En una escuela de música en Inglaterra se escuchaba la suave melodía del piano, una melodía triste, nostálgica, que dentro de esta relata una historia que le desgarraría el alma a todo aquel el que la oye.
Una mujer llamada Elizabeth Yovana Kelpie Discua, era la maestra de historia de la escuela de Música y Artes, EL DESTINO a ella le fascinaba la historia de los músicos y artista (pintores) puesto que cada una tenía un encanto en particular según ella, los periodos en las que dichos artistas se desarrollaron eran épocas muy interesante, ya que la música o el arte que creaban era acorde al ambiente en el que se crearon así que, está de más decir que eso había que estudiarlo para saber la manera en que pensaban o lo que sentían al realizar sus piezas de arte, o eso es lo que trataban de hacer.
Elizabeth había terminado de impartir las clases del 2 bloque y estaban en receso así que salió al patio de la escuela, La Escuela es famosa por su calidad e historia que tenía, es una escuela cara de elite, además de que es una escuela muy hermosa e increíblemente grande, la propiedad le perteneció a un duque. El Duque Antonio Mars. Amante de la música, que se empeñó en que antes de morir, quedara como legado un lugar, donde según el, se formaran grandes artistas, y dicho lugar resulto ser su castillo, en una de las propiedad más grandes que tenía no muy lejos de la ciudad. La escuela fue agarrando estudiantes de familias nobles, y poco a poco fue obteniendo fama, y fue reconocida por la indudable calidad de enseñanza que ofrecía, pero si bien ellos ofrecían calidad también exigían la más alta dedicación de los estudiantes para permanecer ahí , la escuela EL DESTINO es una escuela estricta pero con una gran calidad de enseñanza .
Elizabeth es una excelente maestra que es estricta con los estudiantes, seria en el trabajo y recta en su vida laboral como persona. Ha estado enseñando en la escuela desde que termino la universidad, ya que un profesor mando una carta de recomendación de ella a la escuela sin su consentimiento, pero al final se dio la oportunidad puesto que no estaba para nada mal, y ella ya había considerado la escuela EL DESTINO solo que en ese entonces sabiendo que clase de escuela era, estaba insegura de si la aceptarían o no, sin embargo ahora está enseñando en esa misma escuela como profesora de la historia del arte y música, y tiene que admitir que le fascina su trabajo.
Mientras Elizabeth caminaba por el patio trasero de la escuela se dio cuenta de que faltaba poco para que tocara el timbre, pero se despreocupo puesto que su siguiente clase seria dentro del 3 periodo del 3 bloque, al mirar enfrente se deleitó por los hermosos rosales que hacían cuatro caminos distintos para llegar a un pequeño invernadero en el que ella ya sabía, había un piano de media cola negro.
Tentada a caminar hacia el invernadero, mientras observaba como mariposas de distintos colores revoloteaban a su alrededor para llegar a su respectiva rosa, de alguna manera ella al pensar en cómo se veía toda esa escena pensó con una sonrisa, que no existía mejor fantasía hecha realidad que esa que estaba viviendo ella.
Al llegar al invernadero abrió la puerta que estaba ubicada debajo de un gran arco de napoleones, y se encontró con un hermoso paisaje de distintas flores de colores fríos a su alrededor, avanzo por el camino que había delante suyo hasta que noto que llegaba al piano que era su destino principal, pero se sorprendió cuando de pronto vio a un joven sentado en el piano a punto de empezar a tocar, por mero acto de reflejo Elizabeth se quedó quieta y observo al joven que empezaba a tocar una hermosa melodía, melancólica, triste, nostálgica, misteriosa, y muy dolorosa a oídos de quien la oye, cada parte de la melodía que ella escuchaba la llenaban de una tristeza profunda sin saber porque, era como si la canción estuviese llorando, reclamando, gritando, y a la ves aunque muy contradictorio consolando, además de eso lo que también la sorprendió fue el joven que tocaba la melodía con la expresión más pasible posible, con una sonrisa en su cara, había que admitir que era un joven bien parecido cabello negro ondulado, ojos verdes y piel ligeramente bronceada y unas facciones perfectamente armoniosas, un joven apuesto.
Al terminar la melodía el joven quedo viendo un rato las teclas del piano sin dejar de sonreír, y después de unos breves segundos volteo y se sorprendió al encontrar a una mujer parada con los brazos cruzados con una expresión afligida y pensativa en la cara, se asustó un poco al pensar en una explicación del porque estaba ahí pero sonrió al ver que la mujer que estaba parada se había quedado escuchando la melodía que estaba tocando y que se había quedado en algún tipo de trance, no dijo palabra alguna solo espero a que la mujer reaccionara.
Lo cual no tuvo que esperar mucho puesto que la mujer después de unos minutos ya había despertado de sus pensamientos. Elizabeth se le quedo mirando por breves segundos antes de articular palabra alguna y finalmente le pregunto:
-¿Quién es usted y que hace fuera de clase?- pregunto tratando de sonar lo más severa posible puesto que noto que el joven llevaba el uniforme de la escuela. Noto que el joven se puso un poco nervioso y que se golpeaba suavemente la nuca con el dedo índice, a Elizabeth le pareció un gesto, un gesto un poco raro pero en si también algo gracioso.
-mis disculpas profesora soy transferido de ultimo año creo, me perdí, mi nombre es Santiago Jack Diamond- contesto cortésmente con miedo de haberse metido en problemas.
La Profesora lo miro fijamente a los ojos, sintió como si la mirada azul de la mujer lo estuviera analizando desde lo más profundo de su ser, pensó que esa mirada azul tan clara como el cielo era como recibir mil cuchillas sin la necesidad de hacerlo, si esa era una mirada analítica no quería ni saber lo que era una mirada de enojo de su parte. Cuando la profesora termino de comprobar si decía la verdad se puso más seria de lo que ya estaba y dijo:
-Soy tu profesora de historia Elizabeth Kelpie, puesto que usted señor Diamond se perdió permítame llevarlo a la oficina del director para así ubicarlo- dijo dándose la vuelta, mientras miraba al joven como una indicación para que la siguiera, que este entendió perfectamente sin que le dijera algo, y sin pensar más siguió a su profesora de historia.