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Romanesque por Nocturneddx7

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Notas del fanfic:

 

He llegado a un punto donde no puedo omitir mis ganas de escribir, he vuelto después de quién sabe cuánto tiempo con este One-shot de Atsushi y Yoshiki porque los adoro, y en vista de que no hay mucho de ellos por acá en el mundo de los fanfics he decidido hacer mi aporte. 

Está inspirado en la canción de BUCK-TICK - Romanesque, si saben de qué va entenderán por qué, si no, hago una humilde recomendación para que la escuchen

 

 

Agradecimientos especiales a Okashi.

           La solución a las noches de frío pertinaz había tocado a su puerta con algunos días de anterioridad, ahora que creía tener una idea más o menos clara del tipo de «relación» que tenía con el menor, le era imposible ignorar cómo era que sus manos exponían su ansiedad al pensar que en cuestión de minutos, el hombre de cabellos oscuros estaría ahí, abriéndose paso en su apartamento.

La idea lo ponía a sudar frío.

Quizá para un hombre como lo era el menor, todo ese asunto en el que ambos habían empezado a desenvolverse no significaba mayor cosa, aunque era claro que por el bien suyo y el del baterista debía ser prudente con la situación que los asilaba. De ser sabido por alguien externo todo sería un auténtico caos, quizás algo peor.

           Acomodó nuevamente su gabán y se dio al encuentro con el castaño, por cuarta vez en aquel mes, ambos músicos se encontrarían cuando el oscuro manto cobijara el firmamento, y así se hizo.

Para nadie era un secreto que Yoshiki tenía un gusto recatado y en ocasiones solía parecer algo absurdamente ostentoso, sin embargo para Sakurai, aquellos detalles terminaban siendo poco relevantes y quizá, de no ser él un buen amante de los objetos y decorativos del mismo tinte que del mayor, (contando también con la amplia colección de vinos y otros licores), llegaría a pensar en lo innecesario que era conservar tantas cosas semejantes en un solo lugar, de por sí, la residencia ya era bastante lujosa y hasta llegaba a saturar un poco.

          Yoshiki, quien usualmente se la pasaba viajando de un lado para otro, había encontrado oportuno pasar el último mes del año en el que era su apartamento en Tokio porque si bien Los Ángeles era espléndida, hacerse la idea de pasar las festividades de fin de año en su país natal le llamaba aún más la atención.
No ajeno a todo eso estaba el vocalista de BUCK-TICK, quien fue uno de los pocos en enterarse de que la eminente estrella de rock vendría a Japón en ese efímero diciembre y que, como un detalle adicional, pensaría tener unas serenas «vacaciones» estando allí.

Lo cierto era que después de la pequeña fiesta que el baterista había organizado por su llegada a la ciudad, las noches para el agraciado vocalista se habían vuelto aún más intensas y excitantes, al menos hablando puntualmente de esas cuatro noches.
La «irresponsabilidad» que el azabache aseguraba tener por lo que había ocurrido en la muy hablada reunión, era la excusa perfecta para darle la cara a Yoshiki, buscando su perdón insistentemente en tanto lograba verle, y el castaño, como buen anfitrión que era, aceptaba las dispensas del menor para luego volver a caer nuevamente en las mismas redes de siempre; Alcohol, sexo, y un increíble sentimiento de culpabilidad.

           Esta vez demoró un poco más en atender a su semejante, quizá los nervios habían hecho de sí todo un lío, quizá saber que Sakurai le aguardaba en el sofá de la sala lo ponía a desvariar, y eran muchas las suposiciones, pues, pensando en Atsushi se hacía una que otra idea nada castas a decir verdad, le deseaba a morir, semejante adonis le ponía a maquinar perversidades tan naturalmente, que llegaba a asustarle un poco el que su libido estuviese tomando posesión de su parte racional.
Tomó aire profundamente, se vio una última vez en el espejo del baño y salió a atender a su invitado. Cuando le ubicó con la mirada no hizo más que esbozar una suave sonrisa, se encaminó hacia él y le saludó con esa expresión que bastante bien se le daba.

—Pensé que me dejarías esperando.

—Ya… atendía unos asuntos, soy todo tuyo ahora.

Atsushi sonrió con cierta complicidad al comentario del mayor,sin embargo no hizo aporte alguno, era un tipo al que le gustaba evocar las palabras en actos, y más temprano que tarde eso se lo expondría al castaño.

 

Le invitó a tomar asiento al lado suyo, palmeando el sillón como si fuese un auténtico chiquillo, y Yoshiki, sin mucho a lo qué resistirse se sentó junto al vocalista. —Hoy te ves particularmente tenso, ¿Cómo solucionamos eso? — Interrogó el pelinegro mientras que, simultáneamente atinaba a acariciar algunos mechones del baterista, retirándole después los lentes de sol que a veces acostumbraba llevar. Era obvio que Yoshiki se sintiera perder un poco, el tacto de aquel hombre lo ponía a mil y aunque de cierto modo sabía controlarse a su presencia, la verdad era que moría por probar esos labios hasta sentirse desgastado en ellos.

— ¿Qué tal con unas copas?


—El licor siempre te ayuda, ¿No es así?

—No insinúes nada, Acchan.

             Sakurai bien sabía por qué Yoshiki comentaba cosas semejantes, pero incluso, aun cuando era consciente de que dichas copas llevarían a algo más, entendía el afán del baterista por encontrar al licor como el culpable de susodichos encuentros.
Le acompañó entonces hasta el mini-bar del que tanto solía alardear y esperó por una selección precisa, Yoshiki conocía bien cuáles eran las preferencias del vocalista con respecto a la bebida, y sin darse mucho a la espera, le facilitó a éste una botella de vino, que por donde quiera que se le viese, lucía de todo menos barata.

Fue la diminuta sonrisa la que mostró su gratitud y tomando aquella botella, dejó que una risilla casi imperceptible se escapara de sus labios. Yoshiki le conocía bien, es decir, no eran unos completos extraños porque era válido afirmar, que tanto él y su banda como la del talentoso pianista, tenían un largo y entrañable recorrido juntos dentro la industria musical, tanto que incluso, entre algunos miembros había nacido una amistad perdurable.

            Saboreó tranquilamente ese líquido carmesí en tanto el mayor decidía qué beber, parecía indeciso y quizá, ante los ojos impacientes de Sakurai, alguien sumamente parsimonioso en la toma de una decisión tan sencilla como ésa. Como fuera, y en medio de esos vagos pensamientos sobre todo lo ocurrido anteriormente, terminó tomando a Yoshiki de una muñeca para alejarlo de la estantería, no le costaba nada al castaño tomar una botella cualquiera, pero conociéndole podrían desperdiciar tiempo valioso en algo tan insignificante como eso.

—Espera, Acchan, ¿Qué hay de mí?

—Ambos nos tomamos ésta, si queremos más, venimos por más.

El mayor torció la boca, resignándose a lo que el menor imponía, fingió algo de molestia pero la verdad, a fin de cuentas le parecía más que perfecto que así fuera.
La sala se encontraba a su disposición, todo el apartamento en sí lo estaba, donde terminaran bebiendo resultaba irrelevante, lo importante finalmente era que estaban únicamente los dos, contando con que el asesor personal de Yoshiki y otros empleados ya se habían marchado en tanto el vocalista llegó a hacerle compañía.

              Los tragos fueron haciéndose cada vez más largos y sedientos, y es que había que aceptarlo, a ambos la idea de beber les parecía sumamente grata, más aún, cuando no era únicamente el licor lo que les alegraba la velada.
Sí, terminaron trayendo unas cuantas botellas más porque aun cuando Yoshiki ya estaba lo suficientemente ebrio y rojo hasta las orejas, no se sentía del todo satisfecho. ¿Cómo decirle que no a un hombre tan bello como ése?, a Sakurai se le convenció fácilmente.

Fuera como fuera, así pasaron un par de horas y en medio de las estruendosas risotadas, propias de cualquier borracho cuando algo le causa gracia, ambos músicos fueron deshaciéndose de la poca vergüenza que pudiera quedar.

—Y entonces, ¿Ya estás menos tenso?

El baterista sonrió ampliamente y asintió sin más, con quién sabrá cuántos tragos encima imposible si no, Sakurai le llamó entonces con un lento ademán, y el castaño pronto se vio acortando distancias con el pelinegro, se sentó en el suelo, justo en frente suyo sin despintar esa muy pícara sonrisa, tan propia de sí y que sin saberlo, produjo en la mente del vocal una precipitada escena erótica.

—… ¿Y esa cara qué, Atsushi?, ¿Ya te agarró el alcohol? —Interrogó entre risas el que yacía en el suelo. Yoshiki observaba al serio vocalista de manera fija e insistente, y éste, no hacía más nada que mirarle de forma semejante.
Ciertamente al pianista le encantaba ser prudente y quizá no exponer demasiado su humor cuando se encontraba con alguien más, pero sabía que en compañía de aquél podía ser tan natural como le complaciera. En realidad no sabía si alegrarse o asustarse por ello.

             Enarcó entonces una de sus cejas, queriendo dejar en vilo la respuesta al primer interrogante. —Mira quién habla, si tan solo pudieras verte.
—Anda, tomemos un poco más, como me vea ahora es lo de menos. —Comentó el castaño, revolviéndose los cabellos en un vago intento por molestar al vocalista que tan solo le observaba en silencio y con una socarrona sonrisa.

— ¿Y si en cambio de eso optas por hacerme un favor, Yoshiki?

Sakurai se incorporó, acomodándose en el borde del sillón para no perder detalle del contrario, en tanto le comentó aquello el baterista se había quedado inmóvil, casi y como si estuviese esperando una continuación a sus palabras. El pelinegro, sin dejar de verle un solo instante, tomó la botella que aquél aún poseía entre sus manos y despojándole de aquella, lo atrajo más hacía sí, tomándole de los hombros.

— ¿No me preguntarás qué? —Murmuró, surcando sus labios en una sonrisa ladina y exponencialmente lujuriosa, acarició esta vez la nuca del castaño, paseando sus dedos en ella de forma constante en tanto formuló dicha interpelación.

               La sonrisa del mayor fue borrándose paulatinamente, las yemas de aquellos dedos le erizaron la piel tan inmediatamente, que empezó a maldecirse por dentro, conociendo al apuesto vocalista, éste se daría cuenta de un detalle tan mínimo como aquél. Suspiró sin reales intenciones de que le escuchase y apretando fuerte los puños, decidió abrir finalmente la boca. —Dime…

El de cabellos finos y oscuros inclinó su torso en dirección del mayor, sonrió ante la expresión delicada y sumisa de aquél y sin más buscó rozar sus labios con los contrarios en lo que fue un manso beso. Aquel pequeño contacto terminó siendo de lo más tunante y holgazán, pero a Yoshiki sí que le había encantado.

No hubo necesidad alguna de que Sakurai le sugiriese algo a Yoshiki para que éste ya estuviera hincándose sobre sus rodillas, entendía lo que estaba buscando y más que gustoso se lo daría, pues la sola mirada del menor le dio la aprobación que tanto estaba solicitando, propiamente tomó sus piernas para separarlas lentamente, sus manos temblorosas se pasearon por la presilla del pantalón del vocal, evidenciando en su recorrido su estado de extrema ansiedad, Atsushi mantenía sus manos en los hombros y nuca contrarios, acariciándoles con necedad a pesar de que sabía que aquello solo lograba poner aún más inquieto al mayor. Le divertía verlo así.

Dicho tacto que el castaño estaba propiciándole al menor surgió efecto, incluso más rápido que en veces anteriores el pelinegro pronto consiguió obtener una semi-erección. Yoshiki sabía bien cómo tentarle, sabía perfectamente qué hacer para que fuera él, el que terminara sumiéndose ante los abrasivos lazos del placer.

                Cuando se vio desprovisto del nerviosismo y se dejó llenar de los apasionados gestos del menor, fue tanteando con más brusquedad e insistencia la protuberancia bajo la tela. Si algo llegaba a excitarle en demasía era ver las expresiones de aquel hombre sobre su sillón, en sí, no hacía falta verlo en ésas para descubrir que lo deseaba de tal manera, pero aquellos detalles llegaban a tornarse totalmente imposibles de ignorar, tanto, que le era  difícil no querer más ellos, era irresistible incluso para él.
Adquirió habilidad en medio de tantas caricias y cuando creyó que ya estaba bien de seguir resistiéndose, desabrochó el pantalón del más alto.
Atsushi le observaba detenidamente, quería ser testigo ocular de lo que Yoshiki estaría próximo a hacer, quizá el pianista no se hacía la más mínima idea de lo mucho que éste quería sentirle, pero una felación no sería suficiente, resultaba obvio que deseara más, mucho más.

Con lo ocurrido aquella noche de fiesta, y con lo que después fue sucediendo, el apetito sexual del vocalista creció desmesuradamente, sabía que dichos encuentros con su viejo amigo eran únicamente una alternativa o recurso para acceder al placer de forma ocasional, (Considerando que después de varios años habían vuelto a tener ese tipo de acercamientos), y bueno o no, Sakurai deseaba revivir algunas vivencias pasadas, su espíritu adolescente aún seguía vivo y Yoshiki, servía como un constante detonante para  hacerle querer volver a aquellos días.

              Tomó la pretina del pantalón y habiendo desabrochado el mismo, bajó la bragueta para que sus manos pudieran seguir recorriéndole, los hábiles dedos del pianista se movían velozmente y a pesar de que aún había una prenda interponiéndose en su camino, éstos supieron perfectamente qué palpar y apretar para que de la boca del menor empezaran a brotar algunos lascivos suspiros. Entrecerró ambos ojos y aprovechando su posición y postura, se ubicó entre las piernas del vocalista, teniendo en mente el deshacerse de la distancia aún existente entre ambos, un par de dedos acariciaron por contados segundos su níveo vientre y después, viéndose emocionado por lo que estaba consiguiendo, deslizó aquellos hasta el borde de la ropa interior ajena, bajándola de un tirón, sin ningún tipo de ceremonia o discurso.
Se relamió los labios al ver el trozo de carne emerger ante sus ojos y tal, como si se tratase del más delicioso bocadillo, Yoshiki se abalanzó a probarle.
Las gentiles manos del pelinegro acariciaron ahora las finas hebras del castaño, sintiéndose gustoso por acertar en lo que su cabeza ya había formulado con anterioridad.

El baterista apretaba los labios, engulléndose el sexo del vocal de una forma tan determinada que incluso podría pasar de egoísta, lo quería todo para él y aquello lo dejaba en evidencia por la forma para nada sutil, (lo que resultaba extraño en un sujeto como el baterista), de atender aquella endurecida y caliente extensión.
Lo que había iniciado como una descarada petición por parte del vocalista estaba tornándose ahora en la impaciencia misma para ambos, el castaño lamía una y otra vez aquel falo, recorriéndole hambriento y sin deseo alguno de dejarle, quizá, y por más extraño que pudiera resultarle, se debería a que estaba encontrando en Sakurai un exquisito sabor.

 

               El control fue yéndosele al mismísimo carajo, la vista que tenía podría ser envidiada por cualquiera, ver al mayor subir y bajar en su entrepierna lo hacía estremecerse, sus labios despedían aún más suspiros y para el colmo del baterista, con la boca llena empezó a hacer exactamente lo mismo. La diestra del vocal arremetió contra la nuca del contrario, tomándole firmemente de allí en pro de que continuara su tarea, le necesitaba urgentemente. El aire que pasó por su garganta se hizo aún más denso conforme las succiones se hicieron más intensas y frecuentes, no entendía cómo aún no se había rendido a la idea de querer follarle la boca al pianista.

 

Mientras Yoshiki continuaba masturbándole, Sakurai, con su boca y ojos parcialmente abiertos, se dejó llevar por el deseo de querer tener más de aquél, abandonó la nuca del castaño y en compañía de la mano que dejó libre anteriormente, buscó cazar la blusa del contrario para así, en cuestión de segundos, despojarle de ella en tanto desabrochase los botones. El pianista, percatándose de aquellas intenciones decidió colaborar y sin abandonar el miembro de vocal, se las arregló para dejar que dicha prenda fuese retirada. Pronto, para la degustación del menor, el moreno dejó expuesto su bien formado torso, enseñando esos fuertes brazos producto quizá de la brutal manera en la que tocaba la batería.

 

—…Yoshiki.

 

               El barítono jadeó buscando llamar su atención, el contrario lucía tan concentrado que no supo en el momento si acaso le había escuchado, y justo, antes de que se viera llamándole otra vez, éste elevó su rostro hecho un completo lienzo de éxtasis.

El elegante Yoshiki le estaba mostrando un rostro tan libidinoso que apenas pudo terminar de concebirlo. De sus finos labios corría la saliva, quizá incontenible al estar haciéndole semejante mamada al más alto y con todo eso, era absurdamente excitante.

 

—… ¿Se… siente bien?

 

—Bastante bien…—Acotó Atsushi viendo la parte baja de su abdomen, su miembro aún estaba completamente erecto, culpa del castaño,  no se había venido una sola vez y estaba más que bien con eso, de pasar por un onanista eso no sería problema, quería descargarse dentro de Yoshiki a como diera lugar. Le tomó por las muñecas, ayudándole a levantarse del suelo y cuando así lo hizo, le indicó al mayor que se diese vuelta para que quedase de espalda justo en frente suyo. Soltó sus muñecas y dirigió sus manos hacia sus nalgas, apretó éstas por sobre el pantalón de cuero y acercó su boca  para propiciarles unas cuantas lamidas y mordidas de forma simultánea.

 

Sakurai era perverso.

 

           La presión que dicha prenda estaba ejerciendo sobre el miembro del mayor era desesperante, pero no por eso se hacía menos placentero, tarde o temprano estaría sacándose lo que le quedaba de ropa, las cosas a ese ritmo estaban resultando igual de disfrutables en todo caso. Las manos del baterista se apoyaron en las muñecas del azabache, quien seguía repartiendo su cálido aliento allí.

Yoshiki con la cabeza gacha, notó sus pantalones abultados y era un hecho que con toda esa cantidad de alcohol corriéndole por la sangre, se hiciera aún más sensible a cualquier cosa, sentir la respiración del vocal chocar contra su trasero era una tortura.

 

—Hmf… Acchan…

 

— ¿…Qué sucede? —Se mofó un poco, separándose de la parte baja de su espalda para así poder verle desde donde estaba.

 

—…Solo… házmelo. —Murmuró con cierto tinte de súplica, estallaría si no actuaba con un poco más de rapidez, creyó que podría soportarlo más, pero se retorcía violentamente de solo hacerse la idea de tener a Sakurai dentro suyo.  El pelinegro deslizó sus manos hacia sus caderas, llevándolas después por su ingle, le rodeó con sus brazos y finalmente desabrochó su ajustado pantalón.

 

—No comas ansias… por supuesto que lo haremos. —Bajó sus pantalones junto con su ropa interior y sin darse a la espera, tomó la erección del castaño con su diestra,  tras escuchar el gemido que éste dejó escapar, inició a masturbarle con gana, bajando y subiendo esa delicada piel a una velocidad que dejó al pianista delirando. Su otra mano se coló hasta sus testículos, cosa que los acariciaría con la palma mientras seguía entretenido con lo otro. Los gemidos de Yoshiki se hacían cada vez más audibles al igual que su respiración y eso, sí que sabía cómo pintar una sonrisa en el vocalista. — Y esto… ¿Se siente bien?

 

          Pese a que en ocasiones Atsushi podía ponerse arrogante, eso finalmente poco le importaba a Yoshiki, sabía el tipo de persona que era; nada menos y nada más que un pervertido en potencia, uno que en ocasiones llegaba a ser un completo sádico. Dejó sus testículos y deslizó aquella mano hacia el surco de sus nalgas, una sonrisa ladina adornó el rostro del menor  al notar la «preocupación» del castaño, definitivamente se la haría pasar bien, quizá, aún mejor que las veces anteriores. Sus dedos se abrieron paso hasta su entrada, frotándola con gula y lentitud. —Está húmedo…

 

—…Cá…llate.

 

Su diestra seguía propiciándole aquella estrelles, no perdía el ritmo o la velocidad de sus movimientos, pues ciertamente tenía un deseo desesperado por enloquecer al pianista y eso no terminaría siendo muy difícil. Nuevamente acercó su rostro a las nalgas de aquél y repitió aquel juego de lamidas y mordiscos ahora que no había prenda que se interpusiese. Exhaló ese cálido aliento allí, y ya viendo que el mayor se estremecía con brusquedad, introdujo uno de sus dedos. Se entretuvo en esa calidez y en menos de lo que acostumbraba, (Hablando de cuando tenía relaciones con el mayor), introdujo un par de dedos más. No sabía hasta qué punto estaba siendo malicioso y quizá cruel, pero para su alivio, sabía bien que Yoshiki no se enojaría por ello, antes y era ese tipo de gusto masoquista el que poseía; Eran dos.

 

                El castaño encorvó la espalda violentamente al sentir dicha intromisión, quejándose en voz baja en tanto trataba de tranquilizarse un poco. Y más fallido no pudo ser, llevó ambas manos hacia su boca y la cubrió con sus palmas. Bien era cierto que no era un mojigato, pero tampoco se pondría a gemir él solo.

 

 La sinfonía se hacía aún mejor cuando ambos entraban en ese plan.

 

Le penetró con los dígitos un par de minutos más, y luego, hallándose necesitado de correrse, (ahora que empezaba a punzar el que estuviese así), sacó sus dedos del interior del mayor. Sus labios pintaron nuevamente esa sonrisa tan cargada de perversión, pues  Yoshiki, aun cuando seguía intentándolo,  terminaba  regalándole más de esos provocadores jadeos.

 

El pelinegro soltó el miembro ajeno por algunos instantes para nuevamente posar sus amplias manos sobre sus caderas. —Vamos… no quieras dejarme encendido, déjame escucharte más. —Sentenció, empezando a guiarle para que se sentara en su regazo. Yoshiki apoyó sus manos en las rodillas del menor y lentamente fue descendiendo hacia él, Sakurai, tomando su  falo con firmeza, se introdujo por fin en el recto del hermoso pianista. Podía sentir cómo el cuerpo de aquél se abría solo para él y cómo sus paredes internas abrazaban con esa deliciosa presión a su extensión. Ambos, en aquél momento dejaron escapar sus voces; Sakurai en un sonido casi gutural y ronco, y Yoshiki, en lo que parecía un gemido agudo y dolorido. 

 

              Aguardó unos cuantos segundos hasta que el castaño pareció acostumbrarse a su intromisión y respirando fuertemente empezó a contonear sus caderas. Los dedos de Yoshiki se ciñeron en las rodillas del más joven como respuesta al dolor que se calaba en su espina, por suerte la preocupación por parte de ambos nunca se extendía lo suficiente, en menos de lo pensado ese abrasivo dolor se transformaría en un placer irresistible, y teniendo eso en mente no había dolor que fuese insoportable, menos cuando en medio de un rostro que denotaba aflicción, se escondía un gusto particular por ello.

 

Las manos del vocal dieron a parar bajo los muslos del castaño, sosteniéndole de ahí en tanto seguía embistiéndole, la posición daba para que Yoshiki recibiera todo del azabache, cada estocada golpeaba fuertemente su próstata y se hacía exquisito. Los gimoteos del baterista inundaron sus oídos y, su agitada y corta respiración chocaba contra la nuca del contrario. —Hmf, tócate…

 

              El castaño odió escuchar semejante cosa, no porque no le apeteciera hacerlo, sino porque Sakurai siempre intuía bien cuál sería su próximo movimiento, quizá, desconociéndolo, podía llegar a ser tan perverso o lujurioso a como lo era el menor, pues bastante cierto era que verse tomado por ese hombre sacaba lo «peor» de sí. Su diestra tomó su miembro, continuando con lo que el vocal había empezado minutos antes, se movía con rapidez tal y como aquél se lo había hecho, y se dejó consumir por completo. Gemía y respingaba violentamente, su cuerpo se tensaba ante el cúmulo inimagible de placer y Sakurai, perdiéndose cada vez más entre esa carne, hacía que el mayor diera brincos sobre su entrepierna.

 

            Un escalofrío le corrió por la espina, la humedad y el calor terminarían volviéndolo un loco, dicha estreches le succionaba constantemente y aseguraba que en cuestión de nada se sentiría venir.

 

Con la boca completamente abierta, el mayor echó su cabeza hacia atrás, recargándose en uno de los hombros del azabache, estaba llegando a su límite, ese bestial vaivén lo estaba haciendo ver estrellas, el intensivo ejercicio ya lo había puesto a sudar y la escena de su cuerpo desnudo perlado por ello, resultaba ser un detonante para cualquiera. Los dientes del vocal se ceñían en el cuello del castaño, dejando en esa piel una que otra marca a la que vez que su lengua se deslizaba con avidez percibiendo ese sabor salado en la epidermis.

 

—Acchan…—Sollozó llevando su brazo izquierdo hacia atrás para poder tomar del cuello al contrario, pronto sus músculos se contrajeron involuntariamente, tensándose aún más que antes y para cuando sintió su palpitación correr con mayor velocidad, experimentó uno de los tantos orgasmos que el pelinegro lo había llevado a sentir.

 

Sakurai con el morbo en vilo, se aseguró de observar cómo era que el castaño se venía, escucharlo jadear y sentirle retorcerse encima suyo lo invitó a empujar más adentro y, teniendo a aquél gimiendo de ese modo, fue ahora él quien se corrió en sus entrañas. Yoshiki se sentía arder, estaba absorto en el misticismo de ese encuentro.

 

Ciertamente Sakurai también.

 

              Le soltó de las piernas y lo abrazó de la cintura, sus fuertes brazos le estrecharon celosamente, bien el baterista podría ser un amigo entre los pocos que consideraba tener, pero le tenía un afecto especial, no lo sabía, quizá sus sentimientos llegaron a desbordarse desde que todo ese idilio dio inicio, incluso antes de que se viera organizado con una mujer, quizá, solo quizá llegaba a amar a Yoshiki.

 

Y Yoshiki a él.

 

 


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