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Reconociendo el Amor por KirieSM

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Notas del fanfic:

Es algo corto pero es parte de mi imaginación.

Gracias a Neutrañ HD sin su ayuda no me habría animado a compartirlo.

Los personajes no me pertenecen son obra de Katsuyuki Sumizawa

Han pasado tres años desde que acabaron con los planes de Marimeia, quién fue manipulada por Dekim para impulsar el último conflicto bélico que la humanidad debió sufrir. Desde entonces los cinco ex pilotos gundam han podido conocer lo que es vivir en paz por primera vez.

Heero se encontraba trabajando en Preventers como jefe de investigación. Antes de ello se había negado rotundamente a los pedidos de Relena de ser su guardaespaldas personal. En el proceso tuvo que aclararle que la única razón por la que le protegió en el pasado fue porque ella representaba el deseo de paz por el que tanto habían luchado. Fue obvio que hasta entonces creía que sus motivos eran fines amorosos y  no le dejó otra opción más que dejarle claro que se equivocaba.

Duo vivía y trabajaba en un depósito de chatarra, que aparte servía como escondite para los Gundam; mismos que al final de cuentas no habían destruido para estar preparados en caso de surgir un nuevo conflicto bélico. En su día a día, repartía su tiempo entre administrar su negocio y hacer caridad ayudando a niños huérfanos. Esto último lo hacía en recuerdo del padre y la hermana que lo habían ayudado cuando niño. Y también porque le era fácil ponerse en el lugar de esos pequeños cuando él había pasado por la misma situación, así que simplemente comenzó a ayudar en todo lo que podía.

Trowa seguía en el circo, sin grandes variaciones en su vida. Al no tener otro lugar al cual regresar se conformaba con la poca felicidad que le daba el estar con su hermana Catherine, y la emoción de los nuevos números acrobáticos que tenía que realizar. De ese modo esperaba la llegada de algo que lo hiciera sentir vivo; esa idea que rondaba constantemente su cabeza le provocaba la certeza absoluta que de los cinco pilotos, él era el más afectado en tiempos de paz.

Quatre se había convertido en el joven millonario más codiciado por las chicas y algunos chicos también, algunos enamorados realmente y otros solo buscando el trofeo de ser la pareja del heredero de las empresas Winner. Él solo se dedicaba en todo aspecto al negocio familiar, sin siquiera tomar en cuenta todas las propuestas románticas que le llegaban constantemente. Sabía de sobra que su corazón ya no le pertenecía, pues hacía muchos años que sentía un amor por Trowa tan intenso que se había jurado a sí mismo que si no era con él, no compartiría su vida con nadie. Aunque sabía que se trataba solo de un sueño: ni siquiera tenía el valor para buscarlo y mucho menos para confesarle sus sentimientos.

Wufei, por su parte, era el más afortunado y su vida rozaba la perfección, pues al igual que Heero, también trabajaba en Preventers. Sin embargo, el plus de su vida era que se había casado recientemente con Sally. Eran una pareja algo rara al ser ella mayor que él, pero eso poco les importaba pues eran felices.

En definitiva, eran cinco jóvenes tratando de adecuarse a un nuevo estilo de vida en el que sería sumamente difícil que futuros conflictos bélicos se desarrollasen. El real problema para ellos era que, como todo lo que conocían era guerra, se les hacía mucho más difícil adaptarse.

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Quatre se encontraba en su oficina concentrado en un sinfín de videos en la red, todos acerca de un joven cirquero cuyas acrobacias estaban repletas de comentarios sobre lo talentoso e increíble que era. Desde que por casualidad Quatre se había topado con uno de estos registros, no perdía oportunidad de buscar más de ellos. Los miraba en su tiempo libre, soñando cómo sería el día en que lo volvería a ver. También se veía a sí mismo en una de sus actuaciones, admirando su indudable destreza. A pesar del paso del tiempo, no había dudas de que seguía enamorado de Trowa.

—Amo Quatre, le traigo noticias —dijo Rashid entrando de improviso a la oficina.

—¿Qué sucede? —preguntó, cerrando la computadora con vergüenza— ¿Qué es tan importante?

Rashid, al estar falto de aire por haber corrido tanto, solo estiró su mano para ofrecerle un panfleto: era publicidad del circo más famoso del universo, que llegaba a su colonia.

Quatre fue presa de una serie de confusos sentimientos al sostenerlo en sus manos. Se sentía feliz de ver en él a su amado Trowa; nervioso al presentir un pronto reencuentro; confuso pues el momento de la verdad había llegado, pero por sobre todo, se sentía triste porque sabía perfectamente que Catherine estaría con Trowa. Ella alguna vez le había dicho que sentía a Trowa como un hermano, pero siempre se había temido que para Trowa fuese algo más.

—¿Sabes, Rashid? Agradezco la información, pero no iré.

—Amo, no puede negarse —dijo Rashid—, ya reservé un puesto en primera fila. De ese modo, es seguro que el joven Trowa lo verá.

—Lo sé, entiendo tus buenas intensiones —afirmó Quatre sonriendo—, pero no creo que sea lo más adecuado. Mira, desde la última vez que todos estuvimos juntos, los demás me hablan una vez al mes por lo menos, pero él ni siquiera lo ha intentado. Eso me deja más que claro que ni siquiera le importo un poco ni como amigo —concluyó Quatre, sin poder evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas que amenazaron con escapar. Por eso se puso de pie y se dirigió a una ventana para que su fiel soldado no lo viera.

—Amo, sinceramente está actuando como un niño —suspiró Rashid—, pero en fin, aquí le dejaré el boleto. Si va o no es su decisión.  Solo quiero aclarar que el callar lo que siente, tarde o temprano lo va a consumir. Además de que si no se lo dice, ¿cómo sabrá si él no siente lo mismo? —preguntó— Digo, durante la guerra lo protegió tanto que eso puede significar algo.

Quatre se quedó muy impresionado ante lo dicho por Rashid, pues recordó que en efecto, habían pasado muchas cosas de ese tipo durante la guerra. La que más recordaba era el sacrificio de Trowa y sus palabras dándole valor cuando se volvió loco. Él había estado dispuesto a sacrificar su vida para que recobrara la cordura. Sin embargo, al mismo tiempo recordó que también ayudó de forma importante a Heero y en menor medida a Wufei, incluso se podía decir que vivió con ellos temporalmente. Pero era a Heero a quien había ayudado tanto como a él mismo, así que el hecho de que Trowa lo hubiese protegido no tenía por qué significar necesariamente que le correspondiera. Aún así se dio cuenta que Rashid tenía razón, tarde o temprano tendría que enfrentar la verdad.

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En el circo la rutina se desarrollaba como de costumbre: malabaristas, músicos, escenarios, cada uno de esos detalles estaba expuesto a la perfección, pues ahora que habían evolucionado de circo de pueblo a circo mundial, era más el compromiso y la responsabilidad.

—Trowa, ya que estamos en esta colonia, ¿por qué no vas a visitar a tu amigo? Seguro le dará mucho gusto verte. Ya ves, Duo parecía como un niño queriendo llamar tu atención.

—No creo que sea conveniente. A diferencia de Duo, Quatre es una persona ocupada.

—Pues insisto en que deberías intentarlo —continuó Catherine—, estaremos poco tiempo aquí y tardaremos mucho en regresar.

—Lo pensaré —respondió Trowa, aún sin poder entender por qué el solo pensar en verlo le era tan difícil. Incluso con Wufei las cosas eran sencillas, tal vez porque los dos eran muy similares; en cambio Quatre para él era como un pequeño niño hecho de cristal, al cual había que tratar con delicadeza y eso era algo que él no se creía capaz de hacer. Aunque a decir verdad se moría por verlo, sabía perfectamente que lo amaba más que a su vida, pero no lo confesaba porque su niño era tan bueno, que aunque no sintiera los mismo diría que sí solo para que él no sufriera y de ese modo no sería correcto. De momento lo mejor era concentrarse, ya que su nuevo acto era muy peligroso. Ya después decidiría si lo visitaba o no.

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Mientras tanto Quatre ya se había decidido a enfrentar sus sentimientos y se encontraba buscando la ropa que mejor le quedara para verse atractivo para Trowa. Se jugaría el todo por el todo, lo peor que podría pasar era ser rechazado, pero aunque así fuera, por lo menos ya no se viviría engañado y con falsas esperanzas.

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En preventers todo transcurría con tranquilidad, por el momento no había ninguna intención de guerra ni había conflictos importantes de los que preocuparse realmente. Heero se encontraba en su oficina con su inseparable laptop, solo navegando en internet. Lo que hacía en su tiempo libre era ver videos de Trowa, ese chico sí que era espectacular y talentoso, además que con ese cuerpo bronceado, no había duda de que era sumamente atractivo. Estaba tan inmerso que no se dio cuenta que Wufei había entrado y le estaba hablando:

—Heero, despierta, te estoy hablando.

—Lo siento, no te escuché.

—Me envió Sally, de verdad Heero deberías tomarte unas vacaciones —apuntó Wufei—, desde hace tres años que estamos aquí y no has descansado.

—¿Para qué habría de tomarlas? Ni siquiera tengo a dónde ir, definitivamente no ­—afirmó mientras seguía revisando todo lo relacionado con Trowa y el circo cuando llamó su atención que la próxima presentación sería en L4

—Pues de todos mo…

—Las tomaré ahora mismo.

—Pero, oye, ¿qué te hizo cambiar de opinión? —preguntó Wufei sorprendido— Además no te puedes ir ahora, por lo menos son dos días de trámites.

—Pues si no es ahora, ya no voy, tú dices —Heero sabía que eso bastaría para poder irse.

—Bien, tú ganas, preséntate con Sally para que firmes tu salida.

Heero inmediatamente salió, tenía que llegar a L4 lo antes posible, sino su oportunidad de tener a Trowa para él se desvanecería, pues se imaginaba que Quatre no perdería el tiempo. Sabía que el ex piloto del Sandrock iba a sufrir, pero no tenía otra opción: él también estaba enamorado de Trowa y no pensaba perderlo por nadie.

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El tan ansiado día de la función llegó con una rapidez impresionante. Quatre se hallaba en primera fila, muy emocionado, solo deseaba que Trowa lo viera. En verdad se imaginaba tantas versiones de ese momento que simplemente no podía estar tranquilo.

En otro lugar del circo se encontraba Heero, dispuesto a conseguir su objetivo: luchar por Trowa y ganar.

Trowa estaba alistándose para su número sin imaginar que esa noche dos personas ardían de amor por él. La función pasó con una lentitud torturante para Quatre y Heero, que ya ansiaban poder ver al dueño de sus sentimientos. Cuando el momento llegó fue impresionante, y tal como se esperaba debido a su ubicación privilegiada, al primero que vio fue a Quatre. El rubio le sonrió de una manera deslumbrante y siguió su rutina con atención, llena de piruetas y saltos de gran riesgo. De pronto, para terminar el número se requería a alguien del público para que subiera en lo alto junto con Trowa.

Quatre se presionó en su silla, ansioso por ser el elegido, pero la decepción lo embargó cuando el ayudante del circo eligió a Heero. ¿Coincidencia? No lo creía así, el chico se había dirigido casi de inmediato a su ex compañero de guerra, por lo que llegó a la conclusión que hubo alguna clase de  (soborno o arreglo de por medio.)

Pero lo peor no fue eso. Cuando Heero llegó al centro del escenario, Quatre sintió su corazón romperse en miles de pedazos. La sensibilidad que poseía le hizo darse cuenta de que, al chocar las miradas de Trowa y Heero, una intensa oleada de amor mutuo se desató. Inmediatamente comprendió que sin haber empezado una guerra por conseguir el afecto de Trowa, él ya había perdido.

Trowa se dio cuenta de la intensidad del momento de ellos dos. Había llegado su gran final y al ver a la persona con la cual subiría a lo más alto su mente borró todo lo que existía, nadie más que ellos, solo Heero y él. Incluso había olvidado que Quatre estaba en el público. La bella melodía comenzó a sonar, Trowa sabiendo que Heero no tendría problemas para seguirlo en el acto simplemente le explicó lo que tenía que hacer, luego tomó a Heero por la cintura y el espectáculo comenzó.

No te preocupes, Heero —dijo Trowa—, jamás te soltaré.

Si es contigo o por ti, no me importaría morir, así que adelante —respondió Heero, con su acostumbrada seguridad.

El acto era sumamente bello e impresionante, pero nadie podría imaginar que tal gentileza en las acciones del  joven cirquero hacia Heero no eran parte del show, solo Quatre sí lo entendía y lloraba, no por lo hermoso, sino porque supo que ya no tenía ninguna oportunidad. Ni siquiera se dio cuenta del momento en que Duo llegó a su lado.

 Llora, llora todo lo que puedas porque, después de hoy, ni una sola lágrima más, Quatre. Por el bien y la felicidad de las personas a las que amamos.

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Habiendo terminado el acto, Trowa soltó a Heero, le pidió que lo esperara y después de agradecer los aplausos, lo llevó hasta el camerino designado para él.

Gracias, Heero. Fue agradable hacer mi número contigo.

¿Estás seguro? Pensé que preferirías hacerlo con Quatre —sugirió Heero, aprovechándose del momento para averiguar qué sentía Trowa por el rubio.

Yo también lo creía —confesó Trowa—, pero acabo de darme cuenta que esto es más fuerte. la prueba de ello es que él está allá afuera y no me importa. ¿Qué quieres tú, Heero?

—Trowa, yo te amo y quiero permanecer contigo el resto de mi vida.

Solo eso bastó para que una batalla de besos se desatara, besos y caricias donde ambos se demostraban todo el amor que sentían, además de la ansiedad por todas esas noches de deseo que veían venir. Trowa comenzó a desvestir a Heero, pero fueron interrumpidos cuando comenzaron a tocar su puerta. Muy en contra de su voluntad dejó a Heero para abrir, más que nada porque se imaginaba quién estaba detrás. La verdad es que no se sentía preparado para ver llorar al que por mucho tiempo fue su ángel y la fuerza para seguir viviendo, pues era cierto que hasta hace poco creía amar a Quatre. Pero ahora con Heero a su lado todo se sentía distinto.

—Trowa, ¡felicidades, estuviste genial! Tu acto es sublime, pero, ¿puedo pasar?

—No es buen momento, agradezco que vinieras, pero estoy ocupado, perdón – dijo cerrando la puerta detrás de él para que no viera a Heero, lo que menos necesitaba era una confrontación de ambos.

—¿Heero está contigo, cierto?

—Sí, Quatre, sé que te debo una explicación, pero no sé cómo…

—No me debes nada porque nunca iniciamos algo, así que no te preocupes, solo sé feliz por ambos. Y de todos modos gracias por la bella ilusión de tantos años y por haberme cuidado durante la guerra —hizo una sentida pausa y prosiguió—. Solo déjame decirte algo necesario para poder cerrar este capítulo de mi vida: ¡te amo y siempre te amaré! —exclamó para luego robarle un beso al cuál Trowa correspondió con todo el cariño que pudo dar, pues por lo menos eso se merecía su niño.

—Gracias, Quatre —susurró mientras miraba a Quatre alejarse entre las sombras. Antes de volver al camarín, alcanzó a ver a Duo que lo esperaba e imaginó que ambos se ayudarían mutuamente y que estarían bien, solo era cuestión de tiempo. Esa certeza le permitiría estar con Heero sin problemas ni remordimientos.

—¿Estás bien? ¿No estás arrepentido? —preguntó Heero a verlo entrar, quien obviamente había estado escuchando— Aún puedes alcanzarlo si lo deseas.

—No, de verdad te elegí a ti, pues te amo con todo mi corazón.

FIN

 

 

Notas finales:

Espero que le haya gustado a alguien y nuevamente gracias a Neutral HD que me animo a compartirlo


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