La clase de inglés no era la predilecta de Him Chan desde el año pasado pero desde hace dos meses (cuando empezó el nuevo ciclo escolar) parloteaba sobre lo mucho que amaba esa clase, que la Miss era un encanto, que amaba todos los ejercicios aunque nunca tuviera un solo acierto en ellos y que decir de los exámenes, evaluaban justo lo que cada alumno aprendía.
—Him Chan— interrumpió la mejor amiga de Him Chan, una rubia con raíces oscuras y le miraba a través de sus gafas, el aludido le miró molesto por haber detenido su parloteo —Tú odias inglés, no sabes inglés porque lo odias y no pones empeño en la clase porque lo odias, todo se resume en tu odio al inglés. Soy tu mejor amiga así qué… Dime como se llama
—¿Llamarse… quién? — Le tomó por sorpresa lo que su amiga pedía, no, exigía saber. Intentó parecer normal, no mostró signos de nerviosismo o algún titubeo pero la miraba fija de su amiga iba hacerlo abrir la boca antes de tiempo.
—La chica que te gusta— le alzó las cejas en modo “¿no es obvio?” y para Him Chan no era, o bueno ahí estaba el inicio del problema, él había tenido novias antes claro, no iba a negarlo era guapo, su amiga se lo decía, su madre se lo decía y su padre no de manera implícita pero había dicho una vez durante la cena, “no vas a sufrir, encontrarás a la esposa ideal con esa cara”.
Him Chan no era tan tonto para amar la clase de inglés y de hecho odiaba a la Miss, que siempre le ponía tache en los ejercicios porque él nunca entendía por una razón, no prestaba atención en clases, prefería ver a cierto compañero y suspirar a cada segundo por él.
¿Compañero? ¿Chico? ¿Hombre? ¿Suspirar? Sí
Y ese era el eje del problema, enamorarle no significaba un problema al contrario era algo de lo más normal, todo mundo se enamora, Ha Na su mejor amiga también lo hacía, cada ser humano lo hacía pero su problema era de quién se había enamorado y que ese quién era hombre. HOMBRE, escuchó resonar la palabra en su mente.
—Ha Na, por favor— hizo una mueca que si tuviera traducción sería “cómo se te ocurre” y río de la manera más falsa que se pudiera imaginar pero el rostro de Ha Na se endureció y la culpa le invadió. Ha Na lo sabía todo sobre él, y él todo sobre Ha Na, no eran de los amigos que habían compartido el mismo salón de maternidad, ni menos habían asistido a una guardería juntos, o toda la vida escolar precedente a su preparatoria, de hecho la había conocido ahí y en un principio se odiaban, eran los mejores alumnos del salón de clases, con el tiempo esa rivalidad se volvió amistad. Ha Na había sabido de la dulce Sun Hwa que le había roto el corazón cuando le dijo que su vocación era servirle a Dios, ¿había corrompido a una monja?, bueno aún no lo era. Y qué decir de la exuberante Ailee que para tener la misma edad sus curvas eran de una mujer, otra que le rompió el corazón al irse a Estados Unidos.
—Bueno, está bien. No me digas si no quieres— sonrió de la forma más natural que pudo, qué Him Chan le escondiera algo no era normal en él y ciertamente le hería pero le restó importancia algún día le diría, o eso esperaba.
Him Chan sintió la carga de culpa sobre sus hombros pero no le dijo nada, ¿qué podría decirle? o más bien, ¿cómo iba a decírselo?
La campana que señalaba el final del receso sonó y ambos chicos se levantaron del pasto dónde estaba almorzando, a pesar que ya no compartían clases la amistad de ambos se había fortalecido en todo ese tiempo luego de tantos semestres, bueno solo eran seis y ya estaban en el último, un paso más y ¡Hola Universidad!
Ha Na cruzó por el pasillo hasta llegar a una esquina, dobló y se adentró en los vestidores le tocaba la clase de Educación Física o Gimnasia como también le solían decir, dar vueltas a la cancha, tocar balones o intentar hacerlo era lo que más odiaba pero nada se comparaba al detestable cuchicheo de las porristas, bueno ella no se metía con ellas ni ellas con ella pero eso no significaba que fueran grandes amigas o mínimo buenas compañeras.
—Hyo Sung hablando de su vestido nuevo, o ya sé… “chicas tengo una nueva porra” —pensó para sus adentros, la capitana de porristas era su menos favorita, todas se le hacían tan superficiales y sólo pensaban en agrandarse los senos, no creía que los de Hyo Sung eran naturales, ¡por favor! ¿Qué chica de 17 años tenía esos melones por delantera?
La sorpresa que se llevó al entrar al vestidor fue de tamaño gigantesco, Hyo Sung por primera vez no presumía un vestido nuevo ni una nueva porra, y lo más importante, ¡estaba sola! La encontró ahí sentada con cara de sufrida y marcas en el rostro de haber llorado, demasiado maquillaje. Ha Na entró y fingió no verla, aunque la contraria soltó un suspiro lastimero, Ha Na suspiró y por educación le habló.
—¿Estás bien? — preguntó en tono neutral ante la estúpida pregunta que hacía, no, no lo estaba pero ¿qué tan real era su pena? ¿Una uña rota?
—No— respondió la chica para luego hacer un puchero
—¿Quieres hablar? — no tenía opción.
—¡Sí!— asintió la chica recorriéndose en la banca en la cual estaba sentada, bueno Him Chan le escondía algo, ella no le diría que había hablado con la capitana de porristas.
Him Chan dudó en entrar al salón, dio dos pasos hacia atrás y chocó con alguien, se giró para encontrarse con el rostro de Bang Yong Guk muy cerca de él, se apartó de inmediato esperando que su sonrojo no fuera obvio, la mirada indiferente de Yong Guk heló su sangre deteniendo su flujo sanguíneo y el bombeo de su corazón, y el posible sonrojo desapareció, entró en al aula sin siquiera volver a ver si Him Chan estaba bien.
—Come on, it’s too late— Escuchó decir a la señorita Clare o Miss Clare como ella pedía ser llamada, no entendió nada pero imaginaba que le estaba llamando antes de cerrar el aula.
Him Chan entró con fastidio aunque saber que se sentaría una butaca atrás al lado de Yong Guk le emocionaba e hacía saltar su corazón, se ubicó en su asiento y… algo no estaba bien, ¿dónde estaba Yong Guk?, lo buscó con los ojos para encontrarlo sentado en frente de lado a la ventana y todos los lugares a su alrededor estaban ocupados.
—Tiene que ser una broma— murmuró Him Chan y resignado se fue a sentar hasta atrás dónde no podía ver nada de la clase y menos a su amado, tenía ganas de tirarse al piso y hacer berrinche como si tuviera cinco años el problema era que tenía 17 años.
Pasó toda la clase haciendo figuras amorfas que extrañamente todas hacían alusión a Bang Yong Guk, una cancha de fútbol, un balón de fútbol, porristas decapitadas (un dibujo algo sádico y muy sangriento), arrancó la hoja, la arrugó y luego la metió en su mochila. Miss Clare notó la enorme distracción de su alumno, sabía que Him Chan se la pasaba distraído en clase pero nunca a este grado, otras veces fingía o intentaba hacer las lecturas hoy no tenía ni el libro en el pupitre.
—Mr Kim— llamó con su habitual tono dulce —Are you okay?
—I’m sorry Miss Clare… I not okay— respondió lo mejor que pudo en el idioma natal de la maestra, ella estaba por decirle que se podía retirar de la clase pero que el día de mañana lo quería ver más atento en clase cuando el timbre sonó. —It’s funny— Him Chan por cortesía sonrió, se escabulló como pudo aunque notó que Miss Clare le buscaba entre la multitud, el día siguiente le diría que algo del almuerzo le había hecho daño, aunque odio distraerse tanto que tuvo que salir huyendo porque no vio a Yong Guk, seguro estaba reuniéndose con su novia o sus amigos del fútbol, se encaminó a la biblioteca y tecleó en su móvil un mensaje para Hana
«En la biblioteca. Te espero, no tardes»
Pulsó enviar, estaba decidido a decirle la verdad no lo haría en la biblioteca pero intentaría limar esa aspereza que había formado en la mañana. Sus clases había terminado y esperaría una hora para empezar el ensayo de la banda, Ha Na siempre lo esperaba, se preguntaba si lo haría esta vez luego de lo sucedido en la mañana.
«¡HIM CHAN! LO SIENTO. Estoy en casa, mi abuela no se siente bien»
Leía el mensaje de Ha Na, suspiró fastidiado mientras en su mente estaba un “me odia”, aunque bueno la abuela de Ha Na no gozaba de buena salud ya era una persona mayor así que no tenía por qué poner en tela de juicio a su amiga.
Ha Na no mentía del todo, estaba con Hyo Sung porque desde la clase de gimnasia, para sorpresa de muchos no se le había despejado, la rubia tuvo ganas de subir al techo de la escuela, elevar sus manos al cielo e implorar que ya había sido mucho castigo, juraba no volver a esconder los dulces a su hermano menor, Dae Hyun.
Y en efecto, estaba en casa con su abuela resfriada y Hyo Sung en su habitación llorando porque su perfecto novio había cortado con ella por la mañana mediante un mensaje de LINE. ¿Pero qué demonios le pasa a la juventud?
Him Chan bajó con pesar los escalones que llevaban a la biblioteca para dirigirse a la sala de música dónde tomaría su tambor, se sentaría al fondo y ensayaría hasta que el sol se ocultara porque el desfile de aniversario de la institución estaba a la vuelta de la esquina, dobló a la derecha para llegar a la sala de música y de nuevo volvió a chocar con alguien.
—Otra vez tú— escuchó la ronca voz de Yong Guk un poco fastidiado —Abre bien los ojos, cuatro ojos— le espetó y siguió su camino. Sí, Him Chan usaba anteojos debido a su mala vista y como odiaba estar al frente usar los lentes era obligatorio.
—Qué romántico— pensó Him Chan mirando como su prospecto se alejaba y se preguntaba qué le había visto, aunque fuera un chico popular no era muy amable que digamos, al menos no con los chicos hasta dónde recordaba una vez chocó con Ha Na y le ayudó a recoger sus cosas y le había sonreído, Ha Na le devolvió la sonrisa muy fingida. —Es un idiota… pero es mi idiota— susurró y dio media vuelta para ir a la sala de música, no sin antes sincerarse con su mejor amiga.
«Me gusta alguien. Lo odias… Sí, “lo” porque es un… chico»
Envió el mensaje de texto y esperaba que su mejor amiga no lo botara, él estaba seguro que los chicos no eran su punto fuerte pero ese chico tenía algo que le hacía verlo tan atractivo, tan deseable, tan… tan algo que le volvía loco desde hacía dos meses (mismo tiempo en que habían vuelto a clases).