Capítulo 1
¿Es depresión? La psicóloga con la que mi madre me llevo dice que es así.
¿En qué momento ocurrió? No lo sé
¿En qué momento agravo? No lo recuerdo
¿Por qué se desato la depresión? Ese es un problema que, si bien estoy seguro de que ya existía hace tiempo, se desato, o más bien, exploto en aquel momento, pero comencemos desde el principio.
Siempre, o desde que tengo memoria, he sido una persona depresiva, pero eso nunca ha sido un inconveniente para mí. Sabía que sufría de depresión pues había días en que no deseaba despertar, lloraba en demasía y si no estaba durmiendo estaba atacando el frigorífico y atascándome de comida aquellos ataques solían suceder en invierno, según entendí es un tipo de depresión estacional. Mi madre no se daba por enterada de todos esos ataques pues siempre estaba trabajando junto con mi padre así que estaba solo y eso me hacía sentir, a veces, peor, todo aquello realmente me molestaba aunque cuando terminaba el invierno comenzaba a sentirme menos agobiado, aunque había cosas que persistían, como un sentimiento de vacío. Nunca le había dado real importancia a ese trastorno, no me importaba deprimirme, me había acostumbrado a ello después de tantos años, pero tomo un significado distinto después de conocer a aquel tipo.
Le conocí durante la clase de psicología no había entrado a esa clase pues la maestra me atosigaba cada que podía con preguntas estúpidas sobre cómo me sentía, ella sabía que había algún tipo de “problema” conmigo, pero no le iba a dejar psicoanalizarme con sus tontas preguntas. Ese día había decidido no presentarme frente a ella, no asistir a su clase, igual me iba bien en psicología. Estaba hastiado de todas las clases anteriores, asistir a su clase solo significaría ponerme de peor humor. Además el estar a pleno Noviembre no ayudaba a mi salud mental. Me dirigí hasta más al fondo de las canchas que estaban en la parte trasera del plantel y me dispuse a esperar a que dieran las 8 para poder salir, podía salir desde las 7, pero el llegar a casa no era un idea que me hiciera feliz del todo, era mejor estar en un rincón así, solo con la música de mi celular resonando por los audífonos. Pensaba que nadie venia hasta estos lares a esta hora, estaba muy oscuro y daba algo de miedo, pero le vi, era un chico y se acercaba a mí con curiosidad y miedo. Yo estaba viéndolo de reojo, veía como se acercaba torpemente esperando a que yo fuera un humano, me gire para verlo de frente y él pego un salto y luego me miro de nuevo.
-Vaya si eres humano –dijo al tiempo que se llevaba una mano al pecho y suspiraba de alivio. Yo volví a girarme ignorándole. –Amiga que haces por acá está muy oscuro y da miedo –Le escuche decirme chica y aun sin voltearme arquee una ceja con indignación. “Chica, niña, amiga” ¿Cuántas veces había escuchado que me llamaran así?
-¿Y tú qué me dices? –Pregunte tratando de que mi voz sonara muy grave y voltee a verle –Aquí el más asustado fuiste tú hace unos momentos ¿no? –torcí una sonrisa burlona. Esperaba que se alejara.
-¡Amigo! –Dijo poniendo una cara de sorpresa muy exagerada y borre mi sonrisa –Lo siento –soltó una risita –Con tu cabello largo te confundí. Me salte la clase de historia y de tanto pasearme por los alrededores llegue aquí, te vi aquí sentado y me pareció extraño. Me asuste porque en un momento dude de si eras humano –Se encogió de hombros y se sentó a mi lado. ¡Joder! Quería estar solo ¿no podía ir y perderse a otro lado? –Eres muy callado –Dijo pero no diferencie si era pregunta o afirmación, igual apenas le oía con los audífonos puestos. Asi que no conteste -¿Siempre eres así? –En este punto ya prefería ignorarle, tal vez asi se marchara. Lejos de marcharse se me quedo mirando fijamente, parecía buscar algo en mi cara porque no dejaba de verla con extrañeza. Me gire para evitar su mirada que comenzaba a molestarme. Sin embargo él se cambió de lugar para seguir indagando algo que veía en mi rostro.
-Maldita sea ¿Qué demonios miras? –Le grite ya fastidiado con su actitud y su mirada, esa mirada me estaba molestando era demasiado penetrante sentía que podía ver a través de mí.
-Es que no es solo tu cabello, tu rostro también es como el de una chica y una linda –Coloco una sonrisa en su rostro y yo fruncí el ceño. Le daría un premio, juro que le daría un premio por ser la primera persona en lograr descolocarme de tal manera. Me levante y comencé a caminar no pensaba seguir al lado de tal sujeto. No pensaba permitir que un tipo como el me hiciera enfadar más, era un desperdicio de ser humano.
No era la primera vez que me decían que parecía chica y dudaba que fuera la última, mi madre siempre decía que yo debí haber sido niña desde un principio, que de hecho lo era, decía. Claro si no tuviera ese miembro colgando entre mis piernas lo seria –Solté una risita irónica –decía que dios en el último momento decidió hacerme niño y me regalo un pene, junto con una actitud de mierda. No podía culpar del todo a las personas por pensar que soy mujer, al final soy yo el que lleva el cabello largo, no mucho, pero lo suficiente, de vez en vez me cubría parte del rostro y también me gustaba delinear mis ojos, no lo hacía a menudo, pero lo hacía. Parecía un típico emo, pero los gustos me diferenciaban de uno, no solía usar mucha ropa negra, me gustaba salir y estar con mis amigos, me gustaba la música rock, pero también muchos otros géneros y reía, reía muy a menudo cuando estaba con mis amigos, algo que según había leído los emos no hacían. Mis amigos eran una parte muy importante de mi vida, pues me mantenían en pie cuando me sentía mal, sabía que lo que necesitaba era más que una buena compañía, pero ellos me ayudaban mucho y eso lo agradecía infinitamente, sin embargo había algo que me molestaba en demasía y era el hecho de que yo no era lo suficientemente bueno para merecer estar al lado de unas personas tan buenas, aun así ellos seguían conmigo y entre más lo hacían más intentaba alejarme por mi propia mano y lo lograba. Solo dos personas seguían conmigo la voz de la razón que me sacaba de problemas Ricardo y una pequeña luz chispeante de alegría Cristina ahora ellos estaban algo lejos, pero seguían conmigo.
-Hey espera –Escuche un leve grito de tras de mí. Me gire para ver quien me llamaba al tiempo que me quitaba un audífono. Le vi corriendo entre la oscuridad y entrecerré los ojos para verle bien. “Joder” pensé al darme cuenta de quién me seguia. Seguí caminando sin volver la mirada –Dije que esperes –Continúe caminando sin mirarle hasta que sentí que me tomo del brazo y me hizo frenar de golpe.
-¿Qué quieres? –Dije con el ceño fruncido y tratando de zafarme de su agarre.
-Saber tu nombre, me gustaría saberlo –Aflojo al agarre, pero seguia sin soltarme mientras yo le miraba incrédulo –Yo me llamo Joan.
-¿Para qué quieres saber mi nombre? –Me tranquilice y él me soltó. Su mirada seguia siendo de extrañes.
-No lo sé exactamente –Se encogió de hombros –Solo me interesa saberlo, eres un chico muy bello. –Arque una ceja y luego sonreí de lado agachando la cabeza para que no lo notara. Levante la mirada de manera sugerente y me acerque a él.
-Entonces… ¿eres gay? –Solté la pregunta de manera divertida, pero mirándole provocativo o al menos eso intentaba. Quería asustarlo.
-Claro que no, pero tú me interesas –Contesto sin pizca de nerviosismo o duda, estaba tan seguro de sí mismo. El asustado fui yo. Me aleje rápidamente –Eres muy sexy –Soltó sin más. Me di la vuelta y retome mi camino. El corazón me había dado un vuelco y latía cada vez más rápido, no sabía cómo responder a lo que él decía. – ¿Ahora que dije? –Grito a mis espaldas, pero no pensaba girar para verle de nuevo. –No me has dicho tu nombre aun –Escuchaba sus pasos seguirme.
-¿Si te lo digo me dejaras en paz? –Se hizo silencio y calme mis pasos.
-¿Si digo que si me lo dirás? –Negué con la cabeza y gruñí enojado. Retome mi paso apresurado. Dejo de seguirme y de gritar, supuse que se había rendido, pero estaba lejos de eso.