Al que sigue de mí.
Miré la triste maleta en la que tendría que acomodar 4 años de mi vida con una mueca de dolor en la cara. Un suspiro quedó atorado en mi garganta al escuchar la puerta ser azotada fuertemente. Lentamente y con ganas de no hacerlo comencé a meter todas mis pertenencias en el pequeño bolso que Kazunari me había dado. No quería hacerlo, quería quedarme para siempre junto a él, quería que todo esto fuera solo un sueño y al despertar tenerlo durmiendo a mi lado susurrando mi nombre en sueños.
¡Maldita sea! ¿¡Por qué tuve que hacerlo!?
Siempre pensé que Takao me perdonaría todo, pero no era así; al parecer una traición es una traición sin importar nada. Aquella noche que sería solo una inocente salida se convirtió en el fin de mi relación solo por un desliz de mi parte. ¿Cómo pude ser tan idiota?
A pesar de querer continuar como si nada hubiese pasado y tratar guardar aquello solo para mí no me fue posible hacerlo. Las verdades, tarde o temprano, salen a la luz. La mía más temprano que tarde.
Contrario a todo lo que había esperado, Kazunari no gritó, no lloró, o al menos en mi presencia, guardó silencio mirándome con esos ojos azules tratando de encontrar en lo míos algo que dijera que aquello era mentira. Mi mirada desviada confirmó lo que más temía, yo le había sido infiel. En respuesta solo sonrió amargamente y bajó la mirada. Caminó al ropero y sacó una maleta.
–Por favor vete, Shintarou. No quiero verte aquí.
Me quedé estático, no podía replicar nada, estaba en todo su derecho de hacerlo.
Miro mí alrededor, cada parte de esta habitación tiene íntimos recuerdos de nosotros juntos. Ahora solo quedarán ellos aquí como prueba de que esto fue real, de que el amor que sentimos realmente existió… Y que yo lo eché a perder.
Salí de la recamara y me acerqué al baño, donde Kazunari se había encerrado desde hacía una hora. Me sentí tentado a tocar la puerta y tratar de arreglar las cosas pero no sé cómo podría arreglarlo. No existían excusas para lo que le había hecho, así que simplemente me alejé lentamente hacia la puerta.
Al abrirla me encontré frente a frente con unos ojos lilas mirándome fijamente, al parecer no estaba tan sorprendido como yo de verle ahí. Ninguno dijo nada, solo nos miramos unos minutos; era obvio que Takao le había llamado.
Se apartó unos centímetros para dejarme pasar seguido de mi maleta.
–Cuida de él. – Susurré débilmente cuando estuve junto a él. Lo haré respondió y entró al departamento cerrando la puerta tras de sí.
Afuera, unas lágrimas se escapan de mis ojos. Le amo, pero no puedo estar más con él. Solo espero que el que tenga la fortuna de estar a su lado le haga tan feliz como yo no pude hacerlo.
Solo quiero que sea feliz, no importa si esa felicidad es a lado de otro y no junto a mí.