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Sangre del pasado por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Portada (precionar enlace para ver)


 


 


Bueno ya estoy de vuelta con este fic que espero disfrutéis mucho. Empezamos hoy con Minato y para mañana con Naruto jeje.

Minato Namikaze POV

 

Me desperté aquella mañana por el molesto ruido del despertador y aunque me encantaba dormir, me levanté con entusiasmo de comenzar un nuevo día y es que me encantaba mi trabajo. Me había graduado en la Universidad de Harvard en Derecho y tras mudarme hace dieciséis años a la ciudad de Seattle tratando de formar una nueva vida junto a mis hijos, había comenzado a trabajar para una oficina de abogados de oficio.

 

No cobraba mucho, lo justo para poder mantener a mi familia pero aunque era una gran desventaja sabiendo lo que otros compañeros de mi carrera llegaban a cobrar por sus servicios y trabajo, a mí me satisfacía saber que ayudaba a jóvenes en problemas o familias en apuros, ver sus sonrisas cuando ganaba los juicios era la mayor de mis recompensas, no podía pedir nada más y es que yo… aunque no era bonito decirlo, fui el mejor de mi curso, saqué las mejores notas y podía haber trabajado donde hubiera querido, pero no era lo mío trabajar para grandes empresarios, lo mío era esto, ayudar a los pobres y me gustaba mucho.

 

Hacía un año que había acogido en mi casa a un chico de la calle con problemas. Venía de uno de los barrios más problemáticos de la ciudad, su madre le había abandonado para irse con otro hombre a vivir lejos, al parecer el niño le molestaba en sus planes y en cuanto al padre… estaba en la cárcel por un asunto de problemas con drogas. Todo esto había dañado el carácter del chico y ahora a sus veintiún años, gracias a mí empezaba a cambiar su actitud de chico de barrio pobre, ya no se metía en tantos problemas.

 

Hidan había tenido la mala suerte de nacer en una familia mal estructurada y quizá fue por eso por lo que comenzó a robar coches y juntarse con mala gente. Le habían detenido hace un año por un delito de allanamiento y es que a él y a sus amigos no se les ocurrió otra cosa que entrar a destrozar el mobiliario de un instituto, justamente al que iban mis hijos.

 

Yo me hice cargo de su caso y conseguí a parte de su tutela porque yo sabía que no era un mal chico… que redujeran su condena a servicios comunitarios dentro del instituto, arreglando los desperfectos que había ocasionado y a la vez, ayudando en la limpieza del centro por un periodo de dos años. Para mí, era un poco exagerada su pena, pero la verdad es que al ver su cambio de actitud me daba cuenta de que quizá le iba bien, le alejaba también de sus antiguos amigos que tan mala vida le hicieron llevar.

 

Me vestí y salí a la cocina para preparar los desayunos. Hidan fue el primero en levantarse y ayudarme a servir las cosas, era un gran chico. Seguido a él, mis dos hijos gemelos no tardaron en llegar bromeando entre ellos como siempre y sentándose a la mesa para desayunar. A sus dieciséis años, yo aún los veía como mis dos niños más que dos adolescentes, siempre serían mis niños y no me daba cuenta de que se convertían cada día en más hombrecitos.

 

Cuando les vi aparecer por la cocina sentándose a desayunar, supe que había tomado la decisión correcta al continuar con mi embarazo. Toda mi familia me dio la espalda cuando se enteraron, yo fui la vergüenza de la familia al quedarme embarazado y me echaron a la calle como a un perro, pero por suerte, conseguí este trabajo. Ahora tenía dos magníficos gemelos rubios de ojos azules de dieciséis años que se querían con locura y que no conocían a sus abuelos, yo era toda su familia.

 

Por suerte para mí, que Deidara se hubiera dejado el cabello largo era una ventaja, porque los diferenciaba rápidamente y es que ambos eran tan parecidos, que incluso yo llegué a confundirme alguna vez y eso… que Naruto tenía unas peculiares marcas en sus mejillas que me ayudaba también a identificarles.

 

La relación de hermanos que ambos disfrutaban no podía ser mejor, aunque a veces discutían como todos los hermanos, la verdad es que se querían con locura, muchas veces se habían quedado los dos dormidos abrazados el uno al otro en la cama o hasta en el sofá. También tenía suerte en casa, porque nunca me dieron problemas, acataban mis normas y decisiones como la de traer a Hidan a esta casa a vivir.

 

El único gran problema que tenían y me traía de cabeza, es que habían heredado mi físico, es decir… ambos nacieron donceles y eso me preocupaba mucho, había gente que nos intentaba utilizar para darles niños, decían que éramos más seductores y se encaprichaban y otros… nos odiaban por lo que podíamos hacer y nos trataban mal, así que siempre les enseñé que debían ocultar lo que eran hasta que estuvieran completamente seguros de la pareja que elegirían para compartir el resto de sus vidas.

 

Hidan últimamente estaba muy sobreprotector y yo empezaba a dudar si era el vivir con tres donceles lo que le tenía así, ya que podía sentir nuestra seducción y vernos diferentes o que quizá… ya nos conseguía ver como a su familia y por eso protegía tanto a mis hijos. No podía estar seguro de lo que era, pero me preocupaba que fuera excitación por mis hijos lo que le moviera, porque mis hijos eran demasiado jóvenes aún para pensar en chicos y menos en Hidan que tenía veintiún años, era demasiado mayor para ellos. Pero debía reconocer, que mis hijos eran guapos, inteligentes y desprendían ese toque que volvía loco a todos, llevaban de cabeza a muchos hombres aunque ellos realmente no pensaran en esas cosas aún.

 

Naruto era el más joven de los gemelos, por tan solo dos minutos. Él había salido bastante atolondrado, era un trozo de pan y antes, era muy hiperactivo, siempre hablaba con la gente animadamente y era extremadamente sociable, pero desde hacía meses su actitud había cambiado radicalmente, ahora sólo hablaba con su hermano prácticamente, al menos en el instituto, ya no tenía amigos, habían dejado de venir por casa y se había vuelto solitario. No se le daban nada bien los estudios pero en el deporte era el mejor, estaba en el equipo de Lacrosse aunque últimamente hasta hablaba de dejarlo, no sé qué es lo que haría, muchos le animaban a que continuase, el director del centro, sus compañeros o su entrenador, pero a él no parecía gustarle mucho, era como si hubiera perdido la emoción, no sé que le ocurría y hablaba poco, se había vuelto reservado, era un Naruto que ya no reconocía desde hacía meses.

 

Su hermano Deidara, dos minutos mayor que él era extrovertido, un gran estudiante pero un negado para el deporte, era realmente torpe, podía tropezar hasta con sus propios pies, supongo que el ser propenso a los accidentes hacía que no tuviera amigos, casi todos se reían de él por lo torpe que era, pero tenía un cerebro brillante, era el que mejor notas sacaba en el instituto y los profesores le adoraban, otra de las cualidades por las que no tenía nunca amigos. Por suerte… ambos hermanos siempre estaban juntos y eso les ayudaba, no estaban solos en los recreos aunque a mí me habría gustado que hubieran estado con más gente, que tuvieran amigos. Realmente Deidara no era popular, era el pobre chico del que se reían y Naruto… aunque era el gran deportista famoso y todos querían acercarse a él, este pasaba de todo el mundo, no saludaba, no hablaba con ellos, sólo iba con su hermano. Eran tan parecidos físicamente y tan distintos psicológicamente que hasta a mí me sorprendía.

 

Cuando terminaron de desayunar, se marcharon al instituto acompañados de Hidan y es que trabajaba allí por mandato del juez y yo tras recoger la mesa y lavar lo del desayuno, me marché hacia la oficina.

 

Entré con una gran sonrisa, mi vida ahora era perfecta, mis hijos y mi trabajo lo eran todo para mí y aunque a veces echaba de menos a mi familia, sabía que no volvería jamás a saber de ellos después de que me tirasen a la calle. Puede que aún me sintiera algo culpable porque al fin y al cabo… fue mi culpa quedarme embarazado, debí tomar protecciones pero lo hecho… hecho estaba y no podía cambiarlo, tampoco habría querido, tenía dos hijos maravillosos que no cambiaría por nada del mundo.

 

La etapa de adolescente y estudiante de Universidad la había dejado muy atrás y no quería volver a vivirla ni recordarla, fue una de las etapas más bonitas y más trágicas de mi vida, todo eso había quedado en mi oscuro pasado, un pasado que no quería volver a recordar, al que me prometí jamás volver ni contarle a mis hijos.

 

Actualmente, llevaba un caso de despido improcedente, pues una antigua amiga mía, Kushina, había tenido problemas con una gran empresa y me había pedido ayuda ya que no tenía mucho dinero y necesitaba un buen abogado que le ayudase en los trámites legales y en la denuncia a la empresa. Yo era el mejor en mi trabajo, me había graduado con las mejores notas y sabía muy bien lo que hacía, pero mi gran sorpresa fue encontrarme en aquel despacho de la reunión a la mismísima familia Uchiha, dueña de la empresa más grande y prestigiosa de Nueva York, una de electrónica e informática. Frente a mí estaba Obito Uchiha, director de las empresas Uchiha y su flamante hermano pequeño Fugaku Uchiha, abogado… y mi profesor en la universidad, mi mentor…

 

Me preocupó todo aquello, porque yo sé que era muy bueno, había estudiado mucho para poder colocarme en esta empresa pero Fugaku… él era el mejor de todos, yo lo aprendí todo de él, sabía mis trucos porque eran los suyos propios y ahora… no sé si podría tener posibilidades de vencerle en un juicio ¡Yo había aprendido todo de él!

 

Fugaku al girarse y encontrarse conmigo, se quedó congelado en el sitio, no me esperaba pero es que yo tampoco esperaba que mi pasado volviera a perseguirme, mi etapa de universidad había quedado muy atrás, llevaba diecisiete años sin haberle visto, desde que dejé la carrera y lo peor de todo… es que yo siempre estuve enamorado de él, pero era mi profesor, era un amor imposible para mí y lo sabía, ahora estaba de nuevo frente a mí ese hombre y ya no era mi profesor.

 

¡Mi pasado había vuelto para atormentarme!


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