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Calificación Sobresaliente. por koru-chan

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Calificación Sobresaliente

Reituki

By

K O R U

 

Observó la puerta amplia corrediza por quinta vez aquella tarde mientras daba su clase. Estaba molesto, su ceño se fruncía cada vez que divisaba hacia afuera, puesto que sus ojos veían, afirmado de un muro con amplios ventanales, a un Rubio mal teñido con pose de rebelde, típico chico que quiere llamar la atención aparentando algo que no es, sólo querido ser el prototipo que a las chica de hormonas alborotada les gustaría encamarse.

—Bien, es todo por hoy. — el aula completa se estiró perezosamente luego que la ardua clase de literatura, de aquel pequeño cascarrabias, al fin había concluido, y con ello, el fin de aquel arduo día escolar. —Recuerden traer su tarea, sino no entran a mi clase. Hasta mañana. — se despidió con un temple serio viendo los rostros cansado de sus alumnos, quienes hartos de todos los mandados que tenían que hacer, aparte, debían sumarle ese ramo que les hacia la visa imposible.

El maestro, de una estatura menor de lo promedio; de cuerpo bastante menudo a comparación con sus alumnos, de un rostro de facciones delicadas y redondeadas, cabello ondulado, castaño y ojos azules, no era una mala persona, si no fuera por su constante entrecejo fruncido, pasaría como un hombre adorable…

Cuando pisó por primera vez aquel colegio, las adolescentes morían por él, su alrededor se llenaba de suspiros cada vez que atravesaba pasillos atestado, pero todo cambió cuando este “indefenso” sujeto se paró frente su primera clase, consecuencia: todos lo terminaron odiando. Su amor platónico era un pequeño ogro.

Aquel hombre, después de despedir a sus alumnos se sentó tras su escritorio, mientras miraba una botella vacía de té helado junto a su costado derecho. —Tsk. — se sobó la frente, al parecer siempre que acababa una clase o su día, como aquel, terminaba con una jaqueca que le partía el cráneo, y todo se empeoraba cuando las cosas que necesitaba no las tenía a la mano. Si, es todo un insufrible cascarrabias.

Acarició el puente de su nariz quitando sus lentes e intentó relajarse, tomó con cólera el envase de aquella botella vacía mientras se alzaba con cansancio de su silla para aventar el plástico en un basurero cerca de la puerta de salida del aula, su mente recordó a aquel rubio, quien echó de su clase por el mero hecho de llegar diez minutos tarde. En el pasillo donde anteriormente había visto su mal teñida cabellera, ahora no estaba, miró hacia dentro del aula y vio aun sus cosas posadas en la mesa. —Seguro esperaba a su novia, se fueron a revolcar y por la calentura olvidó sus pertenecías. — pensó. Se dio media vuelta y escuchó unas pisadas que corrían hasta pararse en la puerta que anteriormente estuvo contemplando. Se giró viendo a aquel rubio desaliñando tenderle una botella té helado de su marca predilecta; su favorito.

Se cruzó de brazos observando de hito en hito al susodicho, el cual exhausto inhalaba y exhalaba agitado. — ¿… Y esto? — preguntó alzando una ceja inmiscuyendo en lo que tramaba aquel adolecente.

—Un té helado…. ¿No? — agitó la botella extendida hacia el hombre de unos treinta años, quien dudoso lo observaba a la defensiva. En sus años de maestría había visto tantas cosas; bromas y venganzas de los alumnos hacia los profesores era poco, no le extrañaría menos del chico con más suspensiones en la historia de aquella institución.

—¿Qué tramas Suzuki? — el maestro apoyó su cadera en la orilla del escritorio, sin quitar su pose y su mirada de escrutinio hacia aquel chico de mala fama. —No harás que te reporte al director, sabes que estas condicional, además… tienes notas irrisorias en mi clase. Sé muy bien que los chicos de tu calaña intentan aparentar que las clases son una pérdida de tiempo y entre más notas insuficientes saques, más le gustaras a las chicas, pero déjame decirte que ser estúpido no te llevará a ninguna parte. — el rubio hizo una mueca con sus labios y bajo la cabeza como aparentando que aquel sermón, el cual seguro había recibió de todos, le afectaba, pero una risita colada en sus labios, la cual disimuló con su largo flequillo, aparentó que una idea le había surgido.

—Mis notas son malas sólo en su clase… — alzó su cabeza mirando al castaño afligido, esperando alguna reacción de su parte la cual jamás llegó.

—¿Que me quieres decir con eso? ¿Crees que te creeré? — habló hastiado.

—Es la verdad, maestro. — caminó acercándose peligroso hacia aquel pequeño, quien sin intimidarse no movió ningún musculo, esperando que tramaría aquel Rubio mal teñido. —Creo que necesito un tutor…— murmuró insinuante una vez que llegó a su lado, articulando sus palabras cerca de sus cuello, mientras hacía que dejaba aquella botella sobre el escritorio, la reacción del contrario, nuevamente, fue nula.

—Hablaré con el director. — Reafirmó aquel hombre viendo como la cara de su rebelde alumno se descomponía. —Quiero hablar el asunto de tus notas en los otros ramos y pasaré por alto que llegaste tarde hoy… — El menor le sonrió como niño pequeño agradecido por no acusarlo. — Y también este asunto… — Miró la cercanía del rubio apenas escaso centímetros de su cara. — El acoso sexual a un maestro es fuertemente penalizado, ¿lo sabias, Suzuki? —

—¿Perdón? — se hizo el desentendido mientras se carcajeaba; ninguno daría su brazo a torcer con tanta facilidad.

—No soy estúpido, Suzuki. — sentenció volviendo a su escritorio para recoger todos sus carpetas, libros y bolso.

—Lo sé… — murmuró viendo como el mayor apenas podía con todo lo que debía acarrear hasta la sala de maestros. — Le ayudo. — se ofreció, y sin replicar aquel castaño dejó que aquel extraño chiquillo lo hiciese. Vio como cogió su bolso escolar el cual posó en su hombro y luego tomó los enseres del maestro, el chico salió primero mientras notó como el maestro de estatura baja, pero de personalidad de temer, observó la botella de té sobre la madera del escritorio del aula, y sin más la tomó entre sus manos y guardó dentro de su gran bolso.

Una peculiar sonrisa satisfactoria se coló en los delgados labios del rubio pero sin más se dio media vuelta encaminándose hacia la salita de maestros.

—Deja eso acá. — apuntó a un escritorio propio en la sala casi vacía de profesores. — gracias por la ayuda, te puedes retirar. — el rubio no dijo nada y salió.

—¿Un mal día, Matsumoto? — preguntó un colega.

—Algo así… ¿Te puedo hacer una pregunta? — se sentó en aquella acolchada silla de forma cómoda.

—Claro. — habló el maestro de una edad longeva.

—¿Tú le haces clases a Suzuki? —

—Sí, claro. — Rio. — Y aunque no le hiciera, créeme que a ese chico todo lo conocemos. — dijo.
— ¿Qué ocurre? ¿De nuevo está metiendo en problemas? Recuerdo que se solía saltar clases y se iba a pelear con chicos a las escuelas colindantes con la nuestra, menos mal que ese lado “salvaje” ya ha ido cambiando, igual está el hecho que es un chico de 17 años y no un mocoso de 14 ha cambiado bastante y para bien. — termino su relato sonriendo.

—No, nada como eso, sólo llega atrasado a mi clase. Para mí diez minutos es tarde asique varias veces se a quedo fuera de mi aula, pero me preocupa sus calificaciones, me dijo que sólo tiene malas notas en mi clase y como no tengo acceso a sus demás materias quería hablar con el director para ver si lo que dice es cierto. — vio como su colega alzaba una ceja.

—Es verdad, tiene buenas calificaciones, tú como eres nuevo, nos sabes… aunque ese chico es un muchacho que tiene problemas de conducta, es capaz de sacar calificaciones esplendidas, ahora no sé qué problema tendrá en tu clase, debes averiguarlo, Matsumoto. — El nombrado se mordió el labio inferior, preguntándose ¿qué ocurría? sus clases son difíciles, no porque sus materia no se entienda, sino por los trabajos y su forma estricta de avaluar, ¿Qué tan complicado puede ser? Suspiró. Sea lo que sea lo averiguaría, un tutor seria excelente idea para aquel chico. Hablar con el director era, cada vez, una mejor idea.

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—Tienen 45 minutos. El examen es de comprensión lectora… — Miró la hora en su teléfono, ¿media hora tarde? Frunció el ceño. — La primera página consta de texto y la segunda cuenta con cinco preguntas de desarrollo. No se pueden hacer preguntas en el transcurso del examen, al término me entregan sus tarea y pueden salir antes al receso. —

La hora de clase se pasó rápido, en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba revisando los exámenes, los cuales de encontraban esparcidos estratégicamente sobre el escritorio de aquella aula. Se mantenía concentrado hojeando cada página marcando de forma negativa o positiva cada ítem, cuando un toque dio aviso que alguien entraría a la sala. Su rostro se encontró con el director utilizando un pulcro traje en compañía de aquel chico desaliñado.

—Buenos días Matsumoto, lamento la intromisión en sus quehaceres, pero necesito hablar algo con usted y Suzuki. —

—¿Llegó tarde? — vio como los dos acercaban unas sillas cerca del escritorio donde el maestro reposó su espalda en el acolchado de su silla mientras cruzaba sus bazos y sus piernas a la espera de lo que su superior le informaría.

—No, llegó a la hora, pero fue a mi oficina. — Matsumoto alzó una ceja. —Estuvimos hablando largamente, me dijo que en su clase no le estaba yendo bien, lo cual me sorprendió puesto que apresar del historial de mala fama, Suzuki tiene muy buenas calificaciones. Por ello decidí que tenga un profesor particular, el cual debe asesorarlo después de clases, una hora hasta que sus calificaciones mejoren. —

—Me parece razonable, pero ¿Yo que tengo que ver con todo esto? — preguntó extrañado mirando al chico quien actuaba bastante bien, esa careta de inocencia le estaba crispando los nervios al mayor, quien a pesar de lo que pensase siempre mostraba un temple impecable.

—Usted será su tutor. — lanzó la bomba el director, aunque Matsumoto se lo esperaba venir.

—Me parece un poco estúpido, déjeme decirle. Suzuki tiene problemas en mi clase, por ende debería tener otro maestro, quizá mi forma de enseñar no funciona para él, que yo sea su tutor me parece irrisorio; quedaríamos dando vueltas una y otra vez y sus calificaciones serian siempre las mismas. —

—Muy asertiva su acotación, pero tenga presente que usted le da clases a 40 alumnos, Matsumoto. Usted no se fija si todos ponen atención, sólo da sus clases. Ahora estará usted y el chico, dejemos unos días de prueba, quiero ver si funcionan las clases personalizadas, sino, buscaremos a otro tutor. ¿Está bien? —

—Mmm… claro. — esbozó el castaño quedándose por primera vez sin nada que decir, y ¿Qué podía hacer si el director le da las ordenes?

—Empezaran esta tarde, espero resultados sobre salientes. — aquel hombre se levantó, acomodó la silla que había sacado de algún puesto de un alumno y se despidió sin mucho protocolo dejando a solas a aquel profesor molesto y a un alumno sonriente con un aura inocentona que no le quedaba.

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—Abre tu libro en la página 23, comenzaremos con aquel ejercicio. Primero… — se alzó de su silla mientras tomaba una tiza blanca entre sus dedos y trazaba unas cuantas indicaciones en la pizarra verde, detallando cada ítem a la perfección. Mientras explicaba, dándole la espalda a su alumno problema, concentrado en que nada de lo había escrito se le escapara. Miró de reojo para ver si el rubio teñido escribía las tareas que tenía que realizar, pero grande fue su sorpresa que cuando divisó los ojos color miel de aquel chico, este los tenía pegado en su trasero. —¡¿Qué mierda haces?! — bramó golpeando con ambas manos la madera de su escritorio, ¿Había sido mala la idea colocarse leggins? ¡No! De ninguna madera, portaba un sweater que le llegaba los muslos, pero claro, al escribir se le debió haber subido, pero ¿Qué carajos tenía ese chico en la cabeza?

—Tiene una trasero bastante lindo… — abrió enemente sus ojos siendo que por primera vez sus mejillas se tornaban rojas… pero no de vergüenza, sino de cólera y más porque no poda golpear a un alumno, claro era contra la ley…

—¿Qué mierda? Asique por esa razón te va mal en mi clase, ¿pervertido? ¡A la mierda no te hago ni una puta clase! — vociferó mientras reunía sus pertenencia. El alumno se alzó encontrando desprevenido al mayor frente a él, alzó sus manos tomando sus abultadas mejillas y habló:

—Me vuelves loco, ¿no ves? Me excita verlo cuando se siente en el escritorio y se cruza de pierna o deja entre ver su… — deslizó sin previo aviso su diestra entre las piernas del maestro provocando que un gruñido en forma de gemido se ocultase en su garganta.

—Suéltame, ¡maldición! —Se alejó de él apoyando su espalda en aquel amplio pizarrón mientras intentaba digerir las palabras que ese adolecente articuló.

—Necesitas conseguirte una novia para que te quite lo calenturiento, niño, yo no estoy para estos caprichos tuyos. — dijo quitándose los lentes para masajear el puente de sus nariz en un acto reflejo nervioso, siendo como su parte baja  había comenzado a palpitarle. Gruñó molesto por sus pensamientos. Hacia años, si, años que no cogía con nadie, su carácter y el exceso de trabajo le estaba cortando las alas de disfrutar una buena tanda de sexo, pero nunca tan necesitado para revolcarse con un chico de 17…

—Maestro… no es ningún capricho… y una chica no me va a quitar las ganas que le tengo a usted. — terminó de decir acercándose al mayor quien se sintió acorralado contra la pared y aquel cuerpo fibroso que portaba el rebelde rubio.

—Me vale, ¿entiendes? Y apártate de mí. — ordenó tras una carcajada interponiendo su brazo antes la escasa distancia entre él y su alumno problema.

—Mire, le propongo algo… — cogió sin problemas las menudas muñecas de aquel hombre colérico, posándolas sobre su cabeza y la otra en un costado, la respiración del maniatado estaba agitada expectante a lo que el chico le sugeriría. —Sé muy bien que mis notas mejoraran si me quito la calentura con usted… —

—Ni de mierdas, ¿Qué estás pensando, mocoso? —

—Shuu, guarde silencio, ¿sí? alguien puede oírnos y estaríamos los dos en problemas. — sonrió teniendo al mayor a su merced. Cogió con una mano las extremidades superiores del castaño mientras con descaro deslizó una de sus palmas por el torso del mayor mientras escuchaba maldiciones y sentía como se removía inquieto intentando zafarse de su agarre.

—¿Y que intentas? ¡Me quieres violar o algo por el estilo! — articuló en un gritito histérico. Escudando la risilla socarrona de aquel enfermo menor resonar en su cuello expuesto.

—Wow huele exquisito… — murmuró el menor adhiriendo sus nariz en el curvatura del cuello del maestro.

—Déjate de bromas mocoso… —exhaló en un suspiro al sentir como en un arrebato el rubio juntó sus caderas rozando su miembro ya erecto contra el mayor.

—¿Aun cree que estoy bromeando? — Hizo un puchero adorable sobre los carnosos labios del bajito. —Usted me vuelve loco… — ronroneó sobre sus labios rojos atrapando estos, los cuales reacios se alejaron, pero el menor al instante abrió su boca mirando cada gesto embelesado de sus maestro favorito. En cosa de segundos adentró su lengua a la cavidad contraria mientas esta intentaba, ya, vanamente alejarse casi entregándose a la precoz pero ávida experiencia que guardaban aquellos delgados labios de un rosado coqueto.

—Mmm… — se alejó del menor en un sonoro y húmedo sonido al separarse de la  boca del contrario cortando el beso abruptamente. —No me costaré contigo… pero podemos arreglar tu problema de calentura de otra forma. — el menor abierto a toda posibilidad, lo miró expectante a sus palabras futuras. —Te la chuparé… — soltó sin más rodeos haciendo relucir un brillito excitado en las orbes del menor, aunque este brillito se esfumó en cosa de segundos como había aparecido; fugas.

—¿Sólo eso? —

—Y ¿Qué más quieres? — cuestionó le castaño bajito acorralado únicamente con los brazos interpuestos del rubio a cada lado de su cuerpo, sin escape.

—De verdad me quería acostar contigo. —bufó.

—Te acostaras conmigo cuando tus calificaciones sean excelentes, lo obtendrás como premio. — lo miró coqueto, pero él no daba puntadas sin hilo, tenía la esperanza que no pudiera tener excelentes en su materia.

El castaño sin más se hincó en el suelo quedando al nivel de la entrepierna erecta del adolecente, tanteo el miembro por sobre la tela gris de sus pantalones escolares para luego descender el cierre de sus pantalones, un bulto azul se asomó por la abertura. —Uh estas ganoso… — murmuró introduciendo sus manos para sacar aquella presa necesitada y caliente prisionera detrás de aquellos bóxer.

—Ahm… — gimió el menor cuando el contacto de las manos frías del treintón maestro tocó la carne palpitante escondida y necesitada de su alumno. Sus ojos observaron cada gesto del rubio y una sonrisita se le escapó al ver a  este con sus parpados entre cerrados disfrutando de las sensaciones que sentía su pene al ser tocado por aquel mayor de sensualidad innata. Exhaló el vaho de su cálido aliento en la cabeza roja de su glande haciendo estremecer  al chico. Su lengua degustó aquella punta mirando gustoso como el chico siseaba seguramente instando no correrse tan rápido.

—Si te quieres correr, no te contengas… — Se rio cogiendo el pene, de una longitud baste bien formada para un adolecente como él, de la base mientras introducía aquella carne húmeda por el pre semen que bañaba su punta. Gustoso saboreó aquella esencia mientras su juguetona lengua se paseaba por la erección acompañándose del vaivén rápido de sus labios.

—Mmg… Yo ah…— cogió de los cabellos castaños al mayor haciendo saber que se correría, pero el maestro lo único que hizo fue acelerar las embestidas con sus labios aprisionando en cada vaivén la gruesa carne provocando el retorcer en su posición al rubio, terminado así bebiendo toda su esencia.

—Listo… — exhaló el mayor de menuda estatura colocándose de pie mientras limpiaba la comisura de sus labios.

—Espera… — murmuró ronco aun extasiado por el orgasmo apresurado.

—¿Qué quieres? ya te la chupé, ¿no? — murmuró molesto mientras se dirigía a su escritorio. El rebelde chico lo siguió por atrás mientras ordenaba sus prendas.

—¿Crees que te voy a dejar así? —

—Así… com… mmhg…— gimió aletargado sintiendo como una intrusa mano se colaba dentro de sus ajustados pantalones. El rebelde chico cogió aquel escondido miembro entre su mano deslizando tortuosamente aquel pene, que aunque lo negara, se había erguido cuando el chiquillo le había confesado que le excitaba. — Mocoso… mhg— gimió entre maldiciones sintiendo como el habilidoso chico lo estimulaba con una de sus manos y con la otras acariciaba sus trasero y simulaba envestida. — Mierda, la tienes dura de nuevo, pervertido. — bramó el mayor sentido como refregaba calenturiento su entrepierna por el trasero turgente y necesitado de su querido profesor.

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—Pueden pasar a recoger su examen cuando vayan saliendo. Hasta mañana. — se despidió el profesor mientras se paraba aun lado de la puerta entregando el último examen que le hizo a su curso aquel mes antes de la vacaciones de primavera.

—Suzuki, ¿Qué esperas? vete a casa. — bramó enojado el castaño mientras trabajada en ordenar algunas carpetas sobre su escritorio.

—Uh que malo eres, estoy esperando que me invites a tu casa. — habló desde el último puestos al lado de la ventana mientras miraba para afuera con una sonrisita dibujada en sus labios. — Quiero mi premio por una calificación sobresaliente… — canturrió viendo el rostro molesto de su maestro. El rubio Rebelde alzó entre sus manos su examen con nota máxima encerrada en un círculo rojo notorio a metros.

 

Notas finales:

Hola c:

Gracias por pasar a leer y claro llegar hasta el final de este fic. 

sólo decir que escrbí esto esta mañana y que se me ocurrió despues de pensar esta idea extraña en la noche xD además, pasé mucho tiempo escribiendo "amor en epoca edo" necesitaba escribir algo nuevo ;D

Llegué hasta mi fic no. 20 en esta página, un gran logro y eso comprueba que soy adicta a escribir D: 

asdasd~

gracias por leerme nuevamnete, un review es bienvenido y se valora mucho c:


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