Si había algo que el joven actor Shinnosuke Nohara adoraba, era ponerse enfermo.
No por eso de estar mal físicamente, o el dolor de cabeza y moqueo constante. No, eso apestaba.
Lo que le encantaba de estar enfermo era la constante atención y cariño que Toru ponía en él.
Siempre que pillaba algo de fiebre, el chico se quedaba en su casa a dormir y le dedicaba todo su tiempo. Y no era para menos. Shin-Chan no solía enfermar demasiado, pero cuando lo hacía a veces llegaba a ponerse hasta los cuarenta grados febriles. Cuando esto pasaba Kazama perdía la cabeza, pero por suerte no duraba mucho.
Ahora mismo, Toru estaba viendo la tele, con la cabeza del moreno posada en su regazo. Pensaba que su amigo estaba dormido, pero como hacerlo si el chico que le gusta desde hace siglos le estaba acariciando el pelo con esos suaves y finos dedos de porcelana.
En esos momentos, estaba pensando con los ojos cerrados, con la suave voz de fondo de Moepi la maga.
Pensando justamente en lo que era Kazama en su vida. Si, eran amigos. Pero más de una vez ya se habían besado accidentalmente, e incluso de forma no tan accidental. Por ejemplo, hace algunos días en San Valentin, el moreno accedió a una cita con una muchacha, y en un arrebato de no-sabía-que, Toru le agarró del cuello de la camisa y besó bruscamente. Pero cada vez que sacaba el tema, el chico simplemente lo ignoraba o se marchaba.
Estaba bastante seguro de que había intentado evitarle estos días si no fuese porque su fiebre había ascendido a 40 grados. Como vivían en Tokyo por la universidad, Shin-Chan sólo le tenía a él, y cuando le informó vino corriendo a pesar de la lluvia.
El moreno suspiró a punto de dormirse entre estos pensamientos cuando una dulce voz lo llamó.
- Oye Shinnosuke. Venga a la cama que me duelen las piernas...
- Ihhh... -El chico se pasó un dedo por el ojo con un bostezo. -¿Te quedarás a dormir?
- Claro. No voy a dejarte solo... Aunque... -Posó una mano en su frente, a lo que el más alto se sonrojo un poco. Con suerte lo disimulaba con la fiebre. -Parece que te ha bajado un poco... Aun asi no me quedo tranquilo. Venga, ve a la cama y mientras me cambio y apago todo esto.
Se levantó para ir al cuarto, cuando tuvo una gran idea.
- Eh. ¿Y si duermes en mi cama esta noche?
- ¿Eh? ¿Pero entonces dónde dormirás tu...? -Preguntó Kazama, apagando la televisión y acompañándolo al cuarto.
- No, hombre, no... Digo juntos... -Murmuró, poniendo morritos. El más bajito se sonrojó levemente apartando la mirada.
- Oh... No... No lo se, Shinnosuke...
- Si te preocupa lo del otro día no pasa nada. Iiih... Quiero decir... A mi no me molestó... ¿Sabes?
- Ya...
Un silencio incómodo invadió la oscura habitación. Shin-Chan abrió la boca para decir algo, pero se lo impidió un agudo dolor de cabeza, seguido de un enorme mareo. Incluso tuvo que apoyarse en el marco de la puerta.
- ¡Shinnosuke! -Fue lo último que oyó antes de caer al suelo.
Cuando despertó, se pasó una mano por el cabello, con malestar. Aunque ya no se notaba caliente.
Se incorporó entre las sábanas, y miró su móvil, donde se leían las tres de la mañana.
Al iluminar la habitación, encontró a su lado un pequeño cuerpo que tenía un brazo pasado por su torso. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro.
- Shinnosuke... -Kazama se tapó la cara por la luz. - ¿Ya estás mejor?
- Mucho mejor. -Asintió él, volviendose a tumbar. Pero Toru se levantó.
- B-Bueno si estás mejor... Ya... Debería irme a casa.
Pero Shin-Chan lo agarró por la muñeca antes de que se alejara mucho más.
- Iiih... Si te vas acabarás tú enfermo. -Kazama hizo una mueca en la oscuridad. -Además... Ejeee... Estabas tan mono dormidito.
El chico suspiró.
- Shinnosuke, yo...
Pero antes de responder, el moreno tiro de su muñeca juntando sus labios y agarrandolo por las mejillas para que no escapase.
Estuvieron unos minutos así hasta separarse lentamente por la falta de aire.
- No me beses... -Susurró Toru, ahora a su altura. Shinnosuke notó algo de nervios en ese momento.
- L-Lo sien-
- Es que si me besas acabaré yo enfermo también. Idiota. -Le interrumpió, apartando la mirada con las mejillas como tomates. El moreno sonrió, divertido.
- Ejeee. ¿Entonces dormiras conmigo? -La única respuesta fue un asentimiento con la cabeza, haciendo su flequillo dar un saltito. Shin Chan rió, y se acomodó dejando un hueco al chico que ahora era algo más que un amigo.
Al día siguiente, el moreno despertó como una rosa. Pero Kazama tenía un dolor de cabeza horrible.
Ahora le iba tocar a él cuidar del enfermo. Y sinceramente, no le importaba contagiarse.