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Luces, cámara y ¿acción? por Gumin7

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Notas del capitulo:

¡Alex vuelve por Navidad! (?) Ok, no.

Este NO iba a ser el segundo fanfic que tenía pensado subir, pero la vida es así y, entre conversación y conversación, las señoritas Mise y Konan (a las que, por cierto, les dedico el fic con todo mi amor) acabaron convenciéndome para escribir esto. Es fruto de una pequeña escena que nos puso la talentosa Mise en la mente, por lo que es cortito.

De todas formas, tengo un fic más largo a punto de terminar y espero subirlo pronto, por si a alguien le interesa, que no creo (?)

En fin, como siempre, me disculpo por cualquier falta y espero que os guste.

 

PD: En los reviews de mi primer fic, me fijé en que muchas pensáis que soy una chica. ERROR. Solo era eso. No os culpo de todas formas, y os loveo <3

        —¡Ni de coña! ¡Ni muerto! ¡NUNCA! —exclamó Yo-ka mirando a su pareja como si hubiera visto un fantasma.

        —¿Pero por qué no? ¿Qué mas te da? Es igual que siempre, solo que con más morbo.

        —Morbo para ti, porque a mí no me parece morboso ni mucho menos.

        Kei resopló cansinamente y se sentó en el sillón que había en el estudio. Llevaba media hora, desde que habían acabado de ensayar, intentando convencer a Yo-ka para llevar a cabo la "brillante idea" que se le había ocurrido o le había metido alguien en la cabeza. El caso es que no había dejado de darle vueltas, y haría lo que sea para hacer que su adorado pelirrojo le siguiera la corriente.

        —A mí me parece morboso y útil —intervino el bajista—. Aprendéis más de vosotros mismos en ese ámbito, y lo hacéis juntos.

        —¿Qué pasa, que tú lo has hecho? —preguntó curioso Tatsuya, provocando que Shoya se sonrojara.

        —Bueno, sí. Yuu se puso pesado, hasta ahí puedo decir.

        —¿Ves? —dijo Kei mirando a Yo-ka.

        —Que no me voy a grabar teniendo sexo para luego verlo. Es que yo no me veo haciendo esas cosas. Guarradas las que quieras, pero en la intimidad.

        —No te estoy proponiendo un trío. Sólo estaríamos tú y yo.

        —Kei, ¿dónde te pierdes, en la «n» o en la «o»? ¡No!

        El vocalista salió por la puerta sin decir ni una palabra más.

        —Buena suerte —le dijo Shoya a Kei con cara de compasión antes de que el segundo saliera también.


        Durante el camino a casa, Yo-ka estuvo callado y mirando a cualquier cosa que no fuera su pareja. Kei se golpeó mentalmente por haberle hecho enfadar, pues cada vez que eso pasaba, tardaba mucho en perdonarle y en volver a ser como siempre. Ambos se querían a más no poder, pero eran unos inmaduros.

        El semi rubio aparcó y los dos bajaron del coche y entraron en silencio al apartamento.

        —Kei —lo llamó Yo-ka cuando vio que el otro se iba a la habitación, probablemente para no tener que soportar ese ambiente tan tenso que se había creado entre ambos debido a su pequeño enfado.

        El aludido se giró y se encontró con el más bajo delante suya, el cual pasó los brazos sobre sus hombros y lo empezó a besar lenta y dulcemente. Kei lo agarró de la cintura, lo pegó a él y le correspondió.

        —Está bien, hagámoslo —le dijo Yo-ka separándose unos centímetros de los labios ajenos.

        Kei levantó una ceja en señal de sorpresa.

        —¿Qué te ha hecho cambiar de idea?

        —Digamos que me ha dado curiosidad.

        —A buenas horas...

        —Bueno, entonces qué.

        —Pues nada. Vamos, que ya está preparado.

        El pelirrojo miró al otro indignado.

        —Serás cabrón. Ya lo tenías todo...

        No pudo terminar de hablar, ya que Kei había vuelto a besarlo, esta vez alzándolo por las piernas y llevándoselo a la habitación. Lo echó en la cama, se separó un momento para poner la cámara —que, efectivamente, estaba preparada de antes— a grabar y volvió, colocándose sobre él con una pierna a cada lado de su cuerpo y bajando a besos por su torso a la vez que le iba desabotonando la camisa con una mano y acariciando su cuerpo con la otra.

        —Kei, espera —lo llamó Yo-ka tras unos segundos entre suspiros y mirando hacia un lado.

        —¿Mm? —se limitó a responder siguiendo con su tarea.

        —No puedo.

        El más alto paró en seco y se alzó para mirar al otro.

        —¿Qué te pasa? —preguntó algo alarmado, pues pensaba que algo estaba haciendo mal.

        —Es que veo el puñetero cacharro ahí observándonos y no puedo.

        —Yo-ka, no nos está observando.

        —Sabes a lo que me refiero. Guárdalo, por favor. Te he dicho de hacer esto porque quería hacerlo por ti, pero no puedo, lo siento.

        —Qué remedio...

        Se levantó y, con cara de desilusión, apagó y guardó la cámara. Se volvió hacia Yo-ka.

        —Vale, apagada.

        El pelirrojo sonrió, se recostó un poco más en la cama, abrió las piernas y empezó a tocar su abultada entrepierna por encima del pantalón.

        —Anda, ven.

        Kei obedeció enseguida y volvió a recuperar su posición de antes, pero esta vez haciéndose espacio entre las piernas de Yo-ka. Colocó las manos en sus rodillas y fue bajando lentamente hasta las ingles, presionando el interior de sus muslos con los pulgares, provocándole jadeos. Siguió el camino hasta llegar al botón de su pantalón y de un rápido movimiento lo desabrochó para quitárselo y dejarlo en bóxers y con la camisa a medio quitar.

        Se quedó admirándolo durante un momento; era realmente hermoso. Adoraba tenerlo a su merced, con esa piel tan suave y pálida, esas largas y perfectas piernas, ese torso delgado y con algo de músculo... Era perfecto en su plenitud.

        —Kei, ¿pasa algo? —preguntó Yo-ka preocupado.

        El semi rubio despertó de su trance, miró a su adorado pelirrojo a los ojos y se inclinó sobre él, colocando sus manos en las mejillas de este.

        —¿Por qué me vuelves tan loco? —dijo sobre sus labios para luego besarlos con necesidad, siendo correspondido enseguida.

        Sus lenguas se entrelazaron una y otra vez y se fueron turnando el dominio del beso, el cual solo se rompió cuando Yo-ka le quitó la camiseta al otro, volviendo a unirse enseguida.

        Kei se separó un poco de su pareja, lo agarró de la cadera, le subió levemente las piernas y comenzó a moverse, rozando su notable erección contra el trasero del otro y respirando agitadamente sobre su oído. El pelirrojo echó su cabeza hacia atrás y dejó escapar un sonoro gemido al sentir ese delicioso roce que lo hacía necesitarlo cada vez más y la cálida respiración del más alto tan cerca.

        —Quítatelos, por dios —suplicó Yo-ka llevando sus manos al pantalón del contrario y tirando.

        —Qué, ¿impaciente? —preguntó Kei sonriéndole.

        Terminó de quitarse los pantalones, se levantó de la cama y se apoyó en el escritorio, mirando de frente a Yo-ka, quien se levantó también, terminó de quitarse la camisa y se le acercó.

        El más bajo comenzó a besar el cuello del otro, bajando lentamente por su pecho hasta llegar a la altura se su ropa interior. Se arrodilló y le quitó los bóxers con rapidez, arrancándole un jadeo debido a la repentina liberación de su miembro. Lo tomó con una mano y pasó su lengua lentamente sobre la punta.

        —Joder, Yo-ka —pidió Kei indirectamente.

        —Qué, ¿impaciente? —repitió Yo-ka con el mismo tono que había usado antes el semi rubio, sonriendo maliciosamente.

        —Bien, me lo merezco —respondió riendo.

        —Así me gusta.

        El vocalista se metió toda esa extensión en la boca y comenzó un lento vaivén, succionando y abriendo su garganta para albergar toda la extensión.

        Kei llevó su mano hacia la cabeza del otro y entrelazó los dedos en sus cabellos, pudiendo así marcar el ritmo. Su respiración estaba agitada y hubo un momento en el que se tuvo que sujetar al borde del escritorio, pues sentía que las piernas le fallaban. Definitivamente, cantar no era la única maravilla que ese hombre sabía hacer con la garganta.

        Tiró suavemente del cabello del pelirrojo y lo separó de él, haciendo que se pusiera de pie y volviera a quedar a su altura. Le dio un corto beso y fue a su mesita de noche, de la cual sacó una pequeña botella de lubricante. Volvió a donde estaba Yo-ka, se sentó en frente de él en el borde de la cama, lo acercó por la cintura y le bajó los bóxers hasta quitárselos, dejándolo al fin completamente desnudo.

        Yo-ka se colocó a horcajadas sobre él, apoyándose con las rodillas en el borde de la cama, y se sujetó de sus hombros.

        —Hazlo tú —le susurró Kei poniéndole la botellita delante.

        El vocalista la cogió, vertió lubricante sobre sus dedos y los llevó a su entrada. Dejó la botella a un lado y volvió a sujetarse a Kei, abrazándolo por el cuello con su brazo libre, y comenzó a tantearse con los dedos embadurnados.

        Tras unos segundos, metió un dedo y lo fue moviendo poco a poco. Pequeños jadeos salían de su boca mientras seguía con el movimiento y subía y bajaba su cuerpo, rozando su propia hombría con la del guitarrista, el cual le acariciaba las piernas y se deleitaba con los sonidos que dejaba escapar.

        Cuando se acostumbró a la intromisión, metió el segundo, y seguidamente el tercero.

        —Kei... Kei —comenzó a gemir el nombre del semi rubio sobre sus labios.

        El aludido alzó a Yo-ka y lo volvió a llevar al escritorio, apoyándolo de espaldas a este. Le subió un poco las piernas, se posicionó contra su entrada y se abrió paso poco a poco en su interior, ensanchando sus paredes; provocándole leves gemidos de dolor.

        —¿Todo bien? —le preguntó con dulzura.

        —Sí —respondió en un jadeo.

        —Te quiero, Yo-ka —le susurró al tiempo que empezaba a moverse en su interior.

        Empezó a subir el ritmo a medida que los sonidos que emitía el pelirrojo iban tomando forma de placenteros gemidos que pedían más y más.

        El vocalista se aferraba a los hombros del más alto. Fue en un movimiento que le hizo sentir una placentera descarga cuando clavó sus uñas y arañó gran parte de su espalda dejando rojos surcos sobre esta. Kei siseó y mordió el cuello del pelirrojo mientras seguía embistiendo cada vez más rápido y con más fuerza contra ese punto que lo había hecho enloquecer.

        La voz de Yo-ka resonaba por toda la habitación. Sentía que estaba tocando el cielo y, por mucho tiempo que hubiera estado junto a ese hombre, seguía preguntándose que tenía para hacerle perder el sentido de esa manera.

        Ambos sentían que estaban a punto de llegar al final, pero de repente y sin previo aviso, Yo-ka empujó con fuerza a Kei y le hizo salir de él y caer de espaldas sobre la cama. Se bajó del escritorio y gateó rápidamente hasta volver a colocarse sobre el semi rubio con una pierna a cada lado de su cuerpo. Agarró su miembro, lo volvió a posicionar contra su entrada y bajó de una sola vez. Comenzó a subir y bajar, aumentando el ritmo cada vez más, y cogió las manos del más alto, entrelazando sus dedos en un gesto amoroso y como disculpa por el empujón de antes.

        Tras unas embestidas más, el vocalista se arqueó levemente y llegó al clímax sobre el vientre del otro, quien culminó en su interior al sentir la contracción de esas estrechas paredes sobre su miembro.

        Yo-ka se dejó caer exhausto sobre el pecho del guitarrista, escondiendo el rostro en su cuello y normalizando su respiración. Kei le alzó la cadera saliendo así de él y dejándolo apoyado sobre las rodillas y con el resto del cuerpo sobre el suyo propio. Le separó las nalgas con ambas manos y el pelirrojo sintió un líquido caliente escurrir por sus muslos.

        —Kei —lo llamó Yo-ka tras echarse a su lado.

        —¿Mm?

        —Yo también te quiero.

        El más bajo colocó su mano en el cuello de su pareja y lo atrajo hacia sí, besándolo con necesidad, dulzura, pasión y amor, todo un mismo lento y largo beso que no tardó en ser correspondido.


~*~


        Al abrir los ojos, se encontró con que estaba solo en la habitación. Había dormido hasta muy tarde, así que no le extrañó que Kei ya se hubiera levantado e incluso duchado y vestido.

        Se levantó con lentitud y siseando un poco debido al dolor que le había dejado en su cuerpo la noche anterior. Cogió ropa limpia del armario, se metió en el baño y se tomó su tiempo para darse una ducha caliente que le ayudó a relajar un poco sus músculos.

        Al salir, se encontró con que Kei estaba sentado en el sofá con el ordenador portátil sobre sus rodillas y los cascos puestos. Llamó su atención con la mano, pues supuso que no podía oírle.

        —Hombre, por fin despiertas —dijo el semi rubio quitándose los cascos y el portátil de encima y levantándose para abrazar a su adorado pelirrojo y dejarle un pequeño beso sobre los labios.

        —La culpa es tuya. Ayer estabas demasiado cariñoso y ahora tengo que pagar yo las consecuencias —bromeó Yo-ka sonriendo.

        —Bueno, llegas justo a tiempo para verte en acción.

        El más bajo se desconcertó un momento por esa respuesta, pero automáticamente miró hacia el ordenador portátil que se encontraba sobre el sofá y, al fijarse más, vio una cámara junto a este.

        —Kei, te doy la oportunidad de que me digas qué estás haciendo antes de matarte.

        —Estaba pasando el vídeo de anoche al ordenador para verlo. Ya lo he empezado —sonrió con inocencia y, tal vez, un poco de malicia.

        —¿Cómo que el vídeo de anoche? ¿No apagaste la cámara?

        —Sí, pero sabía que te cortaría el rollo verla, así que coloqué otra antes y apagué la que estaba a la vista para que no te incomodaras.

        Yo-ka se quedó frío mirando fijamente a Kei. Así que todo lo que habían hecho anoche estaba grabado y guardado en ese ordenador.

        »Oye, me llegas a decir que no querías y habría quitado ambas sin grabar nada, pero solo dijiste que te incomodaba ver la cámara. Estabas dispuesto a hacerlo, así que es legal —dijo levantando ambas manos en señal de inocencia y volviendo al sofá—. ¿Vienes a verlo?

        El pelirrojo dudó un momento, pero acabó acercándose y sentándose al lado de su pareja.

        Kei lo puso en marcha y Yo-ka pudo verse provocando al otro tocándose a sí mismo sobre su ropa, desnudándolo, felándole el miembro —con bastante maestría, se atrevería a decir— y cabalgando sobre él con una expresión de verdadero placer en el rostro. Por último vio cómo el semen del mayor escurría por sus muslos. No quiso admitirlo, pero esa imagen era realmente erótica.

        El vídeo finalizó y se hizo el silencio entre ambos, silencio que duró lo poco que tardó Yo-ka en abalanzarse sobre Kei, tumbándolo sobre el sofá. El segundo sintió miedo. Ahí acababa su vida; seguro que lo mataba después de aquello, o lo echaba de casa como mínimo. No sabía qué sería peor, desde luego.

        —Más te vale tener fuerzas y no dejarme así después de esto —le dijo Yo-ka al oído, cogiéndole la mano y colocándola sobre la erección que portaba en ese momento.

        Se levantó de encima del guitarrista, le echó una lasciva mirada y se dirigió al cuarto, siendo seguido inmediatamente. Kei estaba seguro de que se lo haría pagar, y vaya si pensaba disfrutarlo.


FIN.

Notas finales:

Os agradezco los reviews, ya que me animan mucho a seguir escribiendo y mejorando. Gracias por leer~


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