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99. por MitcheKiller117

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Notas del fanfic:

Disclaimer: La historia es completamente idea mía, sin embargo, yo no forma parte de la SM y no sé qué carajos pase ahí realmente. Simplemente he manipulado los nombres de los personajes y sus personalidades para contar una pequeña historia. No soy más que una soñadora dispuesta a narrar, en su mayoría, locas historias de amor.

Notas del capitulo:

Aclaraciones: Este OS forma parte de un reto verbal con BunnyCamps2, según lo acordado, yo tendría que escribir un XiuHan y ella un TaoHun, dado nuestro aparente disgusto por las parejas mencionadas.

—Diálogos.

"Pensamientos".

Puntos a remarcar.

 

.

 

 

"All I can say is I was enchanted to meet you..."

.

 

-              -              -

 

 

Era Marzo nueve y la primavera que estaba viviendo debía ser la más calurosa de su vida.

No recordaba que en China los climas fuesen tan extremistas como lo eran en Corea y finalmente, había terminado proporcionándose a sí mismo un golpe en la cabeza por pensar que por ser cercanos, los países debían ser similares.

Lo cierto era que Corea era completamente distinta a China y, el hangul, por más que pareciese un montón de caligrafía sencilla comparada a la suya, le había traído muchas complicaciones en los últimos meses.

A LuHan no lo dejaron incorporarse demasiado rápido a los clubes de la escuela. No creía que las personas fuesen a juzgarlo por su naturaleza extranjera y sin embargo, rápidamente notó la diferencia de trato con los directivos y por su mente cruzó el mantener su nacionalidad oculta del resto de sus compañeros. Eso, claro, hasta que tomaron la asistencia el primer lunes en la primera hora y muchos lo miraron con curiosidad hasta el almuerzo.

Afortunadamente para él, no era el único extranjero en la escuela y tampoco en su clase. Tuvo la maravillosa fortuna de compartir horarios con Zhang Yixing, un chico de su estatura y de cabello azabache que llevaba más de un año en Corea, estaba más que familiarizado con el idioma y formaba parte del club de baile.

A LuHan le fue muy fácil entablar una armónica amistad con el muchacho, que era llamado unicornio por una razón desconocida y, además de ser respetado en baile, se había ganado con creces el puesto de presidente de la clase. Y fue Yixing quien lo presentó con Kris, el capitán del equipo de Basquetbol, con quien aparentemente el bailarín había tenido una relación secretísima y además fallida.

LuHan no le creyó nunca, mucho menos al ver la clase de idiota que podía ser el poste con patas intentando ligarse a alguien, pero de cualquier modo, tratándose de Lay nunca se sabría.

No fue sino hasta ese día –Marzo nueve-, que LuHan por fin pudo usar los vestidores del colegio para algo que no fuese la clase de gimnasia.

Se había despedido de Yixing en el pasillo, el unicornio había gritado cosas como “Mete la bola donde es” a mitad del pasillo y las personas no habían dejado de mirar a LuHan, por más de lo que él hubiese deseado.

Calzándose con calcetas largas y los tacos para futbol, LuHan se echó el cabello negro hacía atrás y se dirigió al campo. Los que serían sus compañeros de equipo ya estaban ahí, corriendo alrededor de la infinita cancha a un ritmo perfectamente definido y acelerando el paso o moviéndose de distinta forma cada que el silbato sonaba.

El chino restregó sus tennis contra el pasto repetitivamente en un movimiento ansioso y esperó a que sus compañeros pasasen frente a él para acoplárseles.

Sin embargo, eso no sucedió.

La persona que sostenía el silbato se detuvo del otro lado y con un solo soplido, hizo que los que lo seguían hiciesen lo mismo. LuHan se llevó las manos alrededor de los ojos para mirar a la distancia sin que el sol lo molestase y reparó en que él jamás había conocido un entrenador que se sometiera al entrenamiento con sus jugadores.

Los bien organizados muchachos se colocaron en sus posiciones dentro de la cancha e, impaciente, el chino de cabello negro no pudo esperar más y se echó a correr dentro del campo para alcanzar a su entrenador y preguntarle por su posición.

—¡Choi, no la dejes escapar! ¡Lee, por favor, concéntrate! ¡Tú no Lee, lo estás haciendo muy bien! ¡Sí, Lee, tú, estoy hablando contigo, concéntrate, tu pececito estará a salvo en casa, no debiste dejar que tu hermana trajese un gatito de la calle! ¡Eh! ¡Quítate de en medio hombre! ¡Choi vas a-

LuHan no supo en qué momento exactamente sus ojos se cerraron, lo que sí supo fue que cuando los abrió, su entorno estaba borroso y su trasero contra el pasto húmedo del campo de fútbol.

—¡Eh! ¿Estás bien?

El azabache parpadeó y enfocó sus ojos en la persona que se agachaba delante suyo.

—¿Lo estás?

El muchacho insistió, moviendo sus pequeñas manos delante de sus ojos y después dejándolas descansar en sus flexionadas rodillas. Tenía el cabello rosa, teñido seguramente y unas mejillas regordetas que a simple vista lo hacían lucir como un hámster. Las largas pestañas de LuHan se agitaron mientras se llevaba a una mano a la cabeza, no podía decir si se trataba del golpe a ciencia cierta pero casi podía escuchar el coro de los ángeles.

El chico cuyo silbato ahora colgaba de su cuello suspiró. — No se supone que personas ajenas entren al campo, es un poco culpa tuya, ¿sabes?

—Uh… — El chino arqueó una ceja y atinó a asentir, aturdido.

—Técnicamente no puedes reportar a Choi, si lo haces yo podría abogar por él y el único afectado aquí serías tú. — El de cabello rosa prosiguió, incorporándose y ofreciéndole a LuHan una de sus pequeñas manos de apoyo.

LuHan la tomó y todos los bellos de su cuerpo se enchinaron.

—No quiero deportar a ese tal Cho, pero tampoco soy una persona ajena, ¿sabes? — El chino se atrevió a murmurar, frotándose la parte posterior del cuello una vez estuvo de pie.

El de mejillas regordetas le lanzó una mirada examinante y por primera vez en toda su vida, LuHan se sintió realmente nervioso por su primera impresión. El muchacho levantó una ceja oscura un segundo más tarde y ladeó la cabeza en un gesto de confusión jodidamente tierna a los ojos del chino.

—¿Eres el nuevo? — Hablando como si se hubiese mordido la lengua, el de pelo rosa no esperó una respuesta antes de continuar. — Pensé que no vendrías hoy, llegas tarde, supongo que deberás correr unas cinco vueltas al campo como castigo, y yo realmente estoy perdonándote el que te hayas metido en medio de nuestro partido.

LuHan abrió la boca para protestar y comenzar una cantaleta de cosas como: “¿Y tú quién eres para darme ordenes?” o “Tú no me mandas” o “Ni que hubiesen estado jugando bien realmente” cuando el tal Choi, que se había entrometido en su camino y le había lanzado la pelota, se cruzó de brazos junto al de cabello rosa.

—¿Realmente es el nuevo, capitán?

El cachetón se dio por aludido y asintió, cruzándose también de brazos para luego suspirar. —Sí, creo que debe ser Xiao, ¿eres Xiao?

El chino tragó saliva sintiendo todos los ojos sobre su cuerpo e hizo lo mejor que sabía hacer. Echar la cabeza hacía tras, agitar levemente su melena negra bajo el sol y colocar una de sus manos sobre su cadera. — Soy LuHan.

—Oh sí, Xiao LuHan o algo así… — El de mejillas regordetas dijo, arruinando su presentación totalmente digna de una diva y girándose para dirigirse al resto. — Este es Xiao LuHan y va a comenzar castigado. ¿Cinco vueltas son suficientes no lo creen? Yo también lo creo, ¡ahora volvamos a jugar, que este año no se nos escapara el campeonato, holgazanes!

Choi vitoreó y algunos de los jugadores estallaron en silbidos y aplausos que LuHan creyó innecesarios. Su capitán hablaba como si quisiese atropellar sus propias palabras y hacía preguntas retoricas sin esperar respuesta alguna. Resopló, genial, había estado a nada de convertirse en el capitán del equipo de su Instituto en China y ahora tenía que volver a obedecer las órdenes de otro chiflado.

—¿Sigues aquí? Creí haberte dicho que son cinco vueltas. ¿No me oíste? ¡Son cinco vueltas!

El chiflado se había girado y ahora le ladraba con su adorable cara de hámster, por cierto.

LuHan rodó los ojos y se echó a trotar, intercambiando todo pensamiento con palabras bonitas que se le había cruzado por la cabeza nada más de ver a su capitán, por insultos hacía el cachetón. Cuando LuHan llevaba más o menos media vuelta, escuchó el silbato pitando y giró el rostro para encontrarse con el de pelo rosa un poco cerca de su humanidad.

—¡Sigue corriendo Xiao, todavía tienes que entrenar un poco!

Molesto, el chino bufó y prosiguió con su entrenamiento.

Entrar al equipo de fútbol quizá no había sido tan buena idea.

 

 

-              -              -

 

 

—¡Oh! ¡Es cierto! — Yixing exclamó como cada vez que algo se le había escapado. — ¿Cómo te fue en tu primer entrenamiento de fútbol?

El ceño de LuHan se vino abajo y de sus labios escapó un ligero gemido. — Terrible.

El unicornio parpadeó repetidamente, como si no acabase de creerse lo que había escuchado. — ¿Cómo puede ser eso? Creí que te morías de ganas por entrar al equipo.

El mayor se mordió el labio inferior y prosiguió llenando su bandeja del almuerzo con comida. No iba a permitir que el recuerdo de su dominante capitán le arruinase la hora de la comida ni mucho menos, así que se limitó a zarandear la cabeza en negación y encogerse de hombros.

—Lo imaginaba diferente.

—¿Con diferente te refieres a que planeabas llegar e imponerte como el capitán?

A LuHan se le subieron los colores al rostro cuando Kris apareció tras él entonando tan bochornosa pregunta y no reprimió sus ganas de incrustarle su codo en el estómago al más alto.

YiFan se acomodó el cabello rubio con una mano y sonrío, mostrándoles sus perlados dientes en plan de burla. — Sí que esperabas eso.

Yixing le dedicó una sonrisa inocentona y los tres fueron a sentarse en el comedor donde solían desayunar diariamente, junto a los amplios ventanales de la cafetería y al fondo. ChanYeol, el siguiente mejor en el equipo de basquetbol según Kris, los recibió con esa sonrisa extraña que lo caracterizaba.

LuHan todavía se preguntaba de vez en cuándo por qué dos deportistas cotizados se sentaban con ellos de todos modos. Bueno, tal vez lo de Lay y Kris no había sido una mentira después de todo, o tal vez se debía a que a esos dos no los aguantaban ni en su casa, quién sabe…

—Lamento que no puedas ser el capitán Lulu — El unicornio murmuró e intentó consolarlo con una prolongada caricia sobre su espalda.

El aludido hubiese preferido mil veces seguir lloriqueando en silencio a que el escandaloso de Park ChanYeol se enterase de sus sentimientos ocultos.

—¿Ser el capitán? — El gigante se escandalizó, abriendo sus enormes ojos con sorpresa. — ¡Olvídate de ello LuHan! XiuMin es el mejor capitán de la historia.

¿XiuMin? ¿Así se llamaba? Bah. Eso a él no le importaba. No es como si se tratase de un nombre bonito para una persona bonita de todos modos. Puso los ojos en blanco y cruzó los brazos sobre la mesa. — ¿Mejor qué Kris? — Le espetó de mala gana, sabiendo lo lame botas que ChanYeol solía ser con su queridísimo capitán.

—Sí — El de cabello café asintió sin dudarlo. — Incluso él lo sabe.

LuHan le dedicó una mirada sorprendida al Señor Kris “yo todo lo puedo y soy”, que asentía con simpleza.

—¡Por favor! No es un buen capitán, solo es un mandón.

El más alto se encogió de hombros y comenzó a probar su almuerzo. — Llevas un día de entrenamiento, Xiao, déjalo fluir.

Cuando LuHan levantó la cabeza, dispuesto a reírse en la cara de Kris y repetir “jamás pensaré eso” hasta el cansancio, sus luminosos ojos de ciervo se encontraron con los saltones de su capitán en la mesa de enfrente.

¿Los-Los habría escuchado?

La sonrisa esbozándose en los labios del tal XiuMin lo tranquilizó un poco. LuHan no se había dado cuenta de cuándo había comenzado a aferrarse a su bandeja con fuerza.

El de cabello rosa asintió en su dirección para saludarlo y se volvió para continuar charlando con un chico de cabello café y sonrisa gatuna. A LuHan le sorprendió que su capitán no estuviese almorzando en la mesa de los deportistas-populares en el centro de la cafetería, esos que eran los más desorganizados, vagos y groseros en todo el platel y se pasaban la hora del almuerzo parloteando acerca de sus intereses o logros hasta que una víctima se metía en sus caminos.

—Yah, ahí está BaekHyun-ee…

Yixing golpeó discretamente el hombro de ChanYeol y LuHan, por un momento, creyó que el unicornio reprendería al indiscreto de su amigo por el tono altísimo que había usado.

—Yeol-ah, no deberías tener esas confianzas con una persona mayor con el que no hablas.

El chino azabache se palmeó la frente. Se trataba de Lay después de todo.

ChanYeol les dedicó un puchero desagradable a sus ojos. —Sí hablo con él, Xingxing.

—No lo haces.

—¡Sí lo hago!

—¡Kris ge!

—No lo haces, ChanYeol. — Terció Kris desinteresadamente.

—¡Que sí lo hago!

LuHan rodó los ojos. — No, ChanYeol, acosarlo en las duchas después de su clase de gimnasia y ofrecerle rollo de papel por debajo de un cubículo no cuenta.

La boca del gigante se mantuvo abierta unos segundos, como si estuviese deteniéndose a pensar en algo para decir en su defensa pero la cerró al darse cuenta de que no había nada.

—ChanYeol, enserio, si tienes un poco de respeto por ti mismo, no vuelvas a seguir a Byun al baño. — Kris espetó, pero el aludido no estaba haciéndole caso realmente.

—¡Dios, está mirando hacia acá! ¡Chicos, ¿qué hago?!

LuHan se palmeó la frente con ambas manos, sintiendo como se le subían los colores al rostro. Kris exhaló ruidosamente y Lay se removió incómodo.

—Yeol-ah… Para empezar, no debiste gritar eso.

El futbolista se destapó un ojo discretamente para mirar y pudo apreciar perfectamente como las mejillas de tal Byun BaekHyun estaban teñidas de un rojo indiscreto mientras agachaba la mirada.

El sujeto era realmente estúpido, probablemente tanto o más que ChanYeol porque, ChanYeol bien podía ser la persona más obvia del universo y el chico, que también lo era, no acababa de darse cuenta de lo mucho que le gustaba al gigante.

A su lado, XiuMin estaba riendo junto a ese muchacho de sonrisa gatuna con quien había estado hablando. Por alguna extraña razón, a LuHan un escalofrío le recorrió el cuerpo entero cuando el chico se acercó peligrosamente y le susurró algo al oído a su queridísimo capitán.

 

 

-              -              -

 

 

—A tu amigo Park le gusta BaekHyun…

XiuMin no lo canturreó, ni tampoco lo preguntó. Simplemente dejó que las palabras se deslizaran fuera de su boca mientras llegaba a los vestidores, que ya habían terminado de vaciarse un rato atrás.

LuHan continuó frotándose la toalla rosa contra su cabello y asintió despistadamente. — Pero eso es muy obvio, ¿no?

Su capitán se encogió de hombros, abriendo una taquilla y metiendo dentro sus bonitos –y nuevos- zapatos deportivos. — También es obvio que a Kris le gusta Tao. Tan obvio como que seguirá recibiendo palizas con tal de conseguir una cita.

Pese a que se había propuesto nunca en su vida llegar a hacerlo, el chino se echó a reír escandalosamente como él sabía, contagiando con sus carcajadas a su pequeñito capitán.

XiuMin debía medir apenas un par de centímetros más de uno setenta. Era ligeramente regordete, no solo en las mejillas, LuHan se había encontrado a sí mismo mirándole las pantorrillas y los marcados glúteos de vez en cuando. Se teñía el pelo y, estaba de más decir que tenía unos muy bonitos ojos.

Pero cuando se reía…. Cuando se reía el corazón de LuHan latía tan rápido que las mejillas se le teñían inevitablemente de rojo.

Las bonitas comillas que adornaban su boca se tendían hacía arriba y mostraba sus afilados dientes. Lo abultado de sus mejillas incrementaba y, joder, se veía lo más cercano a lo que LuHan podía describir como precioso.

—¿Crees que a Byun le guste ChanYeol?

XiuMin paró de reír y ladeó la cabeza, como cada vez que se detenía a pensar en algo, por muy exagerado que sonara.

—Bueno, él realmente corre al baño todos los días a la misma hora para que tu amigo le pase un poco de papel, así que creo que podríamos considerar eso como que sí le gusta…

LuHan volvió a echarse a reír, no solo por lo patéticos que los amigos que ambos compartían podían llegar a ser, sino también por lo patético que podía llegar a ser él.

Apenas un par de semanas atrás, había estado a punto de jurarle a Kris que jamás en la vida cambiaría su forma de pensar con respecto a su capitán y sin embargo, ahí estaba. El individuo parado enfrente de él le sonreía y los labios de LuHan dibujaban una sonrisa para corresponderle de inmediato cada vez que lo hacía.

XiuMin reemplazaba a la perfección los horarios de su irresponsable entrenador. XiuMin no sentaba a ninguno de sus jugadores en la banca a esperar, XiuMin intentaba que a todos se les tratase del mismo modo porque consideraba el esfuerzo como una virtud y veía el trabajo duro como una aptitud. XiuMin daba la cara por el equipo cuando el balón tocaba puntos peligrosos fuera de la cancha, les gritaba y les exigía porque necesitaba que se esforzasen para poder servir como lo que eran, un equipo.

XiuMin nunca privilegiaba a nadie, aunque los recompensaba por su esfuerzo cuando lo tenían bien merecido. Los animaba, los motivaba y los coordinaba. Francamente, LuHan comenzaba a dudar de sus capacidades para ser capitán cuando de XiuMin se trataba.

El muchacho que tenía enfrente podía ser pequeño de estatura, pero era enorme en sentimientos, gigante en vocación y monstruoso en esfuerzos.

Un líder ideal, la persona que él había criticado.

Un mandón, sí,                que recompensaba sus gritos con sonrisas estando fuera de la cancha.

Porque sí, estando fuera de la cancha XiuMin realmente era como se veía. Pequeño, lindo, alegre y juguetón, aunque nunca indefenso, por supuesto, en eso seguramente podía comparársele con Tao, el enamorado de Kris y mejor en el club de Artes Marciales del colegio.

Perezosamente y con aspecto cansado, el capitán se sacó los calcetines y se sentó, dándole la espalda. LuHan reparó en el 99 dibujado en su camiseta oficial del equipo y arqueó una ceja.

—¿Noventa y nueve?

XiuMin se giró, y le dedicó una sonrisa en tanto se encogía de hombros. — Ser capitán tiene sus beneficios.

El chino río. Recordaba haberlo visto usando más camisas con ese número grabado en ellas y silenciosamente se preguntó si sería algo especial.

—¿Ya te vas, no?

LuHan estuvo tentado a negar y ofrecerse a acompañarlo cuando lo escuchó, pero sus labios se abrieron involuntariamente. Haciéndole más caso a su cerebro que a su corazón, tal y como debía ser.

—Sí, supongo que nos veremos mañana.

XiuMin le dedicó una bonita sonrisa. — Hasta mañana Xiao.

“LuHan” pensó el chino. “Llámame LuHan”. Pero solo asintió y se encaminó a la salida.

Fue la voz del pequeño de su capitán lo que lo incitó a girarse y, cuando lo hizo, le hubiese gustado arrepentirse, pero no fue así.

XiuMin estaba quitándose la camiseta sudorosa de encima y apartándola antes de despeinarse frente al pequeño espejo de su reducida taquilla.

Tenía el abdomen levemente abultado aunque podía verse lo arduamente que había estado trabajando en que no fuera así. Su pecho era plano, y LuHan se preguntó si realmente sería tan suave como se veía. En el momento menos oportuno, el chino había descubierto el motivo por el cuál su líder nunca se duchaba con el resto y siempre esperaba al final.

Pero más importante, su capitán tenía un camino de lunares en la espalda, que él se moría por tocar.

 

 

-              -              -

 

 

—¿Qué es esto?

ChanYeol, con quien no solo compartía clase de inglés sino también asiento, se encogió de hombros y cuando lo miró, LuHan supo que realmente el gigante no tenía ni idea.

El chino tomó la caja forrada de rosa que se encontraba en su silla y la colocó sobre la mesita para poder sentarse. Curioso, el basquetbolista amenazó con arrebatársela y arruinar la envoltura, pero LuHan le dio un manotazo, impidiéndoselo.

—¿Qué no sabes leer? Es mío. ¿Ves? — señaló la bonita letra escrita sobre el papel. — Xiao LuHan, ¿eres Xiao LuHan? No lo creo.

ChanYeol frunció las cejas y se rascó la cabeza, como si estuviese realmente confundido por algo. Sus orejas se veían un poco más grandes desde que se había cortado el cabello y, si a eso le sumaba esas estúpidas gafas negras que lo hacían lucir como un tonto, LuHan podía definir las orejas de ChanYeol como las del mismísimo elefante animado de Disney.

—¡Ábrelo! ¿O me vas a decir que no quieres saber qué es?

A LuHan, ciertamente, le intrigaban más las miradas ceñudas de todas las chicas de su clase que el contenido del paquete pero terminó asintiendo, cediendo ante las constantes insistencias de su escandaloso compañero.

Cuidadosamente, el chino desprendió el papel y lo dobló para ponerlo por un lado. No es que fuese tan gay, pero a LuHan siempre le había gustado eso de ser muy cuidadoso y guardar absolutamente todo lo que se le regalaba. Además, el papel era rosa y… bueno, tal vez si era muy gay después de todo.

Cuando abrió la caja, lo último que LuHan esperó encontrase fue la caja más grande de bombones que tanto le gustaba. ¡Y de su marca favorita!

Dejando que la emoción le ganara, el ciervo restregó su femenina cara contra el paquete y aspiró el olor proveniente del interior.

—Oye, ¿me vas a dar uno, no?

LuHan entornó los ojos hacía ChanYeol, que había empezado ya con sus ridículos pucheros. — No, es mío. Mi regalo, ¿qué no sabes leer? — Le espetó, pero antes de que pudiese restregarle el papel de envoltura color rosa al gigante en la cara, el orejón lo apartó mientras rodaba los ojos.

—Sí, sí, dice “Xiao LuHan” y yo no soy “Xiao LuHan”, blah, blah, blah.

El nombrado asintió victorioso, pocas personas habían sido tan afortunadas como para recibir una de sus preciadas golosinas.

Después, el azabache reparó en que no había remitente y se llevó una mano a la barbilla para frotársela sospechosamente. — ¿Quién pudo haberme mandado esto? Nadie sabe que adoro los bombones rellenos de frutilla, excepto Yixing, ¿crees que haya sido Yixing?

ChanYeol ladeó la cabeza y por primera vez en la historia, el gesto le pareció realmente tierno al Xiao. — Yixing no tiene mucho dinero para hacer regalos, ¿eso es tan caro como se ve?

LuHan lo pensó detenidamente, el unicornio pasaba por dificultades económicas y muchos días durante la semana se quejaba de ello. Luego recordó el precio estrafalario de su golosina favorita y que eso era precisamente lo que los hacía tan fascinantes, y así llegó a la conclusión de que era imposible que fuese un regalo de Lay.

Tao, que comúnmente no hablaba con nadie pero que de todas formas se sentaba frente a ellos en esa clase, se giró y los miró de forma nerviosa.

—U-Un chico vino y los dejó ahí para ti.

Esa era la primera vez que LuHan escuchaba la voz de Tao y, estaba realmente agradecido de que el chico tuviese un instinto de vieja chismosa que lo hubiese obligado a comunicarle lo sucedido.

—¿Ah sí? ¿Y quién fue?

ChanYeol empezó a jalonear su caja mientras el experto en Artes Marciales parecía meditar detenidamente su respuesta.

—No lo conozco — dijo al fin, encogiéndose de hombros. — Pero es bonito, me gustan sus cachetes.

ChanYeol dejó todo su discurso del por qué LuHan debería darle uno de esos bombones –que empezaba por el hecho de que tenía noventa y nueve de ellos y uno solo no iba a hacerle falta-. LuHan reparó en el noventa y nueve y miró fijamente la caja. Sus pensamientos inmediatamente se dirigieron a cierto capitán suyo…

El gigante lo interrumpió. —¿Te gustan los cachetones? Entonces seguro que por eso no te gusta Kris, Kris es delgado como un palo. Voy a tener que decirle que engorde.

¿Cachetones?

LuHan casi no nota el evidente sonrojo en las mejillas del ojeroso chino que tenía enfrente con la sola mención del capitán del equipo de basquetbol cuando escuchó esa palabra.

—¡N-No le digas n-nada!

—Disculpa… — sumido en sus pensamientos, el azabache tomó el brazo de Tao. — Por casualidad, ¿tenía el cabello rosa?

El muchacho asintió efusivamente. — ¡Oh sí, y le gusta mucho a todo el mundo!

ChanYeol emprendió una acalorada conversación con Tao, enumerando los por qué el chino debía caer profundamente enamorado de Wu YiFan pero LuHan ya no lo estaba escuchando.

Sus dedos se pasearon curiosos sobre el número en la cajita. Resaltaba y estaba escrito gigantesco porque ese número siempre había definido al producto de ese tamaño pero, en ese momento, para LuHan tenía un significado completamente distinto.

La sonrisa de XiuMin en la hora del almuerzo vino a su mente.

Demonios, era tan bonita.

Todo él era hermoso.

Y luego vino ese condenado guiño, LuHan no había parado de pensar en ello hasta ese momento. Su capitán era un travieso, ya más tarde el chino se encargaría de darle las gracias debidamente.

 

 

-              -              -

 

 

—Escuché que tu amigo Byun realmente está saliendo con Park, no podía creerlo.

Minseok le dedicó una mirada sonriente a Choi MinHo. — Bueno, ha tomado a algunos por sorpresa. A mí no, definitivamente, pero ya sabes que soy muy observador. Tampoco me sorprendí cuando empezaste a salir con TaeMin.

El futbolista estrella se sonrojó y LuHan, que escuchaba dándole a XiuMin la espalda desde hacía ya un buen rato, levantó una ceja mientras lo miraba de reojo.

—¡Hyung! ¡Lo dices todo con mucha facilidad!

El de mejillas regordetas río. Esa risa tan bonita que le gustaba tanto a LuHan, que estaba completamente seguro, aún sin mirarlo, de que su Hyung se cubría la maravillosa sonrisa que poseía con las manos.

—Es que todos ustedes son muy obvios, sobre todo nuestros queridos Lee… Aunque sabes que ellos se creen muy discretos.

LuHan se aguantó las ganas de carcajearse mientras veía las orejas de Lee DongHae colorarse y la cara horrorizada de Lee HyukJae.

—Oh, vamos chicos, si no querían ser descubiertos al menos hubiesen esperado a que las duchas se vaciaran.

Esta vez, LuHan sí que no pudo reprimir una carcajada.

Choi también río, observando a los otros dos marcharse rápidamente con la cola entre las patas mientras se colgaba la mochila al hombro y despeinaba su cabello todavía húmedo.

—No tienes remedio, Hyung. — Espetó, despidiéndose con una mano. — Quedé de irme con TaeMin-ee, nos vemos mañana. — Minseok asintió despacio — Hasta mañana Xiao.

LuHan se despidió con una cabezada y terminó de atarse los cordones.

Kim Minseok.

Así se llamaba XiuMin y, vergonzosamente, LuHan lo había descubierto dos meses después de conocerlo.

El chino se aclaró la voz, buscando la forma correcta de comenzar. — Yo tampoco me creía lo que ChanYeol y Byun, ambos se veían tan brutos que por un momento creí que jamás pasaría.

—Sí —el de cabello rosa se encogió de hombros. — Pero JongDae prácticamente arrojó a BaekHyun sobre ChanYeol así que… Supongo que no tenían otra opción.

—Algo de eso escuché… — LuHan murmuró, intentando hacer caso omiso de las abejas asesinas que atacaron su estómago nada más escuchar el nombre de JongDae.

Minseok le sonrío y se sacó rápidamente la camisa, dejando su blanco pecho expuesto por un segundo, antes de arrojarla y coger otra para metérsela por la cabeza. El chino bajó la mirada con nerviosismo, ya estaban en el caluroso Junio pero esa era la primera vez que XiuMin le mostraba directamente un poco de piel.

—¿N-No te bañas?

Su Hyung sonrío, agachándose para tomar sus zapatos y ponérselos de una buena vez. — No, necesito pasar por un lugar antes de llegar a casa y no me alcanza el tiempo.

LuHan suspiró y, después de haberle dado muchas vueltas al asunto, finalmente decidió ir al grano. — Gracias… ¿Fuiste tú, no?

El mayor detuvo lo que estaba haciendo para mirarle intensamente.

Sus bonitos ojos sobre los suyos, por poco hicieron que el chino pegase un salto en el banquito.

—¿Hablas de los bombones?

LuHan asintió, rogando porque la sangre no se le subiese demasiado rápido a la cabeza o para que su flequillo hubiese crecido lo suficiente como para ocultar el sonrojo definitivo en sus mejillas.

Minseok le sonrío tranquilamente y se levantó, subiéndose rápidamente los pantalones sobre los shorts del equipo. Los pantalones del instituto de verdad le quedaban flojos y, si lo veía de ese modo, LuHan se daba cuenta de que el muchacho frente a él debía haber bajado bastante de peso.

—Yixing le dijo a JoonMyun en una reunión escolar que te gustaban los bombones de frutilla porque él realmente no había escuchado jamás de algo como los bombones rellenos con frutilla. Yixing de hecho parecía no tener ni idea de qué significaba la palabra frutilla, así que JoonMyun intentó explicárselo pero falló, fue entonces cuando KyungSoo, el presidente de la clase B,  tuvo que explicarle. KyungSoo es amigo de Tao, así que le contó lo divertido que fue y bueno, Tao realmente no es tan callado como aparenta, así que en sus frecuentes cotilleos, le pasó el chisme a BaekHyun y Baek, que está fascinado intentando aprender un poco de los altos de JongDae se lo contó, al final JongDae me lo contó a mí, fue una divertida forma de enterarme, a decir verdad.

A LuHan no le pareció para nada divertido que el tal Kim JongDae tuviese que ver en la situación, pero internamente le agradeció a Yixing y a su estupidez por haberlo tenido que mencionar frente a todo el comité estudiantil.

—Así que… ¿Por qué regalármelos?

Minseok lo miró sin dejar de abotonarse la camisa del Instituto. — Uhm, fue por tu esfuerzo en nuestro primer partido. Lo hiciste muy bien.

Los hombros de LuHan cayeron, dándose cuenta de que XiuMin simplemente había estado actuando como su capitán. Sus revoltosos pensamientos lo orillaron a fruncir los labios, XiuMin fingió no darse cuenta de ello.

—Bueno, así que debes tener una libreta donde anotar lo que le gusta a cada miembro del equipo, ¿no es así?  — el chino espetó, levantándose sin esperar una respuesta.

Su corazón se sentía extraño después de haber estado ilusionado con la idea de Minseok regalándole algo durante casi dos días.

Era como haberse montado en una colorida nube y finalmente haberse caído de golpe.

Las mejillas del cachetón se colorearon de rojo, aunque se giró en el momento exacto para que LuHan no pudiese verlo. — No… No le he hecho un regalo a nadie más.

El corazón de LuHan martilleó en su pecho, haciendo que el sonido de sus latidos retumbara en sus oídos. ¿Había escuchado bien? ¿XiuMin solo le había hecho un regalo a él?

—Será mejor que me apresure…

Dejando que por una sola vez su corazón se atreviese a actuar en lugar de su mente, LuHan sujetó a Minseok por el brazo.

—S-Sí quieres te acompaño.

Acalorado, el mayor se giró para mirarlo discretamente por el rabillo del ojo, sin atreverse a levantar la mirada.

—Uhm… Xi-Xiao-

—LuHan. — Lo cortó el chino, levantando la cabeza para dedicarle una sonrisa y sintiendo su espesa sangre caliente correr por sus venas. — Llámame LuHan.

Cuando el más bajito al fin lo miró, el corazón del menor se encogió.

Ahí estaba esa preciosa sonrisa que no lo había dejado en paz desde la primera vez que la vio.

LuHan estaba más que jodido.

 

-              -              -

 

El chino azabache parpadeó un montón de veces, no creyéndose todavía lo que sus ojos veían.

—Oh, están bromeando, ¿no?

Kris lo fulminó con la mirada mientras alzaba uno de sus larguiduchos brazos y lo colocaba sobre los hombros del chico a su lado, apresándolo contra su pecho como si fuese una fiera.

—¿Por qué debería ser una broma?

LuHan tragó saliva y dejó que su ceño se frunciera. — ¿Ahora todo el mundo va a tener novio, o qué?

Tao se sonrojó en cuanto el terminó salió flotando de los labios del chino y Kris asintió confianzudamente. Acariciando la barbilla del chino ojeroso y acercándose levemente para depositar un suave beso en los labios del rubio.

¡LuHan simplemente no podía creerlo!

¡Había visto a ese chico ligar! ¡Era un completo troll! Y no precisamente un troll de esos que hacen bullying, no, era un troll de las mazmorras, como los idiotas del mundo escrito por Jotaká Rowling en Harry Potter.

¡Por San Siwon! ¡El chico incluso se había atrevido a usar piropos absurdos! LuHan se vio tentado a pescarse la nariz cuando una vez lo escuchó decir algo como “tanta carne y yo chimuelo”.

—Oh vamos, se les ve muy bien juntos. — JoonMyun dijo.

Yixing le dedicó un par de palmadas en el hombro, pero esas palmadas no relajaban para nada a LuHan.

¡Yixing también tenía novio! ¡Y estaba hablándole! Es más, se sentaba con ellos, al igual que Tao, al igual que BaekHyun, ¡al igual que XiuMin y, para su mala suerte, ese tal Kim JongDae! ¿Qué seguía? ¿Toda la población estudiantil? ¿El equipo entero de futbol? LuHan ya no sabía ni que esperar.

—Y lo mejor es que yo soy el responsable de esta preciosura de relación. — El gigante espetó, irguiéndose orgullosamente. BaekHyun lo rodeó con sus cortos brazos y le llenó el rostro de besos.

LuHan hizo un puchero.

La escena no le desagradaría si él hubiese ocupado el lugar del gigante y XiuMin en el de BaekHyun, pero claro, su capitán no hacía otra cosa más que ignorarlo durante el almuerzo, como todos los días desde su mudanza de mesa junto al ya ni tan nuevo novio de Park ChanYeol.

LuHan intentó con todas sus fuerzas que ese tal JongDae no le desagradara, pero ahí estaba, poniendo sus sucias manos sobre territorio prohibido. Sobre el territorio de LuHan. Sobre XiuMin, específicamente hablando.

—Lu-Ge… — La persona en quien había estado pensando lo sacó de sus pensamientos. — ¿qué dices?

El aludido parpadeó y miró a su capitán, dándole a entender que verdaderamente no tenía idea de lo que estaba hablándole. Minseok rio y escondió su preciosa sonrisa del mundo, como solía hacerlo. LuHan a pesar de los meses, todavía no terminaba de entender el porqué de la inseguridad del mayor.

—Estaba preguntándote si querrías ir al cine mañana… — Repuso y, al notar lo mal que habían sonado sus palabras se mordió el labio inferior antes de agregar. — JongDae y yo siempre vamos juntos los viernes, pero se irá esta noche a casa de su tía, ya compré las entradas y…

—Por supuesto que iré.

La sonrisa resplandeciente volvió a aparecer en el rostro de XiuMin.

LuHan al verlo, también sonrío.

Las mejillas regordetas del mayor brillaban teñidas de rojo y JongDae rodó los ojos con una sonrisa, intentando concentrarse en su bebida.

Los dos eran tan estúpidos como parecían. O quizá solo estaban locos el uno por el otro…

Ya después le agradecerían en empujoncito que estaba por darles.

Cupido debería ponerse a temblar.

 

 

-              -              -

 

 

LuHan no pudo dejar de pensar en XiuMin en todo Julio.

Su corazón retumbaba inquieto, queriéndosele salir del pecho cada vez que lo veía y, extrañamente, había comenzado a evitar al mayor con la intención de controlarse un poco antes de verlo.

Después del cine, donde habían compartido la intimidad del roce de sus pieles mientras intentaban agarrar palomitas en la oscuridad, el corazón de LuHan no podía controlarse y todos sus intentos por tranquilizarlo se veían afectados por la sonrisa bonita de su Hyung.

Durante la película también se habían tomado de las manos.

Al principio, dejándose engañar por los efectos de sonido de la gran pantalla frente a ellos, LuHan llegó a pensar que probablemente se tratase de su imaginación y, cuando los tímidos dedos del mayor se entrelazaron con los suyos, LuHan hubiese apostado que se había quedado dormido en algún momento de la película.

Pero no fue así.

XiuMin no soltó su mano sino hasta que las luces en la sala se encendieron. El mayor levantó la cabeza de su hombro con timidez y le dedicó una de esas sonrisas tan especiales que no había visto que pronunciara para nadie más.

Sus mejillas estaban rojas.

Sus labios hinchados probablemente de tanto que los había mordido durante la película y, aunque LuHan no podía decirlo a ciencia cierta, sabía que no había habido ningún motivo para acurrucarse prácticamente sobre él.

La película no era de miedo. Era de comedia, pero a penas y había escuchado las risas de Minseok a su lado y él tampoco había terminado de concentrarse. Las caricias en sus nudillos habían sido el principal distractor, seguidas por el aroma increíblemente dulce que el mayor desprendía.

LuHan se ofreció a acompañar a XiuMin a casa esa noche y así lo hizo. Al despedirse en la entrada, el mayor se había puesto de puntitas para dejar un beso en su mejilla y todas las sensaciones vividas ese día, hicieron que LuHan volviese corriendo sin problemas a casa y se echara todas las mantas encima como si pudiesen protegerlo del mundo.

Las cosas habían cambiado desde entonces.

La palabra cita rondaba su cabeza. Se hacía preguntas extrañas como: “¿Eso fue realmente una cita?”, “¿Le gustaré a Minseok Hyung?”, “¿Es solo mi capitán?” y su estómago era habitado por una extrañas criaturas que revoloteaban haciéndolo marearse.

Sabía que estaba enamorado de Minseok. Lo que no tenía, eran las agallas para preguntarle al otro si también lo estaba.

Y tenía miedo, muchísimo miedo de que no fuera así. Tanto miedo como cada vez que lo veía sonreírse y susurrarse cosas al oído con ese tal Kim JongDae del que él estaba tan celoso.

Pero no era momento de pensar en aquello.

No, de hecho había sido el peor momento para recordarlo.

La multitud rugía implacable, la tensión casi podía cortarse con un cuchillo. Estaban todos sudorosos, los restos del verano todavía podían sentirse en la tarde y el majestuoso sol se alzaba orgulloso sobre sus cabezas, lanzando rayos invisiblemente calurosos que hacía que las perladas gotas resbalasen por sus rostros.

LuHan tenía sus tacos deportivos llenos de lodo.

XiuMin siempre estaba reprendiendo a los intendentes por regar antes de un buen partido pero, parecía que por más que insistiera, los viejos hombrecillos realmente no podían entender su preocupado idioma.

Era la final.

El equipo contrario había dado su mejor esfuerzo al igual que ellos. El contador había llegado al final hacía unos seis minutos aproximados y el árbitro había aprobado otros tres para el desempate.

Era la primera final de LuHan en Corea. Estaba nervioso, pero por lo que veía, estaba completamente seguro de que no era el único.

Los Lee habían estado dando lo mejor de sí y, cuando un miembro del equipo contrario había lesionado intencionalmente a DongHae, HyukJae había gritado un montón de cosas como que “ganaría para demostrar que nadie tocaba a su adorado pececito”.

Todos habían estado actuando como lo que XiuMin se había esforzado tanto en hacerlos ver que eran, un equipo.

Choi MinHo era el responsable de la mayoría de los goles y LuHan no podía culparlo por estarse luciendo, su novio TaeMin estaba en el equipo de animadores después de todo. Y ahí estaba él.

Xiao LuHan. Dieciocho años, su primera temporada en el país y la que sería su última final antes de la universidad. Sin ningún animador, ni otra motivación que no fuese el exhausto capitán en el centro de la cancha, moviéndose a toda velocidad con la pelota a sus pies, casi danzando sobre sus tacos deportivos y sorprendiendo al equipo contrario con sus poco conocidos movimientos de último minuto.

Cuando levantó la mirada hacía él y se encontró de nuevo con esos saltones ojos, LuHan supo que estaba poniendo todas sus esperanzas en él.

Así que cuando de una patada la pelota lo alcanzó, LuHan se dijo que iba a ganar ese partido no solo por él. Lo haría también por Lee DongHae, que tanto había esperado la final y había terminado herido. Lo haría por los gritos de Lee HyukJae y por el engreído de Choi MinHo pero… sobre todo… Iba a ganar por Kim Minseok.

Su adorado capitán.

El chico del que estaba jodidamente enamorado.

LuHan tomó una bocanada de aire y se echó a correr, girando sobre sus piernas para esquivar a un jugador del equipo contrario y concentrándose en la pelota mientras los gritos de la multitud ensordecían sus oídos.

Solo tenía una oportunidad… La misma que no iba a desaprovechar.

Pateó la pelota en dirección a la portería y la multitud volvió a rugir, opacando los segundos que le restaban al marcador del tablero.

Gol.

Había sido Gol y LuHan acababa de decidir que no solo se trataba de un simple balón entrando correctamente por la portería.

Levantó las manos al cielo y se echó a correr de vuelta, siendo perseguido por algunos miembros de su equipo pero ignorándolos a todos, moviendo sus piernas lo más rápido que le era posible pese al cansancio y esquivando personas para llegar a su objetivo.

Minseok estaba sonriéndole y cuando lo vio abrir los brazos, se echó a correr también en su dirección.

LuHan casi se olvida de respirar cuando sus brazos estrecharon el pequeño cuerpo de su capitán y Minseok chilló emocionado en su oído.

Todo el estado y, por ende, toda la escuela estaba mirándolos pero LuHan ya no tenía tiempo que perder. Con todas las fuerzas que le quedaban, levantó a XiuMin entre sus brazos, privándolo del suelo y dio vueltas sobre su propio peso, haciéndolos girar.

—¡Lu-Ge! — el mayor exclamó.

Cuando LuHan lo bajó, sus ojos volvieron a encontrarse. Luminosos contra saltones.

Las temblorosas manos del ciervo llenas de adrenalina tomaron el mentón del mayor, acercándolo a su rostro. Y joder, ya no importaba si lo correspondía o no, lo único que importaba era que LuHan estaba enamorado y no planeaba seguir ocultándolo.

Sin pensarlo ni por un segundo más, sus labios se estamparon contra los suaves de su capitán, robándole un suspiro al mayor.

Fue solo un simple roce al principio, uno profundo que le hizo sentir al chino que no estaba tocando la superficie del pasto en la cancha, sino las esponjosas nubes del cielo.

Los labios XiuMin eran tan blanditos como se veían y definitivamente tan dulces como centenares de veces lo había imaginado.

El sol quemaba sus pieles pero no le importaba.

No le importaba en absoluto cuando fue XiuMin quien le echó las manos al cuello y se puso de puntitas para profundizar el beso. Cuando las pequeñas manos que le habían ofrecido ayuda para levantarse en esa misma cancha, estaban ahora aferrándose a los húmedos hilos de su cabello negro.

LuHan ladeó la cara y se hundió apasionadamente en la boca de su Hyung, deslizando su lengua sobre el labio inferior del mayor y abriéndose paso en el interior de su cavidad bucal con desesperación. Tocando la lengua del de cabello rosa, desafiándola a lo que parecía ser una infinita batalla por el poder. XiuMin accedió gustoso y se dejó acariciar, sintiendo los blancos dedos de LuHan hundirse en su cintura.

El beso no duró tanto como ambos hubiesen esperado gracias a la falta de oxígeno y cuando sus pulmones no pudieron soportar más la escases, ambos se separaron e hicieron sus frentes chocar.

Los ojos de XiuMin eran tan bonitos…

—XiuMin… — LuHan pronunció, intentando recuperar el aire en grandes bocanadas. La mirada del mayor se intensificó mientras asentía. — Creo que me enamoré de ti.

El aludido volvió a sonreírle y, francamente, LuHan ya había perdido la cuenta de cuántas veces se había perdido a sí mismo en tan preciosa curva.

Su capitán lo sujetó por la camiseta, pegando rudamente su cuerpo al suyo.

—Ya era hora de que lo admitieras, Xiao.

LuHan se echó a reír.

Los suaves labios de XiuMin se estamparon ansiosamente sobre los suyos.

La multitud continuó rugiendo y los miembros de su equipo se pusieron a aplaudir pero no importaba. Ellos no podían escucharlos, lo podían escuchar otra cosa que no fuese sus agitadas respiraciones o el apresurado latir de sus corazones.

 

—Págame ahora, débil mortal.

BaekHyun dejó caer sus pequeños hombros y le pasó la cantidad acordada a JongDae. — No puedo creer que enserio estén saliendo.

El de sonrisa gatuna contó descaradamente los billetes frente a sus ojos. — Oh, vamos BaekHyun, yo tampoco puedo creer que sigas pidiéndole a ChanYeol que te pase papel bajo el baño y no ando por ahí divulgándolo.

—¡JongDae!

 

Notas finales:

¡A-YO!

Como puse allá arriba. ESTO ES POR UN RETO.

A mí no me gusta el XiuHan, a Lulu no le gusta el TaoHun y pues... por lo mismo. Porque es un reto para una escritora amante del ChenMin como yo, que, bueno, realmente quería superarse y escribir un poco de la pareja que practicamente detesta.

Aquí está el TaoHun de BunnyCamps2: Conquistas y Conquistadores.

Y, como siempre, una foto ghei del Fic: 99.

Espero que les guste, porque, mi queridos mortales, si esto les gusta, habré cumplido mi propósito y el reto habrá valido más que la pena.

¡Gracias por leer y, espero que si les gusta, dejen algún comentario!

XiuHan pal’ pueblo ;_; Besitos homosexuales como LuHan, bye.


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