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El Teatro de la W por wearkagain

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Notas del capitulo:


Primer Darbble: Au. Zoro y Sanji.

Universo: Donde Sanji es invitado a una Rainbow Party junto con sus amigos; conoce a Zoro de manera un tanto provocativa ya que se encuentra bajo los efectos del alcohol.

Resumen: Unas fuertes manos lo alejaron del brillo de la puerta y  los estamparon contra la pared; sus labios fueron atacados antes que pudiera gritar un auxilio. Llevo sus manos tratando de alejar a su atacante, más al tocar su pecho noto como los nervios aumentaban su cólera.¡Era un hombre!

Advertencia: Lemon hombre x hombre.

La W: Escribí este drabble por una pequeña idea que llego a mi mente mientras leía un enunciado acerca de los fetiches de la juventud en Europa y vaya sorpresa fue al encontrarme con este estilo llamado "Rainbow Party" (Los adolescentes pintan sus labios, sobre todo ellas y van "coloreando" a su pareja u otra persona con dicho color a medida que llegan al sexo oral o en defenitiva al sexo).

-Everyone wants, happiness.

No one wants, pain.

But you can have a

Rainbow,

without a little

Rain-

 

Sanji sin pensarlo demasiado agarro su decimosexta botella de cerveza, bebiéndola de golpe mientras la gente a su alrededor proclamaba gritos de juerga y alegría. La deposito con un sonoro golpe –Casi estallándola en mil pedazos– sobre la mesa y elevo sus brazos a lo alto mientras aullaba frente aquel montón de preadolescentes.

Se alejó de prisa de allí, sintiendo la necesidad de descargar la gran cantidad de alcohol que cargaba en sus entrañas. Pues además de que no era un buen bebedor, no había consumido solido alguno antes de salir a recoger a sus otros dos amigos quienes aclamaban a gritos ir a aquella fiesta que apenas se inauguraba en el fondo de un bosque lleno de maleza; pues era una disco completamente grande y oculta que solo permitía a gente con invitación.

Empujo a más de uno –El que se atravesase en su camino– y abrió la puerta del servicio  de una sola patada. Se lanzó al primer cubículo vació que vio y vertió lo que contenía sus tripas. El olor era completamente desagradable y los sonidos de trásfuga que despedía le  causaban horror.

-Me siento… enfermo… -chisto a duras penas mientras escupía los restos y vaciaba la cadena del baño.

Salió del cubículo limpiándose la boca con la palma de su mano y abrió el grifo para lavarse la boca. Mientras hacía eso, la puerta nuevamente se abrió y tal fue su sorpresa al encontrarse a una chica de cabello rojizo que de la misma manera comenzaba a vomitar en todo el váter. Arrugo el rostro y una vez seca sus manos, se acercó hasta ella agarrando su cabello y formándolo en una cola de caballo, ayudándola mientras le daba leves golpecitos tras su espalda.

La misma escena se repitió.

-Me llamo Nami –Se presentó sin cuidado aquella chica estirando su mano y casi golpeándole todo el rostro.

-Sanji –Dijo mientras se alejaba y tomaba la mano de la mujer, quien cayó plenamente sobre su pecho -  ¿Estas bien?  -Bueno, no era la mejor pregunta que había hecho.

-Sí… necesito ir... –Murmuro algo que siquiera comprendió.

-Perdona, ¿Qué?

-Sótano.

Sin más, salió de allí cargando a la exuberante dama quien no dejaba de pasar sus enormes pechos sobre su costado, tentándolo. Casi se pierde por aquel lugar hasta que logro dar con el tal sótano, donde la luz apenas era visible y las escaleras parecían pintadas con colores fosforescentes.

Bajo con cuidado de no caer, pues aun la cabeza le daba vueltas y Nami, la pelirroja, seguía recostada contra su persona haciendo presión. Una vez llego a un pasillo se tambaleo y miro una pequeña entrada con confeti esparcido y serpentinas desplazadas por el suelo.

-Necesitas esto para poder entrar –Casi le da un ataque en el corazón al escuchar una voz a su espalda, encontrándose con una morena quien mostraba algo parecido a un pintalabios.

-No… ella… -Más cuando busco a la pelirroja esta ya se estaba maquillando con uno de esos, que remarcaba su rostro dejándole un color naranja brilloso que detonaba en aquella oscuridad.

-Vamos Sanji… te divertirás –Le dijo con picardía la pelirroja mientras se adentraba a aquel agujero y desaparecía como por arte de magia.

-Es un Rainbow Party –Dijo nuevamente la morena extendiéndole un pinta labios. Con un poco de desconfianza lo tomo y quito la tapilla para luego ver un color aguamarina brilloso.

-Tal vez mis amigos estén preocupados…

-No lo creo –Nuevamente parpadeo, aquella mujer le miraba con serenidad y con una sonrisilla de lado.

Apretó los labios y paso sobre ellos aquel color extravagante; quiso devolvérselo a la morena pero no la encontró a su lado, había desaparecido. Se levantó de hombros y se adentró a la oscuridad notando como solo sus labios sobresalían y unos cuantos sonidos extraños resonaban.

Unas fuertes manos lo alejaron del brillo de la puerta y  los estamparon contra la pared; sus labios fueron atacados antes que pudiera gritar un auxilio. Llevo sus manos tratando de alejar a su atacante, más al tocar su pecho noto como los nervios aumentaban su cólera.

¡Era un hombre!

Los labios irrumpieron con fuerza y aquella lengua húmeda se adentró en su cavidad desgarrándole un gemido sonoro; hasta ahora se daba cuenta que aquellos extraños sonidos eran realmente succiones, chupetazos, jadeos y suspiros entrecortados de una gran cantidad de gente. Ahora fijaba bien su vista alrededor viendo como los colores comenzaban a brillar, morado, rojo, naranja, verde, azul oscuro, violeta, blanco, dorado y entre muchos más.

-Concéntrate, ¿Quieres? –La boca que le besaba murmuro eso mientras se apartaba de su persona; le miro. Era verde, un verde oscuro y ya estaba corrido, extendido por lo que parecían ser sus mejillas –Prepárate –Ronroneo la voz mientras mordía su barbilla –Mi nombre es Zoro, recuérdalo –Tembló, de goce.

-Zoro… -Jadeo su nombre.

Todo fue tan rápido, como cuando sus pantalones cayeron al suelo y su ropa interior fue rasgada y alejada; el color verde comenzó lamer vulgarmente su pene mientras que una mano apretaba su bolsa de una manera dolorosa e irresistible, sacándole uno que otro gemido ruidoso. No pretendía contenerse, todas las demás parejas gramaban por la lujuria.

Gruño y exclamo aquel nombre cuando su falo fue completamente devorado por aquella boca, siendo succionado con fuerza y chupado por todos los lados. El hombre seguía acariciando con sus manos sus muslos y su trasero, llegando hasta la entrada de su ano. Respingo asustado, más no le detuvo.

Un dedo se fue adentrando en su interior siquiera lubricado, por lo que el dolor se expando por todo su ser, luchando contra las olas de placer que le regalaba aquel hombre que parecía sacado de una mismísima película porno. Con sus manos busco a tientas el rostro de Zoro, encontrándose con una gran cantidad de cabello suave y delgado. Acaricio su rostro y llego hasta sus orejas, notando como en una de ellas colgaban tres joyas alargadas; lo tomo con fuerza y entono más velocidad en la felación. El hombre no opuso resistencia, chupo con más velocidad su pene y su entrada ahora era perforada por tres dedos que hurgaban su pobre cuerpo como si se tratase de un muñeco.

Estaba a punto de correrse, se sentía cerca de la libido y las contracciones comenzaban a arder sobre todo su abdomen y pelvis. Pero su uretra fue apretada y sollozo por dicho dolor, lo había contenido; los dígitos salieron de su interior mandándole un escalofrío. El color verde había desaparecido y fue cuando sus mejillas se sonrojaron al ver como el brillo estaba sobre toda su extensión.

-Voy a cogerte –Fue lo único que dijo Zoro, que le giro y lo empotró contra la pared mientras lo agachaba y hacía que su trasero fuese levantado. Tembló, ahora si estaba lleno de pánico. Sus glúteos fueron separados y sintió como algo húmedo y viscoso caía sobre su trasero, luego un dedo lo tocaba y comenzaba a acariciar su ano -¿Cómo me llamo? –Parpadeo aun con nervios y trago saliva.

-Zoro… -Dijo en voz baja más el hombre lo sacudió, por lo visto no le había escuchado –Tsk… Zo… ¡Ro! –Gramo mientras mordía sus labios y sentía una lanza atravesar todo su cuerpo; su ano estaba siendo perforado por el pene de ese hombre que de una sola estocada ya había traspasado el primer anillo –Duele… ¡Sácalo! –Grito, más el efecto fue el contrario -¡Duele! –El hombre había continuado embistiéndolo hasta que todo su entorno entro por completo.

Se sintió muerto, le dolía, le ardía, no le gustaba, era horrible, solo quería desaparecer. Intento no llorar con fuerza, pero Zoro comenzaba a arrematar en su interior con fuerza aun sin que él se hubiese acostumbrado a su tamaño. Pero no todo fue dolor, en uno de esos embistes algo en su interior le hizo jadear, un punto, su próstata había sido tocada y eso había comenzado a encenderlo.

-Zoro, ahí… ahí –Suplico y el nombrado prosiguió a complacerlo. Los gemidos retumbaban en todo el lugar y pronto todos se encontraban acalorados. Sanji deseaba retirarse su camiseta de franela, pero aquel morboso no le daba pausa, seguía embistiéndole y había comenzado a morder su cuello, dejando marcas que de seguro se lamentaría una vez dejase aquel hall.

-Voy a… -abrió los ojos y asintió, él también estaba llegando a su punto.

-Más –Rogó a lo que los golpeteos se volvieron más fuertes y pausados, logrando que ambos sintieran su interior vibrar y soltar toda su esperma en dicha posición.

Sanji termino por manchar la pared y Zoro descargando todo en su interior. Ambos respiraban entrecortadamente y el cuerpo del rubio había comenzado a fallar, las piernas le temblaban y no era por nada, pero podía notar como la espesa semilla del hombre comenzaba a descender por sus muslos.

-Sal… -Pidió, quería salir de allí con el poco orgullo que aun poseía. Había sido follado por un hombre, él, que era un amante de todas las mujeres.

-Aún no.

-Joder, sal ya maldito –Zoro solo chasqueó la lengua con molestia y sin cuidado alguno se retiró de aquel interior. Sanji tomo aire mientras intentaba subir sus pantalones, aunque al agacharse el trasero le había dolido.

-¿Cómo te llamas? –Rodo los ojos y comenzó a alejarse con rapidez, debía de salir de allí cuanto antes.

Diviso la puerta a lo lejos y a tropezones logro salir de allí, más una mano le había agarrado la manga de la camiseta y se giró para darle un solo manotazo, pero nuevamente lo habían empotrado contra la pared.

Abrió los ojos con enojo, encontrándose con un extraño chico que probablemente poseía su misma edad. Era de cabello verde, un color extraño; piel morena y su cuerpo era esbelto y ancho; tenía una cicatriz sobre uno de sus ojos y el único que podía ver era de un color miel. Noto los aretes en su oreja.

-¿Cómo te llamas? –Trago saliva, lo que menos quería era eso, ver al hombre que le había… ¿Violado? – Te estoy hablando rubiecito, si no respondes te volveré a hacer mío y no será allí adentro  -Jadeo y con rapidez negó.

-Sanji –Arrugo la boca y las manos toscas del peliverde se aflojaron para luego regalarle una sonrisa.

-Bueno, Sanji, eso ha sido intenso.

-¡No me lo recuerdes! –Refuto mientras se apartaba, pero el moreno nuevamente lo atrapaba contra la pared -¿Qué quieres? Ya tuviste lo que querías.

-¿Tú no querías?

-¡Quien querría! –Zoro solo soltó una risotada y beso sus labios con ternura, espantándolo.

-¿Era tu primera vez? –Pregunto con tono infantil.

-¡No te importa! –Ya estaba en su límite, se habían aprovechado de él y ahora estaba pagando las consecuencias.

-Oye –Aparto la mirada –Oye, Sanji.

-¿Qué?

-Sal conmigo –Giró el rostro viéndolo horrorizado.

-¿Qué? –Debía de ser una broma.

-Tengamos una cita y puede que esto no quede como un trauma para ti –Dijo ahora besando su frente y haciéndole sonrojar –Además, quiero saber de dónde rayos has sacado esa ceja de Naruto.

-Cállate cabeza de marimo.

 

Aquella noche no salió tan mal como pensaba, puesto que volvieron a tener sexo mientras se divertían pintándose el uno al otro con aquellos pinta labios de color verde y azul, aclarando que para Zoro, era un símbolo de pertenencia.


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