Entre zapatos azules y contemplar el amanecer.
Dio un sorbo a su café y sonrió al recordar que, solía beberlo por costumbre de un pequeño ente. Suspiró profundo al sentir un apretujón en su pecho, sentía frío, se sentía sólo una vez más.
“¿Sabes cuál es tu problema Rei-chan…? ¡Eres tan macho y egoísta, que no puedes pensar en las necesidades de alguien más!”
Otra vez recordaba una tonta pelea, otra vez recordaba que con aquél enano de labios rojos no se podía ganar…
Otra vez estaba sólo, pensando en lo tonto que era por ceder de nueva cuenta. Encendió el auto y dirigió su precioso bebé, a la dirección de cierto enano furibundo.
“¡¿Qué no pienso en tus necesidades?! ¡¿Sólo por qué no me importa dónde quedo tu estúpido zapato?! ¡Por mí, puedes ir descalzo Taka…! Sólo iremos a pasar Nochebuena en casa de Kai. Ni a él, ni a los demás les importa que zapatos te pondrás… ¡Te los quitarás al entrar!”
Entró lo más silencioso que pudo, por poco y tropieza al cruzársele un adormilado Koron-chan, por esquivarlo, su pie descalzo se atoró por debajo del sofá, se agachó y saco de ahí el zapato derecho que tanto buscara su pareja unas horas atrás.
“Siempre es lo mismo contigo Akira, sólo piensas en irte y ya. Siempre ninguneando a todos. Sólo te importo cuando quieres coger…”
Dejó el zapato junto a su par dentro del clóset. No podía evitar sonreír al ver a su pareja, no se reprimió al acercarse y besar su frente, sus mejillas y detenerse a suspirar sobre sus labios. Se rió al pensar que todos esos productos del cuidado de la piel valían la pena.
—¿Dónde estabas? —Takanori, apenas sentirlo abrió los ojos.
—Fui por café. —Akira, quitó la manta de la cama y se la colocó encima. —Traje tu favorito.
La duda entró en el pequeño vocal. Al levantarse vio el par de zapatos azules por la puerta abierta del clóset, al acercarse, notó las pequeñas marcas de mordidas que Koron-chan, seguramente había dejado tras entretenerse con el llamativo zapato.
Suspiró avergonzado por su drama. Encontró a su rubio novio sentado en el balcón, sólo sintió una mano que le jaló hasta dejarle sentado entre las piernas y brazos de su pareja. Sólo el silencio reinó durante algunos minutos.
—Hay veces en que mi cabeza grita que finalice todo. Hay días en los que simplemente no puedo ni sostener tu mano, porque las fuerzas no siempre están de mi lado. Incluso hay quienes llegan a pensar que soy un idiota al siempre soportar tus arranques de ira… Pero en momentos como este, en que puedo sentir lo frágil de tu cuerpo entre mis brazos, en que me gusta pensar que te amo por ser tan imperfecto, que siento que puedo recobrar fuerzas y volverte escuchar.
—¿Estas diciéndome que te irás?
—Estoy pidiéndote que me ames como yo a ti, y que aprendas a contener tus furias. Siempre habrá un zapato perdido, siempre habrá algo que Koron haga sin darnos cuenta, pero amaneceres como este, son difíciles de contemplar.
—Rei-chan…
—¿Mmm…?
—Feliz Navidad…
Escrito y Pubilcado: 24/Diciembre/2014