Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

SOMOS UNO por Caroshii

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Espero que lo disfruten, por lo menos yo disfruté mucho escribiendo esto. Osea, no lo disfruté pero si que estuve inspirada. Ojalá les guste.

Notas del capitulo:

Bueno, hacía rato que quería escribir un Reituha, así que m llegó un momento de lucidez y pues... ¡se escribió solo! De verdad espero que les guste^-^

Nunca supe en qué momento me hice indispensable para él, pero bastaba con ver que su cara de eterna tristeza cambiaba a una sonriente y más alegre al verme para darme cuenta de que sin mí, él no era nada.

 

— ¡Aki!—sonreí mientras lo veía correr emocionado hacia mí con los brazos extendidos, de hecho, los míos también estaban en esa posición, esperando pacientes a que mi castaño llegue hasta mí.

—Buenas tardes Shima—terminó de llegar hasta mí y nos fundimos en un apretado y, a la vez, tierno abrazo.

—Te extrañé mucho, ¿Por qué no venías?—desenterró su hermoso rostro de mi cuello con sus ojos completamente brillantes reteniendo el llanto y con un puchero de lo más adorable.

—Tenía trabajo, lo siento—me disculpé acariciando su suave cabello— ¿Te has estado tomando todas tus pastillas?

—Sí…—vi su puchero acrecentarse mientras fruncía el ceño sin dejar de mirarme—me amenazaron con no dejar que te vea otra vez si no me los tomaba. Entonces yo tuve que tomarlas porque no quiero que Aki me deje. No me vas a dejar ¿Cierto?

—No, no te voy a dejar nunca—le sonreí para tranquilizarlo—pero no es necesario que te amenacen para que te tomes las pastillas, deberías tomarlas por ti mismo sin necesidad de que te obliguen—lo regañé, necesitaba hacerlo. Aunque no fui rudo, nunca podría serlo con mi querido Shima.

—Lo sé, pero es que son horribles—sacó la lengua y arrugó la nariz en un gesto de asco haciéndome reír.

—Pero tienes que tomarlas si quieres estar bien—repliqué apretando su oreja con suavidad.

—No voy a estar bien…—susurró bajando la mirada algo ensombrecida. Se tomó su tiempo y volvió a alzar la vista, ahora completamente alegre, esa que siempre mostraba cada vez que me veía—Vamos, tenemos que aprovechar el día.

 

Me tomó de la mano y me tironeó mientras me hablaba de todas las cosas que había hecho mientras yo no estaba. Llegamos al frente de un pequeño lago y nos sentamos en el césped, a los pies de un florido árbol.

 

—La enfermera me dijo que estás participando muy enérgico en las actividades de grupo que organizan.

—Sí, me hice amigo de un chico que es de nuestra edad. Me entretengo mucho con él cuando tú no me puedes venir a ver—buscó mi mano y entrelazó nuestros dedos—a él no lo vienen a ver, siempre está muy triste porque su madre solo lo visita en navidad—contó melancólico.

— ¿Lleva mucho tiempo aquí?—pregunté sorprendido.

—Sí, Taka dijo que ya está pasando por el sexto año desde su ingreso—quedé con los ojos bien abiertos debido a la sorpresa que me causó.

— ¡¿Seis años?! Entonces eso quiere decir que tu amigo está ingresado aquí desde que tiene diecinueve—comenté preocupado.

—Sí, dijo que le detectaron la enfermedad en un chequeo rutinario y que después de eso su madre evita acercarse a él por miedo al contagio—lo vi cabizbajo. No era de sorprenderse que algunos ignorantes no comprendan que el cáncer no es contagioso y que no hay manera de que lo contraigas por pasar tiempo con el enfermo. Pero no era solo eso… debía ser muy triste para él que nadie lo visite—Pero tú nunca me dejarías solo por eso ¿no es así, Aki?—me miró atento esperando una respuesta satisfactoria de mi parte.

—No, Shima. Yo nunca podría dejarte, eres lo más importante que tengo—lo abracé por los hombros y lo empujé con delicadeza contra mí.

—Te amo, Aki. No podría vivir sin ti—cerró los ojos disfrutando del contacto que le producía mi mano acariciando su brazo.

 

Se quedó dormido al poco rato y yo lo moví para que esté más cómodo. Suspiré viendo su linda carita de paz, sus rasgados y calmados ojos sin maquillar, sus graciosos y curiosos labios, su cabello castaño siendo apartado de su rostro delicadamente por mi mano libre, su perfecto cuello y su traje color celeste distintivo de los ingresados en ese hospital.

 

Me daba pena verlo así, sin poderlo ayudar a pasar su enfermedad, con ese traje tan común y que él tanto odiaba, pero que con el que hace un tiempo había aprendido a convivir. Mi único consuelo era que nunca lo había abandonado ni rechazado, siempre fiel a su lado. Contrario a lo que hizo su madre al enterarse de que a él no le gustaban las niñas, siendo echado de su casa y teniendo que refugiarse en el único amigo que no le había dado la espalda al enterarse de su condición. En ese entonces ambos teníamos dieciséis años. Fue ese mismo tiempo en el que mi madre no pudo soportar tener a un homosexual bajo su mismo techo y lo echó a la calle al enterarse de su situación. También fue en ese entonces en el que yo me fui de mi casa para que Shima y yo podamos irnos a Tokyo. Por supuesto que ambos dejamos el colegio, su madre ni se molestó en buscarlo y mi madre dejó de insistir al poco tiempo. Ambos nos pusimos a trabajar, él como vendedor en una tienda cerca del piso que habíamos arrendado para vivir y yo en una mecánica como asistente. Fueron meses duros, pero con el paso del tiempo pudimos estabilizarnos. Pasaron dos años y Shima comenzó a decaer, así que lo más lógico fue llevarlo a una consulta. Lo mandaron a hacer chequeos y algunos escáner. Esperamos pacientemente los resultados y cuando nos enteramos, se nos cayó el mundo encima. Nos explicaron que para ello no había cura y que lo mejor y más responsable era internarlo en un hospital para estabilizarlo mejor por si sufría alguna recaída. Avisamos a su madre y ella solo se apareció para firmar los papeles y desaparecer, para ella Shima ya no existía y eso lo destrozó, estuvo algún tiempo sufriendo por eso. Yo lo visitaba cada que podía, había que pagar la internación y gracias al cielo aumentó mi sueldo al haberme hecho un muy buen mecánico aprendiendo de lo que veía a diario. Yo era su todo y él era mi mundo, mi vida.

 

Despertó después de unos cuarenta y cinco minutos completamente desorientado mirando a su alrededor. Me miró y le sonreí, él simplemente me devolvió el gesto.

—Buenas tardes.

—Buenas… lo siento, me quedé dormido—se frotó los ojos aún con la voz media adormilada.

—No te preocupes, la enfermera dijo que las pastillas te hacían tener más sueño.

—Debiste haberme despertado, perdimos tiempo para estar juntos—me espetó algo apenado.

—Me contento con estar así, abrazándote—me incliné un poco y le di un pequeño beso en la comisura de los labios, me sonrió sonrojándose.

—Tonto…—se quejó golpeándome débil en el pecho.

—Lo siento, se me antojaba—me excusé, aunque no me arrepentía ni un poquito, ver su sonrojo me hacía derretir de ternura.

—Si haces eso mi cara se pone muy roja y aquí—se señaló el pecho—se acelera tanto que siento que mi corazón va a salir corriendo—mi Shima siempre había sido muy expresivo y conmigo nunca se guardaba las cosas que sentía o pensaba. Yo lo conocía todo de él y él lo conocía todo de mí, era así desde siempre.

—Shima—lo llamé y él me enfrentó nuevamente con la mirada que había bajado tratando inútilmente de esconder su rostro. Me volví a inclinar a él y, esta vez, le di un beso un poco más profundo, pero a la vez suave—te amo—lo vi asentir tímido.

— ¿Vas a estar conmigo hasta el final?—preguntó de repente.

—Claro, por siempre y para siempre— dije levantando mi dedo meñique y entrelazándolo con el de él.

—No quiero que estés conmigo por siempre—quitó el dedo que yo había entrelazado con mi meñique y escondió su mano bajo la otra—no quiero que mi Aki esté conmigo siempre. Yo quiero que sea feliz y que conozca a otra persona con la que pueda pasar el resto de su vida—quise creer que era una broma, pero tenía una mirada muy determinada y segura, la misma que había visto cuando me dijo que me amaba por primera vez, la primera vez que nos hicimos uno.

—Yo…no puedo, Shima—me separé de él mirando hacia mis manos que descansaban sobre mis piernas.

—Tienes que poder—me retó con voz firme—Hazlo por mí—Suplicó por último.

— ¡Que no, Shima!—Estallé mirándolo, con lágrimas desbordándose de mis ojos—No puedo prometerte eso. Tú eres mi vida, sin ti mi existencia no tiene sentido.

—Me muero, Aki—musitó colocando una mano sobre mi mejilla y limpiando inútilmente mis lágrimas porque al instante volvían a caer más.

— ¡No! ¡Me niego a aceptarlo!—parecía fuera de mí, estaba desesperado.

—Es verdad. Los doctores se pusieron a hablar en la sala creyendo que estaba dormido. Dicen que lo único que pueden hacer por mí es hacer que sienta menos dolor mientras me deterioro—su precioso rostro estaba también anegado en lágrimas. Ambos frente a frente, resistiendo nuestras miradas cargadas de pena y de amor.

—Sin ti no soy nada—susurré afianzando su rostro entre mis manos—no puedo concebir una vida sin ti en ella.

—Aprenderás—cerró sus manos en torno a mis muñecas, correspondiendo a las caricias que le daba mientras limpiaba sus lágrimas que, a diferencia de las mías, habían amainado levemente—Eres fuerte y sé que con esa misma fuerza que usaste para dejar a tu madre por mí, podrás encontrar a la persona indicada para ti, alguien que te haga sentir completo y que pueda estar contigo el resto de tu vida.

—No quiero a alguien más, te quiero a ti. Dejé a mi madre porque para mí tú eras lo más importante, no ella. Tú y solo tú.

—Promete que serás feliz—insistió.

 

Mis lágrimas se intensificaron y comencé a sollozar. Él me acurrucó entre sus brazos y me meció hasta que me calmé, hasta que ya no pude derramar una sola lágrima. Tenía que concientizarme; él se iría de mi lado y no volvería jamás, pero es que era muy difícil, desde que tengo memoria ese chico ha estado ligado a mí, desde que soy consiente, él ha sido lo único que he necesitado.

 

Me erguí nuevamente y coloqué su delicado y delgado cuerpo entre mis piernas, reposando su espalda en mi pecho y abrazándolo de la cintura, entrelazando mis dedos sobre su abdomen. Estuvimos lo que restó de tarde ahí, charlando y riendo, contando nuestras anécdotas y recordando melancólicos el pasado. Cuando iba a anochecer apareció la enfermera diciéndome que la hora de visitas había terminado. Kouyou me fue a dejar hasta la recepción y nos despedimos con un pequeño beso en los labios y conmigo prometiéndole que aparecería al día siguiente al finalizar mi jornada de trabajo.

 

~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~

 

Había pasado un mes y yo iba sonriente al saber que iría a ver a mi Shima al hospital. En mi mano derecha colgaba una pequeña bolsita con pastelillos de chocolate que, según las palabras del propio Shima, le encantaban a él y a su nuevo amiguito, el cual me había sido presentado por Kouyou un día hace ya dos semanas.

 

Entré saludando al personal que ya conocía de sobra al pasar tanto por ahí y me dirigí a la habitación de mi querido y amado Shima. Entré sin llamar y me lo encontré sentado en una silla al lado de la ventana que daba a la calle.

 

—Buenas tardes—susurré en su oído depositando un pequeño beso en su mejilla. Él volteó a verme. Tenía una cara muy pálida que se había estado blanqueando con el paso de los días, ya no estaba tan animado ni con energías.

—Hola, Aki—enroscó sus brazos en mi cuello y tiró de mí para besarme en los labios.

—Te traje pastelillos para ti y para Takanori. Las enfermeras dijeron que le había gustado mucho el pastel que le traje hace unos días—le extendí la bolsita y la puse sobre sus piernas.

—Gracias. Vino muy emocionado a contarme e incluso me ofreció la mitad para que no me ponga celoso. Se sorprendió mucho cuando le mostré mi plato de pastel acabado—rió débil y sacó un pastelillo de la bolsa, comenzando a comer de él.

— ¿Cómo has estado?—le saqué una mordida al pastelillo que me había extendido.

—Bien… un poco más cansado de lo normal. Los doctores dijeron que era normal, que era efecto de las nuevas pastillas y que no me preocupara demás.

— ¿Quieres ir a pasear?—ofrecí tratando de desviar el tema. Sabía que Shima ya tenía conocimiento de lo que realmente pasaba, pero los doctores habían querido taponearle la verdad para no estresarlo.

—Sí, hoy no he salido de aquí—busqué la silla de ruedas y lo subí con extremo cuidado.

 

Comenzamos a andar por los pasillos, claro que él podía caminar, pero era un sobreesfuerzo y su cuerpo ya no resistía tanto. Charlábamos ambos con una gran sonrisa en el rostro mientras saludábamos a todos los internados, a los cuales yo iba conociendo de a poco ya que no podíamos salir mucho afuera a nuestro lugar de siempre. Fuimos a la habitación de Takanori y lo encontramos sentado en su cama y leyendo un libro.

 

— ¡Buenas tardes!—saludé enérgico, él parecía tan enfrascado en su lectura que no se había percatado de nuestra presencia, así que dio un respingo mirando hacia la puerta.

—Hola Shima, Aki—dejó el libro que yo le había comprado bajo la almohada y fue a saludarnos a ambos de un abrazo.

—Te trajimos un regalo—dije haciéndome el interesante.

—Toma, son de parte de Aki y yo—Shima le extendió la bolsita con la mitad de los pastelillos, ya que habíamos dejado la otra mitad en el cuarto. Takanori miró el contenido de la bolsa muy emocionado.

— ¡Gracias!—nos sonrió gratificado mientras sacaba un pastelillo y se sentaba en su cama para comer. Nosotros pasamos y nos colocamos  al lado de la cama, yo sentado en una pequeña silla y Shima a mi lado.

—Agradécele a Shima. Él me dijo que te gustaban, por eso son de parte de ambos.

 

Nos pasamos lo que restó de tarde en el cuarto de Takanori, charlar con él era divertido y mi Shima sonreía mucho más cuando estaba con él. Por supuesto, como siempre, llegó la enfermera a cargo de nuestro nuevo amigo a decirnos que ya no era horario de visitas, así que fui a dejar a mi castaño a su cuarto y me despedí de él con un pequeño beso prometiendo ir al día siguiente y diciéndole, como todas y cada una de las veces, lo mucho que lo amaba.

 

~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~

 

Otra vez caminaba sonriente por el hospital, rumbo al cuarto de mi precioso y perfecto Shima, esta vez, con un pie de limón en las manos.

 

Mi sonrisa se congeló al ver a muchos doctores y enfermeras corriendo de aquí para allá entrando y saliendo del cuarto de mi vida. Me acerqué temeroso pero apresurado para ver lo que sucedía y la escena que encontré me dejó perplejo, dejando caer lo que llevaba en mis manos al suelo: Shima, MI Shima estaba con el pecho desnudo y con un doctor sobre él dándole electrochoques mientras le indicaba a la enfermera que aumente la intensidad de rato en rato. Pero eso no era lo peor, claro que no. Lo peor estaba en que estaba conectado a unas agujas que daban a una maquinita que muestra las pulsaciones y que esta pitaba igual que cuando ya no se sienten  los latidos.

 

Me desesperé totalmente. Entré corriendo y un par de enfermeros me detuvieron antes de llegar a tocar el cuerpo de mi amor. Miraba impotente cómo todo lo que hacía el doctor para revivirlo fallaba olímpicamente mientras no dejaba de llorar y gritar que por favor me devuelvan a mi Shima y que no dejen que se vaya, además de gritarle al propio Kouyou que por favor despierte y lo mucho que lo amaba. Tras unos diez minutos en lo que nada pasaba se dieron por vencidos, de seguro llevaban más tiempo tratando de revivirlo y yo había llegado después de mucho rato. Estaba teniendo un ataque de pánico horrible y me costaba demasiado respirar, trataba de zafarme con todas mis fuerzas de esos grandulones para ir y zarandearlo para que reaccione. Una enfermera se interpuso en mi camino y me inyectó en el brazo. Dejé de sentir mi cuerpo y de repente todo era negro.

 

~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~

               

El funeral fue de lo más deprimente que hubo. Algunos familiares de Shima se aparecieron para despedir el cuerpo a pesar de que no habían mantenido contacto con él en mucho tiempo. Su madre y la mía aparecieron solo un par de horas y ni nos dirigimos la palabra, yo no estaba preparado para hablar aunque ellas insistían. Asistió Takanori, obviamente acompañado de una enfermera y trató de reconfortarme, aunque eso era imposible. Volví a casa cuando todo había terminado y me dejé caer en mi cama, llorando a raudales, ahogando mis sollozos con la almohada.

 

Seguí visitando de vez en cuando a Takanori, continué llevándole cosas para comer y pasar el rato. Él siempre hacía alusión al poco cuidado que estaba teniendo con mi cuerpo, es cierto: ya no me preocupaba de peinar mi cresta por lo que mi cabello caía hasta un poco más debajo de los hombros al no cortármelo siquiera, mi ropa estaba sucia ya que no tenía ánimos para lavarla y estaba más delgado al olvidar comer de vez en cuando.

 

Recordé la promesa que Shima me había querido obligar a hacer y que al final no tuvo respuesta, sonreí triste mientras no dejaba de mirar una y otra vez una foto en la que estamos ambos felices y sonriendo. Abrí la llave del baño y regulé el agua mientras iba a la cocina por un cuchillo. Me sumergí en la bañera una vez estuve desnudo y comencé a recordar pequeños momentos con mi pequeño y frágil Kou. Recordé cuando me dijo que era homosexual.

 

<<—Aki…

— ¿Qué pasa?

—Tengo que contarte algo.

—Vamos, no tengas vergüenza, somos amigos ¿No?

—Sí… lo sé. Es que es un tema delicado.

—Haber, cuéntame.

—Pues… me gustan los chicos.

— ¡¿Qué?!

—Sí, eso. ¿Seguirás siendo mi amigo después de saber esto?

—Sí, no me importa si te gustan las tetas o el pecho plano.

— ¡Oye!

—Auch… pero si te estoy siendo sincero.

—Gracias, te quiero Aki.

—También te quiero, Shima. >>

 

            Se sintió muy bien al haber sido el primero en enterarme, debía ser algo sumamente importante y yo no pude sentirme más privilegiado. Pero bastó con que un curioso hubiese oído la conversación tras la puerta del aula en la que nos encontrábamos para que todo el colegio se entere del secreto. Desde que a unos idiotas brabucones se les ocurrió ponerle falda a mi Shima no me volví a separar de él, lo defendí de todos y no me importó en ningún momento los rumores que se crearon acerca de mí y él. Recordé el momento en el que ambos huimos a Tokyo.

 

<<—Mamá no me quiere.

—No digas eso, es solo que no lo comprende.

—No tienes que hacer esto, tú no estás en la misma condición que yo, tú no debes dejar tu casa, a ti no te echaron.

—No, pero no quiero que estés solo.

—No te quiero arrastrar conmigo.

—No Shima, no lo hago por compromiso, de verdad quiero hacerlo.

—Gracias…>>

 

Lo más gracioso de eso era que yo tenía novia, no me gustaban los hombres para nada, pero la dejé abandonada por él y hasta el día de hoy no me arrepiento. Otro recuerdo muy memorable fue cuando mi Shima se me declaró, llevábamos un año viviendo juntos para ese ENTONCES.

 

<<—Aki…

— ¿Qué? ¿Tienes frío?

—Sí, no puedo dormir.

—Ven a acostarte conmigo. Acurrúcate contra mí.

—Estás muy tibio. Gracias por abrazarme.

—Así tu cuerpo se va a calentar más rápido.

—Aki.

— ¿Mmh?

—Te amo.

—Yo también te amo, Shima.

—No entiendes… no es ese tipo de amor.

— ¿A qué te refieres?

—Te amo, te amo como una persona ama a la otra, no como amigos. ¿Entiendes?

—Entiendo…

— ¿Estás enojado?

—No, creo que yo también te amo… Espera, ¿Por qué lloras?

—Estoy feliz porque Aki me ama.

—Tranquilo, estoy contigo. >>

 

Fue muy gratificante saber eso. Nunca me había gustado un chico, pero cuando él se me declaró sentí mi interior removerse, entonces lo supe; yo lo amaba también, era por eso que dejé todo para seguirlo, desde ese entonces él era mi mundo. Esa noche ambos nos unimos, fue la primera vez para ambos, aun así pude ser delicado para él y darle todo el amor que necesitó en ese momento. Después, al momento de culminar nuestro acto, él terminó dormido sobre mi pecho, así como todas las noches desde aquella. También recordé el instante en que supimos que Shima tenía un cáncer terminal.

 

<<— ¿Qué voy a hacer Aki?

—Debes seguir adelante, tienes que ser fuerte.

—Es… es difícil.

—Vamos, no llores. Te ves más lindo cuando sonríes.

—Pero si tú también estás llorando Aki.

—Ya verás que todo va a pasar, a lo mejor todo es una confusión.

—No… esto no me puede estar pasando.

—Sshh… tranquilo Shima, yo estoy aquí, a tu lado.

—Gracias Aki, te quiero>>

 

Visité a Shima cada vez que tuve tiempo. Fue muy difícil su ingreso, pero tenía que pagar grandes cantidades para los medicamentos diarios y los escaneos que le hacían a su cuerpo, así que me esforcé el doble en mi trabajo para que aumenten mi sueldo y así poder mantenerlo ahí adentro. La primera visita ambos lloramos, pero con el tiempo nos adaptamos a ese estilo de vida.

 

Tomé el cuchillo e hice dos cortes; uno en mi muñeca izquierda y el siguiente en la muñeca derecha, ambos lo suficientemente profundos, ambos acompañados de un pequeño siseo de mi parte. Me acosté mejor en la bañera y cerré los ojos, esperando a que la magia se haga sola. En un rato estaría fuera de este solitario mundo… en unos momentos estaría nuevamente al lado de mi Shima. Me aseguré de haberme despedido de Takanori, por supuesto no le dije lo que haría, sabía que no me lo perdonaría jamás, pero para compensarlo le dejé todo el dinero que no ocupé en estos meses en su cuenta de ahorro, así cuando salga podría comprar todos los pasteles de chocolate que quisiera, porque sí, su tipo de enfermedad sí tenía cura, él sí podría salir de ahí. Le dejé una carta con su enfermera, de seguro en estos momentos ya la habrá leído, pero ya sería tarde, no había marcha atrás.

 

Sentí mi cuerpo completamente debilitado y mis brazos entumidos… era la hora, lo presentí. Sonreí por última vez a la nada dejando caer mi cabeza en los costados de la bañera.

 

—Shima…

 

Sentí mi corazón agitarse al igual que mi respiración, una fuerte punzada en mi cabeza y después… después no había nada. Al fin podía ver a mi Shima, sonriéndome y corriendo hasta mí con los brazos extendidos, esperando poder hundirse en mi pecho como todas las veces.

 

Al fin estaba completo, volvíamos a ser uno.

Notas finales:

¿Y? ¿Qué les pareció?

Debo admitirles que lloré escribiendo esto -Sí, me pasa a veces-. No sé si fue que encerio estuvo triste o que yo estaba muy sensible, pero gracias a eso escribí eso muy inspirada, es más, estoy segura que no detuve mi escritura en ningún momento más que para ir por papel para limpiarme las lágrimas:3

Bueno, espero sus comentarios para saber qué les pareció lo que escribí. Saben que las críticas y los halagos siempre son bien recibidos y no muerdo ni ladro así que es seguro escribirme:D

¡Besos y abrazos a todos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).