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Amor asesino por Roronoa Misaki

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Notas del fanfic:

Advertencia: Posible OoC en algunos personajes. 

Aviso desde ahora, he puesto la categoría de 'Horror' por la temática del fic, pero si están buscando una historia que no los deje dormir en un mes, será mejor que den un paso atrás, o después no vengan a reclamar que no es lo que esperaban porque no les ha sacado el susto de su vida :p

Pues este fic era, supuestamente, parte de un reto de Halloween entre mis queridas Zhena-chan, Isis-chan y yo, aunque creo que ninguna cumplió xD Pero bueno, dejaré aquí lo que había prometido aunque sea un poquito tarde :D

 

Notas del capitulo:

Vale, ya sé, que esto se supone que era para entregar el 2 de Noviembre y de eso hace ya 4 días (por lo menos acá sigue siendo 6), pero no pude terminarlo justo para la fecha y después mi computadora decidió que era el momento perfecto para descomponerse, por lo que tuve que mandarla arreglar y hasta ahora he podido terminar. Pero como no iba a esperarme hasta el siguiente año decidí que lo subiría aun con el retraso, así que sólo ignoren la fecha que es :3 A fin de cuentas, más vale tarde que nunca :D Espero que les guste, al principio era un one-shot, pero lo he dividido en dos para que se sintiera menos pesado, así que aquí vamos. 

 

Todos los personajes de One Piece pertenecen a Eiichiro Oda

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Amor asesino
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«Octubre 31, 2009, 23:55 hrs.»

Las sirenas de las patrullas policiacas se escuchaban incesantes en toda la zona, los residentes cercanos habían salido de la comodidad de sus casas (la mayoría en bata o pijama, mientras que otros estaban disfrazados acorde a la festividad) para acercarse en busca de una respuesta al alboroto que se había armado en el vecindario, y los oficiales trataban de mantenerlos lo suficientemente alejados de la escena.

El oficial Smoker le dio una profunda calada a uno de sus puros, mientras esperaba frente a la acera de aquella casa a la que habían acudido hacía unos pocos minutos. No le extrañaba en realidad el haber recibido una llamada de emergencia justo en esa fecha, de hecho la noche había estado bastante tranquila hasta ese momento, pero no era como que disfrutara mucho tener que acudir a un caso como aquel.

Justo cuando estaba pensando en ello se escucharon unos gritos provenientes del interior. La multitud murmuraba a su espalda, pero él sólo prestaba atención a la puerta completamente abierta de la casa que tenía en frente. En cuestión de segundos vio salir a dos de sus oficiales forcejeando con un joven rubio, de cabellera bastante larga, que llevaba su camisa blanca cubierta casi por completo de sangre que, por lo que se veía, no le pertenecía a su organismo.

—¡Suéltenme! ¡Yo no lo hice!¡NO LO HICE!

Smoker siguió con la mirada a aquél chico que no paraba de luchar por zafarse de la aprensión, pero su atención fue reclamada nuevamente hacia la entrada del edificio cuando se escuchó más movimiento. Salieron ahora por la puerta un par de paramédicos con el ánimo hasta el suelo, seguidos de cerca por un tercero que empujaba con lentitud una camilla frente a él, la cual llevaba a alguien cubierto de pies a cabeza por una manta blanca.

El murmullo de la gente se elevó tras él, algo a lo que no le habría dado importancia de no ser por unos cuantos gritos alarmados. Se dio la vuelta a tiempo para ver al chico rubio pasar corriendo por un lado de él, tan rápido que pareció haber sido tan sólo un borrón en movimiento. El chico se dirigía hacia los paramédicos, lo que le sorprendió un poco al ver que no trataba de escapar, pero no pudo pensar mucho en ello pues tres oficiales lo apresaron de nuevo antes de que pudiera llegar hasta la camilla.

— ¡Suéltenme! ¡No lo entienden!

Smoker notó por primera vez, mientras arrastraban al rubio hacia la patrulla que los esperaba, las lágrimas que salían incesantes de sus ojos y se deslizaban por su rostro con furia y desesperación.

—¡Él me necesita! —gritó tratando de evitar que lo metieran en el asiento trasero del coche. Pero sus esfuerzos esta vez fueron inútiles, y en poco tiempo se encontraba atrapado en el interior del vehículo, golpeando la ventana con fuerza mientras comenzaba a alejarse del lugar—. ¡Barto! ¡¡BARTO!!

*

*

*

*

[Cinco años después]

«Octubre 29, 2014, 17:05 hrs.»

—Luffy — llamó Ace cruzando la puerta de la habitación de su hermano y dejando en el suelo de la entrada la caja de cartón que llevaba en mano. Luffy dio un salto en su cama ante el golpe sordo que provocó la caja al caer—. Esto es tuyo, si no vas a acomodarlo en tu cuarto llévalo al sótano, aquí hace estorbo.

—Pero, Aaacee, Zoro va a llegar en cualquier momento —comentó el menor haciendo un pequeño puchero, pero su hermano se dio la vuelta para no tener que mirarlo. Nunca se había podido resistir a uno de esos pucheros.

—Tuviste mucho tiempo para ordenar tus cosas desde que nos mudamos, Luffy, así que no te quejes.

Ace salió del cuarto con rapidez y Luffy pudo escucharlo bajar por la escalera. Miró hacia la caja, como si estuviera tratando de sacar su contenido con la sola mirada, y suspiró sonoramente al darse cuenta de que nada pasaba. Se levantó de la cama dando un salto y caminó hasta ella.

En el interior había unos cuantos álbumes de fotos viejos, y unos cuantos libros de cursos anteriores de la escuela, entre otras cosas de poca importancia. Viendo que había bastantes objetos dentro y que probablemente no los usaría en un futuro cercano, Luffy decidió dejar la caja en el sótano, por lo que la levantó del suelo y se encaminó hasta el primer piso, a la puerta que había debajo de la escalera.

Cuando encendió el interruptor de la luz el pequeño foco que colgaba del techo en medio de la habitación tintineó un par de veces antes de quedarse apagado por completo. Luffy se encogió de hombros y comenzó a bajar las escaleras, que rechinaban bajo su peso, tarareando una canción. Dejó la caja en el suelo a un lado de otras pocas que había allí, pero cuando se disponía a regresar arriba una brisa fría azotó contra la ventana, abriéndola de golpe y entrando con fuerza en la habitación.

Se acercó a la ventana y la cerró de nuevo, asegurándola para que no volviera a abrirse con la brisa, y se dio la vuelta al escuchar el sonido de cristal al romperse. Tomó de la mesa que estaba a su lado una pequeña lámpara y la encendió, paseando el rayo de luz por el lugar y acercándose a donde había escuchado aquél sonido.

De un lado de la habitación, casi pegada contra la pared, había una estantería repleta de cosas viejas y destartaladas que se amontonaban entre sí, y parecían haberse movido un poco por la corriente de aire. Luffy se acuclilló frente a ella y observó el marco que había caído hacia el suelo. Lo levantó con cuidado, ocasionando que cayeran unos cuantos pedazos de cristal, y se incorporó de pie dándole la vuelta.

En la fotografía estaban dos chicos que parecían ser bastante jóvenes, uno de ellos era peli verde, con un extraño peinado que a Luffy le recordó la cresta de un  gallo. Un aro dorado perforaba su nariz y un par de largos colmillos sobresalían de su boca. El otro chico era un poco más «normal»: tenía el cabello rubio y bastante largo (lo suficiente para que el límite no se viera en la imagen) y los ojos de un color azul claro. Aunque en la fotografía pareciera que el peli verde  estaba molestando al otro, el rubio no parecía estar del todo disgustado con ello, más bien parecía como si estuviera contento por estar junto a él.

Antes de que Luffy pudiera examinar mejor la imagen el timbre en la puerta principal sonó, retumbando por las paredes de la casa, y él salió a toda prisa del lugar, subiendo las escaleras de dos en dos. Cuando llegó al recibidor pudo ver a Sabo, su otro hermano mayor, mientras cerraba la puerta y saludaba con una sonrisa al chico que ya había entrado en la casa. Luffy sonrió ampliamente al verlo.

—¡Zoorooo!

El nombrado apenas tuvo tiempo de voltear a la dirección de donde provenía aquella animada voz antes de ser tacleado contra el suelo.

—Hola, Luffy —dijo sosteniéndose con los antebrazos en el suelo para poder levantar su torso aunque fuera un poco. El chico sentado sobre su regazo le regaló una de sus mejores y más grandes sonrisas al momento en que rodeaba su cuello con ambos brazos.

—Llegas tarde, Zoro, como siempre, shishishi.

—Sabes que las calles de la ciudad me odian —contestó Zoro, con un ligero sonrojo avergonzado instalándose en sus mejillas.

—Venga, Luffy, deja que Zoro se levante del suelo — comentó Sabo acercándose a ellos—, si Ace los ve así va a pegar el grito en el cielo.

Luffy resopló con molestia, pero obedeció a su hermano y se retiró de encima del otro para que éste pudiera ponerse de pie.

—Ace algún día tendrá que aceptar que Zoro es mi novio. —Luffy se abrazó a la cintura del peli verde y apoyó la cabeza en su hombro, mientras Zoro le regresaba el gesto rodeándolo con un brazo.

—Algún día, pero por el momento es feliz tratando de ignorarlo. —Sabo soltó una ligera risa, acompañado de los otros dos.

—¿De qué ríen ahora? —Ace apareció saliendo de la cocina, y miró con desaprobación a los dos que estaban abrazados y, a sus ojos, demasiado pegados.

Sabo se apresuró a alcanzar a su hermano antes de que se interpusiera entre la pareja, como podía ver que estaba pensando hacer, y rodeó sus hombros con un brazo para mantenerlo junto a él.

—Decíamos, hermanito, que Luffy está pensando vestirse de zombie en la fiesta para asustar a las chicas tratando de morderlas. Sería bastante creíble, ¿no te parece?

Ace miró al rubio, no muy convencido por sus palabras, pero terminó encogiéndose de hombros—. Sí, supongo que sí.

—Tengo algunas cosas en mi cuarto que podrían servir para la fiesta —comentó Luffy, separándose un poco de Zoro pero tomando ahora su mano—, ¿me acompañas a buscarlas?

—Claro, vamos.

Ambos se encaminaron escalera arriba. Ace los siguió de cerca después de librarse del abrazo de Sabo, quien suspiró hondamente y se dirigió a la cocina para terminar de organizar el menú de lo que prepararía para la fiesta de Halloween que darían en casa.

Ace se quedó en el  marco de la puerta de la habitación de su hermano, observándolo a él y Zoro sacar cosas de aquí y allá y dejarlas sobre la cama. Podía ver el ceño fruncido de Luffy mientras iba y venía, pero no podía sentirse culpable cuando sólo estaba tratando de evitar que su hermanito fuera abusado por ese que se decía su novio.

Zoro suspiró al sentir la mirada penetrante del pecoso sobre su espalda y se dio media vuelta para verlo—. Si vas a estar aquí por lo menos podrías ayudar, ¿no?

La respuesta de Ace se vio interrumpida por la voz de Sabo.

—¡Ace, tienes una llamada! ¡Es Marco!

Ace miró al peli verde casi con odio, y Zoro tuvo que reprimir una sonrisa cuando el chico le formuló con sus labios un mudo «te sigo vigilando» antes de darse la vuelta y salir de la habitación. Luffy suspiró y se acercó a la puerta para cerrarla, dejando caer su espalda contra ella.

—Lo siento, Zoro. Quisiera que Ace confiara un poco más en mí.

—Creo que más bien no confía en mí.

Luffy rió ligeramente—. Sí, creo que tienes razón. —Sonrió al ver que Zoro se acercaba a él y se quedó en su posición, esperándolo.

—Aunque, tal vez tenga razones para desconfiar — comentó con una sonrisa ladeada cuando se detuvo frente al chico. Estiró sus brazos para tomarlo por la cintura y jalarlo hacia sí—. ¿No lo crees?

Luffy se encogió de hombros y rodeó el cuello de su novio con los brazos, acercándose a él para poder besar sus labios.

*.*.*.*.*

Ace colgó el teléfono y rápidamente se dirigió de nuevo a la escalera, pero fue detenido al pie de estapor el rubio.

—¡Ace! Justo a tiempo, tenemos que ir a comprar la decoración.

—¿Qué? Espera, ¿ahora? —El pecoso miró hacia el segundo piso con urgencia.

—Sí, ahora. —Sabo sonrió y tomó al chico por el brazo para comenzar a caminar hacia la salida—. Hay mucho que comprar, Nami y Vivi dijeron que nos verían en el centro comercial para ayudarnos, sabes que ellas tienen el mejor gusto para estas cosas…

—¡Sabo! —Ace se zafó del agarre del otro y lo miró consternado.

—¿Sí? ¿Qué pasa?

—No creerás que realmente es buena idea dejar solos a esos dos— contestó señalando hacia el segundo piso.

—¿Y por qué no? ¿Qué tiene de malo?

«¿Qué tiene de malo?» ¡Pues que pueden… ya sabes qué!

Sabo suspiró y miró a su hermano cual profesor que intenta explicarle a un niño de cuatro años a sumar con bolitas y palitos—. Ace, llevan bastante tiempo siendo pareja, ¿de verdad crees que no lo han hecho ya, a pesar de tus atosigamientos?

—Pero…

—Por millonésima vez, Ace, Luffy tiene diecinueve años, ya no es un niño pequeño.

—Sigue siendo nuestro hermano menor.

—Sí, es cierto, y lo seguirá siendo aún cuando tenga cuarenta años. Pero es imposible que mantengas a Luffy virgen hasta esa edad, más que nada porque estoy casi seguro de que ya no lo es.

Ace lo miró con una expresión de horror y Sabo tuvo que contenerse de rodar los ojos.

—A ver, Ace, ¿a qué edad fue la primera vez que te acostaste con alguien?

El pelinegro desvió la mirada hacia algún punto lejano, sin contestar la pregunta.

—Entonces no estés detrás de él como si tú fueras un santo, porque ambos sabemos que no lo eres.

Ace parecía a punto de replicarle algo a su hermano, pero se tragó sus palabras y suspiró derrotado—. ¿Por qué tú estás tratando de convencerme de esto, en lugar de ayudarme en mi sobre protección hacia Luffy?

—Porque uno de los dos tenía que ser el maduro. —Sabo rió cuando su hermano le dedicó una mirada de molestia y volvió a tomarlo del brazo. —Venga, vámonos ya. No quiero estar aquí cuando comiencen a escucharse cosas.

—¡¿Qué?!

—Nada, que se nos hace tarde, vamos. —Sabo empujó a Ace fuera de la casa y cerró la puerta rápidamente.

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«18 hrs.»

Luffy se acurrucó en el pecho desnudo de Zoro, disfrutando del ligero roce de los dedos de éste sobre la piel de su espalda mientras hablaban en murmullos sobre cosas sin verdadera importancia. Al final, todo lo que habían sacado para la fiesta terminó desparramado en el suelo cuando ellos ocuparon la cama para algo mucho más entretenido que ver en dónde podían colocar las cosas y para qué podrían servir.

—¿Crees que falte mucho para que tus hermanos vuelvan? —preguntó Zoro después de plantar un beso sobre el cabello azabache de su novio.

—No lo sé, Sabo podría pasarse horas metido en las tiendas buscando algo que encaje perfecto en sus expectativas, y si está con las chicas...

—Nos ha hecho un gran favor al llevarse a Ace.

Luffy frunció el ceño al recordar la sobre protección de su hermano—. No sé por qué le molesta tanto que estemos juntos, yo te quiero.

—Yo también a ti, Luffy, pero él sólo está tratando de protegerte.

—¿De qué? ¿De ti? —Luffy levantó el rostro para poder mirarlo directamente—. Tú no me harías daño, ¿verdad, Zoro?

Zoro sonrió ligeramente y colocó una mano en la nuca de Luffy para atraerlo a él y plantar un beso en sus labios—. Claro que no. Yo no te lastimaría, Luffy. 

Luffy le regresó la sonrisa y terminó por subirse sobre él para poder hablar aún mirándolo a la cara, apoyando su barbilla sobre sus manos, que descansaban tranquilas en el pecho del mayor. — ¿Puedes quedarte a dormir?

—No lo creo, al menos no hoy. Pero mañana y el viernes tal vez sí, ¿te parece?

—Perfecto, así podremos terminar con la fiesta hasta tarde.

Zoro rodó los ojos con un toque de diversión. Luffy amaba las fiestas, siempre estaba buscando excusas para hacer una, y la ocasión de Halloween era perfecta para armar una a lo grande.

—Sólo espero que no terminen destruyendo tu casa, imagina lo que pasaría si tu abuelo decidiera visitarlos y la casa estuviera completamente arruinada.

A Luffy le recorrió un escalofrío por la espalda al pensar en su abuelo y sus tan conocidos «puños de amor», o la manera en que los castigaría si realmente terminaban arruinando la casa.

—No creo que pase nada —comentó con una sonrisa un poco nerviosa, no muy convencido por sus propias palabras.

—Bueno, ya se sabrá.

Luffy sonrió y se acercó a su rostro con la intención de besarlo, pero un ruido en el primer piso interrumpió su acción. Suspiró y dejó caer la cabeza en el hombro de Zoro. —Parece que ya regresaron.

—Será mejor que salgamos de la cama.

Luffy no se veía muy contento, pero accedió y se retiró de encima de Zoro para levantarse y comenzar a vestirse de nuevo.

—Me voy adelantando, Luffy —dijo Zoro desde la puerta de la habitación, Luffy asintió mientras terminaba de colocarse los zapatos, y el peli verde salió del cuarto para ir al primer piso.

Cuando terminó de ponerse los zapatos se levantó rápidamente, pero antes de que pudiera dar un paso hacia la puerta escuchó el timbre que anunciaba una llamada entrante de su celular, el cual estaba abandonado sobre el buró.

«Sabo»

—Qué extraño…— ¿Acaso Zoro no acababa de bajar para verlos?

Antes de que Luffy pudiera tomar el aparato en su mano se percató de cierto objeto posicionada junto a él que, supuestamente, no debería estar ahí: el portarretrato viejo que había encontrado en el sótano. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Él no recordaba haberlo llevado, es más, según sabía debería de seguir en el sótano.

Con curiosidad lo levantó del mueble, y al acercarlo a su rostro se dio cuenta de algo más: el cristal que protegía la fotografía estaba completamente intacto, no tenía ni un solo rayón. Nada.

Un portarretrato mágico que se reparaba solo. En otras circunstancias le habría parecido un artefacto interesante y emocionante, pero en esta ocasión, por alguna razón desconocida, no le daba ese entusiasmo al haber encontrado algo único. No, en lugar de eso, una desagradable sensación de desconfianza recorrió su cuerpo.

—Debió haber sido el viento, no hay nadie abajo —dijo Zoro entrando de nuevo en la habitación y acercándose a él—. ¿Qué es eso?

Luffy le pasó el objeto—. Lo encontré en el sótano, creí haberlo dejado allá.

El peli verde lo observó con atención, frunciendo el ceño después de unos segundos—. Estos dos… creo haberlos visto antes, pero no lo recuerdo… Espera, ¿ése no es el jardín de tu casa?

Luffy se pegó a él para observar la imagen de nuevo—. Eso parece, sí.

—Deben haber sido quienes vivieron aquí antes de ustedes.

El menor volvió a observar a ambos chicos. No entendía por qué se sentía tan intranquilo, sólo era una fotografía vieja…

—¡Zoro! ¡Luffy!

El llamado de la voz de Sabo lo sacó de sus pensamientos y le quitó la fotografía a Zoro para dejarla de nuevo sobre el buró, sin darse cuenta que lo había colocado justo al lado de una en la que se encontraban ellos dos.

—Bueno, ahora sí son ellos.

—Vale, será mejor que vayamos, antes de que Ace decida subir por nosotros.

Luffy rió por el comentario y ambos tomaron unas cuantas cosas de las que habían dejado tiradas por el suelo antes de salir de la habitación.

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«23:15 hrs.»

—¿Ace? —Luffy cruzó la puerta de su habitación al ver una sombra (formada gracias a la poca luz que entraba por las ventanas, proveniente de las farolas que alumbraban las calles) pasar por la pared del final del pasillo, y se dirigió hacia allá—. Oye, Ace, quería hablarte de… — detuvo su andar al pasar por un lado de la puerta de la habitación de su hermano y darse cuenta de que la luz estaba encendida y se escuchaban un par de voces en el interior: las voces de Ace y Sabo.

Miró de nuevo hacia la pared y se acercó a paso decidido, remangándose la camiseta mientras caminaba—. ¿Quién está ahí? ¡Da la cara! —Dobló hacia la izquierda y se detuvo para tratar de encontrar al intruso, vislumbrando una silueta en medio de la oscuridad, cerca de la escalera. Silueta que reconocería perfectamente en cualquier lugar.

—¿Zoro? — preguntó acercándose a él, formando una pequeña sonrisa—. ¿Qué haces aún aquí? Los chicos no me dijeron que habías regresado. — Zoro se dio media vuelta conforme él se acercaba, pero aún de frente no podía verlo con claridad, su rostro seguía ocultó en las sombras. —¿Por qué no hablas?

Cuando Luffy se detuvo a menos de un metro frente al peli verde, éste lo tomó por el cuello de su camiseta y lo levantó del suelo sin ningún esfuerzo, mientras que el menor llevó sus manos a las muñecas del otro tratando de hacer que lo soltara, y empezó a patear hacia él pero sin llegar a tocarlo.

—¿Qu-qué… haces?

Zoro no le contestó y se acercó al barandal, dejándolo colgando en el aire a varios metros del primer piso, y justo bajo él había una vitrina. Luffy trató de alcanzar el barandal con los pies, pero estaba demasiado lejos para ello.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué Zoro estaba…? Él estaba… Luffy se negaba a creer lo que pasaba, pero era cada vez más doloroso y difícil aferrarse a las muñecas de Zoro cuando la gravedad lo jalaba hacia el suelo. Zoro estaba, realmente, a punto de matarlo.

Levantó la mirada a como le fue posible, tratando de conectar con los ojos del otro, pero no le era posible encontrarlos —. Zo-Zoro… ¿por qué…?

—«Yo no te lastimaría, Luffy» — Zoro esbozó una ladeada y burlona sonrisa —. No deberías confiar en todo lo que te dicen los demás, Luffy; podrían estarte mintiendo.

Luffy sintió cómo Zoro lo soltaba por completo, y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras caía directamente hacia el vidrio.

*.*.*.*.*

Luffy se despertó sentándose de golpe en su cama por el sobresalto. Su cuerpo estaba empapado en un sudor frío, y su corazón golpeaba con fuerza dentro de su pecho, a tal grado que creyó que terminaría explotando, pero después de unos momentos comenzó a calmarse.

Dejó caer su espalda contra el respaldo de la cama, sin terminar de comprender qué demonios había pasado. ¿Por qué había tenido aquella pesadilla? La cual, por cierto, era el sueño más vívido que había tenido en toda su vida.

La ventana de la habitación se abrió de golpe y el viento azotó con fuerza en el interior, haciendo que las cortinas volaran tan alto como era posible y los objetos no muy pesados se cayeran de los estantes. Luffy se levantó para cerrarla, pues la noche era demasiado fría como para dejarla abierta, pero cuando colocó un pie en el suelo sintió una punzada de dolor que lo hizo levantarlo de inmediato.

Se había encajado un pedazo de cristal en la planta. Presionando la pequeña herida para evitar que comenzara a sangrar miró hacia el piso, había otros cuantos pedazos de vidrió esparcidos alrededor de dos portarretratos que habían caído de cabeza. Luffy ya podía reconocer uno de ellos, era el que había encontrado esa misma tarde en el sótano. Se inclinó para levantar el otro, y dejó salir una exclamación de sorpresa. En la fotografía estaba él sonriendo ampliamente, con Zoro rodeando sus hombros con un brazo y los ojos enfocados en la cámara. Y justo en el medio de ambos el cristal del marco se había agrietado de un extremo a otro, dando la impresión como si los estuviera separando.

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«Octubre 30, 13:23 hrs.»

Luffy bajó las escaleras hasta el sótano, esta vez con una linterna en mano y el portarretrato misterioso en la otra, que por cierto había vuelto a repararse después de la caída de medianoche. Cuando llegó al final de la escalera se percató de que la ventana, que la tarde anterior había asegurado, estaba abierta de nuevo. Y a juzgar por la nueva cantidad de papeles tirados en el suelo, había pasado otra corriente de aire. 

Después de volver a cerrar la ventana (y esta vez colocar unas cuantas cajas pesadas frente a ella) se dio la vuelta y se acercó a la estantería del otro lado de la habitación, alumbrando con la linterna el suelo por el que caminaba. Por lo que podía ver, la mayoría de los papeles eran fotografías sueltas y recortes de periódicos viejos. Se arrodilló, dejando en el piso la linterna y el portarretrato, y paseó su mirada por un poco de lo que había ahí.

Las fotografías eran casi todas parecidas a la que ya había encontrado: los mismos dos chicos, riendo, abrazados o molestándose uno a otro, y en algunas podía identificar áreas del interior y exterior de la casa. En unas pocas salía sólo uno de los chicos o ambos acompañados de otras personas. Observó unas cuantas antes de que el título de un recorte de periódico en particular llamara su atención.

Halloween acaba con el romance

El papel estaba arrugado, maltratado y desgastado, (seguramente por las condiciones a las que había estado expuesto, abandonado en el sótano) y era bastante difícil leer lo que decía, sobre todo considerando la diminuta letra que solían utilizar las noticias periodísticas, así que Luffy sólo se puso a observar lo que podía captar de las ilustraciones.

Había una imagen que mostraba el exterior de la casa rodeado de gente contenida por la policía, con unas cuantas patrullas y una ambulancia en la calle. Y otra un poco más abajo con el chico rubio de las fotografías, que parecía ser sacado a jalones de un coche policial, y frente a ellos se mostraba un edificio, una estación de policía, según Luffy pudo  ver. Las imágenes despertaron su curiosidad lo suficiente como para que intentara leer un poco de la noticia, rescatando algunas palabras como «novio» «homicidio» «trastorno»

Estaba tan concentrado tratando de atar cabos (cosa que la mayoría de sus amigos consideraría algo extremadamente raro en él) que no escuchó la escalera crujiendo bajo el peso de alguna persona que bajaba por ella, hasta que sintió la presencia de alguien tras él, y se giró rápidamente, incorporándose de pie e iluminando con la lámpara.

Zoro lo miró con curiosidad desde el pie de la escalera —. ¿Qué estás haciendo aquí, Luffy? Sabo me dijo que habías bajado nada más llegar de la escuela.

Luffy recordó por un momento la desagradable pesadilla que había tenido durante la noche, pero la hizo a un lado casi de inmediato y se acercó a su novio con su actitud usual y el paso relajado —. Quería regresar la fotografía a su lugar, pero esto llamó mi atención.

Zoro elevó una ceja y tomó en su mano el pedazo de papel que el pelinegro le extendía, tratando de leerlo. En pocos segundos su expresión cambió—. Ahora lo recuerdo…

—¿Qué?

—Dónde había visto a los tipos de la fotografía que me mostraste. Me parecieron familiares, ¿recuerdas? Pero no podía recordar por qué, hasta ahora —hizo un gesto con la cabeza hacia el periódico en su mano—, fue una noticia local bastante escandalosa, pero la gente dejó de hablar de ella después de un tiempo, antes de que ustedes llegaran a la ciudad.

—Oh— comentó Luffy, él y sus hermanos habían llegado a la ciudad dos años atrás, y se habían cambiado de su apartamento hacía cosa de un mes a una casa que estaba más cerca de la universidad y era más cómoda. Ahora que lo pensaba, había sido bastante fácil conseguirla.

Se colocó junto al peli verde y miró la hoja de nuevo—. Y, ¿qué fue lo que pasó?

—Pues, según recuerdo, éste chico, Cavendish —Zoro señaló la fotografía en el papel —mató a su novio Bartolomeo la noche de brujas del 2009, después de que ambos regresaron de una fiesta de disfraces.

El menor levantó su mirada hacia el otro, sorprendido, y pudo observar su ceño ligeramente fruncido—. ¿Por qué lo hizo? — preguntó sin despegar su mirada de él y sus reacciones.

Zoro negó con la cabeza —. No lo sé. Creo que tenía una especie de problema… trastorno de personalidad múltiple, o algo así. En realidad, Cavendish insistió por mucho tiempo en que él no lo había matado, y tenía a unos cuantos a su favor: amigos de los dos que decían creer imposible el que el chico lastimara de esa forma a Bartolomeo, dado que llevaban años de relación y habían comenzado a vivir juntos no hacía mucho. Pero la evidencia estaba en su contra, y al final los doctores, de alguna forma, determinaron que la otra personalidad de Cavendish había sido el asesino.

—Entonces él no lo hizo— comentó Luffy con seguridad, como si creyera realmente en la inocencia de Cavendish.

—Sí y no. Pasado el juicio lo internaron en un hospital psiquiátrico, creo que se suicidó después de unos meses. —Zoro suspiró y dejó el recorte sobre una caja que estaba junto a él—. De todos modos, ¿por qué tanto interés en ello? Es algo extraño viniendo de ti.

“Últimamente hay muchas cosas extrañas” pensó Luffy, mirando de reojo el papel que Zoro había dejado de lado—. Bueno, ellos vivieron aquí, ¿no?

—Hace cinco años, sí.

Luffy asintió y miró hacia las fotografías esparcidas por el suelo —. Hace cinco años— repitió.

Zoro lo miró con curiosidad, pero antes de que pudiera hacer algún otro comentario el chico se giró hacia él nuevamente y tomó su mano, dedicándole una pequeña sonrisa—. Será mejor que subamos.


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