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El Hombre de Arena por CheekyMint21

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Notas del capitulo:

Bueno! Este es mi primer fic y decidí hacerlo de mi seria favrita DEATH NOTE y obvio la pareja más cute después de Light y L a mi parecer Mello y Matty!! Espero que les guste, dejen reviews y porfi NO SE CONTENGAN a la hora de hacer crítica, aún sea buena o mala: Me gustan las opiniones sinceras por sobre todas las cosas, aunque a veces no sean de mi agrado o me lastimen pero sé que son reales u.u y gracias por leer!!

Capítulo Uno.

Lo que sea qué estuviera pasando era muy, muy malo. Papi se veía muy asustado, su rostro estaba más blanquecino de lo normal y sus ojos miel no dejaban de ver aquel pequeño parpadeo rojo. Miré con mucha atención la pequeña cajita con una bonita luz brillante y roja. Nunca había sabido para qué era o qué hacía, pero al ver a mi papi en tal estado supe que no era nada bueno. Apreté mis labios y caminé hacia donde él se encontraba: No me gustaba verlo de ésa forma, tan quieto y con aquel semblante aterrado.

-Papi, ¿Qué tienes? ¿Por qué estás así?-le dije y lo abracé por la cintura. Cerré los ojos y me quedé así, esperando que en cualquier momento reaccionase y me dijera algo. Lo que sea.

Me sorprendí cuando sentí como sus manos se clavaban con furia en mis brazos y me apartaban bruscamente, haciéndome daño. No pude evitar dejar salir un pequeño chillido y que mis ojos se llenaban de lágrimas: Él sólo me trataba así al momento de extraerme sangre y cuando no lograba infiltrarme a alguna base de datos ¿Qué había hecho mal ésta vez?

-¡Mail, vámonos! ¡Vámonos ya!-rugió y sin previo aviso, arrojó la mesa al suelo haciendo añicos aquella pequeña caja.

Retrocedí un paso aterrado. Otra vez estaba pasando y tenía mucho miedo. La última vez intentó ahogarme en el río, no quería que eso volviese a pasar pero ésa mirada frenética estaba ahí de nuevo clavándose en mí con desespero.

-Papi, calma…-susurré, mi voz atascándose con las lágrimas que con tanta fuerza reprimía.

-¡¿Qué acaso estás sordo o qué?! ¡Tenemos qué irnos de una puta vez! ¡Vámonos!-dijo y corrió hacia mí. Fui incapaz incluso de respirar cuando me tomó del brazo bruscamente haciéndome daño y echó a correr como loco.

“Por favor, al río no ¡Otra vez no!” pensaba con pánico mientras salíamos de la cabaña y él seguía tirando de mí con tal fuerza bruta. Si seguía así, iba a romperme el brazo en cualquier momento y eso dolía mucho, ya me lo había hecho otras veces.

-Papi, ¿Qué pasa? ¿A dónde…?-me tapó la boca y me miró de forma enloquecida, totalmente fuera de sí. Mi corazón galopó con más fuerza.

-¡No quiero qué hables! ¡Mantén tu maldita boca cerrada me oyes!-me gritoneó, soltándome con brusquedad y echando a andar de nuevo.

Dejé que las lágrimas rodaran por mis mejillas libremente, mojándome el rostro y siendo cortado por el frío abrasador de afuera. Con las prisas ni siquiera nos habíamos abrigado correctamente, de seguir afuera íbamos a coger una hipotermia. “Me arden los pulmones, me arden mucho” pensé odiando cada minuto que pasaba más que el anterior y deseando al menos tener una respuesta para el manojo de preguntas que me taladraban la cabeza como avispas furiosas. “No creo resistir mucho más, el frío está engarrotándome los músculos” pensé con mi mandíbula tiritando descontroladamente, chocando los diente los unos contra otros y seguro de que con la fuerza qué lo hacía iba a partírmelos de un momento a otro. Miré mis manos y contuve un jadeo: Tenía los dedos de un morado intenso y apenas lo sentía ¡No quería perder los dedos! Miré a mi padre con súplica pero él seguía avanzando por el bosque, aún con la tormenta de nieve y aún estando en la misma situación qué yo: Con los labios amoratados y temblequeando incontrolablemente de frío. Tenía miedo de hablar, tenía miedo de seguir andando por ése lugar que apenas y divisaba debido a la tormenta de nieve y tenía miedo del dolor que empezaba a sentir con cada latido de mi corazón. Eso no podía decir nada bueno y yo lo sabía bien. “¡Papi, detente por favor!” rogaba en mi mente y luchando contra aquellas inútiles lágrimas que no hacían sino empeorar mis mejillas cortadas por el frío.

-¡Mierda!-gruñó mi padre, clavando sus ojos en el cielo y abriendo sus ojos como platos.

Hice lo mismo tratando de ver cuál era el motivo de su alteración, pero la nieve no me permitía ver nada. Me pregunté si no estaría alucinando pero el tirón doloroso en mi brazo magullado y dormido me impidió seguirlo considerando. Ahora parecía más agitado y avanzaba con más frenesí por aquel bosque lleno de maleza, nieve traicionera y quién sabe qué clase de cosas más: Era la primera vez qué abandonaba la cabaña en la que he vivido los últimos diez (casi once) años de mi vida, y para ser honesto nunca pensé qué iba a ser en éstas condiciones. Seguimos avanzando y cada vez mis músculos reaccionaban menos, sentía aquel dolor en el pecho volverse más agudo y mis dedos se ponían cada vez más morados. No sabía cuánto más faltaba, pero dudaba que para cuando llegáramos yo siguiera vivo y con todos mis miembros en su sitio. De repente lo escuché: Un extraño sonido que provenía de encima de mi cabeza, fuerte y monocorde. Sonaba como una especie de zumbido.

-¡Más rápido! ¡Date más prisa, por la puta madre Mail!-maldijo mi padre, tirando con más fuerza de mí si eso era posible.

Volteé de nuevo intentando ver qué era lo que hacía ése sonido tan único pero justo cuando lo hice, una luz fuerte y brillante me dio de lleno en el rostro, cegándome y haciéndome tropezar.

-¡Con un carajo, levántate! ¡Rápido!-bramó desesperado mi padre, pero mi visión aún era negra y no veía nada. Me llené de pánico.

-¡No veo nada! ¡Papi, estoy ciego! ¡Auxilio!-chillé, sintiendo más lágrimas escurrir y moviéndome frenéticamente al no ver nada.

-¡Maldición, LEVÁNTATE!-dijo, ignorando mis lloriqueos y tirando de mí. Chillé ante el dolor de mi brazo, me estaba haciendo demasiado daño.

-Atención, esta es la CIA junto con la KSK alemana. Akseli Jeevas, entréguese por las buenas o nos veremos obligados a dispararle: Tenemos el lugar rodeado.-dijo una extraña voz en un idioma que reconocía de inmediato: Inglés, haciendo qué todos los pelos de mi cuerpo se erizaron más de lo que ya estaban.

“¿CIA? ¿KSK alemana? ¿Qué es eso? ¿Y por qué buscan a papi?” pensé y poco a poco la negrura que cubría mis ojos iba diluyéndose. Sabía que la CIA era una cosa de policías, pero nada más. Papi me había pedido infiltrarme en sus bases de datos tantísimas veces pero nunca supe para qué quería ésos datos ni qué hacía con ellos. No sabía nada y no entendía el motivo por el cual lo buscaban ¿Acaso estaba haciendo algo malo? Papi no era un hombre malo, él me quería mucho. Tanto que por eso siempre me quería proteger, el mundo allá fuera es malo. “Además, ¿Qué tienen qué hacer los Alemanes aquí? Si bien es cierto que estamos estrechamente unidos, Finlandia es un país completamente diferente” pensé frunciendo el entrecejo.

-Akseli Jeevas, no queremos lastimarlo. Por favor, entréguese.-volvió a decir la voz proveniente de aquel artefacto, que aún no lograba ver bien por la enorme luz que tenía pero que se veía era inmenso.

-¡Jamás! ¡Jamás me entregaré para que me hagan lo mismo que a Johanna!-rugió y siguió corriendo junto conmigo.

Di un pequeño respingo al oír el nombre de mami: A él no le gustaba mencionarla. De hecho, era la primera vez que lo hacía desde una vez que yo le había preguntado por ella y me gané una buena bofetada por imprudente. Volví a la realidad cuando vi como otra luz aparecía en el cielo y otra más: Eran tres de ésas cosas. “¿Qué está pasando? ¿Por qué no nos dejan en paz?” pensé con el corazón enloquecido dentro de mi pecho cada vez más dolorido. Empezaron a disparar justo en ése instante. Varias balas pasaron peligrosamente junto a mí. Ahora sí estaba realmente lleno de pánico.

-¡Papi, dispararon! ¡No quieren matar!-chillé, olvidándome por completo de su regla de guardar silencio.

Miré con los ojos como platos como mi padre esbozaba una pequeña sonrisa ¿Acaso estaba consciente de lo qué acababa de pasar? ¿De lo que iban a hacernos? Se veía bastante tranquilo, nada que ver con su desesperación de hacía sólo unos segundos. Se hincó en el suelo y pegó su oreja a este. Lo miré boquiabierto ¿Es que quería que nos mataran o qué? Miré hacia el cielo viendo como aquellas máquinas esperaban alguna reacción de su parte y al no obtenerla, volvían a cargar sus armas con un clic.

-¡Papi, por favor!-chillé con todas mis fuerzas. El pánico me había imposibilitado incluso de sentir el frío cortante que se levantaba de aquellas máquinas.

Justo en ése instante se volvió sonriendo más que nunca y me miró de una manera que me heló la sangre en las venas más que la nieve misma. Sin decir una palabras, me tomó con fuerza de los hombros y me arrojó hacia donde unos minutos antes había apoyado su oreja. Grité con todas mis fuerzas cuando la nieve debajo cedió y empecé a caer por un hoyo negro, no veía nada pero de algo estaba seguro: Iba a morir. Era una caía bastante alta. Cerré los ojos y me preparé para el impactó final…qué nunca llegó. Fui a darme de lleno contra una red de nylon pero se sintió como si me hubiera dado con asfalto. Tosí con fuerza cuando sentí que al aire salió disparado de mis pulmones y empecé a ahogarme ahí mismo, justo como aquel día en el río. “Respira, ¡Respira!” me exigía soltando gruesas lágrimas y seguro de que si no volvía a tomar aire moriría ahí mismo y no quería morirme. Otro impacto a pocos centímetros de mí me hizo saltar de nuevo en la red, como un pez recién sacado del agua. Era papi y él también parecía sentir ésa horrible sensación pero le tomó menos qué a mí recobrarse. Al instante se echó a reír y lo miré tan aterrado. Era como si no se fijara en nada, como si no hubiésemos estado a punto de morir dos veces en un mismo día.

-Malditos ingleses, ni muerto me tendrán.-dijo después de unos minutos.

Se arrastró por la red y bajó de ella ágilmente. Mi papi nunca me había parecido tan habilidoso, pero ahora que lo veía me daba cuenta de que así era. Fui directo a un botón y el mismo hoyo por el que habíamos entrado pareció agarrar seguro.

-¿Viene o qué? ¡Date prisa!-rugió, siendo el mismo de siempre.

Como pude empecé a avanzar por aquella red, pero me enredaba y me era muy difícil avanzar con lo mucho que se movía. Empezaba a marearme.

-Mierda, Mail ¿Es qué acaso no puedes hacer nada bien? ¡Eres igual de estúpido que tu madre!-gruñó, ayudándome de mala gana.

Me sorprendí, ya era la segunda vez que la mencionaba en el día. Eso era muchísimo más de lo que lo había hecho durante toda mi vida. De nuevo volvió a tomarme del brazo.

-Deja de tiritar ¿Quieres? No quiero escuchar tus castañeteos.-se quejó, poniendo los ojos en blanco.

Me pregunté cómo era qué conocía ése lugar en el qué estábamos tan bien: A pesar de estar a oscuras, él parecía saber exactamente hacia dónde dirigirse y qué pasillo tomar. Yo era bueno memorizando cosas con echarles sólo una mirada, pero era pésimo orientándome. Y aquel lugar era literalmente un laberinto. Me fijé con detenimiento en las pocas cosas que mi visión captaba. Eran palabras, en inglés. Área experimental, desarrollo del suero, pruebas era lo que podía leerse encima de cada compuerta oxidada. “Qué extraño” pensé frunciendo el ceño: ¿Qué era aquel lugar? ¿Por qué nunca lo había visto? ¿Qué tenía qué ver papi con él? Hasta el momento nada parecía tener sentido alguno. Me mordí la lengua para no preguntar, pero la verdad es que entre más avanzábamos más curiosidad sentía. Parecía un lugar abandonado de hacía años, podía sentirse en el olor a humedad y hierro oxidado además de que había cientos de cosas rotas y desparramadas por el suelo, como si una catástrofe hubiese arrasado con él. Caminamos tranquilamente durante bastante rato. Papi ya no me apretaba el brazo pero tampoco mediaba palabra alguna y eso me ponía incómodo: Aquel lugar tenía un aire tenebroso y usualmente escuchar algún ruido familiar me tranquilizaba. Decidí tararear un poco pero una mirada por encima del hombro de papi me hizo desistir de ello. Seguimos andando, adentrándonos cada vez más en aquel laberinto hasta que un estruendo disparó mi corazón de nuevo y me aferré con fuerza cintura de papi ¿Y si aquel lugar de desplomaba? ¿Y si moría aplastado? ¡Era una muerte demasiado horrenda! ¡Prefería mil veces morir congelado que así! Papi estaba en el más profundo estado de inmovilidad, con sus ojos escudriñando la oscuridad.

-Papi…-me tapó la boca de nuevo y me apretó contra él. Me pregunté si eso era bueno y incluso todavía más malo.

Otro estruendo. Y otro. Y otro más le siguieron al primero y cada vez aquel lugar me parecía más y más inestable. Estaba seguro…no, estaba segurísimo de que iba a morir aplastado por todo aquel metal encima de mi cabeza. Me aferré más a mi papi, era mi forma de despedirme. Justo en ése instante empezaron a resonar por todo el lugar cientos de pisadas, muchísimas pisadas cuyos ecos resonaban de todos lados.

-Mierda, mierda, mierda… ¡Mierda!-rugió mi padre y sentí el leve temblor en la mano que cubría mi boca.

Me tomó así y como estaba y de nuevo hecho de correr, moviéndome como si de un costal de plumas se tratase. De pronto las luces de todo aquel lugar empezaron a encenderse cegándome por leves segundos levemente y podría apostar que también a papi, pero siguió corriendo como si nada. Me pregunté si moriríamos aquí y qué estaba pasando, pero como siempre supe que no iba a recibir respuestas y moriría en la curiosidad. Los pasos se escuchaban cada vez más cerca y no sabía cuánto más podríamos seguir adentrándonos en aquel lugar hasta ser acorralados como un pequeño ratón, por más que papi conociera el sitio. Empezaron a escucharse voces y más pasos y supe que eso no estaba muy lejos de pasar hasta que llegamos a un lugar muy diferente del resto: Este estaba en perfecto estado. Era una especie de cámara, llena de artefactos que nunca antes había visto y toda blancuzca. Papi me dejó en el suelo y abrí los ojos como platos contemplando todo aquello ¿Qué era? ¿Por qué no estaba destruido como el resto del lugar? De hecho, hasta parecía haber sido usado recientemente. Mi padre se acercó a un artefacto con una pantalla planísima y me pareció a mí que era una computadora pero no tenía nada qué ver con la que teníamos en casa. Empezó a teclear comandos en una secuencia de códigos de forma arrebatada, sin despegar los ojos ni un segundo de aquel artefacto. La miré aterrado, escuchando como los ecos de todos aquellos pasos llegaban de todas direcciones, haciéndome sentir que en cualquier momento atravesarían la compuerta. Una puerta de acero brillante y gruesísima de abrió de pronto y atrajo mi atención. Papi se acercó, dejando salir toda la gélidez de aquel lugar y sacó una pequeña bandeja. Lo miré con mucha atención ¿Había logrado hacer eso sólo usando la computadora? Uau. Se acercó a mí lentamente y sus ojos eran fríos, me hacían temblar con sólo una mirada. Se arrodilló hasta quedar a mi altura y se me olvidó incluso como respirar.

-Mail, cielo… sabes que papi te quiere mucho ¿Verdad? Y que no dejaría qué nadie te hiciera nada malo ¿Cierto?-dijo con un tono suave y calmo, que en lugar de tranquilizarme alteraba más mi corazón.

Conseguí asentir pero sentía mis piernas temblorosas, a punto de desfallecer. Tragué grueso y me armé de valor para preguntar:

-¿Por qué está pasando todo esto papi? ¿Quiénes son ésas personas? ¿Qué buscan?-le dije con un hilillo de voz.

-Ssssh. Tranquilo mi vida, entre menos sepas será mejor…créeme. Ahora, necesito que hagas algo por papi ¿Sí?-me dijo acariciando mi rostro con dulzura, pero sus dedos fríos me arrancaron un respingo.

Asentí débilmente y sentí las lágrimas mojar mis ojos nuevamente. Él sonrió complacido y la sensación de que algo muy malo iba a pasar, no dejaba de martillearme el pecho.

-Muy bien, Mail. Necesito que te tomes esto, nada más. Sencillo ¿No?-dijo y me enseñó la bandeja, donde descansaba un objeto pequeño, brillante y de forma ovalado.

Lo tomé con manos temblorosas y me sorprendió su textura suave y gelatinosa. La observé con cuidado: Su color azul era brillante e hipnótico…parecía bastante inofensiva pero la expresión de mi padre me daba a entender que quizá no fuese así.

-¿Qué hace?-le susurré, mirándole fijamente a sus ojos miel. Él resopló y vi como empezaba a impacientarse, al tiempo que se escuchaban pasos cada vez más cerca.

-Ya te lo dije, Mail: Entre menos sepas, más seguro estarás. ¿Acaso no soy tu padre para qué desconfíes de mí?-dijo y por un segundo, vi sus ojos dolidos. Me sentí culpable.

-Confío en ti, papi. Lo haré.-le dije firme. Mi papi era a la única persona qué tenía, la única persona que me quería aún a su manera y la única persona que me había protegido.

-Muy bien. Entonces tómatela, no tenemos mucho tiempo.-me dijo sonriendo y empujó levemente mi brazo, incitándome a tragarme aquella cosa de inmediato.

Respiré hondo y cerré los ojos, tomándome mi tiempo para inspirarme valor a mí mismo. Los abrí y miré de nuevo aquel pequeño objeto en mi mano…demasiado pequeño para hacerme daño, iba a estar bien me dije a mí mismo.

-¡Trágatela ya!-rugió papi y me sobresalté. Me topé con sus ojos nuevamente enloquecidos y atravesándome casi como dagas. Resopló y me tomó de los hombros con firmeza-Lo siento, Mail. Lo siento…sólo haz lo que te digo de una buena vez ¿Sí?

Limpió mis lágrimas con un tanto más de rudeza de la necesaria pero asentí. Volví a tomar aire y me zampé aquella cosa a la boca, que de inmediato de tornó amarga. Quise escupirla pero al parecer el vio mi intención.

-Ni se te ocurra. Entre más rápido te la tragues, más rápido se irá el sabor. Ahora ¡Hazlo!-volvió a ordenar.

La empujé hacia dentro y justo en ése instante, literalmente, la habitación explotó dándole paso a cientos de…no sabría decir bien qué eran porque en mi vida los había visto, pero portaban unas enormes cosas puntiagudas en sus manos y sus ropas eran iguales: En colores azules, que contrastaban perfectamente entre ellas.

-¡Quieto! ¡Aléjese del niño!-gritó con voz potente uno de ellos, y de inmediato cinco hombres de abalanzaron sobre papi. Ingleses.

En el momento en que esbocé el grito aterrado, aquella cosa terminó de bajar por mi garganta. Los ojos de mi padre con cara aplastada contra el suelo, brillaron y su risa fue lo único que se escuchó en todo el lugar. Aquellas personas nos tenían rodeados y nos apuntaban con aquellas cosas puntiagudas.

-¡Imbéciles! ¡Han llegado demasiado tarde!-dijo y de nuevo estalló en otro ataque de risas.-¡Su única prueba está a punto de morir!

Todas las cabezas se voltearon hacia mí y me quedé helado, sintiendo como la sangre escapaba de mi rostro. Pasaron tres segundos de profundo silencio a excepción de las risas de mi padre que aún no lograba comprender.

-¡El niño! ¡Le ha hecho daño al niño!-gritó uno de ellos, con pánico palpable en su voz. Acercó su dedo a su oído y habló-¡L encontramos al niño pero creo que Akseli le ha hecho algo!

“¿Acaso está loco? ¿Por qué habla solo?” pensé, viendo como gritaba y nadie parecía responderle. Qué gente más rara eran aquellas. Mis piernas flaquearon y me precipité al suelo. “¿Qué…?” pensé y de pronto sentí como mis músculos de ponían rígidos uno a uno, sentí cómo mis pulmones se hinchaban a punto de estallar y le impedían el paso al aire. Empecé a sudar frío, todo a mi alrededor empezó a dar vueltas y todo lo que oía eran ésas horribles carcajadas. Su única prueba está a punto de morir había dicho papi, ¿Acaso se refería a mí? No. No podría hacer algo así, no podría…haberme matado. “Entonces, ¿Qué es lo que le pasa a mi cuerpo?” no encontraba las respuestas qué quería. Estiré mi mano que se sacudía con espasmos violentos, todo yo empezaba a sacudirme con violencia…

-Papi…-fue lo último que dije antes de que todo se volviera negro y un par de zapatos gastados se pararan frente a mi rostro.

No fui consciente de nada más.

 

 

Notas finales:

Yeeiii qué tal? Les gustó o soy un asco total y debería dedicarme mejor a vender tomates?? Hahahaha, espero sus reviews y de antemano gracias por leer :3 y recuerden: Digan no a las drogas a menos qué sepan qué son ok? :B Besos!!


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