Las esmeraldas del pelinegro tan solo se paseaban por la basta vista que le ofrecía la ciudad de Manhattan. De sus rosados labios tan solo se pudo escapar un triste suspiro mientras sus manos se deslizaban por el pulcro cristal de la ventana. Aun podía escuchar la voz del dios del trueno gritándole, rechazándole, abandonándolo en medio de la nada. Pero aun en medio de aquel abismo que no parecía tener fin, había llegado aquel hombre. Sí, ese maldito multimillonario hombre de hojalata…
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FLASH BACK
El pelinegro tan solo yacía en el suelo de la árida tierra del lugar, mientras que el dios de hebras doradas lo observaba fijamente, en su rostro se había dibujado tan solo ira. Loki había sido despojado de sus poderes y ahora estaba sentenciado al exilio en el planeta que había intentado destruir, pero claro, tuvo que jugar su última carta y haber amenazado de muerte a Jane Foster, acto que tan solo había derivado en aquella última escena.
- Clamas amarla, pero siquiera conoces un ápice de su verdadera existencia… - Murmuró con voz quebrada y dolida el pelinegro mientras comenzaba a sentir las tenues gotas de líquido vital que comenzaban a caer del cielo. - ¿Por qué ella, Thor? – Cuestionó una vez más el pelinegro mientras a duras penas se ponía de pie y hacía frente finalmente al dios que tan solo lo seguía mirando asesinamente.
- ¿Por qué debería ser algo malo? ¿Por qué insistes en acabar con lo que yo amo? - Cuestionó aún más dolido el dios rubio mientras dejaba a Mjolnir de lado. - ¿En qué te he fallado, hermano? –
- ¿Lo que amas? – Un suspiro se escapó de los labios del menor mientras el cielo comenzaba a llorar. Recordó entonces su cruel derrota ante el grupo de babosos amigos de Thor y una amarga sonrisa se dibujó en sus rosados labios. La sentencia de Odín, el rostro de su madre encharcado en lágrimas. ¿Aquel era el precio a pagar por haber intentado de manera errónea conseguir lo que tanto anhelaba? - Eres demasiado ciego, Thor, ¿Te has preguntado acerca de lo que yo siento? ¿De lo más importante para mí? ¿La razón por la qué hago estas cosas? – Cuestionó mientras sus esmeraldas se clavaban en los zafiros del rubio.
- Es obvio que lo has hecho porque Padre me ha elegido a mí para ocupar su lugar… - Murmuró el rubio por lo bajo mientras desviaba la mirada.
- ¡Te equivocas, imbécil! ¡Te equivocas! – Clamó el pelinegro exasperado mientras se acercaba a grandes pasos hasta el dios rubio – ¿Por qué simplemente eres tan idiota? – Cuestionó desesperado mientras sujetaba con fuerza el brazo derecho del mayor con su diestra.
Thor tan solo observó las esmeraldas suplicantes ajenas. Podía sentir el agua lamiéndole el rostro, la tormenta comenzaba a empeorar. Sus emociones estaban desbordando mientras su pequeño hermano estaba ahí, a escasos centímetros de su rostro.
– Lo hice porque te amo… – Soltó finalmente el pelinegro, mientras el rostro del mayor se descomponía de inmediato, empujando cuanto antes al dios de las mentiras lo más lejos posible.
– ¡Mientes! – Gritó el rubio mientras se alejaba del otro.
– Estás tan jodidamente ciego… – Murmuró Loki por lo bajo mientras observaba al dios alejarse.
– ¡Eres mi hermano, Loki! – Clamó de nuevo el rubio deteniéndose y tomando al Mjolnir en la derecha. – ¿Cómo puedes decir semejante estupidez? ¡Bien sabes que amo a Jane! –
– ¿Perdona? ¿Estupidez? – Ahora era el menor quien se acercaba a grandes pasos al rubio – ¡Mis sentimientos no son ninguna estupidez! –
– Aléjate, Loki – sentenció Thor mientras apuntaba su fiel arma contra el menor – No quiero hacerte daño –
– ¿Aún más? – Cuestionó dolido el menor mientras aceleraba el paso.
– Amo a Jane Foster, si en nuestra adolescencia experimentamos cosas en la intimidad fue por estupidez, ¡Fuiste un error en mi vida! –
Aquellas palabras habían acabado al dios pelinegro. Habían compartido el lecho más de una vez, habían hecho el amor, se habían besado en lo profundo del bosque. Si bien aquello había sido parte de una descabellada adolescencia, eran experiencias que se habrían de quedar plasmadas en su vida para siempre.
Su cuerpo entero tembló de rabia antes de abalanzarse sin pensarlo en contra del mayor, quien tan solo reaccionó usando a Mjolnir para destrozar el rostro del pelinegro, que de un momento salió expedido por los aires, cayendo inconsciente en el árido y lodoso desierto del lugar.
– ¡Oh vaya! Debo admitir que eso ha sido mejor que la novela de las 4 – Thor tan solo observó al hombre de hojalata descender aplaudiendo mientras se posicionaba junto al cuerpo inconsciente de su hermano menor. – ¿A qué has venido, Stark? – Cuestionó Molesto el rubio mientras se mantenía firme en su posición.
– ¡Oh bueno!, estaba dando mi paseo matutino por el desierto cuando esta adorable escena capturó mi atención – Respondió sarcástico mientras tomaba el cuerpo del dios pelinegro entre sus brazos – Y como creo que ya terminó el espectáculo, procedo a retirarme con mi premio – Finalizó mientras se daba la media vuelta dispuesto a marcharse.
– Loki no te pertenece… – Murmuró el rubio mientras se acercaba al otro a grandes zancadas.
– Me parece que tú lo has desechado, y tiene cuentas pendientes que saldar conmigo y otros más – respondió divertido Stark mientras observaba de reojo al dios rubio.
– El brazalete verde que lleva en la muñeca derecha ha sellado los poderes de Loki, ahora es inofensivo – Thor tan solo observó al par mientras se detenía a escasos metros de ellos – Solamente yo puedo quitárselo – agregó mientras desviaba la mirada – No sé qué planees hacer con él, Stark, pero se me ha encomendado mantenerlo a raya, pero por ahora, tengo otros asuntos que atender – finalizó antes de salir volando del lugar, ayudado por su fiel Mjolnir.
FIN DEL FLASH BACK
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Apoyó su frente en el cristal mientras cerraba con fuerzas los ojos. Aun le dolía el golpe que el gorila de su hermano le había causado, pero no era solo aquello. Podía sentir las lágrimas luchando por deslizarse fuera de estos. Aquella agria despedida tan solo le había dejado peor. Se alejó lentamente del cristal tan solo para caminar hasta el sofá de terciopelo rojo que estaba cerca de él. La maldita torre Stark estaba llena de lujos excesivos en cada rincón y en cada esquina.
– ¡Hey cuernitos! Te traje ropa limpia y el baño está listo para ser usado – La voz del castaño lo había hecho detenerse justo antes de tomar asiento. Una sonrisa se dibujó en sus labios.
– No sé qué es lo que pretendas, Stark, pero si planeas encerrarme en una prisión asquerosa de SHIELD, prefiero morir –
– Para empezar, apestas a rayos, y para terminar, te he traído aquí por motivos ajenos a SHIELD. –
– Me importa un bledo para que me hayáis traído a este lugar, pero… –
– ¡Hey! – Interrumpió el castaño – En primer lugar no seas un mal agradecido, llegué en el momento preciso antes de que Thor te partiera más aquella linda carita, y en segundo lugar estoy siendo hospitalario y dándote un techo donde descansar. Deberías ser agradecido y dejar de cuestionarme por todo –
– ¿Acaso lo hicisteis para entregarme a vuestros amigos del demonio? – Cuestionó de nuevo el menor ocasionando que el multimillonario le diera la espalda.
– Bien, quédate como un mugroso de la calle – Finalizó el castaño mientras dejaba las prendas en el sofá cercano y salía cuanto antes de la habitación.
Ni el mismo sabía el motivo. Simplemente había estado rastreando aquella extraña energía que se desplegaba cuando el mundo de los dioses dejaba a caer a sus habitantes en la tierra. Y en cuanto la había ubicado de nuevo, había salido hecho una bala hasta el desierto de Arizona en búsqueda de aquellos visitantes.
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La ducha había sido bastante refrescante. Ahora se encontraba parado frente al espejo mientras observaba la gran marca roja que adornaba su mejilla derecha. Podía observar claramente los cientos de cortes que también adornaban la blanca y tersa piel de su cuerpo. Los signos que habían dejado aquel encuentro con los vengadores, las marcas de su eterna derrota. Soltó un suspiro mientras se colocaba los pequeños boxers negros, observando poco después la camiseta de color verde y los jeans negros ajustados que Stark le había dejado en el sofá. Se colocó las prendas sin pensárselo mucho, después de todo, no tenía otra opción de ropa limpia para ponerse. Se quedó observando su figura de nueva cuenta ante el espejo mientras su mente divagaba ante las posibles opciones que tenía. Podía quedarse bajo el cuidado del multimillonario o simplemente huir cuando se le diera la gana. La segunda sonaba mucho más práctica, pero más difícil de llevar a la realidad, puesto que ahora su magia yacía sellada y huir del sonso amigo de Thor no se figuraba como una tarea fácil.
Thor… Aquel nombre bombardeó su cabeza inclementemente. Caminó hasta el sofá de terciopelo y se desplomó sin más en este, llevándose ambas manos al rostro para ocultar su expresión en aquellos momentos. Aun podía sentir las palabras del dios rubio atravesándolo, diciéndole que tan solo había sido un error. Durante innumerables veces en su vida, se había repetido a si mismo que aquello tan solo había sido temporal, momentáneo, que podía superarlo. Pero jamás había sido así. Los sentimientos por el mayor habían crecido en su interior sin tregua alguna, a tal punto que planeó todo aquello tan solo para acabar con la vida de la mortal que le había arrebatado todo en la vida.
– Fui un estúpido al pensar que aquello iba a hacer que te fijaras en mí… – Murmuró el dios con voz quebrada mientras las lágrimas finalmente se deslizaban por sus mejillas.
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– ¿Me estabas escuchando, Thor? – Los ojos de la chica tan solo observaban al dios del trueno que parecía estar en cualquier otro lugar que no era el presente.
– Lo siento, Jane – Respondió el aludido mientras dibujaba una tenue sonrisa en sus labios y acariciaba la mejilla derecha de la chica. – Continua –.
– Te estaba diciendo que he recibido una oferta de trabajo que no puedo rechazar, y estoy segura que te va a encantar – agregó la chica mientras sujetaba la diestra de Thor entre sus manos.
– ¿Si? ¿De qué se trata? – Cuestionó el rubio poco interesado en las palabras de Jane. Después de todo, su mente no podía alejar la escena que había vivido horas atrás en el aquel desierto, no podía simplemente olvidar que casi había acabado con la vida de su hermano por un impulso estúpido. Amaba a Jane, claro que la amaba, pero Loki era su hermano, el hermano que creía muerto, el hermano que lo amaba con locura, el hermano que casi había matado…
– Stark había solicitado mi ayuda, tras probar mi tecnología podía serle de ayuda y tras encontrar el punto exacto del planeta en el que llegaste, me ha ofrecido una plaza permanente en su torre y … –
– Espera, ¿Qué? – Thor había salido de su ensimismamiento, interrumpiendo las palabras de la castaña y sujetándola con gentileza del brazo – ¿Stark te pidió que rastrearas nuestra llegada a la tierra? –
– Sí, ¿No es extraño? En un principio creí que era una broma, pero me ofreció una valiosa cantidad de dinero que no podía simplem… – Jane si quiera había podido terminar la frase. Thor se había marchado en un abrir y cerrar de ojos del lugar.
Y simplemente, no podía entenderlo, ¿Por qué el hombre de hojalata le pediría semejante cosa a Jane Foster? El viento le lamía el rostro inclementemente, pues la velocidad que había tomado con Mjolnir era demasiada, pero simplemente un impulso le había hecho dirigirse cuanto antes a la torre Stark, ¿Qué demonios estaba haciendo? No lo sabía, no le importaba, su mente no estaba razonando, tan solo actuaba por mero impulso. No demoró más que un par de minutos antes de aterrizar en el lujoso balcón de la torre del multimillonario, adentrándose en esta en cuanto llegó.
– Oh vaya, de haber sabido que tendría visitas, habría limpiado más el lugar – La figura del castaño sentado en un sillón de color beige tomando una copa de vino era la que había recibido al dios del trueno justo al entrar.
– Déjate de estupideces, Stark, ¿Por qué le habéis pedido a Jane que rastreara el lugar en donde se abriría el bifrost? – Cuestionó de inmediato mientras se acercaba hasta el castaño, deteniéndose a escasos pasos de este.
– ¡Oh vaya!, ¿Así que si has ido a verla? – Soltó un suspiro mientras se ponía de pie – Y en dado caso que lo haya hecho, ¿Qué tiene de malo? – Cuestionó curioso el multimillonario mientras se cruzaba de brazos.
– ¿Qué es lo que pretendes? ¿Para qué quieres a Loki? –
– ¡Touché! Si exacto, lo quería a él – Confesó finalmente el castaño mientras dejaba su copa en la mesa de noche que estaba a un lado del sillón. – Y creo que no es de tu incumbencia–
– ¡Es mi hermano! –
– ¿Debo recordarte que estuviste a punto de matarlo en tu escenita del desierto? – Cuestionó divertido el castaño – Lo cual, desde mi punto de vista, te deja sin derecho a reclamar nada en este momento –
– No pienso dejarlo en este lugar… – Sentenció el rubio mientras alzaba el Mjolnir en la diestra.
– ¿Ahora me vas a decir que lo amas? – Anthony tan solo examinó al dios rubio, ¿Estaban peleando por Loki?
– ¡No digas estupideces! ¡Él no es más que un triste error en mi vida! – Sentenció el rubio exasperado.
– Entonces no encuentro ninguna razón para que estés aquí – La voz del pelinegro había brotado de la nada, haciendo que la mirada de los ahí presentes se posaran en él.