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Capricho por Dayan Walker

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Notas del fanfic:

Disclaimer: D. Gray-man no me pertenece, todo es de Hoshino.

Notas del capitulo:

N.A: la advertencia es que quizá haya mucho de lo que dice el título, nada especial. Quería subirlo el día del cumple del Moyashi, pero me enfermé y apenas me estoy recuperando… en fin, lean mi bazofia ;D 

Capricho

~O~

Allen tiene un pequeño —gran— trauma. Pero no es algo normal, o sea, tal vez sí lo sea, pero normal lo atribuye a que si fue causado por Cross Marian, y esta vez no fue así: «¡en tu cara, Maestro!»

No, no fue provocado por Cross.

El trauma ha surgido a causa de su cumpleaños. Y no, no fue por Cross, se reitera nuevamente. Dicho trauma tiene qué ver con la fecha en específico.

Se sabe que Allen es caprichoso. Por supuesto, no es secreto universal, sólo que el chico es un poco reservado al respecto. Las personas más allegadas conocen que Allen, saben que no es precisamente un pan de Dios o un ser abnegado, pero tampoco es un ente del mal… al menos no tanto.

A él sólo le gusta hacer trampas y comer mucho, nada más.

El caso es que, retomando el hilo, Allen es un individuo caprichoso; ¿pero qué tiene que ver esto con su trauma? Que como es un chico caprichoso, no recibe los caprichos que necesita.

Su trauma en sí se debe a que él no recibe regalos (dulces) en navidad porque se olvidan de éste. ¿Sorpresa? Para nada, Allen es un mocoso de diecisiete años, ¿está muy grande para hacer berrinches? Cross Marian aún hace berrinches y nadie le dice nada.

Así que tiene todo el derecho del mundo a ser caprichoso, a tener traumas (que nada tienen que ver con Cross, sépanlo) y a hacer un drama por no recibir dulces en su cumpleaños.

—Deja de hacer esos mohines —una voz estoica le saca de sus pensamientos—, no te quedan, y no tienes motivos para hacerlos.

Allen centra su mirada en el inspector, Link sigue rellenando aburridos formularios aún cuando Leverrier le ha dejado el día libre, por ser navidad y todo eso, (no por el cumpleaños de Allen). Otro motivo para pronunciar su puchero.

—Tengo motivos —reafirma Allen, ceñudo—. Todos  hablan de navidad pero no de mi cumpleaños, ni de comida —se queja, cual niño pequeño.

Bueno, técnicamente no es así. Allen tiene líos porque todos en la Orden Oscura le han regalado cosas, que si por navidad, pocas veces porque es realmente su cumpleaños. Y Allen no se molestara si al menos hubiese algo comestible entre todos los obsequios.

—Nadie te manda a nacer el veinticinco —resuelve Link, ajeno a los líos existenciales del albino.

Allen vuelve a hacer un mohín.

—No me ayudas.

—Estoy para supervisarte, Walker, no para resolver tus líos existenciales

Y era verdad, pero Allen necesita quejarse. Después de todo es un chico caprichoso.

— ¡Eres malo, Link-san! —exclamó Allen con fingido dolor, mientras revolvía la cama de su lado.

Link aún no le daba la atención necesaria, y por alguna razón aquello le molestaba.

A los segundos, escuchó el suspiro cansino del inspector, luego, le observó incorporarse en rectitud, caminando hacia la entrada de la habitación. Allen le observó perderse unos minutos bajo su mejor mirada de extrañeza, hasta que, pasado cinco minutos, quizás más, le vio llegar con un carrito lleno de dulces.

La expresión de Allen brilló, haciéndole competencia al árbol navideño del comedor, su estomago rugiendo al instante.

Link depositó el carrito con los dulces frente a su cama, observándole con el entrecejo fruncido.

—Lo estaba dejando para la cena, pero al ver que no puedes ser capaz de aguantar… —comunicó Link, imperturbable—. Te lo doy si prometes dejar de quejarte.

— ¡Prometido!

Y Allen prometería no volver a quejarse.

Sin embargo, es un chico tramposo. Siempre se puede cruzar los dedos, todo por su insano capricho.

 


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