pero...

—¿Qué? —cuestiono arrugando el entrecejo algo sorprendido.

—Bueno, él es...

—Es un hijo de puta —admite Ten-ten—. ¿Qué? Todos lo pensamos. Es muy desagradable. Solo tú lo aguantas Naruto. Y es porque eres más bueno que el pan.

Algo me molesta en lo que dice. No solo me molesta, me enfurece.

—¿Hijo de puta? Sasuke es el último que podría recibir tal apelativo...

—Pero Naru-

—No le conocen... Ustedes menos que todo el resto. Solo empiezan a dar calificativos a diestra y siniestra sin importarles si son verdad o no... porque ustedes no se dan el tiempo de ir y conocerle. Solo le juzgan a partir de la superficie, pero no por lo que verdaderamente es. Sasuke es una de las personas más increíbles y fuertes que he tenido el placer de descubrir y conocer en mucho... —de la nada me doy cuenta de lo que he dicho. Las palabras han salido de lo hondo y apenas me las he pensado. Y se que ni Ten-ten ni Ino merecen mis gritos pero... —. Lo lamento —me paso la mano por el rostro intentando olvidar eso último. Intentando bajar los humos—. Neji es un buen candidato.

—No, no. Al contrario Naruto. Nosotras lo sentimos —aclara Ten-ten, y aunque sea por una mínima parte me hace sentir mejor—. Gracias

—No hay nada que agradecer.

Se van. Yo me quedo de pie en medio del pasillo. El viento aun sopla. Los rayos de sol aunque tenues son cálidos. Y no entiendo.

No entiendo como Sasuke ha llegado a calar tan hondo

 

7

—¿Entonces hoy vamos a comer helado juntos?

—Me encanta la idea —responde Sakura y me acaricia el cabello.

—Excelente —. Estamos sentados en el salón de clases. Somos los únicos. Ya nadie queda dentro excepto nosotros, y es agradable esa calma—. Pero antes de ir... tengo que decirte algo.

—¿Mm? ¿Qué?

Sin darme cuenta jugaba con los dedos nerviosamente en mi regazo. Tenía miles de cosas en la cabeza pero ya estaba decidido que iba a decirle a Sakura. ¿Si no era ella, a quién? O la pregunta era otra: Si ella no lograba entenderme, ¿quién? Fue así como sentí que la situación me sobrepasaba. La última gota que rebalsó el vaso.

—Me gusta alguien.

—¿En serio? ¿Quién? —pregunta con cautela pero sin disminuir su asombro.

—El Uchiha —trago duro en la garganta, hay algo que me pesa allá dentro—. Me gusta Sasuke.

 

...

 

—¿Sigues allí? —pregunto, viviendo el peor de los silencios.

—S-sí. Aquí estoy —suena forzado. Le ha afectado... pero no se cuanto—. Acabo de recordar que tengo que arreglar unas cosas en casa... hoy llega mi abuela del sur —escupe las palabras a tal velocidad que se me dificulta entenderle—. ¿Te parece entonces nos vemos más tarde? Te iré a ver. ¡Adiós!

En menos de cinco segundos toma sus pertenencias y resuenan sus pasos en el piso hacia la salida. Se ha ido. Se fue. Solo porque le he dicho eso. Nunca habría pensado que Sakura me dejaría al decirle esto. Somos amigos ¿cómo?

No me queda más opción que irme yo también. Agarro mi mochila y alargo el bastón antes de comenzar a caminar fuera del salón y luego por el pasillo. No siento más ruido que algunas risas de pequeños jugando en el parque. No quiero pensar. No soy de pensar. Actúo, así soy yo. Pero ahora, recluido en esta soledad... solo me queda pensar. ¿Qué haría ahora? No tengo idea. Morir con este secreto. Tampoco es como si lo hubiese deseado ni querido. Estas cosas no se eligen ¿o si?... Yo siento que no.

Al llegar a casa abro la puerta (se que una parte de mí extraña que Sakura la abra) y entro. No hay nadie. Solo el gato, lo oigo ronronear bajito al verme. No hago rutas alternativas, solo voy a mi habitación, como encerrándome allí dentro. Me recuesto en la cama. Y una de mis manos palpa la cazadora olvidada de Sasuke. Tendré que llevarla el Lunes. De seguro esa será la última vez que esté un rato con Sasuke.

De nuevo ese tirón en el estómago. Y ahora se el motivo...

Mierda. ¿Por qué? Todo lucía tan normal en principio. Ahora... no.

 

...

 

Suspiro quedito. Bien. Da lo mismo. Todo da lo mismo. Sobreviviré, con o sin Sasuke.

 

...

 

Preferiría con...

 

Me siento sobre la cama de sopetón. He oído la puerta abriéndose. La he dejado medio abrir para Sakura... que supuestamente llegará. Me paro muy cerca de la ventana y espero a que ella entre a la habitación. Al sentir que está dentro, allí, conmigo; comienzo a hablarle.

 

—No puedo creer que hayas hecho eso. Se supone que somos amigos, confié en tí Sakura —hablo tan rápido que quizás ni entienda lo que digo, pero necesito el desahogo—. No puedes huir solamente porque te digo que me gusta Sasuke. Es decir, todos tenemos el mismo derecho de que nos guste alguien y yo no soy la excepción. Tampoco soy perfecto. Y si estás enojada porque no te lo dije antes pues déjame decirte que yo tampoco lo sabía, hasta hace muy poco y...

¿Qué?

Puedo sentirlo... y me callo

 

Los labios de Sakura están sobre lo mios y entorpecen todas mi palabras, las que dije y las por venir. Son cálidos, amables, suaves. Y me dejo llevar. Justo cuando deseo tomar de su nuca para profundizar el beso, me suelta de golpe. No soy capaz de pronunciar palabra. Siento sus pasos en la habitación, que para mi sorpresa pronto se van. Lejos, ahora se dirigen fuera. A la calle. Y yo me quedo sin saber qué pensar.

¿Le gusto a Sakura?

¿Es por eso que estaba tan enfadada?

¿Estaba celosa?

¿Por qué me ha besado?

Nunca he visto a Sakura fuera de una amiga. Y ahora que Sasuke representa todo lo que busco en el aspecto amoroso pues... mucho menos. ¿Qué se supone que le diga? Aun quiero ser su amigo. Somos amigos desde tan pequeños. Y la quiero... pero quizás no del modo en que ella me quiere a mi. Mierda. Yo no quería que las cosas fuesen así.

Caigo sobre la cama sin luchar contra el impulso. No puedo luchar contra estas cosas. Y sin darme cuenta... caí rendido.

 

***

 

—¡Hey! ¡Flojonazo! —doy un salto sobre la cama que casi me deja pegado en el techo.

—¿Qué sucede?

—¿¡Qué sucede!? ¡Sucede que son las seis de la tarde y tú estás durmiendo!

—Sí... pero...

El beso

—No soporto a mi familia son tan exagerados con todo, algunas veces siento que no quieren que viva mi vida. ¡Me exasperan! Ya no soportaba...

—He, Sakura... ¿recién llegas?

—¡Claro que recién llego! ¿Había otra Sakura por aquí?

—No, claro —intento formar una sonrisa, pero el shock y la somnolencia son algo fuertes. ¿Qué rayos sucede aquí?

—¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

—Sí. Oye Sakura... ¿Ves una cazadora azul sobre la cama?

—Mmm... Nop

—¿Y bajo la cama? —escucho como se mueve en la búsqueda.

—Nop. Nada... ¿Por qué? ¿Debería estar por aquí? ¿Te ayudo a buscarla?

—No...

Entonces...

Me llevo una mano a los labios en reacción. Los toco tan fuerte que creo que me los voy a desgarrar vivos.

Su cazadora no está...

—¿Te sientes enfermo?

Me besó

—Me estás asustando.

Eso significa que...

—Ahora sí me estás asustando. ¿¡De qué te estás riendo!? ¡Pareces un loco! ¿En serio estás bien?

—Sí, Sakura. Lo estoy. Mejor que nunca...

 

Mejor que nunca...



FIN

Notas finales:

Copyright

Se permite la reproducción parcial o total de esta obra siempre que se haga mención al autor. Naruto y toda su ficción pertenecen a Masashi Kishimoto y respectivos otros dueños. No se recibe paga alguna por la obra.

 

Inspirado también en el cortometraje: “No quiero volver solito"

https://www.youtube.com/watch?v=eBnmdlznXmU

 

https://www.dropbox.com/s/2l8ktsysivpyu96/Mejorquenunca.pdf?dl=0

Y eso. Muchísimas gracias por leer!!

Cambio y fuera ;)


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