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Zafiros y Esmeraldas (One-Shot de la historia "El Hombre de Arena") por CheekyMint21

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Notas del capitulo:

Hola Criaturitas del Señor ^^ Cómo lo prometido es deuda, aquí les traigo el On-Shot de nuestros M’s qué les había prometido. Sé qué un principio les dije qué iba a llamarse “1000 Gotas de Lluvia y un Pelirrojo Atrapado” pero releyendo el shot… no me sentí muy convencida, así qué decidí reescribirlo y he aquí el resultado final: Una pequeña historia corta de lo qué pasó con Matty y Mellow Yellow justo antes de entrar a la segunda etapa de la historia (Cómo ya saben, éste shot está estrictamente unido con la historia de “El Hombre de Arena”) así qué espero qué les guste. Es sobre todo más tierno qué Lemon, pero igual trae sus pequeños trocitos de Lemon…así qué sin más qué decir… Ah! Esperen, antes escribí el shot basándome en ésta canción https://www.youtube.com/watch?v=6MmsSBxt1OI es de la banda sonora de “Beautiful Creatures” es una de mis pelis favoritas así qué si pueden oír la canción mientras leen el shot, sería genial ^^ ahora sí, sin más las dejó con el shot, espero qué les guste mucho y de nuevo: Muchísimas gracias por todo su apoyo, no saben cuánto les agradezco todo su amor y palabras Kawaii…LAS AMO! Ahora sí, aquí está el shot:33

Zafiros y Esmeraldas.

-ONE-SHOT-

POV’s Mello:

-¿De nuevo hot cakes con jarabe de chocolate, Mello?-me preguntó Matt, alzando sus finas cejas rojizas. Puse los ojos en blanco.

Me limité a embarrar mis hot cakes hasta que se volvieron de un color castaño oscuro: Justo como me gustaban y empecé a comer lentamente, usando los cubiertos. Matt permanecía en silencio, mirándome fijamente y poco le faltaba para empezar a menear el rabo…claro, si tuviese uno.

-¿Qué carajo estás viéndome?-le digo, cuando su mirada esmeralda empieza a ponerme tenso: No me agrada qué las personas se fijen en mí.

-Nada, es sólo qué… comes muy bien con cubiertos.-dijo y su expresión de pronto se volvió triste. Suspiró fuertemente y extrañamente no me gustaba verle así.

-¿Y qué acaso tú no?-le pregunté, queriendo borrar ésa mirada melancólica de su carita.

Volvió a suspirar y bajó la mirada, mientras un leve sonrojo le subía por las mejillas. Y supe la respuesta: No. Él no sabía comer con cubiertos.

-Ya veo…-susurré, pero por alguna razón eso me hizo sentir… ¿Qué era lo que sentía? No se parecía a nada que hubiese sentido antes.

-Es por eso que sólo como pizza: Aparte de qué me gusta mucho, también se come con las manos y no tengo qué usar cubiertos.-se rió amargamente-Debes de pensar qué soy patético, ¿Verdad?

Sonreí, no con intensiones de reírme sino por lo tonto qué era ése pelirrojo. Negué con la cabeza y me puse de pie, caminando hacia él.

-¿Qué haces?-preguntó y su rostro pasó de rosa pálido a rojo vivo y bajó su mirada, mordiéndose el labio.

-Voy a enseñarle un truco nuevo a mi cachorro.-le dije, mientras me colocaba detrás de él.-Vamos, toma los cubiertos.

-O-Oye M-Mello, ¿Q-Qué q-quieres h-hacer?-tartamudeó, volviéndose a verme con todo su cuerpo temblequeando.

-Toma los cubiertos.-repetí, en tono más autoritario.

Él pestañeó y se volvió, quedando de espaldas a mí. Pude sentir el tenue aroma que emanaba de su cabello rojizo… a limones. Era un aroma bastante inocente y sin darme cuenta, había empezado a estirar la mano para tomar un mechón y olerlo…

-M-Mello, ¿Y-Y a-ahora q-qué?-me dice, haciéndome abrir los ojos de golpe y darme cuenta de lo qué había estado a punto de hacer.

“¡Mierda! ¡¿Qué coño ha sido eso, imbécil?!” me grita mi consciencia, aterrada y furiosa, haciéndome retroceder inconscientemente y mirar fijamente a aquel pelirrojo. “¿Qué demonios estás haciendo conmigo? ¿Por qué…siempre qué estoy a tú lado siento tanta paz y calma?” pensé, dándome cuenta del efecto que ése pelirrojo causaba en mí. Toda mi vida había pasado solo, apartando a las personas de mi camino y refugiándome en la violencia… pero desde qué conocí a Matt, no sé… había algo en él, algo qué yo quería y necesitaba qué fuese mío. No quería que se alejara de mí pero a la vez tenía miedo de dejarlo entrar, de confiar en él y al final me decepcionara como el resto  de las personas al conocerme realmente. “¿Pero cómo dudar? Si…si cuando veo ésos ojos verdes, puedo ver incluso hasta tus más oscuros miedos” pensé, viéndolo fijamente: Ése rostro pálido y lleno de diminutas pequitas doradas, ése cabello rojo y llamativo, ése pequeña naricita y ésos enormes ojos cálidos y aniñados, como de perro tristón. Sonreí.

-¿Estás bien, Mello?-me dice, cuando finalmente reacciono y comprendo qué me he quedado mirándole como imbécil todo el rato.

Sacudo la cabeza y carraspeo, volviendo a mi usual ser rudo y fuerte.

-Pues no, tengo qué enseñarte de paso a usar cubiertos. Ahora, presta atención…-lo abracé por la espalda, colocando mis brazos sobre los suyos al igual que mis manos. Lo sentí tensarse y mi corazón se aceleró, pero decidí continuar-Éste de aquí…-moví su mano derecha-Es un cuchillo y conociéndote, es uno de los objetos qué jamás, jamás, JAMÁS quiero que manipules solo, ¿Estás entendiendo?-Él asintió y me di cuenta de que su respiración era errática-Bien. Y éste de aquí…-moví su mano derecha-es un tenedor, que tampoco quiero qué lo toques si no estoy yo.

-V-Vale… ¿Y-Y d-después?-dijo, tragando grueso. Sonreí.

“Con qué estás nervioso, ¿Eh? Voy a probar una cosa…” pensé, mientras mi sonrisa se ensanchaba y me daba placer sentir a ése pelirrojo estremecerse bajo mi tacto. Me incliné hacia delante, pegando mi pecho a su espalda y deslicé mi nariz por todo su cabello, olisqueándolo, embriagándome con ésa fragancia a limones hasta llegar a su oreja. Matt estaba tenso como una roca y sonreí.

-M-Mello…-lo escuché gemir quedamente, cuando pegué mis labios a su oreja-M-Madre m-mía…

-Muy bien cachorrito… ahora, tienes qué empezar a moverte.-se le escapó un pequeño chillido que me dio más placer del que podría haberme imaginado-picas con el tenedor fuertemente para sostener la comida…-moví su mano picando un trozo de pizza y él volvió a gemir, apretando sus muslos-y luego, tomas el cuchillo y suavemente empiezas a moverlo: Hacia delante y atrás, adelante y atrás…-hice el movimiento, sintiendo el temblor de Matt.

“Nunca creí qué tendría ése efecto en ti… pero me gusta” pensé, mientras veía como mantenía sus muslos apretados fuertemente, sus ojos cerrados con fuerza y se mordía el labio. Por alguna razón, eso me hizo…sentirme extraño.

-No hagas eso.-le dije, dejé los cubiertos a un lado y tiré suavemente de su mandíbula para qué dejase de morderse el labio-No lo hagas más, es raro.

-¿E-Eh…?-dijo, pestañeando y con todo su cuerpo temblequeando.

-No te muerdas el labio. Al menos no enfrente mío.-le ordené, y todo mi cuerpo se sentía caliente, extraño y quería volver a tener a Matt entre mis brazos-Y no estabas prestándome atención, tenías los ojos cerrados, perro desobediente.

-¿D-De verdad? L-Lo s-siento, M-Mello…-dijo, bajando la mirada totalmente colorado. Me acerqué a él y le tomé de la barbilla.

-Ahora deja de distraerme y pon atención, tienes que aprender a comer con cubiertos.-le dije, sintiendo como su temperatura era tan caliente como la mía.

-V-Vale…-dijo y asintió, pero sus mejillas aún seguían de color rosáceo.

-Bien.-me coloqué detrás de él nuevamente, que volvió a dar un respingo sacándome una sonrisa-Como te dije, sostienes la comida con el tenedor firmemente y empiezas a mover el cuchillo lentamente hacia delante y atrás, hasta cortar un pequeño trozo.

Vi como sus ojos seguían maravillados a mis manos, con fijeza y concentración. Era una expresión realmente… tierna.

-Ahora, hazlo tú solo.-le dije, soltando sus manos. Él me miró alzando las cejas-Anda, hazlo: Sé que puedes hacerlo, no es tan difícil.

Lentamente, empezó a cortar trocitos de pizza y a sonreír. Yo también sonreía, al verlo feliz y con sus ojitos verdes chispeando con ésa chispa de vida que tanto me gustaba. “A lo mejor y es por eso qué no puedo…apartarle de mi vida. Con una sola mirada me hace sentir vivo” pensé, viendo como ése pequeño a pesar de las cosas tan horrendas por las que había pasado seguía teniendo una brillante sonrisa que quizá nadie podría romper. “No es cobarde… no es como yo” pensé, mirándole más fijamente y dándome cuenta de lo fuerte qué era: En lugar de esconderse detrás de una máscara de amargura, él seguía sonriendo y regalándoles a los demás ésa chispita de vitalidad que parecía emanar de él, a donde quiera que fuese.

-¡Yupi! ¡Lo he hecho!-dijo, cuando tenía al menos diez trocitos de pizza perfectamente cortados. Sin más se paró y se abalanzó hacia mí, dejándome helado por unos segundos-¡Gracias, Mello! ¡Eres el mejor!

“Es tan…se siente tan bien” pensé y lentamente deslicé mis manos por su espalda, presionando levemente y estrechándolo contra mí, sintiendo lo dulce de su aroma impregnándose en el mío. Cerré los ojos unos segundos, queriendo detener el tiempo en ése instante y sentir ésa calidez por siempre conmigo. Hasta que me di cuenta de que estábamos en plena hora de la cena y en una cafetería atestada de cientos de chicos que de verme, ya no se creerían que yo fuese capaz de partirles el trasero. Empujé a Matt bruscamente, que me miró con sus ojos como platos.

-Sí, cómo sea. No es para tanto, perro. No arrugues mi ropa.-le dije mordaz, sacudiéndome la ropa pero cuando alcé la vista vi que me miraba sonriente como siempre-¿De qué te ríes, cabrón?

-Nada. Pero en serio: Gracias, Mello. Gracias…por ser mi mejor amigo.-dijo, con aquella mirada amorosa y pura.

Lo miré y poco me faltó para que mi boca tocase el suelo. “¿Mejor amigo?” pensé atónito: Nunca en mi vida había tenido un amigo, desconocía ésa palabra totalmente y ahora de repente venía éste pelirrojo y decirme qué yo era su mejor amigo. “Eso no tiene sentido: La gente me teme, no me ama. ¿Por qué él…elegiría a alguien como yo?” pensé, mirándole fijamente y creyendo que no podría sentirme más intrigado por éste chico capaz de poner mi pequeño mundo de cabeza en tan solo un segundo. Sonreí.

-Sí Matt… eres mi mejor amigo también.-le dije, sintiendo la fuerza de ésa palabras en mi corazón que latía con fuerza.

Nos quedamos mirando largo rato: Yo, tratando de entender la forma tan sencillamente complicada de pensar de ése pequeño chico pelirrojo y él a lo mejor…él a lo mejor, dándose cuenta de toda la mierda que tenía dentro y aún así queriéndome a su lado. Fue la primera vez que sentí alegría verdadera.

POV’s Matt:

Hacía al menos unas dos horas qué las luces se habían apagado, pero era imposible que yo me durmiera: No con la tormenta que estaba cayendo afuera y que parecía querer colarse a mi habitación y destruirlo todo. Me cubrí la cabeza con las mantas, cerrando los ojos con fuerza e intentando ignorar el miedo que me aporreaba el pecho con furia. “Anda, duérmete. Duérmete. Duérmete… ¡Duérmete!” pensaba con desesperación, con las lágrimas escurriendo por mis mejillas y las imágenes de mi padre ahogándome rondando una y otra vez por mi cabeza como fantasmas, listos para tomarme entre sus manos frías y huesudas. “Está bien, Matt: Todo está… ¡Mentira! ¡Tengo miedo y quiero qué deje de llover!” pensé y contuve un gemido: Estaba aterrado, sólo quería dejar de sentir que la lluvia iba a caerme encima y a empaparme con su frialdad. Unos dedos rozaron mi hombro y salté de la cama, cayendo al suelo y pegando un alarido con todo el aire de mis pulmones.

-¡Ssssht! ¡Cállate!-me ordenó una voz firme, mientras me tapaba la boca con fuerza-Dios Matt, van a creer qué están asesinando a alguien aquí dentro…

Un rayo iluminó levemente el cuarto y me permitió ver la mitad de su rostro: Bello y fuerte, como sólo a él podía pertenecerle. Sus ojos azules como zafiros, parecían brillar con intensidad en la oscuridad y mi ritmo cardíaco se normalizó poco a poco.

-Lo siento…-susurré, cuando sus manos abandonaron mi rostro.

-¿Se puede saber por qué estás llorando? Llevo horas intentando dormirme y tus quejidos de gato no me dejan, ¿Qué rayos te pasa?-dijo, molesto y no era para menos: Su compañero de cuarto estaba interrumpiendo su descanso, eso no era justo.

-Perdona…yo…-“Yo sólo tengo miedo de la lluvia como si tuviese cinco años” pensé, pero la frase se quedó atascada en mi garganta.

Mello se volvió a ver por la ventana y otro rayo iluminó su perfil: El fuerte ángulo de su barbilla y su mirada decidida, fuerte y como si no existiese nadie capaz de vencerle. Incluso yo a veces le creía indestructible, incapaz de atravesar ésa barrera de acero con la que alejaba al resto del mundo.

-Te dan miedo las tormentas, ¿Verdad?-me dijo y me miró fijamente, atravesándome con su mirada azulina. Bajé la mirada.

-Sí…-susurré, sintiendo más tonto y patético que nunca jamás.

Lo escuché suspirar y luego se acuclilló a mí lado.

-Uno o dos. Escoge.-me dijo, mientras me levantaba la mirada y me miraba fijamente.

-¿Qué?-le dije, sin entender qué era lo que trataba de decirme.

-No seas gilipollas y escoge: Uno o dos.

-Pero… ¿Qué es…?

-¡Escoge!-demandó con más fuerza y me estremecí.

-D-Dos…-tartamudeé, sin saber qué se planeaba. Se levantó y suspiró de nuevo.

-Si hubieses dicho uno, te habría dado un coscorrón y habría vuelto a la cama. Pero has dicho dos…así qué creo qué no tengo opción.-dijo y lo miré fijamente, viendo lo enigmático que podía llegar a ser de proponérselo.

-¿Qué piensas hacer, Mello?-le digo, poniéndome de pie y olvidándome por unos segundos del aguacero que estaba cayendo fuera.

-Pásame tu frazada.-me dijo, tendiéndome la mano. Le fruncí el ceño-Está bien, la tomaré yo entonces.

Tomó una punta y la haló, tirando mi Gameboy al suelo. El corazón se me subió a la garganta y después del primer shock me arrojé al suelo a recogerlo.

-¡Noooo! ¡¿Cómo te has atrevido?!-le dije, casi con las lágrimas de fuera y estrechando aquel preciado objeto contra mi pecho. Sentí mis mejillas inflarse con ira-¡¿Podrías decirme qué rayos haces?!

-Cierra la boca y ve por una lámpara de bosque…está ahí justo en ése armario.-dijo, amarrando mis mantas con las suyas.

Dejé el Gameboy en la veladora de noche y suspiré, resignándome a qué como siempre no estaba en sus planes darme una respuesta. Me volví y rebusqué en el armario por la lámpara que me había dicho.

-¿Sabes? Podrías confiar un poco en mí y decirme lo qué pretendes hacer, hasta podría…-me quejé, pero cuando me volví me quedé estático-¿Qué es eso?

-¿Qué te parece qué es? Un refugio claro está, perro distraído…-me quitó la lámpara de un zarpazo y se metió debajo de aquellas sábanas suspendidas entre ambas camas.-¿Vienes o también tendré qué arrastrarte del culo?

-S-Sí…-tartamudeé, gateando y el espacio era realmente pequeño. Sin querer apoyé una de mis manos en su muslo. Mis mejillas ardieron al instante y me quedé quieto.

-¿Qué haces?-me dijo, mirándome contrariado mientras yo estaba helado, sin saber qué hacer y con mi mano en su muslo.

-Y-Yo…n-no…-mis labios temblaban tanto qué era incapaz de hablar. El aire ardía en mis pulmones y ni uno sólo de mis músculos respondía.

-Eres un idiota.-dijo él, y sin más deslizó sus manos debajo de mis brazos y me alzó, acomodándome en su regazo. Si estaba en shock, ahora mi mente estaba muy lejos de éste mundo-Ahora sí, fíjate bien.

Tomó la lámpara y apartó un poco las sábanas e iluminó el techo. A medida que iluminaba, pequeñas frases iban apareciendo. Me quedé maravillado.

-¿Tú lo has hecho?-susurré, mirando cientos de frases: Cada uno de un libro diferente.

-Cada vez que encuentro una frase que me gusta en un libro, en lugar de manchar ése libro y subrayarlo…vengo a mi habitación y las escribo en el techo con tinta transparente, así sólo yo puedo verlas. Sé exactamente donde está cada una a pesar de qué no puedo verlas, y cada noche antes de dormirme las veo.-me explicó, mientras miraba el techo lleno, repleto de cientos de frases-Mira, esta es una de mis favoritas…

… “Desear no es querer. Se desea lo que se sabe que no dura. Se quiere lo que se sabe qué es eterno”

-Rousseau.

-Es muy bonita…-susurré, embelesado.

“No sé porque, pero siento… siento como si estuviese mostrándome una parte de él, como si estuviese dejándome entrar poco a poco” pensé, mirándole de perfil mientras él continuaba perdido en su techo lleno de frases.

-¿Por qué frases y no estrellas?-pensé en voz alta, y él se volvió a verme, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios. Bajé la mirada-L-Lo siento…

-No lo sientas, es una pregunta muy buena. Sé qué la mayoría de personas prefieren pegar estrellitas fosforescentes en sus habitaciones y con eso ahuyentar sus temores…pero mis temores no se van con estrellitas fosforescentes, sino que leyendo libros. No creo en las estrellas: Son algo común, siempre aparecen cada noche y cualquiera puede verlas. Pero en cambio, una frase… sólo aparece en un libro realmente bueno, un libro qué tienes que buscar y que no encuentras todos los días sólo tomándolo de un estante. No cualquiera puede encontrar frases todos los días, porque no a muchas personas les gusta leer, es muy diferente a las estrellas que a todo el mundo le gusta mirarlas.-me explicó con voz suave y ronca, como si le costase decir eso en voz alta.

Lo miré fijamente, ¿Cómo era posible qué un chico tan profundo fuese tan solitario? ¿Cómo…? Si era capaz de fascinar al resto con unas cuantas palabras.

-¿Por qué me miras así?-me dijo, enarcando una rubia ceja.

-Mello… eres increíble.-fue todo lo que dije, porque ésa era la palabra que mejor le describía.

Un tenue, muy tenue rosa se extendió por sus mejillas y desvió la vista deprisa, volviendo a clavarlas en el techo. Había frases de muchos autores qué en mi vida había oído sus nombres: Benedetti, Neruda, Ana Frank, Jorge Luis Borges, Friedrich Nietzsche…cientos de nombres qué jamás había escuchado y que ahora quería conocer…al lado de Mello.

-Eres al primer ser vivo al que le muestro esto…-dijo, al cabo de unos segundos.

Lo miré fijamente, meditando sus palabras.

-¿Por qué?-le pregunté, tan suavemente que me pareció que no me había escuchado. Pero sí que lo hizo.

-No lo sé. Creo qué porque eres mi mejor amigo y confío en ti de una forma qué todavía no entiendo…-se volvió a verme-Confío en ti, Matt. Eres la primera persona a la que también le digo eso.

Tragué grueso. “¿Confías en mí?” pensé, sintiendo la irrealidad de ése palabras, sintiendo que podrían esfumarse en cualquier momento si cometía algún error: Porque sabía que si hacía algo mal, eso se iría…y Mello era una de ésas personas, la única persona que tenía a mí lado, a la que no quería perder ahora ni nunca. “Haré todo lo posible para sanarte, pera hacer qué siempre permanezcas a mí lado” pensé, haciendo una promesa silenciosa.

-Le temes a la lluvia, ¿Cierto?-dijo y me miró sonriendo-Mira, ésa frase es para ti…

Seguí la dirección de su mirada y me pestañeé cuando lo leí. Tanto, que tuve que leerlo nuevamente. Decía así:

… “La Lluvia tiene un vago secreto de ternura, algo de soñolienta resignada y amable, una música humilde que se despierta con ella que hace vibrar el alma dormida del paisaje”…

-Federico García Lorca.

-¿Qué quiere decir?-le dije, sin poder comprender aquel juego de palabras.

-Quiere decir, Matt, qué incluso la lluvia es bella a su modo. Y qué no deberías temerle sólo porque alguien te hizo temerle, sino temerle por tu propia cuenta.-me explicó suavemente, y sentí sus dedos apartarme un mechón de pelo y ponerlo detrás de la oreja-A mí me gusta la lluvia.-susurró, suavemente y haciendo que todos los vellos de mi cuerpo se erizaran.

De nuevo tenía ése sensación arrolladora que nacía desde lo más profundo de mí ser, que me quemaba y se extendía a cada rincón de mi cuerpo haciéndolo vibrar… y sólo Mello era capaz de despertar tales emociones en mí. Sentí como hundía de nuevo su nariz en mi pelo y aspiraba dulcemente, haciéndome temblar bajo su cuerpo. Todo en él me hacía arder en llamas y desear más. “No… yo no lo deseo, porque él no es pasajero. Lo quiero, porque es eterno” pensé, cerrando los ojos y dejándome llevar por el fuego de su tacto y la calidez de sus palabras, deseando permanecer bajo aquel pequeño refugio por siempre.

-Es tarde…deberíamos dormir.-susurró, aún contra mi oreja y con sus voz burbujeando por toda mi piel.

Inconscientemente negué con la cabeza: Yo no quería dormir. Quería quedarme a su lado, o al menos, dormir…dormir en sus brazos. Me mordí el labio, ¿Qué eran éstos pensamientos? ¿Estas sensaciones que me quemaban el pecho y eran tan confusas? En tan poco tiempo, ése rubio se había convertido en algo más que un protector, qué la persona qué me fastidia, qué un abusivo, qué un buscapleitos… era algo más, algo más que iba más allá de mi comprensión y que de cualquier forma no quería comprender siempre y cuando él estuviese a mí lado.

-¿Cuál fue el primer libro qué leíste?-pregunté, sin pensar y sólo queriendo escuchar su voz un rato más, queriendo extender ése momento y que se grabase en mi corazón.

Apoyó la barbilla sobre mi hombro y se quedó en silencio. Yo no quería abrir los ojos, temía hacerlo y encontrarme con qué estaba en un sueño…

-Fue un cuento. Yo…-suspiró-es qué antes de venir aquí, yo solía vivir en las calles. Tenía una madre drogadicta y un padre abusivo, desde muy chico tuve que aprender a valerme por mí mismo y aprender a defender lo qué de verdad quería. Un día, mientras caminaba por las calles, encontré un basurero un viejo libro de cuentos pero la mayoría de páginas estaban sucias o rotas y no podía leer las historias completamente. Salvo una.

Abrí los ojos repentinamente húmedos de solo imaginarme a un pequeño de ojos azules vagando en las calles por su cuenta, quizá defendiendo a su madre de las golpizas de un padre abusivo… era inhumano. “¿Es ésa la razón de que su carácter sea así? ¿Es ésa la razón… por la cual no deja entrar a nadie?” pensé y lo comprendía totalmente, porque a pesar de que yo no había vivido eso, mi propio padre me había mentido.

-Lo siento, Mello.-susurré, y apoyé una mano sobre la suya.

Él sonrió y negó con la cabeza.

-Pues yo no. No lo siento nada, me sirvió para comprender cómo es el mundo y qué las únicas historias que valen la pena ser contadas están en un libros. No quiero tú lástima, Matt.-me dijo, mirándome con dureza.

-No siento pena por ti… siento pena por tus padres y por el hijo qué se perdieron.-le dije, y aunque no les conocía, lo sabía: Les odiaba.

Sonrió y con la yema de los dedos me acarició el pómulo. Cerré los ojos, sintiendo como sus dedos ardían contra mi piel.

-El hombre de arena.-susurró, mientras sus dedos seguían un trazo por mi mejilla hasta llegar a mi clavícula.

-¿Eh…?-dije, aturdido y con la cabeza dándome vueltas.

-Ésa fue la primera historia que leí. Era de un hombre que podía convertirse en una pequeña nube de arena y cada noche, se les parecía a los niños para echarle polvos en los ojos y que tuviesen sueño. Pero si te portabas mal, el hombre de arena te echaba polvos para tener pesadillas…-me explicó, mientras apartaba su mano.

-Qué historia tan horrenda… ¿Cuál era el final?-le dije, abriendo los ojos y frunciéndole el ceño.

-No lo sé, no estaba. Pero supongo qué el hombre de arena sigue apareciéndose en los sueños de los niños, dándoles sueños o pesadillas.-dijo sonriendo y encogiéndose de hombros.

Sonreí pero fui interrumpido por un bostezo y mis ojos empezaron a pesarme.

-Tienes sueño.-dijo él y empezó a acomodar las almohadas y las sábanas, haciendo una improvisada cama.

-No quiero dormir…-le dije, negando con la cabeza.

-No seas testarudo y duérmete. Ven: Yo estaré aquí contigo.-me dijo y eso me relajó, al menos estaría ahí cuando me despertase.

Lentamente, me acosté sobre una almohada y casi al instante mis ojos se cerraron. Lo último de lo que fui consciente, fue de un par de zafiros azules, que vigilaban mi sueño y lo supe: Mello era mi hombre de arena, porque incluso se aparecía en mis sueños. Sonreí y me quedé profundamente dormido.

 

Notas finales:

Vale, espero qué les haya gustado mucho y qué me dejen sus review para saber si les gustó, lo odiaron… lo qué sea, es bienvenido ^^ Muchísimas gracias por su apoyo y por darme la oportunidad de hacer lo qué me gusta, saben qué jamás habría llegado a dónde estoy sin ustedes, en especial: NMoon, Kmmy Lee, Naokaleidoscope, Neko-Chan y g00gle_16061996…ustedes han sido un apoyo incondicional en ésta historia y espero seguir dándoles siempre lo mejor de mi parte. Las quiere,

                                                                               -Cheeky:D


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