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Nuestra erótica velada Navideña juntos por 1827Forever1827

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Notas del fanfic:

Como todo mundo hace algo especial en fechas como estas decidía hacer lo mismo, y que mejor que la Navidad con lgo de LEMON. 

Es lo mejor.

Lean los comentarios finales, les tengo un pequeño aviso.

Notas del capitulo:

Aquí ya es 23, mañana es noche buena y tenemos muchos preparativos que hacer. Por eso quize subir el capi hoy, ya que mañana estaré muy ocupada.

Disfruten.

Por las tranquilas y solitarias calles del vecindario Namimori caminaba un joven de uniforme escolar, este
tenía en el brazo derecho una cinta con el grabado "Presidente del Comité Disciplinario", iba camino a casa
despues de terminar de patrullar el centro y los alrededores, no quería ningún alboroto en su ciudad, y más
al ser época Navideña.

Para ser más precisos era justamente 24 de Diciembre, eran cerca de las 10 de la noche, aunque estaba
tranquilo se podía escuchar el tenue ruido dentro de las casas, seguramente eran las fiestas que hacían los
Herbívoros para "celebrar" esa fecha.

A él no le importaba, no tenía nada más que hacer que llegar a casa, sentarse en el sillón cerca de la
chimenea y bebér algo de licor. Se detuvo pasando a mirar el cielo, pequeños copos de nieve caían del
majestuoso cielo oscuro, era en verdad maravilloso.

Quizá una de las pocas cosas que le gustaban era el cielo, tan vasto, majestuoso y hermoso, tan claro, tan
puro, tan libre, tan cálido. El cielo era su opuesto, a diferencia de él demostraba sus emociones con toda
naturalidad y diría hasta con alegría, el cielo si era digno de merecer su atención. No es que fuera
presuntuoso ni nada por el estilo, pero así demostraba cuanto lo amaba.

Con una pequeña sonrisa reanudó su camino, pero al llegar a una esquina algo impactó en su contra
mandandolo al suelo. La caída y el golpe no le dolieron, pero sentía un peso algo molesto sobre si, se apoyó
en sus antebrazos y miró fijamente la "mata" castaña sobre si.

-¿Podrías quitarte?- preguntó algo seco sin apartar la mirada.

La "mata" fue levantando la cabeza revelando dos grandes ojos color avellana llenos de lágrimas, se
trataba de un chico, probablemente un año menor a él pensó el Pelinegro. El chico se levantó y le tendió la
mano al Azabache, tenía las mejillas rojas y la respiración algo cortada, además del largo abrigo color café
que traía puesto y unos tenis.

Aceptó la mano y la ayuda para levantarse, por ende, quedando frente al frente del chico que se restregaba
los ojos con sus manos hechos puños. Mentiría si dijese que el chico no lo tenía intrigado, que recuerde
nunca lo había visto, y eso que conocía a la perfección a toda la población de Namimori. Salió de sus
pensamientos al escuchar al chico hablar.

-Lo siento... No me fijé por donde iba- bajaba la cabeza.

Su voz lo dejó aún más extrañado, se trataba de un chico pero tenía una voz fina y temblorosa, seguro por
el llanto y por haber corrido.

-¿Que haces en este lugar y corriendo? Deberías estar en tu casa.

A pesar de todo no podía permitir que un Herbívoro anduviera deambulando por la zona, no lo conocía así
que no confiaría en dejarlo por su cuenta. No cuando podría llegar a ser un vándalo, aunque no tuviera la
apariencia de uno.

-No... yo... Me escapé de casa... No quiero regresar- sollozaba de nuevo.

El Azabache suspiró luego de unos segundos, no parecía ser una amenaza, pero no desperdiciaría la
oportunidad para averiguar quien és. Además tenía todo a su favor, la noche era fría y el niño parecía no
tener donde quedarse. Aunque mejor asegurarse.

-¿Tienes donde quedarte?- lo miraba fijamente.

-...- el chico negó.

-... Sigueme- se dió la vuelta empezando a caminar.

El Castaño lo miró alejarse dudoso, tampoco lo conocía y sus padres siempre le enseñaron a no hablar ni
seguir a extraños por ningún motivo. Pero sin pensarlo mucho terminó por seguirlo hasta ponerse a su
lado, total, no le podía pasar nada peór, y si así fuera... Que más daba. Además no parecía mucho más
mayor que él, ¿Que le podía hacer?

~*M*~*E*~*R*~*R*~*Y*~*C*~*H*~*R*~*I*~*S*~*T*~*M*~*A*~*S*~

El Castaño se sentía cohibido dentro del departamento del Azabache, era grande, limpio, ordenado y se
notaban los lujos. Nomás mirenlo sentado en un sofá enorme y muy cómodo hecho de cuero negro, estaba
combatiendo el frío gracias a una deliciosa taza de té y al calór de la chimenea. Junto a él estaba el
Azabache que tomaba tranquilamente lo que parecía ser licor, se había puesto más cómodo con una camisa
gris y un pantalón negro, y se veía tan sereno a pesar de la edad que aparentaba.

Miró la taza en sus manos como lo más interesante del mundo y el Azabache lo miró.

-¿Como te llamas?

El Castaño se sobresaltó, pero asintió.

-Me llamo Sawada Tsunayoshi- lo miró tímido- ¿Y usted?

-Hibari Kyoya- contestó con simplesa- ¿Me dirás por qué escapaste?

El Castaño se tensó.

-Yo... Bueno...- suspiró- Me peleé con mis padres... Todos las fiestas desde pequeño mis abuelos venían a
nuestra casa para celebrar, mi mamá me obligaba a hacer algo como un "show" frente a ellos y a mi no me
gustaba.

-...- el Azabache no contestaba esperando que siguiera.

-No me gustaba porque tenía que pararme frente a ellos con un disfrás y cantarles, me da vergüenza. Y este
año fue lo mismo... Pero como no quize cantar nos pusimos a discutir y al final terminé por salir corriendo.

-¿Solo por eso? No lo veo tan terrible.

El Castaño lo miró y suspiró, no entendería si no era más claro.

-Es que el disfrás es vergonzoso, cada año era peor. Mamá siempre alegaba que era muy lindo como para
no usar eso trajes, pero soy un hombre, no soy lindo para nada- empieza a llorar- Me comparan con una
mujer.

-...

-Por eso me fuí- se secaba las lágrimas.

-Nunca te he visto por la ciudad- tomando otro trago de su licor- Conozco a todos en Namimori, pero
nunca te he visto.

-Es que nos mudamos hace apenas 3 días.

-Ya veo.

Se quedaron en silencio un momento, era un poco incómodo. Hibari paseó su mirada por la sala hasta
llegar con un Tsuna con la mirada baja, hasta que se dió cuenta de que aún tenía el abrigo.

-¿Por qué no te quitas tu abrigo?

Tsuna se volvió a tensar.

-Pre-Preferiría quedarme así- temblaba- No me molesta.

-...- Hibari se quedó mirandolo fijamente, incomodando al menor. Siguió así un momento para desviar la
mirada, cerrar los ojos y tomar el último trago de su licor.

Ni bien dejó el vaso donde había anteriormente un licor algo dulce se abalanzó sobre el Castaño,
inmovilizándolo al sostener con una sola mano las de él sobre su cabeza.

-...

-¿Que... ¿Qué hace?- preguntaba con cierto temor.

El Azabache no respondió, con su otra mano empezó a desabotonar el largo y grueso abrigo mientras
arrugaba el entrecejo por la resistencia del menor. El Castaño desesperado pedía a gritos que no se lo
quitara, pero era inutil, el Azabache no le hacía caso. Solo cerró los ojos antes de quedar expuesto ante
Hibari.

-Por eso no quería- sollozaba aún con los ojos cerrados.

Hibari tenía la sorpresa pintada en el rostro, no pudiendo creér lo que veía. El Castaño había estado
escondiendo con el abrigo el disfrás que habían querido obligarle a usar: Era un vestido de terciopelo rojo
sin tirantes hasta la mitad del muslo, en los bordes superior e inferior terciopelo blanco, y en el frente, desde
el pecho al ombligo, 3 pompones blancos. Parecía ser una versión femenina de Papa Noél.

El Azabache volvió a su expresión indiferente y se acercó al oído del Castaño, rozando ambas mejillas,
poniendo nervioso al menor.

-Tu aún no eres un hombre, por eso tu madre insiste en vestirte de esta manera.

-¿Eh?- abrió los ojos.

-Para volverte un hombre deben de pasar muchos años y debes vivir muchas experiencias, y apuesto lo que
sea que a ti te falta muchisima experiencia.

-¿Que quiere decir?

Hibari le soltó las muñecas y volvió a sentarse, acción que imitó el menor sobandose un poco las muñecas
con la mirada gacha. Lo miró fijamente.

-¿Alguna vez has besado a alguien?

-No- levantó la vista.

-¿Has tenido relaciones?

-N-No- estaba avergonzado, Hibari le preguntaba eso con toda naturalidad.

-¿Sabes lo que quieres en una pareja? ¿Puedes saber que es lo que te espera con solo observarla o hablar con
ella?

-... No- bajó la cabeza.

-Ahí esta, aún te falta mucho para ser un hombre- se levanta y mira la ventana- Te traeré algunas mantas
para que duermas en el sofá.

El Castaño ve al mayor desaparecer por el pasillo y se queda pensativo, las palabras antes dichas resuenan
en su cabeza, son verdad, nunca había hacho nada de eso, no tenía experiencia, no sabía nada, ¿Como
podía llamarse un hombre? Si no era diferente de un niño.

Hibari regresó con unas mantas blancas, se las dejó al menor que parecía sumido en sus pensamientos y se
dispuso a ir a dormir a su habitación, pero sintió como este lo tomaba de la muñeca.

-P-Por favor... ¿Me enseñarías... todo eso?- temblaba.

El Azabache no lo miraba, seguía en la misma posición pero si estaba sorprendido- No- contestó firme.

-Por favor.

-Ese tipo de cosas no se piden, a su tiempo las experimentarás.

-Pero yo... quiero hacerlo ahora- se levanta y abraza por la espalda al mayor- Por favor...

Hibari suspiró, ahora tenía a un chiquillo que le pedía enseñarle a hacer el amor. Además temblaba, a
leguas se notaba que tenía miedo. Suspiró una vez más y se dió la vuelta, encontrando lo que ya suponía,
un chiquillo temblando, sonrojado, con lágrimas y encogido en su lugar.

Lo tomó de la muñeca con suavidad y lo llevó a sentarse de nuevo en su lugar, el hizo lo mismo.

-Yo creo que esto se debe hacer con alguien que te guste, no con cualquier persona.

-Pero no tengo a alguien que me guste- sollozaba- Por favor... hazlo.

-... ¿De verdad quieres que lo haga?- lo miraba fijamente.

-Si- asintió

-Esta bien- con sus manos tomó el rostro del menor y limpió las lágrimas con sus labios, cosa que
incomodó un poco al castaño. El mayor lo notó- No seré brusco, iré lento. No soy el único que debe
disfrutarlo.

-G-Gracias- sonrió un poco.

-Y te llamaré Tsuna.

Se acercó lentamente al rostro del menor quién cerró los ojos por inercia, solo rozó un poco sus labios con
los de Tsuna, eso fue todo.

-Ese fue tu primer beso, ¿Te gustó?- sonrió de lado.

Tsuna tocó sus labios ligeramente donde un calorcito agradable permanecía- Si- avergonzado asintió, su
corazón había dado un vuelco cuando sintió ese simple contacto.

Hibari lo volvió a besar, de nuevo solo un roze, pero no se separó, comenzó a mover los labios despacio
para que Tsuna se pudiera acostumbrar. Era inexperto después de todo.

Tsuna temblaba, pero no de miedo, sinó que estaba nervioso por ese suave contacto. Además por alguna
razón ese temblor, aunque pequeño, lo sentía como el más grande que había tenido jamás. Junto con un
pequeño cosquilleo en su cuerpo.

Se separaron, Tsuna estaba sonrojado y un poco falto de aire, y Hibari estaba bien. Se miraban fijamente.

Se volvieron a acercar y comenzaron otro beso, igual de lento, pero Hibari se separó y delineó los labios
contrarios, sacandole un suspiro de sorpresa a Tsuna que aprovechó para introducir su lengua y
profundizar el nuevo beso.

Tsuna tembló más y se aferró a los brazos del mayor, se sentía extraño, y quería decirle a Hibari que parara,
que no le estaba gustando. Pero cuando sus lenguas se encontraron y comenzaron a rozarse desistió, al
principio fue por la sorpresa, pero luego le empezó a gustar, se empezó a sentir bien y algo caliente, así que
intentó corresponder con la misma intensidad.

Hibari al darse cuenta de eso fue recostando al menor que estaba distraído, continuó con el beso, mezclando
las salivas, rozando sus lenguas, probando el dulce saber del más pequeño. Se estaba empezando a excitar,
al parecer le estaba gustando la idéa de hacerselo a alguien virgen e inexperto.

Se volvieron a separar, esta vez jadeantes.

-No tengas miedo, lo hare suave- empezó a darle besos suaves por todo el cuello.

Tsuna suspiraba, no sabía que fuera sensible en esa zona de su cuerpo, pero se sentía bien... Sintió a Hibari
bajar hasta el pecho y detenerse, lo volteó a ver con algo de pena, todo era vergonzoso. A Hibari el vestido
le estorbaba, así que al llegar al pecho solo lo bajó un poco, lo suficiente para ver los pezones color rosa que
empezaban a erectarse.

-Son muy lindos.

Ese comentario hizo enrojecer al menor y hacer que volteara el rostro, lo cual le sacó una sonrisa burlona.
Se acercó a uno y lo empezó a lamer, escuchando el jadeo de sorpresa que soltó al Castaño y viendo con
diversión como cubría su boca para evitar soltar más vergonzosos sonidos. Sonrió con maldad, quería
verlo más avergonzado así que volvió a su tarea, continuó lamiendo y lamiendo sin descanzo, mordiendo
de vez en cuando y soplando para ver las lindas reacciones que tenía el menor.

Tsuna no podía evitar gemir, la verguenza era tanta que hasta lágrimas le salían. Se sentía extraño, no
sabía como explicarlo ni que nombre darle a ese sentimiento, pero... le gustaba, le gustaba sentirse así.
Inconsientemente abrazó al mayor, sorprendiendo a este que se había trasladado al otro pezón.

Después de dejar ambos pezones duros y erectos Hibari se enderezó para mirar al menor, Tsuna se veía tan
lindo y tan tentador, sonrojado, jadeante, excitado. El mismo estaba excitado tambien.

Miró el vestido, quería quitarselo y ver por completo el cuerpo de Tsuna, recorrerlo, marcarlo, lamerlo.
Sentir su tibia piél en busca de calor en esa noche tan fría. Y como si Tsuna entendiera sus pensamientos se
cubrió los ojos con las manos y dijo:

-El vestido se estira.

Hibari sonrió de lado y se volvió a incar un poco, estiró un poco el vestido y lo fue deslizando, dejando al
descubierto el delgado cuerpo y la piél canela. Se relamió los labios, tenía experiencia y ya se había
acostado antes con otros hombres, pero nunca antes había sentido tanta necesidad.

Ahora lo único que traía puesto Tsuna eran sus boxers negros.

Con el vestido fuera Hibari decidió que era hora de quedar igual que el menor, pero eso se lo dejaría a él.
Tenía que aprender ¿Verdad?... Tomó las manos de Tsuna y lo hizo sentarse, luego las puso sobre el primer
botón de su camisa y el menor lo vió confundido.

-Tu debes desvestirme.

El Castaño volvió a enrojecer, asintió nervioso y temblando comenzó a desabotonar la camisa del
Azabache. Hibari lo veía divertido, Tsuna intentaba por todos los medios no mirarlo directamente y no
podía disminuir su sonrojo. Y menos pudo cuando la camisa estuvo por completo abierta.

Tsuna miraba el cuerpo del Azabache con asombro, era diferente a él, era más grande y su piél pálida,
además de los musculos tan marcados que tenía. Sin poder evitarlo llevó sus manos al torso del mayor,
tocando esa piél pálida y suave, sintiendo su corazón latir más fuerte al tocar sus musculos.

Hibari lo veía entretenido, era algo lindo pero excitante lo que hacía, su morbo aumentaba más con cada
expresión y acción que hacía el menor. Tomó las manos de Tsuna haciendo que lo mirara.

-Te faltan los pantalones- llevó las manos de este hacia su pantalón, cerca de su semi-erecto miembro.

Tsuna tragó sonoramente poniendose más nervioso y haciendo sonreír más a Hibari, sin que este lo
esperara tomó su rostro y lo besó con lengua incluida, sacandole más suspiros... Tsuna con dificultad logró
desabrochar el botón del pantalón negro y bajar el cierre, se estaba dejando llevar por el beso y quería en
esos momentos sostenerse de algo.

Hibari volvió a acostar a Tuna, separandose y volviendo a respirar.

Le quitó los boxers con rapidés, observando el miembro erecto que tomó delicadamente, sacandole un
gemido de sorpresa al menor.

-Veo que eres muy sensible- comenzó un vaivén lento.

-Ha, ah... ah... no... No lo ¡Ah!...- gemía apretando el cuero del sofá.

Dejando de jugar acercó su legua y lamió la punta, logrando que el menor arqueara, gritara y liberara más
lágrimas de placer. Siguió haciendo lo mismo, le gustó la reacción de Tsuna, no solo la punta lamía, sinó
toda la extensión... Y cuando succionaba jugaba con los testiculos, apretandolos, masajeandolos y
moviendolos en circulos.

Tsuna se moría, literalmente, él tan sensible y Hibari volviendolo loco. Pero por Kami que le gustaba.

-N-No... me vengo... por favor... ¡Me vengooo! ¡Quitateeee!- y terminó en la boca del Azabache que había
hecho caso omiso acelerando al final.

Hibari se separó viendo como Tsuna se recuperaba, nunca había hecho algo como eso pero le había gustado
saborear la semilla del menor. Valió la pena... Se bajó los boxers notando su dura erección, no le sorprendía
verla aún más grande y erecta que de costumbre, Tsuna tenía algo que le hacía sentirse bien y lo había
notado en el poco tiempo que lo había conocido.

Ya fuera caminando a su lado, hablando o sintiendo sus labios.

Miró a Tsuna sonriendo por su cara de asombro, al parecer a había notado la diferencia entre sus
miembros. Se le acercó y le robó un pequeño beso que le sacó un lindo sonrojo, le mostró 3 dedos para que
los lubricara.

-Lamelos- agregó al ver que el menor no entendía.

Tsuna tomó la mano de Hibari, comenzó a lamer despacio el primer dedo, le daba vergüenza pero todo le
había avergonzado así que... Que importaba.

Hibari se excitó todavía más por la lentitud con la que lubricaba sus dedos y por la linda escena que le daba
esa lengüita. Su erección le dolió, así que tomó la mano del menor al mismo tiempo que se acercó a su oído
y lo hizo tomar su miembro.

Tsuna abrió los ojos sorprendido, parando de lubricar el segundo dedo.

-Tócame- escuchó decir a Hibari.

Se estremeció y volvió a tragar sonoramente, recordó lo que le había hecho así que con algo de duda
empezó un vaivén lento. Sentía a Hibari estremecerse y su aliento calido en su oído, el mismo se estremeció
y comenzó a chupar el tercer dedo.

-Hazlo más rápido- exigió con voz ronca el Azabache.

Cuando Tsuna terminó de lubricar los dedos hizo caso, movió su mano más rápido provocando más
roncos gemidos al mayor, cosa que lo excitaba más. Hibari empezó a moverse para hacer más rápido el
vaivén, era como si penetrara la mano del Castaño.

Hibari se sabía controlar, gracias a eso no iba a terminar tan pronto pero quería que las sensaciones
aumentaran. Volvió a besar al Castaño y este correspondió, aumentando el vaivén en el miembro del
Azabache, sacando gemidos por parte de ambos.

Antes de terminar Hibari se separó completamente del menor, lo miró por escasos segundos, y este lo imitó.
Le abrió las piernas y se acomodó entre ellas, notando la rosa y virgen entrada. Tanteó la entrada con sus
dedos lubricados y la frotó un poco, deteniendose al ver que Tsuna cerró los ojos con fuerza.

-Te dije que lo haría suave, no temas- se acercó al oído del menor- Esto lo sentirás incómodo, pero no te
dolerá.

Tsuna no entendió hasta que sintió el dedo de Hibari adentrarse lentamente en su ano, tenía razón no le
dolía, era incómodo. Se aferró a los hombros de Hibari cuando lo sintió sacar y enterrar más su dedo
dentro, temblaba, era extraño, pero como no dolía no se quejaba. Un pequeño jadeo soltó al sentir el
segundo.

-Relajate- ordenó el Azabache tranquilo.

Lo hizo, respiró y se relajó notando de inmediato como los dedos jugaban en su interior, ensanchando su
ano lo más que podían. Empezó a sentir un ligero cosquilleo y un calorcito envolverlo, se relajó
notablemente, volviendose a acostar y suspirando bajo la atenta mirada del Azabache con su media
sonrisa.

Metió el 3er dedo, esta vez hacía pequeñas penetraciones y de vez en cuando iba más profundo. Esperaba
cualquier reacción del Castaño, buena o mala, pero aún así se sorprendió al ver y sentir como movía las
caderas mientras suspiraba con una pequeña sonrisa. Nunca había visto una reacción así.

El Castaño ya estaba casi listo, solo un poco más y empezaría el verdadero deleite. Cuando su dedo más
largo fue más profundo alcanzó a tocar una parte que hizo gritar al Castaño mientras arqueaba, luego
respiraba con pequeños temblores, luego sonreía y lo miraba fijamente. Era en verdad algo increible.

Sacó los dedos ganandose un pequeño gemido de placer que lo hizo sonreir.

-Voy a meterlo- avisó- Respira y mantente relajado, así te dolerá menos.

-Si- asintió.

Puso su pene en la entrada y la rozó un poco, empezó a meterlo con lentitud, era estrecho, nunca había
sentido algo tan estrecho, se sentía genial. Estaba atento a las reacciones del menor, lo hacía lento para que
no sufriera tanto, pero al parecer aún le dolía y eso que apenas levaba la punta. Decidió meterla de una, le
dolería pero solo sería un momento, además él tampoco podía esperar más.

Se acercó y lo besó para distraerlo, tambien tomó su miembro sensible al tacto empezando un vaivén algo
más rápido que el anterior. Tsuna gemía en el beso húmedo que correspondía, se sentía demaciado bien, su
ano, su boca y su miembro eran de alguna manera estimulados, y eso le hacía ver las estrellas en ese día tan
oscuro, frío y nevado.

De un solo movimiento Hibari ya estaba dentro por completo, Tsuna no parecía notarlo, estaba más
absorto en el beso y lo demás que no se dió cuenta. Separó el beso mirando con una media sonrisa a un
Castaño sonrojado y jadeante que lo veía interrogante.

-Ya esta todo dentro.

Tsuna lo miró con asombro y ahí fue que se sintió tan lleno, apretó un poco su ano notando el miembro
grande de Hibari tan duro y caliente, y tan profundo dentro de él. Sintió mucha verguenza.

Hibari no se movía, le estaba dando su tiempo a que se acostumbre, a pesar de que se moría de ganas de
penetrar ese estrecho agujero tan caliente que amenazaba con volverlo loco. Cuando quizo empezar a
moverse Tsuna lo hizo primero, despacio, como comprobando que se sintiera bien. Cuando no hubo dolor
alguno dejó de moverse y miró a Hibari a los ojos, dando su aprobación. Este entendió y empezó a
moverse.

La sala era inundada por gemidos y suspiros de ambos, no se contenían, no había por qué hacerlo. Se
sentían demaciado bien para detenerse a pensar en esas tonterías. Tsuna con su mano derecha se sostenía
de su abrigo que aún permanecía abajo y con la izquierda apretaba lo más que podía el cuero negro del
respaldar del sofá.

Hibari empezó a ir más rápido, tomando las caderas del menor más firmemente para más estabilidad. Los
gemidos se sincronizaban, eran dichos al mismo tiempo, Tsuna extendió ambos brazos en busca de un
abrazo que fue correspondido con un beso incluido, pero este era normal, no húmedo. Cuando se separaron:

-¡Hibari-san!... ¡Hibari-san!...- gemía con desesperación.

-Tsuna...- el Azabache tomó el miembro del menor comenzando a masturbarlo de nuevo.

-¡¡Ah!!... ah, ha... N-No puedo...- enredaba las piernas en las caderas del mayor.

No pudiendo contenerse más terminaron en un sonoro gemido, ambos, agitados y empapados gracias al
otro... Hibari salió de Tsuna con cuidado, pero al hacerlo pudo notar como su semen salía junto con un
delgado hilito de sangre.

-Felicidades, oficialmente ya no eres virgen- sonrió de lado.

-¿Eh?- Tsuna miró su entrada notando lo mismo que Hibari, se espantó un poco pero desvió la mirada al
vientre del mayor el cual estaba manchado. Se sonrojó pensando que eso lo abía hecho él- Lo-Lo siento- se
disculpó.

-¿Por qué?

-Te ensucié.

-Esta bien- con su dedo recogió un poco del semen de Tsuna llevandoselo a la boca- Esta bueno- sonrió de
lado viendo el rostro de desconcierto del menor.

Tsuna intentó enderezarse pero Hibari le tomó de la muñeca haciendolo sentar en sus piernas, su pecho y la
espalda del menor estaban en contacto.

-¿Hibari-san?

-¿Recuerdas que te dije que debes aprender a juzgar a las personas?... ¿Y saber que es lo que te espera con la
pareja que hayas elegido?

-S-Si.

-Pues debes saber que conmigo como tu pareja no me va a bastar solo una vez- sonrió con algo de malicia.

-¡¿Eh?!

Despues del desconcierto del Castaño Hibari lamía y chupaba toda la piél del hombro y el cuello, jugando
tambien con los pezones. Tsuna volvía a suspirar, se estaba calentando de nuevo y estaba algo cansado.
Nunca se imaginó en una situación así.

Volteó la cabeza un poco encontrando los labios suaves del Azabache, este cambió las manos de lugar, la
derecha sosteniendo y acariciando el vientre y la izquierda masturbando de nuevo el miembro del menor.
Tsuna gemía en el beso, se sentía jodidamente bien y por eso movía las caderas, incitando al miembro del
Azabache a despertarse. Hibari suspiraba ronco.

Podía sentir como poco a poco el miembro del Azabache volvía a estar erecto, lo sentía entre sus piernas,
las cuales se ganaron una suave caricia de parte de la mano que anteriormente estaba en su vientre. Tsuna
quería hacer algo, no sentía que fuera justo quedarse quieto mientras Hibari hacía todo y le daba placer, el
quería hacer lo mismo, quería practicar darle placer. Así que con sus piernas comenzó a masajear el
miembro, ganandose un estremecimiento y un jadeo roncon de sorpresa, sumado a la mirada intensa del
Azabache al momento de separarse.

-Quiero que lo hagas por ti mismo- ordenó el Azabache.

Sin dar tiempo a que Tsuna expresara su confusión lo tomó de las caderas levantandolo levemente, el ano
justo sobre el pene del Azabache. Y de una solo vez lo metió todo.

-¡¡Ahhhhhhh!!

Eso no lo había venido venir, fue repentino y muy duro. Lo sentía de nuevo en su interior, pero ahora lo
sentía más grande y más profundo. Temblaba un poco, y sentía las yemas de los dedos de Hibari apretar
sus caderas, pero a pesar de todo se sentía bien.

-Muevete- escuchó el Castaño.

-¿Eh?- giró a mirar al mayor.

-Así- aferrandose más lo hizo subir y bajar un par de veces.

-Ah, ah... ah...

-¿Entendiste?- un poco de sudor en forma de perlas bajaba por su cien.

-...- solo asintió.

Tsuna apoyó sus manos en los brazos fuertes y albinos y tomó impulso, subiendo un poco, y luego
bajando. Hacerlo por si mismo era algo dificil y cansado, pero se iba acostumbrando. A decir verdad se
sentía en la gloria autopenetrandose el mismo.

En unos minutos con ese ritmo lento comenzó a adquirir velocidad, era un sube y baja rápido acompañado
por el mayor que no pudo estarse quieto. Tsuna gemía como poseso y se estaba acostumbrando a tener un
grande, duro y largo miembro en su interior.

-Ahmm... Hibari... ahmm... Más... ¡Ah!- el Azabache había tomado su miembro de nuevo, masturbandolo
con rapidés. El sudor perlaba el cuerpo de ambos, Tsuna sentía mucho calór por todo su cuerpo.

Inesperadamente el Azabache lo abrazó y se detuvo un momento para caer recostados subre el sofá en la
misma posición (de lado), volviendo a penetrar de nuevo y sin detenerse. Las estocadas eran muy fuertes y
casi frenéticas.

-¡Ah! ¡Hibari-san! ¡No pares! ¡No pares! ¡Ah!- como podía acompañaba las fuertes estocadas del mayor. El
pudor que tenía se había vuelto menor. Al menos lo suficiente para dejarse llevar y pedir por más. Aunque
aún no desaparecía.

-¡Tsuna!... ¡Tsuna!...

Cuando no pudo más se vino dentro del Castaño, llenandolo por completo de su leche espesa. Tsuna, al
sentir que algo le quemaba y cosquilleaba al mismo tiempo, terminó manchando su propio vientre y un
poco del sofá.

Se quedaron un momento así, calmando su respiración, debido al contacto de sus pieles podían sentir el
latir frenético del corazón contrario, era algo lindo para ambos y bastante agradable. Cuando respiraban
con normalidad Hibari tomó el rostro de Tsuna y lo giró un poco, regalandole un tierno pero casto beso que
le sacó otro lindo sonrojo. Solo sonrió de lado.

-¿Como te sientes?

-... Bien.

-¿Te duele algo?

-...- negó.

-¿Estas cansado?

-...- asintió.

-¿Quieres seguir?

-...- se lo pensó un momento, si bien estaba cansado no lo estaba tanto. Si más que otra veces pero no era
algo insoportable que lo hiciera cerrar los ojos aunque no quiera- Si- asintió avergonzado.

-Bien.

Otra vez Hibari volvió a acomodarse, salió con cuidado de Tsuna y se retiró un poco. Lo tomó de su
delgada cintura y lo hizo quedar en cuatro, se acomodó detrás suyo y lo penetró lentamente. Esta vez no
era tan dificil puesto que el ano estaba bastante dilatado.

-Ah~- a Tsuna le gustó sentirlo bien, sus paredes internas siendo rozadas por el miembro de Hibari era muy
placentero. Tal parecía que su ano había tomado la forma del miembro de Hibari y estaba preparado y
esperando por el.

-Tan estrecho...- se inclinó quedando a escasos centimetros del oído de Tsuna, luego lo sopló provocando un
estremecer, sintiendo la piel de gallina del menor. Era divertido provocarle esas sensaciones.

Empezó de nuevo el vaivén sin consentimiento del menor, aunque eso no le importaba en realidad ni al
menor tampoco. Esta vez podía ser rudo desde el principio, llegando mucho más profundo que las veces
anteriores, disfrutando los gemidos de ese pequeño que lo tentaba sin darse cuenta.

-¡Ah, ah, ah, ah! ¡Hibari... san!... ¡¡Dios!!- ayudaba a las penetraciones.

-Tsuna...

Sin previo aviso se lazó y mordió con fuerza el cuello del menor, logrando un grito descomunal. Fue una
mordida algo fuerte, le había sacado poca sangre y seguro le dejaría un moretón. Pero era lo que Hibari y su
instinto querían, marcar esa inmaculada y suave piel, como un lienzo blanco que espera teñirse con colores,
él le dejaría sus marcas, sus huellas, sus besos.

Se enterró con fuerza dentro del menor llegando a golpear de lleno la prostata, haciendo que a Tsuna se le
dilaten los ojos, lágrimas salieran y perdiera la fuerza en los brazos, cayendo de cara al sofá. Se detuvo un
poco al ver al Castaño así, su cuerpo temblaba, escurría saliba por la boca y se removía un poco, parecía un
Neko al que le dieron algo de hierva gatera.

-Hazlo otra vez...- escuchó su susurro, y cuando el Castaño lo miró parecía otro. En sus ojos avellana se
notaba cierta chispa de lujuria- ¡Hazlo otra vez!- esta vez demandó con voz clara y sonora, como un
Carnívoro. Tsuna le sorprendía.

Se movió de nuevo, percibiendo el gemido de pura felicidad y placer que soltó el Castaño, entónces entendió
... Había dado con el punto de dulce placer de Tsunayoshi.

Sonrió malicioso, se le había ocurrido una buena idéa. Así que tomó el miembro erecto del menor que estaba
pronto a terminar y le cubrió la punta. Volvió a emvestir ritmicamente ese punto y admiraba como Tsuna
se volvía loco de placer, pero era solo el comienzo.

Tsuna no pensaba con claridad, solo sentía como poco a poco su mente se separaba de su cuerpo y se
elevaba. Gemía descaradamente y muy fuerte, ese punto era toda una delicia cuando se lo estimulaba
debidamente. Sintió como se venía pero al momento de hacerlo no pudo, fue ahí que su mente cayó y volvió
a la realidad, sentía un pequeño dolor.

-¿Q-Que pas... a?- con voz algo ronca y deteniendo sus caderas se preguntó.

-Al fín te das cuenta- Hibari tampoco parecía el mismo, por su sonrisa, el tono en que habló y sus ojos
parecía que un demonio se había posesionado de su cuerpo- Te voy a volver loco.

Y dicho eso salió del menor, sin soltar su miembro lo acomodó en sus piernas (se había sentado) quedando
cara a cara y lo penetró. Haciendo que este gimiera y se abrazara a su cuello en busca de apoyo.

-Hi-bari...

Hibari lo buscó en un beso deseoso, desesperado, saboreando el dulce de esos labios que no le era nada
desagradable. Se empezó a mover, otra vez rápido, tenía que llegar a ese punto de la felicidad puesto que no
solo Tsuna siente placer, el tambien. Cada vez que lo roza o lo golpea las paredes internas del menor se
cierran un poco más alrededor de su miembro, aprisionandolo, asfixiandolo, aplastandolo, dandole
MUCHO placer.

-Delicioso... Hermoso... Lindo...- pronunciaba, se refería a Tsuna puesto que lo tenía en frente y no dejaba de
verlo, no se perdía ni una de las expresiones del Castaño.

En esa sala el calór era tal que hasta en el baso donde Hibari había tomado un licor algo dulce se producía
vapor y varias gotas de agua. El olor no cambió puesto que el lugar era grande, a pesar de las grandes
cantidades de semen y sudor que destilaban los jovenes amantes.

Tsuna no podía más, sentía que después de eso se desmayaría. Se acercó al mayor y lo besó de forma
tímida, un simple rose, justo como es él a pesar de esa situación tan sexual y llena de deseo. El mayor
correspondió el beso, le gustaba no ser tan intenso todo el tiempo con los besos, a veces un simple rose era
agradable.

Cuando no pudo más se vino y soltó el miembro de Tsuna, escuchando en su oído el hermoso grito de
placer y alivio, él gruñó puesto que en ese momento Tsuna le había encajado las uñas en la espalda,
fuertemente, y sintió algo tibio bajar de ese preciso lugar, al parecer le había sacado algo de sangre. Pero era
algo justo puesto que él le había hecho sangrar un par de veces.

El cuerpo de Tsuna cayó rendido, su respiración acompasada avisó a Hibari de que se había dormido. Con
cuidado salió de él y lo abrazó recostandose en el sofá, se levantó un poco tomando las mantas y cubrió a
ambos, volvió a abrazar al menor contra su pecho y le beso la frente, sonriendo al ver la leve sonrisa y
escuchar el susurro de los labios que fueron completamente suyos esa noche.

-Hibari...



EPÍLOGO

Se despertó, no recordaba nada y estaba algo desorientado. En su boca un sabor a durazno algo fuerte
permanecía, además de sentirse como apresado y con algo de calor. Parpadeó varias veces hasta que su
visión fue más clara y a su nariz le llegó un olor algo fuerte, miró hacia arriba encontrandose con el rostro
apacible de un chico Azabache muy guapo que dormía.

Se sorprendió, y más al sentirse entre sus brazos, quizo levantarse pero los brazos del joven lo atrajeron
más a su pecho. Y fue ahí que se dió cuenta que no traía pijama, que estaba desnudo, que estaban desnudos.
Y como un flash todo volvía a su memoria:

El show Navideño que tanto odiaba.

El disfrás que su madre le hizo y que al instante de verlo odió.

La pelea con sus padres.

Escaparse de su casa.

Chocar con...

-Hibari...- susurró apenas temiendo que este despertase. Los recuerdos siguieron llegando.

Tomar un té en casa de Hibari.

Cuando Hibari vió el disfrás y le aclaró que aún no era un hombre.

Su primer beso con Hibari, los suaves labios con sabor a licor de durazno.

Su primera vez con Hibari.

Se segunda vez con Hibari.

Su tercera vez con Hibari.

Y su cuarta vez con Hibari...

Enrojeció por completo, no lo podía creér, había hecho el amor con un chico que apenas había conocido,
¿En que rayos estaba pensando?... Si no fuera porque temía despertar al Azabache con el movimiento se
estaría cubriendo la cara de la vergüenza.

-Buenos días.

Tsuna subió el rostro aún sonrojado y vió a Hibari ya despierto, no sabía que decir, los dos se miraban
fijamente. Tsuna desvió la mirada apenas unos centimetros encontrano los labios de Hibari, los labios
blancos, los labios que lo besaron tantas veces la noche anterior... Los labios suaves con sabor a licor de
durazno...

Sin poder evitarlo se acercó a ellos y los roxo apenas, hipnotizado por tanta perfección. Hibari sonrió y
cerrespondió, lo hizo un poco más intenso sin llegar a ser lujurioso, y le gustó. Les gustó.

Se separó notando la linda y divertida expresión de insatisfacción de Tsuna, los lindos ojitos como
anelando más.

-Feliz Navidad Tsuna.

El menor volvió a la realidad al escuchar esas palabras, se giró un poco a ver el reloj de la sala que había
visto la noche anterior y se preocupó al ver que ya era de día y no había vuelto a casa. Pero recordó que no
quería volver por la discusión con sus padres, aún así no podía evitar preguntarse si estarían preocupados
o no.

-¿Que sucede?- el mayor le acarició la mejilla con el dorso de su mano.

Tsuna lo miró y sus ojos se aguaron un poco- Es que... No sé si mis padres estan preocupados.

-Quieres volver- era una afirmación.

-No lo sé... Mis padres son testarudos y no creo que se hayan preocupado por mi... Además... No quiero ser
una molestia para ti- lloraba amargamente.

-No lo eres- se enderezó ayudando al menor a hacer lo mismo puesto que le pesaba el cuerpo- ¿Te duele
alguna parte?

-No- negó.

-Bien- se acercó y lo tomó del rostro plantandole un beso suave y dulce que Tsuna no dudó en corresponder.
Se separó acariciando el cabello y las mejilas del menor al tiempo que con sus besos quitaba esas lágrimas
horrendas- No llores, nada esta dicho hasta que lo comprobemos.

-¿Eh?- sonrojado.

-Primero nos damos un baño y nos arreglamos, luego desayunamos y después vamos a ver a tus padres.
Ahí veremos como estan las cosas ¿De acuerdo?

-... Si- asintió.

Hicieron lo dicho, un baño juntos (¬///¬), se arreglaron pero Hibari le prestó una muda de ropa que le
quedaba pequeña, pero que a Tsuna le quedaba algo grande. Al final solo doblaron un poco las mangas...
Luego desayunaron algo ligero (más que desayuno almuerzo porque eran más de las 10) y salieron
abrigados por el frio que dejó la nevada de la noche anterior.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Tsuna estaba nervioso, estaba frente a su casa y no sabía que hacer. Hibari a su lado notó como temblaba
su Omnívoro, así que se acercó y le tomó la mano, captando su atención. Lo miró unos segundos y se
acercó a plantarle un cálido beso que hizo suspirar al menor.

Cuando se separaron Tsuna tenía ese hermoso sonrojo que le encantaba, sonrió de lado, haciendo que
Tsuna tambien sonriera algo apenado. Entónces Tsuna se armó de valor y tocó el timbre, escuchando
inmediatamente como una estampida se acercaba, o eso parecía... La puerta se abrió y Tsuna vió a sus
padres con ojeras y los ojos rojos. Su madre lo abrazó llorando y su padre se le unió, aunque sin soltar
lágrimas.

Estuvieron así un buen rato hasta que se calmaron y le pidieron disculpas por intentar obligarlo a hacer
algo que no quería, Tsuna tambien se disculpó por haberlos preocupado, pero solo eso (Tampoco iba a
hablar de la noche que pasó con Hibari). Todo bajo la mirada obscura de Hibari quien sonrió de lado y
aprovechando la distracción de Tsuna comenzó a caminar hacia la calle.

Tsuna se dió cuenta y corrió tras él, deteniendolo de la manga de su abrigo negro. Ambos se miraron un
momento, después Tsuna se sonrojó y le hizo una reverencia.

-Muchas gracias- levantó el rostro- No sé como agradecerte lo que hiciste.

-No hice nada especial, y no me tienes que agradecer- lo miró fijamente.

-Si lo hiciste- se sonrojó- Me ayudaste y me enseñaste mucho... Quiero darte las gracias... pero... No sé...
como- poco a poco su vos se iba haciendo un susurro que a penas se escuchaba, a Hibari le dió gracia.

-Si es así- vió que los padres de Tsuna los miraban desde la entrada de su casa, así que atrajo al menor de la
cintura y le besó de forma tierna y apasionada, provocando el rendimiento total del menor y que este
pasara ambos brazos por su cuello.

Los padres de Tsuna estaban boqui-abiertos.

El Castaño y el Azabache se separaron quedando en la misma posición.

-¿Que te parece salir conmigo?- sonrió de lado.

-¿Eh?- habló algo impresionado el Castaño.

-Lo que oiste, te pido ser mi novio ¿Aceptas?

-Yo... S-Si- asintió sonrojado.

-Entónces pasaré a buscarte mañana tempraño- le besa la frente- Tendremos una cita.

-Si...

-Nos vemos mañana- de nuevo lo besó de manera tierna.

Se separaron, el mayor le besó las dos mejillas, la frente, la nariz y le susurró algo al oído:

-"Tsunayoshi"

Tsuna se derritió en brazos de Hibari, quien lo soltó cuando estuvo seguro de que no se desplomaría. Dió
media vuelta y continuó con su camino, dejando a un Tsuna embelezado siendo bombardeado con las
preguntas emocionadas de su madre y los lloriqueos de su padre diciendo "¿Ya quieres dejar a papá?"
"¿Por qué quieres dejar el nido tan pronto?" "Waa, mi niño. Mi niño" "Me lo robaron"

Pero Tsuna no los escuchaba, tan solo miraba la espalda de Hibari que apénas desaparecía en una esquina.
Y fue ahí que sonrió con toda dulzura y felicidad que sus padres entendieron que su pequeño estaba
enamorado y se había conseguido novio en visperas de Navidad... Pero se preguntaban ¿Como lo hizo en
una sola noche?

¿El poder de la Navidad quizás?

FIN.
Notas finales:

Bien, espero que les haya gustado.

Si no es así igual espero sus comentario de disgusto, aunque vamos, ¬w¬ ¿A quien no le gusta el LEMON 1827? (claro a parte de los fans D18)

El 31 volveré con otro fic, sería la continuacón de este. Tambien hará una sorpresita.

Nos vemos.

CIAO CIAO~


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