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El baile de los abanicos por albert2822

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Notas del capitulo:

Bueno, este es mi primer fanfic, espero que les guste.

Marzo de 1914, Londres, Inglaterra.


 


Las agujas del reloj marcaban la medianoche. Las calles de la ciudad londinense se encontraban desiertas; a penas se escuchaban los ruidos procedentes de las reales industrias mercantiles y el ambiente se respiraba tranquilo. Inglaterra vivía un periodo de paz, las sucesivas batallas habían cesado para dar lugar a un avance de prosperidad. El gobierno inglés centró sus esfuerzos en mejorar el país, progresando en la investigación, en las artes y sobretodo en la importancia de conocer su cultura. No obstante, la alarma de alerta siempre estaba preparada debido al poder que emanaban las potencias enemigas como Alemania y Austria-Hungría. El país se encontraba estable pero nadie podría imaginar los acontecimientos que se avecinaban.


 


Mientras, en pleno centro antiguo de Londres, se encontraba una de las mayores atracciones de la ciudad para los hombres. Entre dos calles de barrios de trabajadores, haciendo esquina con la sede del periódico News Coo y la central del banco Water Seven, la cúspide del placer inglés se hacia un hueco entre marines solteros y hombres casados pero viudos de amor. Se alzaba majestuosamente el gran Cabaret Big Mom. Todas las personas habían escuchado barbaridades sobre aquel lugar tan blasfemo, pero nadie conocía la verdad sobre aquel misterioso antro hasta haber entrado por la puerta para experimentar todos y cada uno de los placeres ocultos del hombre.


 


-¡Welcome, lady's and gentlemans!- dijo un hombre maquillado por toda la cara- Oops, quería decir bienvenidos caballeros, condes y demás personas de la alta alcurnia, mi nombre es Mr. 2 Bon Kure, entrar a la casa del placer y veréis como todas vuestras fantasías se hacen realidad. El demonio de la lujuria os acechará en cada uno de vuestros pensamientos más impuros.


 


-Don Bon Kure, dos pases para el Thousand Hall- dijo un hombre vestido de traje acercándose a la cabina.


 


-Eso está hecho, mi adinerado conde– dijo Bon Kure con cara pícara- serán dos mil libras.


 


-Aquí tiene- el conde depositó el dinero- Espero discreción ante cualquier asunto.


 


-Señor conde, le aseguro sus mayores fantasías con toda la discreción de nuestra confianza.


 


-Eso espero.


 


El conde se adentró por la puerta principal, mientras Bon Kure esperaba atender al siguiente cliente. Cerca de aquel lugar, tres amigos se disponían a gastar el salario de todo un año para celebrar el veintiún cumpleaños de uno de ellos.


 


-Hey Zoro, ¿qué quieres que hagamos esta noche?-dijo Johnny con una voz pícara.


 


-Eso Zoro, no nos has dicho que íbamos a hacer para tu cumpleaños-le replicó Yosaku.


 


-Ya está bien, vosotros dos parad de agobiarme-dijo Zoro con cara de enfado- además, da igual donde vayamos, mientras halla cantidad de sake para beber.


 


-Tu siempre con lo mismo-dijo Yosaku burlándose de su amigo.


 


-¡Hey!-gritó Johnny exaltado- ahora lo recuerdo. Hace unos días escuché a unos hombres hablar de un cabaret donde se puede conseguir los mayores placeres. Creo que está por aquí cerca ¿podríamos ir?


 


-¡A un cabaret!-se sorprendió Zoro al escuchar las palabras de su amigo. Creo que eso es demasiado costoso para nosotros.


 


-Venga Zoro, que hoy es tu cumpleaños y además veremos montones de bailarinas exóticas- dijo Yosaku bastante excitado.


 


-Por favor-dijo Johnny arrodillándose delante de su amigo.


 


-Ustedes dos parecen crías desesperadas-replicó Zoro con cara de tener pocas ganar de ir a ver “bailarinas exóticas”.


 


-Por favor-suplicaron Johnny y Yosaku a la vez.


 


-Está bien, mientras pueda hartarme de sake- asintió apenado Zoro al ver que era la única solución posible.


 


-Venga, pues vamos-dijo Johnny y salió corriendo dirigiendo a los otros dos hasta la ubicación exacta y procurando de que Zoro no se perdiera por el camino.


 


Al cabo de unos minutos de larga caminata, los tres amigos llegaron a la entrada del cabaret exhaustos de tanto correr. Miraron el edificio y se quedaron alumbrados de tanto glamour que desprendía aquel antro. Con grandes ventanales que anunciaban los diferentes espectáculos que se podían observar y dos grandes puertas forjadas de hierro que introducían un mundo paralelo al de la época. La fachada del edificio que constaba de tres pisos y dos sótanos se iluminaba con uno de los primeros modelos de bombillas introducidos en Inglaterra. No dejaron de mirar tan semejante construcción que les tenia anonadados en otro mundo hasta que una voz les devolvió a la realidad.


 


-Desean algo caballeros-dijo Bon Kure algo confundido con la reacción de aquellos tres jóvenes.


 


-Si bueno, veníamos a entrar al gran cabaret-dijo Johnny asustado por el aspecto de aquel hombre que tenía delante.


 


-Entonces serán 100 libras por cabeza.


 


-¡100 libras!-gritaron los tres al escuchar tal semejante cantidad de dinero.


 


-Eso es nuestro sueldo de media vida. No tenemos tanto para pagarlo-se apenó Yosaku con la idea de no poder entrar a aquel paraíso.


 


-Entre los tres solo tenemos diez libras- dijo Johnny rebuscando dinero por todos sus bolsillos.


 


-Bueno, pues otra vez será. Seguro que algún día somos ricos y podremos costearnos lo-dijo Zoro con un tono alegre en la cara.


 


-No hay problemas caballeros-se adelantó Bon Kure a la alegría de Zoro por no poder entrar en aquel “paraíso”- pueden entrar en nuestro salón reservado para clientes con bajas ganancias. No recibirán todos los lujos que en el gran salón Thousand Hall pero les aseguro que tendrán experiencias de placer.


 


-En serio, me ha alegrado el día-dijo Johnny bastante contento.


 


-Y ¿cuánto cuesta?-se preguntó Zoro algo descontento.


 


-Tres libras por cabeza, y por ser principiantes se los dejo en dos cada uno-dijo Bon Kure con cara de ambición.


 


-Tome, y muchísimas gracias-le dijo Yosaku.


 


-Por favor pasen por aquí-les dijo Bon Kure y les indicó la dirección.


 


Bon Kure les llevó a la parte trasera del edificio. Una zona bastante más pobre y desanimada que la entrada principal. La zona estaba rodeada de suciedad y de trastos rotos. También se encontraban acumulados los deshechos del cabaret al igual que un montón de botellas vacías hechas añicos. Al fondo había una pequeña escalera que indicaba el camino hacia el oscuro sótano del cabaret. Bon Kure bajó por aquellas estrechas y peligrosas escaleras hasta llegar a una puerta de madera para indicarles que pasaran dentro. Los tres amigos, algo acongojados, bajaron y entraron por la puerta de madera. Al pasar vieron un pequeño salón poco iluminado, cuatros mesas preparadas alrededor de un escenario algo pequeño e iluminado por unas grandes velas que colgaban del techo. A su izquierda había un pequeño bar lleno de vasos sucios y botellas de baja calidad. En la barra se encontraba una mujer sirviendo copas en los vasos. Ellos se acercaron a la barra.


 


-Buenas, por favor, acomódense en una de las mesas, en seguida la camarera os atenderá-dijo la mujer que se encontraba en la barra.


 


Los tres amigos se sentaron en la mesa más próxima al escenario y observaron que solo una de las demás mesas estaba ocupada. En ella se encontraba un borracho en una fase bastante de alcoholismo. En ese momento se escuchó una voz que gritaba.


 


-¡Paula déjate de tonterías y atiende a los clientes de la mesa!-gritó la mujer de la barra del bar.


 


-Ya voy, no hace falta que te pongas tan histérica Shakky- contestó una voz femenina gritando desde el fondo.


 


La camarera se acercó a los nuevos clientes para tomarles nota y servirles. Era una chica bastante joven y hermosa que provocó que tanto Johnny como Yosaku se quedaran asombrados.


 


-Bienvenidos caballeros al salón Sunny Hall, a pesar de que el nombre no tiene nada que ver con el sitio, mi nombre es Paula y soy la camarera de este humilde salón y la de la barra es la encargada de esta zona, su nombre es Shakky. Por cierto, ¿qué desean tomar?


 


-Si es tan amable nos podría traer una botella de sake -contestó Zoro debido al estado de alucinación de los otros dos.


 


-Con mucho gusto, esperen un momento.


 


La camarera se acercó a la barra y le entregó el recado a la encargada. Esta preparó la botella de sake y tres vasos, Paula los recogió y los llevó a la mesa.


 


-Aquí tienen-dijo Paula a la vez que habría la botella y servía los tres vasos.


 


-Muchas gracias-respondió Zoro mientras los otros solo alcanzaban a poner una sonrisa de tontos.


 


-No hay de qué. Que lo disfruten-dijo Paula marchándose.


 


De repente, una voz potente se escuchó en el escenario. Se trataba del maestro de ceremonias que se disponía a dar comienzo al espectáculo.


 


-Bienvenidos mis humildes caballeros, hoy vuestras más profundas tentaciones se volverán realidad, y vuestro corazón no dejará de latir. Mi nombre es Mr 2 Bon Kure y daré comienzo a las actuaciones.


 


Aquellos tres amigos se quedaron perplejos. El hombre de la entrada, quien aparentaba unas pintas extravagantes, se había puesto un traje de bailarina con unos cisnes en la espalda y unos zapatos de baile.


 


-Para dar comienzo al espectáculo, tenemos a la belleza capaz de atravesarte el corazón con sus pinchos. Que disfruten de Miss Doublefinger y su número del humo-dijo Bon Kure y salió del escenario.


 


Por la parte trasera del telón desgarrado, entraba una mujer que resultaba conocida por los tres amigos. Se trataba de Paula, la camarera, pero vestida con un traje negro bastante apretado y descubierto, el pelo cardado y una pipa de fuego que movía sensualmente.


 


-Yo soy Miss Doublefinger, la magnífica bailarina del humo-dijo ella colocando una voz cautivadora para todos los hombres.


 


Comenzó a bailar a la vez que fumaba de la pipa. El humo se iba conformado como una capa que seguía sus movimientos sensuales y les aumentaba el misterio y el riesgo. Movía las caderas en todas las direcciones y esparcía el humo que llegaba a los clientes. Johnny y Yosaku estaban anonadados, e incluso se les caía la baba por aquel espectáculo que observaban. Por el contrario, Zoro se encontraba indiferente y algo asqueado, no podía aguantar aquel baile sin unos tragos de sake. Miss Doublefinger sacó unos pinchos de sus pies y los clavó al suelo, moviéndose en vueltas provocando un remolino de humo a la vez que se despojaba de sus pantalones quedándose en ropa interior. Convirtió sus uñas en pinchos para hacer unas piruetas que resaltaran su figura hermosa y su baile. Finalmente, saltó al aire y comenzó a girar como un remolino creando una bola de humo a su alrededor, que aprovechó para quitarse el sujetador, cayendo de pie al suelo y de espaldas, sin llegar a mostrar sus pechos. Así dio por finalizado su espectáculo y recibió los aplausos del público escaso. Miss Doublefinger salió del escenario.


 


-Menudo espectáculo, me he quedado atónito-dijo Yosaku quitándose la babilla.


 


-Y menudo bellezón- dijo Johnny mirándose a los pantalones y sonrojándose.


 


-No creo que halla sido para tanto-soltó Zoro borracho y colorado por el sake.


 


-Pero que dices, menudo criterio que tienes tú-dijo Johnny sorprendido del comentario de su amigo.


 


Zoro se enfadó y se dispuso a responder a Johnny pero fue detenido por la voz de Bon Kure, quien había vuelto al escenario.


 


-Creo que tanto humo se me ha subido a la cabeza-dijo Bon Kure riéndose- menudos movimientos de Miss Doublefinger. Bueno, continuemos con las tentaciones. Normalmente nuestro segundo número lo realiza Nami, la gata ladrona, pero como ha sido detenida y acusada de robo y estafa, recibiremos un espectáculo totalmente nuevo y con toques diferentes. Que disfruten-se marchó Bon Kure.


 


-Vaya, sonaba bien lo de la gata ladrona-explicó Yosaku algo apenado.


 


Por la parte de detrás del telón entraba una figura joven, con un espléndido cuerpo y ataviado con una bata blanca con flecos. Se dispuso en medio del escenario y cogió unos abanicos que le entregó Shakky hechos de plumas de avestruz de gran longitud. Los colocó sobre su cuerpo y se quitó la bata, siendo recogida por Shakky. La figura de su cuerpo se encontraba desnuda pero tapada con los abanicos. El público se quedó sorprendido y algo extrañado. Zoro, quien había perdido la esperanza de tener una buena noche, se levantó asombrado por la belleza y la luz que desprendía aquella figura. El resto del público se miró y coincidieron con una cara de asco hacia aquel cuerpo.


 


-Pero,¿no es un hombre?-susurró Johnny. Pero no recibió respuesta ya que Zoro estaba pasmado y con la mirada clavada en el centro del escenario.


 


Sin decir nada, el baile comenzó con una gran agitación entre los asistentes. Movía los abanicos de un lado al otro manteniendo sus partes cubiertas sin perder la sensualidad. Colocó un abanico por la parte delantera y otro detrás, y comenzó a dar vueltas moviendo ambos abanicos y cambiándolos simultáneamente. Puso uno delante de su pelvis y el otro detrás de la cabeza, y tras una serie de movimientos lanzó uno de los abanicos al público, cayendo justo delante de Zoro. Se dio la vuelta dejando su culo desnudo a la vista y comenzó a mover el abanico en su pelvis, subiéndolo y bajándolo por todo su torso. Se podía notar como en la zona delantera de su cuerpo el aire provocado por los abanicos movía su miembro siempre tapado. Zoro no podía creer lo que tenía delante de sus ojos, se encontraba completamente excitado, estaba al borde del límite del placer. Mientras, el bailarín comenzó unas volteretas y piruetas que incendiaron su pierna, provocando que toda la parte baja de su cuerpo se ocultara entre llamas. Acercó el abanico restante al fuego, quedando consumido. Las llamas cubrían su miembro y cuando se extinguieron fue cubierto por una única pluma que quedó sin consumirse, dando por finalizado el número. Zoro no podía aguantar tanta excitación así que se corrió, gimiendo delicadamente sin que llegara a oídos de los demás. Sin embargo, el bailarín se dio cuenta de tal excitación y cuando Zoro acabó, este le guiño un ojo, dejando completamente sin respiración a Zoro. Pero fue sorprendido por Shakky, que se había acercado a susurrarle algo al oído.


 


-Su nombre es Sanji- le dijo Shakky a Zoro dejando una botella de sake en la mesa.


 


Esta se marchó de nuevo a la barra, y Zoro se quedó colorado a la vez que veía marcharse la figura de aquel cuerpo tan brillante.


 


-Sanji- se dijo en voz baja Zoro con cara asustado y excitado.

Notas finales:

Espero que les haya gustado. 


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