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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaa n.n 

Espero que hayan tenido unas felices fiestas! Que este año se cumplan todos sus deseos y todo eso QQ (Para mí un año es igual a otro, pero bueh...un comienzo es un comienzo :D) 

Lamento no haber podido actualizar antes u.u la vdd es que decidí cambiar algunas cosas a última hora... 

Les juro que intentaré actualizar antes del prox domingo...por que dejar tanto tiempo la intriga creo que sería una crueldad de mi parte D:

PD: Este cap es XL! xDD

Espero que les guste n.n 

Como siempre, ojo con la ortografía...sobre todo por que a este no le he dado revisión D:

Un abrazo! 

Capítulo 12: “Trozos de vida”


   —¡A levantarse, hijos de puta! —Aquella frase resonó fuerte en mis oídos, como un deja vú o una especie de rutina a la que ya me había acostumbrado. Otra vez sentí un brazo fuerte tomándome bruscamente y lanzándome contra la fría pared. Cerré los ojos y esperé el helado chorro de agua para que hiriera mí ya lastimada piel. La primera manguera en encenderse fue la mía; escuché el clic de la goma y el agua cayó sobre mi espalda. Abrí los ojos y apreté los labios, mientras me retorcía por el dolor.


   —¡Está caliente! —grité con todas mis fuerzas, mientras comenzaba a notar el calor invadiéndome y quemándome la piel. No era un calor agradable, sino todo lo contrario, era como fuego que dolía y ardía sobre mi piel tanto que creí que iba a desmayarme por el sofoco. Instantáneamente todos mis compañeros intentaron alejarse.


   —Cuidado, cariño —Elise agarró al pequeño Matt para ponerlo contra la pared y abrazarse contra su espalda, usándose ella misma como escudo para su hijo. La mujer gritó y se retorció cuando el agua hirviendo le dio a ella, pero no se separó del niño un solo segundo. Dejé de sentir calor sobre mi espalda y horrorizado noté como el cazador que me había estado torturando se movía para lanzar su chorro de agua contra ella, para apartarla o para hacerle ver el error que había cometido. Eran tres hombres ahora los que la cubrían con agua ardiendo y no pasó mucho tiempo para notar como su pálida tez comenzaba a tornarse rojiza, mientras pequeñas gotas de sangre comenzaban a salir de viejas heridas que volvían a abrirse con el paso del agua. Con espanto también noté, cómo la ropa que Elise llevaba comenzaba a desintegrarse, a desaparecer, quemándose y cayendo rota al suelo. Intenté moverme hacia ellos y uno de los hombres desvió su atención hacia mí, apartándome gracias a la presión del agua y lanzándome contra la pared nuevamente, adhiriéndome a ella.


Los gritos cubrieron todo el lugar; los míos, intentando llegar hasta Elise, los de ella que no podía callar el dolor, el llanto desesperado de Matt al oír sufrir a su madre y no poder hacer nada por evitarlo, los de mis compañeros de cárcel, sufriendo una agonía semejante a la mía. Todo fue tan rápido que apenas puedo recordarlo; ellos aumentaron la presión del agua y la nube producida por el vapor que nos quemaba subió y lo cubrió todo, entonces sólo quedaron los gritos y las lágrimas resonando en el vacío lugar. La fiebre subió precipitadamente por todo mi cuerpo y me sentí mareado, ahogándome en un calor infernal.


Las mangueras se detuvieron. Los cazadores se fueron y mi cuerpo seguía pegado como estampilla a aquella muralla, el dolor no me dejaba mover un solo músculo. Escuché el sonido de un cuerpo que caía a mi lado y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Tuve miedo de mirar a través de la nube de vapor.


¿Tendría que ver a alguien morir cada vez que esto ocurra?


   —¡Elise! —La voz de Claire me despertó, a mí y a mis músculos acalambrados y quemados por el agua caliente. Me moví como pude, dejándome caer al suelo y arrastrándome con dificultad hasta toparme con el cuerpo tendido a mi lado, junto a un niño que lloraba con desesperación.


   —¿Mami? ¿Mami estás bien? —Aún tengo pesadillas con los balbuceos angustiados de Matt, rogando porque la tierna Elise le respondiera en ese momento. Alguien abrazó al pequeño e intentó contenerlo.


La nube de vapor se disipó por completo.


   —¡Mierda! —grité. Mi reacción no fue la mejor, la de Claire obviamente sí. La pelirroja atinó rápidamente y le cubrió la vista Matt. El cuerpo de la pobre Elise estaba todo quemado y la piel rosácea y enrojecida salía a relucir en él, como carne a medio cocer. Sus labios se habían deformado levemente y los párpados estaban hinchados, pero ella estaba viva, respiraba dificultosamente.


Tomé su mano.


   —Vamos a mejorar eso… —balbuceé con torpeza al no saber qué decir. Ella con dificultad rodeó mi mano entre las suyas y esbozó lo que debía ser una sonrisa. Negó con la cabeza lentamente. Una oleada de desesperación y angustia me invadió y sin poder evitarlo, comencé a sentir las lágrimas emborronándome la vista.


   —Cuida a Matt, por favor —suplicó y una voz ronca salió en lugar del dulce tono que acostumbraba a oír de ella. Le dolía a hablar.


   —¿Qué…Qué dices, Elise? T-Tú cuidarás de Matt, porque… —La tarea de hablar también comenzaba a ser difícil para mí, pero no por el dolor, si no por el terrible nudo que se había formado en mi garganta—. Porque tú…tú vas a estar…


   —No voy a estar bien, Aiden… —susurró en voz baja.


Mis lágrimas comenzaron a salir.


   —Promételo —balbuceó.


   —L-Lo prometo, pero por favor, vamos…salgamos juntos de aquí.


   —N-No puedo más, Aiden.


   —¿Mamá? —La voz del pequeño se coló un poco más allá. Se había resignado a las palmas de Claire que le cubrían la vista y ahora estiraba sus pequeñas manos en el aire para alcanzar las de su madre, Elise me soltó y tomó las manos de su hijo.


   —Te cuidaré desde el cielo, cariño —le dijo y aquellas amargas palabras resonaron con fuerza en mi interior, haciéndome vibrar. Mi hermano las había dicho antes de morir. Miré a Matt de reojo, tan inocente, tan indefenso, tan frágil.


   —Te amo, hijo.


No permitiría que se quedara solo.


La puerta se abrió estrepitosamente los cazadores de antes entraron en ella siendo empujados desde atrás y cayendo al piso.


   —¿Quién les ha dado permiso para usar el agua hirviendo? —La voz de Scorpion resonó fuerte, ronca, pero tranquila dentro de todo el calabozo. El recuerdo de lo ocurrido noches atrás llegó a mi cabeza, causándome escalofríos y un medio latente que al parecer mi cuerpo naturalmente había desarrollado hacia él.


La pistola que sostenía en las manos apuntaba hacia los cazadores, hacia sus propios camaradas.


   —¡L-Lo sentimos, señor! ¡Pensamos que…! —Un disparo me ensordeció los oídos y despertó los gritos de todos los que estábamos ahí. El hombre que había hablado golpeó su cabeza contra el suelo y no respondió más. Scorpion lo había matado.


   —Aquí no se hace nada sin mi autorización —La voz fría de Scorpion se sobrepuso al eco del disparo y quedó atrapada en las cuatro paredes del calabozo como un nuevo y escalofriante rumor—. Si “piensan” demasiado podrían acabar muertos… —estiró el brazo, apuntándonos con su arma y súbitamente disparó. Elise se retorció e intentó callar un quejido, una bala había atravesado su pecho, tan rápido que nadie pudo predecirlo.


   —¿¡Q-Qué demonios hiciste!? —grité y contra toda lógica me levanté para intentar alcanzarlo y arrancarle los ojos con mis propias manos. Fui detenido por dos cazadores.


El rubio me dirigió una mirada fulminante.


   —¿Hubieses preferido que muriese lentamente? —me preguntó, con una sonrisa en el rostro. Guardé silencio cuando el miedo que me generaba tomó posesión otra vez y mordí las paredes interiores de mis mejillas para no llorar, conteniendo la rabia y la impotencia, hundiéndome en la desesperación. Scorpion les hizo una seña a sus hombres para que me soltaran y avanzó hacia nosotros, sin poder evitarlo, retrocedí cuando pasó a mi lado. Se agachó frente a Matt, quien le miraba con los ojos llenos de ira, como nunca pensé que un niño de su edad podría hacerlo.


   —Este mundo es feo, niño —sonrió, sin apartar los fríos ojos que por un momento parecieron sentir lástima y acarició levemente el cabello rubio del pequeño—. Acostúmbrate —sentenció, levantándose y dirigiéndose hacia la puerta— ¡Levanten el cuerpo! —ordenó antes de atravesar el umbral. Sus hombres hicieron caso enseguida y luego de alejar con una brusca patada a Matt quien estaba abrazado a su madre muerta, se la llevaron.


El llanto desolado del pequeño cubrió toda la habitación. Corrí a consolarle y a intentar convencerle que todo estaría bien ¿Pero mis palabras podrían llegarle? No, había perdido a su madre, había perdido a la única persona que le quedaba en este mundo. Podía empatizar con él y entender su dolor, yo también lo había vivido. Por eso mismo, sabía cómo se sentía, sabía que aunque me esforzara en decirle que no estaría solo, que ahora nos tenía a nosotros, que su madre le cuidaría y velaría por él desde ese cielo en el que aún no me atrevía a creer, poco le importaban mis palabras al pequeño, quien seguía deshaciéndose en lágrimas en los brazos de Claire quien silenciosamente lloraba igual que él.


Un golpe sobre la muralla me espantó, Jack había dado un puñetazo y había dejado una notable marca en ella. Olvidando por un momento el intenso dolor en mis piernas y en mi cuerpo, me acerqué a él. Estaba llorando, las lágrimas apenas se veían en sus mejillas enrojecidas por el agua. Estaba en silencio, aun con los ojos sobre esa pared con una mirada siniestra dibujada en los ojos violetas que ahora daban miedo. Posé una mano sobre su espalda.


   —Armaré una revuelta —dijo, con la voz seca y la rabia escapando de su garganta. Parpadeé un par de veces, confundido.


   —¿Qué has dicho? —pregunté, creyendo que había oído mal.


   —Estoy harto de esta mierda —comenzó y pude notar como su voz comenzaba a quebrarse—. Primero Gabriel, luego tú…ahora Elise… —sollozó y recordé que él era el que más tiempo llevaba aquí encerrado ¿A cuántas personas vio morir?—. Armaré una revuelta… —repitió—. Un escándalo lo suficientemente grande como para escapar de este lugar.


¿¡Qué!? ¡Eso era una locura! Él había dicho que nadie había logrado salir vivo de este lugar.


La mano que tenía apoyada sobre su hombro me tembló levemente.


   —¿Cómo se supone que vas a…? —intenté preguntar.


La puerta abriéndose nuevamente nos interrumpió y nos puso a todos en alerta. Un hombre robusto y de apariencia mansa entró en el lugar. No le había visto antes y no parecía cazador. Llevaba un pequeño carrito que no tardó en dejar dentro del calabozo y se retiró tan rápido como había entrado.


Una mirada cómplice se cruzó entre todos los que estaban ahí, una mirada que yo no logré entender del todo. El pequeño carrito de aluminio que parecía contener una bandeja quedó en el centro del lugar, nadie se acercó a el, como si lo que tuviese dentro fuera una bomba. Jack fue el primero en avanzar.


   —¿Qué haces Jack? —La voz del Frank, el novio de Belle, una de las chicas que se encontraban ahí, habló con miedo cargando su voz.


Jack siguió avanzando hacia el pequeño carrito y levantó la tapa de la bandeja. Un extraño pero delicioso olor llenó mis fosas nasales. Avancé un poco más hacia el centro. Carne era lo que había dentro de esa bandeja.


   —¿J-Jack? —Las voz de Frank tembló un poco más.


Nadie excepto él y yo nos acercamos ¿Por qué? Era carne ¿Acaso creían que podía estar envenenada? Jack tomó un pedazo y se lo llevó a la boca con rapidez y lo tragó casi sin masticar. Le imité, tomé un pedazo y lo engullí. Era suave y un poco fibroso, no supe reconocer de qué animal era precisamente, parecía cerdo pero tenía algo extraño; el color era un poco más rojizo y oscuro, su sabor era fuerte, pero agradable. Lo saboreé como si eso que tenía en las manos fuese el más delicioso manjar. Jack comía a mi lado en silencio, pensativo, sin quitar esa mirada sombría de sus ojos.


   —¿Qué es? —pregunté mientras masticaba otro pedazo. Intentaba matar el horrible silencio que se había formado y calmar mis propios nervios, mi propia rabia, mi propia desolación.


   —¿Recuerdas al chico que murió a tu lado cuando llegaste? —preguntó y tragó otro pedazo. Escupí la carne con brusquedad y las tripas en mi estómago se revolvieron con rapidez, subiendo y bajando dentro de mi cuerpo.


“Ese niño va a volver” Había dicho.


Corrí hasta un rincón del lugar y sin soportarlo más comencé a vomitar ¿¡Acababa de comer carne humana!? ¿¡Carne del chico que vi morir frente a mis ojos!? ¿¡Qué clase de demente da carne humana para comer!? Mientras más lo pensaba, más rápido me invadían las náuseas y más rápido se revolvían mis tripas, obligándome a vomitar más. Ya no tenía nada en el estómago, sólo la amarillenta bilis que escapa de mi boca como agua.


Jack paró de comer y con la misma serenidad del silencio en el que había estado hasta ese momento caminó hasta donde yo estaba. Dio un par de palmadas y acarició mi espalda para que dejara de vomitar, me levantó por los hombres para quedar frente a mí y me dio una fuerte bofetada en la mejilla que me aturdió por un par de segundos.


   —¡Esto es lo único que tenemos para comer y tú tienes el descaro de vomitarlo! —gruñó—. ¡Vamos a escapar hoy! —levantó la voz para que todos escucharan el mensaje—. Los que quieran intentarlo, deben alimentarse si quieren salir ahí fuera —En ese momento, Jack contuvo una arcada y pude notar como a él tampoco le agradaba en absoluto la idea de comer la carne de un pequeño que lo había acompañado en su encierro. Pero tenía razón, no habíamos comido en todo este tiempo y esto era lo único que había para alimentarnos.


El pequeño Matt avanzó con valentía hacia el carrito y cogió un pedazo. Me estremecí ante la frialdad con la que miró la carne antes de llevársela a la boca. Le siguieron Belle, Frank y luego, todos los demás.


Fui el último en contener el asco y volver a acercarme para sacar un trozo de carne. Me tapé la nariz antes de masticar, antes me había parecido deliciosa, pero ahora que sabía de qué era realmente no podía evitar las náuseas que me provocaba. Comimos en silencio, ahogando sollozos con cada tragada, soportando lo repulsiva que se nos hacía la situación. Estábamos comiendo carne de una persona, una persona que estuvo aquí parada sobre este mismo suelo tan sólo algunos días atrás. Una pequeña parte de mi dignidad desapareció junto a ese pedazo de carne.


Cuando acabé de comer, me sentía lo suficientemente idiota como para volver a hablar.


   —Yo distraeré a Scorpion… —dije sin pensarlo demasiado, antes de darme cuenta lo estúpido que era eso. Jack me dirigió una mirada preocupada con sus ojos violetas.


   —¿Eres capaz de eso?


Me sentí ligeramente ofendido.


   —Claro que sí… —respondí con la voz tensa, intentando creer en mis propias palabras. Lo ocurrido hace un par de noches atrás, la paliza y la nueva tortura de hoy tenían a mi cuerpo lo suficientemente adormecido como para soportar una nueva golpiza de su parte o de la mano de sus matones. Debía aprovecharme de mi situación, sabía que mi cuerpo estaba dañado, pero ya había pasado hace mucho el umbral de dolor. Esto podía ser una ventaja—. Claro que sí… —repetí, para reafirmar mi propia idea y convencerme de llevarla a cabo—. ¿Bastará con un par de minutos?


   —Claro —El chico asintió con la cabeza mientras clavaba sus ojos directamente en los míos—. He investigado un poco el área antes —sonrió.


   —Entonces no perdamos tiempo —dije, sacudiéndome las manos en lo que me quedaba de ropa y poniéndome en marcha hacia la puerta. Las piernas me temblaban.


La mano de Claire me detuvo. Giré para verla; tenía los ojos aguados y el rostro enrojecido de tanto llorar. Sonreí y la obligué a soltarme con toda la suavidad posible.


   —Tu cuida bien de Matt —le ordené, o eso quise. Mis palabras sonaron más como una súplica.


    —Cuando despejemos una salida, iré por ti —La voz de Jack se escuchó tras mi espalda. Tomé la manilla de la puerta y la abrí, sin siquiera tener que forzarla. Eso sólo demostraba la enorme seguridad que debían tener en este horrible lugar, ellos ni siquiera se preocupaban de un posible escape de los prisioneros, porque seguramente para ellos eso ni si quiera era una opción.


Nadie había logrado escapar vivo de aquí.


Me vi de pie en medio del oscuro pasillo, sin poder controlar el temblor de mis piernas, haciéndome estúpidamente el héroe, otra vez.


Suspiré con pesadez y me dirigí a lo que yo recordaba vagamente era la habitación de Scorpion.


   —¡Scorpion! —comencé a llamarle al notar que me había perdido—. ¿¡Dónde estás, imbécil!? —Ni si quiera iba armado, ni estaba en condiciones de pelear. No podría hacer nada contra él si realmente aparecía ¿por qué estaba haciendo esto? Este hombre de seguro iba a matarme—. ¡Scorpy…! —lo llamé burlescamente. Había perdido la cabeza—. ¡Scorp…! —Unos brazos me embistieron contra una muralla. Solté un quejido.


   —¿Me buscabas, cariño? —río su voz sobre mi oído, riéndose. No pude hacer nada. Me arrastró hasta una puerta, me metió en una habitación, su habitación y me lanzó al suelo.


Me apuntó con un arma.


   —Voy a matarte… —escupí con todo el desprecio que podía generar e intenté levantarme del suelo.


   —Apenas llevas poco más de una semana aquí y ya perdiste la cabeza… —se burló y ante mi intento de moverme acercó la pistola a mi cuello. Clavó sus ojos enfurecidos sobre mí y pude notar aquella mirada lasciva que había visto hace unos días atrás.


Joder. Había entrado directo en la boca del lobo.
Reaccioné. Había sido un error venir aquí sin estar armado, un tremendo error. Intenté arrastrarme lejos de él, él corrió hacia mí y me embistió para caer sobre mí. Inevitablemente pude sentir y ver la dureza dentro de su pantalón, eso sólo eran malas noticias. Me paralicé. Sentí una punzada en mi rostro; él se había acercado para besarme y morderme el labio, arrancando un pedazo de carne de él. Comencé a sangrar al mismo tiempo que mi cuerpo empezaba a temblar y mi estómago se revolvía, lleno de asco. Tenía ganas de salir corriendo de allí, tenía que salir de ahí rápido ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Lo suficiente como para intentar escapar?


Estaba muriendo de miedo.


¿Debía intentar escapar? ¿Debía retenerlo un poco más y darles tiempo a los demás? Sabía que Jack volvería por mí pero… ¿Podrían encontrar una ruta para hacerlo?


Si Scorpion estaba distraído, si él no estaba, los cazadores perdían mucha coordinación.


Las heridas que él había hecho en mi espalda y en todo mi cuerpo apenas habían cicatrizado ¿Valdría la pena volver a abrirlas?


Entonces, Elise acudió a mi cabeza súbitamente Tenía que hacerlo, se lo había prometido.


Sacaría a Matt de aquí aunque eso me costara la vida.


Apartó su boca de la mía y repentinamente se quitó de encima para ponerse de pie, sin dejar de apuntarme. Yo seguía en el suelo e inútilmente sólo moví mi mano para cubrir la herida que él había dejado en mis labios que seguían sangrando sin control, tragándome el ardor y el dolor para no demostrárselo. Él me miraba desde arriba, observándome, analizando mi rostro y mis movimientos, escuchando mi respiración. Casi podría jurar que también oía los acelerados latidos de mi corazón.


¿Se había dado cuenta que todo era parte de un plan?


   —¿Por qué viniste? —preguntó, adelantándose a mis pensamientos. Tragué saliva mezclada con sangre.


¡Se había dado cuenta!


   —Estaba enojado —respondí lo primero que me vino a la mente. No podía pensar en una buena excusa con esos ojos fríos mirándome de esa forma, a punto de saltar sobre mí otra vez.


   —¿Por qué? —Sus ojos seguían sobre mí. Iba a descubrirlo y cuando lo hiciera me mataría.


   —P-Por Elise… —balbuceé. Él se acercó un poco más.


   —No me mientas —ordenó y me dio una pequeña patada en el estómago. No respondí, no me moví, no me quejé. La verdad es que estaba tan aterrado que no podía hacer ninguna de esas cosas.


Se agachó para quedar a mi altura y sin dejar de apuntarme, me jaló del cabello para acercar mi rostro al suyo.


   —Viniste por lo de la otra noche —siseó en mi oído. No le veía la cara pero estaba seguro que tenía una sonrisa dibujada en el rostro—. ¿Te ha gustado, no?


   —Jamás me gustaría —respondí juntando todo el valor que me quedaba, aun así la voz me temblaba.


El sonido de un gatillo a punto de ser disparado resonó en toda la habitación. No había sido el arma de Scorpion.


   —Aléjate de él —ordenó una voz. No, no rompería su promesa. Ahí estaba Jack, apuntando directamente a la cabeza de Scorpion ¡Había encontrado una salida!—. Tira el arma y levanta las manos —pude ver el rostro de Scorpion retorcerse en una mueca molesta y resignada. Obedeció—. Ponte de pie… —dijo y su arma hizo más presión sobre la cabeza de Scorpion—. ¿Dónde están las llaves? —preguntó y su voz me pareció entonces agitada y cansada. Me dio a entender que no todo estaba saliendo como lo habíamos esperando.


   —No sé de qué llaves me estás hablando.


   —¡Las llaves que dan al subterráneo que está bajo nuestros pies! —gritó Jack, perdiendo la paciencia. Sus manos temblaban con nerviosismo al igual que su voz—. Un cazador nos dijo que por ahí había una salida.


   —Y la hay… —Scorpion sonrió y un escalofrío me recorrió la espina dorsal—. Pero no les gustará bajar ahí.


   —¡Dame las malditas llaves! —Jack estuvo a punto de darle un golpe con el arma y en ese momento Scorpion reaccionó e hizo un rápido movimiento que le permitió de alguna forma, tomar un cuchillo de entre sus ropas y tomarme como rehén. Fue tan veloz que ni siquiera vi venir su ataque, sólo el frío del cuchillo sobre mi garganta fue lo que me hizo percatarme de ello.


Jack no bajó el arma, pero ahora parecía titubear notoriamente. Yo estaba entre Scorpion y él.


   —Jackie…Jackie… ¿Te atreverás a disparar? —Las manos de mi amigo volvieron a temblar al oír las palabras de Scorpion—. ¿Dejarás que otro amigo tuyo muera? —No sabía a qué se refería, pero esa sencilla frase puso a Jack aún más nervioso—. No, de seguro no quieres eso. Vamos, no seas tonto. Dame el arma.


El muy maldito lo estaba manipulando.


   —¡No, Jack! ¡No le des el arma! —grité y Scorpion me obligó a callar haciendo presión con el filo del cuchillo sobre mi piel.


   —Sabes perfectamente que puedo matarlo… —continuó Scorpion—. Si no quieres eso dame el arma, Jack —repitió, fingiendo calma en su voz, estirando su mano libre para recibir la pistola que aún temblaba en las manos de Jack. Los ojos de mi amigo se clavaron en los míos, entristecidos y oscuros, como si se estuviese disculpando. Negué con la cabeza. No me importaba si Scorpion me cortaba el cuello si después de eso Jack lo mataba. Pero él también negó con la cabeza, indicándome que le haría caso. Bajó el arma y se la entregó a Scorpion.


El cañón y el cuchillo apuntaron a Jack.


   —Toda esta revuelta me ha puesto duro… —confesó Scorpion, avanzando hacia Jack y tomándolo a él ahora como rehén—. Vamos, Aiden. Quítate la ropa o mataré al chico —ordenó.


   —Ni se te ocurra hacerle caso, Ai… —Jack intentó decir algo, pero su voz calló en el momento que el chillido de una bala sonó estrepitosamente. Jack soltó un grito desgarrador y ronco e intentó moverse, pero los brazos de Scorpion lo sujetaron con fuerza y sólo le permitieron retorcerse de dolor entre ellos. Le había disparado en una pierna. El muy hijo de puta iba en serio.


   —El próximo irá directo a su cabeza… —me advirtió, esbozando una sonrisa. Miré el rostro de Jack, se mordía los labios mientras intentaba contener el dolor.


   —No…No lo hagas —balbuceó.


   —¿Qué crees, Aiden? ¿Le dejaré paralítico si le disparo aquí? —El arma de Scorpion se movió hacia la espalda de Jack. Me horroricé—. ¿No crees que debe ser terrible no poder moverte en medio de un desastre como este? ¿Cuánto durarás vivo, eh, Jackie? —Casi oí cómo presionaba el gatillo.


   —¡Está bien! ¡Está bien! —levanté las manos en son de paz.


   —Anda, quítatela —La boca del arma se ciñó aún más a la espalda de Jack. Hice caso e intentando contener el temblor en mis manos comencé a desabrochar lentamente mi camisa, con los ojos fijos en el suelo. No quería verle a los ojos, conocía su mirada; aquella fría y vacía mirada, esos ojos azules a los que odiaba y temía tanto, sabía que los tenía clavados sobre mí mientras seguramente una sonrisa asomaba de sus labios. Por eso no quería verle. Saber que el disfrutaba de esto…me destruía aún más.


La camisa cayó al suelo.


   —¿Sólo eso? —La voz de Scorpion sonó infantil. Otro grito de Jack me obligó a volver mi mirada hacia ellos—. Dije que te desnudaras —sentenció, mientras el filo del cuchillo se movía dentro de la herida en la pierna de mi amigo, como si estuviese haciendo un batido entre la ropa, su carne y la sangre.


   —¡Para! —grité con la voz quebrada y la angustia escapando en mis palabras. El rostro de Jack se retorcía en dolor y sus ojos estaban, inevitablemente, llorosos. Estaba sufriendo. De verdad.


Y había visto demasiado sufrimiento como para soportar más.


Intenté soltar el botón de mi pantalón, pero mis dedos sudorosos temblaban tanto que simplemente no atinaba a hacerlo. No sólo mis manos, si no también mis piernas se sacudían, mis hombros, mi boca y todos mis órganos tiritaban mientras mi corazón latía a mil, a punto de explotar. No era algo que pudiera evitar, sólo la idea de tener que estar nuevamente desnudo frente a ese hombre desataba los horrores más terribles dentro de mí. Quería salir corriendo de ahí, pero la vida de Jack dependía de ello. Quizás si hubiese sido otra persona le habría dejado, pero Jack, él ya se había ganado mi cariño.


Scorpion soltó un gruñido y sin dejar de apuntar a mi amigo, buscó unos grilletes que estaban sobre un escritorio y apresó con ellos a Jack, quien, apenas se vio libre de los brazos del rubio cayó al suelo, retorciéndose aún más porque la caída la amortiguó su pierna herida. Sus hermosos ojos violetas se cruzaron fugazmente con los míos y noté como había comenzado a llorar.


   —¿En serio siempre tendré que hacerlo yo? —La voz de Scorpion me despertó y me alejó de la imagen de Jack. No tardé en sentir el tacto de sus manos metiéndose dentro de mis pantalones y arrancándolos de un solo tirón. Sus brazos me empujaron con fuerza y nuevamente caí al suelo. Sólo entonces reaccioné, sólo entonces comprendí lo que estaba a punto de pasar.


   —N…N-No… —balbuceé al borde de las lágrimas cuando sentí su mano izquierda recorrer mis piernas mientras la derecha sostenía el cuchillo. Él sonreía encima de mí, maravillado con mis reacciones. Me moví con brusquedad para intentar escapar y sólo logré que accidentalmente el filo del cuchillo se clavara en mi piel, haciéndola sangrar.


   —¿Acaso eres idiota? —susurró sobre mi oído. Su voz sonó tan burlesca como lasciva.


   —¡Suéltame! —grité y levanté mi cadera cuando noté su mano escurridiza colándose entre mis muslos y sus dedos intentando entrar desesperadamente. Punzaban tanto que el dolor me motivó a convulsionar con tanta fuerza que le vi tambalear sobre mí. Me dio un puñetazo en el rostro y luego me agarró del cabello para golpear mi cabeza directamente contra el piso, dejándome aturdido y adormecido, calmando mis movimiento.


   —Vaya, creo que sí lo eres —le oí decir y sus palabras comenzaron a sonar lejanas y a repetirse en mi cabeza, como eco. Levantó mis piernas y las puso sobre sus hombros. Escuché los gritos de Jack intentando llamar mi atención pero aún no podía despertar del golpe lo suficiente como para intentar resistirme. Podía ver con dificultad el cuchillo amenazándome y cómo estaba a punto de comenzar su ataque. Entonces, una nueva punzada de dolor me llenó el cuerpo y en mi mente grité con descontrol, pero aquel grito no logró salir de mi boca. Me embistió, y volvió a embestirme y comencé a sentir el calor de su miembro en mi interior. Me estaba violando y yo estaba demasiado aturdido como para poder hacer algo. Comencé a llorar.


Él balbuceaba cosas que no alcanzaba a comprender, mientras me daba pequeñas palmadas en las mejillas con una mano y con la otra sujetaba mi cadera para seguir adentrándose en mí. El cuchillo estaba a un lado, supongo ¿o lo mantenía sujeto con la mano que me inmovilizaba? Debía buscarlo, si estaba en el suelo podía usarlo contra él. Forcé mis ojos para localizarlo pero no lo vi por ningún lado. Sólo veía su rostro sobre el mío, jadeando con fuerza, sin importar que Jack lo estuviese viendo todo. También oía la voz de mi amigo, gritando palabras que podía oír pero que mi cerebro no alcanzaba a dar significado y su imagen se me hacía lejana a pesar de que estaba cerca. Un pequeño hilo color rojo cayó sobre mi hombro ¿Eso era sangre? ¿Sangre que venía de mi cabeza?


Un profundo dolor me invadió la parte posterior de la cabeza y esto me hizo despertar un poco. Solté un grito que se mezcló con un sollozo al sentir la sangre corriendo entre mis piernas también. Comenzaba a volver en mí.


   —De-detente… —intenté decir y el sabor de mis propias lágrimas me despertó un poco más. Otra vez me estaba destruyendo, otra vez me estaba humillando y ahora no podía hacer absolutamente nada por evitarlo ¿Era mi culpa? ¿Debí haber hecho que me matara? Cualquier cosa era mejor que esto—. De…


   —Ah, ¿qué has dicho? —Su respiración era agitada y apenas podía hablar entre los jadeos. Mordió su labio inferior y noté que estaba a punto de llegar al clímax. Su ritmo aumentó junto a mi dolor.


   —¡Que te detengas, hijo de puta! —Una voz se escuchó con fuerza en todo el lugar, seguido de una bala disparada al aire. Scorpion se detuvo en seco, salió de mi interior y levantó las manos—. Ponte de pie, maldito cabrón… —aquella voz enfurecida que sonaba lejanamente familiar entraba en mis oídos y luchaba por despertarme completamente. Una figura apuntaba directamente a la cabeza de Scorpion, quién, de alguna forma, se había quedado completamente inmóvil, debió ser porque notó la ira en las palabras de esa voz que resonaba como eco aún en mis oídos.


Una mirada se cruzó entre esos ojos negros y los míos, la figura esbozó una mueca triste y quiso sonreír para calmarme. En cambio yo no pude hacer nada más que no fuese seguir llorando como un niño, aunque me sintiera infinitamente feliz de verle ahí. Ethan, su silueta estaba frente a mí, apuntando al hombre que me había robado la vida.


Y esos ojos negros estaban salvando lo poco que quedaba de ella.


   —Date la vuelta… —ordenó Ethan. Scorpion obedeció y en ese momento vi como algo cambiaba en la mirada oscura del pelinegro. Su mano tembló ligeramente y una mueca entre horror y sorpresa se dibujó en su rostro. Dio un paso hacia atrás, sin dejar de apuntar.


   —¡T-Tú! ¿¡Qué haces aquí!? —gritó. Se oía completamente confundido.


Scorpion soltó una pequeña risa.


   —Qué gusto verte, Eth.


Notas finales:

Por fin llego Ethan! *-* 

Q.E.P.D Elise :C 


Ya adivinaron de dónde conoce Ethan a Scorpion? 


Lo habían pensado antes D:! ? 


Espero que haya sido de su agrado, me esforzaré por traer el próximo luego n.n 

Cualquier crítica, comentario o pregunta a algún personaje pueden dejarlo en un lindo (o no tan lindo) review :3

Gracias por leer n-n

Saludoooos


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