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El Medallón de ojos rojos por Miho Nagisa

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Notas del capitulo:

YUGIOH NO ME PERTENECE LE PERTENECE A SU RESPECTIVO AUTOR, HISTORIA CON FIN DE ENTRETENIMIENTO.

Espero que les guste n.n

La última voz de la campana se escuchó en todo el colegio, los alumnos comenzaban a salir, llevando en sus manos aquel reconocimiento que les decía que las clases habían terminado, ya no había más escuela para ellos, sus estudios en la preparatoria Domino habían terminado. Con esfuerzo y dedicación los alumnos que vestían de azul finalmente se habían graduado.

Un chico de lindos cabellos tricolores sin mencionar sus preciosos ojos violetas corría hacia la puerta de salida para encontrar a sus amigos. Se lanzó a los brazos de su mejor amigo, aquel que iluminaba a cualquier ser al ver la esencia de su sonrisa y personalidad. Imposible no decir, que sus rubios cabellos mostraban esperanza y milagro al mostrarse a la luz del sol, Joey Wheeler sin duda alguna era una réplica de un ángel divino.

Yugi, pequeño y tierno era el pilar de la fortaleza que mantenía de pie a Joey, el sólo saber que Yugi creía en sus palabras, lo escuchaba cuando nadie lo hacía y confiaba en él sin importar a qué precio, lo hacía ser cada vez más una mejor persona. Y ahora que la escuela había terminado, estaba decidido a ser alguien mejor día a día, esta vez nadie acabaría con sus sueños.

Ambos chicos de clase media, no tenían apoyo económico ni mucho menos tiempo para celebrar en grandes y lujosas fiestas, en realidad lo más lindo que deseaban compartir, era una buena charla de duelos de monstruos con el abuelo Moto. Caminaron unas cuantas cuadras hasta llegar a una tienda de artículos antiguos, además a unos pasos más se encontraba la tienda de cartas que le causaba tanto dolor al abuelo Moto, sin embargo varias veces los chicos obtenían sus mejores cartas allí.

Espera un momento, Joey, tengo que recoger algo de la tienda de artículos-mencionó Yugi- No tardo, en seguida regreso.

Yugi entró a la tienda de artículos antiguos, mientras que Joey decidió observar unas cuantas cartas de duelo a través del cristal de la tienda de juegos. A veces él no tenía el presupuesto para comprar naipes de esa tienda, por lo tanto observaba las que Yugi compraba.

La puerta de la tienda de juegos se abrió, dejando mostrar el cuerpo delgado y perfecto del dueño de la Corporación Kaiba vestido de la misma manera que Joey, sólo que en sus manos en vez de traer el reconocimiento de graduación traía su maletín plateado junto con un sobre de papel terciopelado.

Ladeó su rostro y observó perfectamente al rubio detener su tarea al tenerlo frente a él, mientras que sus manos estaban pegadas al cristal.

¿Estás viendo que naipes robar de la tienda, Wheeler?-exclamó.

¡Yo no soy ningún ladrón, Kaiba! Sólo estoy observando las cartas que venden en este lugar-dijo.

Lamento romper tus ilusiones, Wheeler, pero estos naipes sólo son para duelistas profesionales, no para novatos como tú, además estas cartas no pueden ser usadas por el peor duelista en la historia-afirmó.

¡Escucha Kaiba, yo no soy ningún debilucho!, además no eres el duelista estrella del mundo ¿lo recuerdas? Sigues en segundo lugar, niño rico y allí te quedarás-confesó- Además nadie me dice que debo hacer, si yo quiero ver estas cartas y comprarlas lo puedo hacer.

Esta tienda de cartas es uno de mis negocios locales, Wheeler, por lo tanto yo puedo decidir quién entra y quién no-confesó.

¿Así? ¡Entonces demuéstramelo, tonto!-respondió el rubio, formando sus manos en puños.

En ese momento llegó Yugi, tranquilizando a su amigo, lo que menos quería era que Joey se metiera en problemas, suficiente ya los tenía.

Oye tranquilo, Joey, recuerda que Kaiba sólo quiere hacerte enojar, mejor no le hagas caso-le dijo el pequeño duelista.

Mejor hazle caso al enano, Joey, además tengo cosas mejores que hacer que perder el tiempo contigo-dijo el castaño y se alejó del lugar.

¡Regresa aquí, tonto, no hemos terminado!-contestó Joey al ver que Kaiba se alejaba en uno de sus autos.

Déjalo ir, Joey, y mejor toma esto-le dijo Yugi y le entregó una pequeña caja negra- Es para ti, Joey, como regalo de tu graduación.

Joey observó la caja por unos segundos y la abrió, la sorpresa que tenía adentro lo dejó sin palabras, era un hermoso medallón de bronce hecho a mano, con la figura del dragón negro de ojos rojos en el centro, mostrando sus ojos con preciosas piedras rubí. El negro del dragón era tan sólido y puro que brillaba ante cualquier contacto con el sol, hasta parecía que no existían las orillas del medallón totalmente reforzados.

Yugi este regalo es demasiado para mí, no puedo aceptarlo, yo no tengo nada para ti-afirmó Joey devolviéndole el medallón.

No, Joey, es para ti, no pido nada a cambio sólo quiero que lo aceptes, sé que ya no tienes tu dragón rojo en tu mazo, así que ese medallón puede protegerte en cualquiera de tus duelos, además también tendrás mi apoyo-dijo el chico.

Muchas gracias, Yugi, me gusta mucho, te debo una-contestó el rubio y se puso el medallón, ocultándolo debajo de su camisa.

Los chicos siguieron su recorrido hasta llegar a la casa de Yugi, el abuelo acomodaba la mercancía en su pequeño negocio y comentaba la escasa venta de los naipes que había, inclusive los nuevos, esa tienda de juegos del otro lado de la calle en verdad que lo sacaba de quicio, sin embargo debía ver que detrás de un mal día podía haber cosas positivas.

El Señor Moto les contó a los chicos unas cuantas estrategias sobre el duelo de monstruos, las aventuras que tuvo en el antiguo Egipto, la tecnología nueva para los duelos y los futuros torneos que llegaban a la ciudad. Después, comieron algo por la tarde, vieron televisión un rato al igual que las películas antiguas del abuelo. Lamentablemente la noche se acercó deprisa, Joey debía regresar a su hogar antes de que su padre se enfureciera, aunque en realidad eso era muy obvio.

Joey se despidió de Yugi, al igual del abuelo y comenzó su recorrido hacia su hogar, quedaba algo lejos sin embargo debía caminar con cuidado, ni con su sueldo podía pagar un auto, ni siquiera una bicicleta, además el autobús no pasaba de noche, mucho menos cerca de su hogar.

Al estar cerca de su hogar, podía ver que en los callejones se formaban los grupos de pandillas que identificaban al barrio, tuvo suerte de no formar parte de ellos, bueno sólo al principio, sin embargo sus amigos lo hicieron cambiar para ser alguien más responsable, ahora su futuro le tenía grandes metas y gratitudes, no una mala vida. Caminó con cuidado para llegar a su hogar en el uno de los apartamentos más pobres de la ciudad que compartía con su padre, el dinero que llegaba a los dos no era suficiente para tener un nuevo hogar, además el dinero se iba más a preferencia de los vicios de su padre.

A unos cuantos pasos, unas luces prácticamente segadoras irrumpieron su paso, había patrullas y policías en toda su colonia, la puerta de su apartamento estaba abierta y sacaban a su padre por la fuerza. No había pasada por ninguna de las calles, los espectadores comenzaban a ocultarse en sus casas o huían del lugar, pero Joey no tenía escapatoria.

Unos cuantos policías lo observaron en el lugar, comentaron algo entre si y observaban unos cuantos papeles, necesitaban preguntarle unas cuantas cosas a Joey en la estación de policía, pero el rubio sabía cuál era la situación. Lamentablemente, esta vez ya no tenía escapatoria.

A unas cuantas horas de amanecer, el teléfono de la familia Moto sonó, Yugi con poca fuerza y mucha pereza se puso de pie y se acercó al teléfono, se talló un poco los ojos y contestó el teléfono con una voz tenue.

-¿Hola?

-Hola Yugi, soy Joey-se escuchaba algo nervioso.

-Joey ¿qué ocurre?- esta vez se tomó más en serio la llamada.

-Yugi no te preocupes, sólo te llamaba para decirte que estaré bien… pasaron algunas cosas en mi hogar así que me ausentaré unos cuantos días… todo estará bien, Yugi.

-Joey dime que está pasando, ¿qué sucede?

-Escucha Yugi en cuanto se arregle todo esto prometo contarte las cosas con más calma, por ahora debo arreglar unos cuantos asuntos

-Joey ¿en dónde estás?, por favor dime- detrás de la otra línea se escuchaban ruidos fuertes y otras veces gritar.

-Prometo regresar, Yugi, así que cuídate mucho, nos vemos luego, amigo

-¡Joey por favor dime qué pasa! ¡Joey!- Esta vez pequeñas gotas caían de los ojos de Yugi.

La llamada terminó, lo único que pudo escuchar Yugi fueron unas cuantas órdenes venir de la otra línea y juraría escuchar las quejas de Joey, sin embargo colgaron el teléfono.

Yugi estaba aterrorizado, no sabía qué era lo que estaba ocurriendo, muchos menos sabía si Joey se encontraba bien, necesitaba investigarlo ahora mismo. Se puso lo primero que encontró en su closet y salió corriendo directo a la casa de su amigo.

Corrió lo más rápido que pudo y antes se detuvo en seco cerca de una tienda de electrodomésticos para ver una noticia que estaban dando en una de las televisiones que tenían en los mostradores de cristal. En esa noticia salía Seto Kaiba junto con una mujer que anunciaban su matrimonio, la mejor noticia que hubiera conseguido el noticiero, misma noticia que sorprendería hasta la reina de Inglaterra, pero a Yugi no le sorprendió, el sólo ver a la mujer sabía muy bien que era hija de un exitoso empresario Alemán, mismo hombre que tenía una gran empresa como la de Kaiba, bien sabía que el castaño sólo quería agrandar su compañía, y cuando tuviera la oportunidad se desharía de su matrimonio.

Bueno más tarde tendría oportunidad de leer mejor la noticia, ahora necesitaba saber en dónde estaba Joey. Al llegar al apartamento de los Wheeler, pudo ver que la puerta estaba cerrada, además con una carta de desalojo. Trató de abrir con todas sus fuerzas la puerta, pero era imposible, ya no había nadie. Buscó cerca de allí si encontraba alguna pista de dónde pudiera estar su amigo, pero no encontró nada, sólo unas cuantas cartas que era dirigidas para la familia Wheeler, y en ella venía una cita por parte del gobierno para desalojar a Joseph Wheeler de su hogar junto con su hijo.

Pasaron algunos días en los cuales tanto como Yugi como su abuelo hicieron lo posible por encontrar noticias de Joey, preguntaron en algunas partes de la ciudad, llamaron a Serenity y a su madre, en dónde la mujer afirmó que no le habían dicho nada sobre su hijo, además tanto Yugi como su abuelo recibieron ayuda de Duke Devlin, ahora aquel chico rebelde de la secundaria amo de los dados era dueño de la tienda de juegos que su padre le heredó. Desgraciadamente no obtuvieron buenas noticias del rubio, tal vez… tal vez Joey ya no estaba en la ciudad.

A medida que pasó el tiempo, el abuelo de Yugi enfermó y esta vez el pequeño tuvo que cuidar de él y dejar de lado la búsqueda de Joey, sólo esperaba que con el paso del tiempo lograra saber en dónde estaba su amigo.

Sabía muy bien que la espera sería larga, además debía pensar ahora qué necesitaba hacer, tanto Joey como él se habían quedado en la ciudad sin esperanzas de seguir estudiando, y ahora que las cosas no salían tan bien cómo se pensaba, se encontraba completamente sólo, ya debía de pensar en él, en vez de los demás.

 

 

Después de ver las hojas grises y secas caer de los árboles y los pájaros invernar al otro lado de Asia, la ciudad comenzaba a tener un aspecto más serio y antiguo, los vientos del otoño comenzaban a hacer girar a los árboles y los habitantes se abrigaban con cuidado al caminar por las calles. La tienda de juegos de la familia Moto decidió no abrir sus puertas esta vez, Yugi con algo de delicadeza colgó un listón de color negro en la puerta de la tienda y regresó a la sala en dónde Duke ponía el último arreglo floral cerca de los otros. Había pasado un año desde que el Señor Moto había enfermado y desde allí su salud empeoró, Yugi trato de conseguir a los mejores doctores para que ayudaran a su abuelo con la ayuda de Duke, pero ya era demasiado tarde, su abuelo ya necesitaba descansar.

El pequeño de cabello extravagante suspiró con pesadez y observó su hogar, estaba lleno de flores y velas en la mesa y en el centro se encontraba el retrato de su abuelo, Duke tenía en sus manos las miles de cartas en dónde le daban el pésame al pequeño Yugi y lo apoyaban en todo momento, sin embargo ni la mejor noticia del mundo haría feliz al pequeño Yugi.

La tienda de juegos ahora le pertenecía a Yugi, por lo tanto decidió unir el negocio con el de Duke, haciendo una misma tienda de juegos que se inauguraría pronto en la ciudad. Sería una tienda mejor, justo cómo lo habría querido el abuelo.

Mientras que la tienda abriría sus puertas, tanto Yugi como Duke tenían que conseguir buenos surtidores y representantes para que la tienda fuera aún mejor, mejor que la que le causaba dolor de cabeza a Salomón Moto. Justo cuando el abuelo de Yugi comenzó a enfermar los clientes de la tienda se multiplicaban a cien por hora, llegaban buenas cartas a la tienda y se vendían en cuestión de segundos, además algunas cartas de edición especial sólo llegaban a la tienda de la familia Moto, lo necesario para mantener el negocio, y ahora formando una sola tienda de juegos las ventas se elevarían más. Muchos comerciantes llegaban de diferentes continentes, países y ciudades, pero ambos chicos decidieron seguir la compra de cartas en su área local.

Yugi decidió despejar un poco su mente de los negocios y el recuerdo de su abuelo y por esa razón decidió salir de la casa. Se puso un suéter color negro, unas gafas de sol y comenzó a caminar, Duke bien podría hacerse cargo de la publicidad. Decidió atravesar un viejo y descuidado parque de la ciudad, era un buen atajo para llegar a su destino. Sacó de su bolsillo una descuidada foto, algo pequeña y rasgada, sin embargo aún podía verse con claridad quien era. La imagen mostraba al joven Joseph Wheeler sonreír y portar en alto su rostro con orgulloso enterrado en sus ojos, a pesar de verse derrotado después de un año, Yugi no perdía la esperanza de encontrar a su amigo.

Sé que volveré a verte, Joey-susurró Yugi.

Pero qué sorpresa volverte a ver, Yugi- escuchó su nombre venir de algún lado.

Fijó su mirada al frente sin preocupación alguna y tardó en reconocer al hombre- Kaiba.

¿Qué haces aquí? Deberías estar en tu lujosa tienda de juegos- le dijo el castaño.

La tienda puede vivir unos minutos sin mí, además Duke se está encargando ahora de ella-afirmó Yugi observando fijamente al castaño.

Te deseo suerte en tu nuevo negocio, Yugi, la necesitarás-respondió- Pondré más tienda de juegos en la ciudad, así que disfruta tu fama mientras dure.

Me alegra que te vaya bien en tus negocios, Kaiba-comentó Yugi- Espero que creas merecerlos…

Kaiba no dijo nada y simplemente se alejó del lugar, al igual Yugi no tenía porque perder el tiempo en discutir con Kaiba, nunca lo hacía, así que ahora no sería la excepción, necesitaba dirigirse a la estación de policía lo más pronto posible. Volvió a mirar la foto de Joey y sonrió, había olvidado guardarla antes de discutir con Kaiba, tal vez por eso el castaño no siempre dirigía su mirada hacia él. La puso en su bolsillo y siguió su rumbo.

Duke había vaciado unas cuantas cajas de naipes nuevos para la tienda, había hecho unas cuantas llamadas telefónicas con varios compradores y había firmado varios cheques mientras que Yugi no estaba. Suspiró con cansancio, hacía falta algo de ayuda ahora para el inicio del negocio, trataría de convencer a Yugi en contratar personal.

Sacó las cajas de cartón abiertas de la casa y se encontró con un repartidor en la puerta, éste le extendía una carta enviada de los Estados Unidos dirigido hacia Yugi Moto, marcada con el signo de una corporación americana. Volvió a la casa y espero hasta que Yugi volviera.

Nada, no había nada, la policía no había encontrado nada sobre Joseph Wheeler, seguían con la misma información, con las mismas indicaciones, pareciera que no habían hecho nada por encontrar a su amigo, sólo seguían sentados sin hacer nada. Yugi tampoco había escuchado nada sobre Joey, algunos decían que había muerto, otros decían que estaba en la cárcel con su padre, pero en verdad Joey no aparecía por ningún rincón de Ciudad Domino. Comenzó a respirar con fuerza, puso su mano en el pecho, le dolía, el sólo saber que no había tenido buenas noticias otra vez le causaba temor y molestia, comenzaba a dolerle su pecho así que debí calmarse y aparentar que nada pasaba.

Unos cuantos pasos y llegó de nuevo a su hogar, abrió la puerta con delicadeza e hizo una reverencia ante el retrato de su abuelo y a lado de ella puso también la pequeña imagen de Joey, ahora debía velar por los dos y pensar que estaban siempre con él.

Duke se acercó hacia él y le dio la carta que había llegado horas atrás. Yugi la observó por unos momentos y detectó cada detalle de esa carta, parecía una carta muy importante y enviada por una compañía americana muy importante. No se sorprendió en nada por la carta, la abrió y comenzó a leer la oferta que le tenían.

Al parecer el dueño de la compañía le pedía que asistiera a su corporación en San Francisco para hablar sobre algunos tratos que beneficiarían a la tienda de juegos. Pero Yugi no estaba seguro, no tenía ánimos para viajar y muchos menos para hablar con un empresario en cerrar buenos tratos, él no sabía nada sobre eso. Dejo la carta en la mesa y se sentó en el sillón, tenía una gran oportunidad encima de él y no tenía ánimos para luchar por lo que su abuelo quería, en verdad no deseaba pensar en grandes cosas, le gustaba como estaban las cosas ahora.

Oye Yugi no perdemos nada con escuchar las propuestas que nos tienen-afirmó el pelinegro. Yugi sólo lo observó a los ojos pero no dijo nada.- Tal vez éste viaje nos ayude a aclarar nuestra mente ¿No crees?

Yugi observó el retrato de su abuelo junto con la imagen de Joey, no le agradaba nada salir de viaje, si lo hacía tal vez le llegarían noticias buenas de Joey y él no estaría, pero… ese viaje podría ser bueno para el futuro de su negocio ó podría ser una pérdida de tiempo, además quería que su negocio fuera algo familiar, no un negocio de comerciantes astutos y fraudulentos. No sabía qué hacer, en estas situaciones él solía escuchar las palabras de su abuelo o reír por un comentario que hiciera su amigo Joey.

Yugi prometo que este viaje será bueno, si no te gusta la oferta que nos digan, regresaremos inmediatamente hasta aquí-dijo Duke tocando el hombro del pequeño- No estamos escapando de nada, simplemente estamos viendo lo bueno para cumplir el sueño de tu abuelo.

Bueno, en eso Duke tenía razón.

 

En el aeropuerto, los boletos y el avión estaban a la orden de la compañía americana que llamaba a los chicos, ellos sólo se irían por dos días, lo suficiente como para escuchar las propuestas que le tenían y regresar, además ir a San Francisco le hacía recordar viejos momentos a Duke, cuando antes viajaba con su padre para conseguir nuevas cartas en Estados Unidos. Yugi por un momento sonrio, tal vez el entusiasmo de Duke por este viaje de negocios, también lo animaba a él y dejaba de pensar en todo lo que le abrumaba. Cuando subieron al avión, Yugi sólo se dedicó a observar por la ventana, sería un viaje largo y cansado, lo suficiente para aclarar su mente y pensar en cómo renunciar o aceptar lo que le ofrecía aquella compañía que pedía con ansias su visita.

Bostezó un poco y ocultó su rostro en su suéter color negro que traía puesto, los destellos del sol lo dejaban ciego, sin mencionar el dolor de cabeza. El avión tardó un poco en aterrizar con algunos altibajos y algo de lentitud por parte de los empleados. Había muy buenas mujeres atendiendo en el interior del avión, sólo había podido conseguir unos cuantos números telefónicos por parte de ellas, claro que debía hacerlo a escondidas de Yugi o podría molestarse. Observó al pequeño, lo vio dormir cubriéndose también del sol, al otro lado del mundo el sol comenzaba a aparecer, bien en su casa podía estar durmiendo plácidamente, pero esta vez debía hacer negocios. Sintió un empujón leve y escuchó al capitán mencionar la llegada a San Francisco. Movió con ligereza a Yugi para que despertara y finalmente poder bajar del avión.

Duke se rascó un poco la cabeza y se acomodó un poco el cabello al bajar por las escaleras, notando al instante más de cien de flashes que cegaban su vista más que el sol. Había reporteros esperándolos en el aeropuerto preguntando por su reacción al ser invitados por una de las empresas más famosa de América. El dueño de la compañía era raro que invitara e hiciera negocios con otras empresas o micro negocios, solía ser más egoísta y traicionero en cuanto a hacer negocios. Yugi y Duke eran afortunados junto con otros invitados en formar parte del plan de negocios de la empresa.

Señor Moto ¿Va a aceptar la propuesta del la empresa Repson?-exclamó uno de los reporteros.

No lo sé, aún no la conozco como quiera que se llame esa empresa-afirmó Yugi.

¿Qué ofertas tienen que cautivan la atención de la empresa Repson?-preguntó una reportera de atrás.

Ni siquiera yo lo sé- Afirmó Yugi parpadeando a mil por hora por culpa de los flashes.

Lo sabrán después, señores, permiso-dijo Duke tomando de la mano a Yugi y alejándose de los reporteros para entrar a una limosina negra que los esperaba tiempo atrás. Antes de entrar, Duke observó a unos sujetos a unos cuantos metros de ellos, le parecían familiares pero no podía verlos bien. Decidió no tomarle importancia y subió al auto para comenzar el recorrido de unos cuantos minutos para llegar al lugar, sin embargo esta vez la dirección no era exactamente a la empresa Repson, más bien al hogar de la familia Repson, dueña de la compañía.

Al igual que la limosina enorme y lujosa, la mansión era antigua y hermosa, reinada por bellas flores y pastos verdes que señalaban el camino de la mansión, las estatuas color oro protegían las puertas del lugar y combinaban con el color ocre de la mansión.

Hemos llegado, señores-dijo el chofer de la limosina abriéndole la puerta a los chicos.

Creí que iríamos a la corporación-dijo Yugi bajando de la limosina y observando la mansión.

Antes de visitar la compañía, el señor Repson decidió hablar formalmente con ustedes en su hogar-comentó el chofer.

Entonces prefiero verlo mañana en su compañía a primera hora, ahora deseo descansar-afirmó Yugi con algo de desconfianza, qué tramaba este sujeto.

El señor Repson ha sido amable con ustedes y ha decidido dejarlo hospedar aquí en su mansión-dijo el hombre de elegante traje.

¿Qué? ¿También quiere que duerma en su mansión?-exclamó Yugi.

Yugi no te preocupes, todo estará bien, escuchemos que es lo que quiere ese tal Repson o nos iremos, no haremos nada que tú no quieras-le dijo Duke para tranquilizar a su amigo.

Yugi aún no confiaba, pero Duke tenía razón, ya habían viajado de muy lejos, tan sólo hablarían con ese tipo y se irían lo más rápido posible, le incomodaba tanto convivir con un extraño.

Las puertas de la mansión se abrieron con lentitud, así como una mansión embrujada, dentro de la casa los grandes candelabros bailaban lentamente, mientras reflejaban en los cristales los hermosos cuadros de famosos pintores. La Mansión tenía un olor a libro viejo, sin embargo el lugar estaba limpio e impecable, todo instrumento en esa mansión tenía clase, inclusive los ratones que corrían por la mansión vestían elegante y hablaban con acento refinado.

Por favor esperen en la sala de estar, enseguida el Señor Repson los atenderá-dijo el mayordomo principal de la mansión y se alejó.

Los chicos se quedaron en silencio, observaban todo el lugar en dónde se encontraban y rara vez observaban el pasillo por dónde se había ido el mayordomo. El silencio en verdad los sofocaba y ninguno de los dos sabía cómo entablar una conversación. Los miles de relojes de la mansión sonaban como tenebrosos pasos que rodeaban a los chicos y los minutos pasaban lentamente, sintiendo el ambiente tenso y frío. Debían admitir, los gustos de la familia eran algo clásico y viejo pero eran buenos.

Duke suspiró un poco y comenzó a jugar con su cabello, mientras que Yugi estaba desesperado, ¿qué tenían que esperar? ¿Qué simplemente  no podía venir a decir unas simples palabras? ¿Qué era lo que hacía que era más importante que hablar de negocios? ¿No era eso lo que quería? Yugi suspiró con rudeza y se puso de pie, ya estaba cansado de esperar, iría a buscar a ese tal tipo Repson.

El mayordomo entró nuevamente a la mansión con la compañía de otros chicos, siendo invitados también por el mismo Señor Repson, después de todo su compañía quería hacer buenos tratos con la mejor compañía de Asia, o más bien dicho con la prestigiosa Corporación Kaiba.

Kaiba, ¿También fuiste invitado?-exclamó Duke al ver al castaño en la misma habitación, acompañado de su hermano Mokuba- Bueno más bien dicho ¿Por qué te invitaron?

Lo mismo pregunto yo-dijo el castaño- Pensé que este era una invitación de negocios, no de perdedores.

Créenos de haber sabido que vendrías tú, nos hubiéramos quedado en casa-respondió el de ojos verdes.

Ahora que están presentes todos aquellos que fueron invitados por el Señor Repson, es momento de que se presente ante ustedes- dijo el mayordomo con suma elegancia y se fue.

Más vale que lo haga ahora o me iré, no vine a perder mi tiempo- confesó el oji-azul y se sentó en uno de los sillones, claro que lejos de Yugi y Duke.

Yugi no dijo nada, no tenía ganas de discutir y mucho menos de perder los estribos con Kaiba, no era su prioridad por ahora.

En la sala de espera comenzaron a entrar sirvientas poniendo platones con alimento y fruta, así como buenos vinos y agua fresca. Los empleados salieron y entraron hombres vestidos de negro y gafas oscuras posicionándose en la entrada, por un momento cerraron las puertas de fina madera, poniendo tensión en el ambiente y no entre ellos, sino más bien lo que pasaría después.

Se escuchó detrás de la puerta pasos acercarse y una voz que decía unas cuantas órdenes, unos cuantos sonidos mostraban que había más de una persona, pero después de unos segundos dejaron de escuchar, hasta que finalmente la puerta se abrió, mostrando a un joven vestido de traje blanco, contornando su cuerpo delgado, haciendo casi invisible por su piel pálida y haciendo destellar sus bellas hebras rubias que bailaban en su rostro acompañado del brillo de sus ojos color miel.

Duke trató de parpadear más de dos veces para identificar al chico, mientras que Kaiba no daba crédito a lo que veía, por un momento pensó que estaba en un concurso de bromas pesadas, ver a aquel novato perdedor ser dueño de una compañía, sin duda era una broma de mal gusto.

Él… es Joey-mencionó Mokuba al ver que todos se habían quedado estáticos. Yugi por alguna razón se había quedado sin palabras, sin movimientos, sin nada en que pensar, su mejor amigo estaba frente a él, ante él estaba Joey Wheeler.

Me alegra que hayan aceptado mi invitación, lamento haberlos hecho esperar- dijo el rubio, chasqueando los dedos para que los hombres vestidos de negro pusieran delante de los chicos unos cuantos papeles- Les otorgo ante ustedes el proyecto que la empresa Repson desea realizar para especializarse en el juego de duelos de monstruos en America.

¿Oye Joey te sientes bien? Si sabes quienes somos ¿Cierto?-exclamó Duke.

Ustedes son los mejores portadores de Asia en conocimiento del duelo de monstruos, por lo tanto he decidido hacer un trato con ustedes, mi compañía aceptará la compra y venta de naipes raros en su ciudad-dijo el joven empresario.

¿Tu empresa? ¿Joey en verdad te sientes bien?-preguntó una vez más Duke.

Oye Joey no quiero ser grosero, pero… ¿qué estas pasando aquí? ¿Por qué nos hiciste venir a América?-dijo Mokuba- ¿Es esto una broma?

¡Suficiente! Escucha, Wheeler, no sé lo que estás planeando pero ya estoy cansado de tu jueguito de cambio de papeles, deja de fingir ser alguien más y dinos porqué nos has traído aquí-dijo el castaño acercándose al rubio, sin embargo los hombres de traje oscuro, al parecer sus guardias, le cortaron el paso.

Escuche Señor Kaiba, no sé de lo que está hablando, si lo he llamado es por negocios no para que venga a insultarme-dijo- Mi nombre es Joseph Repson Hann, dueño de la compañía Repson, la mejor en América, así que le exijo respeto hacia mí.

Joey somos nosotros, Yugi, Duke, Kaiba, Mokuba, ¿no nos recuerdas?-dijo el de ojos verdes- Tuvimos duelos juntos, pasamos momentos juntos, somos de Ciudad Domino.

Joey, soy Yugi, tu mejor amigo, ¿lo recuerdas? ¿Me recuerdas a mí, Joey?-confesó el pequeño.

Tú eres Yugi Moto, el duelista número uno en el mundo-confesó el chico de ojos color miel, iluminando por un instante el rostro de Yugi- Sin embargo aquel Joey que mencionas, no soy yo, ya te dije que mi nombre es Joseph Repson, hijo de Vincent Repson y Julia Hann de Repson, así que dejen de molestarme con tonterías.

Wheeler ya me harté de tu juego tonto, dime a qué hemos venido y qué planeas hacer-respondió Kaiba comenzando a molestarse más de lo normal.

Mi misión aquí era fortalecer mis negocios en otro continente, pero por lo que veo me equivoqué-afirmó el joven Joseph- el viaje debió cansarlos, así que esta conversación continuará mañana. Me voy.

Espera Joey, ¡Joey! ¡Joey!-gritó Yugi al ver que su amigo se alejaba.

El rubio salió de la habitación, Kaiba trató de alcanzarlo, pero le fue imposible, los guardias le impidieron el paso. Duke respiró hondo y se dejó caer en el sofá, su cabeza le daba miles de vueltas. Yugi se sentía agobiado y triste, Joey, su mejor amigo Joey lo había olvidado prácticamente, actuaba de una forma diferente, parecía que era otra persona.

Por otra parte, Kaiba estaba que echaba fuego, no sabía qué planeaba Wheeler, pero no se quedaría con los brazos cruzados, se sentía humillado e insultado, tarde o temprano descubriría su jueguito tonto. Si quería hablar de negocios, bien lo aplastaría en los negocios, nadie era mejor que él, nadie.

Los chicos fueron llevados a sus habitaciones, Yugi decidió mantenerse en la mansión hasta saber que le sucedía a Joey, porqué se comportaba de esa manera y cómo había llegado a ser dueño de una compañía americana. Suspiró con fuerza y decidió tomarse un baño con agua caliente, tal vez eso lo ayudaría a estar más tranquilo y aclararía su mente para el día siguiente, quién sabe tal vez mañana sería un día aún más extraño.

En otra habitación de la mansión, el rubio abrió con delicadeza la puerta de madera, ya estaba algo gastada y tallada, la habitación mostraba cierta obscuridad y frialdad, en esa habitación no había más que libros y un gran escritorio negro que sólo mantenía unos cuantos puros en cenizas. En la silla descansaba un hombre de edad mayor, sus cabellos canosos eran igual de blancos que su piel, y sus ojos quemaban como el fuego, esos mismos ojos que hacían poner nervioso a Joey, como cuando estaba con él.

Pasa Joseph, te estaba esperando-dijo el hombre.

Joey cerró la puerta y caminó unos cuantos pasos hasta el hombre.

¿Cómo están nuestros invitados, Joseph?-preguntó.

Algo confundidos-respondió- No me agradan estos sujetos, no quiero trabajar con ellos.

Son inversionistas, Joseph, eso era lo que querías-dijo.

Pues ellos no me agradan, he decidido buscarlos por mi cuenta, he de haber mejores en China o Tokio-confesó el rubio.

Ellos han venido hasta aquí, no nos echaremos para atrás, trabajarás con ellos, uno de ellos es el mejor del continente y no permitiré que arruines este negocio porque no te agrada hacer buenos amigos-le dijo el hombre y se puso de pie.

Pero…-la voz firme del hombre lo hizo callar.

Los negocios se harán, Joseph, te agrade la idea o no-respondió y comenzó a toser por culpa del humo impregnado en la habitación- Obsérvame, Hijo, ya estoy viejo, sólo quiero lo mejor para ti y tus hermanos. Te adopté porque yo sabía que tenías un gran potencial en todo lo que haces, ante las circunstancias jamás te rindes… pero ahora, no me decepciones hijo mío.

No voy a decepcionarte, padre-afirmó haciendo una reverencia y salió de la habitación. Caminó hacia la suya y comenzó a desvestirse, no había pensado en otra cosa más que observar por la ventana. Se pasó la mano por el cabello un par de veces y suspiró, realmente no quería pensar en negocios, necesitaba estar solo y relajarse. Se puso unos pantalones negros, una camisa blanca y un suéter negro, se puso los mismos zapatos negros y salió por la puerta de la cocina, por dónde nadie podía verlo, más que sus guardias cómplices de cada noche. Su auto estaba estacionado fuera de la mansión, lo encendió y comenzó a recorrer las calles de San Francisco sin que nadie lo molestase.

Notas finales:

Gracias por leer.

Prometo que será un fanfic corto ;)


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