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La “dicha” de un plebeyo por yuljiyongie

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Notas del fanfic:

Nuevo fic hecho por mí

Notas del capitulo:

 

Hola, aquí llego yo con un nuevo fic… siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!

 

Jaja espero que le den cariño :P gracias por su paciencia, a leer…

 

 

En un pequeño reino de Corea, el Rey Choi Yoong  Suk  toma una decisión que había estado rondando en su mente desde la muerte de su bellísima esposa, la  difunta Reina MinHa.  Por eso  ha ordenado  al vocero oficial del reino hacer un anuncio público.

 

“Después de tantos años, el Rey escogerá a la persona que lo acompañará por el resto de sus días.  Todos los jóvenes entre las edades de 15 a 16 años serán participes de la gran celebración que nuestro majestuoso Rey organizará este fin de semana en el palacio real. Padres y madres de familia, vistan a sus hijos con las mejores prendas que tengan porque de todos los que concurran uno será el elegido.”

 

El pueblo se vuelve un cúmulo de emociones sobre todo de algarabía   y jubilo. Las sastrerías recibían pedidos por mayor. Las familias preparan a sus hijos para el gran evento que se llevará a cabo. Tenían conocimiento de que sería la oportunidad de cambiar sus vidas y obviamente  la de sus hijos también,  ya que poseerían todas las comodidades que muchos de ellos jamás podrían brindarles. Varios jovencitos  se sentían inmensamente felices de poder  participar, otros tantos no, entre ellos el hijo de una familia humilde.

 

-¡No quiero ir! – gritó desesperado. Él vestía la ropa que sus padres le compraron  gastando todos sus ahorros. Si no hubiese sido por la vanidad de saber  cómo se vería luciendo esas prendas, confeccionadas de un  material que nunca antes en su vida había visto ni tocado, no estaría discutiendo con ellos.

-Pero hijo, es tu deber asistir. – rogó su madre. Una mujer gastada por los años de trabajo en el campo. – además ya estas vestido. 

-no –cruzó los  brazos sobre el pecho.

-JiYong no es algo que tú decidas. El rey lo ha  ordenado – esta vez se pronunció su padre. Él tampoco estaba de acuerdo con enviar a su único hijo, pero no podía desobedecer  aquella orden. 

-¡pero soy muy joven! – los miró esperando su comprensión, pero estos no cambiaban sus rostros, por lo que continuó hablando. – habrán muchas personas de seguro no notaran que no estoy.

-mi niño – ella lo llamó y acunó el rostro de su hijo entre sus manos – ellos tiene los nombres de cada uno de nosotros, nadie puede faltar. Si sucede nos castigarán. Creerán que estamos en contra de nuestro rey.

-o nos multarán, y sabes que con nuestro trabajo no alcanzará para pagar. – prosiguió su progenitor.

-yo trabajaré más, los ayudaré. – murmuró agachando la cabeza, provocando que su cerquillo cubriera su frente y parte de sus ojos.

 

Los padres suspiraron cansados de tanto insistir. Conocían a su hijo, era bastante terco, pero buscaban esa parte de él que sí los obedecería.

 

-comprendo tu malestar, pero como tu dijiste hace un momento son muchas las personas que asistirán. ¿Cuántas posibilidades hay que te escojan? – insistió ella.

 

El joven miró a su madre. Ella tenía razón. Habría muchos asistentes y si se escondía  capaz ni notaban su presencia. Lo pensó por unos minutos más y luego de echar un último vistazo a los rostros en espera de sus padres soltó el  aire retenido de sus pulmones, dándose por vencido. Iría y volvería a SU casa. Nada  más.

 

-ya está bien, iré. – respondió para la satisfacción de sus progenitores.

 

 

 

 

 

 

-entraré, buscaré un lugar donde esconderme y cuando acabe saldré muy rápido. ¡Eso haré! –se animó desde su posición, detrás de un muro alto y ancho.  

 

Cargado de nervios caminó hacia la entrada de palacio. Sería la primera vez que tendría la oportunidad de conocer la casa del Rey. Se dirigió al guardia, sentado en la entrada, que tenía varios  pergaminos  con nombres sobre una mesa. Al llegar este lo miró y le pidió su nombre y edad.

 

-mi nombre es kwon JiYong y tengo 15 años.

-señor kwon ¿sabe a qué hora empezaba esta festividad?- cuestionó el hombre sin dejar de buscar el nombre dictado en la lista.

-s… sí – tartamudeó con el estomago revuelto. En su mente ya se imaginaba como lo castigarían.-pero tuve contratiempos con mi hanbok.- mintió.

-en fin. –exhaló- dejé su firma y podrá ingresar.

 

 

 

 

 

 

 

-¡WOOOHHH!-enormemente sorprendido miraba  la decoración  interna del palacio.

 

La iluminación, las luces, las alfombras en los pisos y las obras de arte en las paredes.  Todo demostraba las riquezas poseídas. En su corta vida no había imaginado que una “casa” podría lucir de esa manera, cada espacio parecía brillar más que el anterior hasta enceguecer la vista.

 

La fiesta  se llevaba a cabo en el amplio patio   de armas,  que era abarrotado de gente joven que conversaba, reía y compartía sus emociones.  Todos siendo milimétricamente vigilados por el personal especial enviado para clasificar a los posibles candidatos.  Debían de cumplir con  algunos requisitos indispensables como: la elegancia, jovialidad, educación, porte, modales y belleza.  Varios nombres ya estaban sonando entre el personal.

 

-¡auch! – se quejó JiYong al chocar.

 

Tan  embelesado estaba que ni cuenta se dio del muro frente a él.  Los jóvenes cercanos rieron por su torpeza y lo señalaron.

 

- ¡qué vergüenza! – exclamó para sí mismo. Con una mano cubriendo su nariz por el dolor y el rostro sonrojado se escabulló hasta desparecer de la vista de los chicos. -¿Dó…mh…nde podré esc…mhn…onder…mhn…me?- se preguntaba mientras masticaba los bocadillos que había cogido de la mesa principal. No pudo resistirse, se veían sumamente exquisitos.

 

Estaba seguro que si no aprovechaba esa oportunidad nunca tendría  la oportunidad de volver a probarlos. Por ello en su mano tenía un gran puñado de distintos piqueos, entre dulces y salados, que estaban apoyados en su vestimenta para evitar que se cayeran.  Esconderse tampoco significaba que no disfrutaría de nada.  En fin, caminó fuera del salón principal pasando desapercibido por los guardias quienes vigilaban a los adolescentes mas alborotados. Se alejó, adentrándose por distintos caminos completamente desconocidos para su persona, pero su tuvo su andar al dejar de oír la música.

 

-creo que ya me perdí. – giró a los lados, no viendo a nadie. 

 

Se elevó con la punta de sus pies y alcanzó a ver   un puente en forma de arco con una pequeña corriente transitando debajo.  Se situó en mitad del puentecillo, desde ahí a una considerable distancia divisó el salón que brillaba por las luces.  Pero además, a su alrededor habían mas construcciones como casas o fortalezas más pequeñas, sin contar con la cantidad de arboles que lo adornaban. Si no supiera que está en el Palacio Real juraría que estaba en mitad de un enorme bosque perdido.

 

Conociendo donde estaba el lugar al que debía regresar decidió continuar buscando un escondite, pero antes de avanzar unos pasos un chico alto y de cabellera negra apareció de la “nada”, refiriendo a su distracción. Éste vestía un hanbok sumamente hermoso de colores muy vivos  que a pesar de ser ancho, como todos, marcaban su buen estado físico. Sintió un poco de pena al compararlo con el suyo, ya que el suyo no era tan extravagante  pero se defendía con sus colores dorados y morados. El muchacho caminaba hacia su dirección, lucia molesto y detrás venían dos guardias siguiéndolo.

 

Ji se puso nervioso, tal vez aquel joven había sido capturado intentando ocultarse, tal como él quería hacerlo.  Se mantuvo de pie en mitad del camino esperando que le reprocharan  por haber llegado hasta ahí y de paso lo devolvieran a la sala de armas. Sin embargo y para su sorpresa, un fuerte empujón que lo botó al piso lo descolocó.

 

-¡Quítate! – gritó el pelinegro con voz gruesa y furiosa. Con una sola mano logró tumbarlo y pasó de largo  junto a  los dos hombres.

-¡Auch! – se quejó bajito. -¡idiota!- gritó cuando el joven ya se había ido. Observó los dulces  esparcidos a su alrededor y sopló. –tan ricos que estaban. – comentó con un mohín en los labios.

 

Además de los bocados se percató que el gat (sombrero) que sostenía su larga cabellera castaña también se había caído junto a los binyeos (sujetadores para el pelo).

 

-¡Ay no! – los recogió y se puso de pie. Al pararse  su cabello cayó por sus hombros.

 

 

 

 

 

 

A varios metros de distancia el hombre más importante de todo el reino, custodiado por sus guardias personales observaba  desde hace minutos al joven en mitad del puente.

 

-su Señoría, los jóvenes que han clasificado lo están esperando. – le comentó uno de sus hombres.

-ya no es necesario. – contestó sin apartar la mirada del castaño.

-¿Có…ómo dice?

-ese chico. – lo señaló con la cabeza. – lo elijo a él.

-¡¿Qué?! – exclamaron todos. – pe…ero él no cumple con ninguno de los requerimientos que usted exigió.

-no importa. Aprenderá. – sonrió al ver la dificultad que tenía para colocar su cabellera dentro del gat hasta que finalmente lo logró, se podría decir.

-pero… - interrumpió otro.

-¡Es mi última palabra!- su voz resonó con seriedad. Los soldados callaron. – quiero su nombre, edad y donde vive. En unos días iré y pediré su mano en matrimonio. – vio como el joven se retiraba tras el sonido que soltaron las trompetas, dando  por culminada la celebración. – él… será mi compañero.

 

CONTINÚA…

Notas finales:

 

Y que les pareció el primer capítulo?? Comenten pleaseeeeeeeeee


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