Perfecto, todo era extremadamente perfecto. Acababa de salir de una apetecible y a la vez rápida ducha en la que me había tirado poco más de diez minutos. Después de tres horas y media decidiendo la ropa que me quería poner, me decanté por una camiseta blanca de manga corta, unos pantalones bastante ajustados y un jersey gris, por si acaso refrescaba por la noche.
Miré la hora en el móvil percatándome de que solo me quedaban cinco minutos para salir de casa si quería llegar a tiempo. Con extrema velocidad me pinté con el delineador ;me puse las gafas, ya que una pereza enorme me convenció de no ponerme las lentillas y me anudé, lo más rápidamente que pude, los cordones de los zapatos.
Cogí mi móvil para adentrarlo en el bolsillo de mi pantalón, asegurándome que los auriculares salían inundando mis oídos de una perfecta y preciosa música. Me dirigí a la puerta una vez que volví de arreglar mi flequillo por segunda vez.
-Me voy, mamá- me despedí de ella con un sonoro beso en la mejilla.
-Hasta luego cariño- me sonrió contenta.
-Llegaré tarde. Ya sabes, hoy los padres de Chanyeol se van al cine.
-Ya lo sé, mi vida. Es jueves- me miró imaginándose lo que haríamos los dos solos en su casa.
Yo nunca les había dicho nada de nuestra relación,. Sin embargo, se notaba a kilómetros que algo sabía. Mi madre siempre había sido una persona muy inteligente.
Pero eso daba igual, era jueves, JUEVES. Ese fantástico día que solo se repetía una vez por semana. Los padres de Chanyeol tenían su noche romántica, por lo que aprovechaban para ir al cine y disfrutar su tiempo juntos viendo una película. Hacía meses que Chanyeol les había pedido que me quedara en su casa para hacerle compañía mientras sus padres no estaban. De todas maneras nosotros disfrutábamos la tarde/noche mucho mejor que ellos, nos lo pasábamos de maravilla.
El trayecto de mi casa a la suya lo hice casi dando saltitos de felicidad. Toqué el timbre de su casa esperando, que como siempre, me abriera la simpática madre de Chanyeol.
-Buenas tardes señora Park- le saludé tan educadamente como siempre inclinándome un poco menos de noventa grados.
-Hola Baekhyun- abrió la puerta invitándome a entrar con naturalidad.
-¡Baekhyun! ¿Qué tal estás? - su padre, con la idéntica sonrisa de su hijo, apareció por el pasillo abrochándose los últimos dos botones de su camisa.
-Muy bien. ¿Y ustedes? ¿También bien?.
-Sí, fantásticamente bien- miró fijamente a los ojos de su esposa- ¿Y tus padres? Hace tiempo que no les vemos- me acordé inmediatamente de que mi padre ya tenía que haber llegado a casa, seguramente aprovecharían que estaban sin su molesto hijo para disfrutar de un rato juntos.
-También bien- contesté sonriente.
-Bueno nosotros nos vamos- cogieron las chaquetas del perchero de la entrada- Chanyeol se está duchando, no tardará mucho en salir. Os he dejado la cena preparada en la cocina, sólo tenéis que calentarla un poco.
-Entendido.
-Venga cariño- le llamó el padre de Chanyeol, como si fuera un niño pequeño, ya fuera de la entrada.
-Me voy- sonrió deseosa de irse con su marido.
-Pasenlo bien.
-Gracias- se fue alejando hasta abrazarse con él como si fueran dos jóvenes recién enamorados.
Me despedí de ellos con la mano, cerrando la puerta una vez que se alejaron. Caminé silenciosamente con dirección al salón, donde me senté en el cómodo sofá a la espera de que Chanyeol terminara.
No tardé mucho en dejar de escuchar como el agua caía sobre su alto y delgado cuerpo, nada más que con imaginármelo ya me estaba poniendo colorado como un tomate.
-¿Baek? -preguntó nada más abrir la puerta del baño, saliendo únicamente con los bóxer puestos.
-Channie … - me levanté del sillón corriendo directo a donde provenía su grave voz.
-Baekhyunnie -me tiré a sus brazos sintiendo algunas gotas de agua por la zona de su pecho.
-¿Se han ido ya?- susurró suavemente en mi oído.
-¿Tu qué crees? -aproveché que me había recordado aquello para bajar mis manos a la zona de su trasero- estamos solitos.
-Baek- me pegó un poco más a él- ¿Vamos? -asentí ansioso. Subí mis brazos hasta su cuello y crucé mis piernas con un pequeño salto agarrándome con ellas a su cintura.
En aquella incómoda pero romántica postura nos adentramos en su desordenada habitación.
-Auh- me quejé al golpearme con el marco de la puerta.
-Lo siento -separó nuestros labios disculpándose, aunque no tardó mucho en volverlos a juntar.
Me tiró, con cuidado, sobre su gustoso colchón. Mientras que nuestros labios devoraban salvajemente los del otro, me fui quitando los zapatos ayudándome del otro pie.
-Un momento cariño- se separó de mi lado cogiendo sus peluches, dándoles la vuelta con la intención de que no nos vieran.
-Venga Channie- le exigí entre risas- ven aquí.
Me quité ansioso el jersey, que acabé poniéndome en mitad del camino por culpa de un repentino viento, en tanto que Chanyeol me bajaba los pantalones repartiendo besos por todo mi cuerpo.
-Me encantan estos bóxer- sonrió can la mirada clavada en mi ropa interior- pero, sin duda, tú me gustas más- una enorme sonrisa se adueñó de mi rostro, sentí como los bóxer descendían por mis piernas hasta terminar sobre el suelo de su dormitorio.
-Channie- me mordí el labio inferior percibiendo su lengua sobre mi miembro, acariciándolo con suaves movimientos- espera, espera- le paré después de un rato- ahora me toca a mi -le cogí de la cintura cambiando de posiciones, quedando su espalda apoyada en la cama y yo encima de él.
Malgasté unos segundos en tirar, con desprecio al suelo, la poca ropa que nos estorbaba. Me pasé la lengua por los labios, indicándole a Chanyeol, con aquel gesto, que iba a imitar lo que él me había hecho.
-Baek, Baek- separó mi boca de su miembro buscando mis labios con desesperación.
-Chanyeol no puedo aguantar más- le pedí con una indirecta muy directa que empezara.
-Perfecto, porque yo tampoco- se levantó de la cama acercándose a su mochila para sacar el bote de lubricante que habíamos comprado esa misma mañana, al salir de las clases, en una farmacia cercana.
Juntó sus labios con los míos otra vez, de una forma salvaje y apasionada. Extendió aquel líquido viscoso transparente por sus dedos, introduciendo uno de ellos a la misma vez que me saboreaba, dejando pequeños mordiscos en mi oreja.
-Channie … ahm … -sentía como sus dedos salían y entraban al compás de mi cuerpo.
-¿Ya estás listo?- preguntó sin dejar de acariciar mi pezones.
-Sii … -logré decir gimiendo sin poder contenerme.
Cogí el bote de lubricante, que Chanyeol había tirado en algún lugar de su cama, masajee aquel resbaladizo líquido sobre su miembro. Una vez que quedó bien lubricado, y Chanyeol me pidió que parara con cara de no puedo más, fui metiendo poco a poco su miembro en mi interior.
Fui dejando que él se ocupara de eso en tanto que yo me agarraba, con todas mis fuerzas, a las sábanas de ositos que adornaban su colchón.
-¡Channie! ¡Channie! ¡Chanyeol!- grité al sentir sus potentes movimientos luego de una pequeña pausa para que me acostumbrara.
-Baekhyunnie -se apoyó en mi cortando mis gritos de placer con sus apetecibles besos.
Bajó su brazo hasta mi miembro, acariciándolo al mismo ritmo que sus fuertes movimientos. No podía parar de gemir, estaba sudado al igual que él y, aun así, mi cuerpo no dejaba de seguirle.
Pasamos un rato así hasta que Chanyeol terminó corriéndose dentro de mi. Yo le seguí pasados unos segundos manchando su mano y parte de mi abdomen.
-Baekhyun cada día lo haces mejor -me elogió tirándose agotado al otro lado de la cama.
-Tú lo haces genial- me giré con una enorme sonrisa mirándole fijamente.
-¿Qué te pasa Baek? -me preguntó acariciándome la mejilla al cerrar, por el cansancio, los ojos.
-Tengo un poco de sueño- noté como volvían a amenazar con cerrarse.
-Anda vamos a vestirnos, cenamos y nos tumbamos en el sofá. Cuando vengan mis padres llamo a los tuyos para decirles que te vas a quedar a dormir aquí.
-Vale- asentí echándome en su pecho.
Nos levantamos de la cama buscando la ropa que locamente habíamos tirado por el suelo. Chanyeol guardó el bote de lubricante, bien escondido, en el fondo del armario, se puso el pijama que le regalé por navidad y nos dirigimos al salón tras comernos lo que su madre nos había dejado preparado. Pusimos la televisión dejando una película que llevaba ya un rato empezada. Intenté fijarme, con detenimiento, en las escenas, por si a los padres de Chanyeol, o a los míos, se les ocurría la brillante de preguntarnos que habíamos hecho en esas dos horas que solían durar las películas. Sin embargo, antes de que escuchara a los padres de Chanyeol llegar, mis ojos se cerraron con cansancio dejándome tranquilamente dormido apoyado en el hombro de Chanyeol.
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