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Las Aventuras de HikkoMoepi y NeoUltrahéroe. por Ecto

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Notas del capitulo:

Primer Capitulo de una Gran saga, la primera que hice de Shin-Chan... 

Disfruen!! <3

Era una mañana lluviosa en la ciudad de Kasukabe. Un niño de diez años miraba por la ventana, con expresión seria, sin centrarse en las gotas que caian por el cristal lentamente. El chico suspiró, y se giró a su cuarto, ahora medio vacío y lleno de cajas.
Lentamente caminó por la habitación, llena de recuerdos de toda una vida, parandose en una caja que contenía un peluche de su heroína favorita. Recordaba perfectamente como la consiguió.
Fue hace un año.
Llevaba todo el día pensando en si llevarsela o no, temeroso por lo que la gente pudiera pensar de él. ¿Y si creían que era un niño raro? Desde luego a las personas maduras no le gustan ese tipo de juguetes, y menos aún los de chica.
Fue entonces cuando llegó él.
"¡Eh, Kazama! ¿Qué haces por aquí?"
Como siempre su repentina aparición le dio un susto. Rápidamente intentó explicarse, diciendo que venía por un recado de su mamá. Pero Shinnosuke no se tragó esa excusa barata. Ya tenía nueve años, y aunque no hubiese cambiado demasiado, desde luego no era un inocentón.
"¿Y no vienes por la nueva muñeca de Moepi? Es muy chula."
Lo negó repetidas veces, hasta que convenció a Shinnosuke. O eso pensó.
Shin se compró la última muñeca de la tienda, dejándolo completamente deprimido. ¡Había ahorrado tanto para ese día!
Entonces, le invitó a comer un helado, y no pudo negarse, ya que literalmente, lo arrastró hasta el parque donde jugaban de niños. Él seguía algo triste, más aún viendo a su querida Moepi en manos de Shin-Chan.
Cuando se acabó el helado de nata, dio un salto para levantarse y se escusó diciendo que tenía que volver a casa cuanto antes. Pero Shinnosuke lo agarró del brazo antes de poder si quiera volverse.
"¿Sabes? Esta muñeca no es muy interesante. Prefiero un figurita de ultraheroe. ¿Crees que podrías tirarla por mi, Kazama?"
Se quedó unos momentos mirando la sonrisa de su amigo de la infancia, y asintió mientras recibía la bolsa con la muñeca.
Desde entonces, la cuidaba con mucho cariño. En alguna ocasión, en la que Shinnosuke vino a su casa la vio recostada sobre su cama, pero no hizo más comentario que una pequeña sonrisa.

Kazama se encontró a si mismo abrazando al peluche, sin quererlo.
- ¿Toru? Cielo, es hora de entrar al coche. ¿Llevas lo escencial en tu maleta?
- ¿Eh? ¡Ah! Sí, mamá. Kazama metió a presión la muñeca en su maleta de ropa perfectamente doblada, y cuando lo consiguió salió de la habitación, aun con expresión seria. Su madre le miró con una pequeña sonrisa.
- ¿Te has despedido de todos tus amigos, Toru? El chico no pudo evitar bajar la mirada a sus pies.
- No... No de todos...

Unas deportivas rojas corrían por las calles mojadas de Kasukabe como alma que lleva el diablo. El dueño de las deportivas no se molestó en coger paragüas al salir de casa, por lo que comenzaba a empaparse. Pero no tenía tiempo para preocuparse de eso.
No después de la horrorosa noticia que acababa de recibir.
"Oh, Hiroshi. ¿No te has enterado de lo de los Kazama?"
"No. ¿Qué ha pasado con ellos?"
"Pues resulta que se mudan con el padre de Toru a Australia."
"Vayaa... ¿Y como se lo ha tomado Shin-Chan?"
"Bueno... Él no ha querido decírselo, y lo cierto es que yo tampoco quería preocupar a Shinnosuke. A estas horas ya deben estar marchandose..."
"Bueno... Acabará enterandose de alguna forma, Misae."
Y lo hizo. Cotilleando la conversación de sus padres.
¿Cómo no se lo había dicho? ¡Su mejor amigo...! ¡Kazama... Se marchaba y nadie le decía nada!
Shin-Chan se limpió un par de lágrimas que amenazaban con salir, con la manga de su chaqueta. Aunque estaba tan mojada que solo empapó su rostro aún más.

Kazama se despidió de su madre con un beso en la mejilla.
- Enviaré tus cosas por correos, y me tendrás allí en un par de meses. ¿De acuerdo? -Sonrió la mujer a su hijo. -Llámame cuando llegues al aeropuerto.
Él asintió y metió su maleta celeste en el Taxi que habían pedido. No quería que sus cosas se mojasen. Estaba a punto de entrar al coche cuando una voz gritó su nombre.
- ¡KAZAMA! -El aludido se giró, tomando aire. Al ver el rostro de Shinnosuke, por algún motivo comenzó a dolerle el pecho.
- Será mejor que os deje a solas... -Comentó su madre, dejándole el paraguas a su hijo. Tras darle un beso de despedida, se metió a casa justo cuando Shin-chan llegó a su lado.
- Ka...zama. -El moreno se agarró de las rodillas, intentando tomar aire. -Kazama. ¿P-por qué no me lo dijiste...? No puedes irte.
- Shinnosuke...
- No puedes irte Kazama, porque el ejército de Kasukabe te necesita. -Toru se mordió el labio inferior, mientras un par de lágrimas se escaparon de sus ojos. -No puedes irte porque yo te necesito, Kazama.
- Lo siento, Shin-Chan... Yo... No puedo hacer nada. -Se limpió los ojos con el dedo índice. Su voz comenzó a quebrarse. -No podía decirtelo... Sabía que pasaría esto... -Susurró antes de romper a llorar como un niño pequeño. Shinnosuke tomó aire, como si comenzase a hiperventilar, pero Kazama no podía ni siquiera mirarlo a la cara. Estaba demasiado avergonzado.
Entonces, fue sorprendido por unos brazos mojados rodeando su cadera, tirandolo hacia un abrazo apretado. Pudo escuchar perfectamente algunos ruiditos provenientes de la boca de su amigo, que hacia un esfuerzo por no llorar.
- Al menos... Volveras... ¿Verdad? Kazama hizo un pucherito, y devolvió el abrazo con algo menos de fuerza.
- Te lo prometo.
- Bien. -Shin-chan se separó, ofreciéndole su dedo meñique a Kazama, que hizo lo mismo. Lo entrelazó con el suyo, y sonrió un poco. -Te echaré de menos... -Susurró, cuando Toru fue a entrar al taxi.
- Yo también. -Respondió, antes de cerrar la puerta del coche con fuerza. No pudo evitar volver a soltar un par de sollozos, ya sentado en el asiento trasero.

Y Shinnosuke vio, con ojos llorosos como el coche amarillo arrancaba hasta desaparecer en una esquina.
Fue lo último que supo de su mejor amigo Toru Kazama.
Por lo menos, hasta que pasaron seis años de ese acontecimiento.


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