Culpable, esa es mi sentencia de la cual no protesto y la acepto en silencio. Fui matándote lentamente y tu aceptaste ese destino sin protesta alguna convirtiéndonos así en víctima y verdugo. Ésta es mi confesión, soy culpable de tu muerte prematura, de que la desesperación te llevara al suicidio y que así expiraras tu último suspiro.
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Aquel chico de cabellos castaños se encontraba apoyado contra la barandilla de la azotea de aquel alto edificio, hablando al aire mientras abundantes lágrimas rodaban por sus mejillas.
-Te perdí mi ángel... -su cuerpo tembló ante la fría brisa otoñal y de pronto aquella dulce voz retumbó en sus oídos.
-Venga Light, no llores, estoy aquí, contigo.
-¡Near! -sus ojos se abrieron de golpe ante la sorpresa. Alargó su mano hasta la mejilla de aquel hermoso chico, aquel al que amaba, y acarició lentamente la nada -Near...
-No llores más mi cielo -una triste sonrisa se pintó en su rostro -quizás todo tenía que ser así.
-¿Así? ¿Tu lejos de mi? No Near, así no -se dejó caer, quedando sentado en el suelo, mirando el oscuro cielo -yo... había imaginado nuestro futuro tan diferente...
Sintió como aquella extraña presencia se sentaba a su lado y se apoyaba en él, brindándole un poquito de calor. Sabía que todo aquello era fruto de su imaginación, que el verdadero Near estaba unos pisos más abajo, en un quirófano, siendo operado a vida o muerte. Y aunque sobreviviera su vida junto a él había acabado.
-Ojalá esto no estuviera pasando... -se secó las lágrimas y abrazó al muchacho que lo miraba preocupado. Aunque fuera irreal necesitaba aferrarse a él, sentirlo por ultima vez -perdóname... por favor... no sé porqué hice todo eso...
-No hay nada que perdonar -cerró los ojos y se relajó entre los brazos del mayor -ya no hay marcha atrás... así que no vale la pena lamentarse. -Nunca debí ponerte una mano encima, ni gritarte... ni siquiera debí acercarme a ti aquella noche.
-¿Te arrepientes?
-De haberte conocido, no. De lo que hice... es obvio... -lo apretó más contra su pecho, estaba seguro de que nunca podría arrepentirse de haberlo conocido.
-Quizás no fue nuestra culpa, nunca te lo conté pero mi madre murió a manos de mi padre y tu recibiste demasiadas palizas de parte del tuyo -suspiró pesadamente -quizás estamos destinados a cometer los errores de nuestros padres...
El silencio reinó por un momento, ninguno de los dos sabía que decir o que hacer.
-Olvidemos todo eso -dijo por fin el de ojos miel -ahora estas conmigo, podemos arreglarlo -sonrió un poco más animado pero nuevamente el silencio los invadió.
-No puedo... -susurró el albino.
-Near... -algo se quebró dentro del mayor.
-Debo marcharme... -aquella triste sonrisa volvió a su rostro mientras se desprendía de aquel cálido abrazo.
-No... mi amor... Ne... -un último beso fugaz -ar... -sus ojos inundados en lágrimas otra vez.
-Te amo.
-No te vayas... -sus ojos se nublaron y el cuerpo de su amado se desvaneció -no me dejes... -rogó -¡NEAR! Respiró hondo, quizás aun estaba vivo, quizás la operación había resultado un éxito, no tenía porque haber muerto...
La puerta de la azotea se abrió de golpe dejando ver a un pálido chico de cabellos rojizos.
-¡Near a muerto por tu culpa! -espetó con rabia.
-¿Qué? -lo miró incrédulo.
-¡Eres un maldito! -rompió en lágrimas cayendo de rodillas sobre el suelo -te odio...
-Que casualidad... yo también me odio... pero no te preocupes -se levantó y fue hasta la barandilla -iré en su búsqueda.
Iré a buscarte mi ángel, mi dios, el dios de mi mundo. Sonrió y saltó hacia el vacío.
-Te amo.
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Sí, soy culpable de haber cometido un acto tan atroz como el maltrato, soy culpable de tu muerte y soy culpable de la mía, pero también quiero ser culpable de reencontrarte y de amarte para siempre mi ángel.